Guanajuato, de nuevo

Rapiditos:

  • Otro taller, ahora de Geometría Discreta.
  • Aventarse a dar una presentación de un día para otro es arriesgado.
  • Más si uno se empeña en hacerla con Beamer porque le picaron la cresta.
  • Todavía más si a la mitad de la presentación aparece un húngaro y por cortesía uno tiene que volver a empezar, y esta vez en inglés.
  • ¿Cómo carajo se dice j-ésimo en inglés? Digo, sabía que se escribía jth; pero no tenía idea de cómo se pronunciaba.
  • No resolvimos ninguno de los tres problemas presentados.
  • Que no necesariamente habla mal de nosotros: son problemas que gente como Erdős y Graham le hincaron el diente sin mucho éxito.
  • Y además no importa: chidos problemas, chida gente, chido ambiente.
  • Nuevos conocidos…
  • …y viejos conocidos reencontrados.
  • Tengo que tomar una decisión importante (tal vez fundamental) respecto a mi vida, y no sé qué hacer.
  • Pero tengo el apoyo y ayuda de gente maravillosa.
  • Y al fin y al cabo creo que estaré bien y contento conmigo y con mi decisión no importa cuál sea ésta.
  • Puedo obtener la llave WEP de una red inalámbrica en cinco minutos (o menos).
  • Obtuve la llave WEP de tres redes inalámbricas (la primera con ayuda).
  • Debo acabar la tesis ya.
  • Extraño la ciudad; creo que me regresaré hoy en lugar de mañana.

2 × miércoles 2 × indio

Desde hace años tengo una metodología para ser estudiante que en general me ha funcionado: no falto a clases.

Ese es el único compromiso que tengo realmente con estudiar: no faltar a clases nunca. Comencé en el CCH; dado que tenía clases de 10:00 a 14:00, se me hacía terriblemente descarado faltar a clases si eran tan poquitas horas al día, y después sencillamente seguí con la costumbre.

En todo lo demás soy un desmadre; no tomo apuntes, cuando los tomo generalmente son ilegibles, y cuando los tomo y son legibles generalmente nunca los leo. No tengo horas de estudio, u horas de hacer tareas o trabajos, ni nada por el estilo. He intentado durante años tener algún tipo de agenda (en últimos tiempos electrónica, ya sea PDA o al menos el calendario de Evolution o de GMail), y he fallado miserablemente siempre. Es muy normal que me entere de un trabajo o programa que tengo que entregar algunos días antes de la fecha límite, y sí me ha pasado que me entero después de la fecha límite. Estoy casi seguro que al menos una vez me enteré de un trabajo al final del semestre.

Y sin embargo creo que mi metodología (o falta de) en general me ha funcionado. La única otra cosa que hago (además de ir a clases), es jamás dedicarme únicamente a la escuela. No importa que tan pesado este el semestre (o el equivalente), siempre trato de leer comics y novelas, ver cine y televisión (caricaturas incluidas, por supuesto), oír música, e incluso cuando estoy frente a la computadora me doy mis vueltas cada hora por Slashdot o por CNN, o leo algún artículo en la Wikipedia o algo por el estilo.

La idea (cuando trato de racionalizarlo) es que el cerebro funciona mejor si se le permite distraerse en múltiples problemas y/o actividades. Me gusta pensar que es así, porque la alternativa es que tengo ADD.

Sólo tengo dos excepciones para esta regla: la primera es algunos días al final de ciertos semestres donde de plano sí dejo cualquier actividad recreativa y me dedico exclusivamente a trabajos y exámenes finales; pero nunca es más de una semana (y generalmente sólo son un par de días), y no es en todos los semestres. En el IIMAS sólo mi primer semestre fue así.

La segunda es para escribir la tesis, y esa sí se extiende por varios meses. Yo le digo cariñosamente enclaustrarse, y lo hice para la tesis de licenciatura, y en general he visto que todo mundo lo hace (que escriban tesis, claro). Llega un punto donde uno se encierra, y escribe.

Llevo cerca de un mes en el claustro, y la verdad comienza a preocuparme que no avanzo mucho. Y lo he extendido incluso a no conectarme en el messenger o ir a comer con mis cuates (que generalmente lo hago una vez por semana). Pero no está funcionando esta vez; y más vale que comience a funcionar, porque necesito terminar la tesis pronto.

Como sea hoy me harté y decidí ir al cine a ver dos películas, que me gustaron bastante. Pero ahorita que me puse a escribir de ellas, me acordé que hace casi un mes también tuve un miércoles 2 × indio del cual no escribí por estar en la depre. Y como desde que inicié este blog no he dejado de comentar una sola película que haya visto en el cine, hoy les entrego 4 películas 4.

Y también, nada más porque se me pega la gana, voy a comenzar a poner el póster de las películas que reseñe… nada más porque se ve padre.

Se aplican las advertencias de spoilers correspondientes.

  • Ratatouille
    Ratatouille

    Ratatouille

    Esta la fui a ver hace un mes, básicamente porque cabía. Era eso o esperar dos horas a que empezara la película de Los Simpsons.

    Sencillamente no tenía muchas ganas de verla. La última de Pixar que había visto (Cars) me gustó, pero la verdad no me arrepiento de no haberla visto en el cine, y Ratatouille sencillamente no me llamaba la atención.

