Cuando tenía entre diez y doce años (calculo; esto debió ser a finales de los ochentas), pasaron en la tele una película que se llamaba Flores en el Ático. De estas películas que pasaban en la noche y luego yo de puro milagro veía. Eso sí, recuerdo haberla visto solo.
La película a mí me fascinó porque desde chiquito me gustaban las historias sórdidas; trataba de una familia de seis: la mamá, el papá, el hermano mayor de unos diecisiete años, la hermana de enmedio de unos dieciséis, y dos gemelos de cinco años, un niño y una niña. La historia comienza con el papá teniendo bien a matarse en un accidente, y entonces la madre se lleva a los niños a vivir con los abuelos. La madre, que es una hermosísima e inútil mujer, tiene el plan de contentarse con su millonario papá (que está enfermo) para que al morir la herede y no tenga problemas para criar a sus hijos.
Los niños al llegar no ven al abuelo; la abuela los encierra en el ático y les prohibe salir. Se supone el abuelo no sabe de los niños, pero que si se entera de su existencia será imposible que herede a la mamá, así que los niños aguantan. Poco después de llegar, la abuela agarra a latigazos (literalmente) a la mamá bajo órdenes del abuelo, y hace que le muestre las heridas a sus hijos, para que vean que no se andan con jueguitos, y les dice que es el castigo que tiene que pagar su madre por haberse casado con su primo (yo recuerdo que decían “primo” los subtítulos; no sabía inglés entonces y ya tiene mucho tiempo).
La película trata de cómo tienen encerrados a los niños un año, torturándolos física y sicológicamente, hasta que al final el hermanito menor (uno de los gemelos) muere. El hermano mayor (que le intelegía a usar un viejo microscopio en el ático) descubre que los han estado envenenando con arsénico durante ya mucho tiempo, y entre él y la hermana mayor deciden escapar de su cautiverio. Al hacerlo, descubren que era la mamá la que los estaba envenenando, no la abuela, y huyen de la casa el día que estaba a punto de casarse con un nuevo pretendiente. Al confrontarla, acusándola de asesina desnaturalizada, causan que muera al caer de varios pisos (con todo y vestido de novia… blanco, si pueden creer el descaro).
La película a mí me gustó mucho, porque les digo que la historia es sórdida sórdida. Así que cuando me enteré que estaba basada en una novela de V. C. Andrews, que la novela era todavía más sórdida, y que además es una serie de cinco libros, no pude resistirme y conseguí la novela en inglés para leerla.
No me decepcionó: es sórdida sórdida sórdida.
En primera, Christopher (el hermano mayor) tenía catorce años al inicio de la historia, y Cathy (la hermana mayor) tenía doce. En segunda, se la pasan tres años encerrados en el ático, mientras su mamá se va (literalmente) de gira internacional después de volverse a casar.
Pero además, la papá y la mamá no eran primos; eran medio tío y media sobrina (el papá era medio hermano del papá de la mamá). Y Christopher y Cathy, encerrados ahí solitos en el ático comienzan a desarrollar una tensión sexual entre ellos (para esto ambos parecen ser bastante hermosos), mientras toman el papel de padre y madre de los gemelos.
Eso y que Cathy, con todo y que estaba chiquita, era una zorra.
El punto más sórdido de la novela supongo que es cuando Christopher, medio loco por las hormonas y encelado de que su sabrosa hermanita le hubiera dado un beso furtivo al nuevo marido de su mamá mientras estaba dormido (larga historia), la viola. ¿Cómo no poder disfurtar una novela donde el siguiente diálogo ocurre después de que el hermano viola a su hermana?
“Don’t hate me, Cathy, please don’t hate me. I didn’t mean to rape you, I swear to God. There’s been many a time when I’ve been tempted, and I was able to turn it off. I’d leave the room, go into the bathroom, or into the attic. I’d bury my nose in a book until I felt normal again.”
Tight as I could, I wrapped my arms around him. “I don’t hate you, Chris,” I whispered, pressing my head tightly against his chest. “You didn’t rape me. I could have stopped you if I’d really wanted to. All I had to do was bring my knee up hard, where you told me to. It was my fault too.” Oh yes, my fault too. I should have known better than to kiss Momma’s handsome young husband. I shouldn’t have worn skimpy little see-through garments around a brother who had all a man’s strong physical needs, and a brother who was always so frustrated by everything, and everyone. I had, played upon his needs, testing my feminity, having my own burning yearnings for fulfillment.
Skimpy little see-through garments en la niña de quince años a punto de ser violada por su hermano. No se puede pedir que sea mucho más sórdida.
Hace años, mi madre compraba la revista Vanidades. Ella decía que era como los videocasets limpiadores para la viodecasetera; que le limpiaban la cabeza y le permitían relajarse. Dejó de hacerlo hace años, pero recuerdo que en muchas de las revistas venían novelas de una mujer llamada Corín Tellado al final. Yo me he de haber aventado varias de esas novelas, hasta que caí en cuenta no sólo de lo cursis y predecibles que eran, sino también de su ínfima calidad.
Flores en el Ático es más o menos una novela de Corín Tellado. Está bastante mejor escrita, pero si le quitamos las violaciones, el incesto, la tortura física y sicológica, los asesinatos y lo zorra que es Cathy en un par de ocasiones, es una novela relatada por una chavita adolescente cursi que abusa de expresiones como “golly-lolly” y “good gosh” cada que algo la sorprende. Que es más o menos cada quince minutos, al menos al inicio; el personaje va madurando conforme transcurre la novela.
Me gustó mucho la novela, pero realmente no sé qué tan buena sea. A mí me queda claro que me gusta por lo sórdido de la historia y porque realmente nunca se pone aburrida; porque es muy entretenido escuchar a una adolescente básicamente fresa filosofar acerca de un montón de pendejadas intrascendentes, mientras ella y sus hermanos son torturados y maltratados y a su alrededor se desarrolla una historia que no dista mucho de ser de terror.
La novela ha sido controversial en gringolandia desde que salió en 1979 (¿me pregunto por qué?), y ha sido prohibida en distintos lugares, incluyendo varias secundarias. No sé si no quieran darle ideas a los estudiantes, o qué, pero a mí siempre se me ha hecho idiota prohibir literatura.
Creo que vale la pena leerla; si no se sienten ofendidos por los temas “controversiales” de la novela, puede ser muy entretenida. Huy, y la segunda parte se pone todavía más sórdida.
Pero esa la dejaré para otra entrada.
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