El último pejegrito

Ayer fui al Zócalo de la Ciudad de México a presenciar, por última vez en mi vida, como el Peje daba el grito de la independencia.

Fui porque consideré justo y necesario que fuera, dado que hay mucho qué celebrar: la victoria aplastante del 2 de junio; el increíblemente fuerte cierre de sexenio, con un Peje con una aprobación por parte de la población que supera el 70% y se acerca (según algunas encuestas) al 80%; el fin del sexenio del mejor presidente que ha tenido México en este siglo (y buena parte del anterior); que en dos semanas estrenaremos nuestra primera presidenta… y por supuesto la firma de la reforma al poder judicial, que se hizo ayer unas horas antes del grito y que concluye una de las últimas (y una de las más importante) victorías políticas del tabasqueño.

Fue lo que suele ser este tipo de ocasiones, nada más con bastante lluvia antes de empezar: una plaza abarrotada donde de hecho nos fue imposible llegar a la plancha; y muestras de amor desmedido por parte de un pueblo sinceramente agradecido con un presidente que consideramos nos cumplió en un montón de cosas y que fácilmente le disculpamos en las que se quedó corto.

Eso es algo que en general no puede entender la derecha; el genuino amor que un montón de gente le tiene al Peje. No faltarán los que digan que éramos acarreados, o peor: que éramos borregos idiotas siguiendo a un líder carismático sin ser capaces de pensar por nosotros mismos. En su clasismo y racismo (en muchos casos) no pueden aceptar el hecho de que somos sus iguales como ciudadanos, y por eso se sorprenden cuando pierden de manera humillante en las elecciones.

La banda cada cierto tiempo espontáneamente comenzaba a gritar los estribillos que siempre siguieron al Peje como dirigente: “¡es un honor, estar con Obrador!”; y “¡presidente, presidente!”; una y otra y otra vez. La Jornada comenta en una nota, pero yo lo puedo confirmar porque ahí estuve: ni un sólo chiflido; ni una sola mentada de madre; ni un sólo reclamo al que sin duda alguna es el presidente más querido por el pueblo de México en los últimos tiempos, probablemente desde el General Cárdenas. Esto no fue así con los últimos gritos de los presidentes que antecedieron a Andrés Manuel durante este siglo; la banda les mentó la madre enérgicamente durante los mismos.

Me divertí mucho, aunque moría de hambre porque no pudimos encontrar un lugar para cenar y yo estúpidamente salí de mi casa sin hacerlo; aunque me compré unos esquites que mantuvieron la situación manejable. Me dio gusto poder ir al que será el último acto de esta envergadura del líder indiscutible de la izquierda mexicana que sale por la derecha del escenario después de haber desempeñado un papel que incluso en muchos casos susperó nuestras espectativas.

Quiero terminar con una observación que me sorpendió, al menos al inicio; caminando por 5 de mayo hacia la estación del metro Bellas Artes, pasó un pequeño convoy de vehículos militares (no Guardia Nacional; el Ejército Mexicano), y de manera completamente orgánica y espontánea, la gente que llenaba la calle comenzó a gritarles porras, a saludarlos e incluso algunas muchachas a volarles besos.

Para mí, que me he movilizado en la izquierda desde que soy adolescente, me sorprendió enormemente al inicio; de donde yo vengo, veíamos al ejército (y las fuerzas armadas en general) con desconfianza y a veces miedo. La reacción más positiva que en general podía surgir de una movilización social frente al ejército era tal vez gritar “¡el pueblo uniformado, también es explotado!”

Jamás en mi vida había visto a la gente movilizada (y entiendan esto: la gente que fuimos al último grito del Peje estamos movilizados) alegremente celebrarlos y echarles porras y mandarles besos. Los soldados estaban que no se la creían, sonriendo como idiotas y regresando los saludos y los besos.

Pero mi sorpresa me duró sólo unos segundos, porque me cayó el veinte casi de inmediato. Claro que la banda celebró a ese pueblo uniformado que también es explotado; acabábamos de celebrar a su Comandante Supremo. El Peje y su administración legitimizaron (al menos en parte) al ejército.

Le quedan dos semanas al sexenio del Peje, pero dudo mucho que ocurra algo particularmente interesante en estos quince días. El primero de octubre seremos testigos de cómo comienza el segundo piso de la Transformación, y al menos yo estoy bastante optimista de cómo se ve el futuro de la Nación.

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4 comentarios sobre “El último pejegrito

  1. Que bueno que el pejismo se reconcilio con el ejercito.

    En otros sexenios el ejercito eran los malos de la pelicula: los asesinos de los estudiantes del 68, los asesinos de los estudiantes de Ayotzinapa y los asesinos de la guerra fratricida de Calderon.

    Ahora ya todo eso se aclaro. Sabemos que los soldados solo obedecian ordenes y eran explotados. Fueron obligados por sus jefes de entonces, son pueblo uniformado.

    Como ya sabemos, la suprema Corte fue la que impidio que se aclarara lo de Ayotzinapa, pero en todo caso hubiera quedado claro que el ejercito no tuvo mucho que ver.

    En todo caso los involucrados en Ayotzinapa serian algunos generales, varios de ellos que ni siquiera ocupan puestos de importancia en el gobierno de Amlo.

    y que bueno que Amlo nos despejo las dudas que teniamos sobre la militarizacion. Nosotros que creiamos que la militarizacion era mala, y ya el Peje nos explico que es buena.

    Que bonito!

    1. Es muy bonito ver cómo el sincero amor por el Peje se esparce en todos lados; qué bueno que comienzas a ver la luz y te unes a millones de mexicanos que seguimos las palabras del Peje que haz de cuenta salieran del creador mismo, sin jamás cuestionar o criticar, haciendo análisis político que consisten en un triste y mal usado sarcasmo porque no podríamos ser capaces de dar argumentos inteligentes en cualquier caso.

      Qué bueno que estás ya del sagrado culto por el Peje, mi corazón se estremece de pensar en todos los nuevos zombies que seguimos ciegamente a nuestro líder que jamás se equivoca ni comete errores.

  2. Antes de la 4T existia la separacion de poderes: Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y Poder Judicial,

    A partir de ahora, seguira existiendo la separacion de poderes: Poder Ejecutivo, Poder Militar y Poder Narco.

    El Presidente, los militares y los narcos van a ser los unicos tres poderes independientes entre si.

    1. No, estás equivocado. El poder militar está firmemente en manos del presidente y lo estará en manos de la presidenta; eso realmente no ha cambiado desde que los generales de la revolución dejaron de ser presidentes. El narco no es un poder; al menos yo (y millones de mexicanos como yo) nunca hemos tenido que obedecer al narco.

      Y sigue existiendo la separación del ejecutivo, legislativo y judicial. Sólo serán elegidos por el pueblo los 3; que no te guste cómo vota el pueblo es problema tuyo, no nuestro.

      Pero sigue en Disneylandia teniendo sueños húmedos acerca de cómo estamos entrando a una dictadura. Aquí en el mundo real estamos celebrando.

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