Gran Turismo

A finales de agosto del año pasado, fui a ver Gran Turismo, dado que múltiples críticos dijeron, en pocas palabras, que estaba “divertida”.

Y la verdad sí está divertida. Se aplican las de siempre.

Gran Turismo

Gran Turismo

Gran Turismo es una serie de videojuegos para distintas versiones del PlayStation; se precia de ser de los simuladores (no nada más videojuegos) más fieles que existen. Lo que me da risa, porque los carros literalmente rebotan cuando chocan.

Los videojuegos no incluyen ningún tipo de historia: hay campañas, pero consisten en participar en distintas carreras con cierto orden; no hay personajes ni arcos ni nada que se pueda considerar como una narrativa.

Para adaptar el videojuego a una película, entonces, Sony lo que hizo fue dramatizar una historia verdadera: la Academia GT que Sony/Nissan organizó para tratar de poner un conductor gamer de Gran Turismo detrás de un volante de verdad y darle la oportunidad de convertirse en un piloto profesional de carros de carreras. El protagonista es Jann Mardenborough, un muchacho británico que sí comenzó jugando Gran Turismo en PlayStation, y que después de la academia se volvió piloto profesional de carros de carera.

Los puntos principales de la historia son verdaderos; pero están no sólo dramatizados, sino cambiando su orden o cuándo ocurrieron. Y en ese sentido es una película deportiva como suelen ser todas: un protagonista externo que gracias a su esfuerzo y dedicación, así como el apoyo de un entrenador que es veterano del mismo deporte, consigue superar todas las adversidades y terminar en el podio de una carrera con puros pilotos profesionales.

Y me parece que hasta ahí llegó, por cierto; creo que el tercer lugar que obtiene en la película es el mejor resultado que Mardenborough ha obtenido en toda su carrera profesional.

Como sea, está entretenida la película, pero realmente no hay mucho que tenga que ver con el juego, que yo he jugado y es de mis favoritos. Hay una escena donde los frenos de su carro se cristalizan y entonces no puede frenar y choca contra una barrera de llantas, pero la verdad yo ni sabía que el juego podía emular eso. Y otra escena, que con esa sí me identifiqué, donde Jann dice: “conozco esta pista; la he recorrido miles de veces”.

Lo cual es cierto; cuando está la carrera de su accidente en Nürburgring Nordschleife, yo fácilmente reconocí varias porciones de la pista, porque es de las más icónicas del mundo y está en múltiples videojuegos de carreras. Y justamente cuando Jann se acerca al punto donde ocurrió el accidente, yo casi me levanto en el cine y grito: “¡indio, frena!, ¡te vas a matar!”, porque justo en ese punto no es raro que yo salga volando, porque es una de las características de esa parte de Nürburgring Nordschleife. Y sí, el muchacho sale volando lo que causa que mate a un espectador.

La película no es particularmente original ni es una obra de arte. Y la tesis principal que la historia plantea (que un jugador de videojuegos podría convertirse en piloto profesional) la verdad no me queda claro que quede demostrada, excepto por grandes números: tanta gente juega simuladores de carreras, que probablemente uno de ellos la pueda hacer en la vida real.

De todas maneras es bastante disfrutable; está padre el drama familiar (además de que adoro a Djimon Hounsou y Geri Halliwell); David Harbour y Orlando Bloom siempre me han caído bien y aquí no decepcionan; ver carreras en el cine siempre es muy emocionante, además de que hay varias tomas con drones espectaculares; y pues son carritos yendo harto bien rápido, además de que hablan con cierto respeto (aunque también con un montón de escarnio) de los gamers.

Así que yo sí la recomiendo.

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