El rastro de papel

En Slashdot hay una noticia acerca de cómo las autoridades electorales de Maryland están peleando el conservar las máquinas para realizar votaciones electrónicas.

En gringolandia han generado bastante polémica estas famosas máquinas y la compañía que las construye, Diebold. Las críticas más suaves ponen a las máquinas sencillamente como inútiles por las fallas que han tenido; las más duras dicen que son el medio para realizar un fraude electrónico por parte del Partido Republicano.

El artículo es chistoso porque cuando entrevistaron a la administradora de las elecciones, una tipa llamada Linda Lamone, tuvo el descaro de decir que su computadora y las de todos en su oficina jamás se trababan. Nunca.

Cualquier persona que tenga tantita experiencia en computación sabe que sencillamente eso no es cierto. También muestra una sospechosa reticencia a reemplazar un sistema que ha recibido duras críticas por mucha gente que sabe al respecto mucho más que yo.

De cualquier forma, lo que a mí me recordó es la que ha sido siempre mi postura respecto al voto electrónico. El emitir los votos electrónicamente tiene muchísimas ventajas; es más barato realizar así las elecciones, se genera menos basura, el contar los votos es básicamente instantáneo, etc., etc.

Y sin embargo yo me opongo.

Siempre me he opuesto; también a los votos por tarjetas perforadas, que también se cuentan automáticamente. El conteo, creo yo, debe ser realizado por personas.

Pero más imprtante que eso: con el voto electrónico desaparece (potencialmente al menos) el rastro físico de la voluntad popular. Si no hay boletas físicamente, realizar un recuento cuando hay poca certeza es imposible.

Por eso fue tan cobarde la actuación del PAN en 1988, y en particular de Diego Fernández de Cevallos: el quemar los paquetes electorales de esa elección no sólo fue conceder (como terminaron haciéndolo) al muy dudoso triunfo de Carlos Salinas de Gortari. Fue además el aplastar cualquier posibilidad de tan siquiera acercarse a la verdad de lo que pasó detrás de la caída del sistema. Del PRI era de esperarse ese comportamiento: del PAN fue una traición a los prinicipios que en primer lugar llevaron a la creación de ese partido.

Mientras exista la prueba física de cómo votó la gente en unas elecciones (por más amañadas que estén por otros medios), se puede dar al menos algo de certeza a un proceso si alguna de las partes lo pone en duda.

En estos momentos esa prueba todavía está ahí: los paquetes electorales ahí están. No basta con eso; tampoco basta con que “no se destruyan”. Hay que contarlos, y darle algo de certeza a la gente que (con razón o no) dudamos de cómo fue llevado a cabo el proceso.

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5 comentarios sobre “El rastro de papel

  1. ¿Y quién se queda con los comprobantes?

    Caso 1: se los quedan los electores, y entonces el dueño de la fábrica despide a todos los obreros que no le enseñen su “comprobante” donde muestren que votaron por su amigo el diputado.

    Caso 2: se lo queda cualquier otro pendejo; y entonces nos olvidamos del voto secreto (y por tanto libre).

    Caso 3: el elector mete el “comprobante” (digámosle boleta, sólo para ver como suena) en una “caja” (que le diremos urna en el mismo espíritu). ¿Y entonces para qué carajos estamos usando computadoras cuando es más rápido, barato y sencillo un crayón? Sin duda el conteo de los votos sería más rápido; pero esto no es de velocidad.

    Es de certeza.

  2. Yo estaba pensando en que los comprobantes se usarían como en tu caso 3. Así como se hacen las elecciones en México, primero se cuentan mal –como cuentan los humanos– los votos y luego se guardan para ser recontados solo si se considera necesario –e incluso, a veces ni así.

    Creo que la idea con esas máquinas es mejorar el conteo inicial sin perder los papelitos, a los que ingenuamente podríamos llamar “certeza”.

  3. El problema con las compus es que, inevitablemente, serán cajas negras. ¿Cómo garantizaremos que no modifican una, o dos, o la mitad, o todas?

    Mi punto es que no dan nada, excepto mayor velocidad, que nunca ha sido realmente el problema. Puedes decir que las máquinas “cuentan mejor”; pero también es mucha más sencillo “corromperlas”, así que de entrada esa ventaja ya no lo es tanto.

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