Dead Space

Hace casi tres meses que no comento acerca de mis platinos en el PlayStation 3. Estaba enclaustrado escribiendo la tesis, y por ello es que no había escrito al respecto; pero estar enclaustrado no evitó que jugara en mi PS3. De hecho, era básicamente el único entretenimiento que tuve (como deben haber leído, no fui al cine mucho en estos meses). El último platino que había platicado fue el de Need for Speed: SHIFT; el siguiente que obtuve fue el de Dead Space, en abril.

Dead Space

Dead Space

Dead Space fue otro juego que compré usado en California, después de leer en todos lados que era “aterrador”. Como yo no juego First Person Shooters (FPSs) en el PS3, ninguno de los juegos que había jugado en él habían sido de terror; Red Dead Redemption: Undead Nightmare involucra zombies, pero la verdad es más de risa que de terror; y Uncharted: Drake’s Fortune tiene al final cosas que les podría quedar la definición de zombies, pero nunca es realmente de terror.

Dead Space es un juego aterrador. Uno interpreta a Isaac Clarke (un fabuloso homenaje a Isaac Asimov y Arthur C. Clarke), un ingeniero en ruta al USG Ishimura, un “rompe planetas” (literalmente planet cracker en inglés, y no hay mejor definición para lo que hace), junto con un pequeño equipo de rescate. El Ishimura no responde, y lo último que se sabe de él es un mensaje donde pedían ayuda. Isaac está particularmente interesado en ir porque su novia (o ex novia; tenían “cosas que discutir”) se encuentra en la nave.

Todo sale mal desde el inicio; la nave en que llegan al Ishimura se estrella en su puerto espacial, e inmediatamente son atacados por (¿cómo adivinaron?) zombies, que son simpáticamente llamados “necromorfos” en el juego. En la escaramuza mueren todos excepto el líder, una experta en comunicaciones, e Isaac, que queda separado de ellos, e inmediatamente después la nave en que llegaron explota, dejándolos atrapados en el moribundo Ishimura.

A partir de ese momento Isaac se dedica a pelear con los aterradores necromorfos, que además suelen aparecer detrás de cada esquina y ducto de ventilación, mientras hace esfuerzos heroicos por mantener al Ishimura funcionando lo suficiente como para que él y sus compañeros sobrevivan, y recibiendo ayuda (e intrigas) a través de la radio por parte de los otros dos sobrevivientes, que también terminan separándose. Isaac no es soldado; es un ingeniero, y utiliza herramientas de construcción como armas la mayor parte del tiempo. Además, tiene un “traje de ingeniero” que es básicamente la cosa más maravillosa del universo; funciona a la vez como armadura, traje espacial, centro de comunicación (el traje proyecta un holograma, y así es como funcionan los menúes del juego), y además tiene botas gravitacionales para cuando se encuentra en espacios carentes de gravedad.

El juego entonces es en general estar recorriendo pasillos oscuros llenos de cadáveres, esperando con terror que un necromorfo aparezca de repente, mientras una música maravillosamente tétrica le pone a uno los pelos de punta, y que explota de repente en dramáticos violines (piensen Psycho) cuando por fin le brincan a uno los mostros. Cuando uno no anda vagando pasillos, generalmente es porque la acción ocurre en enormes escenarios con gravedad zero, donde uno tiene que utilizar estratégicamente la habilidad de Isaac de saltar de pared a piso (o techo) con sus botas gravitacionales, generalmente mientras lo persiguen necromorfos.

La historia es bastante entretenida, siendo a la vez un homenaje y una parodia de todas las películas de ciencia ficción de terror habidas y por haber en el universo, y uno realmente no se entera de qué está pasando (qué pasó con el Ishimura, qué causa que los cadáveres se vuelvan necromorfos, dónde está la novia de Isaac), hasta casi el final del juego. El modo de juego es el común para Third Person Shooters (TPSs), con la entretenida novedad de que uno puede generar un “campo de estasis” que causa que los enemigos se muevan en cámara lenta. Es endiabladamente divertido.

No es particularmente difícil el trofeo de platino, pero yo me tardé porque al inicio el juego me espantaba tanto que no podía jugar más de un capítulo por día, y muchas veces ni siquiera eso; nada más veía una “estación de guardar”, guardaba mi juego y me iba a dormir soñando con necromorfos persiguiéndome. Cerca de la mitad del juego (cuando ya había mejorado mi traje y mis “armas”), agarré mejor ritmo y a partir de entonces fui mucho más rápido. Una vez terminado el juego, como suele ser cuando uno quiere un trofeo de platino, tuve que volverlo a jugar en la dificultad más perra, y eso me llevó algo más de tiempo.

Acabé encantado con el juego, al grado de que habiendo obtenido el trofeo de platino, estuve a punto de comprar en la PSN mejores armas y trajes para volver a jugarlo. Al final decidí que no (el traje que uno recibe por terminar el juego es bastante chido), pero eso no quita que ha sido uno de los juegos que más me ha entretenido en mi PS3. Y además consiguió lo que yo quería: de verdad tenerme espantado. Los malditos necromorfos son aterradores.

Todo mundo dice que el trofeo de platino de Dead Space 2 es de los más difíciles que existen: para obtenerlo, hay que jugar el juego en la segunda dificultad más perra, y sólo se puede salvar tres veces a lo largo de todo el juego. No me importa; quiero jugarlo (y sacar el platino), y al parecer dentro de poco será el mejor momento para comprarlo, porque Dead Space 3 está a punto de salir.

Si pueden, juéguenlo; es altamente recomendable. Sólo si son como yo, no se quejen de estar chillando como niña de seis años en algunas partes.

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El Caballero de la Noche Asciende

Hace casi dos semanas (el domingo no pasado, sino el anterior), fuimos a ver The Dark Knight Rises, después de haber fallado los dos primeros intentos de ir a verla. No había escrito al respecto por estar ocupado.

Se aplican las de siempre.

The Dark Knight Rises

The Dark Knight Rises

Hace más de treinta años salió la primera película “moderna” de Superman, con Christopher Reeve en el papel del hombre de acero. La primera secuela fue incluso mejor (podemos discutirlo), y de ahí pa’l real no ha vuelto a haber una buena pelícua del kriptoniano.

Once años después de la primera película de Superman, Batman de Tim Burton sería la siguiente muestra decente de adaptar al cine a un superhéroe; la elección de Michael Keaton como Bruce Wayne se puede cuestionar, pero Jack Nicholson fue fabuloso haciéndola de Jack Nicholson actuando como el Joker. La secuela de esta película puede considerarse también como un triunfo (aunque tal vez menor), y una vez más a partir de la tercera todo empezó a irse al carajo.

Con la llegada del nuevo milenio Marvel por fin empezó a ordenar sus cosas, y sacó X-Men en el año 2000, lo que sería el comienzo de su innegable supremacía actual en las adaptaciones de cómics a la pantalla grande, que culminó este año con el estreno de Avengers. DC mientras tanto en general ha seguido metiendo la pata hasta la ingle, con películas malas de plano como Green Lantern, o nada más aburridas como el idiota intento de continuar las películas de Superman de Christopher Reeve.

Después de ver Avengers este año, yo creí que sería la cima a la cual llegarían las adaptaciones de cómics al cine durante mucho tiempo. No esperaba que pudiera ser superada sólo unas semanas después, y menos por DC, con la única franquicia que han podido mantener de forma decente.

The Dark Knight Rises, con todas sus fallas (los descarados hoyos en la trama, que se toma ridículamente en serio, y lo inverosímil de la historia), es una extraordinaria adaptación de los mitos del Caballero de la Noche, y un final perfecto para la triología. No sólo eso; consigue darle a Bruce Wayne un final feliz, cosa que en general no ocurre por la forma de ser del millonario huérfano. Esto es, un demente psicópata.

La historia (que repito, es inverosímil y tiene demasiados hoyos) me parece que consigue rematar bien una triología que ha sido sin duda alguna magistralmente ejecutada. El elenco es espectacular; regresan todos los que habían salido (y que no hubieran muerto), incluidos fabulosos cameos de Liam Neeson y Cillian Murphy, y además se agregan de forma espléndida Tom Hardy, Joseph Gordon-Levitt, Marion Cotillard y Anne Hathaway.

