¿Será muy tarde para pensar en un cambio de carrera?
De repente no suena tan loco eso de manejar un microbús.

Porque a veces tienes tantos pensamientos, que te gustaría sacarte algunos de la cabeza.
¿Será muy tarde para pensar en un cambio de carrera?
De repente no suena tan loco eso de manejar un microbús.
Después de un montón de vueltas, por fin tuvieron mis tesis en la imprenta.
Saqué dos juegos; unas en pasta azul, y otra en una pasta que debería denominar como “vino”, pero como soy puma diré que son oro. Azul y oro, ¿entienden?
Fue un viacrucis (como suele serlo) el que salieran bien, porque los tarados de la imprenta confundieron todos los rangos de páginas que debían imprimerse a color como pares; si les apunté que las páginas 99-105 debían ir a color, los muy mensos imprimieron a color únicamente la 99 y la 105, en lugar de 99, 100, 101, 102, 103, 104 y 105.
Como sea, y descontando los corajes por los que me hicieron pasar, quedaron muy chidas.
Ahora sólo falta que de hecho me titule.
Primero no tuve bocinas, porque el único ruido que hacían las computadoras era el “ping”, “boom”, “zoing” del altavoz… lo cual no impedía que Prince of Persia tuviera un soundtrack y unos efectos de sonido fenomenales, por cierto.
Después tuve bocinitas marca “mecoa”, que eran básicamente audífonos sobredesarrollados; con esto quiero decir que sólo usaban la electricidad que la misma salida de audio proporcionaba, no se conectaban directamente a la corriente eléctrica.
Después tuve bocinas que se conectaban a la corriente eléctrica, y por tanto daban un sonido mucho más agradable. Y después tuve mis primeras bocinas con un subwoofer… que por cierto es una gran historia cómo las obtuve. De hecho esas bocinas todavía están siendo usadas; sólo no por mí.
Ahora tengo una estéreo que mi hermano me dejó, y la uso como mis “bocinas”; conecto la salida de mi tarjeta de sonido a la entrada de la estéreo, y el efecto es bastante chido; de hecho puede ser ensordecedor. Historia graciosa con dicha estéreo; no le funciona nada: ni el radio, ni el reproductor de CDs, ni la casetera. Sólo funcionan las bocinas… que es lo único que me interesa.
Como sea, hace unas semanas reproduje una rola con alto volumen, y noté un ruidito en las bocinas. El ruido es exactamente el mismo que hacen las bocinas que han sido “voladas” al haber abusado de ellas, así que me dije “ya valió madre”. Desde entonces he soportado el ruidito, y todo lo oigo a un volumen mucho más reducido del normal.
Pero estaba viendo Grey’s Anatomy (que hace que dude de mi masculinidad, por cierto; me encanta), y es una serie que usa mucha música. Y me di cuenta de que con la serie no hay ruidito; no importa qué tan alto la oiga. Y pues investigando vi que la única diferencia entre cómo oigo música (Rhythmbox) y cómo veo mis series (MPlayer) está el hecho de que lo primero utiliza GStreamer.
Haciendo experimentos lo comprobé: mis bocinas no se volaron; es GStreamer. No tengo idea de por qué; pero si reproduzco directamente a ALSA entonces no hay problema. Así que ahorita estoy recompilando todo GStreamer y todos sus plugins a ver si con eso se recompone.
Si no voy a estar en un problema, porque no tengo idea de qué sea.
Como ahora tengo cuatro gigabytes de espacio en mi cámara fotográfica, decidí hacer uso de una de las funciones que tiene que casi nunca utilizo: grabar video. Con 256 megabytes era medio imposible grabar nada.
Grabé un pequeño video de mi gato, que pueden bajar aquí en Ogg/Theora:
O aquí en Avi/DivX:
(Lamentablemente, estos días esa es la máxima actividad física de Tigger)
La cámara graba en MPEG, si no me equivoco con los mismos parámetros que los DVD, sólo que a 640×480. Los archivos son grandes; aproximadamente 100 MB por minuto, que dado que tengo 4 GB significa que puedo grabar poco más de 40 minutos con mi camarita.
