De regreso a México

Ahora estoy en el aeropuerto de Boston, esperando abordar mi vuelo a Houston, Texas, de donde por fin volaré a la Majestuosa. Comentaba ayer con Omar y Paola que es la primera vez que hago un viaje fuera de México con el propósito exclusivo de pasear, sin ningún compromiso académico antes, durante o después del paseo.

Estuvo bastante padre; Chicago es impresionante, y Cambridge/Boston están simpáticas… aunque por supuesto, hizo un frío endemoniado los dos días que de hecho paseé ahí, y hoy que ya me voy por fin se le ocurre salir al sol. Traigo una tos espantosa desde Chicago, y voy a llegar a mi casa a tomar cantidades industriales de té a ver si así se me quita.

(Por cierto, debo especificar que “un frío endemoniado“, para mí, siendo mariquita de la Ciudad de México, es alrededor de 10 grados centígrados; realmente no es nada del otro mundo, pero no es algo que yo esperaba ver en junio).

Además de conocer nueva ciudades, estuvo padre andarme paseando con mi mamá en Chicago (nunca habíamos viajado juntos fuera del país), y ver de nuevo a Omar, Paola y Lalo, y chismear con ellos. También conocí Hardvard y el Emaití, que estaban casi vacíos por ser ya técnicamente vacaciones, pero que de cualquier manera están interesantes. Ah, y fui por primera vez a ver stand up comedy; estuvo bastante divertido (aunque sí hubo un par de comediantes francamente bizarros).

Ahora sólo quiero llegar a mi casa, terminar de calificar lo que me falta de mis cursos, y descansar propiamente durante varias semanas.

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Rumbo a Boston

Ahora estoy de nuevo en el aeropuerto de Chicago esperando abordar mi vuelo a Boston (que ya se retrasó, por supuesto). Sí es la neta Chicago, y espero volver a visitarla en algún momento en el futuro; pero también quiero conocer Boston, y volver a ver a Omar y Paola.

Si todo sale bien, estaré por allá alrededor de las 10, hora local.

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Gimme power

Mi teléfono celular tiene el mismo problema que tienen muchos dispositivos modernos: la batería le dura alrededor de 24 horas en circunstancias normales.

Ahorita no estoy en circunstancias normales; estoy utilizando la aplicación que guarda mis coordenadas para después poder ponerle información GPS a las fotos que estoy tomando.

Mi batería entonces dura como la mitad de lo normal; ayer pude conectarlo en el restaurante donde comimos, si no hubiera muerto. Mi teléfono tiene un modo de ahorro de energía, pero entonces detiene casi todas las aplicaciones para ahorrar energía cuando la pantalla se apaga, lo que incluye mi rastreador GPS.

Sólo hasta hoy descubrí que uno puede seleccionar aplicaciones que el modo de ahorro de energía no detendrá. Mi teléfono dice ahora que le va a durar dos días la batería; no le creo nada, pero si aguanta el día me daré por bien servido.

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Los datos

Voy a estar una semana en el gabacho en total; como ya me he acostumbrado a tener datos en mi teléfono celular todo el tiempo, decidí que no quería pasar esta semana como ciego dando tumbos en la oscuridad electrónica.

Eso me parece que fue razonable de mi parte; lo que fue increíblemente estúpido, fue creer que podía confiar en Telcel para solucionar mi problema.

Me metí a la página de Telcel, y contraté 250 megabytes para usar en el gabacho. Fue relativamente sencillo, y el cobro de hecho se realizará hasta quién sabe cuándo, en mi estado de cuenta mensual. El problema fue que llegué a gabacholandia, y por supuesto no funcionó.

Les llamé para reclamarles, y después de probar varias cosas, los muy inútiles me dijeron que no podían hacer nada. Estoy usando un teléfono que no es de Telcel, porque cuando me robaron mi celular en diciembre, compré uno independientemente, justamente porque me desesperó la inutilidad de la gente de Telcel para poder sencillamente venderme un teléfono al que le pudiera poner mi chip.

