Noé

Hace, literalmente, como mil años, fuimos a ver Noah.

Se aplican ya saben.

Noah

Noah

Esta nueva versión cinematográfica del mito abrahámico tiene un montón de cosas a su favor: un elenco espectacular; unos efectos fabulosos; que se toma a la biblia como lo que es, un libro de cuentos; y a un Dios (mis lectores de mucho tiempo notarán mi raro uso de mayúscula para el término) que dice “nah, a la verga; que se chinguen todos excepto Noé, porque necesito chofer para mis bestias”.

A mí me encantó; y se me hizo fabulosa la escena extendida donde el big bang y la evolución son bellísimamente entrelazados con los mitos del génesis abrahámico… hasta que se topa con una pared con Adán y Eva, porque eso sí no tiene ningún sentido. Pero bueno, no se puede todo en este mundo.

Dado que, desde el punto de vista fundamentalista de cualquier religión abrahámica, esta película es más blasfema que Marx, me hubiera gustado que los realizadores lidiaran de forma más interesante con Génesis 9:22:

Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera.

La película básicamente lo escenifica a pie juntillas (después de agregar ángeles de piedra y cambiar docenas de cosas), cuando un montón de estudiosos de la biblia creen que el sentido original era mucho más interesante (sólo como un ejemplo, Cecil menciona dos en The Straight Dope).

Y también hubiera estado padre que el mundo tuviera más que gente blanca antes de ser destruido, y que alguien que no fuera blanco fuera salvado.

Pero son cosas menores; la película se me hizo espectacular, y yo la recomiendo ampliamente.

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