La doble ‘s’

Hay cosas que yo sencillamente no hago. Una de ellas es salir de la Ciudad durante las vacaciones de semana santa. Varios conocidos míos dirían, algo cínicamente debo agregar, que yo nunca quiero salir de la Ciudad; y hasta cierto punto tendrían razón.

Pero en semana santa es todavía más extremo; de verdad tendrían que darme razones muy poderosas para que me pudieran convencer de salir de la Ciudad en estos días. Y digo que tendrían que darme, porque obviamente nunca saldría de mí la idea.

En otras fechas puedo sin ningún problema salir de mi Ciudad. No necesariamente me va a agradar la idea, pero sin problemas puedo hacerlo. En semana santa va casi en contra de mis principios.

No sólo es un infierno entrar y salir de la Ciudad estos días; además son justo los días cuando más chido es andar paseando por la Ciudad, si uno acepta alegremente la idea de que un montón de cosas estarán cerradas.

De hecho, no creo haber salido de la Ciudad durante ninguna de las semanas santas de mi vida.

Como sea, este año no fue excepción; lo que sí es que no salí a ningún lado porque me quedé a trabajar (ya saben, el doctorado y la chingada). Pensé que tendría (como suele ser el caso) paz y tranquilidad para trabajar sin interrupciones.

Hasta que, claro, ayer en la noche uno de mis vecinos decidió tener una mega fiesta. Para ser sincero, no sé si fue mega; pero sí fue muy ruidosa. Con lo cual en general yo no tengo problemas; el problema es que se la pasaron cantando todo el tiempo.

Y sus habilidades de canto eran, por decir lo menos, básicamente inexistentes.

Supongo que podría haber sido peor.

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