Por supuesto ellos se agarraron de esto para decir que no podían hacer nada. Me dio mucho coraje, porque cuando me hartaron en diciembre con su incapacidad para simplemente venderme un teléfono, me aseguraron que no había problema conque yo comprara un teléfono por afuera y le pusiera mi chip. Y significa que lo que gasté por mis 250 megabytes básicamente se tira a la basura.

Perdí unas dos horas de mi vida ya aquí en Chicago viendo qué podía hacer al respecto, hasta que al final me resigné a haber perdido mi dinero, y salí a al menos a conocer la ciudad, aunque fuera como ciego dando tumbos en la oscuridad electrónica.

Y entonces vi un local de T Mobile.

Me metí y pregunté si podía tener 7 días de datos. “Claro”, me dijeron (sólo que en inglés). Quince minutos después, salí del local con datos en mi celular, un número básicamente ilimitado de megabytes al día (tendría que pasármela todo el tiempo viendo videos en YouTube para acabármelos), y a la mitad del precio de Telcel.

Lo que es mejor; mi teléfono (que también compré independientemente de Telcel) tiene dos ranuras para tarjetas SIM, así que puedo recibir llamadas y mandar mensajes por mi número de México, mientras recibo datos con mi número T Mobile (que sólo usaré para ello), todo al mismo tiempo.

Así que sí perdí dinero con Telcel; pero es la última vez en la vida que lo haré. Si vienen al gabacho, ni se molesten en tratar de comprar los planes de Telcel; es probable que no funcione, y es demasiado caro para una cantidad de megabytes tan pequeña. Compren una tarjeta SIM; si tienen un teléfono con dos ranuras, tienen lo mejor de los dos mundos; si tienen sólo una, usen el SIM gringo para correo, Google Maps, redes sociales, etc., y sólo pongan el SIM de Telcel cuando quieran revisar sus mensajes o correo de voz, o hacer llamadas.

Estoy considerando seriamente dejar a Telcel por otra compañía celular; se han portado de manera criminalmente incompetente las últimas veces que he tenido que lidiar con ellos.

Pero al menos tengo datos aquí, y funciona muy bien, aunque tuve que perder dinero para aprender mi lección de que no debo utilizar los servicios que provee Telcel, porque de verdad son unos inútiles.

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Chicago

Y ahora estoy en el aeropuerto esperando abordar mi vuelo a Chicago, ciudad que no conozco, pero que todo mundo me dice que es la neta.

Voy a estar ahí cuatro días, y después voy a pasar a ver a Omar en Boston otros tres. Lo cual está chido no sólo porque veré a Omar, que no veo hace más de un año; además conoceré Boston, que tampoco conozco.

Son más o menos dos años y medio desde la última vez que salí del país, cuando hice mi viaje de seis meses por Europa, Canadá y gringolandia. Esta vez, sin embargo, no voy a trabajar nada durante el viaje (excepto calificar unas cosas de mis cursos, si me da tiempo); voy a conocer y a divertirme ada más.

Nos vemos del otro lado.

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Formas PDF

En la academia, al parecer, hay que llenar catorce millones de formas cada quince minutos, más o menos. Formas para plazas, formas para becas, formas para estímulos, formas para calificaciones, formas para viajes, formas para viáticos, formas para que nos paguen viáticos ya gastados, formas para votos, formas para pedir otras formas que entonces hay que llenar para poder hacernos acreedores a nuevas formas…

La única vez que he trabajado (fuera de la academia) en el sector público, cuando estuve en el IFE (que ya ni siquiera existe), no tuve que llenar tantas formas; pero estaba por obra determinada, así que no sé cómo sea si uno tiene un puesto “fijo”. En la industria privada jamás tuve que hacer nada por el estilo, pero tampoco creo que se pueda considerar “fijo” lo que hacía en ese entonces.

