El Libro de los Secretos

El viernes fui a ver una película tan pendeja, que salí del cine francamente molesto. Y tan molesto estaba que no escribí de ella hasta hoy, que me quedé en casa por no haber amanecido muy bien.

Se aplican las de siempre.

The Book of Eli

The Book of Eli

Denzel Washington interpreta a un ciego (oh, perdón; ya les conté el final de la película) con la mejor vista del mundo, que ha cargado un libro, que es la biblia (oh, disculpa; ya les conté el otro punto “importante” de la trama), durante 30 años desde que hubo una tragedia (suponemos una guerra nuclear) en el mundo.

Eso le ha costado atravesar estados unidos de costa a costa: 30 años. Puta madre, debe de haber estado caminando con las axilas la mayor parte del tiempo, porque ciertamente se ha tardado.

En el camino Eli se encarga de destazar harta gente con lujo de violencia cada vez que tratan de atacarlo o tocar su libro; lo cual por supuesto es ciertamente consistente con la gente que lee un único libro, y ese libro además es la biblia.

Así ocurre hasta que llega a un pueblo dirigido por Gary Oldman, que lleva todo este tiempo tratando de encontrar la biblia. Se supone después de la guerra quemaron todos los ejemplares de la biblia (un esfuerzo cabrón, porque el ridículo libro lo encuentra uno en todas partes y probablemente en todos los idiomas con los que puede uno escribir un libro), y él lo quiere para mantener subyugada a la población que de cualquier manera subyuga con armas.

La película, como pueden ver, es pendeja hasta decir basta; pero a mí en particular además era imposible que me convenciera, porque su premisa principal es que la biblia es un libro “especial”. Ya la he leído, y lo único de especial que le encuentro es que es aburrida, repetitiva, y ridícula en muchas partes. Otras son divertidas, otras interesantes; pero ciertamente no me puedo tragar la premisa de que le cambie la vida a alguien (o al menos de seguro a mí no), o de que un caciquillo patético la necesite para justificar su dominio; como si fuera muy difícil para caciquillos patéticos el inventarse otros modos de justificar su tiranía.

Y para acabarla de amolar, la revelación al final de que Eli era ciego y “guiado por dios” no sólo me parece ridícula e idiota; además está mal hecha, porque durante varias escenas es obvio que Eli usa sus ojos para ver; ¿si no para qué carajo voltear la cabeza?

La película tiene cosas buenas; la violencia es muy divertida, Mila Kunis está muy sabrosa, y a mí en particular siempre me han gustado los temas apocalípticos. Pero de verdad esta película me pareció pendejísima; no la puedo recomendar en buena consciencia.

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Diez años después

Universidad Nacional Autónoma de México

Universidad Nacional Autónoma de México

Hace diez años la Policía Federal Preventiva entró ilegal y violentamente a Ciudad Universitaria, terminando una huelga que se había extendido innecesariamente por 9 nueve meses.

Yo estaba en el auditorio Che Guevara, en la sesión del Comité General de Huelga, confiado de que al siguiente día habría un nuevo llamado de la rectoría para reanudar el diálogo. Casi todos los ahí presentes estábamos confiados de que eso ocurriría, porque inicialmente se había soltado el rumor de que si entraba la PFP, sería a las dos de la mañana. Y ciertamente a las dos de la mañana el Che estaba casi vacío; nada más pasó la hora fatídica, el auditorio comenzó a llenarse de nuevo. Yo, junto con mis compañeros más cercanos, nunca lo dejamos durante esa noche.

Un día antes fui a mi casa, a bañarme, ponerme ropa limpia, y decirle a mi mamá que la PFP entraría a Ciudad Universitaria; para ese momento (después de que rectoría había abandonado unilateralmente la mesa de diálogo) yo lo daba por hecho. También daba por hecho que, dado mi involucramiento con el CEM y la banda de Higinio, y si era verdad que había 500 órdenes de aprehensión para participantes de la huelga, por simples cuentas a mí me tocaría una de ellas. También le dije eso a mi madre, diciéndole que se preparara; recuerdo claramente que me preguntó que, si yo estaba tan seguro de que la PFP entraría a CU y de que además yo en particular acabaría en el bote, que por qué iba a la sesión del CGH.

No fue fácil explicar eso hace diez años; sigue siendo difícil ahora.

Ha pasado una década, y mucho se ha dicho acerca de la huelga que en una famosa portada la revista Proceso calificó de “Interminable”. La misma, así como mi estadía durante unos días en la cárcel, y el proceso de sacar a los compañeros presos inmediatamente después, me marcó profundamente; no es exagerado decir que el hombre que soy ahora en gran medida es resultado de las decisiones que tomé y las experiencias que pasé por todo lo relacionado con la huelga.

