Desde adentro

Por supuesto tuve que ir y abrir mi estúpido hocico de que un gran temblor había ocurrido cuando estaba fuera México. Como si para reprochármelo, el Universo mandó el peor sismo (en consecuencias) que ha tenido esta Ciudad en 32 años; justos, irónicamente.

Esta vez la infraestructura no salió al quite tan bien. Se cayeron 44 edificios (al menos) y varios más están seriamente dañados. Otros van a necesitar reparaciones no triviales. Las pérdidas humanas en la Ciudad se acercan a 200 y probablemente las superen una vez terminen las labores de rescate.

Pero debieron ser cero.

Supongo que es medio imposible diseñar edificios que aguanten cualquier terremoto de cualquier magnitud; pero me parece sumamente sospechoso que un edificio nuevecito en Tlalpan se desplome mientras varios alrededor no les pasó absolutamente nada. Eso me huele a que hubo incompetencia criminal o (lamentablemente más probable) corrupción criminal para no cubrir todos los líneamientos de construcción en la Ciudad. Y más grave aún en la escuela Rébsamen; las escuelas primarias deberían ser doblemente exigentes con los requerimientos de seguridad en la construcción de sus edificios.

Cualquiera sea la razón, debe investigarse por qué algunos edificios se colapsaron (y no, “porque hubo un terremoto” no es una respuesta válida) y deslindar responsabilidades y castigar a los culpables que se identifiquen. No importa el partido político al que pertenezcan o al gallo que apoyen para las elecciones del 2018; y lo digo perfectamente consciente de que casi todos esos responsables serán de partidos de izquierda. La única manera de ir mejorando la infraestructura de la Ciudad (y del país en general) es entender que la incompetencia o corrupción literalmente cuesta vidas, y que esto es sencillamente inaceptable.

Las autoridades tampoco salieron al quite muy bien que digamos; en muchas ocasiones fueron completamente rebasadas, y en otras han tratado de utilizar la tragedia para ganar puntos políticos. En los peores casos de manera criminal, como (al parecer) está ocurriendo en Morelos. De nuevo, gobernado por alguien de un partido de izquierda.

En mi entrada del sismo anterior no mencioné a los medios de comunicación, en particular la televisión; porque estaba fuera de México, pero además porque desde 2006 no veo los noticieros de la televisión abierta mexicana, porque son asquerosos. Al parecer esa asquerosidad llegó a grados ridículos en este nuevo sismo, por la desinformación, maniqueísmo y ganas de joder a la Ciudad que generalmente profesan, siendo todo el teatro de la niña Frida el punto más bajo que han alcanzado en décadas. Pero todo esto es de oídas; les digo, no veo los noticieros de la televisión abierta mexicana. Y de hecho no veo televisión abierta, punto.

La que sí salió al quite (como en 1985, como siempre) fue la ciudadanía de mi Capital. La gente salió en masa a ver cómo podía ayudar, al grado de que a veces hasta era difícil canalizarlos. Los medios internacionales estaban apantallados de cómo la gente de esta Ciudad se movilizó de manera automática y orgánica para mantenerla funcionando; dirigiendo tráfico, limpiando escombro, distribuyendo agua y comida y (como en 1985, como siempre) rescatando gente de los derrumbes usando a veces sus manos desnudas. Dos artículos en CNN en particular (éste y éste) me parece que retratan bien la sorpresa de los extranjeros a cómo reaccionaron mis cohabitantes citadinos.

Yo no me sorprendí, en lo más mínimo, porque vengo años diciendo que lo mejor que tiene esta Ciudad, es su gente. Y a partir del 19 de septiembre de 2017 (como en 1985, como siempre) lo volvieron a demostrar.

Muchas veces en este blog he expresado mi cariño por la Ciudad de México. Y lo que muchos no entienden, es que no hablo principalmente de sus edificios, ni de sus restaurantes, ni de sus oportunidades culturales y recreativas. No hablo principalmente de Ciudad Universitaria y el Centro Histórico. No hablo principalmente de los tacos de suadero a la media noche, ni de Garibaldi a las dos de la mañana. Hablo de su gente, la población más cívica que tiene el país; sin duda y por mucho.

Se cayeron muchos edificios, pero mucho menos que en 1985; reconstruiremos y (esperemos) lo haremos todavía mejor para que a la próxima sean cero (o tanto como sea posible: dato anecdótico; hasta donde me he enterado, no murió nadie en una escuela pública de la Ciudad). Murieron cerca de 200 personas, pero fue una mejora indiscutible de 1985, donde murieron miles. Hay que estudiar con cuidado (y de forma honesta y sin fines politiqueros) qué fue lo que falló, para que no se repita la próxima vez. Y de ser necesario, castigar a los responsables.

Pero la ciudadanía de la Majestuosa reaccionó de manera heróica, sin pánico, solidariamente, haciendo lo que podían cuando podían y como podían, como esta señora que fue a donar algo de comida, sin zapatos y con toda la dignidad del universo.

Donante

Donante

Como en 1985. Como siempre.

Desde afuera

En 1985, cuando el temblor, un tío mío se encontraba estudiando en el extranjero. Recuerdo cuando nos contó cómo fue el obtener la lista de fallecidos (que me parece nunca quedaron claramente definidas) y el buscar en ellas el nombre de familiares y amigos. La verdad nunca pasó por mi cabeza que el primer sismo de magnitud semejante al de 1985 ocurriría justamente conmigo estando fuera del país, viendo las cosas desde afuera.

Por supuesto todo es mucho más sencillo ahora; mi hermano me mandó un mensaje casi de inmediato para preguntarme si estaba bien (al tarado se le olvidó que no estaba en el país). De ahí fue cosa de mandar mensajes preguntando a todo mundo informes; como casi todos mis seres queridos viven en la Ciudad de México, rápidamente se fue armando la imagen de que todos estaban bien, y de que las cosas eran completamente distintas a 1985.

Al menos en la Ciudad.

De hecho la rápida recopilación de datos alrededor de La Majestuosa me hizo respirar con alivio algo adelantado; los reportes de Oaxaca, Chiapas y similares tardaron en llegarme. No ayuda que no estoy ni en Facebook ni en Twitter. Por un segundo llegué a pensar si valía la pena dar mi brazo a torcer después de tantos años, pero rápidamente decidí que no. ¿De qué podría servirme enterarme más rápido de una desgracia? Incluso si pudiera adelantar mi vuelo de regreso (dudoso, dada la temporada), ¿qué bien podría hacer el que volviera antes?

Como sea, y sin disminuir de ninguna manera la tragedia de las casi 100 personas que murieron, la verdad es que o fuimos endiabladamente suertudos, o de algo sirvió la tragedia del 85 para evitar que se repitiera a esa magnitud. Dados los relatos y fotos y videos que vi de los edificios meneándose como borrachos fuera de Garibaldi, creo que es justo decir que al menos de algo sirvieron todas las regulaciones que se implementaron al menos en la Ciudad de México. Que a pesar de la mentada corrupción e incompetencia que según existen en mi Ciudad, lo cierto es que la infraestructura de la misma al parecer resistió un terremoto de 8.1 grados en la escala de Richter. Y supongo que algo de crédito hay que darle a las autoridades correspondientes, por más mal que me caiga Mancera.

Justo hace unos días leía acerca de la tragedia en Texas, donde Harvey básicamente convirtió Houston en un lago enorme. El autor comentaba que una de las tragedias de Katrina en 2004, además de la obvia, es que no se llevó nunca a cabo una reconstrucción de Nueva Orleans viendo hacia el futuro, sino únicamente pensando en el pasado, porque eso hacen las civilizaciones “en descenso”. Es una lectura interesante y se las recomiendo.

Lo saco a colación porque me parece que la Ciudad de México fue bien reconstruida después de 1985. Y dos de esas razones (le guste o no a mucha gente) son su ciudadanía y el hecho de que ha sido desde entonces gobernada en los hechos por gobiernos progresistas de izquierda (si bien no oficialmente hasta 1997). De 1985 a 1997 me refiero a que la ciudadanía de la Ciudad justamente presionó a los gobiernos locales para que hicieran bien las cosas, no a que los regentes de entonces fueran unas blancas palomitas.

