Desfiladero

El viernes iba en mi carro sin hacerle daño a nadie (incluso tratando de mantener el nuevo límite de velocidad que los radares nos imponen), cuando oí en Hoy por hoy, en su versión dirigida por Ezra Shabot y su equipo de Poder y Dinero, la noticia de que, según la última encuesta de GEA/ISA, Felipe Calderón había alcanzado al Peje en las preferencias electorales.

Por supuesto lo primero que pensé fue “ah chingá…”

La cosa no es que le voy al Peje y que Felipillo cada vez me cae peor; la cosa es que, desde cualquier punto de vista que se vea, está muy raro. Dos encuestas independientes, justo antes de la de GEA/ISA, ponían al Peje con una cómoda ventaja sobre Calderón. Los actos del Peje (especialmente el último en Villahermosa), han sido calificados por casi todos los medios de masivos, mientras los de Calderón han sido justamente lo contrario (con lo que pasó en Iztapalapa, en el Toreo, y en la Merced resaltando particularmente como reveses para el abanderado blanquiazul), además del escándalo que se está gestando por los hijitos rateros de Marta y la secretaria piojito, que por supuesto le pega al PAN, independientemente de cuánto quieran despegarse Felipe y Espino.

Si hubieran sido dos o tres encuestas, en cada una de las cuales Felipe se acercaba cada vez más al Peje hasta alcanzarlo, lo creería (y me preocuparía) sin lugar a dudas. Sólo que así de golpe está muy raro.

No me creo del todo el comentario que hace Jaime Avilés en su columna del sábado; pero ciertamente hace observaciones interesantes. Le recomiendo a cualquiera que le interese la contienda de este año que le eche un ojo: tómenselo con un grano de sal (es La Jornada); pero sí vean lo que dice.

Quiero creer que no intentarán hacer fraude este año; que entenderán que 1988 fue hace 18 años, y que la gente ya no está dispuesta a aceptar esas cosas. Pero incluso si lo hacen, le tengo una fe muy grande a la gente de este país, y aunque creo que se armaría un desmadre donde hasta muertos habría, estoy seguro de que la gente no se dejaría, y lo lograríamos evitar.

Sólo espero que no nos quieran poner a prueba.

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