Como sea, hasta hace no mucho uno tenía que ir por sus formas a algún lado, pedirlas por favor, y llenarlas con pluma o máquina de escribir. Siempre odié eso, porque involucraba escribir a mano, lo cual nunca se me ha dado mucho (mi caligrafía de caquitas de mosca embarradas en el papel no ha tenido el éxito que yo hubiera esperado), así que fue con alegría cuando descubrí que por fin todo mundo empezó a poner formas en línea.

Al inicio muchas veces la forma era el escaneo de la forma original, si bien le iba a uno como un PDF, si no como un vil JPG. A veces daban las formas en el formato .doc de Microsoft Office, pero creo que ya casi nadie hace eso. Desde hace algunos años esto se ha ido estandarizando en utilizar PDFs editables, o formas PDF. Esto para mí es la gloria, porque entonces ya no tengo que hacer ningún truco sucio; sólo lleno la forma, salvo el documento PDF, y soy feliz.

Cuando no es editable el PDF, soy bastante menos feliz. Lo que he hecho desde hace algunos años, es recrear la forma en SVG con Inkscape, y entonces llenarla con la herramienta de texto que tiene. En general funciona bastante bien, y tengo ya una biblioteca considerablemente amplia de formitas en SVG que sólo abro para editar de vez en cuando. Dado que SVG es XML, en algunos casos simplemente pongo texto como un marcador de posición (por ejemplo, NOMBRE), y hago un script que reemplaza esa cadena por la que realmente quiera usar. Jala muy bien; el único problema es que a veces es un desmadre recrear la forma completa en SVG, pero incluso esto es evitable si la forma no es una imagen, sino que la información vectorial de la misma viene en el PDF: para esos casos sencillamente utilizo pdf2svg, o abro el PDF directamente con Inkscape.

El otro problema es cuando la forma son múltiples páginas. SVG no tiene realmente una manera de modelar documentos con múltiples páginas, entonces tengo que crear una serie de documentos (forma1.svg, forma2.svg, etc.), y hacer un Makefile o algo así para compilarlos a un único PDF. Que es la situación en la que me encuentro ahorita.

Por supuesto, clavado como soy, ya ando pensando en cómo mejorar mi flujo de trabajo. Lo obvio por supuesto sería escribir un programa que recibiera las entradas de la forma (o las leyera de una base de datos), y generara los SVG, o incluso el PDF ya directamente. Lo único que me detiene para hacer esto (además del hecho de que tengo que terminar de llenar mis estúpidas formas), es que no sé cómo obtener la dimensión que ocupa un texto determinado en SVG, y que aún teniendo esto tendría que implementar un algoritmo para partir líneas muy largas en párrafos, de preferencia tratando de que las distintas líneas todas tengan más o menos el mismo ancho. Este algoritmo ya existe, por supuesto; es el que Knuth y un estudiante suyo de doctorado diseñaron e implementaron para \LaTeX, pero tengo entendido que es suficientemente complejo como para que lo implemente yo durante un fin de semana.

Así que por mientras sigo peleándome con mis SVG separados.

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Frozen

En diciembre o enero (la verdad ya no recuerdo) Mina y yo fuimos a ver Frozen.

Ya todo la mundo la vio, probablemente varias veces, así que sólo sigan leyendo.

Frozen

Frozen

Me moría de ganas por ver esta película. Literalmente.

Tangled es probablemente mi película favorita de Disney, y Wreck-It Ralph una de las que más me han gustado; y lamento muchísimo no haberlas visto en el cine. Así que no quería perderme por ningún motivo Frozen.

Fue un desmadre, pero por fin pudimos ir al cine a verla… y la verdad salí algo decepcionado.

Antes de que me persigan con horcas y antorchas, déjenme elaborar. La película me encantó… sólo me gustó muchísimo más Tangled. Y obviamente esto es resultado de que soy insufriblemente cursi y romántico, y Tangled es indudablemente una comedia/aventura romántica.

