Acabo de regresar de ver Superman Returns. Más que nunca les advierto que siguen spoilers.
Superman Returns
Quiero castrar a Bryan Singer. Quiero que lo cuelguen de los genitales y le claven astillas debajo de sus uñas. Quiero que lo quemen en leña verde, lo saquen antes de que muera, lo curen, y lo vuelvan a quemar en leña todavía más verde.
Son unos imbéciles los de Warner Brothers; tenían todo para hacer la mejor película de Superman de todos los tiempos, y lo echaron a perder de forma catastrófica.
De verdad quería que la película me gustara. En verdad quería eso; incluso compré boletos para la sala IMAX de Perisur (por cierto; no vale la pena… especialmente las cuatro escenas “3D”, más bien apestan con los lentes).
Voy a empezar con lo positivo de la película, porque después me va a salir lo medieval más rápido que una bala. Primero que nada Brandon Routh: es perfecto para el papel de Superman, y tengo que reconocer que envidio su musculatura. Segundo: los efectos especiales de verdad le hacen a uno creer que Superman en verdad existe… aunque eso ya lo sabíamos. Desde que vimos a Neo volar y pelear en Matrix sabíamos que ya se podía hacer una película decente del Hombre de Acero. Tercero: las escenas donde la gente (la banda, el pueblo, las masas) admiran y vitorean a Superman; eso creo que nunca pudieron hacerlo en las películas anteriores, y aquí queda bastante bien (aunque muy por debajo de la escena en Spider-Man cuando los newyorkinos le avientan piedras al Duende Verde, y todavía más por debajo de la escena del Metro en Spider-Man II).
Eso está chido: lo demás va de pasable a mediocre. Kate Bosworth está linda pero no me trago ni por diez minutos su personificación de Lois Lane; quiero decir, Lois Lane es la mujer: fuerte, independiente, decidida. Aquí aparece como mosca lampareada en la mayor parte de sus escenas.
Y además no tiene buen trasero. La mujer no es la mujer sin un buen trasero.
Kevin Spacey decepcionate. Siguiendo la personificación de Gene Hackman en las películas de los 70s y 80s; caricaturesco, ridículo y con un plan malévolo aún más ridículo. Del nivel de separar California con una bomba atómica para hacerse millonario con los terrenos de desierto que se convertirán en playa. En esta película es crear una isla con cristales de Kryptón que se coma a Estados Unidos y vender los terrenos.
En serio, no lo invento.
A Hackman se lo perdonamos porque, admitámoslo, eran los 70s. El mundo cambió: acéptenlo.
Jason el hijo bastardo e incógnito de Superman y Lois Lane… buen Dios, pinche escuincle advenedizo, aborto de las chaquetas mentales de Bryan Singer (porque tal escuincle no aparece en ninguna continuidad que yo conozca), y además más insoportable de lo que en general es cualquier niño de 5 años. Creo que ese escuincle es el punto más bajo de toda la película. Y eso es decir mucho, créanme.
Y Superman… ¿por qué, por qué tenían que hacerle eso al héroe más importante del planeta Tierra? Lo regresaron a la versión de antes de La Crisis en las Tierras Infinitas; un insoportable boy scout sin el menor sentido del humor, que depende únicamente de sus poderes para salvar el día y que opaca completamente a Clark Kent.
Si John Byrne estuviera muerto, estaría revolcándose en su tumba. Debe estarse revolcando en su cama, y no de la buena manera.
Ese Superman da hueva. Lo interesante de Superman después de La Crisis en las Tierras Infinitas, es que lo importante del héroe no son sus poderes. Lo importante es que es un hombre bueno, decente, que viene de una familia que lo quiso de verdad y le inculcó un sentido de la decencia sin pendejadas moralistas o ningún tipo de intolerancia. Después de 1986, Clark Kent es la persona, y Superman el disfraz. Aunque pase mucho tiempo como Superman y salvando al mundo de cuanta pendejada tenga que salvarlo, lo importante es que Superman es Clark Kent. Y más aún: Clark Kent se identifica como humano, como terrícola. Rechaza su herencia kryptoniana en muchos sentidos, y en cambio abraza su condición de ser humano. Podrá doblar el acero y congelar océanos, pero es, antes y más que nada un ser humano. Por educación y por elección propia.
El Clark Kent de esta película es patético. Más patético que el de Christopher Reeve: quién sabe como le hacía Reeve, pero su Clark Kent tenía cierta dignidad. El Clark Kent de Routh es vergonzoso, además de que aparece como 10 minutos a lo más. Es relleno, no importa, hubiera dado lo mismo que no apareciera.
Y estoy seguro de que no fue culpa de Routh: estoy seguro que fue idea de Singer. Maldito bastardo: que tenga traumas infantiles y quiera de regreso sus sueños húmedos del Superman que vio en la película de 1978 no quiere decir que tenga que imponérnoslo a todos.
Y es que esa es la gran falla de esta película. Quiere llevarnos a un mundo más sencillo de hace unas décadas, cuando los superhéroes eran sencillamente “los buenos” y combatían a “los malos”. Ese mundo ya pasó a la historia, y por una razón malditamente buena: apestaba. Quiero un superhéroe que tenga cualidades más profundas que él poder levantar montañas; quiero un villano tridimensional creíble que quiera algo más que poder o dinero y por razones más profundas que “porque es malo”.
Tenían todo para hacer una película de Superman fabulosa; la tecnología, el elenco, el público. Y lo echaron a perder haciendo una película para niños.
Las películas de Spider-Man, las de los X-Men, la última de Batman, todas grandes películas de superhéroes son películas que los niños pueden disfrutar, pero no fueron echas exclusivamente para ellos. Superman sí, y a lo mejor algún otro tarado traumado con su niñez se pueda conectar con la visión de Singer y disfrutar enormemente el ideal de un mundo sencillo y bonito donde los buenos son buenos y los malos son malos y los primeros siempre ganan.
Para el resto de nosotros que superamos esa etapa más o menos cuando nos destetaron nuestras madres, la película apesta. Y es una gran lástima, porque se percibe debajo el potencial para la mejor película de superhéroes de toda la historia.
Imprimir entrada