Cuarenta y siete

Ayer cumplí cuarenta y siete años.

El año pasado creo que es el primero donde de verdad sentí que ya no estábamos en pandemia, aunque sin duda alguna se siguieron percibiendo consecuencias de la misma. No todas negativas, por cierto.

No tengo mucho qué reportar: siempre sí volví a escribir de política, pero en un volumen definitivamente menor a otros años electorales. Una explicación de esto, además del hecho de que nuestra desesperada y triste oposición es tan lamentable que realmente hasta da pena ajena hablar de ellos, es que no siento tanta necesidad de explicar cómo veo yo las cosas.

Hace 18 años en 2006, que fue el año que más escribí de política, sí sentía que era necesario explicar (al menos para mí mismo, en el peor de los casos) mi análisis de la situación además de aventurarme a hacer algunas predicciones. No siento eso ahora, porque me parece que (por más que le moleste a algunos) sí ha habido una transformación de las conciencias en el país.

No es muy difícil determinar que un enorme sector de la población está mucho más y mejor informado que hace casi dos décadas; y no nada más enterándose de qué rayos ocurre en el país y en el mundo, sino participando e involucrándose también. Y es mi impresión que un porcentaje significativo (si no es que abrumador) de este sector bien informado apoya, en algunos casos de forma casi fanática, a la Transformación encabezada por el compañero Presidente y el Movimiento de Regeneración Nacional.

Esto no son nada más sentimientos cálidos que siento en mi corazoncito; hay evidencia básicamente irrefutable al respecto, como el hecho de que la inclemente guerra sucia en contra de Andrés Manuel y de Claudia no está funcionando. En algunos casos (como la aprobación del Presidente aparentemente muestra), al parecer dicha guerra sucia está terminando por favorecer a la Transformación.

Me acerco precipitosamente a los cincuenta años, y sinceramente no veo cambios muy grandes en mi pensamiento e ideología política a como era cuando tenía dieciocho. Tal vez algo de idealismo romántico ha sido reemplazado por pragmatismo cínico, pero ni siquiera creo que sea mucho: en 1995, cuando tenía dieciocho años, aún con la novedad del zapatismo yo creía (como creo ahora) en el cambio pacífico a través de la vía electoral; y las convicciones que tenía entonces permanecen para motivos prácticos idénticas.

Sigo creyendo que la salud y la educación deben ser públicas y gratuitas, provistas por el Estado (pero permitiendo opciones privadas, si alguien así lo desea); sigo creyendo que teníamos razón en estallar la huelga en 1999, y por más errores que cometimos sigo creyendo que somos la razón de que la UNAM sea lo que es hoy en día; y sigo creyendo que una intervención firme y decidida por parte del Estado puede y debe contener los peores excesos del capitalismo y del libre mercado. Sigo creyendo, como siempre creí, que el enfocarnos en ayudar en los que menos tienen resultará, medio inevitablemente, en que nos vaya mejor a todos.

Y dado el espectacular éxito del Peje en su sexenio, me parece que ha quedado comprobado que tenía(mos) razón.

Por el bien de todos, primero los pobres.

Como sea, por eso no siento que deba andar yo escribiendo de política; no hay necesidad (si es que alguna vez la hubo) de que yo explique nada, la banda (incluyendo a un buen de la chaviza) está informada e involucrada en la vida política nacional, que es la más sencilla explicación de por qué las encuestas (serias, no como Massive Caller) arrojan los resultados que están arrojando.

Así que este blog seguirá siendo lo que realmente ha sido durante los últimos casi veinte años; un espacio para que yo practique mi amor por la escritura bajo el pretexto de reseñar películas, animé y videojuegos, con las ocasionales desviaciones para escribir de mi vida o de política.

Sin embargo sí tengo preparadas unas cuantas entradas más de política este año, una más antes de las elecciones; y algunas más después, si se cumple lo que al parecer será el resultado inevitable de las mismas.

2 comentarios sobre “Cuarenta y siete

    1. Me permití recortar tu comentario al primer enunciado completo que pusiste, porque muestra inequívocamente tu profunda ignorancia y estupidez.

      Para que me entiendas: es como si hubieras comenzado tu comentario con “la Tierra es plana”; o “el aborto está mal porque así lo dice la biblia”; o “AMLO es un presidente narco”.

      El nivel de imbecilidad y/o desinformación (no hay que limitarnos, pueden ser ambas) es tan grande, que sencillamente no tiene el menor sentido intentar discutir contigo. El resto de tu comentario donde despotricas acerca de posibles dictaduras y de las bondades del sexenio de Salinas son tan ridículas, que de verdad no voy a perder mi valioso tiempo tratando de educarte; eso debería ser tu deber cívico, que obviamente no te tomas en serio.

      Ni siquiera intentes dejar otro comentario; lo borraré de inmediato.

      Pero aún así quiero proponerte algo: si Claudia pierde (o incluso, si quieres, gana con una ventaja mínima, digamos debajo del 5% de los votos emitidos), no sólo publicaré tu comentario incólumne, sino que admitiré que tienes razón en al menos algunas de las estupideces que escribiste.

      A cambio, si Claudia gana de calle, ¿serías capaz de cuestionar que es probable que no estés entendiendo qué es lo que está pasando en el país? Internamente; no me importa en lo más mínimo si lo comentas aquí o no: sólo es realmente doloroso el ver cómo hay personas tan imbecilizadas por los medios corporativos chayoteros y la bola de estupideces que rondan en redes sociales.

      Es mi ofera; tómala o déjala, la verdad no me interesa mucho.

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