El desafuero

Hoy vi a Omar y Juan; fuimos a comer al Cenote Azul (que nunca ha terminado de gustarme, pero que tiene una de las meseras más lindas que jamás haya yo visto), y después regresamos a mi casa por la laptop de mi mamá (que tiene salida a TV) para ver algunos capítulos de Cowboy Bebop y algunos capítulos viejitos de Robotech. Todavía me emociono cuando veo Hasta las estrellas.

Saliendo del Cenote, mi mamá me habló para decirme que la sección instructora había aprobado (3 votos contra 1, o sea, PRI-PAN vs. PRD) que el desafuero se vote en la cámara de diputados.

No sé si sea que faltan (a partir de hace 27 minutos) dos días para que el Conacyt publique los resultados de la convocatoria; o si sea que aún queda la posibilidad de que la cámara vote en contra el desafuero… pero me lo tomé con mucha calma.

En parte creo que es que he visto a la ciudadanía capitalina básicamente unida en torno al tema. Es una mayoría absoluta y aplastante la que apoya al peje, y son muchos los que no tienen la menor intención de dejarse. Y mientras eso continúe, no les va a resultar tan sencillo darnos en la madre.

Les platicaba a Omar y Juan de la encuesta que había escuchado en CNI: que 75% de la ciudad estaba en contra del desafuero y que 54% apoyaba marchas y protestas pacíficas para repudiarlo. Omar añadió “y seguro como 30% apoya manifestaciones violentas”. Yo le dije, “no, como 7%”. Omar me dijo algo que yo no había pensado: 7% en la Ciudad de México, es un chingo de gente.

No sé qué vaya a pasar. Hay una ínfima esperanza de que la cámara de diputados rechace el desafuero. Sinceramente lo dudo, pero la esperanza ahí está. Si a pesar de todo lo que la legalidad, sensatez política y cordura dicen, lo desafueran, entonces que ellos se atengan. Porque esto se va a poner feo.

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