Dan en la Vida Real

Total que fui a Cinépolis Miramontes porque era el único (relativamente cerca) que estuviera pasando Dan in Real Life, que yo tenía muchas ganas de ver.

El viaje valió la pena: se aplican las de siempre.

Dan in Real Life

Dan in Real Life

Steve Carell (que con cada película suya que veo me cae cada vez mejor) interpreta a Dan, un escritor de una columna en un periódico y padre de tres hijas, cuya esposa murió cuatro años atrás. El tipo se esfuerza horrores por criar solo a sus hijas, en general dejando que su propia vida caiga en lo secundario, y consecuentemente siendo a veces desastrosamente sobreprotector de las niñas (la menor de las cuales, por cierto, es la neta).

En la reunión anual que tiene con su familia, Dan se siente tan agobiado por la presencia de todos sus familiares que él a su vez comienza a agobiar (aún más) a sus hijas, y los padres de él sabiamente lo mandan al pueblo por los periódicos. Ahí Dan conoce a una hermosa francesa (Marie, interpretada por Juliette Binoche), y tan sólo de hablar con ella unas cuantas horas se enamora perdidamente de ella. Consigue su teléfono, aunque ella le dice que está en una relación, y regresa con sus familiares sólo para descubrir que Marie es la novia actual de uno de sus hermanos menores.

La película se me hizo maravillosa, en gran medida por la actuación de Steve Carell, que es chistoso, triste, tierno, patético y admirable a la vez. Y no es el único; toda la excéntrica familia de Dan es interpretada de forma muy cagada por una serie de actores de primera línea, destacando Dianne Wiest, que no puedo creer ya la haga de abuela.

Dicho eso, entiendo porqué la película está ya en tan poquitas salas. No es la típica comedia romántica, y es bastante incómoda en algunas partes. Pero de cualquier forma a mí me gustó mucho; y una de las razones es que me identifiqué horrores con su personaje.

No creo que la película dure mucho en la cartelera, y la verdad es perfecta candidata para ser rentada y vista en DVD. Pero yo sí la recomiendo.

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Una musical, otra inglesa

Siguiendo con mi objetivo de ver las películas que se me acumularon estas dos semanas que estuve ocupado, fui al cine a chutarme dos churros. Se aplican las de siempre.

  • Mamma Mia!.
    Mamma Mia!

    Mamma Mia!

    Voy a ser claro con esto desde el inicio: esta película es una comedia romántica.

    Además, es un musical.

    Con música de ABBA.

    Es tan descaradamente gay que debí ir a verla con falda. Y maquillaje.

    A mí (pero por supuesto) me encantó; cuando tocan Dancing Queen tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no ponerme de pie y ponerme a bailar en medio de la sala.

    También me dio mucho coraje no haber visto la puesta en México, porque yo me mordía los codos por ponerme a aplaudir al final de cada número musical. Al final de la película varios se pusieron a apludir, de hecho, pero mi sentido del ridículo hizo que me portara seriecito.

    Dicho todo lo anterior, la película dista pero mucho de ser uno de los mejores musicales que haya habido. Cuando uno ve Chicago o Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street, esos sí son grandes musicales. Además, son muy buenas películas.

    Mamma Mia! no lo es. Sólo es encantadora, y algo ridícula (incluso dentro de los parámetros que cubren a los musicales), y tiene música de ABBA. Y cuando Amanda Seyfried sonríe y pela sus ojotes azules uno sabe que el mundo está bien y que hay razones para seguir viviendo.

    Meryl Streep canta encabronadamente bien, y pega de brincos bastante fresca para sus años. Los tres galanazos (Pierce Brosnan, Colin Firth y Stellan Skarsgård) son fabulosos, a pesar de que salen con unas panzotas, y a mí me caen muy bien todos. Pero a quien se le haya ocurrido que Brosnan puede cantar deben de darle una tunda monumental.

    La trama es tan idiota que ni siquiera me dignaré a resumirla: uno no va por la trama; va a oír los inigualables (e increíblemente gays) temas de ABBA, y a ver sonreír a la Seyfried y a escuchar la voz de la Streep.

    A mí me gustó tanto que tuve que mirarme el pecho peludo para recordarme que no soy mujer; pero yo no soy “normal” en este tipo de cosas. Si les gustan las comedias románticas y los musicales y la música de ABBA, yo creo que pueden soportar, disfrutar e incluso tal vez adorar esta película.

    Pero si incluso una de las tres les falla, yo creo que si van y ven esta película van a querer apuñalar a alguien en la cara. Como parecían querer hacer varios novios llevados a la fuerza durante la función.

    ¿Yo? Yo ya quiero verla de nuevo.

