Histórico

No es que queramos regodearnos al hacerles notar que se los dijimos.

Histórico

Histórico

Pero se los dijimos.

Obviamente son cifras preliminares, pero todo apunta a una madriza de proporciones bíblicas: no sólo ganamos la presidencia de la república (que sólo los más fanáticos ponían en duda); no sólo ganamos la CDMX (que fue de las estrategias más bizarras que he visto, que la oposición se pusiera a vociferar que ya habían ganado la Ciudad cuando iban debajo en todas las encuestas); no sólo conservamos todas las gubernaturas que Morena gobernaba antes de hoy; además ganamos Yucatán (que bajo un análisis cuidadoso ni siquiera es tan inesperado) y encima redujimos el porcentaje de victoria de MC en Jalisco y el del PAN en Guanajuato a su nivel más bajo en 30 años.

En particular en Guanajuato se perdió la gubernatura (que era muy difícil ganarla, ya sabíamos): pero Claudia ganó en la entidad. Esto es importante: en 2018, AMLO ganó todos los estados de la república, excepto Guanajuato. Existe la posibilidad de que en el futuro ganemos en Guanajuato y el resto de las (cada vez menos) entidades que gobierna la oposición, especialmente con la incompetencia sistémica que han mostrado.

Más significativo, incluso, que las elecciones presidenciales y por entidad, se ganó la cámara de diputados con mayoría calificada, y en la cámara de senadores estaremos a un puñado de escaños (menos de cinco) para tener también mayoría calificada. Evidentemente se podrá negociar con MC, pero más sencillo será tirar al piso un billete de tres pesos partido por la mitad y que los senadores de la completamente destruida coalición del corazón partido se peleen como perros por el mismo: los ganadores tendrán la oportunidad de votar por las reformas constitucionales junto con Morena y sus aliados y así tener una (pequeña) oportunidad de continuar su vida política cuando termine su cargo.

Como hace seis años, la victoria de la Transformación no estaba en duda; sólo no sabíamos exactamente la magnitud de dicha victoria. Yo en particular me conformaba con 53%, dado que consideraba fundamental el al menos igualar el resultado de 2018; esperaba un 55%, por los promedios de las encuestas; y soñaba con un 57%.

Claudia ganó las elecciones con más del 58% de los votos; probablemente se quede en 59% pero no es imposible que llegue al 60%. Este resultado hace a estas elecciones la evidencia más contundente de la preferencia que tienen los mexicanos por las políticas de la Transformación, además de que dan una respuesta aplastante a la consulta implícita que suelen ser las elecciones presidenciales: la mayor parte del país (por mucho) aprueba el desempeño del primer sexenio de la Transformación y desean que el país continúe en ese mismo rumbo.

Lo cual confirma lo que venía diciendo desde enero: Andrés Manuel López Obrador es el mejor presidente que hemos tenido en el siglo XXI. El consenso nacional (independientemente de lo que ustedes puedan creer de manera individual) es que esa afirmación es verdadera.

Hay mucho qué escribir; hay mucho qué analizar; hay mucho qué discutir. Tengo varias entradas pensadas, porque lo que pasó hoy, queridos lectores, no puede calificarse con un adjetivo menor a histórico. Y sí, es histórico que México haya elegido a su primera mujer presidenta; es histórico que el proyecto de la izquierda mexicana haya superado su primer sexenio con este nivel de éxito; es histórica esta victoria tan contundente.

Pero no me refiero nada más a eso: también es (y no hay que permitirles que traten de barrerlo debajo de la alfombra) una derrota histórica. Una derrota histórica del modelo neoliberal; una derrota histórica de la derecha mexicana; una derrota histórica de los patéticos partidos de oposición. Del PRD que desaparecerá en los próximos meses; del PRI, que probablemente desaparecerá en el próximo sexenio; y del PAN, que no desaparecerá, pero que no podrá volver a aspirar a la presidencia en varios años, probablemente en décadas.

MC merecerá su propio análisis, pero me parece que es justo decir que, aunque quedara en tercer lugar y tuviera reveses en los estados que gobierna (Claudia Delgadillo le pisó muy de cerca los talones a Pablo Lemus en Jalisco; y la hermosísima Mariana Rodríguez perdió en Monterrey), en los hechos salió ganando en esta elección.

