Mi rector

Desde que soy parte de la Universidad Nacional Autónoma de México (o sea, la mitad de toda mi vida), nunca he sentido particular aprecio por los rectores que me tocaron. Sarukhán era un cerdo, y de Barnés (dados mis antecedentes, incluidos los penales) no tengo una sola cosa buena que decir.

De la Fuente merece mi respeto; a pesar de que él era el rector cuando caí en la cárcel, después jugó un papel muy importante en generar el consenso que en su mayoría se generó en la comunidad universitaria, de que necesitábamos fortalecer la unidad de la misma ante el embate (que no se tardó en dar) que los idiotas gobiernos panistas harían contra la Universidad. Pero ha pesar de que respeto ese papel, no tengo el menor aprecio por él en lo personal.

Ninguno de ellos se ganó nunca que yo los reconociera como “mis” rectores, y José Narro iba por la misma. Narro es similar a De la Fuente; ha continuado la línea de consolidar la unidad dentro de la comunidad universitaria y de defender a la Universidad de estos imbéciles: y para ser precisos lo ha hecho con mucho más vigor que De la Fuente, en gran medida porque el embate por parte del “gobierno” ilegítimo de Calderón ha sido todavía peor que con Fox.

Pero después de leer el discurso de aceptación del premio Príncipe de Asturias que Narro hizo en España, por esta ocasión se ganó que yo me refiera a él, con cierto cariño incluso, como mi rector. Algunas partes:

[Refiriéndose al premio] La distinción es de todos ellos y de las generaciones que hicieron la historia, incluidos aquellos extraordinarios hombres y mujeres del exilio español que nos enriquecieron hace 70 años.

Ir a España a recibir un premio, y mencionar a los republicanos exiliados por Franco. Bravo.

No hay campo de la vida en el que no influya el saber; por esto preocupa tanto el desinterés de algunos en la materia, como que en muchos sitios no sea una prioridad o que se le escamoteen los recursos para su generación y transmisión.

Pedrada a estos retrasados mentales que siguen cortando los recursos no sólo a la UNAM, sino en general a la educación y a la investigación.

Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila o a la medianía en el desarrollo.

Que es lo que vengo diciendo desde hace años.

La educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia.

La educación no es un producto, por más que haya imbéciles que así quisieran verla. Es un derecho; por eso no permitimos que hubiera cuotas en la UNAM, y por eso es que todos los candidatos a rector en la última sucesión se comprometieron a no subir las cuotas (simbólicas) en la UNAM.

A algunos les puede parecer que hablar de valores o de humanismo es asunto del pasado, del Renacimiento o del siglo XIX. Se equivocan. También lo es de ahora y del futuro. Frente al éxito quimérico, el egoísmo, la corrupción o la indiferencia, el mejor antídoto son los valores laicos de ayer y siempre.

Frente al éxito quimérico, el egoísmo, la corrupción o la indiferencia, el mejor antídoto son los valores laicos de ayer y siempre.

Los valores laicos de ayer y de siempre.

Nada más por eso (y el resto de su discurso), hoy digo por primera vez en mi vida: ese es mi rector hablando.

Oaxaca, de nuevo

Total que estoy en Oaxaca de nuevo. Lo hubiera comentado antes, pero Xochitl tuvo a bien morirse el fin de semana.

Me traje mi carro, y de nuevo hice menos de cuatro horas… incluyendo los veinte minutos que me detuvo la Policía Federal de Caminos por “rebasar ilegalmente”. Les iba a decir que era culpa de ellos porque la autopista ahí sólo tiene dos carriles, pero me contuve.

Voy a estar aquí hasta el sábado, cuando regrese a la Majestuosa. Espero que no ve agarren de nuevo.

Testigo

En mi última clase, con mis alumnos rogándome que les dejara entregar tarde su última práctica:

Alumno #1: Y yo ya la tenía desde hace un ratote, pero el sitio estaba caído, y luego el martes me acordé que no la había subido y me dije «ah, estoy bien pendejo»…
Alumna #2 (levantando la mano): Yo estoy de testigo que sí está bien pendejo.

