El Hobbit: Un Viaje Inesperado

Hace dos semanas, después de quedarme sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabajo, fui a ver The Hobbit: An Unexpected Journey. No había escrito al respecto por razones.

Se aplican las de siempre.

The Hobbit: An Unexpected Journey

The Hobbit: An Unexpected Journey

Mientras que en las películas del Señor de los Anillos uno sentía siempre que los actores andaban apresurados tratando de decir todas sus líneas, y de que los realizadores hacían malabares y magia negra para poder meter lo más posible de los libros en el limitado espacio que da una película de menos de tres horas (las versiones extendidas son mucho más relajadas en ese sentido), en esta primera entrega de la que será la triología del Hobbit ocurre precisamente lo contrario.

Aquí, como van a tener unas ocho horas en total, pueden meter lo que se les dé la gana, y así lo hacen. Me sorprendió de hecho que no pusieran partes del Silmarillion. Pero mejor cierro la boca; no quiero darles ideas.

Antes de continuar, debo hacer notar que yo prefiero las películas del Señor de los Anillos a las novelas, por la sencilla razón de que las novelas son aburridísimas, por muy bonito que estén escritas. Como decía Omar: “dejé el libro cuando después de 100 páginas Frodo aún no salía de su casa; a lo mejor en las siguientes 100 iba a la tienda por cigarros”. Además, me parece que los cambios que agregan a la historia y el diálogo (“Gondor has no King. Gondor needs no King.”) las llenan de mucha más asombrosa asombrosidad.

Como sea; dado que yo nunca he sido gran fan de la literatura infantil (y no, no considero a Harry Potter literatura infantil; al menos no en su mayoría), probablemente porque (como Omar me hizo notar) realmente no hay tal cosa en español, The Hobbit nunca fue de mis libros favoritos. Me gusta el final, la Battalla de los Cinco Ejércitos, y hay partes divertidas sin duda alguna (la parte donde los elfos de Mirkwood interrogan a Thorin es hilarante), pero en general es un librito que me da más bien hueva (magistralmente escrito, eso sí).

Por lo tanto no es de extrañarse que me haya gustado más la película, que las primeras trece páginas del libro en las que está basada.

Nada más ver de nuevo a un montonal de miembros del elenco del Señor de los Anillos haría que valiera la pena verla; pero además hacen mucho más emocionante y llena de acción la historia, y llenan el amplio tiempo libre que tienen poniéndole cosas de la mitología de la Tierra Media. En particular, Radagast es más allá de cagado, y es muy divertido que Gandalf “no recuerde” cómo se llaman los otros dos magos, los azules.

Mención aparte merece el juego de acertijos que Bilbo y Gollum tienen. Los realizadores merecen que les hagan una estuata por convertir una parte más bien ridícula y sinsentido del libro, en una escena muy divertida, muy emocionante, y con unas actuaciones espectaculares de Andy Serkis y Martin Freeman.

Que por cierto, me parece que la película me gustó tanto en gran medida por Arthur Dent encarnando de forma perfecta a Bilbo Baggins. Los enanos son muy cagados, pero Freeman hace suyo totalmente al personaje de Bilbo.

Está padre que el nerdgasmo que nos dieron con la triología del Señor de los Anillos se vaya a extender con otra triología (aunque qué descarada manera de ordeñar dinero), y me alegra mucho que esta primera parte haya salido tan bien. Sin duda las otras dos películas tendrán también toneladas de material que ni siquiera era mencionado en el libro pero, hey, yo no me quejo.

Así que vayan y véanla (si acaso no lo han hecho). A mí me hizo mucho bien ir a verla al cine.

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