Lo más sucinto que yo puedo decir de la misma, hoy que se cumplen diez años de que la PFP entró a Ciudad Universitaria, se puede resumir en dos palabras.

Teníamos razón.

Teníamos razón entonces, y la seguimos teniendo; la gratuidad de la universidad era indispensable que se defendiera, al costo que fuera necesario.

¿Que cometimos errores los huelguistas? Por supuesto que los cometimos; es más, probablemente cometimos todos los posibles errores que se pudieran cometer; y algunos otros que hasta difícil era que se cometieran. También es cierto que el movimiento estuvo infiltradísimo, desde el principio hasta el final, por casi cualquier grupo político que tuviera presencia en la Universidad (que son, básicamente, todos), y por varios que de hecho no la tenían. Y también es cierto que el costo para la Universidad, y para muchos de sus estudiantes en particular, fue inhumanamente alto.

Pero teníamos la razón; y a pesar de todos los errores que cometimos, los principales responsables del estancamiento de la huelga fueron los funcionarios de rectoría (encabezados por el animal de Francisco Barnés), y el gobierno de Ernesto Zedillo. Que debimos haber sabido cómo responder a su deseo de extender la huelga y debilitar con ello el movimiento, eso también es cierto; pero la alternativa de levantar la huelga (como muchos inocentemente querían) sin haber conseguido detener las cuotas hubiera significado la derrota de la Universidad pública y gratuita.

Debe eso quedar claro: la Universidad Nacional Autónoma de México sigue siendo (para motivos prácticos) gratuita gracias a nosotros. Y además yo (y muchos más) estamos convencidos de que la Universidad es lo que es, la mejor de Iberoamérica, en gran medida por ser gratuita; por permitirle el alcanzar una educación superior a miles de personas que no podrían hacerlo si se cobraran cuotas; por “razonables” que éstas fueran.

Hace unos años, cuando estaba la terna de posibles rectores que reemplazarían a Juan Ramón de la Fuente, todos y cada uno de ellos dejaron claro que la Universidad seguiría siendo gratuita si eran elegidos rectores. De nuevo eso fue gracias a nosotros. Y mi rector, José Narro, dijo lo siguiente cuando recibió el premio Príncipe de Asturias a nombre de la Universidad:

Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila o a la medianía en el desarrollo[…]

La educación es vía de superación humana, de la individual y de la colectiva. Concebirla como un derecho fundamental es uno de los mayores avances éticos de la historia.

De nuevo; que esa sea la postura consensuada en la Universidad es gracias a nosotros. Actualmente nadie cuestiona la gratuidad de la Universidad; ni siquiera de broma. Y eso fue un triunfo indiscutible de nosotros.

Así que, con todos los errores y todas las cosas que se pudieron haber hecho de forma distinta hace diez años, yo sigo estando profundamente orgulloso de haber participado en la huelga. Han pasado diez años, y yo he cambiado mucho en ese periodo de tiempo; he crecido en muchas cosas, y he madurado en otras más.

Y con todo lo que he aprendido en el camino, y sabiendo todo lo que ocurriría después, incluyendo mi estadía en la cárcel, mi decisión es absoluta e inmediata: volvería a hacerlo todo de nuevo. Una y mil veces más lo haría, de ser necesario.

Porque sin la raza, ¿cómo va hablar el espíritu?

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Invictus

Con la muerte de mi abuela y mi ida a Guanajuato no pude ir al cine en dos semanas, así que ayer desconté. Decidí, para variar, ver una buena película; y no creo haber podido haber elegido mejor: vi Invictus.

Se aplican las de siempre.

Invictus

Invictus

Morgan Freeman, en el papel de su vida, interpreta a Nelson Mandela cuando recién fue elegido para presidir Sudáfrica. Viendo al equipo nacional de rugby (que es como el futbol americano, pero para hombres de verdad) como una forma de ganarse a la (poderosa) minoría blanca del país, aplica todo su peso político para impedir que la mayoría negra cambie el nombre y colores del equipo (que era odiado y visto como símbolo del apartheid por casi todos los negros), y motiva al capitán del equipo François Pienaar (Matt Damon, bien en su papel; pero se lo come vivo Freeman) para que al final ganen la copa mundial de rugby que se celebró en Sudáfrica en 1995.

La película es barata y cursi, pero no importa, porque Freeman da una actuación tan encabronadamente buena que Mandela aparece como un dios entre los hombres, dando unas muestras de elegancia, inteligencia política y tacto social que hacen que a uno le den ganas de llorar por los patéticos líderes políticos que tenemos los mexicanos. Y me refiero a todos.