Sí, por supuesto que sí

El viernes acabé los trámites para la propuesta de mi jurado en mis exámenes generales del doctorado. Lo cual es bueno, porque el Comité Académico del posgrado probablemente se reúna el lunes, y si no estaba mi propuesta lista para ese día, quién sabe cuándo se volvería a reunir el comité. Por justo ese motivo fue que acabé mi tesis de maestría en diciembre, pero terminé titulándome en abril.

Como sea, tuve que ir por la firma de Jorge y lo agarré terminando su clase de algoritmos en la Facultad; se ve que estaba discutiendo algo con sus alumnos, porque en cuanto me vio me preguntó: “¿sí hay clases el lunes, verdad?” A lo que yo, de forma automática y volteando a ver los chavos contesté: “sí, por supuesto que sí”.

Visualicen un salón lleno de estudiantes de alrededor de 20 años, todos y cada uno de ellos tratando de asesinarme con sus miradas.

Claro que puedo recordar lo que era estar en sus lugares, y desear poder tener cinco días de puente. Pero que no jodan; todavía que (con muchos sacrificios) reciben una educación de primera y sin pagar un centavo, y quieren desperdiciar un día sólo porque cae antes del 15 de septiembre.

Yo voy a dar clase el lunes. Mis alumnos tampoco me han de querer mucho.

Prestaciones

Estudiar un doctorado tiene múltiples ventajas. Además de que me pagan una cantidad decente de dinero (considerando que soy soltero, sin hijos, y naturalmente austero… sans algún juguetito electrónico de vez en cuando), y de que no tengo jefe, no tengo horario, no tengo código de vestimenta, a nadie le importa que use el pelo largo o que me rasure o deje la barba, y es la mayor parte del tiempo altamente gratificante, están los detalles como viajar por todos lados, conocer gente, conocer lugares, y en general pasárselo bien.

Por si eso no fuera poco, de vez en cuando se dan prestaciones que uno no esperaría; como que tus asesores externos te inviten en julio a California, con costos de viaje y estadía completamente pagados. Y que la estadía sea en un hotel, con baño con tina, aire acondicionado y televisión con cable. Lo que significa que en algunas cosas me la voy a pasar mejor que en mi propio departamento… aquí no tengo que tender mi cama ni limpiar, y además tengo televisión con cable… aunque la verdad no me queda claro eso último qué tanta ventaja sea (la televisión gringa es mejor que la mexicana, principalmente porque la mexicana debe ser de las peores en existencia, pero eso no quita que apeste también).

Hoy regresé de la universidad y de comer en un estado que sólo puedo describir así: me estaba derritiendo. Inmediatamente prendí el aire acondicionado y comencé a quitarme ropa; no tardé mucho porque no se puede usar mucha ropa aquí. Y entonces de forma espontánea llené la tina y me la pasé una hora en el baño tratando de rehidratarme por ósmosis.

Creo que voy a disfrutar este mes en Los Ángeles más que los tres que pasé aquí hace dos años.

California dreamin’

El boleto de avión que compré para ir a Barcelona me salió carísimo, en gran medida porque no podía yo hacer escala en el gabacho. No tenía visa gringa, y sin visa los pinches gringos no lo dejan a uno ni siquiera ir de paso.

Así que regresando de Europa decidí que sería útil que sacara mi visa gringa; pero como estaba seguro de que no volvería a salir del país en el 2009, ni siquiera vi cómo estaban los trámites. Mi certeza de quedarme aquí durante lo que queda del año era porque básicamente ya me había gastado en mi viaje a Europa todos los recursos que el posgrado tenía disponibles para mí durante el 2009.

Y entonces hace dos semanas Bernardo y Silvia me invitaron a trabajar con ellos en verano. Que de los gastos se encargaban ellos. Y como en general en mi vida yo sigo la filosofía de que dadas, hasta las puñaladas, de inmediato dije que sí. El único problema era que tengo que estar allá en junio, y que yo seguía sin visa; así que en mega chinga hice los trámites, el viernes pasado fue mi entrevista en la embajada gabacha, y hoy me regresaron mi pasaporte.