Después de pasar el MPEG de 150 MB a mi computadora, lo reencodeé a Avi/DivX utilizando mencoder, lo que redujo el tamaño del archivo a unos 15 MB; nada mal, considerando que es diez veces más pequeño pero con la misma calidad (o al menos la que yo soy capaz de percibir). Entonces le corté las partes más aburridas con avidemux, y por último hice otra copia con Ogg/Theora usando ffmpeg2theora… que por alguna razón que desconozco terminó siendo mayor (hasta ahora mi experiencia era la opuesta; los Ogg/Theora son más pequeños que los Avi/DivX).
Exceptuando mencoder y ffmpeg2theora, todo lo hice sin utilizar la línea de comandos. Espero que dentro de poco se pueda encodear utilizando alguna herramienta gráfica en Linux.
Hace unos días, la Occasional Superheroine decidió activar la moderación en los comentarios que recibe.
He estado leyendo varios blogs que a su vez opinan sobre las virtudes y problemas que generan moderar comentarios. A mí la discusión se me hace algo idiota; por supuesto que hay que moderar los comentarios. No para censurar a nadie; sino para mantener a raya a ese ruidoso 1% de lectores que les encanta dejar mierda en cualquier lugar que se les permite.
Hay quienes argumentan que moderar comentarios es “falso” por parte del blogueador (chale con esa “palabra”), porque puede dar una impresión de apertura (por permitir que dejen comentarios los lectores), cuando en realidad sólo permite los comentarios afines (censurando los que estén en su contra).
En primer lugar me parece que cualquier conjunto de lectores medianamente inteligentes sabrán discernir si alguien censura o no sus comentarios de acuerdo a sus posiciones; si nunca aparecen comentarios con planteamientos contrarios al escritor, entonces es muy probable que los esté censurando (eso, o nadie lo lee). En segundo lugar, aunque sí estuviera censurando, pues qué chingaos… un blog es para expresar los puntos de vista del que escribe; no necesariamente tiene por qué estar preocupándose por los puntos de vista de los demás. Si permite comentarios (incluso aunque sólo permita los afines) pues es muy su bronca; no tiene ninguna obligación de permitir comentarios de ningún tipo para empezar. Por lo mismo es igual de válido no permitir comentarios.
Yo comencé a moderar comentarios por el SPAM, pero con el captcha! eso dejó de ser un problema prioritario. Dejé los comentarios porque hay gente que de verdad abusa de cualquier espacio que tenga disponible para lanzar insultos y ataques. Yo valúo mucho y sinceramente los comentarios de mis lectores (y de hecho más los que difieren con mis opiniones); pero si algún imbécil sólo quiere lanzar insultos o tratar de provocarme, considero mejor ahorrarle a mis lectores (los que de verdad me leen y tratan de tener discusiones inteligentes conmigo) la molestia de ver más basura de la que de por sí hay en la red.
(Aunque a veces dejo pasar un comentario que es obvio sólo quiere ser insultante o agresivo, si me permite el poder expresar o defender mejor mis puntos al responderlo.)
Así que yo sí modero mis comentarios, pero nunca para filtrar a los que piensan de forma distinta a la mía. Sólo los modero para filtrar a los animales (que además estoy convencido son minoría) que son incapaces de aportar nada inteligente a una discusión.
Hoy fui al cine con una amiga… a ver una película que ya había visto, porque he visto casi toda la cartelera.
Antes de ir al cine, pasé a Ciudad Universitaria a tomar fotos con mi tripié; tenía ganas desde hacía un mes.
Tomar fotos con tripié es a veces difícil. Luego le salen a uno con la mamada de que no se puede; como si fuera uno a vender las fotos o vayan a saber qué. A mí me da mucha risa, porque mi cámara es bastante simple, y yo soy muy mal fotógrafo. Como sea, al menos una vez a mí me prohibieron usar mi tripié en Bellas Artes, y a mi amiga Claudia le prohibieron lo mismo en CU para fotografiar la Biblioteca Central.
Temiendo obstáculos de esa índole, puse mi tripié y cámara en mi mochila y al incio saqué ambas herramientas lo más rápido que pude y saqué mis fotos con la mayor discreción posible. Más adelante, cuando vi que a todo mundo le valía madre que estuviera tomando fotos con tripié, mandé al carajo el sigilio. Igual y están de vacaciones los que le prohíben a uno tomar fotos con tripié.
Como sea, tomé (o mi tripié tomó) varias fotos que creo están muy chidas.
Por supuesto no podía faltar la Biblioteca Central.