Mandela, que fue acusado de terrorista y que recurrió a las armas cuando así lo creyó necesario, y que luego pasó 27 años como preso político del sistema racista del apartheid, consiguió utilizar algo tan trivial como es el rugby para arengar a su nación en torno a una única causa.

Dos escenas en particular me gustaron, porque muestran la endiablada inteligencia política que tuvo Mandela; durante el primer partido de rugby al que asiste como presidente, al llegar al estadio lo reciben con varios abucheos, e incluso le lanzan un vaso de refresco (que no lo alcanza). En cambio, al partido de la final entre Sudáfrica y Nueva Zelanda, después de todo el apoyo que ha mostrado al equipo y de las varias y sutiles manipulaciones políticas que ha hecho con ello, lo reciben con una ovación que por poco tumba al estadio.

La película es maravillosa, en gran (si no es que única) medida por la portentosa presencia de Morgan Freeman, que si no le dan el Oscar los gringos yo digo que se merecen más avionazos a rascacielos. Es maravilloso el tipo.

I am the master of my fate:
I am the captain of my soul.

Vayan y vean esta película; yo ya había leído que Freeman se moría por interpretar a Nelson Mandela, y de verdad, repito, creo que es el papel de su vida. No se la pueden perder.

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Cinco años

Hace cinco años escribí la primera entrada en mi blog. Durante estos cinco años mi blog ha sido una parte importante, si bien no fundamental, de mi vida.

Podría ponerme a ponderar acerca de lo que significa el tener cinco años escribiendo aquí, pero ando medio ocupado… y la conexión a Internet del CIMATEL apesta.

Así que sólo diré que mi blog ha cumplido su propósito fundamental; permitirme el tener un lugar donde puedo escribir las pendejadas que me cruzan por la cabeza, por el simple placer de escribirlas. Y una vez más agradecer a los lectores que me siguen, aunque (como siempre) debo dejar bien claro que no es por ellos (ni por nadie) que escribo en el blog.

Como la mayor parte de las cosas que hago en la vida, lo hago únicamente porque se me da la regalada gana.

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One more time

Y estoy en Guanajuato. De nuevo.

Ahora para el First Mexican Winter School in Discrete Mathematics, que se realizará del 25 al 29 de enero. Hicimos tres horas y media de la Ciudad para acá, contando también el tiempo que nos tardó salir de la Ciudad. Y a pesar de haber venido a este pueblo como siete veces en los últimos tres años, me las ingenié para perderme después de que comimos; en lugar de llegar al CIMATEL, terminamos en el Palacio de Gobierno. Dos veces.

Como sea, pudimos llegar al decimoquinto intento y ahora estamos preparándonos para mañana, que empiezan los cursos. Y al siguiente martes después de regresar comienzan las clases en Ciencias.

Ahora voy a descansar; sí es medio cansado manejar hasta acá.

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Y por eso quiero a esta Ciudad

Una encuesta encargada por el PAN, con unas preguntas formuladas de forma terriblemente tendenciosa, confirman que la mayor parte de los habitantes de mi hermosa Ciudad están de acuerdo con que las personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio.

Por supuesto, es irrelevante; aunque 95% de los habitantes de la Ciudad estuvieran en contra, debería legalizarse. Aquí y en todos lados: los derechos no se ponen a votación. Por eso mismo también es irrelevante que la mayoría esté en contra de que adopten… más aún cuando ese derecho ya lo tienen: no se puede discriminar a nadie por sexo, religión, raza, o preferencia sexual para adoptar. Los homosexuales ya pueden adoptar hijos en la Ciudad, y por supuesto los matrimonios homosexuales también podrán.

Pero es significativo que la mayoría de la Ciudad esté de acuerdo con los matrimonios homosexuales, o no les importe (entre 5% y 7% dicen que “no saben”); más aún por quién mandó hacer la encuesta y cómo plantearon las preguntas. Una encuesta realmente imparcial me imagino revelaría que un porcentaje mucho más alto de la población está de acuerdo o al menos no le importa que los homosexuales se puedan casar entre ellos.

(Además de la deliciosa ironía de que los pendejos de la dirección panista en el DF mandaron hacer esta encuesta porque idiotamente creyeron que justificaría sus pataleos en contra de la ley que permite a los homosexuales casarse.)

Y por eso quiero a esta Ciudad. Por la gente que vive en ella.

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Hígado

Con Omar en el messenger:

Omar: Me dice, “cambia la bibliografía del estilo iniciales-del-autor a números”. En LaTeX eso sería cuestión de cambiar, pues, el estilo de la biliografía, cambiar un renglón.
Yo: Supongo que en TeX debes vender un hígado o algo así…
Omar: Más o menos: escribí un scriptcito en Perl.
Yo: Que como todo mundo sabe, es el equivalente en computación a vender un hígado o algo así.
Omar: Sí, sé que es una opinión popular. A mí de hecho me gusta Perl.
Yo: Lo que tengas en contra de tu hígado es bronca tuya…
Yo: …pero entonces te recomendaría mejor empezar a beber más.