(Que por cierto, el trámite fue sencillísimo; pendejo de mí se me olvidó llevar cualquier papel que comprobara que soy estudiante del posgrado, o que recibo una beca del Conacyt, o que tengo que regresar porque en agosto daré un curso en la Facultad de Ciencias… y ya me estaba preocupando, porque los cónsules en las ventanillas yo sí vi que hacían un cuestionario medio intenso a todos los que pedían visa. Pero nada más vieron que ya me habían dado visa estudiantil en el 2007, pidieron ver mi credencial de la UNAM –que ni siquiera está resellada–, y ya, me aprobaron la visa en menos de tres minutos. Fue incluso anticlimático después de casi cinco horas de cola. Pero parece ser que el trámite se ha alivianado desde que el negro es presidente allá.)

Así que volveré a California en unos días; incluso es posible que este fin de semana, aunque es más probable que me vaya la próxima semana. Espero poder tener un mejor ritmo de trabajo allá que aquí; no he avanzado mucho desde que regresé de Barcelona.

Y también espero poder ver a mis cuates de San Francisco, porque ahora sí ni loco dejo de visitar esa ciudad.

El inicio del fin

Hoy fue el último seminario del curso al que vine a Barcelona. Ya van varios “últimos”; el fin de mi viaje se aproxima.

Claro que después de que acabe el curso yo tomaré unos días para pasear por un par de ciudades europeas, pero de cualquier forma hoy de alguna manera fue como que el inicio del fin.

Que realmente no es tan malo; tengo ganas de ir a México y ver de nuevo a mis amigos y mi familia.

Febrero

Comenzó febrero y con eso hubo muchos cambios.

En primer lugar ahora tengo un compañero de habitación; es bastante simpático, pero la verdad nos vemos poco porque él está en un curso y yo en otro, así que sólo nos medio saludamos en la mañana y en la noche. De interés es que es musulmán, lo cual es interesante para mí porque nunca había vivido con uno. No más espagueti con tocino este mes, me parece.

La otra es que comenzaron los cursos intensivos, y la parte de intensivos es en serio; apenas llevamos dos días y sí han sido pesados. También tiene que ver que sigo yendo al magnesio, porque había ido diario (sin contar fines de semana) y no quiero detenerme. Eso me obliga a levantarme a las siete, porque los cursos empiezan a las 9:30; y entonces también debo estar cargando una bolsita con las cosas del gimnasio, porque no me da tiempo de regresar a la Vila a regresarlas.

Los cursos han sido pesados, pero fabulosos. El primero lo está dando Jiří Matoušek; todo mundo me había hablado maravillas de él, y por supuesto conozco algunos de sus libros: pero nadie me había dicho que es un expositor maravilloso. No sólo habla de cosas interesantes y las expone magistralmente; también es muy divertido y maneja muy bien el ritmo de sus pláticas. Y digo, estoy entendiendo y aprendiendo un montón de cosas, lo cual siempre es bueno.

Como esta semana empezaban los cursos, el sábado fuimos a cenar a un buen restaurante en Barcelona. Yo esperaba más comida (tenía hambre), pero estuvo rico y divertido, y después fuimos a unos tres bares a tomar alcohol y platicar, no necesariamente en ese orden de importancia. Cerca de las cinco de la mañana algunos ya queríamos regresarnos, y como no hay camiones ni tren a esa hora tuvimos que tomar un taxi. Salió a 8 euros por persona entre 4, lo cual me parece “razonable” (bajo una definición muy amplia de razonable).

Al otro día mi cuate Eddie nos había invitado a todos a irlo a ver bailar swing; pero yo fui el único que no estaba tan cansado, crudo o borracho (o el único lo suficientemente demente) como para pararme y acompañarlo. Para que los cuates aquí no se lo perdieran lo filmé con mi cámara digital; pueden verlo bailar aquí.

Ahí nos encontramos otra compañera del curso, y fuimos los tres al Museo Picasso, que no quiero sonar ingrato (era gratis por ser el primer domingo del mes), pero la verdad me decepcionó un poco. Pero también pude probar la versión española (o al menos de Barcelona) de churros con chocolate.

Mañana tenemos día “libre” (no hay curso intensivo), pero más bien será estudiar todo lo que vimos los primeros dos días, y por supuesto seguir trabajando en los problemas “normales”. Así que no esperen una actualización del blog en pocos días.