  • The Bank Job (El Robo del Siglo).
    The Bank Job

    The Bank Job

    A mí me cae bien Jason Statham, y suelo disfrutar sus películas. Ésta no fue la excepción; lo que sí es (creo) extraordinario, es que es de hecho buena.

    Statham interpreta a un ladronzuelo que se le “presenta” la oportunidad de asaltar una bóveda con cajas de seguridad, sólo para descubrir que todo fue una trampa tendida por MI-5 (ó 6) para poder apoderarse de unas fotos compremetedoras de un miembro de la realeza británica. El caos se sigue.

    A pesar de lo simple de la trama, la historia está muy bien contada, podría ser real (aunque el consenso es que eso se pone en duda), y es muy divertida y razonablemente emocionante.

    Así que vayan y véanla; está entretenida.

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Misión Babilonia

Ayer fui a ver Babylon A.D.. Me queda clarísimo que es probablemente la peor de todas las películas que se me han acumulado por andar del tingo al tango estas dos semanas; pero al final me gustó bastante. Se aplican las de siempre.

Babylon A.D.

Babylon A.D.

A mí me gustan las películas de Vin Diesel. En general son todas igual de malas e igual de entretenidas, y me resulta fascinante ver en cuántas de ellas el tipo es capaz de interpretar exactamente el mismo papel una y otra y otra y otra vez. Babylon A.D. es en ese sentido igual que las demás películas de Vin Diesel; aunque tal vez el mismo papel de siempre lo interpreta mejor que de costumbre.

En un futuro no muy lejano, Troorop (Diesel) es un mercenario con algo parecido a una consciencia que le pagan una lana por llevar a una hermosa muchacha (la francesita Mélanie Thierry) y a su chaperona (Michelle Yeoh) de Mongolia a Nueva York. El tipo lo hace entre otras cosas porque le dan un “pasaporte” (realmente un químico que se inyecta) que le permite ingresar de nuevo a gringolandia, país en el que ha sido listado como terrorista.

Por supuesto resulta que la muchacha es algo más que una refugiada, y entonces harta violencia y acción ocurren durante el trayecto a Nueva York.

Básicamente esa es la trama de la película; es mala, a mí me pareció bastante entretenida, y Mélanie Thierry está ridículamente sabrosa. Además sale Michelle Yeoh dando de patadas como ella sólo sabe.

Encima de ello, me parece, hay cualidades rendentoras en esta película. Por ejemplo, quitando la estupidez de la premisa principal (¿por qué no enviaron en Jet a la muchacha a Nueva York?), la historia es muy consistente; el personaje de Troorop está bien definido (da las gracias antes de comer, por ejemplo); la historia futurista se presenta de forma natural y sutil; y sale Gérard Depardieu, en un papel muy cagado y Lambert Wilson, que cada vez me cae mejor.

De hecho, me hubiera gustado mucho más la película si no fuera por los últimos quince o veinte minutos de la misma, que son completamente innecesarios y bastante ridículos.

Así que si les gustan las de acción, vayan y véanla. Sólo no esperen nada de altos vuelos.

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The lulz

Mientras estaba en Oaxaca fue activado el Large Hadron Collider. Mientras que me parece muy chida la idea que hay detrás del experimento, y que por supuesto apoyo la idea de gastar dinero en este tipo de cosas, creo que también se ha exagerado un poco su importancia.

Lo que más risa me dio, fue la bola de idiotas que creyeron que el acelerador podía crear un hoyito negro que se comiera la Tierra. Esta imagen por lo tanto se me hace la neta:

The lulz

The lulz

Chido por la Unión Europea, y los miles de científicos trabajando para tratar de entender cómo fue que se creó el universo.

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De regreso

Hoy salimos cerca de las diez de la mañana de Oaxaca, para llegar a La Majestuosa a eso de las 2:40. El viaje de regreso no tuvo ningún contratiempo, y fue (como era de esperarse) más lento debido a las colas para entrar a la Ciudad, que de cualquier forma no fueron tan largas.

Todo el taller estuvo muy padre; conviví con gente con la cual no había tenido la oportunidad, y volví a pasar el rato con viejos cuates. También fue bastante intenso el trabajo (y creo que es la primera vez que Jorge no nos regaña por llegar tarde algún día), y me parece que saldrán cosas interesantes de los problemas en los cuales trabajé (uno, básicamente).

Además, Oaxaca (principalmente su gente) es la neta… aunque me parece que subí unos diez kilos de peso en la semana. Espero que pronto salga mi credencial del posgrado; ya quiero poder sacar la de la alberca y meterme al gimnasio.