El primero hace una interpretación muy original e interesante de Bane, si bien no tiene tanto que ver con el personaje de los cómics. De cualquier forma sí consigue mostrarse como un enemigo formidable para Batman, aunque es su presencia la que hace que en muchas escenas la película se tome demasiado en serio. Gordon-Levitt da un papel decente, si bien no espectacular, del sucesor de Bruce Wayne como Batman; y dado que nunca aparece con el traje (pero sí en la baticueva) no me extrañaría ver una película de Nightwing en el futuro. Marion Cotillard a mí me engañó por completo; cuando se acuesta con Bruce Wayne y después todo el mundo la trata como su novia, yo todo el tiempo me decía “¿quién es esta pinche vieja advenediza, y por qué todo mundo la trata como la novia, cuando obviamente la buena es la Gatúbela?”. No fue sino hasta el momento en que acuchilla a Batman que de inmediato me volteé y le dije a Isabel: Talia al Ghul. En retrospectiva era obvio, pero que lo hubieran guardado para el final de la película se me hizo maravilloso.

Anne Hathaway merece una mención especial: se roba todas las escenas donde aparece, y también todas donde no. No sólo es bellísima la cabrona; es la mejor adaptación que he visto de Gatúbela en toda mi vida. Michelle Pfeiffer y Julie Newmar no le llegan a los talones; la Hathaway muestra a la ladrona como siempre ha salido en los cómics: sexy, divertida, inteligente, y sin aguantarle nada a nadie. Que le den un final feliz a Bruce Wayne con Selina Kyle es de las razones por las que me gustó tanto la película.

Lo demás es lo que ya damos por hecho estos días: buenos efectos especiales, una espectacular música, y hartas explosiones.

Salí bastante contento del cine; sin embargo, lo triste es que esta película es sin duda alguna un final (me parece que sería un error garrafal el tratar de sacar una cuarta), y DC ha usado ya su mejor (y podríamos decir único) cartucho en el género de superhéroes. El año que viene saldrá la nueva película de Superman, y si la gente de DC fuera lista estarían pensando en adaptar a los otros miembros de la Liga de la Justicia (la Mujer Maravilla, Flash, tal vez reintentarlo con Linterna Verde y reiniciar Batman), para en cuatro o cinco años sacar una película que le pudiera hacer competencia a Avengers. Pero dada la poca capacidad que han mostrado para manejar sus franquicias, la verdad lo dudo.

Independientemente de todo eso, The Dark Knight Rises es un final propio para esta triología de Batman, y una película increíblemente entretenida, y en muchas partes muy divertida. Así que les diría que la fueran a ver, pero dado que ha ganado casi mil millones de dólares en taquilla, es muy probable que ya lo hayan hecho.

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Valiente

Por último, hace una semana, fuimos a ver Brave. Se aplican yada yada.

Brave

Brave

Tenía muchas ganas de ver esta película; porque se veía increíble, porque es de Pixar, y porque el elenco me parece maravilloso. Salí algo decepcionado del cine.

En primer lugar, no pudimos encontrar la película en inglés y en 2D; a mí no me gusta el 3D, pero Isabel senciallmente no puede ver las películas así, por lo que la vimos en español. Y luego sencillamente la película resultó ser demasiado para niños.

Sé que suena medio idiota quejarse de que una película para niños es demasiado para niños, pero una de las cosas en general maravillosas de las películas de Pixar, es el hecho de que generalmente son muy buenas para adultos también. Brave no es así, y sí es demasiado infantil en muchas partes.

Por último, y esto para mí sí es un deal breaker, la película no tiene absolutamente nada de romance. Es una historia de una princesa adolescente “rebelde”, y cómo llega a entenderse con su estricta e inflexible madre. Lo cual ha de ser fabuloso para adolescentes que se creen “princesas” y “rebeldes”, pero a mí me dio más bien hueva.

Estoy siendo algo duro con la película; la verdad es que sí está muy bien hecha (el pelo de Merida, y algunas escenas con partículas de agua en particular son impresionantes), sí es muy divertida la mayor parte del tiempo, y la historia está bonita. Sólo que yo creo que pude haberla visto en Blu-ray sin muchos problemas.

Si tienen niños chiquitos (o adolescentes que se creen “princesas” y “rebeldes”), no duden en verla. Si no, igual y vale la pena; sólo sí me parece que no está al nivel del estándar normal de Pixar.

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El Sorprendente Hombre Araña

Un par de semanas después de ver Dark Shadows, fuimos a ver The Amazing Spider-Man. Se aplican ya saben.

The Amazing Spider-Man

The Amazing Spider-Man

Yo he sido fan de Spidey desde que era niño, cuando pasaban sus caricaturas en la tele. Siendo adolescente hubo un momento en que sólo me faltaban seis o siete números para tener todo lo que se había publicado del superhéroe aquí en México, a partir de que Novaro tomara en sus manos la publicación del cómic a inicios de los ochentas, para que luego Editorial Vid se hiciera cargo a finales de los noventas. Cuando Marvel comenzó a publicar directamente sus revistas aquí en México dejé de seguirle el paso, y de hecho ya tiene años que no leo cómics regularmente; sencillamente no tengo tiempo.

De cualquier forma, Spider-Man siempre ha sido uno de mis superhéroes favoritos, y aunque disfruté mucho las tres películas de Raimi/Maguire, la verdad es que el último nunca me pareció la mejor elección para interpretar a Peter Parker. Andrew Garfield en cambio es perfecto para interpretar a Parker, además de que presenta una caracterización del personaje mucho más moderna; el original Parker adolescente era un adolescente de los sesentas; mucho ha cambiado desde entonces. Tengo entendido que esta modernización está relacionada con el universo Ultimate de Marvel, pero no me consta porque nunca lo he leído.

Como sea, la película es excelente en casi todos los sentidos; y en gran medida lo es no sólo por el fabuloso Garfield, sino por una espectacular Ema Stone convirtiéndose de forma absoluta en Gwen Stacy. Lo único malo de tener a Gwen en estas películas, es que ya sólo estoy esperando con tristeza a que la maten, como me pasé toda esta película esperando que mataran a su padre.

No voy a hablar mucho más de la película; el elenco es perfecto, la historia es entretenida, los efectos son fabolosos, y tienen que ir a verla, cosa que probablemente ya hicieron. Y si no, háganlo.

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Sombras Tenebrosas

Hace semanas fui al cine, pero no había podido publicar al respecto porque Xochitl (la venerable y anciana máquina que alberga mi blog) se cayó durante las vacaciones de verano. Fuimos a ver Dark Shadows, porque somos fans de Johnny Depp y de Tim Burton.

Se aplican las de siempre.

Dark Shadows

Dark Shadows

La película está basada en una telenovela gringa (soap opera, que así les dicen allá). Yo en mi vida la vi, y de hecho jamás había oído hablar de ella. Sin embargo, suelo confiar en Tim Burton y Johnny Depp, y en los avances se veía divertida, así que fuimos a verla.

La historia es muy idiota; en el siglo XVIII, el acaudalado Barnabas Collins se hace amante de una bruja (la estupidizantemente hermosa Eva Green), pero no corresponde su amor, así que la bruja mata a sus padres primero, después a su prometida, y por último convierte a Barnabas en güampiro. Para cerrar con broche de oro, lo encierra en un ataud, y lo entierra, donde el pobre güey permanece durante casi doscientos años.

Cuando por fin escapa, y después de escabecharse a los pobres trabajadores que lo desentierran, Barnabas regesa a su mansión para descubrir que su familia ha caído en la desgracia, en no menor medida porque la bruja (que sigue viva, haciéndose pasar por la tátara-tátara-tátara-tátara-tátara-tátara-nieta de ella misma) así se ha encargado de que ocurra. El caos se sigue.

La película es muy divertida en varias escenas que juntas duran como veinte minutos. Todo lo demás es medio incoherente, burdo, y en la mayoría de las veces muy, muy idiota.

Aunque no sufrí viéndola, ciertamente me pude haber esperado a verla en Blu-ray, si acaso. Tiene varias puntadas muy buenas, Depp es un pinche genio y lo rescatable de la película lo es en gran medida por él, y de verdad Eva es tan hermosa que hasta distrae por su belleza. Pero no es realmente recomendable para verla en el cine; no que importe demasiado, ya que probablemente no siga siendo proyectada en ningún lado.

