X-Men: Days of Future Past

Por la grave situación política del país, entre otras cosas, no he escrito mucho en el blog. Se siente ligeramente superficial estar hablando de cultura popular o tecnología, cuando estamos a un error idiota de que todo estalle de manera irreparable.

Sin embargo, esto no ha resultado en que deje de dar mis clases (descontando los paros, obviamente), o que deje de hacer mi trabajo. No veo entonces por qué dejar de escribir de las pendejadas que me gustan, al menos mientras la situación, por precaria que sea, no se vuelva insostenible.

Así que mientras ocurre lo que sea que vaya a ocurrir, voy a tratar de seguir con el blog de la manera más natural que me sea posible.

Después de ver Edge of Tomorrow, vi X-Men: Days of Future Past. Se aplican las de siempre.

X-Men: Days of Future Past

X-Men: Days of Future Past

¿Recuerdan Lost, el programa de televisión que todo mundo veía, pero que después un montón de gente dejó de ver porque se la jalaron durísimo los creadores? Esa serie nunca resolvió satisfactoriamente el montón de preguntas que planteó a lo largo de su existencia, pero la mayor parte de los fans de la misma acabaron medianamente satisfechos al final, porque los realizadores utilizaron un truco baratísimo, pero sin duda efectivo para ello: en la temporada final, para motivos prácticos todos los personajes de la serie volvieron a aparecer, aunque en muchos casos sólo por un par de minutos.

X-Men: Days of Future Past recurre al mismo truco barato: todos los personajes de las películas de los X-Men aparecen, aunque en varios casos sea únicamente en un par de escenas… y maldita sea si no funciona; a mí me encantó.

También es cierto que las películas de los X-Men en general habían sido satisfactorias; exceptuando la tercera entrega, que esta última película trata por todos los medios de obliterar. La trama sigue, con muchas libertades, la misma del cómic del mismo título: un X-Man tiene que viajar en el tiempo hacia el pasado, para evitar que Mystique cometa un crimen que desencadenará la persecución y genocidio de casi todos los mutantes.

Además del truco barato mencionado arriba, la película tiene muchas cosas que la hacen memorable: una vez más James McAvoy y Michael Fassbender toman perfectamente la batuta como Xavier y Magneto, respectivamente; Jennifer Lawrence hace lo que siempre hace en todas sus películas, consiguiendo que Mystique sea entrañable además de estúpidamente sexy; Hugh Jackman es Hugh Jackman, con cada vez más esteroides en su persona; y por último Peter “Tyrion Lannister” Dinklage consigue la no despreciable hazaña de interpretar a un gran villano, sin que el hecho de que sea un enano (paradójicamente, en los hechos un mutante) importe en lo más mínimo.

La película me encantó, porque así de barato soy yo; pero lo importante es que, además de borrar con un manotazo el insulto que fue X-Men: The Last Stand hace ocho años, abre las posibilidades a un montón de películas más acerca de los X-Men, con una nueva generación de actores, más jóvenes y más guapos, tomando las riendas de Patrick Stewart e Ian McKellen.

Así que réntenla, aunque lo más probable sea que de hecho ya la vieron.

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