El temblor de hace unos días se sintió, literalmente, en la mitad del país, por lo que me cuentan. En varias entidades esto causó un daño material inmenso; pero en la Ciudad de México al parecer sólo se cayeron algunas bardas y se fue la luz en gran parte de la misma. Eso pasa aunque no haya temblores (aunque aún hay que esperar a las revisiones estructurales para ver si no hay daños más sutiles escondidos).

Me parece que hay que hacer una reflexión de por qué es esto, y justamente cómo podemos reconstruir lo que sea necesario reconstruir en Oaxaca y Chiapas de tal forma que a la próxima ellas también sobrepasen un temblor de esta magnitud sin más que unas cuantas bardas caídas y electricidad cortada temporalmente.

Una pista: ni reformas “estructurales”, ni “pactos” por México ni tampoco comunidades autónomas van a responder por sí mismas esas preguntas.

La decepción

Como casi todo mundo en México, me fui ayer a la cama pensando que sería bueno comenzar a ahorrar, ahora que vamos a tener que pagar por el muro de Trump.

Estos ocho años de Obama me habían dado cierta esperanza con respecto a los gringos. Por supuesto, es ligeramente descabellado decirle a Obama “de izquierda” en el contexto mundial (dícese, sano); es a lo más centro-derechista moderado. Pero en un contexto local (dícese, gringo; dícese, viciado de origen por ser un país se nació con las leyes escritas especificando que tres blancos son equivalentes a cinco negros), Obama es de izquierda, porque mucho más que eso no se les da a los pobres gringos.

Como el resto del universo, desperté el martes suponiendo que la Hilary obtendría la victoria; que tal vez sería más apretada de lo que se pronosticaba, pero que sería victoria al fin y al cabo. Al ir viendo cómo iban entregándose los resultados, fue rápidamente evidente que no sería así.

Por supuesto, no es que con la Hilary nos hubiera ido a toda madre; sin duda nos hubiera ido peor que con Obama, y para empezar no es tampoco que todo haya sido coger y cantar con el negro. Pero sí importa la diferencia, y en esta ocasión importaba mucho más que nunca.

Que haya ganado esta caricatura de ser humano, con ideas no sólo primitivas sino fascistoides y racistas, es una tragedia para todo el mundo. Y, preocupantemente para nosotros, probablemente aún más para México en particular.

Como mexicanos no hay mucho que podamos hacer respecto a esa tragedia; es obra (y responsabilidad) de los gringos. Pero sí hay mucho que podemos hacer respecto a cómo nuestro gobierno responde ante los seguramente inevitables ataques que sufrirá el país a manos de nuestro vecino del norte. Peña Nieto ha demostrado una y otra y otra vez su incompetencia, estupidez, y completa falta de liderazgo; para el 2018 tenemos que poner a alguien en la silla del águila que, al menos, no sea tan increíblemente incompetente. E independientemente de quién quede, habrá que movilizarse para no permitirle a nuestro gobierno el ser pusilánime frente al gobierno encabezado por Trump, a respetar los tratados multilaterales, y a defender a los millones de compatriotas que viven en el gabacho (en la mayor parte de los casos por culpa de malos gobiernos aquí que los obligaron a irse al norte a buscar alguna oportunidad de desarrollo).

Siendo alguien de izquierda en México (y me parece ya lo he dicho varias veces), me he acostumbrado a ser optimista porque como siempre nos va de la chingada, o uno se hace optimista o uno se vuelve loco; no hay muchas alternativas realmente. Siempre perdemos en México, con sus honrosas excepciones como con mi querida Ciudad de México; si no viviera aquí yo creo que ya me habría cortado las venas con pan Bimbo hace varios años.

Así que, como suele ser mi naturaleza, permanezco optimista ante el negro escenario que se nos presenta hacia el futuro. Por mal que nos vaya a ir con el tarado de Trump como presidente gringo (y nos va a ir mal), al fin y al cabo mañana el sol saldrá por el mismo lado y la vida seguirá; y pues tendremos que hacer lo hemos hecho siempre: tratar de resistir los embates de malos gobernantes y de intereses imperialistas. La alternativa es tirar la toalla, que no me parece serviría de mucho.

Pero no puedo evitar sentirme profundamente decepcionado de los gringos; por primera vez en mi vida entiendo cabalmente cómo fue posible que Hitler adquiriera el poder en Alemania en 1933: un mensaje simple y simplista de odio y racismo, y una ignorancia férrea por parte de un electorado enojado y harto.

Y como Polonia en esa década, ocurre que México es el vecino más vulnerable del país que decidió elegir a este tarado.

La primera vez que no voy a votar

Estoy a punto de abordar mi avión a Ginebra, en donde tomaré un avión a Toronto, y de ahí por fin uno a México. Supongo que es un buen momento para mencionar que, por primera vez en mi vida, no voté en una elección que me tocara.

El viaje a Grecia se dio de manera muy intempestiva, y hasta que ya tenía todo listo y preparado, caí en cuenta de que regresaría un día después de las elecciones.

No había mucho que pudiera hacer; el costo del boleto y del hotel y del registro había sido demasiado alto como para cancelar, además de que académicamente estaba comprometido. Así que me resigné a no votar por primera vez desde que tengo 20 años.

Sí quiero dejar claro que no creo que no votar no importe; todo lo contrario. Como ya he mencionado antes, la única manera que realmente tenemos para salir del hoyo, es a través de elecciones pacíficas: todo lo demás son sueños idiotas o fantasías sicópatas.

Por débiles y maleadas que estén nuestras autoridades electorales, y por patéticos que sean todos nuestros partidos políticos, la vía electoral es la única razonablemente real por la cual cambiaremos algo. Y justamente la participación ciudadana (además de ir a votar) es lo que causará que esas autoridades electorales y esos partidos políticos mejoren significativamente.

Así que espero ustedes sí hayan votado, aunque yo no pudiera por estar viendo el Partenón en la Acrópolis de Atenas.

43+11

Durante la interminable huelga de 1999-2000, vi a varios profesores participar en ella. Al inicio, me pareció una cosa muy chida; una muestra muy grande de solidaridad; una forma de apoyar a los alumnos.

Con el tiempo, sin embargo, rápidamente me di cuenta que muchos de esos profesores (no todos, obviamente) les valía madre realmente el movimiento o los alumnos. Era un pretexto para ellos poder empujar sus propias agendas. Terminé despreciándolos, y más aún a aquellos que enviaron a sus tarados seguidores al auditorio Ché Guevara/Justo Sierra para que los agarrara la PFP y tuvieran todavía más capital político/carne de cañón, mientras ellos se escondían cobardemente.

Me prometí que nunca iba a hacer eso yo.

He participado en varias movilizaciones después de la huelga, pero ninguna que fuera lidereada por estudiantes (y, justo después de la huelga, era difícil que una movilización estudiantil surgiera). Cuando comenzó todo esto de Ayotzinapa, decidí que me mantendría al margen, porque me parece que los estudiantes de ahora son los que deben de movilizarse, y porque no quería ni siquiera que pareciera que yo hacía lo que los cobardes de hace 15 años hicieron (y algunos de los cuales todavía hacen hoy en día).

Pero cuando leí que estaban enviando a los 11 detenidos del 20 de noviembre a Nayarit y Veracruz, cambié de opinión. Se puede discutir que los detenidos cayeron o no en una provocación; se puede discutir si cometieron o no algún crimen; se puede discutir lo que ustedes quieran. Pero enviar a cientos de kilómetros de distancia a estudiantes que fueron detenidos mientras protestaban, es el tipo de acciones que Porfirio Díaz hubiera utilizado.

Y lo que me aterra es que estos imbéciles, que se supone están a cargo del país, no parecen entender que estamos al borde de algo mucho más grave que un puñado de muchachos encapuchados, ya fueran provocadores, idiotas, o provocadores idiotas, lanzando unas cuantas bombas molotov a una puerta, no me importa de qué edificio.

Fui hoy a la marcha que convocaron los familiares de los 43 desaparecidos. Dado que se convocó casi de emergencia, y que ocurrió sólo cinco días después de los hechos del 20 de noviembre, fue entendiblemente una marcha no muy grande; pero si tomamos todo eso en cuenta, de hecho fue mucha gente.