Pero la foto que más me gustó fue la siguiente:
La resolución tan baja no le hace justicia (todas las fotos que tengo en línea se escalan a 800×600, o 600×800 cuando son verticales); a 7.2 megapixeles es realmente bonita cómo quedó la luna. Y de verdad me impresiona; mi cámara es simplísima. Ahí les dejo el detalle de la foto a máxima resolución.
Es chido tener tripié de nuevo. Y que no me prohíban usarlo.
Mi laptop Sony VAIO tiene un lector integrado de MemorySticks. Por supuesto, cuando instalé Gentoo en ella no funcionaba con Linux.
Ahora parece que sí funciona… compilando un módulo externo para el kernel y haciendo algunas maromas adicionales. Cuando meto el MemoryStick, se crea el dispositivo /dev/mspblk0p1. Eso quiere decir que el dispositivo está soportado por Udev; la bronca es que no se monta automágicamente con HAL.
Así que estoy investigando cómo carajo configurar HAL para que se monte automágicamente. Lo cual es de hueva.
Como sea, es un avance de hace un par de años, que sencillamente no funcionaba.
A mí en general no me gusta salir de la Ciudad. Allá afuera básicamente no hay nada que me interese; detesto la playa, la naturaleza me parece aburrida (e incómoda), y no tengo necesidad de “espacios abiertos”. El Espacio Escultórico de CU me sirve para pendejadas de ese estilo.
Como sea, como cualquier persona normal de repente debo salir de la Ciudad, o (más raramente) me nace el hacerlo. En tales casos siempre tengo una regla: jamás salir de la ciudad en semana santa.
No sólo es una locura porque miles de personas salen en esas fechas (y luego tratan todos de regresar al mismo tiempo); además son los días más bonitos para estar en la Ciudad. No sólo suele estar luminosa y limpia (por los vientos de “marzo otro poco”), además está vacía. No hay mejores días para disfrutar la Ciudad.
Así que cuando veo los miles de carros salir de la Ciudad como ratas de un barco hundiéndose, me alegro mucho porque quiere decir que me dejan mi hermosa Ciudad para mí solito.
Bueno, casi.
Me duele hasta detrás de las rodillas.
Hoy fui a la Plaza de la Computación a comprarle un MemoryStick a mi mamá. Yo esperaba comprarle uno de 1GB por unos 800 pesos; cuando llegué a la Plaza vi que estaban en 550… los de cuatro gigas.
Evidentemente me compré uno también. La verdad estaba anonadado; no creí que los precios se hubieran desplomado tan rápido.
Después le dediqué unas cuantas horas a mi proyecto que había tenido abandonado, y por último fui al cine con mi jefa a ver La Zona de nuevo, porque quería que ella la viera.
Mañana espero estrenar mi súper MemoryStick. Le caben más de 1,200 fotos en la resolución máxima de 7.2 megapixeles.
Como decía ayer, fui al cine después de ir a Ciudad Universitaria. Fui a ver Horton Hears a Who!; se aplican etc.
En Cinépolis Perisur quedaban tres películas que no hubiera visto. No que quisiera ver; que no hubiera visto, punto. Las otras dos son The Spiderwick Chronicles y Promised Land; y elegí la de Horton porque era la que menos tiempo tenía que esperar para que empezara.
De hecho faltaba tan poco, que me perdí los primeros cinco minutos. Creo que la trama tan compleja la pude comprender a pesar de dicha pérdida.
La película está basada en un librito de Dr. Seuss, que como no fui niño gringo, no leí. La película está bonita, y se puede ver como una defensa del pensamiento científico; Horton parece un poco Galileo, que lo quieren obligar a decir algo que él sabe no es verdad. Y la cangura es una caricatura de esas viejas histéricas que quieren “proteger” a sus hijos de pensamientos “nocivos” (aquí en México suelen vestirse de blanco y hacer actos de diversos grados de ridiculez).
Pero eso es racionalizar mucho; la verdad es que sólo es una película bonita con un mensaje sencillo. Así que véanla. Especialmente si no tienen otra cosa que ver.
Aparentemente Encinas ganó la elección interna del PRD.
Vamos a ver si las cosas se ponen tan divertidas como yo espero que se pongan.