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Voten

Salí a votar a las 7:40 AM, y llegué a la casilla al cinco para las ocho. Cuatro horas después, emití mi voto.

El dedo

El dedo

Ese es mi castigo por venir a Ixtapa-Zihuatanejo en día de elecciones. La casilla estaba hasta su madre; mucho tiene que ver que era casilla especial, en medio de un complejo turístico, pero al parecer sí está saliendo mucha gente a votar.

Así que hagan lo mismo.

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Blanca Nieves y el Cazador

El viernes pasado fuimos a ver Snow White and the Huntsman, a insistencia mía. No escribí al respecto porque no he tenido tiempo esta semana.

Se aplican ya saben.

Snow White and the Huntsman

Snow White and the Huntsman

Voy a suponer que nadie necesita un resumen en general de la historia. A mí me gustó muchísimo esta película por varias razones: es una modernización interesante (si bien no necesariamente inteligente) del cuento clásico de Blanca Nieves; Chris Hemsworth es endemoniadamente simpático; los siete enanos están muy cagados; Kristen Stewart agrega una expresión más a su anterior portafolio de dos expresiones faciales (la nueva es “te voy a matar, pinche vieja”); y muchas más razones en el aspecto técnico, como la buena utilización de efectos especiales, música, vestuario, etc., etc.

Sin embargo, la razón más importante por la cual me gustó esta película, es sin duda alguna Charlize Theron, que en mi opinión debió recibir primer crédito porque ella en gran medida sostiene la película, y podemos discutir que la historia relata más a bien a su personaje, aunque su nombre no aparezca en el título.

La Theron no sólo se ve guapísima la maldita, además interpreta su papel con tanto gusto que es casi indecente ver cómo se divierte haciéndolo. Además de que por supuesto su personaje es como catorce millones de veces más interesante que Blanca Nieves, el susodicho cazador, o los cagados enanos, con un odio y rencor hacia los hombres no completamente desubicado.

Por lo demás, es un cuento de hadas; hay princesas, caballeros, y no poco importante para el género, hadas de hecho. Sólo se hace un intento de “modernizarlo”, donde por “modernizar” se entiende hacerlo un poco más oscuro, si acaso se podría oscurecer más un cuento para niños donde una reina malvada le paga a un cazador para que le saque el corazón a Blanca Nieves y se lo lleve como prueba de que de hecho la mató. Así era la versión “original” del cuento, aunque claro es difícil definir “original” para estas leyendas europeas.

La película tiene sus problemas, pero a mí me gustó bastante y me estaba meando de la risa durante casi todo el tiempo que estuvo proyectándose. No me parece que los realizadores esperaran realmente que esa fuera la reacción de los espectadores, pero el resultado es entretenido al fin y al cabo. Sorprendentemente además hay promesas (o amenazas) de que harán la segunda parte, y me parece que yo podría ir a verla sin mucha resistencia: ciertamente será interesante ver qué tanto más pueden exprimirle a una historia tan idiota.

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Las elecciones presidenciales

Hace un rato que he estado ponderando escribir acerca de las elecciones; mi trabajo en mi tesis doctoral, así como otras circunstancias, lo habían impedido. Sin embargo, llevo con una tos espantosa más de una semana que me ha impedido trabajar como quisiera, y en este tiempo he estado pensando acerca de esta entrada, así que por fin me decidí a escribirla.

Hace poco más de seis años escribí una entrada, Porqué voy a votar por el PRD y el Peje, donde explicaba por qué votaría como lo hice en el 2006. Mi razonamiento para votar por Andrés Manuel López Obrador y (hasta cierto punto) el PRD siguen básicamente siendo los mismos; aunque las circunstancias se han vuelto más apremiantes, lo cierto es que el PRI y el PAN tienen para motivos prácticos el mismo proyecto de gobierno, y que el proyecto alternativo de nación que el Peje y su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) es el único que ofrece una alternativa a la misma política social y económica que ha destrozado el país desde 1982, cuando Miguel de la Madrid tuvo a mal en convertirse en el primer presidente neoliberal de esta nación.

Cuando en el 2000 la bola de idiotas que promovió la estúpida idea del “voto útil”, un montón de gente lo dijimos: con Fox, al país le va a ir de la chingada. Tuvimos razón, por supuesto; el cambio de presidente de uno del PRI a uno del PAN no modificó en casi nada lo que hicieron los gobiernos priistas de de la Madrid, Salinas y Zedillo. Cambiaron las caras, y hubo algunos ajustes en los grupos de poder; pero para motivos prácticos todo siguió igual, y un montón de cosas empeoraron: en particular, al PAN (ni mucho menos a FOX) jamás le ha interesado realmente la cultura, el desarrollo científico, ni la educación pública, y esos tres rubros sufrieron acordemente.

Cuando en 2006 los mismos idiotas, junto con otros que lo único que temían era que sus privilegios fueran afectados, vociferaron que el Peje era un “peligro para México”, un montón de gente volvimos a decir: con otros seis años de PAN, al país le va a ir más de la chingada.

No sólo volvimos a tener razón; nuestros peores temores fueron altamente superados. El fraude electoral de 2006, donde Calderón “ganó” por 0.56 puntos porcentuales (dícese, ni uno completo), después de una asquerosa guerra sucia, de una intervención ilegal de Vicente Fox (que descaradamente después diría que él, personalmente, le había “ganado” al Peje), y de un IFE tan parcial que lo único que pudo hacer fue renunciar a su cúpula, llevó de manera viciada de origen a un “gobierno” de la República que ha resultado en el sexenio más catastrófico que hemos tenido en varias décadas.

Decenas de miles de muertos en una guerra inútil e idiota contra el narcotráfico; un gabinete formado por políticos de tercera y cuarta categoría incapaz de gobernar al país; una economía cada vez más débil y que genera cada vez más pobreza y desempleo (y por lo tanto cada vez más crimen y violencia); un abandono absoluto de la educación pública (cuando no la ataca de frente, como es el caso de la prueba ENLACE); y un mal manejo de los bienes de la nación, en particular, preocupantemente, los energéticos, con PEMEX en una condición desastrosa, y la CFE concesionando (de nuevo, ilegalmente) la producción de electricidad a empresas extranjeras… después de deshacerse (ilegalmente también) de Luz y Fuerza del Centro y uno de los pocos sindicatos que se oponían de manera inteligente a este régimen ilegítimo.

Todo lo anterior resulta en que el PAN va a perder en el 2012, por suerte; nada ni nadie puede cambiar ese desenlace para la pobre y patética Josefina Vázquez Mota. No sólo porque es pésima candidata, ni porque recibe madrazos no sólo de sus adversarios (que en las últimas semanas ya mejor la ignoran, porque sus posibilidades de ganar se han reducido de forma irremediable); sino de su propio partido, de su propio equipo de campaña, y (por supuesto) del propio Calderón. El voto de castigo que ese partido se ganó solito durante los últimos 12 años será implacable, y espero que mis compatriotas hayan aprendido la triste verdad de la patética derecha de este país: sencillamente no sabe gobernar.

Desde hace unos años yo he estado convencido: el PAN resultó peor que el PRI, y si esas fueran las únicas opciones, yo votaría por el PRI, que incluso en la terrible mediocridad de de la Madrid, la incapacidad política de Zedillo, o la venenosa inteligencia de Salinas, fueron mejores gobernantes de lo que el PAN jamás (con su actual dirigencia y militancia) será capaz de ser.

Por suerte, PAN y PRI no son las únicas opciones.

Desde hace al menos tres años (aunque realmente lleva más tiempo), cuando Televisa y otros grupos de poder en México se dieron cuenta de que las posibilidades de reelección del PAN se disminuían cada vez más (era y es fácil verlo, dada su inusitada incompetencia), en bloque decidieron que el próximo presidente de México debía de ser alguien que en primer lugar les garantizara que sus privilegios (varios de ellos ilegales) no serían tocados, y en segundo lugar que lo pudieran controlar, a cambio de (en gran medida) el control de los medios electrónicos que tienen.