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Mi abuela

Ayer a las 3:30 de la tarde, falleció mi abuela.

Era la única sobreviviente de mis cuatro abuelos; el papá de mi papá murió asesinado unas cuantas semanas antes de que él naciera, y su madre murió de cáncer cuando era adolescente. El papá de mi mamá murió hace siete años.

Cuando mi mamá le anunció a mi abuelo que se iba a casar con un comunista, y además que no lo haría por la iglesia, el cabrón la corrió de su casa y la desheredó… a lo puro pendejo, además, porque ni que nunca hubiera tenido mucha lana. Siendo maestro normalista y teniendo 14 hijos, está cabrón hacer mucha lana.

Durante años mi madre no entró a la casona de Coyoacán donde vivían mis abuelos. En las no muy frecuentes ocasiones en que nos llevó a visitarlos, mi hermano y yo bajábamos del carro de mi mamá, y ella se quedaba ahí, porque no tenía “permiso” de entrar.

Mi abuelo era católico a ultranza (de ahí los 14 hijos), conservador como la chingada, y autoritario a grados ridículos; mi hermano y yo teníamos que besarle la mano cuando lo veíamos. Jamás me cayó bien el pinche viejo, y cuando tuvo a bien morirse lo único que lamenté fue el dolor que eso le produjo a mi madre, que para ese entonces ya habían arreglado sus “diferencias” entre ellos.

Mi abuela en cambio siempre me cayó bien, aunque también tenía sus bemoles. Conservadora también, pero al menos sin meterse en la vida de los demás; y racista sin duda. Cuando mi madre les avisó que se casaría con un guerrerense, mi abuela estaba aterrada de que se fuera a casar con un negro. Cuando mi padre fue a verlos (la única vez, creo), y mi abuela vio que era blanco (o tan blanco como puede ser un mexicano), sin duda alguna la viejita se sintió aliviada.

A esta altura del relato ya deben entender que yo no tuve casi ninguna relación con mis abuelos cuando era niño, y cuando llegué a la adolescencia sencillamente ya no me interesaba tener ninguna.

Eso no quita que mi abuela siempre me cayera bien; a pesar de su conservadurismo siempre fue una mujer racional. Si sus hijos se enfermaban, los llevaba al doctor; jamás intentaba remedios pendejos de hacerles tés o darles hierbas. Aguantó a un marido insoportable durante décadas; alguien que cuando la comida no le gustaba le aventaba los platos. Tuvo catorce hijos, todos de forma natural (sin cesárea), incluidos dos gemelos, y todos llegaron a la edad adulta. Y nunca se metió con mi mamá; sin duda muchas veces no estuvo de acuerdo con las decisiones que tomó, pero nunca le dijo nada ni trató de dirigirle la vida. Y, todavía más importante, cuando pudo (que dada la actitud de mi abuelo no siempre fue posible) siempre la apoyó.

Ya siendo yo adulto (y con mi abuelo muerto), mi mamá se acercó de nuevo a su madre, y yo vi a mi abuelita más seguido. De hecho es muy probable que la haya visto más estos últimos siete años que los otros veinticinco años de mi vida. Mi abuela siempre me trató con respeto y siempre me reconoció (que ya en los últimos años era motivo de alegría), y yo le respondí de la misma manera. Aunque ciertamente supongo era más fácil para mí el reconocerla.

Cariño nunca hubo mucho; mi abuela no era particularmente cariñosa, y yo lo entiendo dado el montón de hijos, nietos y bisnietos que tuvo. Cuando tienes esa cantidad de hijos supongo que hay que darse de santos de que hayan sobrevivido todos, y pedir que además los estuviera apapachando me parece ligeramente irreal. Y de mi parte pues me caía bien la viejita, pero no me engaño; siempre fue más bien una extraña en mi vida.

Así que cuando mi mamá me avisó que la habían internado en el hospital yo me preocupé por mi jefa, más que por mi abuela. Cumplía noventa años en abril, y vivió una vida plena además de larga. El viernes todavía mi mamá la llevó a comer al André, donde se tomó un tequila y una cerveza, y el fin de semana se fue a Oaxtepec. En diciembre se fue a Colima con uno de sus hijos.

El lunes después de regresar de Oaxtepec se empezó a sentir mal, la llevaron al hospital donde la internaron (el López Mateos del ISSSTE; casualmente el mismo hospital donde yo nací), y el miércoles murió en paz y sin dolor. Pasó las últimas horas de su vida inconsciente.