Frozen aspira a más (y lo consigue, me parece), lo cual es muy bueno. Sólo que los temas que persigue no son exactamente mis favoritos; el amor filial en ficción nunca ha despertado mucho en mí, y toda la idea de una muchacha decidiendo dejar de ser “buena”, aunque me parece mucho mejor que la bola de pendejadas que suelen enseñar las princesas de Disney a las chavitas, tampoco resuena mucho conmigo.

Pero hay otra cosa: Tangled y Wreck-It Ralph sólo las he visto en inglés. Nunca las he visto en español, y Frozen sí la fuimos a ver doblada (dudo que la hayan pasado en idioma original en ningún lado). Después la volví a ver ya en inglés, y me parece que la diferencia es abismal; especialmente por el número musical de Let It Go.

Lejos han quedado ya las épocas cuando Evangelina Elizondo y Tin-Tan doblaban las películas de Disney. Ahora lo hacen actores de tercera (o peor: de Televisa), y tengo entendido que es en gran medida resultado de un conflicto laboral que tuvieron los que doblaban a Los Simpsons hace algunos años. No lo sé; sólo sé que no afecta nada más a las películas de Disney.

El doblaje de Robotech me sigue gustando más que la versión en inglés; el de Cardcaptor Sakura es extraordinario también. Pero ahora sencillamente no puedo ver animé doblado al español. Son pésimos doblajes.

El doblaje de Frozen es de hecho bastante bueno; Carmen Sarahí hace un papel más que pasable haciendo la voz de Elsa… pero es que es imposible competir con Idina Menzel; esa vieja probablemente vendió su alma y sus dos primeros hijos a cambio de poder cantar como lo hace.

Así que la película sí me gustó, sólo no tanto como Tangled. Y ya sé que soy minoría, y que el resto del universo prefiere Frozen, pero pues qué quieren que haga, me gustan las películas donde al final hay boda.

Diría que la recomiendo, pero es inútil, dado que ya la vieron.

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La presentación

Una vez oí a alguien comparar el hacer un examen de grado de la UNAM con participar en un encuentro de lucha libre, en el sentido de que el resultado está decidido de antemano, pero eso no evita que le vayan a poner a uno una santa madriza.

Para prepararme para dicha madriza, me puse a hacer mi presentación casi desde que me dieron la fecha del examen.

Yo me considero bastante bueno dando presentaciones, y a lo largo de mi vida académica he utilizado varios programas para hacerlas (aunque obviamente jamás Power Point, dado que no uso Windows). Para la presentación de mi examen de doctorado quise hacer algo nuevo, así que primero intenté utilizar PinPoint.

El programa está simpático, pero me resultó inútil: no acepta fórmulas matemáticas, y a pesar de que tiene transiciones muy bonitas, éstas sólo funcionan entre transparencias, no objetos de las mismas. Además, no puede cargar nativamente SVGs, y como que más bien está pensado para presentaciones “corporativas” (dícese, texto con imágenes lindas de fondo). Ni siquiera encontré cómo poner dos figuras en la misma transparencia (que no involucrara combinarlas en una misma imagen de fondo).

Después intenté JessyInk (viene integrado con Inkscape). Yo soy fan rabioso de Inkscape; lo uso para todo, y aunque la mayor parte de las figuras de mi tesis son resultado de programas que yo escribí que escupían SVG, casi todas fueron retocadas con Inkscape, en muchos casos al menos para agregarle etiquetas. Sin embargo, de nuevo me decepcionó lo que hace JessyInk; las presentaciones que crea son muy apantalladoras, pero además de marear al espectador (pueden ver un ejemplo aquí), no vi nada que me ayudara a mí en lo que quería hacer: poder manipular objetos individuales dentro de cada transparencia.

