La pasta térmica

En noviembre se cumplen quince años de que mi hermano me regaló mi PlayStation 3; en esa consola he sacado más de 50 platinos y completado casi 100 juegos. Ha habido periodos de mi vida en esos quince años donde ese PS3 estuvo prendido básicamente todo el día todos los días; y también periodos durante los cuales no lo encendía en meses.

Antes de la llegada de Netflix y HBO Max, o de que YouTube se convirtiera en su forma actual, yo usaba mi PS3 como reproductor de DVDs y Blu-rays; era mi manera más común de ver películas.

Unos años después yo compré un PlayStation 3 Super Slim, que es discutiblemente la versión más fea y más chafa del PS3, para poder sacar más fácilmente trofeos en línea. Y todavía unos años después mi hermano me regaló el PS3 que él tenía, porque no lo usaba y le estaba quitando espacio en el mueble de la televisión. Esa es la razón por la que tengo 3 PS3, como en el video, aunque realmente el que uso más es el mío original, que como puede entenderse ya tiene el colmillo largo.

Ahorita por ejemplo estoy avanzando en LEGO Rock Band; y desde hace varios meses notaba que se estaba calentando demasiado, pero en las últimas semanas sí llegó a grados medio ridículos. Leyendo en línea, el diagnóstico más común es sencillamente que la pasta térmica de el procesador Cell y el GPU del PS3 probablemente ya se había secado por completo, y en todos lados recomendaban cambiarla.

He abierto múltiples veces mi PS3; hace unos años el lector de Blu-rays había comenzado a fallar a la hora de expulsar los discos, llegando al punto de que de plano ya no podía sacarlos excepto justamente abriendo la consola y desarmando el lector para liberar el disco.

Compré un disco de repuesto en eBay, de China, que tardó varias semanas en llegar a mi casa, pero que funcionó perfecto, una vez que le puse el PCB del lector original: una cosa diabólica de todos los PlayStations, incluyendo el 4 y el 5 también, es que la placa madre está “casada” con el PCB del lector de Blu-rays, entonces no se puede cambiar toda la unidad, uno tiene que transferir el PCB al lector nuevo, para que todo funcione. Esto causa que errores mecánicos entonces se pueden reparar cambiando la unidad lectora transfiriendo el PCB al nuevo lector; pero si ocurre un error electrónico en el PCB, uno ya se jodió.

Como sea; abrir el PS3 para acceder al lector de Blu-rays es relativamente sencillo. Abrirlo para cambiar la pasta térmica es bastante más complicado: para motivos prácticos hay que desarmar toda la consola.

Siguiendo un video de YouTube no tuve problemas, hasta el momento en que tenía que quitar la placa madre; nada más no quería salir. Rezándole a todos los dioses oscuros en los que nunca tuve fé, hice suficiente fuerza hasta que la placa madre se liberó con un nauseabundo y sonoro crack, que por suerte era justamente la razón por la que desarmé mi consola: la pasta térmica no sólo se había secado; para motivos prácticos se había fosilizado. Estaba dura como una piedra, y era lo que no estaba dejando salir a la placa madre de mi PS3.

Limpié profundamente no sólo la vieja pasta térmica; casi bañé en alcohol isopropílico toda la placa madre, cambié la batería CR2032 de la misma, limpié a fondo todos los rincones de la consola, puse pasta térmica nueva Artic MX-4 en el procesador Cell y el GPU, y volviendo a rezarle a esos dioses oscuros encendí de nuevo mi PlayStation 3 que ya casi tiene edad para votar, una vez que terminé de armarlo.

Todo funcionó perfectamente, y la temperatura es ciertamente mucho mejor.

Como ya he mencionado en otras ocasiones, bajo ninguna definición del término se me puede categorizar como “joven”; a estas alturas del partido, he aceptado y estoy en paz con la idea de que nada es para siempre. Todo por servir se acaba (y por lo tanto acaba por no servir); y mi PlayStation 3, mi primer PlayStation, no es excepción. No importa lo bien que lo siga tratando (evidentemente lo he tratado muy bien, dada su edad), y no importa cuántos servicios de mantenimiento le haga, como cambiarle el lector de Blu-rays o aplicarle de nuevo la pasta térmica, eventualmente algún componente en la placa madre se descompondrá de tal forma que la consola ya no sea reparable.

Con suerte no será mañana o este año; tal vez no ocurrirá en varios años más. Pero eventualmente ocurrirá, con la exacta misma certeza de que en algún momento este flujo de consciencia que por falta de un término mejor denomino “vida” también terminará.

Pero hasta este momento he jugado cientos de horas en mi PlayStation 3 original, dándome en múltiples ocasiones de los momentos de entretenimiento más divertidos que he tenido en mi vida. Y mientras no llegue esa fatídica hora en que yo o mi PS3 expiremos, planeo seguir divirtiéndome con él mientras sea humanamente posible.

Claro que probablemente lo que ocurra primero es que Sony deje de permitir al PlayStation 3 conectarse a la PlayStation Network para sincronizar trofeos, en cuyo caso en ese momento dejaré de usarlo aunque funcione perfectamente, porque si no puedo sacar trofeos que se sincronicen con la PSN, ¿qué chiste tendría todo esto?

Pero ustedes, queridos lectores, entienden la idea.

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