    Por eso fue una grata sorpresa que me gustara tanto la película. La animación por computadora es, sin duda alguna, lo mejor que he visto; pero la verdad es que dejó de ser sorpresa hace años que la animación por computadora mejore y mejore y mejore. En cambio la película no sólo es divertidísima, además pone a París como un lugar mágico, tiene romance (no mucho; apenas lo necesario), y convence en la idea (absurda y demente desde cualquier punto de vista) de una rata (o cientos de ratas, al final) cocinando en un restaurante de cinco estrellas.

    La escena cerca del final del crítico (que por cierto qué personaje más cagado… además del no muy sutil sablazo a los críticos de cine) probando el ratatouille y recordando su infancia es fabulosa. Yo me meaba de la risa.

    Me gustó muchísimo; no más que Los Increíbles o Monsters, Inc., que siguen siendo mis favoritas de Pixar, pero creo que sí alcanza holgadamente un tercer lugar.

  • The Simpsons Movie
    The Simpsons Movie

    The Simpsons Movie

    La vi en inglés y en el cine, porque creo que debía verse en el cine. No me arrepiento de haberla visto ahí; pero ciertamente no la vería de nuevo.

    Es un capítulo largo (y ni siquiera muy largo) de Los Simpsons. Con la calidad en el guión de la tercera o cuarta temporada (las mejores, creo yo), aunque ciertamente con el surrealismo de las últimas. Y una animación años luz superior a la de la tele.

    En pocas palabras: está bien. Yo sí me estaba meando de la risa en varias partes, pero no es sorprendentemente buena. Es sólo un capítulo particularmente divertido de los Simpsons; no creo que ni siquiera llegue al más divertido de todos.

    Pero creo que hubiera sido bueno terminar la franquicia con la película; la serie en sus últimas temporadas sencillamente ha perdido mucho. La película recupera bastante, pero no creo que eso se transmita a la serie regular.

    Como sea, me divertí. Sólo que creo que esta película no pasará a la historia de ninguna manera; no es lo suficientemente trascendente.

  • Stardust
    Stardust

    Stardust

    Qué bonita película.

    Lo voy a decir de nuevo: qué bonita película. Está padrísima: un cuento de hadas con sentido del humor… y sin necesidad de eructos como Shrek.

    La verdad no tengo suficientes palabras para describirla: es bonita, divertida, emocionante, romántica, tierna… y tiene un montón de personajes fabulosos sacados tal cual de cuentos de hadas, sólo que sin ser de hueva.

    Claire Danes brilla en su papel. Y no sólo digo que actúe bien (que lo hace): literalmente brilla (es una estrella, al fin y al cabo). Michelle Pfeiffer es bellísima y terrible como bruja malvada, Peter O’Toole es cagadísimo como rey moribundo poniendo a sus hijos a asesinarse entre sí, y Robert De Niro por poco se roba la película en el papel de un capitán pirata (del aire) de ambiente.

    (Casualmente al lado de mí en el cine estaba una pareja homosexual, y estaban meándose de la risa en la escena en que De Niro sale en drag al ritmo del Can-Can.)

    Me encantó la película como no tienen idea; incluso quiero volverla a ver. En el cine. Altamente recomendable.

  • The Bourne Ultimatum
    The Bourne Ultimatum

    The Bourne Ultimatum

    Creo que es acertado decir que esta es la mejor película de la triología. Lo que más me gusta de las películas de Bourne, es que son películas de acción inteligentes. No se trata de la explosión más grande o de la persecución más emocionante (aunque tiene varias persecuciones muy emocionantes): la trama es compleja y profunda; o al menos mucho más que en el común de películas de acción.

    Esta es la más inteligente de las tres, y eso sin demeritar en nada a la acción.

    La actuación de de David Strathairn se me hizo fenomenal, así como la de Albert Finney (aunque sólo sale como cinco minutos). También me gustó mucho Julia Stiles, y me pregunto si alguien se le habrá ocurrido si su papelito de la primera película terminaría siendo tan importante en las secuelas. Además de que se me hizo original que Bourne no se la ligara (o ella a él).

    La película (como las otras dos) muestra una escalofriante perspectiva de cómo pueden estar usando la tecnología para vigilar (y en algunos casos matar) gente; pero creo que esta secuela es todavía más convincente que las otras dos en ese aspecto.

    Muy buena; la recomiendo bastante. Si les gustaron las otras dos partes, vean esta: no se van a arrepentir en lo mas mínimo

See you later, alligator…

Mañana (u hoy mismo, mejor dicho) regreso a México.

Es gracioso; creo sinceramente que hubiera podido seguir aquí sin broncas mucho más tiempo, pero el hecho de saber que tenía que regresarme, de alguna manera causó que me dieran muchas ganas de volver; y más conforme se acerca el día del retorno.

Aprendí un montón y saqué suficiente para mi tesis; no está terminada, y a mi teorema le falta un cachito, pero creo que el avance es más que sustancioso. Más si consideramos (como le platicaba a Omar) que básicamente mi objeto de estudio son las matroides orientados de grado tres, y que al llegar aquí no sabía qué era una matroide, tampoco qué significaba que estuviera orientad, menos qué era su grado, y por poco tampoco qué era tres.

Dado el ritmo de trabajo y la presión constante de que teníamos el tiempo encima, hubo un montón de cosas que no hice. La más triste es que no fui a San Francisco; pero son siete horas en autobús (mínimo; pueden ser más), y sencillamente no alcanzaba el tiempo (o el dinero). También por lo mismo hubo muchas cosas que no platiqué en el blog.