Como de cualquier forma no quiero parecerme a los cobardes que mencionaba arriba, decidí que sólo marcharía. No consignas, no aplaudir, sólo marchar. Fue ligeramente bizarro, pero bueno, ya no soy, bajo ninguna definición del término, estudiante; así que más me vale evolucionar cómo actúo incluso en estas cosas.

No sé exactamente qué más puedo hacer; pero sí quiero hacerlo. Esperaría que todos quisiéramos hacerlo, porque en verdad estamos muy cerca de un escenario increíblemente peligroso; y para todos: no sólo para los estudiantes, no sólo para algunas autoridades, no sólo para nuestra patética clase política… para todos. Esto ya rebasa por mucho a los 43 muchachos detenidos y a los ahora 11 aprehendidos y deportados a Nayarit y Veracruz.

La esquina

Hace mucho (más de un año y medio) que no escribo de política. No porque no me importe lo que pase (todo lo contrario), sino porque no he sentido que tenga mucho qué contribuir yo a la discusión. Pero también en parte porque creo que está quedando cada vez más rebasada la opción de discutir.

Con esto de los 43 muchachos desaparecidos, la situación del país, de por sí precaria, ha degenerado en una situación de la que será cada vez más difícil salir, y ciertamente esto no ocurrirá “discutiendo” ni madre.

Lo que todo mundo sabe, pero casi nadie dice, es que con casi toda certeza esos muchachos estén muertos. La detención de ayer del ex alcalde de Iguala y su mujer no aliviará en nada eso; tampoco lo harán las cerca de 60 detenciones que han ocurrido, ni la petición de licencia de Aguirre, ni la aparición de los cuerpos (si es que no los lanzaron al mar), ni ningún “acuerdo nacional” por a ver qué estupidez se inventan estos idiotas.

Lo único que puede aliviar este crimen de estado (y obviamente no me refiero únicamente al estado de Guerrero; por supuesto incluye al estado nacional), es que comiencen a haber cambios reales a lo que permitió en primer lugar que ocurriera. Y yo sinceramente me temo que no hay señales de que nuestra absolutamente desprestigiada clase política tenga la intención o la capacidad de implementar estos cambios.

Y por supuesto hablo de todos los partidos y de todas las fuerzas políticas. Y esto es gravísimo, porque si no es por la vía política, ¿qué opción nos queda?

Como decía al inicio; la opción de discutir queda cada vez más rebasada. El modelo económico que se ha seguido por los últimos 32 años (casi toda mi vida) ha sido demostrado por todas las maneras posibles que no funciona. La corrupción endémica que ha caracterizado a todos los niveles de poder de todas las corrientes políticas no sólo no ha disminuido, sino que ahora es fomentada por criminales que no tienen ningún reparo en utilizar un tipo de violencia particularmente sanguinaria que realmente no existía en el país hace unas décadas, o al menos ciertamente no era tan común. Más grave que la corrupción (que todos los países tienen), la impunidad que existe es cada vez más descarada, y hace cada vez más obvio para el ciudadano común que no tiene el menor sentido en esperar justicia si uno no cuenta con los medios económicos o políticos necesarios.

Eso es lo que permitió que el crimen de Ayotzinapan ocurriera. No es un problema local; no se va a solucionar con que renuncien algunos funcionarios y se encarcelen a un puñado de personas. El mierdero en que se han convertido las instituciones de este país va a seguir ahí, y va a desencadenar de nuevo en una tragedia de este estilo, a menos que de verdad ocurran cambios radicales en las mismas.

Me alegra ver las masivas movilizaciones que se ha generado en repudio a esta tragedia; me alegra ver a los chavos dispuestos a protestar y a exigir… pero lo cierto es que llenando el Zócalo, tomando casetas y haciendo paros tampoco veo que vaya a hacer a estos imbéciles reaccionar. A veces me temo que de hecho aunque quisieran, hemos llegado al punto en que no pueden hacer nada.

Y entonce sí ya valió madre, porque si los partidos e instituciones políticas no sirven, y protestar como siempre hemos protestado tampoco, ¿entonces qué? ¿Entonces qué sigue?

Hace demasiado tiempo decidí que cualquier manera de cambio por la que yo luchara en mi vida, sería pacífica. Y de hecho jamás he creído que usando violencia llegaremos a ningún lado… pero nada más se necesitan unos cuantos mexicanos suficientemente encabronados y hasta la madre que no compartan esa forma de pensar para que la cosa de verdad se ponga fea. Y me temo que gracias a estos idiotas, ahorita ya hay muchos más que unos cuantos.

Durante años en la Ciudad de México fuimos privilegiados. Gracias a tener gobiernos de izquierda que le dieran verdadera importancia a programas sociales, que permitieran a la gente ver una posibilidad de salir de la miseria, de avanzar socialmente, de darles salud, educación y vivienda digna a sus hijos, vivimos muchos años de paz y seguridad que en grandes partes del país hubieran soñado con tener. Todo eso está cambiando; la violencia ha ido acercándose cada vez más a la capital, y de hecho este año hemos tenido ya varios hechos violentos que hacía mucho no ocurrían aquí. Y no es de extrañar; incluso si las autoridades de aquí hubieran sido perfectas (que ni de lejos así ha sido), si el resto país se está pudriendo es imposible que no afectara eventualmente a la Ciudad.

Y si cae la Ciudad, ¿entonces qué? Si se dan aquí las mismas circunstancias que permitieron que ocurrieran los hechos de Ayotzinapan, ¿entonces qué?

No tengo una respuesta a eso. Lo que sí sé es que durante años dije que votar una vez al año no bastaba, que había que hacer más para que las cosas mejoraran. Bueno, ahora es más grave todavía: ir a marchas y mítines tampoco va a ser suficiente. Habrá que hacer más todavía, y si dejamos que sigan pudriéndose todavía más las cosas, la cantidad de acciones que habrá que realizar para salir del hoyo será cada vez más grande.

Nos estamos pintando en una esquina. Y sí, todos; izquierda, derecha, “apolíticos”, gobernantes, estudiantes, profesores, empresarios, obreros, todos.

A mí me parece que ya estamos en el punto en que vamos a necesitar hacer una revolución para cambiar las cosas. También creo (e igual es mi inherente optimismo) que todavía estamos a tiempo de que esta revolución sea pacífica, de que podamos evitar un derramamiento de sangre (aunque, como muestran los 43 desaparecidos, ya hay un derramamiento de sangre).

Pero si la situación sigue empeorando, entonces esa opción también quedará descartada. Y entonces a ver cómo salimos de la esquina en la que nos hemos pintado.

El viejo PRI

Mucho se ha escrito (y se seguirá escribiendo) acerca de la baratamente orquestada captura de Elba Esther Gordillo. Se habla (y se seguirá hablando) de los crímenes de la “maestra”, de la corrupción en el sindicato de maestros, de los desvíos de recursos, y de todas las razones por las que, me parece nadie en su sano juicio se atrevería a dudar, la “maestra” merece refundirse en el fresco tambo el resto de su (esperemos) no muy larga vida.

En eso creo hay consenso: Elba Esther Gordillo es una criminal que merece ir a prisión. De hecho, lo viene mereciendo hace más de 20 años; pero eso no es lo importante. Lo importante es por qué y bajo qué circunstancias la “maestra” ha sido aprehendida.

De los centenares (si no es que miles) de políticos corruptos (o descaradamente criminales) que hay en México, de todos los partidos y organizaciones sociales, ninguno más será, en principio, investigado, aprehendido y juzgado. Sólo lo serán si se oponen, o meramente estorban, a los planes del viejo PRI que se ha asentado en los Pinos bajo el cobijo de Televisa y otros poderes fácticos del país. Eso es lo importante.

No hay absolutamente nada qué celebrar de la captura de la “maestra”; esto no es una “limpieza” que empiece en la clase política mexicana, ni un nuevo inicio para la “justicia” verdadera en la vida del país, ni mucho menos la aplicación del Estado de Derecho para garantizar el sano funcionamiento del SNTE.

Esto es un madrazo político, y un mensaje de los Pinos diciendo “aquí se hace lo que yo digo”. Como en los tiempos del viejo PRI; a lo mejor muchos de mis lectores son demasiado jóvenes para recordar cómo eran entonces las cosas.

Yo, y muchísimos mexicanos más, sí lo recordamos. Oh, lo recordamos perfectamente.