Hoy como a las 6:00 PM aztlan.fciencias.unam.mx dejó de responder. En general no me preocupo mucho por eso porque en el peor de los casos alguien termina haciendo que jale de nuevo en el cubículo de Jorge; pero acabamos de salir a semana santa, y entonces quién sabe cuándo alguien vuelva a ir.
Decidí por lo tanto ir a CU, y aprovechando ir al cine. Todo salió como planeaba, pero al llegar a mi casa me percaté de que dejé sin SSH a xochitl. No es terriblemente grave; sólo no puedo subir imágenes y otros archivos al blog como generalmente lo hago. Puedo hacerlo de otras maneras, pero es algo engorroso y entonces mejor voy a ir mañana de nuevo.
Por ello todavía no comentaré la película que vi; eso lo haré cuando rehabilite SSH en xochitl.
Hace unos días confirmaron que Harry Potter and the Deathly Hallows será una película de cinco horas partida en dos mitades. Sí, sin duda alguna la movida está pensada para poder ordeñar todavía más dinero de la franquicia; pero creo sinceramente que es una decisión inteligente. Rayos, yo venía proponiendo dos películas por libro desde Goblet of Fire.
Además el director será David Yates; dado que me gustó mucho Order of the Phoenix, yo espero que salgan bien las restantes tres películas, pero me reservo el derecho de cambiar mi juicio hasta ver Half-Blood Prince.
No, no es un chiste.
Ayer fui a comer con Enrique y Juan dado que el último se va de vagaciones en semana santa, y después me fui a esconder al cine, porque el tráfico estaba imposible por la gente que abandona la Ciudad como las ratas abandonan un barco hundiéndose.
Vi tres películas (una inglesa, una mexicana y una gringa), para poder esconderme hasta la una de la mañana en el cine, y porque quiero ver los estrenos rápido para tener tiempo en la semana santa para un proyecto que he estado posponiendo desde hace unas semanas.
Se aplican las advertencias de spoilers normales.
Esta es una película de Woody Allen pero inglesa en todo lo demás. Además sale Tom Wilkinson, que me encanta el tipo.
Ian (Ewan McGregor) y Terry (Collin Farrell) son dos hermanos que tienden más a ser perdedores que otra cosa, pero que en un golpe de suerte consiguen comprar un botecito (la famosa “Cassandra’s Dream”), y por ello y otras razones siempre andan en busca de cómo hacer dinero; el primero investigando posibilidades de negocios, y el segundo apostando.
Como era de esperarse, Terry pierde en grande y termina debiendo 90,000 libras esterlinas, y le pide ayuda a su hermano. Entre los dos deciden pedirle a su tio Howard (Tom Wilkinson), un cirujano plástico que se ha vuelto millonario en California, y el tío (que siempre ha mostrado mucho afecto por ellos) decide ayudarlos… con una condición. Que maten a alguien.
Las últimas tres películas de Woody Allen, ésta, Scoop y Match Point, tienen en común que ocurren en inglaterra con una mayoría de actores ingleses, que son de asesinatos, y que lidian con la paradoja moral de cómo puede alguien seguir viviendo consigo mismo después de matar a alguien (si logran salirse con la suya). Match Point se me hizo a mí fabulosa, buenísima. Scoop en cambio me pareció pésima; de las peores películas que he visto de Woody Allen.
Cassandra’s Dream está entre ambas; no es muy buena, ni muy mala. Es, y en el perfecto sentido de la palabra, regular.
Yo soy fan casi incondicional de Ewan McGregor; pero Collin Farrell me sorprendió: su actuación es muy superior a la del primero, aunque ambos actúan bien. La resolución de la historia se me hizo algo débil (no les voy a decir si los hermanos logran salirse con la suya), pero la escena del asesinato me pareció genial en el sentido de que cuando la estaba mirando, me di cuenta de que estaba sintiendo algo raro. Tardé un momento en darme cuenta de que tenía miedo, el mismo miedo que tenían los hermanos al estar a punto de cruzar una línea de la cual ya no se puede regresar.
Como sea, la película es buen material para DVD; no hay motivo real para verla en el cine. Pero sí la recomiendo.
Los lectores regulares de mi blog se habrán dado cuenta de una aparente contradicción en mí; soy (para motivos prácticos) antigringo y nacionalista, y sin embargo veo poquísimo cine nacional. Mi explicación es muy sencilla: el cine nacional apesta. Y cuando no apesta, a mí en general me parece aburridísimo; ciertamente me gustan películas gringas muy malas, pero en general al menos son divertidas.