No puedo decir que la voy a extrañar; la verdad nunca fue parte de mi vida. Pero ciertamente fue una mujer, en muchos aspectos, admirable. Y simpática; tenía buen sentido del humor.

Y ahora ya no tengo ni un abuelo. Pero la triste verdad es que, para motivos prácticos, nunca tuve ninguno.

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Medio metro les digo

Hoy fui a Ciudad Universitaria, con uno de los climas más locos que yo recuerde en mi hermosa Ciudad. Vientos huracanados, un solesote que iba y venía de acuerdo a los caprichos de las nubes que lo tapaban, y lluvia esporádica (incluyendo que cayera a veces mientras el solesote estaba ahí).

Mientras caminaba a mi carro viniendo del IIMAS, una ráfaga de viento azotó los árboles del Circuito Universitario, y yo cerré los ojos por el viento y hojas que levantó en su vuelo. No dejé de caminar, pero escuché un ruido extraño detrás de mí, y me volví para ver qué había sido.

Justo donde yo había estado un par de segundos antes, una enorme rama de un árbol yacía ahora, arrancada sin duda por el viento. No sé cuánto pesaría, pero dudo que hubiera sido divertido que me cayera en la cabeza.

Eso estuvo bastante cerca.

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Crónicas Mutantes

Ayer fui a ver Mutant Chronicles. Se aplican las de siempre.

Mutant Chronicles

Mutant Chronicles

Me enteré de esta película cuando salió su corto hace, literalmente, meses. La verdad no pensé que jamás llegara a México; sorpresivamente sí lo hizo (y joyas como City of Ember no; no creo llegar a entender eso nunca). Salen Ron Perlman y John Malkovich, y se veía interesante, así que me metí a verla.

O. Dios.

Mutant Chronicles es una pésima película muy bien hecha. Todo el aspecto técnico de la película está super chido; especialmente la tecnología steampunk y los efectos especiales. Fuera de eso, la película es pésima en casi todos los sentidos.

Una historia revuelta y mal contada, con enormes y múltiples hoyos; todo mundo sobreactuando como si estuvieran compitiendo a ver quién es más ridículo; y las escenas de acción con violencia más gratuita que yo recuerde. Incluyendo cosas como Zombieland y District 9.

Dicho sea eso, yo disfruté enormemente la película. Es bastante divertida, me parece, y me hizo interesarme (levemente) en el juego de mesa sobre el cual está basada.

Al final del día me alegro de haberla visto en el cine; es tan increíblemente mala, que dudo dure mucho en cartelera.

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Tierra de Zombies

Fui ayer a ver Zombieland. Se aplican las de siempre.

Zombieland

Zombieland

Zombieland tiene dos cualidades fabulosas: es genuinamente divertida todo el tiempo, y nunca por ningún motivo para nada se toma en serio.

La historia, por supuesto, es una pendejada; pero no creo que eso importe mucho. Jesse Eisenberg es el personaje principal; es la segunda vez que lo veo en una película, y es exactamente el mismo papel que hacía en Adventureland, sólo que de repente dispara escopetas. Woody Harrelson interpreta a un redneck, y es por mucho lo mejor de toda la película. A Emma Stone es la tercera vez que la veo, y también hace el mismo papel que en otras películas; también disparando escopetas. Está muy chula, de cualquier forma. Abigail Breslin es probablemente la mejor actriz de la película, pero su personaje no es terriblemente atractivo. Sigue siendo encantadora, como sea.

Fuera de ellos, todos en la película son zombies. Y Bill Murray.

No hay mucho que decir acerca de la película: está muy, muy, muy divertida, y de verdad me la pasé muy bien viéndola. También está muy bien hecha, y al menos en cinematografía es ligeramente innovadora.

Vayan a verla; se van a divertir.

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Sherlock Holmes

Ayer, después de curarme la cruda, fui a ver Sherlock Holmes. Se aplican las de siempre.

Sherlock Holmes

Sherlock Holmes

Voy a comenzar diciendo que yo a Sherlock Holmes lo conocí como debe de ser: leyéndolo. No creo haber leído todo el material que Conan Doyle escribió del genial y excéntrico detective, pero ciertamente me chuté una porción considerablemente grande.

Por lo tanto, me parece natural que en general las representaciones del detective en televisión o cine siempre me hayan parecido artificiales, y (más grave todavía) terriblemente aburridas.

Esta idea de presentar a Holmes únicamente como una mente que razona utilizando la lógica, y más insultante, a Watson como un gordo chaparrito, tartamudo y torpe, siempre me pareció un ultraje a la imagen que yo siempre tuve del detective y su inseparable socio.