Desde su punto de vista tiene sentido: los niveles de aprobación del PAN se estaban (y lo siguen haciendo) despeñando ante la opinión pública, y entonces un regreso del PRI no sólo era posible, sino altamente probable. Entonces durante estos años manejaron la imagen de un Enrique Peña Nieto ganador de las elecciones del 2012, aunque faltaran decenas de meses para que esto ocurriera. Es también importante entender que esta estrategia no sólo se centra en Peña Nieto: hay ya varios diputados y senadores del PRI y del PAN que están básicamente al servicio de Televisa, para que cosas como la Ley Televisa no les vuelva a ocurrir. Están protegiendo sus intereses, en detrimento de la democracia y libre expresión en México (nada más recuerden el caso de Carmen Aristegui).

Durante todo este tiempo Peña Nieto fue presentado como algo inevitable; no había ya nada que hacer, “todas” las encuestas mostraban que el candidato priista (meses antes de que de hecho fuera candidato del PRI) sería el presidente y no había nada que discutir.

A este grupo de poder, que le encantaría que la realidad fuera como ellos la presentan, se le olvidaron tres cosas:

  1. Enrique Peña Nieto es un mal candidato: inculto, torpe, autoritario y no particularmente inteligente.
  2. López Obrador lleva preparándose para el primero de julio casi seis años.
  3. Los estudiantes de este país, sorprendentemente comenzando con los de las escuelas privadas, no están dispuestos a que una televisora les imponga su próximo presidente.

Voy a hacer un paréntesis: aunque en principio y sin duda alguna apoyo a los chavos y chavas de #YoSoy132, lo cierto es que (en mi opinión) son muy inocentes (o muy pendejos) si siguen pronunciándose como “apartidistas”. En sus asambleas y movilizaciones la enorme mayoría de estos chavos expresa su rechazo tajante a Peña Nieto, y su completa descalificación del “gobierno” de Felipe Calderón. Bueno pues, dejen de hacerse güeyes y apoyen abiertamente a Andrés Manuel López Obrador. De otra forma, es básicamente llamar al voto nulo, que como toda persona con dos dedos de frente sabe, es igual de inútil que abstenerse.

Otro paréntesis: si las elecciones en México fueran por mayoría calificada (50% + 1), el voto nulo no sólo no sería inútil; sería un arma bastante filosa. Pero como en México gana el que tenga mayoría simple (así sea una “mayoría” de 10%), el voto nulo es completamente inservible. Uno de los candidatos presidenciales en la boleta ganará la presidencia, y anular el voto no evita en nada eso: no va a cambiar absolutamente nada. El que sea que gane el primero de julio (y de verdad quiero decir el que sea) le va a valer absoluta y completamente madres si el 75% de los votos que lo lleven a la presidencia son nulos.

Las últimas encuestas muestran una tendencia que debe aterrar al grupo de poder que quiere a Peña Nieto en la Silla del Águila; el Peje sube y sube y sube, y EPN y JVM bajan y bajan y bajan. Quadri no importa; nunca ha importado, y ha quedado tan profundamente descalificado por su relación con Elba Esther Gordillo que realmente ya nunca importará. Por dichas tendencias este grupo de poder (comenzando por Televisa) ha comenzado un refrito de la guerra sucia que vimos hace seis años: espots televisivos mostrando a AMLO como un “peligro para México”. Después de los últimos 12 años de panismo, y de los últimos 30 de neoliberalismo, no sé cómo no se les cae la lengua para decirle a nada más un “peligro para México”.

Las tendencias además les preocupan por otras circunstancias: en el 2006, tres meses antes de las elecciones AMLO sólo bajó en las encuestas, no subió. Además, hace seis años la guerra sucia tardó más de un mes en comenzar a reflejarse en las encuestas. Ahora sólo faltan poco más de tres semanas para las elecciones, y es entonces muy posible que la guerra sucia no funcione; de cualquier forma esperen ver al Peje siendo atacado por absolutamente todo lo que haya hecho o dejado de hacer, no importa si fue antier o hace veinte años. Incluso ya lo están acusando de la devaluación del peso frente al dólar.

Si su guerra sucia no funciona, entonces el fraude es otra opción. La usaron en 2006; ¿por qué no de nuevo? Se ha reportado que las listas nominales muestran un aumento en la población rural (no la urbana), mientras que los datos del INEGI dicen exactamente lo contrario. Recuerden que el Peje tiene una ventaja absoluta (e incluso abrumadora) en los sectores educados de la población, y éstos se concentran en las ciudades; además de que el control de la maquinaria del PRI es mayor en las zonas rurales que en las urbanas.

Y si la ventaja del Peje para el primero de julio es tal que incluso un fraude no garantizaría el triunfo de EPN, no duden incluso escenarios que hace unos meses hubieran parecido impensables. No es completamente descabellado pensar que unos días antes de las elecciones Calderón (o el IFE, o quien sea) diga que no hay condiciones de seguridad para llevar a cabo las elecciones, y que éstas se posponen “hasta próximo aviso”. Es un escenario catastrófico; pero ciertamente no podemos descartarlo.

Mucha de la gente que ha expresado su intención de votar por Andrés Manuel López Obrador lo hace bajo el argumento de que es “lo menos peor”. Yo no caigo en ese grupo; yo sinceramente creo que es la mejor opción que tiene el país. No por el Peje; como escribí hace seis años, el tipo nunca me ha caído bien, y de hecho sigue cayéndome mal. En particular cuando empezó con sus mamadas de la “República amorosa” no tienen idea de lo mal que me cayó; por suerte al parecer ya superó esa idea idiota.

No; lo importante es el proyecto de nación, que no es una idea fabulosa que él haya tenido, inspirada por ángeles o el espíritu santo. Ese proyecto de nación es el resultado de décadas de discusión de la izquierda mexicana, comenzando realmente con el movimiento estudiantil de 1968. Mucho más que el Peje, el proyecto de nación es lo que a mí me atrae, particularmente por el gabinete que ha anunciado que formará su gobierno. La mayoría de los miembros de ese gabinete son expertos en sus temas, y gente que sin duda está dispuesta y es capaz de implementar dicho proyecto.

Yo no voy a votar por el Peje por razón de él; voy a votar por el Peje por razón del proyecto que encabeza.

De la misma manera, no voy a votar ni por el PRI ni por el PAN no porque me caigan mal sus candidatos, o porque difiramos en ciertos principios. No voy a votar por ellos sencillamente porque gobiernan mal. Vean a la Ciudad de México en los últimos 15 años, y vean (literalmente) al resto del país. Vean lo que pasó en Atenco durante el sexenio de Peña Nieto en el Estado de México. Vean la violencia en lugares como Monterrey, tan exacerbada que hubo quienes se mudaron a la Ciudad de México por la violencia.

La Ciudad es de los pocos oasis de las desgracias que está viviendo el país, y en gran medida es por el gobierno que hemos tenidos en los últimos tres quinquenios, aunque gran parte también es por la fabulosa ciudadanía que aquí vive. Hago notar que estoy hablando en particular de los gobiernos de la Ciudad, no del PRD. En Chiapas, Guerrero y Michoacán las cosas están igual o más de la chingada que en el resto del país, y son estados gobernados por el PRD.

Pero los equipos que han gobernado la Ciudad (incluyendo el del Peje, por supuesto), han hecho las cosas más bien que mal; han cometido su bola de imbecilidades, claro, pero en general han gobernado bien. Y es sin duda de los gobiernos más progresistas de este país, donde las mujeres pueden decidir el futuro de su propio cuerpo, y donde dos personas que se aman se pueden casar, no importando de qué género sean. Uno de esos equipos es el que encabeza el Peje (aumentado y fortalecido por gente increíblemente capaz como Juan Ramón de la Fuente), y quiero que hagan por el país lo que hicieron por la Ciudad.

Los documentos que acaba de publicar The Guardian acerca de la participación de Televisa en la campaña de desprestigio contra el Peje, me parece serán la pistola humeante que muchos de los indecisos necesitaban para decidirse a votar por él. No es seguro, y no será fácil; pero sí es posible que el Peje gane el primero de julio, y hay múltiples señales que apuntan a ello, como Peña Nieto comenzando a decir que la única encuesta importante es la del día de las elecciones, o un aterrado Fox llamando a votar en contra de su partido.

Va a venir el lodazal, y tal vez incluso peores escenarios como el uso del fraude, o incluso el tratar de posponer o cancelar las elecciones. Pero conforme más gente se informe y decida salir a votar ese día, más difícil será que eso ocurra; no hay forma de garantizar que no ocurra, pero sí se le pueden poner piedras al camino de esos escenarios.