Hay que seguir detenidamente cómo se lleva a cabo el proceso contra la “maestra”, y exigir (como debe exigirse en todos los casos de la ley) que se cumpla el debido proceso y que a Elba Esther, por más mierda que sea, se le respenten todos y cada uno de sus derechos. Por supuesto la tipa es indefendible, y ha cometido en los últimos 20 años una cantidad tal de fechorías que sería muy difícil que estos animales arruinaran el caso. Pero si lo así lo hicieran, habrá que ponerse del lado de la ley, incluso si esto resulta en abogar por alguien tan deleznable como Elba Esther Gordillo.

Y más importante aún, hay que dejar muy claro que esta aprehensión no fue promovida en ningún momento por la “justicia”; los crímenes de Gordillo son sabidos desde hace décadas algunos, y nunca se había actuado contra ella sino hasta ahora por la coyuntura que hay alrededor de la reforma educativa. El poder del estado no puede ser aplicado únicamente cuando le conviene al güey que está en ese momento en la Silla del Águila.

Por último, hay que pelar los ojos, porque esto puede ser el inicio de una ola de aprehensiones con objetivos políticos, cobijados bajo un pretexto de “justicia” conveniente, y eso sencillamente no lo podemos permitir. Si van a aplicar la ley, debe ser parejo a todos; no nada más a los que se oponen a sus maquinaciones.

First they came for the communists,
and I didn’t speak out because I wasn’t a communist.

Then they came for the socialists,
and I didn’t speak out because I wasn’t a socialist.

Then they came for the trade unionists,
and I didn’t speak out because I wasn’t a trade unionist.

Then they came for the Jews,
and I didn’t speak out because I wasn’t a Jew.

Then they came for the Catholics,
and I didn’t speak out because I wasn’t a Catholic.

Then they came for me,
and there was no one left to speak for me.

Criminales e incompetentes

Y la Cassez al final fue liberada.

La Cassez

La Cassez

Escribí acerca del caso hace unos diez meses, y antes hace casi dos años. Sostengo todo lo que dije en esas dos entradas, excepto por una cosa: yo estaba convencido de la culpabilidad de la Cassez, y ahora la verdad no sé. Yo no soy abogado (ni he interpretado a alguno en televisión), pero he platicado con gente capaz y que sabe de estas cosas (además de que de hecho son abogados), y he encontrado las dos opiniones (que es culpable y que es inocente) siendo defendidas con argumentos bastante convincentes.

La simple verdad es que no sabemos qué pasó, porque estos criminales incompetentes hicieron un lodazal de las circunstancias que rodearon la captura de la francesa, y probablemente entonces nunca sabremos cuál es la exacta verdad de lo que ocurrió, y qué papel jugó Florance Cassez en los crímenes por los cuales se le encarceló. Y el punto de esta entrada que escribo es que eso ya no importa ahorita: fuera inocente o culpable, tenía que ser liberada por cómo actuó el gobierno de Fox al encarcelarla, y el “gobierno” de Calderón al llevar a cabo el juicio sabiendo cómo habían sido los hechos de su detención.

Los criminales más peligrosos aquí no son ni la francesa ni los secuestradores a los que pudo o no haber ayudado; los criminales más peligrosos aquí fueron los incompetentes que destrozaron cualquier posibilidad de realizar un juicio propio contra la francesa al querer hacer su captura un reality show para que se transmitiera en horario AAA de telerisa. Y son los más peligrosos porque contaban con la fuerza del estado para realizar sus fechorías.

El resultado de esta debacle es malo desde cualquier punto de vista, sea o no Florence Cassez inocente. Si era inocente, estos incompetentes criminales encarcelaron, vituperaron y acosaron a una mujer inocente durante más de siete años de su vida. Si era culpable, estos incompetentes criminales tuvieron que soltar a una criminal que causó dolor y angustia a las familias de las víctimas de la banda de los Zodiacos, porque escogieron deliberadamente no hacer propiamente su trabajo.

En cualquiera de los dos casos, la criminal incompetencia de estos imbéciles resultó en un crimen peor que cualquiera que pudo o no haber cometido la Cassez: el uso de la fuerza del estado con el objetivo no de servir a sus constituyentes, sino el tratar de manipular la opinión pública.

Sin duda una o más personas merecen terminar en la cárcel por todo esto; y (con gran probabilidad, lamentablemente) la Cassez no es una de ellas.

Fight them until we can’t

Al final de la segunda temporada de Battlestar Galactica, los colonos llevan un año viviendo en un planeta horrible, pero que los esconde de los Cylons por estar dentro de una nébula. O algo así. Todos al parecer son miserables bajo la presidencia de Gaius Baltar, includo Gaius Baltar.

Entonces por supuesto aparecen los Cylons, pero esta vez no desean exterminar a la raza humana; ahora sólo quieren oprimirnos. O algo así; el punto es que básicamente ocupan el asentamiento humano en Nueva Caprica. Mientras ven desfilar a los centuriones, el Jefe Galen Tyrol le pregunta a Starbuck: What do you want to do now, Captain?

Y Starbuck responde: The same thing we always do. Fight them until we can’t.

La respuesta es la única sensata; la alternativa es cruzarse de brazos y decir “nos chingaron, pues ya ni modo”. La escena me vino a la mente la noche de las elecciones, y de nuevo cuando el TEPJF dictaminó como ya sabíamos que iba a dictaminar, desechando todas las evidencias presentadas, y negándose a dar más tiempo a presentar aún más. Sería irrisorio, si no fuera tan trágico.

El fraude que ocurrió el primero de julio fue mucho más descarado que el de hace seis años; todos vieron (si querían ver) la compra de votos como política de partido, el derroche en gastos de campaña por parte del PRI, y la total parcialidad de Televisa. Fue el PRI de mi niñez, de 1982, de 1988; como hombre maduro ahora veo repetirse las prácticas que yo soñaba mis hijos jamás tendrían que ver. Era lo único bueno que parecía haber resultado de que Fox hubiera ganado (él sí legítimamente) las elecciones de hace doce años. Y el papel de Televisa (y medios afines) es todavía peor (y más preocupante); Televisa antes hacía lo que el gobierno en turno le dijera. Ahora impone diputados, senadores, y al parecer “presidentes”.

El sexenio ilegal e ilegítimo de Felipe Calderón se gestó con un fraude y comenzó con una resistencia enorme a su imposición. El resultado fue uno de los peores sexenios de los que tengamos historia; literalmente decenas de miles de muertos, con la delincuencia organizada más fuerte que nunca (y probablemente coludida con personajes a todos los niveles del gobierno), un desempleo y pobreza galopantes, y consecuentemente una violencia que comienza a afectar incluso a la Ciudad de México, que durante estos años se convirtió en uno de los pocos lugares donde las cosas no estaban tan mal.

El sexenio de este pobre y patético títere telenovelesco, si acaso empieza, lo hará en condiciones peores y con una resistencia mucho más fuerte, mucho más organizada, y que afortunadamente ha decidido colectivamente, en general, permanecer pacífica. Yo a regañadientes me sumo a la idea de que cualquier resistencia que demos debe seguir siendo pacífica, porque la perspectiva de que mis hijos nazcan en un país donde, después de un escándalo como el de los documentos proporcionados por The Guardian, que en cualquier otro país hubiera resultado en comités de senadores para investigar y en al menos una o dos cabezas políticas rodando, aquí no pasa absolutamente nada, sí me hace cuestionarme si de verdad no será ya necesario recurrir a la violencia como medio legítimo de resistencia.

Pero al fin y al cabo comprendo que en caso de que estalle la violencia, los que más van a morir y sufrir van a ser (de nuevo, como siempre) los más jodidos. Sólo por eso también me sumo a la idea colectiva de que resistamos pacíficamente; pero voy a comprender (y no necesariamente condenar) si no todo mundo lo hace.

(A todo esto, ¿dónde están las masas alegres de gente que votó por el PRI? Se supone lo hicieron casi 20 millones, ¿no? ¿Dónde están, colmando las plazas y las calles celebrando su “triunfo”?)

El sexenio que acaba ha sido de las peores cosas que le han pasado a México; además de lo que ya comenté, la educación pública (que es la única de calidad en este país), la investigación científica, la promoción y desarrollo de cultura, y los servicios de salud se han ido todos al carajo. Las condiciones de los trabajadores en el país se han deteriorado a grados inaceptables, y sus derechos se han visto atacados y mermados en todos los frentes. Los casos de todos los mineros muertos, Luz y Fuerza y Mexicana de Aviación son sólo unos cuantos.