Como por ejemplo que soy tan ridículo que en el avión de venida venía cantando “México lindo y querido”. O de la caída que hizo que perdiera dos centímetros cuadrados de piel en las palmas de mis manos (esa no fue graciosa). O de la señora Knowles, la dulce viejecilla que por error terminó recibiendo el paquete de DHL con mi tarjeta de débito de repuesto de la beca. Ah, y que perdí mi tarjeta de débito de la beca.

Tampoco del clima, o de las hermanitas nalga-dura, o de los juguetes que compré, ni de que aproveché para ponerme al día en ciertos comics. De las novelas que leí, de los fines de temporada de alguNas series, de la tina del baño que se tapaba, o de muchas, muchas cosas más.

Lo cierto es, no tenía mucha energía para escribir en el blog. Ahora mismo estoy molido, pero quiero escribir esta entrada mientras estoy en el gabacho, y mañana en la mañana ciertamente no podré. Me voy a tomar una semana donde descansaré de absolutamente todo, aunque tal vez escriba de ciertas cosas (Harry Potter, en particular).

Por ahora me preparo para irme de California, bastante contento de regresar a México, pero no puedo dejar de pensar en Ciudades Desiertas de José Agustín (una de las novelas que leí aquí… de nuevo, porque esa también la he leído como quince veces), y en la escena que ocurre justamente cuando Eligio llega al punto de estar hasta la madre de los Estados Unidos:

Cuando ya había bebido doce exactas cervezas, todo le irritaba. Los amigos de la amiga de Irene habla­ban a grandes voces, gesticulando; discutían de los ac­tos inanes del presidente Reagan, decían que vivían la puerta del fascismo, del superfascismo considerando que Estados Unidos es una superpotencia. Estos niños, pen­só Eligio, en el fondo siguen creyendo que este inmenso refrigerador es el mero cabezón del mundo, y que así ha de ser por siempre, pobres pendejos. Pero descubrió que no le irritaba lo que decían los chavos, sino que hablaran en inglés, a ver, ¿por qué hablaban inglés si él estaba allí?, e incluso pensó que estaba loco cuando Su­sana lo había persuadido de que Carroll, Joyce y Nabokov habían hecho brillar la lengua inglesa. El inglés ya lo tenía hasta la madre y también todos esos hotelitos de biblias esterilizadas, y también todos esos cuates que, aunque eran buena onda, de hecho eran la mejor onda que había encontrado en Estados Unidos, eran demasia­do gringos, demasiado uniformes incluso en el unifor­me. Podría estar bien lo que decían, pero no los aguantaba. De pronto lo incendió un deseo ardiente por estar en México, y ver gente prieta, con los pelos lacios y mal domados, cualquier, cualquier jodido ensombrerado en una bicicleta con una bolsa de mandado llena de herra­mientas y un radio-grabadora al hombro y tenis canadá en vez de huaraches, deseó ver un mercado mexicano con puestos de bofe y cabezas de cerdo, con charcos y perros flacos, y ya no los supermercados enormes, asépticos, con ambiente de banco y sus cajeras tan pro­gramadas como las computadoras que sonreían al decir hi, how are you today!, quiso ver a dos visitadores médi­cos bien, pero bien ahogados de alcohol diciéndose me cae compadrito que yo a usted lo quiero, y no soy puto, ¿eh?, quiso ver a la esposa de un policía planchando los billetes de ínfimos sobornos, a una familia de madre gorda, marido cervecero y catorce hijos en una primera comunión, quiso entrar a buscar libros de teatro en una librería de viejo, pelearse con un agente de tránsito que exigía una mordida descomunal, leer un periódico donde se criticara al gobierno, porque ya no aguantaba nada de lo que había allí, y lo peor era que llegase a él tanta intolerancia cuando se hallaba con chavos que podían ser buenos amigos, que eran afines, inteligentes, con quienes se podía intentar hablar de algo que no fueran lugares comunes o recetas infalibles de buen gusto intelectual, carajo, lo que daría por ver un puesto de pepitas, a un miserable tragafuego en una esquina, a un chavo campesino que sueña con una bici­cleta, ya no quería: le urgía regresar a México, porque Estados Unidos ya no le daba nada, ahora le succionaba, como vampiro, toda su vitalidad, su jovialidad, su buen humor, su ingenio, su energía y lo tenía retorciéndose como viejo neurótico que hace su escenita porque no soporta ni que vuele la mosca; quería, en lo fundamental, encontrar a Susana y acostarse con ella ni siquiera para hacer el amor sino para entrepiernarse con alguien que no tuviera pe­los en las pantorrillas ni en los sobacos; necesitaba a Susana, pero ella había demostrado que era la más fuerte, la más dura, y sabría Dios dónde estaría, y con quién…

Por supuesto, yo no vine a buscar a mi media toronja que se me peló porque necesita “encontrarse a sí misma”; en tal caso me parecería más a Susana, que fue unos meses a estudiar al gabacho. Pero no entremos en mi vida emocional, porque ni quiero hablar de eso, ni es de eso esta entrada.