De forma muy paradójica, de alguna manera es más probable que gane el Peje ahora que en 2006. Muchísimos empresarios y gente de clase alta lo están apoyando; los primeros porque en este país no hay realmente libre mercado, uno tiene que ser amigo de alguien dentro de los grupos de poder para que realmente el mercado le sea “libre”. Los segundos porque la gente con recursos está despertando a la espantosa realidad de que sus hijos no tienen futuro con estos regímenes. Por eso fue la reacción tan inusitada de los estudiantes de la Ibero, y por eso fue que en el Tecnológico de Monterrey en Monterrey recibieron al Peje bajo gritos de “¡Presidente, presidente!”. Sus padres se gastan miles de pesos en universidades privadas, y al salir tienen las mismas dificultades que todos el resto de los mexicanos para encontrar trabajo.

Sólo un puñado (muy poderoso) con los conectes necesarios está beneficiándose de este “gobierno”; y eso no va a cambiar con Enrique Peña Nieto; mucho menos con Josefina Vázquez Mota (que de cualquier forma va a perder, entonces no importa). Si el resto de nosotros queremos una oportunidad, las cosas deben de cambiar.

Y el único que ofrece una posibilidad real de cambio, es Andrés Manuel López Obrador.

Como lo he dicho muchas veces en este blog: no me crean nada a mí. Infórmense, vean la historia, logros y errores de cada uno de los candidatos y de sus partidos, y salgan a votar el primero de julio. No votar o anular el voto es una irresponsabilidad y (desde mi punto de vista) una cobardía: es como el niño que agarra sus canicas y se va a su casa porque el juego no les gusta. La diferencia primordial es que en ese “juego” se va el futuro de la nación y de millones de mexicanos, porque agarren o no sus canicas, uno de los candidatos disponibles va a sentarse en la silla del águila. Les guste o no les guste.

Y a los que no les gusta ninguno de los cuatro candidatos; no pueden culpar a nadie excepto a ustedes mismos. La clase política mexicana no va a generar candidatos decentes mágicamente: la única forma de que comience a hacerlo es que todos, como ciudadanos, participemos activamente en la política.

Salir a votar el día de las elecciones no es suficiente; pero es el mínimo indispensable. Así que háganlo, después de informarse.

Y vamos a ver qué resulta en tres semanas.

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Need for Speed: SHIFT

Despues de Grand Theft Auto IV, mi siguiente platino fue Need for Speed: SHIFT, en marzo.

Need for Speed: SHIFT

Need for Speed: SHIFT

Me gustan los juegos de carreras, y contrario a Burnout Paradise, NFS:S es un juego casi clásico de carreras. Con ello quiero decir que hay pistas (autódromos y partes de ciudades o campo), y el objetivo del juego en general no es estar chocando con los otros carros. El casi proviene de que no tiene opción de concursar por la pole position, que no hay pausas en pits, y que no tiene temporadas donde los mismos pilotos compiten en varias pistas por puntos, y al final gana el que más puntos tiene.

Es una lástima; si hubiera tenido al menos la oportunidad de concursar por el pole position y pausas en pits, yo creo que este juego me hubiera gustado más que el clásico Indianapolis 500: The Simulation, el cual jugué hasta la ignominia en una de las compus que tuve cuando era adolescente.

NFS:S lo compré de la manera más fortuita; fui al Best Buy de Acoxpa hace poco más de un año a comprar el Blu-ray de Minority Report, y lo vi baratísimo, como en 250 pesos si no mal recuerdo. Lo compré, lo puse exactamente una vez en mi PS3 antes de mi viaje de seis meses por Europa, Canadá y EU, y hasta enero de este año comencé a jugarlo regularmente.

Aunque NFS:S no es tan insoportablemente detallado como Gran Turismo 5, está bastante bien hecho. Por ejemplo, si uno se detiene puede ver el asfalto y las hebras de pasto, y lo carros todos se ven preciosos bajo los distintos climas que el juego presenta. El sonido es todavía mejor, y la sensación de velocidad con los carros más rápidos es bastante creíble. La inteligencia artificial de los demás pilotos es decente, si bien después de no mucho uno aprende a ganarles con un carro mediano; con un súper carro es trivial.

Sacar el platino de NFS:S fue relativamente fácil, excepto por un trofeo. El juego tiene un sistema de “medallas” internas, y son 26 en total; uno de los trofeos consiste en obtener 20 medallas. Una de las medallas es dominar todas las esquinas de todas las pistas; casi todo mundo recomienda mejor sacar una de las 6 medallas en línea, pero yo me puse de necio (además de que no quería repetir la experiencia de GTA IV) y terminé dominando todas las esquinas del juego. Lo cual tal vez no sería difícil, si tuviera un volante; con el estúpido control Dual SHOCK del PS3 es bastante desesperante.

Como sea; NFS:S es bastante divertido, y yo creo que volveré a él para sacar todas las estrellas del juego (uno gana estrellas por el lugar en que queda, y por acciones como terminar una vuelta en algún cierto tiempo, o por sacar pilotos de la pista), y no me extrañaría en algún momento comprar la secuela, SHIFT2. Por el precio en que lo encontré, ciertamente vale mucho la pena.

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Nada más que no tarden igual en responder

En diciembre de 2006 fui a un taller organizado por mi director de tesis de la maestría (y director actual en el doctorado), en Guanajuato. Escribí al respecto en su momento.

En dicho taller presentaron un problema. La historia de ese problema y cómo lo resolvimos es larga, embrollada, e involucra a cuatro países. El punto es que hoy, cinco años y cinco meses después, por fin envié el artículo correspondiente a una revista.

Ahora sólo falta esperar a ver qué nos dicen.

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Pina

El viernes de la semana pasada fuimos a ver Pina. No había escrito al respecto por andar ocupado, y porque además no fue mi idea ir a verla.

Diría que se aplican mis advertencias de spoilers normales, pero en esta película es absolutamente irrelevante.

Pina

Pina

La danza moderna/contemporánea siempre me ha dado una hueva infinita. Me queda clarísimo que estoy siendo terriblemente injusto, pero en mi opinión la enorme mayoría de la gente que hace danza moderna/contemporánea, es porque no puede hacer ballet, que ese sí siempre me ha gustado muchísimo.

Ese es mi llano gusto; de todas formas creo que un documental de danza moderna/contemporánea podría gustarme mucho, porque un documental para ser bueno no tiene necesariamente que ser acerca de un tema que me agrade.

Este documental de Wim Wenders a mí me dio tanta o más hueva que el tema que trata, entre otras cosas porque no es un documental de danza moderna/contemporánea, ni tampoco es un documental de Pina Bausch. Es una serie de entrevistas sin ton ni son, intercaladas con partes de coreografías de Pina interpretadas por su compañía de toda la vida. En 3D, porque la película no se presenta en ningún otro formato.

El documental no es de danza moderna/contemporánea porque en ningún momento explican absolutamente nada acerca de la danza moderna/contemporánea, así que o el espectador ya sabe de qué va la cosa, o se jode y se queda con su impresión original de la misma. Lo que en mi caso resultó en pasar la mitad de la película muriéndome de hueva, e incrédulo acerca de lo pretencioso del asunto.

El documental tampoco es de Pina Bausch, porque en ningún momento relatan absolutamente nada acerca de ella; no se sabe dónde nació, donde creció, qué estudio, qué pensaba, ni nada así. Todo lo que la película transmite acerca de ella son unos comentarios vagos que dan los miembros de su compañía, y las coreografías, que en mi caso (repito) sólo me transmiten el arte de una persona que me da más bien hueva, y que me resulta altamente pretencioso.

Para acabarla de joder, la película está en 3D, para que nos “sintamos” como si estuviéramos frente a una compañía de danza en cuerpo y alma. Siendo justo, el 3D de Wim Wenders hace un par de cosas más interesantes que lo que hacen la mayor parte de las otras películas; pero no compensan en lo más mínimo todo el resto de la película que me dio hueva.