Mi tesis consiste en problemas de geometría computacional que lidian con cositos dando de vueltas en el plano. Lo que yo quería era que dichos giros pudiera implementarlos dentro de la presentación misma, girando realmente los objetos en ella, en logar de girar a pie las imágenes de cada transparencia.

Un último intento fue utilizar Impress, el paquete de presentaciones de LibreOffice; pero nada más estar baboseando cinco minutos con él fueron suficientes para que me percatara de que no iba a poder usarlo para lo que quería.

Así que como durante dos horas estuve coqueteando seriamente con la idea de yo escribir un programa, donde las presentaciones fueran programas mismos que cargaran los objetos de SVG, los interpretaran como códigos de dibujo para Cairo, y yo pudiera animar cada parte de ellos de forma individual. Suena un proyecto interesante, y en Vala incluso podría salir relativamente rápido; pero ciertamente no hubiera acabado a tiempo para mi examen.

Así que me puse a girar las imágenes a pie antes de ponerlas en transparencias. Estuve a punto de usar sólo un montón de SVGs que compilara a un PDF usando un Makefile, pero al final decidí utilizar el viejo y confiable Beamer, a pesar de que no lo había usado en años.

La presentación me quedó padre, me parece; el único problema fue que la hice como si no tuviera restricciones de tiempo para exponerla, así que como dos terceras partes de la misma las di medio corriendo.

Pero eso será una historia para otro día.

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Sólo Dios Perdona

Inocentemente creí que doctorarme iba a significar que tendría más tiempo libre. Ahora veo que de hecho tengo menos, porque tengo que buscar trabajo ya que no puedo seguir usando mi eterna excusa de que “estoy escribiendo la tesis”. Sólo para explicar por qué dejé de escribir un par de días.

El año pasado (creo; bien pudo ser a inicios de éste), fui a ver Only God Forgives, con Víctor y Marco aprovechando que el primero andaba en el país.

Les diría que se aplican ya saben qué, pero la película dejó de estar en cartelera hace meses, así que no creo que importe demasiado.

Only God Forgives

Only God Forgives

Vámonos a la chingada. Esta película es o bien la cosa más extraordinaria que vi en el cine el año pasado, o bien una completa mamada. Es posible que sea ambas.

Ryan papi Gosling interpreta a un criminal de pocas palabras (su personaje tiene 17 líneas en toda la película), que es la mano derecha de su hermano en su negocio de drogas en Bangkok, y en un gimnasio/ring que sirve como frente a la parte criminal. Un día su hermano de buenas a primeras decide violar y asesinar violentamente a una niña menor de edad, y el policía que lo agarra (el endemoniadamente intenso Vithaya Pansringarm) decide un método salomónico de justicia: permite al padre de la niña matar al hermano de Gosling (a madrazos), aunque después de cualquier forma le corta la mano por andar rentando a sus hijas como prostitutas.

Nada más enterarse, Gosling va y agarra al asesino de su hermano, pero cuando se entera de que éste había violado y matado a su niña, no es capaz de asesinarlo. Lo cual causa que su madre (una espectacularmente diabólica Kristin Scott Thomas) vuele de Londres para hacerse cargo de las cosas y regañar a su hijo chiquito.

La película es intensamente violenta, sin necesariamente caer en el gore; las actuaciones son espectaculares, principalmente por Kristin Scott Thomas y Vithaya Pansringarm (papi Gosling en general sólo se ve serio y atormentado); y la fotografía y ambiente de la película son a la vez terribles, hermosos y surreales.