Además está el hecho de que cuando hay películas mexicanas que me interesan (como La vida inmune), las ponen en bien poquitas salas.
Como sea, cuando vi el avance de La Zona, la premisa se me hizo interesante. Además sale Daniel Giménez Cacho, que me cae muy bien, y decidí ver cómo estaba.
La Zona es una colonia/barrio cercado y con paranoicas medidas de seguridad (como cámaras de video a cada tres pasos), donde vive gente (en general) pendeja que (en general) cree que tales medidas los mantendrán seguros.
Un día de tormenta el viento rompe un anuncio espectacular, que cae sobre la barda abriendo un hueco. También causa múltiples cortes en la electricidad, y entonces tres chavos pobres de afuera de la Zona aprovechan para entrar a robar (porque todo mundo sabe que la gente pobre roba a la primera oportunidad).
Durante el asalto uno de ellos mata a una viejita, y en la huida matan a dos de los ladrones. También uno de los habitantes de la Zona mata (sin querer) a uno de los guardias privados del lugar (al parecer todos los habitantes de la Zona están armados). La Asamblea de vecinos decide ocultar todo el hecho, porque tienen un amparo que los “protege” de que entre la policía, que se invalida al primer altercado que resulte en hechos de sangre. Y también deciden cazar literalmente como a un perro al pobre muchacho que sobrevivió (que no fue el que mató a la viejita), y que quedó atrapado en la Zona.
La película me sorprendió muchísimo; es fabulosa. Daniel Giménez Cacho es maravilloso en su papel como uno de los líderes de los vecinos, su actuación es de las mejores que he visto en el cine mexicano. Mario Zaragoza también es buenísimo como el Comandante Rigoberto, una versión modernizada de Filiberto García, el policía de la novela El complot mongol de Rafael Bernal; brutal, simple, pero excelente policía y con unos principios medio extraños, pero principios al fin y al cabo: “no me van a rebajar estos pendejos”.
Carlos Bardem también es fabuloso en su papel del clásico pendejo que se cree superior por tener algo más de lana y educación que otros, y Marina de la Tavira interpreta a su contraparte femenina; de esas viejas estúpidas que creen que la “nacada” en cualquier momento las robaremos, violaremos y mataremos. Esos dos son sin duda los villanos de la película, creyéndose con el derecho de poder asesinar a un pobre muchacho que tomó una mala decisión: “ojo por ojo”, dice en algún momento el persona de de la Tavira.
Los chavos, Alejandro (Daniel Tovar) y Miguel (Alan Chávez), que terminan teniendo una improbable amistad, también actúan bastante bien.
La historia tiene sus fallas, en mi opinión; en primer lugar no hay en ningún momento ni siquiera un intento de explicación de cómo existe una desigualdad social tan cabrona que permite que gente como la de la Zona y los de afuera vivan literalmente separados únicamente por una pared. Al final no reciben su merecido castigo los monstruos que al fin y al cabo es en lo que se convierten los habitantes de la Zona que linchan a Miguel (aunque queda abierta la posibilidad de que sí haya algo de justicia al final). Y el hecho de que los tres chavos que entran a la Zona a robar lo hacen en automático; que justamente el creer que son así las cosas ayuda a perpetuar en los hechos la paranoia estúpida de la gente que cree que con muros y cámaras aumenta la “seguridad” de un lugar.
El mensaje de la película es que las diferencias entre la gente que vive dentro y fuera de la Zona realmente no es tanta, y que el estar polarizando sobre esas diferencias es en primer lugar pendejo, y en segundo lugar peligroso, porque fácilmente lleva a la violencia. Y en ese sentido es bonito el final, cuando Alejandro sale de la Zona para evitarle al cadáver de Miguel la humillación de ser tirado a la basura, y termina comiendo unos democráticos tacos de pastor con harto limón fuera de la Zona, mandando a la chingada la idea estúpida de sus padres de querer tenerlo “seguro” encerrado en el bonito pero irreal mundo de la Zona. Y ese mensaje está bien, pero podría haber sido mucho más profundo y explícito.