Cada vez que hacían una “entrevista” (si se le puede decir entrevista el filmar a alguien en tres cuartos mientras rememora cualquier pendejada intrascendente), de repente ponían al entrevistado a bailar solo, no con el resto de la compañía. Estas pequeñas coreografías individuales sí hubo dos o tres que me gustaron; son las coreografías que involucraban a más miembros de la compañía las que me dieron una hueva infinita. Aunque debo reconocer que hubo un par de ocasiones donde los bailarines hicieron cosas que físicamente sí se ven muy difíciles; siguen sin gustarme, pero sí debe ser difícil el poder hacerlo.

También es indudable que hacer danza moderna/contemporánea es muy buen ejercicio; los hombres y mujeres de la compañía de Pina en general ya no son jóvenes, y tienen unos cuerpos admirables.

Si les gusta la danza, esta cosa de Wim Wenders probablemente les guste. A mí me estaban dando ganas de pegarle a alguien cuando la vi.

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Extensiones

Isabel y yo tenemos cinco computadoras; dos laptops, mi computadora de escritorio, el servidorcito con procesador atom donde bajamos cosas, y mi media center. Si incluimos al PS3, son seis computadoras. Si incluimos el iPad de Isabel, son siete. Si incluimos nuestros teléfonos (que se puede argumentar que cuentan como computadoras), entonces son nueve.

Dado que seis de esos aparatos vinieron conmigo cuando me mudé con Isabel, no es de extrañar que el costo de la luz se haya incrementado por mucho (el horno de microondas, y mi tele de 46 pulgadas también deben influir). Eso implicó que empezáramos a hacer ciertos ajustes para disminuir nuestro consumo eléctrico.

El más obvio y sencillo fue el apagar algo cuando no se esté usando; lamentablemente es también el más incómodo en mi máquina de escritorio. Durante mi viaje de seis meses el año pasado, me acostumbré a trabajar en mi laptop, la cual nunca apago, a menos que le actualice el kernel o algo similar; en general sólo la suspendo, y entonces es básicamente instantáneo el regresar a trabajar: todas mis aplicaciones están abiertas tal cual antes de que la suspendiera.

Mi máquina de escritorio no tenía esto, y entonces sí es medio desesperante el prenderla y apagarla; no tanto por el tiempo que toma (es rápida al fin y al cabo), sino por el necesario esfuerzo de reconstruir mi estado de trabajo, dícese empezar mis aplicaciones y abrir mis documentos. Hoy por fin me puse a hacerle trutú a mi PC, y conseguí que suspendiera básicamente igual que mi laptop. La verdad me impresioné; nada más encontré la opción en el BIOS que lo permite, jaló de inmediato con Linux.

El problema es que suspender mi escritorio implica que tengo que dejarlo “prendido”. El CPU y discos duros están apagados, pero la máquina sigue consumiendo energía para mantener la memoria RAM activa, que es como funciona cuando uno la suspende. En la laptop no es tanto problema porque consume mucho menos electricidad que mi máquina de escritorio. Además, está el problema de que si se va la luz, pierdo todo (por lo anterior); en la laptop esto no pasa porque tiene batería.

Así que, después de años de no usarlo, investigué cómo hacer que mi máquina de escritorio hibernara. Hibernar es básicamente igual a suspender, sólo que los contenidos de la memoria van al disco duro en la partición del swap, y entonces la máquina se puede desconectar completamente. Al prenderse de nuevo, lo primero que hace Linux es restaurar los contenidos del swap a la memoria, y entonces todo regresa a como estaba. El proceso tarda un poco menos que prender la máquina de cero, y tiene la infinita ventaja de que el estado de la sesión de trabajo se preserva de modo perfecto; o en otras palabras, ya no tengo que iniciar mis aplicaciones ni reabrir mis documentos.

De todo ese choro no es esta entrada; la entrada es acerca de que GNOME no tiene una opción en su menú de estado para hibernar la máquina. Joder, con esfuerzos tiene una opción para apagarla; los genios de GNOME decidieron que todo mundo debería siempre suspender su computadora, y para poder apagarla uno tiene que presionar la tecla Alt para que la opción aparezca en el menú de estado.

Así que me fui al sitio de extensiones para el GNOME Shell, y busqué “hibernate”, y luego luego me salió la extensión Alternative Status Menu. Eso no tiene nada de sorprendente; lo ingenioso es que si visitan esa página con GNOME 3, aparece un botón para habilitar o deshabilitar la extensión. Así es, la pueden habilitar o deshabilitar desde el navegador (yo uso Chromium, pero al parecer funciona con Firefox y obviamente con Epiphany, el navegador de GNOME). Así que le hice click al botón, y de inmediato mi menú ganó la habilidad de apagar o hibernar sin tener que presionar teclas mágicas.

Menú de estado

Menú de estado

Por supuesto ya había leído al respecto, pero verlo funcionar sin que yo jamás hiciera nada sí me pareció sorprendente. No he jugado mucho con las extensiones del GNOME Shell (tengo sólo dos o tres), pero ésta es la primera que activo desde el sitio de extensiones, y la verdad estoy encantado con los resultados. De hecho, hasta me dan ganas de programar unas cuantas yo mismo.

Como sea, ya no tengo que preocuparme de restaurar el estado de mi escritorio cada vez que apago mi máquina; y si sólo dejo de trabajar un rato (porque voy a comer o algo así), puedo sólo suspenderla.

Y se quejaban de que GNOME 3 no ofrece suficientes opciones.

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Grand Theft Auto IV

Después de obtener el platino en God of War III, el siguiente que saqué fue el de Grand Theft Auto IV.

Grand Theft Auto IV

Grand Theft Auto IV

GTA IV es un juego especial para mí: en cuanto mi hermano me regaló mi PS3, básicamente salí y compré el juego. No era nuevo nuevo, pero sí tenía poco de haber salido; es el único juego en mi colección que no compré usado ni mucho después de que saliera. Es también sin duda alguna el juego que más he jugado en mi PlayStation, por motivos que ahorita comentaré, y ciertamente creo que es mi juego preferido (aunque soy el primero en reconocer que no es el mejor que he jugado).

Todo mundo ya debe saber más o menos cuál es la premisa de los juegos de Grand Theft Auto; siempre transcurren en un “mundo abierto”, lo que quiere decir que las misiones no tienen que ser ejecutadas en un orden específico, y en muchos casos que ni siquiera deben ejecutarse. Además de eso, hay un énfasis significativo en la violencia que el protagonista usa para llevar a cabo sus misiones, y (haciendo justicia al nombre del juego), hay que andar manejando carros de un lado para otro todo el tiempo. Por supuesto, en el 99.9% de las ocasiones, dichos carros son robados.

La historia de GTA IV es algo idiota, porque trata de tomarse en serio en varias partes; me gustó mucho más la de GTA III (que también acabé, aunque no junté nunca el 100%), y muchísimo más la de Red Dead Redemption. El protagonista, Nico, no es para nada entrañable, y su comportamiento a lo largo de la historia es errático e inconsistente, en algunos momentos portándose humano y atormentado, y en otros portándose como un asesino psicópata. Pero lo cierto es que en gran medida uno no juega el juego por la historia; lo juega por el mundo abierto que se tiene disponible para explorar y hacer cosas.

Durante un día del juego uno puede levantarse de la cama (literalmente; ahí empieza uno al cargar un juego salvado), bajar a la calle, tomar uno de los carros robados que se guardan al estacionarlos en frente de las “casas seguras” que uno usa, ir a correr en carreras, llamar a un “amigo” para jugar boliche, o billar, o a tirar dardos, ir a comer, ir a ver un show (y literalmente uno ve el show; mi preferido es el de Ricky Gervais), salir por unos tragos, ir a contratar una prostituta, matarla a batazos para recuperar lo que sea que le hayamos pagado, robar un helicóptero y recorrer Liberty City, y luego regresar a una casa segura a dormir, después de ver uno de los múltiples programas disponibles en la tele.

El tamaño y variedad que Liberty City ofrece es abrumador, pero después de ir jugando el juego uno termina aprendiendo a moverse por la ciudad exactamente de la misma manera que uno hace cuando comienza a vivir en una ciudad desconocida (con la excepción de que de repente podemos agarrar carros a bazookazos). Nada más por eso el juego vale la pena: el poder ir a un taibol a ver nenas hacer sus rutinas y a lo mejor aceptar un lap dance son sólo una cereza encima del pastel.