Vicky y Cristina no sé, Barcelona seguro

El viernes me llegó la confirmación oficial de que estoy dentro del DocCourse 2009, que se llevará a cabo del 8 de enero de 2009 al 27 de marzo del mismo año en el Centre de Recerca Matemàtica, Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona, Bellaterra. Mi nombre ya aparece en la lista de participantes.

En otras palabras el martes 6 de enero del año que viene (en poco menos de cuatro semanas) estaré tomando un avión con destino a Barcelona, España, donde pasaré casi tres meses dentro de un curso destinado a gente que comienza a hacer investigación en Geometría Discreta y Computacional.

Es mi primer viaje a Europa, y planeo disfrutarlo al máximo, además de sacarle todo el provecho que pueda al curso, que cubre varias áreas matemáticas donde mi formación ha sido particularmente débil (cuando no inexistente). Después planeo pasar unos días en Londres y otros cuantos más en París, para regresar a México a inicios de abril. Y si es posible espero poder escaparme un fin de semana a Madrid, a ver si al menos puedo dedicarle un día a recorrer algo del Museo del Prado.

Una de las innumerables ventajas que había en quedarme a hacer el doctorado en México es que me daba la oportunidad de salir a trabajar en distintos países, varios de ellos en Europa; cosa que hubiera sido incluso tal vez más difícil si hubiera hecho el doctorado en Canadá, por ejemplo. Que pueda hacerlo tan solo en el segundo semestre me parece excelente, y una muestra de que tomé la decisión correcta al quedarme.

Jorge ha sido un apoyo enorme en todo el proceso; mencionándome el curso en primer lugar, y permitiéndome asistir a él. De hecho soy el único alumno suyo que va. Bernardo y Silvia también me han dicho que es una oportunidad increíble, más que nada por la gente que estará dando pláticas y dirigiendo cursos intensivos. Y por supuesto, es la oportunidad de ir a Europa, que repito será la primera vez para mí.

Mi familia también me ha apoyado mucho; como el curso inicia a principios de año, y además acabamos de cambiar de coordinador del posgrado, el conseguir el apoyo económico ha sido ligeramente engorroso. Lo más grave es que dicho apoyo sólo me lo pueden dar por reembolso; así que me iré con dinero mío y el que mi familia me ha podido prestar, y ya luego el posgrado me reembolsará una parte (que además no será todo; sale caro ir a Europa).

Así que es posible que baje unos cinco kilos de peso por andar comiendo diario sopas Maruchan (o el equivalente que vendan en Barcelona); pero no me importa. Estoy muy emocionado por el viaje; no sólo por la oportunidad académica que representa; no sólo por la bola de gente que voy a conocer (van estudiantes e investigadores de todo el mundo); no sólo por vivir casi tres meses a tiro de piedra de Barcelona; no sólo por cruzar el charco por primera vez en mi vida. Estoy emocionado porque es justo por este tipo de oportunidades que fue que me decidí a quedarme en México a hacer el doctorado; y que además no tengo que esperarme a finales del mismo para aprovecharlas. No llevo ni seis meses en el doctorado y ya estoy a punto de irme a Europa por primera vez; y tengo dos años y medio más para planear otros viajes a otros lugares para poder trabajar con otras gentes.

El viaje está listo; ya compré el boleto de avión, ya pagué la mitad del alojamiento en Bellaterra, y ya ví la mayoría de los relajos burocráticos que tendré que resolver de forma remota cuando esté allá. Estas tres semanas y medias que me quedan aquí voy a descansar, y el 6 de enero tomaré mi avión para cruzar el charco.

Y después espero pasar tres de los mejores meses de mi vida.

El granito de arena

Es muy bonito cuando, cerca del final del semestre, uno comienza a notar a los alumnos que se ve que sí están comenzando a entender de verdad de qué se trata el asunto.

Por supuesto me gustaría que fueran todos; pero también me queda claro que ese casi nunca será el caso. Y al fin y al cabo es la razón por la que uno da clases; ciertamente no es el salario. Es poder contribuir con un granito de arena.

Querétaro

Ahora me voy a Querétaro a un seminario; pero éste sí va a ser un viaje relámpago. Salgo mañana de la Ciudad a las 10:00 AM, y si todo sale bien, regresaré antes de que anochezca.