Resulta que hay una ventaja en estar enamorado de cómo escribo; lo hago muy rápido y no me cuesta mucho.
Desde el 25 de noviembre había llegado a cerca de 44,000 palabras de la novela con la que me metí en NaNoWriMo, y descubrí con agrado que sería trivial para mí llegar a 50,000 antes del 30… el único problema fue que se me había acabado la trama.
Podía haber agregado pasajes superfluos, pero se hubiera notado de inmediato; de forma ligeramente accidental la historia me quedó, me parece, sin cabos sueltos: pasajes extra sólo hubieran sido paja.
La otra también era decir que qué importaba; si así me había gustado cómo quedaba, que se fueran al cuerno los de NaNoWriMo y yo seguía alegremente con mi vida. El problema es que el meterme a NaNoWriMo fue justamente para probarme como escritor; y no para probarme que podía escribir una novela, independientemente de la calidad de la misma: sino para probarme que podía escribir 50,000 palabras con una narrativa común. De otra forma pues también pude haber escrito un cuento de 1,000 palabras y decir que ya me gustaba y sanseacabó. Eso es trampa.
Así que estuve pensando qué podía hacer al respecto, y el sábado en la mañana se me presentó la solución de forma tan obvia, que por poco me echo a reír de no haberla pensado antes.
Como un montón de cosas en esta vida, todo se solucionaba con sexo.
Desde que me di cuenta de cómo iba a terminar la historia y cómo estaban evolucionando mis personajes (que me sorprendió a mí mismo descubrir que el final cambió, y una protagonista que al inicio sólo iba a ser mencionada terminó convirtiéndose casi en coprotagonista principal), se me ocurrió agregar un pasaje con un alto contenido sexual. La novela tiene sexo; me parece que en una cantidad razonable (y los invito a que se hagan bolas con qué carajos significa exactamente eso). Pero este pasaje en particular es, me admití a mí mismo con cierta vergüenza, puro y absoluto fan service. La historia funciona perfectamente sin él; de ser agregado no estorba, pero no es pero ni de lejos indispensable.
Y entonces no lo agregué; prefiero que la historia esté sin él. Pero si la idea de este ejercicio como escritor era escribir 50,000 palabras de una misma narrativa, con los mismos personajes y siguiendo el mismo estilo, el pasaje me daba las 6,000 palabras restantes (y de hecho pude haberlo extendido a 10,000, me parece).
Así que lo escribí, y justamente este 30 de noviembre llegué a 50,000 palabras (50,102 según GEdit, 50,349 según wc, y 50,305 según el robot contador de NaNoWriMo). El pasaje no lo pienso incluir en la novela… de hecho todavía no sé si haré público lo que escribí; pero si lo hago definitivamente no agregaré el pasaje.
Piénsenlo como las escenas que no llegan al corte final de una película; a lo mejor en algún momento lo hago público (como algunos estudios sacan DVDs con escenas extras), pero la verdad lo dudo. Aunque me gustó mucho cómo quedó, y me parece que es altamente entretenido, definitivamente no es algo que quiero que lea cualquier persona.
Toda proporción guardada, José Agustín hizo algo similar con su novela Ciudades Desiertas (que es de mis preferidas). Cuando Eligio descubre a Susana cogiendo con el Polaco, sólo se narra que Eligio los descubre en el acto; no hay más detalles. Fue hasta que salió La miel derramada, la colección de textos eróticos de José Agustín, que el autor hizo público ese pasaje; que es fabuloso (y ligeramente pornográfico; a mí me encanta).
Por las razones que fueran, José Agustín no agregó ese pasaje a la novela final cuando salió publicada. Y la novela funciona perfectamente sin dicho pasaje; pero no hubiera tampoco sobrado exactamente. Alguna razón habrá tenido para no dejarlo en la edición final.
Yo voy a hacer lo mismo, y la razón me queda muy clara (porque es mía); no lo agrego porque no es ligeramente pornográfico: es descaradamente pornográfico. Es vulgarmente pornográfico. Es suciamente pornográfico. Que no debería extrañar a nadie; soy fan y defensor de la pornografía desde hace años, pero eso no significa que me sienta necesariamente cómodo mostrando este pasaje que escribí.
De hecho, sigo sin saber si haré pública La Noche del Alacrán en mi blog o algún otro medio. Tengo que pensarlo; a mí me gustó cómo quedó, pero dudo mucho que la calidad que tiene justifique el mostrarlo al mundo. No lo sé; le haré revisiones y correcciones en diciembre, a ver si me animo. Pero no prometo nada.
Como sea, estoy contento; puedo escribir 50,000 palabras de una novela en 30 días si me lo propongo, y realmente no fue muy pesado. Tampoco fue un paseo por el parque, pero no fue muy pesado. En ese sentido el reto que me puse a mí mismo como escritor (porque debo repetir que, aunque agradezco y aprecio los lectores que tengo, la sencilla verdad es que escribo porque se me da la regalada gana y lo hago básicamente sólo para mí) fui capaz de superarlo y estoy contento y satisfecho con el resultado.
Ahora si me disculpan voy a descansar lo que me queda de mi fin de semana.