Como sea, sí hay un sutil mensaje social; al inicio de la película, la cámara pasa por la Zona, y entre el montón de camionetas estacionadas hay una que tiene una calcomanía de Felipe Calderón. La gente que vive en lugares como la Zona es sin duda uno de los importantes sectores que vota por el PAN; y ciertamente la pendejísima idea de encerrarse para estar más “seguros” es una idea de la derecha, no de la izquierda, y que llevada al extremo siempre conduce al fascismo.
En mi colonia un tiempo quisieron poner una valla en la calle. Cuando pasaron por mi casa para pedir la firma, inmediatemente les dijimos que no: es idiota. Las vallas y bardas sólo encierran a la gente que vive dentro; ciertamente no mejoran ninguna seguridad. Hasta ahora no hay tal valla, y me enorgullece creer que el que nosotros nos hayamos negado tiene mucho que ver en el asunto.
La Zona sin duda alguna es de las mejores películas mexicanas que he visto en mucho tiempo. Además es indiscutiblemente chilanga, y lidiando con un problema que ocurre mucho en mi hermosa Ciudad. Así que vayan y véanla; si no están de acuerdo con el mensaje (que muchos no lo estarán), las actuaciones por sí mismas lo valen.
August Rush es una película pendeja, barata, cursi, melodramática, predecible y barata. Y sí, ya sé que repetí barata; pero es que es tan barata que vale por dos.
Lyla Novacek (una hermosísima Keri Russell a.k.a. Felicity) y Louis Connelly (un guapísimo Jonathan Rhys Meyers) son dos músicos (ella violonchelista clásica, él cantante y guitarrista en una banda de “rock”), que se conocen una noche y se enamoran y cogen.
El papá de ella le prohíbe verlo a pesar de que se embaraza, y durante dicho embarazo tratan de encontrarse, pero se pierden mutuamente. Ella tiene un accidente y el papá aprovecha para decirle que el niño murió, dándolo secretamente en adopción.
Los dos dejan de tocar durante el tiempo preciso en que tarda el hijo, llamado Evan Taylor (Freddie Highmore), en comenzar a buscarlos. Y como resulta ser el siguiente Mozart, su música los reúne a los tres en un concierto masivo en Central Park.
Neto. Más pendejo, predecible, cursi y barato no se puede poner.
Dicho bien claro que la película es pendeja, barata, cursi, melodramática, predecible y barata (dos veces), a mí me encantó. Porque está bien contada, y que sea tan barata es algo que se buscaba; no les quedó así sin querer. Y si uno lo ve como un cuento de hadas donde en lugar de magia hay música que causa magia, pues está bonita. Pendeja y barata, pero bonita. Y la música (en mi limitado entendimiento de ese arte) es fabulosa.
Así que véanla. Además Keri Russell (que para mí siempre ha sido y será Felicity) sale muy, muy guapa y actúa bastante bien; igual que Freddie Highmore, en el papel del talentoso y ligeramente autista Evan.
Sólo que sí entiendan que es pendeja, barata, cursi, melodramática, predecible y barata. Dos veces. Luego no me acusen de que no les dije.
Fui a ver Elizabeth: The Golden Age en gran medida porque mañana hay estrenos y era la última película que tengo un mínimo interés en en ver. Bueno, también quiero ver The Spiderwick Chronicles y La Vida Inmune, pero la primera únicamente está en inglés en no sé qué Cinépolis hasta el culo del mundo, y la segunda está en puros Cinépolis en los otros culos del mundo.
Se aplican etc.
Yo vi la primera hace unas semanas, porque nunca la había visto y quería ver la segunda.
La primera es indudablemente mejor. Esta continuación tiene cosas buenas (sale Clive Owen y Cate Blanchett actúa muy bien), pero es bastante pretenciosa. Además, la verdad al ver a los imperios español e inglés pelear, no se me antoja apoyar a ninguno. Especialmente cuando España acusa a Inglaterra de que sus piratas los robaban (que técnicamente era verdad), pero nadie dice que ambos imperios nos saqueaban a nosotros alegremente.
Como sea, la película está muy bien hecha (si bien es inverosímil en muchas partes y de histórica tiene como la tercera parte), está bien actuada, y las grillas de palacio están entretenidas. Pero no sé qué tan recomendable sea.
Tal vez sí valga la pena verla por la actuación de la Blanchett. Y por Clive Owen.