De lo único que puedo quejarme es que no fui al cine esta semana, y tampoco la anterior por las cosas que ocurrieron en ella. Eso quiere decir que tengo hartas películas que ir a ver, porque si no me las pierdo. De hecho, para allá voy.

Oaxaca está muy padre (y ciertamente fue muy agradable no tener que ir a Guanajuato de nuevo); pero me alegro mucho de haber regresado a mi ciudad.

Pero sí voy a extrañar la comida unos días.

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Turisteando

Hoy nos levantamos relativamente temprano (para domingo) y después de recoger los carros de la pensión donde los dejamos y desayunar, nos lanzamos a turistear.

Primero (después de un primer intento infructuoso para llegar al periférico de Oaxaca) nos lanzamos a San Antonio Arrazola, donde estuvimos viendo y fotografiando alebrijes; yo me compré una libélula, que planeo regalar después.

Después fuimos a Cuilapan (o Cuilapam, dependiendo a quién le pregunten) de Guerrero, donde vimos el ex Convento de Cuilapan (o Cuilapam) de Guerrero y también le sacamos fotos (pero sin tripié; está prohibido).

De ahí nos lanzamos a Zaachila, donde comimos en La Capilla muy rico, pero no pudimos disfrutar de las hamacas porque estaba lloviendo, y nos tomamos un caballito de mezcal.

Lo siguiente fue medio regresarnos a Oaxaca para pasar por San Bartolo Coyotepec y ver y comprar artesanías de barro negro. Yo vi una serpiente (obviamente negra) que estaba muy chida; pero mi presupuesto no puede costearla en este momento. Si me depositan la beca esta semana igual y sí la compro; estaba muy padre. De cualquier forma vimos varias cosas en barro negro fabulosas.

La idea después era ir a Tule a ver un árbol de más de 2,000 años de edad, pero hubo problemas técnicos con las señalizaciones (y de hecho con las rutas que podíamos tomar), y vimos de repente que ya íbamos por Tlacolula, y que habíamos dejado Tule varios kilómetros atrás. Eso implicó una vuelta en U en la autopista, y volver a encaminarnos a Tule para llegar ahí cerca de las siete de la noche, apenas con tiempo para fotografiarlo antes de que se acabara la luz del día.

Esas fueron ocho horas de andar de pueblo en pueblo y dando tumbos en las carreteras estatales (incluidos algunos tramos en terracería), y tomando fotos, comiendo y pasándonosla muy padre, si bien con algunas confusiones al momento de tomar las rutas para desplazarnos. Pero independientemente de ello yo me la pasé muy bien, y tomé varias fotos que no publicaré hasta regresar a la Majestuosa.

Ya de regreso en Oaxaca (y después de cargar de nuevo gasolina; el Tsurito se aventó todo el viaje de hoy casi casi con la pura reserva), fuimos a dejar los carros en la casa de uno de los investigadores del iMate sucursal Oaxaca que nos hizo el favor de darnos el espacio (es medio imposible estacionar gratis el carro en el centro de Oaxaca), y después nos reunimos ya ahora sí casi todos (hoy llegaron más en avión y camión) para tomar algo antes de dormirnos.

Ahora tenemos que descansar porque mañana empieza el taller, y de hecho el trabajo de verdad.

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México-Oaxaca

Hoy a las 9 de la mañana recogí a mis intrépidos compañeros en Taxqueña (que no me importa quién diga qué cosa, Taxqueña es con ‘x’), y a las 9:54 estábamos en la primer caseta de nuestro viaje a Oaxaca. Como a la 1:30 estábamos en la última caseta, y a la 1:42 llegábamos a la ciudad de Oaxaca.

Según yo salimos de la Ciudad de México por el oriente y tomamos la autopista México-Puebla (MEX150), y poco antes de llegar a la ciudad de Puebla nos desviamos a la autopista Cuacnopalan-Oaxaca (MEX190), por la que seguimos hasta llegar a nuestro destino.

Si la ruta que dije es la correcta, sería esta en Google Maps:

México-Oaxaca

México-Oaxaca

Aquí tienen la liga, por si quieren hacer zoom y cosas del estilo.

Según Google Maps (y, repito, si esa fue la ruta) recorrimos 273.37 millas, que son equivalentes a 439.94 kilómetros, en poco menos de cuatro horas, lo que quiere decir que viajamos a un promedio de alrededor de 110 kilómetros por hora. Contando el hecho de que nos detuvimos a cargar gasolina, que nos hicieran la factura y comprar algunas botanas, me imagino que sí es posible.