GTA IV lo disfruté enormemente, e incluso fue divertido el ir sacando el montón de trofeos que vienen con el juego, hasta que me topé con la porción de trofeos que se necesitan jugar en línea. Ya he comentado en otra ocasión lo inhumano de los requerimientos para obtener los trofeos en línea, así que sólo voy a resumirlo así: uno de los trofeos necesitaba que ganara 108 carreras distintas (todas las combinaciones posibles de rutas, vehículos y tipo de carrera), y otro necesitaba que juntara 5,000,0000 de dólares, cuando las misiones en general nunca dan más de 5,000 dólares, y se toman varios minutos. Viendo mis estadísticas en el Rockstar Games Social Club, veo que una misión la jugué 1,311 veces, y dado que dicha misión tarda del orden de 3 minutos (si se hace bien), quiere decir que jugué esa misión durante 65.55 horas. Al menos; probablemente fue más.

GTA IV es la razón por la cual, desde que comencé con esta idea mía de sacar todos los trofeos de mis juegos, no he vuelto a comprar un juego que se necesite jugar en línea para obtener alguno.

Tuvo sus ventajas; ahora soy un hacha en GTA IV. La misión que jugué (literalmente) cientos de veces es cooperativa, así que después de un tiempo uno terminaba haciéndose “amigo” de otra gente en línea, y se formaban equipos. Al final me terminaban buscando, y mucho, porque me volví tan buen tirador que solía matar 22 policías en menos de dos minutos, casi todos con tiros a la cabeza. La tortura que durante un tiempo se sintió el tener que jugar tanto esa misión para poder obtener el último trofeo que me faltaba, se terminó convirtiendo en placer cuando veía en línea a alguno de mis cuates con los que hacía buenos equipos, y entonces sabía que iba a tener una buena sesión de una o dos horas de estar rescatando a Petrovic de las garras de NOOSE.

Como sea, prefiero no tener que volver a hacerlo, nunca de preferencia, y es por eso que ahora todos mis juegos los trofeos sólo dependen de mí, y no de otros jugadores. Hay un par donde esto no es 100% cierto, pero de cualquier forma no será tan talachudo como con GTA IV.

GTA IV es mi juego preferido en el PS3 por muchas razones, varias de las cuales comenté arriba. Es casi perfecto; si en algo lo pudiera mejorar yo, sería en agregar contenido creado por usuarios; que uno pudiera construir misiones dentro de Liberty City, subirlas para que otros pudieran jugarlas, y bajar las creaciones de otros. Ahora que GTA V está anunciado, espero que incluyan algo del estilo. E independientemente de eso, estoy seguro de que GTA V será el primer juego que compraré para mi PS3 el mismo día que salga.

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Los Vengadores

Entre las cosas que hice el día de mi cumpleaños, fue ir a ver The Avengers al cine. Se aplican las advertencias de spoilers de siempre, aunque me imagino que no importa porque al parecer todo mundo y sus hermanos ya fueron a verla.

The Avengers

The Avengers

Esta película es extraordinaria, y vale la pena verla en el cine, únicamente por el hecho de ser la culminación de varios años de planeación y la realización de otras cinco películas interlazadas y las cuales ocurren todas en el mismo universo. Hasta donde yo sé, jamás se había logrado algo parecido, más aún considerando la escala y el alcance de cada una de esas películas (una de Hulk, otra del Capitán América, otra de Thor, y dos de Iron Man).

Encima de ello, es de verdad de las películas más divertidas y con más acción que haya visto en mucho tiempo. De Joss Whedon nunca vi Buffy, la cazavampiros, y Dollhouse me pareció decepcionante; pero he sido siempre un fan fiel de Firefly, su serie de ciencia ficción. Lo mejor que hace Whedon (en mi opinión), es escribir diálogo entre personajes bien definidos; su tiempo como escritor principal de Astonishing X-Men además demostró que lo puede hacer también con personajes que él no creó, y que llevan años de existir en la cultura pop.

The Avengers es divertidísima en gran medida por el dialogo y la interacción entre los siete superhéroes que ocupan casi todo el tiempo de la película. Yo estaba meándome de la risa durante casi todo el tiempo que duró, y me alegró muchísimo que los realizadores no se tomaran para nada en serio a la hora de filmar la cinta.

No hay mucho más que decir, realmente: está bien actuada (especialmente Robert Downey Jr., que se roba absolutamente todas las escenas donde sale, e incluso algunas donde no), bien dirigida, muy bien escrita, y magistralmente hecha (yo la vi en 2D; el 3D me da más bien hueva y el 4D me parece ridículo). Nada de ello le quita que la historia sea una mamada de proporciones épicas; pero eso al final no importa demasiado, o al menos a mí no.

Me interesa más ver cuánto tiempo pueden extender esto; saldrán secuelas (obviamente), y algunos de los superhéroes de las películas tendrán su primer cinta (Black Widow, con la hermosísima Scarlett Johansson), o sus secuelas (Capitán América). Entonces en teoría estaremos hablando de un “universo” cinematográfico que consistirá, al menos, de nueve películas, más las que se acumulen. Cuánto tiempo podrán los de Marvel hacer que dicho universo sea consistente y entretenido, no tengo idea; pero el experimento me parece fascinante.

Mientras tanto Warner Bros./DC siguen en la oscuridad e incapaces de sacar buenas películas basadas en cómics, con la honorosa excepción de Batman. Zack Snyder va a dirigir la próxima de Superman, y aunque no dudo que a mí me encante, temo que ocurrirá lo mismo que ha ocurrido con las otras películas del director: al público en general no le va a gustar.

Como sea, como el ápice de este universo cinematográfico que Marvel ha creado durante los últimos seis años, The Avengers no sólo cumple con las expectativas; las supera con creces y además de forma ligera, inteligente, y entretenida. Sólo espero que de aquí en adelante no todo vaya en caída y que las películas subsecuentes de este universo no se vayan poniendo cada vez más churrescas.

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Treinta y cinco

Ayer cumplí treinta y cinco años. El año pasado salí de México durante seis meses, donde me la pasé dando vueltas por Europa, Canadá y Estados Unidos, escribí una parte más que sustancial de tres artículos y más de la mitad de mi tesis doctoral, y mi novia y yo comenzamos a vivir juntos. También estuve a punto de morirme por intoxicación con gas, pero suena más dramático de lo que realmente fue.

Así que creo que puedo llamar al anterior un buen año. No sé qué me depare el año que viene en general; pero tengo que doctorarme, y además conseguir un trabajo que de hecho pague dinero, porque nomás no se da en los árboles.

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El regreso de Larry

Muy al inicio de los noventas (1991, o tal vez 1992), mi mamá se compró una computadora para escribir su tesis de maestría. La máquina en cuestión era una vieja (en ese entonces) IBM PC, con un procesador 8088 a 16 Mhz, 640 Kb de memoria, dos ranuras para discos floppies de 5¼ pulgadas, y un monitor verde y negro capaz de una impresionante resolución de 640×480 pixeles. Ese era el modo hires al que Basic podía escupir gráficos.

Yo utilicé más esa computadora que mi mamá o mi papá; ahí aprendí a programar en Basic (que como todo mundo sabe, causa daño cerebral), ahí comencé a interesarme en qué podía (o no podía) hacer la computadora, y ahí comenzó mi vida como gamer. Después de tres años y medio de tener mi PlayStation 3, creo que ya es justo que vuelva a asumir el moto de gamer; ciertamente creo que ya juego lo suficiente para ser calificado como tal.

En esa computadora jugué juegos pésimos, y también joyas que sobrevivirían hasta nuestro días, como Prince of Persia. Pero uno los juegos que más tiempo me tomaron, sin duda alguna, fue Leisure Suit Larry in the Land of the Lounge Lizards. El juego había salido unos cuatro años antes, pero recuerden que en ese entonces no había Internet (para motivos prácticos).

Larry era una aventura gráfica; eso quiere decir que era como los juegos de “aventuras” de unos años antes, donde uno le decía al personaje “ve al norte”, “abre la puerta”, “abre el cofre”, y el programa le contestaba a uno con cosas como “ahora estás en un calabozo con una puerta a la izquierda, otra a la derecha, y un cofre al fondo”, o “detrás de la puerta hay un clóset”, o “dentro del cofre hay una poción azul”. La diferencia radicaba en que en lugar de describir la “habitación” donde uno estaba, el programa la dibujaba en la computadora, y que para mover el personaje uno usaba las teclas de cursor. Además, tenía musiquita usando la patética bocinita de la PC.