No estoy, como decía, como lo estaba Eligio: hasta la madre y quemándome por regresar a México. Pero aún ahora, veinticinco años después de que José Agustín escribiera mi segunda novela preferida, su ácida e inmisericorde crítica de los gringos sigue teniendo muchos puntos válidos, y en mi caso creo que la mayoría que no se aplican es sencillamente porque estuve estos meses rodeado de banda latina y chicana. Que por cierto, jamás había estado tan orgulloso de ser latinoamericano en general, y mexicano en particular, que cuando viví en Los Angeles, California. Pero eso es material de otra entrada.

Tampoco estoy que ya no aguante regresar a México; repito, creo que si mi estadía hubiera sido más prolongada, yo no hubiera tenido problema con ello. Pero sabiendo (como sé) que tengo que regresarme ya, sí me identifico con muchas de las cosas que Eligio extrañaba. Y por eso lo primero que haré una vez que haya desempacado, es ir por unos tacos de suadero, con harto pasto pa’ la flora y fauna intestinal.

Me voy de California; algo cansado, algo frustrado porque creo que pude haberle sacado más a la estadía (aunque me queda claro que sentiría eso no importa cuánto le hubiera sacado), pero bastante contento de la experiencia que me mostró, entre otras cosas, que no voy a tener problemas cuando vaya a hacer mi doctorado a quién sabe dónde.

Los veo del otro lado de la frontera.

“Eks-oh-shay-milco?”

El lunes en la mañana terminé el primer capítulo de mi tesis. Ya Bernardo y Silvia tuvieron bien a hacer correcciones, que debo seguirlas y además terminar de sacar un teorema que será el resultado principal de mi tesis… si lo demuestro, claro. Pero yo creo que sí.

Como sea, ya que falta menos de un mes para regresar, cancelé por adelantado los servicios de luz y agua, para que nos regresen el depósito que dimos, necesario dado que no tenemos número de seguro social. Resulta que el famoso depósito nos lo envían a cualquier lugar en el mundo, así que les di la dirección de mi casa en Xochimilco letra por letra, para asegurarme de que la apuntaran bien.

Pero después de apuntarla, me la leyeron. Bue Dios, eso fue cagado:

Operadora: Del-e-gacion Eks-oh-shay-milco?

¡Dos veces!

Dos a la cinco es treinta y dos

¿Cómo le hace uno para correr un algoritmo exponencial y que haya esperanzas de obtener un resultado en lo que dura el universo (o en lo que me regreso a México, que desde mi punto de vista es lo mismo)?

Pues uno agarra las treinta y dos máquinas en el laboratorio de cómputo de una universidad, que por ser verano casi no se usan, y las pone a trabajar en paralelo iniciándolas con un LiveCD de Gentoo y automatizando el proceso con un mini servidor escrito en Java corriendo en CU en México. Los procesos paralelos corren en C, por supuesto; no lo escribí en ensamblador nada más porque confío en gcc -O3.

Por supuesto, el problema es intratable (es lo malo con las cosas NP completas); pero esta instancia podemos atacarla mientras aún estoy aquí. De hecho, tal vez acabe esta semana.

Y eso es bueno.

Sucesiones Circulares

De las cosas que estoy estudiando ahorita con Bernardo y Silvia, son sucesiones circulares. Qué son, para qué sirven, y cómo se generan geométrica y combinacionalmente es un desmadre del cual no voy a hablar ahorita.

De lo que voy a hablar, es que resulta que para hacer diagramas bonitos de sucesiones circulares, mi programa Geom es perfecto, y hoy lo estuve usando para dibujar algunos. Modifiqué el script en Python que convierte a PStricks, y le estuve haciendo unas pequeñas modificaciones al programa (que al final ni siquiera utilicé); pero lo importante es que está siendo realmente útil, y entonces me da el pretexto necesario para seguir trabajando en él.

Sucesiones Circulares

Sucesiones Circulares

El screenshot es de Evince; el script de Python para convertir a PStricks quedó mucho mejor, creo. No sé qué tanto le mofique a Geom (tampoco puedo perder mucho tiempo con él), pero espero poder al menos sacar una versión nueva mientras estoy aquí, con las nuevas cosas que voy a necesitar que haga.

(Si pudiera hacer los bindings de Python para el sistema de plugins que me interesa, sería fabuloso; ¿sabe alguien de un buen lugar para buscar información acerca de hacer bindings de GObject con Python? Estaba estudiando el sistema de plugins de Rhythmbox antes de salir de México, pero creo que ahí es mucho más complejo de lo que yo necesito.)

El inicio

Hoy comencé a escribir mi tesis.

La entrada no es porque haya tenido un avance particularmente impresionante (a menos que tres párrafos los impresionen a ustedes), sino porque quiero tener bien definido el día que empecé a escribirla. Y ver cuánto me tardé cuando acabe.

Perdí un par de horas jugando con \LaTeX{} y un Makefile, y acostumbrándome a {\mathrm{B{\scriptstyle{IB}} \! T\!_{\displaystyle E} \! X}} y definiendo la estructura que tendrá el proyecto. Y después tuve que ponerme a escribir esos tres primeros párrafos; que me costó bastante el comenzar a sacarlos, por cierto.

No me preocupa mucho; sé (o al menos esa es mi experiencia) que lo más difícil es comenzar a escribir, y después saber cuándo pararle.