El viaje estuvo bueno; la carretera es muchísimo menos aburrida que la que va a Guanajuato (con amplios tramos con sólo dos carriles; uno por sentido), llevábamos buena música y no lo sentí demasiado pesado. También creo que, dentro de lo razonable, viajamos de forma segura y educada para con los demás automovilistas. Creo que es el mejor viaje en autopista que he hecho, en una autopista que nunca antes hubiera viajado.

Ahora vamos a pasear algo durante la tarde y noche, y mañana vamos a turistear con otros cuates que vinieron aparte, y todavía más que llegarán en autobús y avión. Y el lunes empieza el trabajo de verdad.

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Oaxaca

Después de un taller de investigación aquí en el DF (en el cual no pude hacer tanto como me hubiera gustado, dados los acontecimientos de esta semana), la siguiente semana habrá otro en Oaxaca, Oaxaca.

Varios vamos a irnos desde mañana sábado para poder turistear un poco; lo cual está chido por mí, porque no he ido a Oaxaca en años. Me voy a ir en el Tsurito, y es una autopista que no conozco, así que eso estará interesante también.

Las entradas en el blog estarán algo más pequeñas que de costumbre por lo mismo, pero espero poder seguir actualizándolo diariamente.

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Sad Mac

Supongo que todo mundo conoce los Blue Screens of Death de Windows; la pantalla azul que aparece cuando (muy común) Windows se muere.

El equivalente en Mac es el Sad Mac, que (como suele ser común con Apple) es mucho más simpático, con una Mac antropomorfizada que parece “triste” (de ahí el nombre). Como para casi todo, pueden leer al respecto en la Wikipedia.

Bueno; ¿ven el Sad Mac en el screenshot? Right now, that’s, like, me.

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Chrome

Google acaba de anunciar su nuevo navegador suyo de ellos propio de sus personas: Chrome.

No lo voy a probar todavía porque sólo está para Windows en estos momentos; pero el cómic revela un diseño técnico bastante innovador e interesante. En otras palabras: en papel suena fabuloso. Falta ver cómo funciona en la vida real.

En particular, me gusta mucho cómo quieren enfatizar que si algo sale mal con un plugin, el problema es de quienes escribieron dicho plugin.

Y en general tiendo a confiar en Google, así que estoy algo emocionado. Espero que salga pronto el navegador para Linux.

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Primero de septiembre

Hoy debía ser un día intenso, pero agradable. Comenzó un taller aquí en la Ciudad (de hecho en el iMate) donde se discutirán diversos problemas muy interesantes, y al que acudirán diversos investigadores aún más interesantes.

Con mis clases se me complicaba un poco el día, pero di por hecho que podría manejarlo. Eso fue hasta el cuarto para las doce, cuando me llamaron para avisarme que el hermano de uno de mis mejores amigos había muerto en un accidente absurdo de tráfico. Inmediatamente salí de CU para estar con mi amigo, en una de esas situaciones espantosas para las que sencillamente no hay forma de estar preparado.

Para completar el día de sorpresas, alrededor de las nueve de la noche me llamó mi hermano; que mi papá estaba en el hospital porque en un examen de rutina (para un malestar que no tenía nada que ver) le habían detectado una presión arterial altísima.

Me despedí de mi cuate en cuanto pude, pidiéndole que me llamara por cualquier cosa que pudiera ocurrir, y fui al hospital a pasar varias horas aburridísimas mientras revisaban y arreglaban a mi papá. Él se veía bien; la presión alta ni siquiera le molestaba, y lo desagradable más que nada fue el hartazgo de estar esperando con él y mi hermano.

Pero después de lo que había pasado en la mañana, me sentí afortunado de poder pasar tiempo con mi familia, aunque ciertamente no fueran las mejores circunstancias.

Muy tarde salimos del hospital; mi hermano se llevó a papá a su casa (ya mucho mejor y con instrucciones exactas de qué tiene que hacer y cómo; va a estar bien), y yo fui a ver a mi cuate una vez más.

Definitivamente no quiero otro día como hoy nunca. Y no puedo ni siquiera comenzar a imaginarme la situación en que está mi cuate; la sola idea de perder a mi hermano me resulta espantosa.

Espero que él y su familia puedan sobreponerse en no mucho tiempo. Pero sé que nada que diga o haga puede mitigar el dolor por el que están pasando; y eso me hace sentir triste e inútil.

Cuando me enteré al medio día, y luego de hacer algunas llamadas avisándoles a otros conocidos, le llamé a mi hermano y le dije que lo quería. Sé que no nos llevamos siempre de la mejor de las maneras, y que tenemos más características discordantes que en común. Pero eso no evita que de verdad nos queramos, y yo sí quería decírselo explícitamente.

Por si las dudas. Nadie sabe qué va a pasar la próxima vez que trate de cruzar la calle.

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