Holmes era un gran boxeador y artista marcial (venga; así se deshizo de su más grande enemigo, el Profesor Moriarty); y no sólo era “excéntrico”: era un adicto a cualquier droga que pudiera proveerse, un desmadre en su vida personal, y con una personalidad que me parece la única manera de describirla es como obsesiva-compulsiva, además de sin duda bipolar.

Watson además era un héroe de guerra, soldado profesional además de médico, que dejó la milicia por una herida que sufrió en batalla. También jugó rugby cuando era joven (que es como futbol americano, sólo que para hombres de verdad), y los cuentos del detective dejan entrever (veladamente porque, recordemos, es él en teoría quien los relata) a un tipo de acción, mujeriego y jugador.

Para mí esta película es la primera que veo donde muestran al gran detective y su compañero más o menos como los imaginaba. Nada más por eso valdría la pena que fueran a verla.

Pero además es divertidísima, con mucha acción, bien contada, muy emocionante, y con un elenco fabuloso.

Robert Downey Jr. se convierte en el detective de forma completa; incluso se me olvidó el hecho de que era gringo. Jude Law como Watson es maravilloso; hasta cierto punto es gracias a él que la película funciona tan bien. La química que los actores sin duda alguna desarrollaron en la vida real se refleja mucho en la pantalla grande, y además Law es sutil en su magnífica interpretación de Watson. Por ejemplo, tiene una ligera cojera, consecuencia de su herida de guerra (aunque en uno de los cuentos de Holmes decían que la herida había sido en el hombro).

Rachel McAdams (que a mí me encanta desde siempre) es fabulosa como Irene Adler; no sólo siendo tan inteligente como el mismo detective, sino también capaz de entrarle a los madrazos y disparar cuando es necesario. Mark Strong es un villano perfecto para el detective, y yo aplaudo la idea de dejar a Moriarty mejor para próximas películas (que estoy seguro harán como dieciocho después de ésta).

Mención especial merecen Geraldine James como Mrs. Hudson, que se roba todas las dos escenas donde aparece, y Kelly Reilly como la prometida de Watson, que las esposas del mismo sólo fueron ligeramente mencionadas en los libros.

Pero me parece que lo más fabuloso de la película es el romance de la misma; y hablo del romance entre Watson y Holmes, por supuesto; ese es el único romance que importa en las historias del detective. Law y Downey Jr. se portan como novios todo el tiempo; eso sí, muy seriecitos, que no olvidemos que estamos en la Inglaterra Victoriana que metió al bote a Oscar Wilde por ser homosexual. Se hacen panchos, se contentan, y de verdad nada más falta que se agarren a besos.

La película es maravillosa, y me alegra que por fin el siglo XXI tenga una representación del más grande detective que valga la pena. Hacía falta.

Vayan a verla, al cine, varias veces. Porque además seguro van a venir otras tres o cuatro secuelas. Me muero por ver a quién le dan el papel del Profesor Moriarty.

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Feliz Año Nuevo

Una vez más, les deseo un feliz año nuevo a mis lectores. Generalmente escribo esta entrada en las últimas horas del año viejo, pero hoy la celebración con mi familia estuvo particularmente entretenida.

Espero que este año les vaya mejor que el anterior; yo tengo exactamente un propósito de año nuevo, que espero cumplir. Bueno, es uno y medio; lo que pasa es que el segundo no depende únicamente de mí, y entonces no lo cuento como uno entero.

Feliz año nuevo.

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Próximamente…

Una película que está irrevocablemente ligada a mi niñez es Clash of the Titans; tendría cuatro o cinco años cuando se estrenó en México, y mi madre jura que me llevó al cine a verla. Por supuesto, no lo recuerdo; pero la pasaban tanto en la tele y además fue de las primeras que conseguimos en VHS cuando nos compramos una videocasetera, que la recuerdo casi de memoria.

Como los gringos llevan diez o quince años quedándose sin ideas originales, la van a rehacer; nada más vi los escorpiones gigantes y a Medusa en el primer adelanto, me vine tantito. Ahora que acabo de ver el segundo avance, y cuando veo a Liam Neeson como Zeus diciendo “Release the Kraken!”, de hecho me vine un montón.

Kraken

Kraken

También viene Iron Man 2, con Don Cheadale com War Machine y la sabrosísima Scarlett Johansson como Black Widow.

Iron Man 2

Iron Man 2

También viene Kick-Ass, la segunda adaptación de una novela gráfica de Mark Millar a la pantalla grande; si sale la mitad de buena que la primera (la fabulosa Wanted del año pasado), sin duda valdrá la pena.

Y además de todo viene una nueva adaptación de Robin Hood al cine; que la verdad me alegro, porque no puedo creer que la versión de Kevin Costner sea la última buena (aunque ciertamente será difícil que puedan superar el personaje de Azeem, interpretado por Morgan Freman). No me parecer terriblemente buena la elección de Russell Crowe para interpretar a Robin Hood (y, sin ánimo de ofender, pero ya está medio viejo); pero el tipo me cae bien y ciertamente confío en Ridely Scott como director.