Como estoy trabajando en problemas nuevos con Bernardo y Silvia, comenzaré la tesis con uno de los problemas de Guanajuato, y cuando estén los nuevos resultados que saque con ellos (porque vamos a tener nuevos resultados… espero), ya veremos cómo los integramos. Jorge revisará mis avances conforme vayan apareciendo, y si todo sale bien, espero regresar a México con la tesis terminada o al menos con un enorme progreso.

Y más me vale; resulta que el promedio de tiempo para titularse una vez terminada la tesis es de cerca de cuatro meses, así que si quiero titularme en diciembre (que es mi fecha límite “oficial” impuesta por Conacyt), debo ir entregando la tesis por agosto. Yo sé que hay formas de acelerar las cosas; pero espero no tener que recurrir a ellas. Y también habría forma de extender esa fecha límite; pero esa opción no quiero ni siquiera tomarla en cuenta.

De las universidades en Canadá no sé nada. Bien puede ser que estén analizando todavía si aceptarme o no, o que ni siquiera se hayan tomado la molestia de decirme que me rechazaban.

(O que mi carta de aceptación esté perdida en la incríble ineficiencia del sistema de correos en México).

De cualquier forma, no es posible que me titule para agosto (o es extremadamente difícil), pero tal vez sería posible entrar en las universidades que tienen inicio de programa en enero, como Waterloo.

Como sea, no es algo en lo que deba de preocuparme ahorita: ahorita tengo que escribir todo de lo que ya tenga resultados (incluyendo antecedentes, aplicaciones, bibliografía extendida… o sea, meterle paja, que es lo que convierte un artículo en una tesis), y sacar nuevos resultados.

Pero fue divertido hacer make, y obtener un archivo tesis.pdf que es el esqueleto de lo me permitirá titularme antes de fin de año (espero). Tiene únicamente tres párrafos de texto, si quitamos el índice y los títulos de los capítulos y cosas del estilo.

Pero es el inicio.

10331, Zelzah Avenue

Por fin conseguimos departamento, y ayer nos “mudamos”. Pongo “mudamos” entre comillas porque básicamente consistió en tomar nuestras maletas (más o menos como llegaron del vuelo), y un par de colchones inflables y cobijas que Bernardo y Silvia nos prestaron, y llevarlas al departamento.

No hay luz todavía (o al menos no había en la mañana que salimos), y el gas llegó ayer por la noche. Compramos un puñado de cubiertos y “vajilla” (de plástico), cereal, leche y algunas cosas obvias (papel de baño, jabón), y nos dormimos a oscuras después de casi desmayarnos inflando los colchones.

El departamento es (a mi parecer) ridículamente caro, pero no mucho más que casi cualquier otra cosa que vimos (y vimos bastante). Y eso que no estoy contando gas y luz, que va aparte.

La ventaja principal es que está, literalmente, a diez metros de la universidad. Lamentablemente, queda lejos del edificio donde estamos: pueden verlo en Google Maps, también para que se den una idea de la ruta que generalmente tomamos.

Si hacen todo el zoom posible, verán la alberca. Que no es ningún lujo, por cierto; un montón de sitios aquí tienen alberca. Hay un Seven Eleven al lado, y un súper a dos cuadras (pero las cuadras son cuadras en serio, no bromas).

Dado que desembolsamos prácticamente una pequeña fortuna en el primer mes y el depósito, nos quedamos apenas para sobrevivir hasta que nos depositen el siguiente mes. Lo cual no es tan grave; tenemos refrigerador y estufa en el departamento, y creo que nos las ingeniaremos para gastar poco en comida los días que siguen.

Mark, el administrador del complejo de departamentos, fue el primer “gringo” que vimos de cerca (quiero decir; no latino, negro, asiático o armenio). Se estaba muriendo de la risa cuando le dijimos, e incluso nos llevó con su esposa para que le dijeramos eso. Muy amable (considerando que nos estaba vendiendo algo), y me cayó bastante bien hasta que nos quiso convertir al mormonismo. Después me siguió cayendo bien, nada más ya no tanto.

Aunque viéndolo por el lado positivo, tengo dos copias de “The Book of Mormon”; una en inglés, y otra en español.

Aunque aún estamos medio en shock por la cantidad de dinero que desembolsamos, estamos bastante contentos. En primero lugar dejamos ya de incomodar a Bernardo y Silvia (que todo el tiempo se han portado más allá de generosos, además de ayudarnos a llevar las cosas al departamento), y ya podemos concentrarnos en lo que venimos a hacer aquí: escribir nuestras tesis. Ya nos pusieron a leer artículos, y comenzamos formalmente a trabajar.

Ahora sólo que nos conecten la electricidad, y nuestro departamento será más habitable. Sin mesas, sillas, o camas de verdad, pero sí habitable.

La llegada

Llegamos a LAX sin ningún problema cerca de las nueve de la noche (hora local; nosotros estábamos convencidos de que eran casi las once), y descendimos del avión después de un vuelo que no tuvo un solo incidente digno de mención (y , vi el último capítulo de las Gilmore Girls).

Después de eso hicimos casi dos horas de cola para que los gringos nos tomaran las huellas digitales de los dedos índices, y nos tomaran una fotografía con una webcam. Atrás de nosotros estaban Angélica María y Angélica Vale, por cierto, a lo cual calificaré de “simpático”.

