Detroit: Become Human

Después de The Deadly Tower of Monsters, obtuve el platino de Detroit: Become Human.

Detroit: Become Human

Detroit: Become Human

Los juegos de Quantic Dream (la compañía detrás de Detroit: Become Human) son básicamente películas interactivas del estilo de “escoge tu propia aventura”, con múltiples caminos que uno puede escoger a lo largo de la historia. También se caracterizan por ser estupidizantemente hermosos, con gráficos híper realistas y captura de movimiento tanto para las animaciones de los personajes como para sus expresiones faciales: al punto de que no es raro que otros estudios los contraten para que les hagan eso justamente. Por último, los controles en sus juegos suelen tratar de emular “naturalmente” lo que uno haría al moverse, fallando miserablemente en todos y cada uno de sus juegos, desde mi perspectiva.

Las historias que cuentan normalmente intentan ser emocionalmente impactantes, y eso sí se los concedo: suelen ser bastante padres, si bien a veces tomándose demasiado en serio. Ah, pero también apestan cuando tratan de hacer romance; y lo dice alguien que le encanta ver romance básicamente en cualquier historia.

Como sea, los tres juegos más famosos de Quantic Dream son, en orden cronológico de publicación, Heavy Rain, Beyond: Two Souls y Detroit: Become Human. Por razones que no me quedan del todo claras, yo los jugué en orden inverso, completando Detroit en 2018, estando a punto de completar Beyond, y todavía esperando comenzar el primero, Heavy Rain, a pesar de tener el disco para PS3 desde hace más de una década.

La historia de cómo hicieron Detroit es interesante; originalmente una demostración técnica de las posibilidades gráficas del todavía entonces nuevo PlayStation 3, el demo fue tan exitoso que comisionaron el juego completo, contratando a la linda muchacha que sale en el demo para que reinterpretara ese papel en el videojuego.

La historia es una de ciencia ficción, donde en el futuro hay robots (o androides, supongo, dada su apariencia física como humanos) que “ayudan” a la humanidad en una condición que es idéntica a como tratamos a nuestros carros o lavadoras. O sea, como máquinas… porque son máquinas.

En ese momento (o sea, unos catorce segundos después de haber iniciado la historia), para mí perdió completamente cualquier seriedad que hubiera podido tener: si tuviéramos robots de ese estilo, básicamente se acabarían casi todos los problemas que tiene la humanidad actualmente. Pero bueno.

Como sea, el conflicto surge obviamente del hecho de que algunos robots comienzan a adquirir consciencia (que no es lo mismo que conciencia) y por lo tanto a desear y buscar el tener derechos individuales propios; lo que lleva a algunos a cometer actos de violencia en contra de sus amos humanos.

La historia sigue a Kara, interpretada por la linda muchacha del demo, una androide que sirve como criada y niñera de una niña cuyo padre es aparentemente abusivo contra ella. Deseando salvarla, Kara rapta a la niña y trata de escapar a Canadá, donde al parecer los androides pueden vivir desapercibidos si no llaman la atención hacia ellos. Spoilers: la niña también es androide, que hubiera sido impactante si no por el hecho de que es bastante obvio como a los cinco minutos de que la introducen por primera vez.

Además la historia sigue a Markus, el androide más estúpidamente hermoso que jamás haya existido, que atiende a un viejo artista; el hijo drogadicto del artista trata de robarlo y confrontándose con Markus llega la policía, que procede a dispararle en la cara y aventarlo a un tiradero de basura. Markus, en una de las escenas más desgarradoras que yo jamás haya jugado en un videojuego, literalmente tiene que arrastrarse de ese infierno, rodeado por sus compatriotas androides muertos o moribundos que también acabaron en la basura, recolectando refacciones de los mismos para repararse, en varios casos teniendo que decidir si los destruye para salvarse a sí mismo, o permitiéndoles seguir aferrándose desesperadamente a su “vida”; o a veces satisfaciendo su ruego de que termine su sufrimiento porque ya no quieren seguir “viviendo”.

Es brutal, y sin dudas de las mejores experiencias narrativas con interacción que he tenido jugando videojuegos.

Por último, la historia sigue al androide investigador de la policía, Connor, que lo emparejan con un espectacular Clancy “anytime you miss-your-mommy, QUIT!” Brown interpretando al policía alcohólico Hank Anderson, justamente persiguiendo androides “rebeldes” como Kara y Markus. La parte de “buddy cops” que esos dos interprentan es de las cosas más cagadas que tiene el juego.

La historia sigue todos los lugares comunes de historias de perseguidos y discriminados, tomando un buen de referencias de los negros gringos en su lucha por derechos civiles; y de los judíos perseguidos en la Alemania nazi. Esto le pareció de mal gusto a algunas personas; a mí me parece algo barato, pero efectivo dentro de lo que cabe. Kara sólo quiere escapar con su “hija” a un lugar seguro; Markus quiere “liberar” a su “pueblo”; y Connor libra una batalla interna entre cumplir su programación (técnicamente su trabajo) y ayudar a su “gente”.

La historia en general sería excelente, si no fuera como digo por todos los lugares comunes y el uso barato de analogías históricas; pero más grave es que no quedan claro los “poderes” de los androides. Obviamente son más ágiles, fuertes y rápidos que los humanos; pero a veces (cuando le conviene a la historia) se comunican inalámbricamente entre ellos; Markus en algún momento al parecer adquiere el poder de “liberar” androides nada más batiéndoles las pestañas; y la piel y cabello de los androides funcionan de manera básicamente mágica.

Como sea es muy entretenida la historia y sin duda alguna tiene un fuerte impacto emocional, si bien también tiene un buen de hoyos y varias cosas no quedan claras. Ah, y el romance apesta con la intensidad de diez mil soles; sólo hay un romance en la historia, entre Markus y una de sus lugartenientes, pero el mismo es forzadísimo y sale como que de la nada.

No voy a entrar al choteado debate de si Detroit: Become Human es un videojuego o una “experiencia”; para mí es videojuego nada más porque lo jugué en mi PlayStation 4. Lo que sí puedo decir es que lo disfruté enormemente y que sí plantea preguntas interesante; no realmente de androides, sino de humanos perseguidos. Y de manera algo torpe y medio barata; pero satisfactoria. Por más atolondrada que sea a veces, tiene el corazón en el lugar correcto.

Les recomiendo que lo jueguen; nada más espérense que esté de oferta, porque tanto en la tienda PlayStation como en Steam todavía está en cerca de quinientos pesos, y la verdad no sé si valga tanto.

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