Hoy me levanté mucho más tranquilo (también encontré una forma bastante efectiva de relajarme), sabiendo que sólo tenía que entregar los engargolados a la biblioteca del IIMAS, pasar con Lulú a que revisara mis papeles para la UAP, e ir a la UAP.
La UAP cierra a la 1:00 PM, pero como ya tenía todo, fui con calma. A las 11:00 estaba en la biblioteca del IIMAS entregando mis engargolados, y como a las 12:00 ya había terminado con Lulú y me fui a la UAP.
En la UAP todo fue sin problemas… hasta llegar a la forma para la cédula profesional. La foto estaba mal; necesitaban una de las fotos tamaño infantil que me tomé al mismo tiempo que me tomé las del título. La hora era 12:15, y el estudio Violeta me había dicho que las fotos estarían hasta mañana viernes.
Me fui corriendo al cubículo de Enrique en el ICN, busqué en la red el teléfono del estudio Violeta, llamé, me dijeron que necesitaban el número de orden, llamé a mi casa, Susi buscó en el desmadre que es mi escritorio el recibo, me dio el número de orden, llamé a Violeta, me dijeron que las infantiles sí ya estaban (las del título sí serán hasta mañana), me fui corriendo al estudio, recogí mis fotos infantiles, y regresé mentando madres del tráfico todo el camino.
Llegué de nuevo a la UAP a las 12:44, y terminé el trámite sin contratiempos. Ya está todo listo… lamentablemente para mí, se atraviesan las vacaciones de semana santa, así que quién sabe si pueda titularme en marzo.
Después fui a comer con Enrique y en la tarde preparé el PDF para imprimir las tesis de verdad, no las engargoladas. Resulta que el IIMAS me paga la impresión de tesis, así que hice algunas copias más de las necesarias, y después fui al cine.
Pero lo importante es que yo ya estoy listo… excepto que tengo que hacer la presentación para mi examen.
Pero eso será en semana santa.
Hoy estuve dando de brincos para imprimir, engargolar y entregar las tres copias de mi tesis que van a la Biblioteca Central y al IIMAS. Además tuve que hacer el CD para la tesis electrónica, que tiene un formato ligeramente engorroso.
Esas no son las tesis “bonitas”, que son las que le tocan a los sinodales. La idea es que realmente el acervo de la UNAM esté constituido por copias electrónicas, y las engargoladas son sólo para no dejar. Todavía tengo que en ver cuánto me van a salir las copias empastadas.
Y con las engargoladas total que al final sólo pude entregar la copia de la Central, porque la biblioteca del IIMAS cierra a las 7:00. Acabé tan anímicamente molido, que ni siquiera me dieron ganas de ir al cine.
Hoy fui a tomarme las fotos del título. Eso involucró usar saco de nuevo, pero no compré corbata, porque tienen en el estudio. La corbata que me dieron era de broche, pero pues ni modo que protestara.
Las fotos, igual que las del título de licenciatura, las saqué en el estudio Violeta. Cuando saqué las de licenciatura, en la Facultad de Ciencias me dejaron saber claramente que si no sacaba las fotos en Violeta, era casi absolutamente seguro que me las iban a rechazar. Yo, como casi todos los egresados de la Facultad, supuse que las secretarias de la Sección Escolar tenían una transa con los del estudio, pero terminé comprobando que no era así.
El día que me saqué las fotos para el título de Licenciatura, inicialmente no encontré el estudio Violeta. Está en Revolución, con una parada de microbuses y caminones casi casi tapándolo, entonces cuando pasé con mi carro me lo perdí. Así que saqué las fotos en otro estudio, y cuando ya me iba, por fin vi a Violeta. No queriendo errar, me saqué otro juego de fotos ahí; y cuando tuve las fotos de ambos estudios, tuve que admitir que la diferencia era abismal: las de Violeta eran mucho mejores.
Violeta es un estudio fotográfico que tiene décadas en San Ángel, y saben hacer las cosas bien. Además, tienen “paquetes” para cada Facultad; de hecho lo primero que preguntan (si uno pide fotos para título) es para qué Facultad las quiere uno. Supongo que por eso piden ese estudio en la Facultad de Ciencias; es casi garantía de que saldrán exactamente como las piden.
Como sea, hoy fui de nuevo a Violeta, y me pusieron gel por todos lados para que mis no muy fáciles de manejar pelos se estuvieran quietos.
Creo que todavía tengo gel en las orejas.