Recogimos nuestras maletas y tomamos un camioncito a Van Nuys, en donde Bernardo tuvo la gentiliza de recogernos y llevarnos a su casa donde estaremos mientras conseguimos un lugar dónde quedarnos. Al otro día (o sea, hoy), vinimos a la universidad y comenzamos los trámites necesarios para que nos “recibieran” formalmente, y para buscar un cuarto y/o departamento.

Tenemos red inalámbrica en todo el campus (lo cual está chido), y estamos tramitando una credencial para poder hacer uso de la biblioteca y algunos otros servicios de la universidad (lo cual está chido también). Terminando eso espero que podamos comenzar a trabajar realmente.

Hay mucho latino aquí, y además es muy culturalmente diverso: muchos negros, muchos asiáticos, varios árabes (o al menos yo les veo cara de árabes). Un estudiante de Bernardo lo resumió de forma muy simpática: “aquí lo que menos hay, son gringos”.

Mi inglés parece ser entendido por todos, y aún no me pasa que les hable en inglés y me contesten en español (parecería que todo mundo aquí habla español), como sí he oído que ocurre. Pero lo que realmente me sorprende, es que quitando que la gran mayoría (que no todos) de los letreros están en inglés, y que mucha gente (que no toda) habla en inglés, no me siento en un lugar extranjero. Hay un montón de escenas en esta ciudad que, sans algunos letreros y algunas personas, bien podrían ser de una ciudad en México. En la universdad hay un “Manzanita Hall”, lo cual me dio mucha risa la primera vez que lo vi.

También hay (y eso es evidente) un inherente orgullo de la comunidad latina; hay organizaciones estudiantes, grupos de teatro, eventos y un montón de cosas hechas por y para la comunidad latina. El español (y el espanglish) están por todos lados.

No me siento (pero para nada) fuera de lugar.

Pero bueno; igual y no me ha caído el veinte de que estoy a miles de kilómetros de mi casa. Ya les diré si comienza a darme el mal del Jamaicón en algún momento.

¡Jálibud!

Hoy, después de regresar de unas “vacaciones” relámpago de dos días (playa incluida) –cuyos deliciosos detalles me los guardaré para mí–, al regresar de CU (fui a hacer un encargo) encontré un sobre para mí arriba de la chimenea.

Tenemos una chimenea inútil que jamás usamos en mi casa, por cierto.

Lo que importa del documento dice: “Bearer is subject to section 212(E). Two year rule does apply.” Es mi visa J-1 (estudiantil) gringa, válida del 18 de abril de 2007 al 17 de julio del mismo año, y que era el único documento faltante para mi estancia de investigación en la California State University, Northdrige, con los doctores Bernardo Ábrego y Silvia Fernández.

No he escrito casi en el blog desde hace varias semanas por estar hasta el cuello de trámites, la mayor parte de ellos relacionados con el mentado viaje de tres meses a Los Ángeles. En diciembre conocí a Bernardo y a Silvia, y en enero fui a una plática que dieron en la UAM Iztapalapa. Después fuimos a comer y platicamos de una posible estancia de investigación con ellos.

Era una posiblidad lejana. Yo no tenía pasaporte, menos visa, y Bernardo y Silvia salen de sabático a finales de este semestre en Northridge; así que aunque lo mencioné en una entrada, realmente no había escrito de nada de este viaje porque de verdad tuvimos que hacer un circo, maroma y teatro para poder arreglar todo en tiempo. Me voy con Armando, que también hará la estancia.

Tuve que sacar mi pasaporte, arreglar mi visa, tramitar la aceptación en Northridge (que de eso se encargó Bernardo), solicitar la beca de DGEP, conseguir cartas de recomendación y de presentación, no sólo de profesores con los cuales tengo la confianza para hacerlo, sino además de gente como el coordinador de mi maestría. Etc., etc., etc.

Y encima de eso estaba haciendo otras cosas: los artículos de lo que sacamos en Guanajuato, mi presentación para el coloquio, donar sangre, etc.

Hace poco más de una semana, milagrosamente, todo cayó en su sitio. De repente lo único que faltaba era la mentada visa gringa, que por suerte la teníamos que pedir estudiantil, y por lo tanto se tramita más rápido. Era lo único que estaba esperando para confirmar, ahora sí, que me voy a la ciudad con más mexicanos en el mundo, después de la Ciudad de México.

Me da mucho gusto realizar este viaje. No sólo porque con la ayuda de Bernardo y Silvia estoy seguro de que encontraré una o varias vertientes combinatorias a los problemas que sacamos en diciembre, y tal vez con ello sacar uno o dos artículos más. Tampoco porque probablemente allá, alejado de las distracciones de aquí y con la presión de tener que hacer un buen papel saque mi tesis mucho mejor y más rápido de lo que podría hacerlo aquí. Y ni siquiera porque sin duda la experiencia me servirá como un adelanto de lo que será hacer mi doctorado en Canadá, si algún día las universidades me contestan.

Me da gusto porque podré salir del país por primera vez en mi vida antes de los treinta años (por un pelito, pero antes), y porque lo hago única y exclusivamente por mis propios méritos. No es un viaje que me paguen mis padres o algún otro pariente, ni es un premio de algún programa de radio. Es un viaje que me paga la más grande y mejor universidad de Iberoamérica, y que lo hace porque considera que mis méritos académicos lo justifican. Pude haber salido antes de otras maneras (solamente mi madre me ofreció pagarme un viaje a Europa varias veces), y yo siempre me negué por razones que en este momento no vienen al caso. Pero me alegro que este primer viaje (espero que ni de chiste sea el último) fue fruto de únicamente mis propios méritos.