Leisure Suit Larry in the Land of the Lounge Lizards

Leisure Suit Larry in the Land of the Lounge Lizards

En ese entonces yo tenía unos catorce años; mis conocimientos de inglés eran básicamente inexistentes, y para usar el programa uno tenía que “hablar” en inglés. Además, todo el diálogo estaba en inglés también, obviamente. Larry sirvió mucho más para mis conocimientos de inglés de lo que mis clases en la secundaria hicieron. Para empezar, nunca supe que significaba “lounge lizards”, hasta que hace cinco minutos lo busqué en el Urban Dictionary.

El juego consistía en que Larry era un perdedor perpetuo, y trataba de perder su virginidad a lo largo del juego. Un montón de experiencias muy cagadas ocurrían a lo largo del proceso. Yo jugué y jugué y jugué, tratando todas las posibles combinaciones gramaticales que se me podían ocurrir para que Larry hiciera tal o cual cosa, hasta que por fin pude ganar el juego. Para el momento en que por fin llegué al final, había intentado tantas cosas, que de hecho obtuve la calificación más alta (los 222 puntos que se ven en la imagen de más arriba).

Larry como franquicia pasó de muy bueno (a todo mundo le gustó el primer juego), a bueno, a regular, a pésimo, hasta que por fin llegó al punto en que los últimos juegos de la franquicia daban pena ajena. Al Lowe, el creador de Larry, siguió trabajando en los juegos hasta 1998, y después la compañía que los hacía (Sierra On-Line) siguió sacando pésimas secuelas sin involucrarlo. Yo sólo jugué Larry 5, además del primero, y aunque algo divertido, la verdad no me gustó mucho. Mucho menos en comparación con el primero.

El género en sí comenzó además a pasar de moda; las franquicias de aventuras gráficas de Sierra On-Line (Larry, King Quest, Police Quest, Space Quest, no-sé-qué-más Quest) y las de Lucas Arts (Day of the Tentacle, Monkey Island), sencillamente fueron muriendo poco a poco; e incluso las nuevas aventuras gráficas (Beneath a Steel Sky, Broken Sword) dejaron de pegar con el público. La era de los FPS y RTS llegó a las computadoras; y las consolas nunca se prestaron mucho para jugar aventuras gráficas.

A mí ahora me gustan los TPS (Third-Person Shooter) y los juegos de carreras, además de los de ritmo. De vez en cuando aprecio un juego arcade como los de antaño (tipo de maquinitas), pero hace muchísimo que no juego algo que ni siquiera se parezca a una aventura gráfica. Si uno relaja mucho la definición, a lo mejor GTA IV podría parecer una aventura gráfica; pero me parece que eso es hacer trampa.

Sin embargo, hace unas semanas me enteré que Al Lowe había conseguido asegurar los derechos de Larry para poder hacer de nuevo el primer juego, y poco después salió la noticia de que estaban tratando de financiar la producción del juego usando KickStarter, un sitio donde cualquiera puede poner una “propuesta”, y si a alguien más le gusta la propuesta, puede donar dinero para que se realice. Con algo de curiosidad me metí al sitio de la propuesta de Larry, y cuando vi cómo estaba planteada la misma, le di click al botón de “donar”.

Supuse que si necesitaba PayPal o cualquiera de estas cosas sencillamente me echaría para atrás; pero cuando vi que utilizan Amazon para realizar el pago (yo tengo cuenta en Amazon desde hace siglos), sin pensarlo demasiado doné 15 dólares, que me aseguraba una copia del juego si se juntaban los 500,000 dólares que los realizadores dicen necesitar. En ese momento aún no llegaban las donaciones a 400,000, así que cabía la posibilidad de que no pasara nada (si un proyecto no llega al presupuesto que planteó, las donaciones no se cobran). Con algo de gusto y sorpresa, un par de días después el proyecto llegó a los 500,000 dólares planteados, y ahorita ya casi llega a los 550,000.

Los realizadores hablán de las posibilidades de hacer el juego para Linux y para la PSN; ojalá consigan suficiente dinero para hacerlo. Me gustaría jugar Larry usando mi sistema operativo, o en mi consola en el peor de los casos. Pero probablemente también salgan versiones para Android e iOS, así que espero poder jugarlo ahí. Y espero que puedan rehacer todos los demás juegos, y que esta vez no vayan de muy buenos a muy malos, sino que tengan una calidad consistente.

Hacía mucho que había oído de KickStarter; sólo nunca había visto un proyecto lo suficientemente simple como para que yo quisiera entrarle. No me arrepiento de haber donado 15 dólares, incluso si el resultado no es exactamente el mejor juego del universo. Digo, la primera vez que jugué Larry fue en una copia pirata (los creadores de Larry se dieron cuenta de que estaban pirateando muchísimo el juego cuando vendieron más libros de guías que copias del juego en sí); creo que al menos eso le debía a Larry.

Me alegra pensar que, 20 años después, seré de los primeros en jugar el regreso de Larry.

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Habría que portarlo a mi Xperia Play

Hace unos días reportaron en Slashdot que el código fuente de Prince of Persia había sido liberado en Github.

Casi de inmediato, cloné el repositorio y le eché un ojo al código. Resulta ser una instancia sorprendentemente limpia de ensamblador para la Apple ][, que por supuesto yo jamás ni siquiera había visto; los únicos ensambladores que conozco son el de Sparc clásico, muy poquito de x86, y el que nos inventamos para nuestro procesador con números complejos en mi curso de Arquitectura de Computadoras en la maestría.

Dicho eso, todos los ensambladores se parecen (aunque los geeks de hardware pongan el grito en el cielo al oír eso y digan que RISC y CISC son fundamentalmente distintos), y he podido seguir el código, que es obviamente muy corto: 30,000 líneas de ensamblador (con comentarios incluidos). El juego corría de un sólo disco de 5¼ pulgadas, al fin y al cabo.

No creo poder hacer nada con el código, y menos ahorita con tan poquito tiempo, pero estaría padre que portaran el juego a mi Xperia Play (aunque puedo jugar la versión para NES en un emulador). A casi 25 años de que fue creado, sigue siendo uno de los mejores juegos que se han hecho, me parece.

Qué chido que lo liberaron.

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Por pura suerte

Cuando estuve en Estados Unidos el año pasado compré un disco duro de 320 GB pensado exclusivamente para mis PlayStation 3. Mi modelo es de 80 GB, y sí he encontrado un poco limitante esa cantidad de espacio, así que decidí aumentarlo cuando llegara a México.

Cinco meses después, ayer para ser exacto, de hecho reemplacé el disco duro de mi PS3. No lo había hecho antes porque no había tenido mucho tiempo, y además no sabía bien a bien cómo funcionaba el procedimiento, y qué consecuencias tendría para mis juegos salvados y cosas así.

El procedimiento es muy sencillo; uno hace un respaldo del PS3, lo apaga, saca el disco duro (es ridículamente sencillo hacerlo), mete el nuevo, prende el PS3, instala la última versión del firmware, y reinstala el respaldo antes hecho. El procedimiento tarda del orden de cinco horas, donde aproximadamente cuatro son hacer el respaldo y después reinstalarlo.

Mi PS3 ahora tiene 320 GB (274 libres ahorita), y todo parece funcionar bien, excepto que tuve que reinstalar unos DLC que evidentemente no se respaldaron (probablemente por protección anticopia), y que en un juego los trofeos parecieron desaparecer un momento, hasta que jugué el juego con la consola conectada a la PSN y entonces ya reaparecieron.

Lo interesante del asunto es que nada más comprobé que mi consola funcionaba como debe de funcionar, agarré el disco duro viejito que tenía y lo conecté en Linux a ver si algo podía ver de sus contenidos. Evidentemente no pude ver nada; el disco duro no tiene ningún formato conocido, y además está encriptado. Pero lo interesante es que comenzó a hacer unos cliquidos sombríos, y que tarda en ser reconocido por mi computadora. Ahorita lo estoy formateando “a fondo”, para ver si hay errores; pero en mi experiencia esos cliquidos son señal de que el disco duro está a punto de morir.

Si ese es el caso, qué buena suerte que decidí cambiarle el disco duro a mi PS3 antes de que fallara.

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