Hidropocalipsis 2018

En mi edificio de departamentos se va el agua más o menos cada 2 meses. Excepto un par de ocasiones desde que comencé a vivir aquí, nunca ha sido realmente problemático; nunca se va del todo, generalmente cayendo de forma reducida en la noche. Planeando bien la lavada de la ropa y tomando un par de duchas en la noche siempre he podido darle la vuelta (y supongo que mis vecinos también, que podría comprobar si les hablara, cosa que no hago). Como digo, sólo en un par de ocasiones sí ha sido necesario ir al estacionamiento del eficio y llenar ahí una cubeta con agua para bañarme a jicarazos, como en Macondo (calentando el agua en mi estufa, eso sí).

Cosas que uno aprende de sí mismo: me puedo bañar con una cubeta de agua (mediana) con bastante facilidad. The more you know.

Como sea; cuando anunciaron el hidropocalipsis 2018, yo no me enteré porque generalmente sólo leo la portada de la Jornada a ver qué tarugada dijo el Peje el día anterior. Pero eventualmente me llegó la noticia y yo supuse, dado el historial de mi edificio, que no tendríamos agua durante una semana más o menos. Así que llené 2 cubetas 2 de agua, lavé ropa en la fecha cercana al corte y me preparé para tener que ir a visitar a mi mamá a Xochimilco para bañanarme o pasar un día sin hacerlo (que, de verdad, son contados en mi vida).

Y, como suele ser esta Ciudad, terminó ocurriendo que no fue necesario. No se cortó el agua aquí ni un minuto (hasta donde pude registrarlo). No sé si tenga que ver que mis vecinos casi todos salieron corriendo de aquí o qué, pero este puente impuesto resultó de los más tranquilos y relajantes que he tenido en años.

Claro que, de nuevo, como suele ser esta Ciudad, probablemente mañana se corte el agua y no regresé hasta la llegada del mesías, o como sea que le digan ahora a la toma de posesión del tarado del Peje.

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