Súmenle a eso que saldrá la séptima (que no última) película de Harry Potter, la adaptación del video juego Príncipe de Persia, y la colección normal de comedias románticas intrascendentes, y el año que viene se ve bastante prometedor con respecto al cine.

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Otro triunfo más de la razón

En mi hermosa Ciudad, los homosexuales ayer obtuvieron el obvio, sencillo y fundamental derecho de poder casarse con quienes aman; derecho que a pesar de ser obvio, sencillo y fundamental, se les había negado siempre. No sólo aquí, sino en casi todo el mundo; me parece que ésta es la primera ciudad de Latinoamérica que les reconoce este derecho a los miembros de la comunidad gay.

Y por eso es que adoro vivir en esta Ciudad. Aquí la razón, en general, triunfa sobre las mentes más pendejas, retrógradas e intolerantes.

Herida

Herida

Ahora venga, que salgan la bola de bestias que atacarán esta ley cuando no los afecta en lo más mínimo.

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El Cascanueces

Total que ayer fui a ver El Cascanueces de Tchaikovsky en el Auditorio Nacional. La función era a las 5:00 PM y salimos de Xochimilco como a las 3:45. Nada más llegar a Periférico (que nos llevó más de media hora), nos dimos cuenta de que era sencillamente imposible que llegáramos a la función a tiempo; el tráfico en la Ciudad estaba horrible, mucho peor que de costumbre. Así que cuando el tráfico se medio aceleró pasando Gran Sur, me aventé de ahí al metro Barranca del Muerto en unos diez minutos, probablemente rompiendo un récord de velocidad, y seguramente rompiendo varias leyes de tránsito.

El metro nos salvó; llegamos a las 5:01, y como la función empezó tarde pudimos entrar sin problemas. Es una maravilla el metro.

El ballet no me gusta tanto como la ópera, pero la puesta estuvo muy padre. Nunca la había visto como ballet; aunque la música me la sé casi de memoria, como probablemente sepa casi todo el mundo. Los vestuarios y la escenografía están muy padres, y la Compañía Nacional de Danza es muy buena (o al menos eso opino, dentro de lo poco que yo sé de ballet); la orquesta fue al de Bellas Artes. Y nada más por ver a la reinita que bailó en la parte de la danza árabe vale la pena (no recuerdo el nombre, no me quedé con el programa, y la página del Auditorio Nacional es inútil). También la niña que interpretó a Clara me pareció fabulosa.

Estuvo divertido; pero seré sincero y diré que lo más emocionante fue la carrera que me aventé en el trayecto para llegar a tiempo.

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Avatar

Ayer fui a ver Avatar. Generalmente cuando se me acumulan películas que he visto en el cine y que no he comentado en el blog, las presento juntas en una sola entrada. En esta ocasión haré una excepción, porque Avatar es probablemente la mejor película de ciencia ficción de está década que muere, y me parece que merece una entrada para ella.

Se aplican las de siempre.

Avatar

Avatar

Como ya había comentado antes en mi blog, estaba esperando con ansias esta película. La misma no me decepcionó en lo más mínimo; y más importante aún, superó mis expectativas, en varios casos por mucho.

La película ocurre unos ciento cincuenta años en el futuro y sigue a Jake Sully, un ex-marine que quedó paralítico en alguna batalla en la Tierra, y al que le ofrecen la oportunidad de ir a Pandora, una luna con vida en algún planeta por las cercanías de Alfa Centauri. Su hermano gemelo idéntico era parte del equipo científico que iría a Pandora, y murió en un asalto; estaba dentro del proyecto Avatar, que permite controlar remotamente cuerpos creados a partir de ADN humano y extraterrestre para poder estudiar e interactuar con los indígenas de Pandora, los Na’vi. Cuando murió, su avatar quedó inútil porque están ligados al ADN de su controlador, y por eso le ofrecen la chamba a Jake.

Jake se une al resto del equipo Avatar, pero con una diferencia enorme: contrario a ellos, él no es científico; es más, ni siquiera es particularmente bien educado. Además, es un soldado de carrera, lo que hace que el Coronel Quaritch, a cargo de la seguridad de la colonia humana en Pandora, y que no se lleva muy bien con los científicos, lo utilice para sus propios fines.

Los Na’vi son “retrasados” tecnológicamente, y viven en clanes en una sociedad guerrera que además parece estar en simbiosis permanente con los enormes bosques que cubren Pandora y la vida animal que vive en ellos. Los humanos ahí están básicamente porque quieren obtener “unobtanium”, un metal carísimo y cuyas vetas principales ocurre que están debajo de los lugares más sagrados para los Na’vi.