El sexenio que viene (si empieza) va a ser peor. Van a tratar de ir por todo; la privatización de Pemex, la venta de la CFE (que al fin y al cabo tiene el sindicato más inútil de la historia), la SEP en control absoluto de Elba Esther Gordillo, y por lo tanto un empeoramiento de la educación pública a nivel básico y medio, y el uso de las secciones charras SNTE como arma política. No lo duden que también tratarán de cortar los presupuestos de la UNAM y el resto de las universidades públicas, e incluso tal vez “sugieran” que deberían empezar a cobrar cuotas. Y por supuesto, el ataque continuo a la Ciudad de México, cortándole su presupuesto aunque siga siendo de las entidades que más dinero produce en el país.

Las cosas están muy mal en el país desde hace varios años; se pueden poner mucho peor.

¿Qué vamos a hacer nosotros? Lo mismo que hemos hecho siempre: pelear hasta que ya no podamos.

De nosotros (de todos nosotros) depende que las cosas no se pongan mucho peor. No basta ir a estudiar/trabajar y cumplir con nuestras obligaciones (aunque ciertamente, es el mínimo que se puede esperar de cualquiera); tenemos todos que integrarnos a la vida política. No se vale nada más estarse quejando de los pinches políticos y de los pinches partidos, y esperar que mágicamente esos pinches políticos y esos pinches partidos generen de forma espontánea una clase política a nuestro gusto.

Tenemos todos como ciudadanos que ponerlos a raya; salir a las calles (de forma pacífica) y mostrarles que no estamos dispuestos a aceptar ciertas cosas. Fueron marchas y manifestaciones las que consiguieron el alto al fuego unilateral contra el EZLN en 1994; fueron marchas y manifestaciones las que lograron que pudiéramos elegir nuestros gobernantes en la Ciudad de México en 1997; fueron marchas, manifestaciones, y una huelga larguísima y desgastante, las que evitaron que se impusieran las cuotas en la UNAM; fueron marchas y manifestaciones las que impidieron el desafuero del Peje.

Salir a las calles funciona. Y podemos aumentar la intensidad de la resistencia, sin tener que recurrir a la violencia; como lo hicieron este fin de semana los chavos de #YoSoy132 tomando casetas en autopistas. Se puede organizar una huelga general que involucre trabajadores de varios ramos, y estudiantes de universidades. Se pueden hacer muchas cosas.

Pero tenemos que entrarle todos. Debemos seguir peleando.

Hasta que ya no podamos.

Voten

Salí a votar a las 7:40 AM, y llegué a la casilla al cinco para las ocho. Cuatro horas después, emití mi voto.

El dedo

El dedo

Ese es mi castigo por venir a Ixtapa-Zihuatanejo en día de elecciones. La casilla estaba hasta su madre; mucho tiene que ver que era casilla especial, en medio de un complejo turístico, pero al parecer sí está saliendo mucha gente a votar.

Así que hagan lo mismo.

Las elecciones presidenciales

Hace un rato que he estado ponderando escribir acerca de las elecciones; mi trabajo en mi tesis doctoral, así como otras circunstancias, lo habían impedido. Sin embargo, llevo con una tos espantosa más de una semana que me ha impedido trabajar como quisiera, y en este tiempo he estado pensando acerca de esta entrada, así que por fin me decidí a escribirla.

Hace poco más de seis años escribí una entrada, Porqué voy a votar por el PRD y el Peje, donde explicaba por qué votaría como lo hice en el 2006. Mi razonamiento para votar por Andrés Manuel López Obrador y (hasta cierto punto) el PRD siguen básicamente siendo los mismos; aunque las circunstancias se han vuelto más apremiantes, lo cierto es que el PRI y el PAN tienen para motivos prácticos el mismo proyecto de gobierno, y que el proyecto alternativo de nación que el Peje y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) es el único que ofrece una alternativa a la misma política social y económica que ha destrozado el país desde 1982, cuando Miguel de la Madrid tuvo a mal en convertirse en el primer presidente neoliberal de esta nación.

Cuando en el 2000 la bola de idiotas que promovió la estúpida idea del “voto útil”, un montón de gente lo dijimos: con Fox, al país le va a ir de la chingada. Tuvimos razón, por supuesto; el cambio de presidente de uno del PRI a uno del PAN no modificó en casi nada lo que hicieron los gobiernos priistas de de la Madrid, Salinas y Zedillo. Cambiaron las caras, y hubo algunos ajustes en los grupos de poder; pero para motivos prácticos todo siguió igual, y un montón de cosas empeoraron: en particular, al PAN (ni mucho menos a FOX) jamás le ha interesado realmente la cultura, el desarrollo científico, ni la educación pública, y esos tres rubros sufrieron acordemente.

Cuando en 2006 los mismos idiotas, junto con otros que lo único que temían era que sus privilegios fueran afectados, vociferaron que el Peje era un “peligro para México”, un montón de gente volvimos a decir: con otros seis años de PAN, al país le va a ir más de la chingada.

No sólo volvimos a tener razón; nuestros peores temores fueron altamente superados. El fraude electoral de 2006, donde Calderón “ganó” por 0.56 puntos porcentuales (dícese, ni uno completo), después de una asquerosa guerra sucia, de una intervención ilegal de Vicente Fox (que descaradamente después diría que él, personalmente, le había “ganado” al Peje), y de un IFE tan parcial que lo único que pudo hacer fue renunciar a su cúpula, llevó de manera viciada de origen a un “gobierno” de la República que ha resultado en el sexenio más catastrófico que hemos tenido en varias décadas.

Decenas de miles de muertos en una guerra inútil e idiota contra el narcotráfico; un gabinete formado por políticos de tercera y cuarta categoría incapaz de gobernar al país; una economía cada vez más débil y que genera cada vez más pobreza y desempleo (y por lo tanto cada vez más crimen y violencia); un abandono absoluto de la educación pública (cuando no la ataca de frente, como es el caso de la prueba ENLACE); y un mal manejo de los bienes de la nación, en particular, preocupantemente, los energéticos, con PEMEX en una condición desastrosa, y la CFE concesionando (de nuevo, ilegalmente) la producción de electricidad a empresas extranjeras… después de deshacerse (ilegalmente también) de Luz y Fuerza del Centro y uno de los pocos sindicatos que se oponían de manera inteligente a este régimen ilegítimo.

Todo lo anterior resulta en que el PAN va a perder en el 2012, por suerte; nada ni nadie puede cambiar ese desenlace para la pobre y patética Josefina Vázquez Mota. No sólo porque es pésima candidata, ni porque recibe madrazos no sólo de sus adversarios (que en las últimas semanas ya mejor la ignoran, porque sus posibilidades de ganar se han reducido de forma irremediable); sino de su propio partido, de su propio equipo de campaña, y (por supuesto) del propio Calderón. El voto de castigo que ese partido se ganó solito durante los últimos 12 años será implacable, y espero que mis compatriotas hayan aprendido la triste verdad de la patética derecha de este país: sencillamente no sabe gobernar.

Desde hace unos años yo he estado convencido: el PAN resultó peor que el PRI, y si esas fueran las únicas opciones, yo votaría por el PRI, que incluso en la terrible mediocridad de de la Madrid, la incapacidad política de Zedillo, o la venenosa inteligencia de Salinas, fueron mejores gobernantes de lo que el PAN jamás (con su actual dirigencia y militancia) será capaz de ser.

Por suerte, PAN y PRI no son las únicas opciones.

Desde hace al menos tres años (aunque realmente lleva más tiempo), cuando Televisa y otros grupos de poder en México se dieron cuenta de que las posibilidades de reelección del PAN se disminuían cada vez más (era y es fácil verlo, dada su inusitada incompetencia), en bloque decidieron que el próximo presidente de México debía de ser alguien que en primer lugar les garantizara que sus privilegios (varios de ellos ilegales) no serían tocados, y en segundo lugar que lo pudieran controlar, a cambio de (en gran medida) el control de los medios electrónicos que tienen.

