Hace poco más de un mes me operé los ojos con LASIK.
La operación es más o menos así: rebanan la córnea y levantan el pedazo rebanado; muy parecido a como cuando pela uno una naranja o mandarina, sólo que la “cáscara” (la córnea) no se divide, el pedazo rebanado no se separa nunca del todo.
Abajo de la “cáscara” queda una como gelatina, que es el interior de la córnea. Ese interior es, literalmente, tallado con un láser de precisión ridículamente alta, de tal forma que cuando el pedazo de córnea rebanado vuelva a ponerse encima, toda la córnea adquiere la forma que uno requiere para ver bien. El cirujano entonces vuelve a poner el pedazo rebanado, y se asegura de que las “orillas” queden como estaban; de esta forma la “cicatrización” (explico ahorita las comillas) se reduce a una curva sobre la córnea, y el resto está en el interior de la misma (que no está expuesta a los elementos).
Hace años cortaban un trozo de la córnea (como un pedazo de pastel), y literalmente cosían las partes separadas; por eso es que antes sólo se podía corregir miopía o hipermetropía, pero no astigmatismo, porque en el astigmatismo la deformidad de la córnea no es “bonita”: en la miopía sólo tenían que calcular el ángulo del trozo de córnea a cortar.
El siguiente paso fue rebanar directamente el exterior de la córnea; aunque esto permitió reparar astigmatismo también, la parte que necesitaba “cicatrizar” era enorme; básicamente todo lo tallado. En consecuencia el paciente se la pasaba con dolor durante días, y en los casos graves semanas.
La operación que a mí me hicieron fue la de rebanada que expliqué (flap le dicen en inglés); como la parte a “cicatrizar” expuesta es únicamente una curvita, generalmente saliendo de la operación ya no duele.
Poco antes de la operación le pregunté a mi doctor que qué podía salir mal. Él claramente me dijo que lo peor que podía pasar (y que era reparable), era que el corte inicial (la rebanada, el flap) saliera mal; en tal caso ponen todo en su lugar, se espera uno un mes, y vuelven a hacerla una vez que haya “cicatrizado” la córnea. Lo mismo se hace si el paciente no se puede estar tranquilo y se mueve, lo que causa un corte incorrecto.
He puesto “cicatrizado” entre comillas porque la córnea no es músculo o piel; la “cicatrización” es un proceso químico (iónico, me explicaron) donde las células que forman la córnea se pegan las unas a las otras, quedando casi casi exactamente que si no hubiera habido corte.
Me pasaron entonces a operar, y el ojo derecho salió perfecto; no me moví para nada, todo salió de pelos, y rapidísimo (la operación dura como 5 minutos por ojo). Pero, como platiqué en su momento, tuve la mala suerte de que en el ojo izquierdo salió mal el corte inicial.
La córnea (de forma exagerada) en ojos como el mío tiene “montañitas” y “vallecitos”. Entonces en mi corte inicial la rebanada, el flap, quedó con un hoyito en uno de los vallecitos. El doctor pudo seguir con la operación, pero decidió (y yo creo que fue lo correcto), mejor dejar todo como estaba, dejar que cicatrizara, y esperar un mes a realizar de nuevo la operación.
Yo no estaba para nada contento, obviamente, pero como tengo fe en en la ciencia, decidí esperar… además de que no tenía muchas opciones.
La verdad sí me quedé con la duda de porqué no había hecho el flap más grueso, el corte más profundo, la primera vez, pero eso se respondió solito en la segunda operación.
Mientras tanto pasé mes y medio de mi vida medio tuerto. Más bien como un cuarto tuerto; veía con los dos ojos, pero el izquierdo veía igual de mal que antes de la operación. El cerebro es bastante inteligente, y automáticamente procesa la información del ojo bueno nada más; pero de todas formas sí era medio desesperante. Pero viví mi vida sin ningún problema; fui al cine, vi tele, programé en la computadora y todo… nada más con ojo malo malévolo.
Ayer por fin (después de dos retrasos) me rebanaron el ojo izquierdo de nuevo. El doctor antes de la operación me dijo que esta vez iba a rebanar no uno, sino dos pasos más profundos que la otra vez. Yo dije chingón, ahora ya todo saldrá bien.
Y sí, todo salió bien… sólo que el hacer el primer corte más profundo es, haciendo una analogía burda, la diferencia entre un rasguño en la mano, y un corte que llegue al hueso: después de la operación, y cuando la anestesia se disipó, me empezó a arder al ojo como no tienen idea. Estaba llorando del dolor, sintiendo como si unos enanitos malvados estuvieran navajeando mi córnea si abría el ojo, si lo cerraba, si lo movía o si sólo lo dejaba estar.
Encima de todo, y como me siento Supermán, fui solito. Se me hizo fácil porque pues el ojo derecho ya está perfecto, y sólo me iban a operar el izquierdo. Por supuesto, salí sin ver ni madre del ojo izquierdo (todo lagrimeado), y con el derecho cerrándose porque también lo anestesiaron (porque tenían que lavarlo también antes de la operación). Y para empeorar la cosa, comenzó a caer un diluvio de esos que sólo en esta hermosa Ciudad caen.
Total que no me maté (de milagro), y llegué a mi departamento a tirarme en la cama, donde dormí doce horas seguidas. Y hoy amanecí perfecto… con el ojo izquierdo algo enrojecido, pero perfecto.
Y ya pude manejar, trabajar en la compu y todo lo que normalmente hago; de hecho la primera vez fue más difícil, porque el ojo derecho recién operado hacía toda la chamba. Ahora el izquierdo está recién operado, pero lo ayuda el derecho que ya sanó completamente.
A pesar de todas las broncas (que no fueron tantas, realmente), ahora estoy muy contento. Dejar de usar lentes de verdad es una ventaja enorme (especialmente si uno llevaba veinte años usándolos), e incluso recién operado siento que se me cansan menos los ojos que con los lentes.
Me dijeron que me va a regresar el 10% de mis dioptrías en unos 10 años; así que cuando tenga cuarenta necesitaré lentes para ir al cine o manejar de noche. Lo cual a mí me parece perfecto; tendré unos diez años de vista perfecta (de hecho poquito más que perfecta; tengo como 103% ahorita).
Hace veinte años mi mamá me llevó al oculista, y ahí nos dijeron que usaría lentes toda la vida, para todo; que no podría hacer casi nada sin anteojos. En su momento me deprimió cabrón eso; y aunque con el tiempo me acostumbré, nunca fue algo que me gustara realmente. Mucho menos los de contacto.
La ciencia y la tecnología me han regresado la oportunidad de levantarme y poder bien todo a mi alrededor. Eso es una maravilla, y por las cosas que me da gusto de vivir en estos tiempos.
