Realeza, de hecho

Ayer estaba saliendo de un seminario en la Universitat Politècnica de Catalunya, cuando vi pasar a una chava. La chava me miró. Yo la miré. Nos miramos. Y entonces me acerqué a abrazarla; era mi amiga Amanda.

Ella estudió en la Facultad de Ciencias, así que no es tan raro encontrármela aquí. Pero la conozco desde que estudiaba en el CCH, desde que los dos teníamos quince o dieciséis años, y no la veía hacía mucho tiempo, así que sí me sorprendió encontrármela del otro lado del charco. Está terminando el doctorado, y se casó y tiene un hijo, y espera otro, lo cual todavía me saca un poco de onda porque la imagen que tengo de ella está fuertemente ligada a mi adolescencia.

Y luego en la noche salimos a comer “patatas” bravas (que de bravas tienen lo que yo de güero… aunque ciertamente estaban ricas), y nos acompañó una chica austriaca que no está participando en el curso. Resulta que su abuela era hermana de la segunda esposa de Franz Ferdinand… o algo así.

Así que ayer me encontré en Europa con una amiga de la adolescencia, y me codeé con auténtica realeza europea.

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