Y es importante, me parece, enfatizar que la derrota es de los partidos. Sí, Xóchitl fue pésima, terrible candidata, pero esta derrota histórica no es nada más su culpa: las terriblemente incompetentes dirigencias del PRI, PAN y PRD (por no mencionar al retrasado mental de Claudio X. González) son igual de o más responsables de la derrota.

Hablando de culpas y méritos, yo sinceramente agradezco que Xóchitl concediera de inmediato; su discurso (con casi toda certeza escrito por Germán Martínez) fue medio mezquino y con destellos de malos perdedores: pero concedieron. Claro, era medio patético no hacerlo cuando perdieron con menos de la mitad de los votos de Claudia, pero no me extrañaría que varios de los animales en la coalición del corazón partido, de ser por ellos, hubieran querido alargar el chilloteo y no admitir la derrota.

Bueno, y después de esta victoria (por no decir madriza) histórica, ¿ahora qué?

Contrario a hace seis años, no estoy cautelosamente optimista; ahora estoy entusiásticamente optimista: el modelo funciona; el proyecto es el correcto. Hace seis años, aunque obviamente lo creíamos, no lo sabíamos con certeza; ahora sí lo sabemos: tenemos evidencia empírica. Mientras se preserve el principio fundamental del obradorismo:

Por el bien de todos, primero los pobres.

Las cosas saldrán bien. Sí, habrá errores y equivocaciones; sí habrá incompetencia y corrupción (cada vez menos, si nos ponemos las pilas); sí, algunas cosas no se les dará la prioridad que necesitan y otras que deberíamos abandonar se seguirán apuntalando. Pero en general seguiremos avanzando en la dirección correcta.

Hoy, como hace seis años, yo voy a celebrar; me hubiera gustado hacerlo ayer, pero los dramáticos del INE retrasaron el anuncio oficial hasta casi la media noche. Mis padres, luchadores de izquierda de toda la vida, alcanzaron a ver cómo terminaba con éxito el primer gobierno federal de izquierda en México, y cómo por primera vez en 200 años una mujer, una mujer orgullosamente de izquierda, académica y lamentablemente egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM (es broma), se sentará en la Silla del Águila.

El análisis detallado de los resultados de las elecciones, tanto federales como locales, lo dejaré para futuras entradas; hoy yo los invito, queridos lectores, a que celebremos la continuación para los próximos seis años (por lo menos) de la Transformación de México, incluyendo la ahora innegable transformación de las conciencias en el país.

3 comentarios sobre “Histórico

  1. Kanek,

    ¿Vas a tener algun cargo de funcionaio en el nuevo gobierno?

    Director de la facultad de ciencias, minimo.

    O con Pablo Merino que es el computologo de Shiembaum

    1. No, para nada. Yo soy profesor y no me interesa ser director de la Facultad (suena excesivamente problemático).

      Yo sé que el comentario probablemente sea en broma; pero sí ocurre que mucha gente no entiende que, particularmente en la izquierda mexicana, militar en un movimiento social o un partido político (o en una combinación de ambos, que eso es lo que es Morena, como su nombre indica: MOVIMIENTO de Regeneración Nacional) es muy común que no sea con aspiraciones a cargos o prebendas. La evidencia más fuerte de esto es que durante décadas la izquierda mexicana ni siquiera podía ofrecer cargos o prebendas, porque perdíamos siempre.

      Votaron por Claudia más de 33 millones de mexicanos; obviamente la gran mayoría no lo hizo esperando un hueso. Pero incluso los miles o decenas de miles que activamente militamos tampoco buscamos un hueso; me parece que sí lo hacemos esperando un beneficio, pero no dudo que la gran mayoría entiende que ese beneficio es el mismo que le tocaría a los que no militan activamente: e incluso a los que votan en contra de Morena.

      Por el bien de todos, primero los pobres.

      Por el bien de TODOS.

      A mí me parece (y aparentemente así piensan otros 33 millones de mexicanos) que sí está funcionando.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *