Arrachera

Ayer, después de platicar con Jorge Temas Muy Importantes Para El Futuro De Mi Vida™, fui a comer y platicar con Mónica, porque para motivos prácticos hacía más de un año que no nos veíamos. Fuimos al restaurancito que está en el Centro Cultural Universitario.

Yo he ido varias veces ahí; de hecho iba antes de que fuera un restaurante mamón con meseros en uniforme y host chileno. Recuerdo cuando era básicamente una cafetería estudiantil como las otras quinientas que debe haber en CU, con la única posible diferencia de que de repente iba un montón de gente pose después de haber visto alguna película y/u obra.

Ahora además de meseros en uniforme y host chileno tiene mesitas afuera para comer al aire libre, un menú diseñado por (se supone) un chef de alcurnia (entre sus platillos está o estaba un tamal de chocolate… que ni era particularmente rico además de que era una chingaderita diminuta que encima de todo costaba como doce veces más que los deliciosos tamales de afuera del metro Cuauhtémoc), y comensales que (al menos ayer me pareció) en general parecen ser la gente que trabaja en el Universum (como Mónica) o en el mismo CCU en lugar de estudiantes “normales”… que dados los precios no me sorprende. Aunque igual y exagero (yo siempre exagero) y sólo se debía a que las clases propiamente aún no han iniciado.

Como sea, yo pedí una pasta a la bolognesa y una arrachera, ninguna de las dos particularmente grande y/o sabrosa, pero que tampoco estaban mal. Después Mónica y yo platicamos otras dos horas (en un año puede pasar bastante), y me regresé a Ciencias (a pie, porque no llevaba carro).

Después fui con Enrique, fuimos a Ciencias a reparar una máquina (de nuevo), y él iba a ir a ver el partido de los Pumas en Beer Factory, pero yo me estaba comenzando a sentir mal y le pedí que me dejara en el metro CU.

Cuando por fin llegué a mi casa mi estómago estaba quejándose amargamente, y me fui a la cama a las 10:00 PM sin haber comido nada más, para pasar una noche horrible donde mis tripas estaban bailando la conga y a nadie de ahí se le ocurrió invitarme (o pedirme permiso). Estoy seguro (aunque no lo comprobé con termómetro) de que tuve fiebre, además de que me levantaba cada cierto tiempo para ir al baño, y encima de todo cuando por fin conciliaba el sueño me la pasaba soñando puras pendejadas.

Doce horas después de acostarme me levanté completamente repuesto, aunque algo madreado y todavía con una ligera molestia en el estómago.

No tengo idea de qué pudo causar el episodio, pero dado que sólo desayuné cereal ese día, estoy más que dispuesto a culpar al restaurante del Centro Cultural Universitario.

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