Ahora debo demostrar que sí lo valgo.

Y bueno, ahora sí puedo decir, porque ya es seguro (a menos que en las próximas dos semanas y media me atropelle un camión de Coca Cola), que: “Hollywood, here I come!”

O, como probablemente sea más apropiado para mí: “¡Jálibud, ai’ ti voy!”

La plática

Hoy (bueno, ayer jueves) expuse en el Coloquio Víctor Neumann-Lara de Teoría de las Gráficas, Combinatoria y sus Aplicaciones. Entonces fue particularmente afortunado que tuviera la presentación lista antes de que empezara mi plática. Jorge me la revisó un par de horas antes, y a las siete y cacho pasé con mi laptop al frente, le conecté el cañón y el apuntador USB (para poder adelantar y retrasar slides desde lejos, y para señalar con su láser rojito), y después de presumir descaradamente mi escritorio con AiXGL y Beryl, comencé mi plática.

Eso fue chido; todo jaló en Linux. Hice una prueba durante una de las pausas, para comprobar que sí podía usar esas cosas con mi laptop, pero de hecho no tuve que hacer nada: sólo una modificación ligera a mi xorg.conf porque el cañón del CIMAT sí aguantaba una resolución de 1280×1024, y yo lo tenía en 800×0600. Después de conectar el apuntador USB mi X se volvió medio loco con algunas cosas del ratón y el teclado; pero todo lo referente a mi presentación hecha en Beamer funcionó perfectamente.

La plática la di con buen ritmo y creo que todo se entendió bien, y la audiencia parecía estar entretenida. Pude además contestar todas las preguntas que me hicieron (y lo que es más; correctamente), y después todo el mundo dijo que me había quedado muy chida la plática. A lo mejor sólo estaban siendo extremadamente amables, pero creo que sí salió todo bien. Fotos cuando regrese a La Majestuosa.

Ya pasada mi plática caigo en cuenta de que sí me tenía algo tenso el haber llegado a Guanajuato sin haber comenzado mi presentación, y espero que la próxima vez (si hay próxima vez) me toque exponer uno de los primeros días, para poder gozar los demás. Me siento algo cansado, y extraño mi ciudad y otras cosas.

Como se cancelaron dos pláticas mañana, nos vamos a ir nada más termine el coloquio, alrededor de la una o dos de la tarde, posiblemente con dos pasajeros extras. Espero poder llegar a la Ciudad de México antes de que anochezca.

Y ahora me voy a dormir; estoy cansado, y de hecho ando con déficit de varias horas de sueño.

Guanajuato… de nuevo

Estoy en Guanajuato… de nuevo, para el Coloquio Víctor Neumann-Lara de Teoría de las Gráficas, Combinatoria y sus Aplicaciones.

Espero que eso explique porqué no les platiqué de el viaje relámpago que Omar hizo aquí a México, del clavo que tuvo a bien alojarse en una llanta de mi carro, de la última novela del Capitán Alatriste, y de otras cosas que acontecieron con mi vida..

Sólo vinimos Armando y yo esta vez; Marco se va a España y no podía venir esta vez. Ayer tuvimos un viaje sin contratiempos desde la Ciudad de México, siguiendo ahora sí la ruta correcta de Querétaro-Silao-Guanajuato.

Estamos quedándonos en el Cimatel, que por acogedor que esté carece de internet, así que mis entradas no serán tan comunes como en mi último viaje aquí.

Y bueno, dado que hay pláticas básicamente todo el día, estaré ocupado la mayor parte del tiempo. Creo.

El tercer semestre del IIMAS

Ayer, sin nada de alharaca y menos (para variar) de hueva, me inscribí a mi cuarto semestre en el IIMAS. Las materias que voy a llevar son:

Eso es correcto: ya no voy a llevar materias. Voy a llevar mi último seminario de tesis, pero eso no es materia; más bien es escribir la maldita tesis.

Que por cierto, debería dejar de poner que hago mi maestría en el IIMAS; a estas alturas paso prácticamente todo el tiempo en el Instituto de Matemáticas, o como los mamones matemáticos le dicen, el “imate”. Cada vez que oigo que le dicen así, me lo imagino en letras negras sobre fondo blanco, escrito con el tipo que usa Apple para sus iCosos. Más o menos así:

iMate

Mi tercer semestre en la maestría fue disperso, por decirle de algún modo. Sólo llevé una materia que no tuviera que ver con la elaboración de mi tesis (Criptografía), y me las ingenié para sacar nueve. Ya ni chingo, no tengo vergüenza; fue única y exclusivamente mi culpa no haber sacado diez, y fue sencillamente por huevón. No hay excusas o justificaciones; este tercer nueve que saco en la maestría fue completamente resultado de mis acciones, y asumo total responsabilidad de ello. En la otra materia y el seminario saqué diez.

Ahora falta sólo un semestre, en el cual estaré dedicado 100% del tiempo a mi tesis. Si alguna de las universidades a donde envié solicitudes me acepta, la cosa se pondrá divertida para mí, porque deberé estar empezando el doctorado en Canadá más o menos por agosto, y eso significa que tendré que estarme titulando en julio a más tardar. Deséenme suerte con eso.

Si ninguna universidad me acepta, se abre de nuevo el abanico de opciones para ver qué carajos voy a hacer con mi vida.

