Hellblade: Senua’s Sacrifice

Mi siguiente trofeo de platino fue Hellblade: Senua’s Sacrifice, que recomiendo ampliamente.

Hellblade: Senua's Sacrifice

Hellblade: Senua’s Sacrifice

Este juego es famoso, entre otras razones, porque muestra de manera muy realista (dicen) lo que es tener esquizofrenia.

Nuestra protagonista, la titular Senua, es una guerrera picta (ancestros de los escoceses), que llega a la frontera de Helheim para salvar el alma de su ociso novio, Dillion. Senua, como digo arriba, es esquizofrénica, que en el siglo octavo interpretaban no muy sorprendentemente como que estaba maldita. Su mamá sufría la misma enfermedad, pero la aceptaba como una bendición que le permitía “oír espíritus”, ante lo cual el papá de Senua decidió quemarla viva enfrente de su hija de cinco años, lo que hizo empeorar el esquizofrenia de Senua y que ella se sienta acosada por las voces que hablan en su cabeza.

Su vida cambia cuando conoce a Dillion y se enamoran, hasta que lo desmueren, que es lo que desata la historia del juego.

El viaje de Senua consiste entonces en entrar a Helheim y enfrentar a Hela, lo que se traduce en pelear con monstruos y guerreros vikingos (al parecer los responsables de la muerte de Dillion), atravesar escenarios infernales y pasar pruebas de valor y coraje, mientras Senua escucha las voces en su cabeza que en igual medida la alientan y se burlan de ella, todo sin que nosotros, como espectadores, tengamos una puta idea de qué es real y qué se lo está inventando Senua. Porque está loca.

(Ya sé que el término no es políticamente correcto hoy en día, pero ciertamente es el más conciso).

Es un juego espectacular; en gran medida por la actuación de Melina Juergens como Senua. Hay combate, pero realmente no es muy elaborado: Senua tiene una espada y puede bloquear, dar espadazos débiles y fuertes, que se pueden combinar en uno o dos combos. Sin embargo, es más de resolver acertijos para ir avanzando; y más aún de acompañar a Senua en su sicósis, porque su viaje no es para salvar el alma de Dillion (eso es sólo su pretexto): es para que ella misma acepte su muerte (y la de su madre y múltiples otros traumas de su vida), así como a su condición y cómo vivir con ella.

Pero encima de todo eso, Hellblade: Senua’s Sacrifice es una historia trágica de amor, entonces, queridos lectores, me encuentro contractualmente obligado a que me guste.

Yo me eché el juego en dos años, porque lo comencé durante el primer año de la pandemia, saqué un trofeo, y lo abandoné casi tres años hasta el año pasado, cuando saqué el resto de los trofeos en cinco días. Es un juego fascinante una vez que agarra ritmo.

Hace cuatro años salió el avance de la segunda parte, que es por sí mismo espectacular; pero yo estaba preocupado porque al parecer será una exclusiva de XBox, dado que Microsoft compró el estudio que hizo ambas partes. Sin embargo, eso al parecer ya no será un problema.

Les recomiendo encarecidamente que traten Hellblade: Senua’s Sacrifice; es un juego divertido, pero la experiencia narrativa es espectacular, con una historia realmente simple, pero profunda, con en los hechos un único personaje (a menos que quieran contar a las voces en su cabeza).

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