A mí me encantó, pero realmente no sé si sea una buena película, o una farolada del director Nicolas Winding Refn, que también dirigió la similar (aunque más “normal”) Drive. No importa: yo creo que vale la pena verse, si no es por otra que las actuaciones de Kristin Scott Thomas y Vithaya Pansringarm. El segundo, a pesar de ser un desconocido, nos ofrece un personaje interesantísimo, y que me parece hacía mucho no veíamos así en el cine. Es de alguna manera similar al Anton Chigurh de Javier Bardem en No Country for Old Men; más que un ser humano una fuerza de la naturaleza: terrible, impersonal, imparable. La principal diferencia radica en que Vithaya Pansringarm interpreta a un personaje del lado de la justicia, y se podría discutir que es realmente el héroe de la película.

Yo la recomiendo ampliamente; pero que quede claro: la película es muy violenta, y sí he oído de mucha gente opinar que la detestaron, así que véanla bajo su propio riesgo.

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Dos litros de spray

No lo había comentado en el blog, pero debe ser obvio de las fotos que he publicado aquí y en Google Plus; me corté el pelo después de casi 20 años de básicamente no haberlo hecho.

Así que de los tres títulos que tengo (dos de ellos ya en mis manos, el tercero en camino), el de doctorado será el único donde aparezca con el pelo corto.

Una semana antes de semana santa, que ya sabía que mi examen de titulación sería a finales de abril, fui por cuarta vez al Estudio Violeta a sacarme las fotos del título. La primera vez que fui, fue para que me tomaran las fotos del título de licenciatura. La segunda llevé a Juan a que se sacara sus fotos del título de licenciatura. La tercera vez fue para la maestría.

Pensé que teniendo esta vez el pelo corto, sería más sencillo que me peinaran. Estaba terriblemente equivocado: el muchacho que suele peinar ahí (que creo es el mismo que me peinó para las fotos de licenciatura y maestría), se tardó unos diez minutos echándome spray y pasándome una secadora de pelo al mismo tiempo, hasta que estuvo satisfecho de cómo se veía mi pelo. Se ha de haber gastado como dos litros de spray.

Todo para que sólo me viera bien de frente; de lado parecía tener una bola de pegostes a los lados de mi cabeza, y al otro día me tuve que lavar el pelo dos veces para poder quitarme toda la mierda que quedó haya arriba.

Como sea, terminado el peinado, el tipo que me peinó me pasó al estudio donde me sentó, me acomodó, y tardó una eternidad en tomarme las fotos mientras me decía que así estaba perfecto (obvio), y que no me moviera.

El Estudio Violeta se fundó en los veintes por un japonés que emigró a México. La cámara que usan es de 1945, y la película la tienen que pedir a Hungría sabiendo que se tardan como seis meses en entregarles. La calidad de las fotos es estúpidamente buena, y después de haberme sacado las fotos del título de licenciatura ahí, comprendí por qué la gente de la Facultad de Ciencias piden que sea ahí, y casi nada más ahí, donde se saquen las fotos los estudiantes.

Dicho todo eso, detesto cómo salí en las fotos; parezco gángster, y como Pedro Picapiedra parece que no tengo cuello. Me veo arrebatadoramente guapo, porque esa es mi cruz; pero hubiera preferido no salir tan acartonado.

Claro que es para la foto del título, que probablemente nadie jamás me vaya a pedir, pero de cualquier forma.

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El Hobbit: La desolación de Smaug

El año pasado fui a ver The Hobbit: The Desolation of Smaug con Mina, y nada más me tardé seis meses en escribir al respecto.

Se aplican… ¿saben qué? Olvídenlo; ya todo mundo y su hermano vio esta película.

The Hobbit: The Desolation of Smaug

The Hobbit: The Desolation of Smaug

En la primera parte de esta triología, Peter Jackson y la bola de güeyes que la crearon decidieron invertarse como un cuarto de la historia: se la sacaron completamente del trasero. Como a la banda eso no le importa con tal de tener moar Señor de los Anillos, en la segunda entrega ahora se inventaron como tres cuartas partes.

El soso (si bien magistralmente escrito) librito para niños de Tolkien entonces se ve expandido con diálogo, escenas, personajes, y en algunos casos cambios fundamentales en la historia, con tal de poder llenar otra triología, porque entonces van a poder ganar muncho más dinero.

