Colosio

Como me ha dado en los últimos días de escribir algo relacionado a las efemérides de los mismos, voy a seguirle con Luis Donaldo Colosio.

Cuando mataron a Colosio, yo tenía 17 años. Y lo que más recuerdo de esa noche, fue la forma en que se comportó Jacobo Zabludovsky. Yo nunca he sentido algo cercano a cariño por Jacobo; durante décadas fue el símbolo del sistema político priista, y yo siento que él pudo hacer mucho más por la apertura mediática de lo que hizo.

Ahora mucha gente de izquierda lo mira con buenos ojos porque sin duda se ha desplazado ideológicamente a la izquierda, y porque es un andresmanuelopezobradorcista de hueso colorado. Yo no; está bien que al final de su vida elija el lado correcto, pero eso no justifica ni perdona sus fallas anteriores.

La noche del 23 de marzo de 1994, Jacobo movilizó a todos los recursos del equipo noticioso de Televisa para seguir los acontecimientos del magnicidio. Y esos son muchos recursos. Recuerdo que le prohibió (varias veces además) a una operadora de Telmex que le cortara la señal al celular de Talina Fernández porque era la única que estaba en el hospital donde habían internado a Colosio, y no quería perder la comunicación.

Y recuerdo (y lo haré toda mi vida), como, en el último momento, y empedernido en obtener la exclusiva, Jacobo le ordenó a Talina Fernández: “Talina, métete al quirófano“. Así nomás: que se metiera al cuarto esterilizado donde, hasta unos cuantos minutos antes, estaban tratando de salvar la vida al candidato priista. Porque Jacobo preveía lo que todo México, que el antes mencionado candidato había colgado los tenis; pero él quería la exclusiva. Quería ser el que dijera a México por cadena nacional: “es un hecho, el candidato presidencial priista ha muerto a consecuencia de el o los disparos que recibió esta mañana”.

No sé quién dio la orden en el gobierno federal, pero el punto es que fue NOTIMEX el que difundió la noticia, y recuerdo la cara de decepción de Jacobo cuando le dijo a Talina (que sólo había podido balbucir una respuesta del tipo “¿mande?”) que ya no era necesario, que se había oficializado el fallecimiento.

Ese día, admiré mucho a Zabludovsky. Porque se portó sin tacto, casi inhumano; pero se supone que así deben portarse los periodistas. Él quería la exclusiva, e hizo todo lo que pudo para obtenerla.

De Colosio no tengo mucho que decir. A los que le apostamos por una salida política a los problemas del país, por supuesto que nos oponemos a que estén asesinando gente, sean del partido que sean. Eso debe quedar claro.

Pero me molesta mucho la tendencia que tiene mucha gente de poner en un pedestal a ciertas personas, sólo por el hecho de que los mataron. Digo, qué mal pedo que los mataron; pero que no salgan con las mamadas de que eran nuestros salvadores.

Colosio era una colaborador cercanísimo a Salinas (más que Zedillo), y sin duda hubiera seguido su plan económico. Era un priista salido del priismo y acostumbrado a hacer lo que la mayoría de los priistas “de arriba” siempre hicieron. Si hubiera sido el presidente que siguió a Salinas, probablemente no hubieran sido muy distintas las cosas a como fueron; no podemos saberlo, pero ciertamente no existe ninguna evidencia de que “salvaría” al país o algo por el estilo. Eso por supuesto no justifica su asesinato; pero que no quieran hacerlo santo sólo porque le metieron una bala entre ceja, oreja y sien. En el sexenio de Salinas mataron a 300 perredistas, y no veo beatificaciones para ellos en ningún lado.

Algo similar pasa con Carlos Castillo Peraza. Ahora lo recuerdan como un gran ideólogo y teórico del PAN, al cual seguir y emular y etc. Digo, el tipo tenía sus virtudes académicas; pero políticamente era una bestia. Si realmente él representa a los intelectuales orgánicos del PAN, no es de extrañar la crisis tan cabrona en la que se encuentra ese partido. Y lo peor es que a él ni siquiera lo mataron; se murió de causas naturales, después de haber muerto políticamente cuando Cuauhtémoc Cárdenas lo despedazó en las elecciones para Jefe de Gobierno de 1997.

Que alguien se muera asesinado es una cosa terrible y que hay que evitar, condenar y de la cual exigir una investigación real que resuelva porqué se cometió el asesinato. Pero no es un boleto gratis para comprar el perdón y el olvido de la memoria histórica.

3 comentarios sobre “Colosio

  1. Hola Canek, coincido contigo en que no hay motivos reales para considerar a Colosio como el que nos iba a salvar. Sólo creo que te faltó tomar en cuenta que obviamente la beatificación de Colosio benefició al PRI al convertirse en la víctima institucional del atentado, lo más lógico era que utilizaran la ocasión y todo el poder de los medios para sacar el mejor provecho, qué mejor manera que elevarlo a martir? Yo creo que lo que le da más poder a la imagen de salvador de Colosio es que nos vendieron la idea de que debió haber una buena razón, y a falta de una que se pudiera hacer pública (francamente creo que los investigadores se han hecho de la vista gorda), comenzó a circular la leyenda de que sus ideales no le convenían al partido, el hecho de que Salinas sea tan odiado multiplica el poder de la leyenda y de la imagen de salvador.

    Si los priístas realmente recordaran a Colosio como el martir que fabricaron, n0 tendrían la soberbia de decir que es el ejemplo que todo priísta sigue.

  2. Yo durante mucho tiempo tuve animadversion por Zabludowski. El era un engrane en la enorme maquina que era el sistema priista. Estoy en desacuerdo contigo sobre el que pudo haber hecho mas. En el momento en que se desviara de unos margenes de maniobra muy pequenhos, seguramente seria despedido.

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