Los 8 más odiados

Hace varias semanas, fui a ver The Hateful Eight. Había tenido demasiada chamba como para ponerme a escribir; espero ponerme al día estas vacaciones, si no voy a volver a tener un montón de reseñas atrasadas.

Se aplican ya saben.

The Hateful Eight

The Hateful Eight

Siempre he sido fan de Quentin Tarantino; la película que él haya dirigido y que menos me haya gustado es Jackie Brown, y aún así me gustó bastante (y yo creo que es la que menos me ha gustado porque adapta una historia que no es original de él).

Poco sorpresivamente, entonces, esta nueva película de Tarantino me gustó mucho. Sólo creo que me pudo haber gustado más.

John Ruth (Kurt Russel, que se muy bien a sus 65 años) interpreta a un cazarecompesas que lleva a Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh, que a sus 54 años también se ve muy bien) a que la cuelguen. Contrario a otros cazarecompensas, Ruth trata de llevar a sus prisiones vivos a la horca, incluso si los buscan “vivos o muertos”. Van en una diligencia huyendo de una tormenta de nieve, cuando se encuentran en el camino al mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), que les pide un aventón porque lleva también tres prisioneros, sólo que muertos (él no tiene tantas consideraciones con sus prisioneros). El conductor de la diligencia es comparsa en esta historia, aunque tiene un par de líneas muy cagadas.

En el camino levantan al (supuesto) sheriff Chris Mannix (Walton Goggins), y los cuatro llegan a un pequeño puesto donde se paran a pasar la tormenta. Dentro encuentran al mexicano Marco (Demián Bichir), al ahorcador Oswaldo Mobray (Tim Roth, extraordinario), al tejano Joe Gage (Michael Madsen), y al ex general confederado Sandford Smithers (Bruce Dern).

Al final todos acaban muertos, como suele pasar en las películas de Tarantino.

La película es muy buena en casi todos los sentidos, y podría haber sido mi favorita del realizador si no fuera por un pequeño problema: es estúpidamente larga. Parecido a The Revenant, nada más que sin la extraordinaría fotografía del Chivo, The Hateful Eight dura dos putas horas con 47 putos minutos, y la historia se podría haber contado sin ningún problema en una puta hora con 30 putos minutos.

Me di cuenta del ponderoso ritmo de la película cuando noté que había pasado más de una hora sin que nadie fuera cruelmente asesinado. Y llegó a grados ridículos cuando habían pasado más de horas, no habíamos llegado todavía al clímax, y el tarado de Tarantino nos muestra una escena de otra diligencia llegando al puesto. La escena dura más de dos minutos, y no es nada más que una puta diligencia dirigiéndose al puto puesto atravesando la montaña nevada. Eso es todo; la idea se pudo haber transmitido igual de bien en diez segundos, pero el director decidió hacernos perder doce veces más tiempo nada más mostrándo nieve, una diligencia, y unos caballitos. Y ni crean que los paisajes son majestuosos ni nada por el estilo. Es nieve.

Además he oído que hay una versión de más de tres horas, y nada más de imaginarme viéndola, me dan ganas de rebanarme las venas con pan Bimbo.

Me parece que la duración de la película sí es ridícula, y a lo mejor he enfatizado mucho ese punto en esta reseña; pero sí recuerdo haber estado de muy mal humor en el cine porque ya estaba hasta la madre. Pero si quitan eso, la película es extraordinaria y vale la pena que la vean. Y no puedo dejar de hacer mención de la actuación de Demián Bichir, que con un papel que es una mala caricatura de un mexicano, consigue exprimir una interpretación memorable en el poco tiempo que le toca en la pantalla.

Así que sí la recomiendo. Pero sinceramente véanla en Blu-ray, para que puedan pausarla de vez en cuando y estirar las piernas.

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