A lo mejor me compro un micro.

Mi avance

Hoy por fin terminé mi parte (al menos la inicial) de lo que será un artículo. La bronca no fue tanto redactar en inglés (aunque sí me costó más que en español, obviamente), sino en saber cuándo detenerme para ya mandárselo a los demás. Al fin y al cabo será una colaboración entre varios, y creo que me clavé mucho tratando de que quedara mucho mejor de lo que era necesario: al fin y al cabo es un primer borrador. Los demás autores le corregirán, quitarán, añadirán, etc.

Con esto fuera de mi mente (y otros trámites que acabé durante la semana pasada), creo que ya podré dedicarle más tiempo a Geom. Al menos quiero sacar otra versión y echarle un ojo a cómo va CCC.

Azúcar Metropolitana

Yo estoy en Ciudad Universitaria desde los dieciséis años: el CCH Sur es técnicamente parte de la Ciudad Universitaria. Eso es básicamente la mitad de mi vida.

Sin embargo, al primer campus universitario que fui (o al menos el primero que yo recuerdo), fue la unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana, porque mi mamá hizo ahí su licenciatura y después regresó a dar clases y hacer investigación. Todavía recuerdo el día que me descalabré ahí, siendo un niño.

Dado que mi madre ahí trabaja y ahí estudió, he ido bastantes veces a la UAM Iztapalapa; me conozco el camino de ida y regreso bastante bien, y estoy medianamente familiarizado con el campus. Pero nunca en mi vida había ido a algo relacionado con mi vida académica; había ido a cosas relacionadas con la vida académica de mi madre, pero no con la mía.

Hoy Bernardo Ábrego dio una plática de Geometría Combinatoria en el Departamento de Matemáticas de la UAM Iztapalapa, y yo fui. Después fuimos a comer (yo pedí un T-Bon… no un T-Bone, un T-Bon… estaba bueno) y nos quedamos platicando hasta cerca de las seis. Bastante agradable la cosa.

Pero lo que quería platicar es que estando en la plática, me fui a servir café y vi el azúcar que estaba en cubitos:

Azúcar Metropolitana

Azúcar Metropolitana

Y entonces recordé: cuando mi mamá me llevaba a la UAM cuando era niño, me encantaba comerme esos cubitos de azúcar. Se me hacían súper chidos, y no podía creer que siguiera habiendo. Uno de los doctores me dijo que según él, cubitos de azúcar siempre había habido en la metropolitana… que a veces se acababa el papel, los gises, los lápices… pero que cubitos de azúcar siempre había.

Fue un recuerdo de mi infancia que regresó de golpe. Muy, muy chido.

El artículo

Después de pasarme un par de días como loco programando, me pasé los siguientes días como loco trabajando en lo que será (espero) un artículo para publicación, resultado de lo que hicimos en Guanajuato.

Eso involucró estar escribiendo en inglés (que después de lo que me dijeron los del TOEFL me siento mucho más confiando en hacerlo), y estar haciendo diagramas en PStricks; como mi programa todavía no está, tuve que generarlos usando un lenguaje de programación común y corriente. Por suerte ahora sí desempolvé mi Python y los hice en ese lenguaje, que creo sí es mucho mejor para este tipo de cosas que Java.

Aunque me decepcionó bastante; la inferencia de tipos en general no funcionó bonito: jala mucho mejor en ML. A lo mejor estoy haciendo algo mal, pero lo dudo; tuve que usar str() y float() un montón. Según yo era mucho más inteligente Python para inferir tipos.

Se ve bastante bien lo que llevo (Urrutia ya lo revisó), si bien aún le falta. Además quiero cooperar en otro de los artículos que saldrá de lo de Guanajuato, e investigar problemas relacionados del primero: creo que puedo agregar algo novedoso acerca de órdenes parciales.

Y en paralelo de todo eso debo hacer mi tesis. Pequeño detalle.

Como sea, perdón por no moderar comentarios o escribir nada en estos días, pero es que regresé de lleno a trabajar después de unas vacaciones bastante relajadoras.

Glade

Teniendo la funcionalidad mínima del canvas que necesito, y un prototipo funcionando, me puse a hacer la interfaz del programa de geometría. No me termina de quedar claro exactamente cómo la quiero, pero una primera idea es esto (que ya está funcionando):

Interfaz de Geom

Interface de Geom

Tampoco es permanente el nombre de “Geom”; pero la verdad me está gustando.

La idea hasta ahora es simple: si se selecciona la “herramienta” de puntos, uno puede poner puntos a lo bestia. Si se selecciona la de recta (por ejemplo), una de dos: o están seleccionados dos puntos (y automáticamente se crea la recta), o el usuario pone el punto o puntos necesarios para que se cree. Etc.

La flecha es para seleccionar puntos libres y moverlos. Por ahora ni me cruza por la cabeza el mover construcciones no libres… y tampoco me queda 100% claro qué sea libre.

La interfaz la hice en Glade3, que nunca había usado (sólo había usado Glade2). Está bien bonito; y quitaron la generación de código automática, lo que me forzó a utilizar libglade. Pero jaló de pelos, si bien el programa para hacer las interfaces tiene sus problemas… por decir lo menos: tuve que editar varias veces el archivo XML a pie. Pero no me quejo; me está gustando cómo va quedando esto.

Falta mucho; pero hay progreso.