Roma

Un día antes de que la estrenaran en Netflix fui a la Cineteca a ver Roma.

Se aplican las advertencias de spoilers habituales, pero quiero dejar una cosa bien clara: detesto la Cineteca.

Roma

Roma

Roma es, desde un punto de vista técnico y cinematográfico, una puta obra de arte. Y sí quiero hacer énfasis en que es una puta obra de arte, porque a pesar de que me considero suficientemente educado, no me alcanzan las palabras para describirla de otra manera.

Como un proyecto personal de Cuarón, es mucho más que eso. Desde un punto de vista literario, es una simple historia que podríamos calificar de casi pedestre; pero es contada con tanto cariño y con tanta maestría técnica que la eleva por encima de básicamente todo lo que ha producido el cine nacional mexicano en toda su historia. Me alegré además de haberla visto en la Cineteca, porque desde que la renovaron tiene un sistema de sonido bastante bueno y esta película sin duda alguna lo aprovecha al máximo.

Y está por supuesto la bellísima Yalitza Aparicio (en su estilo inconfundiblemente mixteco), sin la cual la película sencillamente no podría existir. La actuación de la maestra normalista es tan arrebatadora que es lo que sostiene toda la película fuera de su preciosismo técnico, con el innegable apoyo de Marina de Tavira y la bola de niños execrables que ella cuida. Los hombres adultos son, como debía de ser en una historia de este tipo, comparsas.

(También debo mencionar al peligroso y guapísimo Fermín, interpretado por Jorge Antonio Guerrero, que desde que dice que es de Neza yo dije: “ese tipo es malas noticias”).

Desde un punto de vista personal, la película tuvo un impacto enorme en mí porque la historia es peligrosamente cercana a mi corazón. Mi familia era sin duda alguna mucho más jodida que la de Cuarón, pero éramos de cualquier forma clasemedieros con una muchacha indígena (Susy) que ayudaba a mi madre, que contribuyó mucho a criarnos a mi hermano y a mí y a quien yo sigo queriendo como a mi madre. Mi segunda madre.

Encima de todo lo anterior, me encantó la película porque es una oda de amor a la Ciudad de México; la película se llama Roma y varios de los lugares más reconocibles de la colonia aparecen en la misma… pero la verdad es que la película pudo haberse desarrollado en cualquier otra parte de la Ciudad con un nivel socioeconómico no muy alejado, tanto para arriba como para abajo.

Es una película chilanga hecha por un chilango relatando un año de su niñez viviendo en una colonia chilanga. Eso me encanta.

La película probablemente sea nominada a mejor película extranjera en los premios de la academia gringa; y es posible que consiga otras nominaciones. Independientemente de eso, vale la pena verla (de preferencia en una pantalla grande y con un buen sistema de sonido) por sus valores artísticos y técnicos, incluso si no se quieren creer la importancia que tiene para la historia del cine nacional, para la Ciudad de México y para las miles de muchachas como Cleo, que ayudaron y ayudan a criar a miles de niños chilangos (yo incluido) con un amor, lealtad y dignidad que probablemente no merezcamos, pero que aún así recibimos.

Hacía décadas que una historia de este estilo debió ser contada en el medio cinematográfico a este nivel de precisión técnica y belleza artística; y yo le agradezco a Cuarón que él lo haya hecho.

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