Desde su punto de vista tiene sentido: los niveles de aprobación del PAN se estaban (y lo siguen haciendo) despeñando ante la opinión pública, y entonces un regreso del PRI no sólo era posible, sino altamente probable. Entonces durante estos años manejaron la imagen de un Enrique Peña Nieto ganador de las elecciones del 2012, aunque faltaran decenas de meses para que esto ocurriera. Es también importante entender que esta estrategia no sólo se centra en Peña Nieto: hay ya varios diputados y senadores del PRI y del PAN que están básicamente al servicio de Televisa, para que cosas como la Ley Televisa no les vuelva a ocurrir. Están protegiendo sus intereses, en detrimento de la democracia y libre expresión en México (nada más recuerden el caso de Carmen Aristegui).

Durante todo este tiempo Peña Nieto fue presentado como algo inevitable; no había ya nada que hacer, “todas” las encuestas mostraban que el candidato priista (meses antes de que de hecho fuera candidato del PRI) sería el presidente y no había nada que discutir.

A este grupo de poder, que le encantaría que la realidad fuera como ellos la presentan, se le olvidaron tres cosas:

  1. Enrique Peña Nieto es un mal candidato: inculto, torpe, autoritario y no particularmente inteligente.
  2. López Obrador lleva preparándose para el primero de julio casi seis años.
  3. Los estudiantes de este país, sorprendentemente comenzando con los de las escuelas privadas, no están dispuestos a que una televisora les imponga su próximo presidente.

Voy a hacer un paréntesis: aunque en principio y sin duda alguna apoyo a los chavos y chavas de #YoSoy132, lo cierto es que (en mi opinión) son muy inocentes (o muy pendejos) si siguen pronunciándose como “apartidistas”. En sus asambleas y movilizaciones la enorme mayoría de estos chavos expresa su rechazo tajante a Peña Nieto, y su completa descalificación del “gobierno” de Felipe Calderón. Bueno pues, dejen de hacerse güeyes y apoyen abiertamente a Andrés Manuel López Obrador. De otra forma, es básicamente llamar al voto nulo, que como toda persona con dos dedos de frente sabe, es igual de inútil que abstenerse.

Otro paréntesis: si las elecciones en México fueran por mayoría calificada (50% + 1), el voto nulo no sólo no sería inútil; sería un arma bastante filosa. Pero como en México gana el que tenga mayoría simple (así sea una “mayoría” de 10%), el voto nulo es completamente inservible. Uno de los candidatos presidenciales en la boleta ganará la presidencia, y anular el voto no evita en nada eso: no va a cambiar absolutamente nada. El que sea que gane el primero de julio (y de verdad quiero decir el que sea) le va a valer absoluta y completamente madres si el 75% de los votos que lo lleven a la presidencia son nulos.

Las últimas encuestas muestran una tendencia que debe aterrar al grupo de poder que quiere a Peña Nieto en la Silla del Águila; el Peje sube y sube y sube, y EPN y JVM bajan y bajan y bajan. Quadri no importa; nunca ha importado, y ha quedado tan profundamente descalificado por su relación con Elba Esther Gordillo que realmente ya nunca importará. Por dichas tendencias este grupo de poder (comenzando por Televisa) ha comenzado un refrito de la guerra sucia que vimos hace seis años: espots televisivos mostrando a AMLO como un “peligro para México”. Después de los últimos 12 años de panismo, y de los últimos 30 de neoliberalismo, no sé cómo no se les cae la lengua para decirle a nada más un “peligro para México”.

Las tendencias además les preocupan por otras circunstancias: en el 2006, tres meses antes de las elecciones AMLO sólo bajó en las encuestas, no subió. Además, hace seis años la guerra sucia tardó más de un mes en comenzar a reflejarse en las encuestas. Ahora sólo faltan poco más de tres semanas para las elecciones, y es entonces muy posible que la guerra sucia no funcione; de cualquier forma esperen ver al Peje siendo atacado por absolutamente todo lo que haya hecho o dejado de hacer, no importa si fue antier o hace veinte años. Incluso ya lo están acusando de la devaluación del peso frente al dólar.

Si su guerra sucia no funciona, entonces el fraude es otra opción. La usaron en 2006; ¿por qué no de nuevo? Se ha reportado que las listas nominales muestran un aumento en la población rural (no la urbana), mientras que los datos del INEGI dicen exactamente lo contrario. Recuerden que el Peje tiene una ventaja absoluta (e incluso abrumadora) en los sectores educados de la población, y éstos se concentran en las ciudades; además de que el control de la maquinaria del PRI es mayor en las zonas rurales que en las urbanas.

Y si la ventaja del Peje para el primero de julio es tal que incluso un fraude no garantizaría el triunfo de EPN, no duden incluso escenarios que hace unos meses hubieran parecido impensables. No es completamente descabellado pensar que unos días antes de las elecciones Calderón (o el IFE, o quien sea) diga que no hay condiciones de seguridad para llevar a cabo las elecciones, y que éstas se posponen “hasta próximo aviso”. Es un escenario catastrófico; pero ciertamente no podemos descartarlo.

Mucha de la gente que ha expresado su intención de votar por Andrés Manuel López Obrador lo hace bajo el argumento de que es “lo menos peor”. Yo no caigo en ese grupo; yo sinceramente creo que es la mejor opción que tiene el país. No por el Peje; como escribí hace seis años, el tipo nunca me ha caído bien, y de hecho sigue cayéndome mal. En particular cuando empezó con sus mamadas de la “República amorosa” no tienen idea de lo mal que me cayó; por suerte al parecer ya superó esa idea idiota.

No; lo importante es el proyecto de nación, que no es una idea fabulosa que él haya tenido, inspirada por ángeles o el espíritu santo. Ese proyecto de nación es el resultado de décadas de discusión de la izquierda mexicana, comenzando realmente con el movimiento estudiantil de 1968. Mucho más que el Peje, el proyecto de nación es lo que a mí me atrae, particularmente por el gabinete que ha anunciado que formará su gobierno. La mayoría de los miembros de ese gabinete son expertos en sus temas, y gente que sin duda está dispuesta y es capaz de implementar dicho proyecto.

Yo no voy a votar por el Peje por razón de él; voy a votar por el Peje por razón del proyecto que encabeza.

De la misma manera, no voy a votar ni por el PRI ni por el PAN no porque me caigan mal sus candidatos, o porque difiramos en ciertos principios. No voy a votar por ellos sencillamente porque gobiernan mal. Vean a la Ciudad de México en los últimos 15 años, y vean (literalmente) al resto del país. Vean lo que pasó en Atenco durante el sexenio de Peña Nieto en el Estado de México. Vean la violencia en lugares como Monterrey, tan exacerbada que hubo quienes se mudaron a la Ciudad de México por la violencia.

La Ciudad es de los pocos oasis de las desgracias que está viviendo el país, y en gran medida es por el gobierno que hemos tenidos en los últimos tres quinquenios, aunque gran parte también es por la fabulosa ciudadanía que aquí vive. Hago notar que estoy hablando en particular de los gobiernos de la Ciudad, no del PRD. En Chiapas, Guerrero y Michoacán las cosas están igual o más de la chingada que en el resto del país, y son estados gobernados por el PRD.

Pero los equipos que han gobernado la Ciudad (incluyendo el del Peje, por supuesto), han hecho las cosas más bien que mal; han cometido su bola de imbecilidades, claro, pero en general han gobernado bien. Y es sin duda de los gobiernos más progresistas de este país, donde las mujeres pueden decidir el futuro de su propio cuerpo, y donde dos personas que se aman se pueden casar, no importando de qué género sean. Uno de esos equipos es el que encabeza el Peje (aumentado y fortalecido por gente increíblemente capaz como Juan Ramón de la Fuente), y quiero que hagan por el país lo que hicieron por la Ciudad.

Los documentos que acaba de publicar The Guardian acerca de la participación de Televisa en la campaña de desprestigio contra el Peje, me parece serán la pistola humeante que muchos de los indecisos necesitaban para decidirse a votar por él. No es seguro, y no será fácil; pero sí es posible que el Peje gane el primero de julio, y hay múltiples señales que apuntan a ello, como Peña Nieto comenzando a decir que la única encuesta importante es la del día de las elecciones, o un aterrado Fox llamando a votar en contra de su partido.