Como decía al inicio de esta entrada, probablemente Avatar sea la mejor película de ciencia ficción de la década, considerando que The Matrix salió en 1999. Tecnológicamente es impecable; los Na’vi, que miden tres metros y son azules, están animados por computadora, y la verdad no se nota. Todo Pandora está hecho por computadora, incluidos insectos, pasto y los montones de criaturas mortíferas que pululan por ahí, y tampoco se nota que esté hecho por computadora. La tecnología de los humanos (portaaviones aéreos, helicópteros y trajes de combate) es creíble, y también magníficamente hecha.

Además la historia es bastante buena, criticando cosas como el imperialismo, las grandes corporaciones, y haciendo una defensa del derecho de los pueblos aparentemente “atrasados” a resistir injerencias extranjeras, y de la importancia de mantener el equilibrio ecológico. Y, todavía más importante, está muy bien contada; la película dura dos horas cuarenta minutos, y la verdad no se siente en lo más mínimo.

Las actuaciones son fabulosas; a mí me está cayendo muy bien Sam Worthington, que con ésta, la última de Terminator y la nueva versión de Clash of the Titans que saldrá el año que viene va pero que vuela a convertirse en el próximo héroe de acción a seguir. Pero mucho mejores están Sigourney Weaver como la Dra. Grace Augustine, y Stephen Lang como el coronel Miles Quaritch; éste último en particular es de los mejores villanos que he visto en mucho tiempo. Giovanni Ribisi como Parker Selfridge, el “trajeado” encargado de los intereses de la compañía minera, también es buenísmo en su papel. Por último, Zoe Saldaña como la “princesa” Na’vi Neytiri, también es maravillosa; más aún considerando que sólo vemos su “actuación” a través de la animación por computadora que hacen de su personaje.

La música también está muy padre, y en general es perfecta para ambientar la película; la misma es divertida de forma consistente todo el tiempo; las escenas de acción son excelentes y muy emocionantes; y hay detallitos simpáticos a lo largo de toda la película: lo bien pensado que está el mundo de Pandora, lo natural que se ve la cultura Na’vi, etc., etc.

De lo único que podría quejarme es bastante nimio; la historia es bastante predecible (cuando Neytiri le dice a Jake que sólo cinco guerreros han domado a la bestia voladora más cabrona del planeta, uno inmediatamente sabe que Jake va a terminar domando una); jamás explican qué carajo hace el unobtanium (que es una broma; unobtanium viene de unobtainable: imposible de obtener); cómo demonios las montañas flotantes de Pandora, ya saben, flotan; y cómo es que los Na’vi terminan siendo, para motivos prácticos, humanos de tres metros azules.

Pero la verdad la película supera por mucho esos problemitas. Además, creo, lo más importante es la historia y el mensaje de la misma; incluso alguien tan citadino como yo, que tengo un profundo y arraigado amor a la Ciudad, y que no le interesa en lo más mínimo los espacios verdes ni mamadas de ese estilo, al final estaba aplaudiendo para que los Na’vi pudieran defender sus bosques. Y al fin y al cabo la victoria de los Na’vi al final de la película se siente como si los Aztecas le hubieran ganado a los españoles; la imagen es bastante chida.

No es difícil prever que la película va a ganar todos los millones de dólares del mundo (lo cual es bueno; tengo entendido que salió carísima), y que además a casi todo mundo le va a gustar. Independientemente de eso, yo creo que de verdad es la mejor película de ciencia ficción de esta moribunda década; algo tiene que ver que la verdad no hubo mucha buena ciencia ficción en estos diez años, pero en mayor medida es que la película es muy buena. Objetivamente muy buena: bien hecha, bien dirigida, bien contada, bien actuada, y con una historia simpática, entretenida y emocionante. Súmenle a eso la revolución que es (porque es revolucionaria) en el aspecto tecnológico, y su lugar en la historia está básicamente asegurado.

A James Cameron se le ocurrió la idea de la película en 1994; se tuvo que esperar más de quince años a sacarla porque la tecnología para hacerla sencillamente no existía. Él mismo ha señalado que trató de meter en la película todo lo chido de ciencia ficción en la misma, y se nota: es de verdad el sueño húmedo de los que disfrutamos ver ciencia ficción en el cine.

Yo la vi el día del estreno (aunque la verdad no lo planeé), y ya quiero verla de nuevo (más todavía porque la vi en IMAX: sigo sin encontrarle el chiste a la chingadera). Véanla, en el cine, varias veces; la película va encaminada a ser un éxito escandaloso, lo cual casi casi asegura las dos secuelas con que amenaza el director. Es una saga que va a pasar a la historia.

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