Va a venir el lodazal, y tal vez incluso peores escenarios como el uso del fraude, o incluso el tratar de posponer o cancelar las elecciones. Pero conforme más gente se informe y decida salir a votar ese día, más difícil será que eso ocurra; no hay forma de garantizar que no ocurra, pero sí se le pueden poner piedras al camino de esos escenarios.

De forma muy paradójica, de alguna manera es más probable que gane el Peje ahora que en 2006. Muchísimos empresarios y gente de clase alta lo están apoyando; los primeros porque en este país no hay realmente libre mercado, uno tiene que ser amigo de alguien dentro de los grupos de poder para que realmente el mercado le sea “libre”. Los segundos porque la gente con recursos está despertando a la espantosa realidad de que sus hijos no tienen futuro con estos regímenes. Por eso fue la reacción tan inusitada de los estudiantes de la Ibero, y por eso fue que en el Tecnológico de Monterrey en Monterrey recibieron al Peje bajo gritos de “¡Presidente, presidente!”. Sus padres se gastan miles de pesos en universidades privadas, y al salir tienen las mismas dificultades que todos el resto de los mexicanos para encontrar trabajo.

Sólo un puñado (muy poderoso) con los conectes necesarios está beneficiándose de este “gobierno”; y eso no va a cambiar con Enrique Peña Nieto; mucho menos con Josefina Vázquez Mota (que de cualquier forma va a perder, entonces no importa). Si el resto de nosotros queremos una oportunidad, las cosas deben de cambiar.

Y el único que ofrece una posibilidad real de cambio, es Andrés Manuel López Obrador.

Como lo he dicho muchas veces en este blog: no me crean nada a mí. Infórmense, vean la historia, logros y errores de cada uno de los candidatos y de sus partidos, y salgan a votar el primero de julio. No votar o anular el voto es una irresponsabilidad y (desde mi punto de vista) una cobardía: es como el niño que agarra sus canicas y se va a su casa porque el juego no les gusta. La diferencia primordial es que en ese “juego” se va el futuro de la nación y de millones de mexicanos, porque agarren o no sus canicas, uno de los candidatos disponibles va a sentarse en la silla del águila. Les guste o no les guste.

Y a los que no les gusta ninguno de los cuatro candidatos; no pueden culpar a nadie excepto a ustedes mismos. La clase política mexicana no va a generar candidatos decentes mágicamente: la única forma de que comience a hacerlo es que todos, como ciudadanos, participemos activamente en la política.

Salir a votar el día de las elecciones no es suficiente; pero es el mínimo indispensable. Así que háganlo, después de informarse.

Y vamos a ver qué resulta en tres semanas.

Y eso es lo que determina a un partido del siglo XIV

Ni siquiera comentaré en la primera parte de la intervención del imbécil de Juan Pablo Castro (ya hemos oído pendejadas similares miles de veces); quiero comentar en la parte cerca del final, cuando dice:

“¿A qué se ha dedicado el PRD en el Distrito Federal? Simplemente a destruir todas las instituciones: como por ejemplo permitiendo el matrimonio de jotos, permitiendo el aborto…”

Énfasis mío; pueden ver el video en el tubo.

Y luego se siguen preguntando por qué el PAN jamás gobernará mi hermosa Ciudad.

Los resultados de la criminal incompetencia

Hace poco más de un año escribí acerca del caso Cassez, en una entrada llamada La criminal incompetencia. Si no lo quieren leer, se puede resumir así: los idiotas de este “gobierno” ilegítimo, por querer hacer más “dramática” la captura de la Cassez, violaron el Debido Proceso y por lo tanto (aunque al parecer es obvio que la francesa es culpable) deben liberarla y enviarla a Francia. La hermosa secuestradora puede ser culpable (y todo apunta a que de hecho así es), pero tiene que ser liberada por culpa de la criminal incompetencia de este “gobierno” a su vez formado por criminales.

Trece meses después el sistema de justicia mexicano (por el que en general no doy dos pesos), llegó a la única conclusión posible; la misma que yo comenté en febrero del 2011: la AFI violó los derechos de la sádica francesita por andar inventado shows televisivos, y por lo tanto las pruebas que la acusan “carecen de fiabilidad”.

El “gobierno” de Felipe Calderón pataleará ante esta decisión, como patalea ante casi cualquier cosa que vaya en contra de las decisiones del acomplejado ladrón de la silla del águila; pero me parece que al final no tendrá de otra sino enviar a Francia a una criminal que causó dolor y pena a decenas de familias mexicanas, robándoles el poco consuelo que algo de justicia les habría dado. Y de eso no hay otros culpables que no sean sino dichos criminales que ahora se hacen llamar el “gobierno” de este país.

Esos son los resultados de la criminal incompetencia.

El berrinchudo perdedor

Hace dos semanas MVS Radio despidió (le “terminó el contrato”) a Carmen Aristegui. La excusa para que la empresa en motivos prácticos callara a la mejor periodista de México fue que había violado el “código de ética” de la empresa, código que hasta donde yo sé nadie sabe exactamente qué dice o cómo está formulado.

El escándalo subsecuente mostró a la luz lo que todo mundo sospechaba: el despido fue reacción de MVS Comunicaciones a presiones del ratero que vive en Los Pinos ilegítimamente, que tuvo un berrinche porque Carmen se atrevió a decir al aire que dicho ratero debía contestar a las acusaciones y rumores (que existen desde antes de las elecciones del 2006) de que es un borracho irresponsable. La presión vino de que MVS Comunicaciones le toca que le renueven su concesión; se hizo inmediatamente claro que el incompetente que habita Los Pinos amenazó a MVS con que dicha concesión no sería renovada si Carmen seguía siendo empleada de ellos.

No es la primera vez que tratan de callar a Carmen; Televisa la corrió de W Radio porque la periodista fue altamente crítica (y honesta) respecto a la llamada Ley Televisa. Sin embargo, hay una diferencia fundamental: Televisa la corrió porque la periodista criticó una ley que la empresa buscaba fuera aprobada. Éticamente también fue una chingadera, pero no hubo presiones externas de un grupo de poder (uno distinto de Televisa, claro está) para callarla.

Lo que pasó en MVS es mucho más grave: es la intención de un “gobierno” ilegítimo de obligar a callar a una periodista únicamente porque no le gusta lo que dijo. En su programa Carmen dijo:

“No es la primera vez que se habla de este tema, de un presunto alcoholismo de Felipe Calderón. Si usted es usuario de las redes sociales –por ejemplo–, pues en ese circuito de comunicación de la sociedad mexicana es frecuente ver expresiones que aluden a esa circunstancia que no podemos corroborar (…)

“Debería realmente la propia Presidencia de la República dar una respuesta clara, nítida, formal al respecto. No hay nada de ofensivo –me parece– cuando alguien, si es que fuera el caso, atravesara por un problema de esta naturaleza (…)

“¿Tiene o no Felipe Calderón problemas de alcoholismo? Esto merece, insisto, una respuesta seria, formal y oficial de la propia Presidencia de la República.”

Es fácil ver que Carmen no le está diciendo borracho al berrinchudo perdedor que habita Los Pinos; sólo exige (como deberíamos exigir todos y cada uno de los mexicanos) que se responda a una acusación que han hecho (por los motivos que ustedes quieran) contra Felipe Calderón. Nada más, y nada menos.

Por supuesto Calderón es incapaz de escuchar nada que no le guste, de aceptar críticas buenas o malas. Como he dicho antes, su “presidencia” está viciada de origen, y eso aunado a las claras debilidades en su carácter y personalidad hacen que sea imposible que se conduzca como líder. Si fuera alguien inteligente y con aplomo, tal vez incluso hubiera podido revertir el estigma que causa el haber empezado su sexenio con un crimen; pero eso es mucho pedir de tan patético individuo.

Entonces en lugar de reaccionar a la altura de las circunstancias, lo que el presunto borracho hizo fue hacer un berrinche no sólo triste, patético y ridículo; además uno que le causó una derrota más (y fea) en su ya de por sí desastroso sexenio.

Al presionar a MVS para que despidiera a Carmen (que toda la evidencia apunta a que fue lo que pasó, pero que además aunque no hubiera sido así como condujeron desde Los Pinos todo el asunto hace ahora que todo mundo de por hecho que así fue) con la amenaza de la renovación de su concesión, el muy imbécil le dio todavía más legitimidad a Carmen, causó que MVS tuviera que recontratarla pr la presión generada por los mismos radioescuchas, y de pilón casi los fuerza a que le renueven dicha concesión.

Porque si ahora no se la renueva, todo mundo dará por hecho que no se la renovaron porque volvieron a contratar a Carmen.

Aristegui dio una muestra de elegancia, estilo e inteligencia que debe hacer que el berrinchudo perdedor de Los Pinos se retuerza de coraje, porque él es incapaz de actuar así. Su berrinchito le costó una derrota más, entre las muchas que lleva desde el crimen de 2006, y me alegró mucho que hoy Carmen regresara a su programa.

No sólo porque Carmen Aristegui es sin lugar a dudas la mejor periodista de México, y porque no se puede permitir que los “gobernantes” callen las voces críticas. Sino también por la humillación que le causó a Felipe Calderón (directamente), y porque lo evidenció (una más entre muchas) como el perdedor berrinchudo que es.

La criminal incompetencia

Hay tantas pendejadas que está haciendo el “gobierno” de Felipe Calderón (aunadas a las otras tantas pendejadas que ha hecho a lo largo de su ilegítimo sexenio), que hasta es difícil elegir una para comentar. Todas y cada una de ellas muestran su incompetencia, su incapacidad a aceptar críticas, su acomplejamiento que lo hace rodearse de inútiles que únicamente le dicen que sí, y, en fin, de todas las señales que de muchas formas confirman que su “presidencia” es resultado de un fraude electoral. Un “ejecutivo” que comenzó su periodo a partir de un crimen, de un engaño, es muy difícil que pueda evolucionar en un líder eficiente; está viciado de origen. No es imposible; Salinas al menos logró mantener la ilusión de un gobierno eficiente, hasta que los zapatistas le interrumpieron la fiesta, y la crisis de diciembre de 1994 mostró la triste realidad.

La incompetencia de estos idiotas que robaron la silla presidencial en 2006 alcanza ya extremos criminales; dicha incompetencia está causando muertos, heridos, y violaciones a la justicia que repercuten no sólo en el país, sino con nuestros hermanos latinoamericanos, como en el caso de los inmigrantes centro y sudamericanos; y con el arrogante imperialismo francés, como en el caso de la secuestradora Florence Cassez.

Florence Cassez es una criminal; y de hecho las evidencias apuntan a que es una criminal particularmente sádica y violenta. A mí no me cabe la menor de que la hermosa y demente francesa merece la máxima pena por secuestro que el sistema de justicia mexicana sea capaz de dar.

Lamentablemente, la justicia nunca es (nunca ha sido, y nunca será) únicamente de castigar a alguien como se merece.

Estos imbéciles que dicen dirigir la nación cometieron una muestra más de su criminal incompetencia; en lugar de arrestar a la francesa y presentarla a los medios como debe ser, montaron un circo mediático con una “recreación” de cómo habían capturado a la sádica francesa, en un intento ridículo y estúpido de hacer más “heroica” la captura. Cuando lo único que tenían que hacer era su trabajo.

Con ese imbécil descuido, mandaron completamente al carajo al Debido Proceso, dándole totalmente en la madre a cualquier posibilidad de que el caso pueda ser llevado de manera competente para la fiscalía. Como este patético intento de “gobierno”, está viciado de origen.

México arguye (y arguye bien) cuando Estados Unidos enjuicia connacionales sin respetar el Debido Proceso; es uno de los pilares de cualquier sistema de justicia. Si el Debido Proceso no se puede garantizar, todo el caso se pone en duda. Se debe poner en duda.

El “gobierno” de México debería enviar a Cassez a Francia; si no lo hace, no tendrá cara (no que jamás la haya tenido) para exigir que se cumpla el Debido Proceso en casos en que nuestros connacionales son indebidamente enjuiciados en otros países (principalmente Estados Unidos). Sí, parecerá que se está doblegando a las presiones del gobierno de Sarkozy, pero eso también es culpa de ellos.

Déjenme repetirlo: Florence Cassez es una criminal, y además violenta y sádica para rematar. Los que fueron secuestrados por Los Zodiaco, así como los amigos y familiares de sus víctimas, merecen justicia. Pero la criminal incompetencia del “gobierno” de Felipe Calderón les robó eso; gracias a ellos, los familiares y amigos de las víctimas de Los Zodiaco, así como las mismas víctimas, no podrán encontrar la justicia que se merecen aquí.

Y todo es culpa de estos imbéciles incompetentes. Criminalmente incompetentes.

La mejor universidad de habla hispana en el mundo

Una vez más salió un estudio que pone a la UNAM como la mejor universidad de habla hispana en el mundo. La única otra universidad en Iberoamérica catalogada como mejor que la UNAM es la Universidad de Sao Paulo.

La UNAM además es la única universidad mexicana dentro de las mejores 500 del mundo, con el lugar 66. El Tec, para que se den una idea, está en el lugar 593; y ni siquiera es la segunda mejor mexicana: la Universidad de Guadalajara le gana, en el lugar 550.

Pero por supuesto esto no evitara que varios idiotas sigan criticando a la UNAM en particular y a la educación pública en general. Que vociferen, yo digo: los números no mienten.

La intolerancia a la intolerancia

Esto salió hace un par de días, pero hasta ahorita pude escribir al respecto: dice la Arquidiócesis que las autoridades de mi Ciudad son talibanes laicistas.

El comunicado es fabuloso en tantos niveles que no sé ni siquiera por dónde empezar. Dice que el Gobierno del Distrito Federal hace del laicismo una “religión” única e intolerante, “realizando ritos laicos contra las verdaderas religiones”. Dice que “algunas autoridades y miembros de la Asamblea Legislativa no sólo se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse, aprobando leyes inmorales e injustas, sin ningún sentido moral y ético –por la falta de respeto a la vida humana y a la institución familiar, fundamental para la sana convivencia social–, sino que han desatado una verdadera persecución ideológica contra quienes, con base en sus principios religiosos y valores, se oponen a estas leyes”. Dice que las autoridades del DF son verdaderos “talibanes laicistas”, “personajes intolerantes a la crítica, fundamentalistas en sus principios inmorales, incapaces de aceptar el reto del diálogo con la racionalidad y el derecho”.

Y luego hay pendejos que no le ven razón de ser al Artículo 130, que dice: “los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna”. No es persecusión religiosa: es sencillamente respetar la separación Estado/Iglesia, por la simple razón de que no se puede discutir con gente dogmática. Por definición la fe es dogmática; esto no tiene en principio nada de malo: si alguien quiere creer que el Monstruo del Espagueti Volador los ha tocado con su extremidad tallarinesca, está en todo su derecho.

Sólo a) no se metan con quien no se les pegue la gana creer eso, y b) si son ministros, no se metan en la política; de otra forma no se puede establecer una verdadera separación entre el Estado y la Iglesia. Nada bueno sale de que la iglesia (o peor aún, iglesias) intervengan en la política.

Por eso me pareció fabuloso lo último que cité: “[las autoridades del DF son] personajes intolerantes a la crítica […] incapaces de aceptar el reto del diálogo con la racionalidad y el derecho”. Lo más divertido de los últimos avances que se han dado en mi Ciudad (la despenalización del aborto, el matrimonio entre homosexuales, la adopción por parejas del mismo sexo), es que ganamos el debate de calle. Eran patéticos los intentos de argumentos que trataba de usar la Iglesia y la derecha histérica para (según ellos) discutir: no podían dar un argumento que no incluyera a algún dios, o la moral dictada por un libro escrito hace cientos de años; si bien nos iba, porque si no era la moral de un grupo que arbitrariamente quería imponerla a todos los demás.

La Arquidiócesis entonces se queja de intolerancia… intorelancia a su propia intolerancia. Intolerancia a que no les dejemos meterse con lo que no les importa: el derecho de una mujer a decidir sobre su cuerpo, el derecho de una pareja homosexual a quererse y que el Estado reconozca ese amor, el derecho de una pareja del mismo sexo a adoptar hijos.

Si así vamos a llamar eso, yo aplaudo que el gobierno de mi Ciudad se “intolerante” a la intolerancia de cualquier grupo que quiera imponer sus opiniones sobre el resto de nosotros, y espero que los gobiernos futuros aquí (y en el resto del país) sean igual de “intolerantes” a dichos grupos.