A mí no me importa; yo soy de los tarados que va a pagar por ir a verla al cine, y luego va a comprar el blu-ray, probablemente varias veces.

La película me gustó bastante; me valen madre los cambios realizados al libro, el cual siempre me dio más bien güeva. Me gusta ver de nuevo a Legolas, me gusta que salga Evangeline Lilly matando orcos como si fuera kermés, y me resulta simpatiquísimo que le pongan un galán enano, que como todo mundo sabe el racista de Tolkien inventó a los enanos como un equivalente de los judíos, porque para los ingleses de la primera mitad del siglo XX, obviamente los judíos no eran humanos, y sus esposas probablemente tendrían barba.

Como sea, la película es divertida (tiene una ridícula escena que a mí me encantó donde un enano girando dentro de un barril mata como catorce millones de orcos), tiene harta acción… que qué bueno, porque el libro básicamente no, y está lleno del legendarium de Tolkien… aunque los realizadores le agregan de su cosecha, porque por qué no.

Me interesa ver la Batalla de los Cinco Ejércitos, y cuánto dura Smaug en la tercera película. Tomando en consideración las primeras dos, probablemente Bard tardará como cuatro horas y media en disparar la flecha negra (?) y matar a Benedict Cumberbatch.

Así que les diría que fueran y la vieran, pero probablemente ya lo hicieron varias veces.

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Treinta y siete

Hoy cumplí treinta y siete años.

Generalmente escribo acerca de lo que hice durante el año, pero esta vez lo resumiré en cuatro palabras:

Este año me doctoré.

Ahora estoy oficialmente desempleado. Soy profesor de asignatura en la UNAM, pero pagan tan mal, que creo que todavía califica como desempleo.

Espero que el año que venga pueda decir que conseguí trabajo.

Y ya andando en esas: feliz día de la Guerra de las Galaxias. O como dicen los tarados gringos botándose de la risa, May the fourth be with you. Que por supuesto ocurrió que yo nací tres semanas antes de que estrenaran Star Wars.

Vamos a ver cómo nos va este año.

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Carrie

El año pasado fui a ver Carrie. No escribí al respecto por la misma razón que no escribí de un montón de películas; estaba enclaustrado con la tesis y las últimas correcciones.

Se aplican las de siempre.

Carrie

Carrie

Cuando era adolescente vi la versión original con Sissy Spacek. Exceptuando la escena inicial con un montón de “adolescentes” de treinta años completamente desnudas, y el guagüis que recibe John Travolta, la verdad la película no me causó mayor impacto. Hey, dije que era adolescente.

Esta nueva versión a mí me gustó mucho más; me parece una muy buena crítica al cristianismo fundamentalista, y Julian Moore y Chloë Grace Moretz actúan, me parece, mucho mejor que Piper Laurie y Sissy Spacek. Aunque debo admitir que a lo mejor estoy prejuiciado, dado que las primeras dos me caen mucho mejor.

Además en esta película de verdad da miedo Carrie; el control que muestra sobre sus poderes es espectacular. En la versión de antes de que yo naciera, creo que hasta los cables se podían ver cuando Carrie atraía cosas con su “telequinesis”.

A mí me gustó mucho; pero es tan similar a la primera versión, que creo que sí es apropiado preguntarse si valía la pena hacerla de nuevo.

Como sea, yo sí la recomiendo, así que vayan y véanla. A un Blockbuster. A la sección de “películas que se estrenaron hace meses”.

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Wicked

El sábado pasado Mina y yo fuimos a ver Wicked en el Teatro Telcel. Teníamos ganas de verla casi desde que se estrenó, pero fuimos hasta cierto punto para celebrar que ya por fin me hubiera doctorado.

Antes de hablar de la obra, quiero comentar el teatro. Similarmente al Museo Soumaya, el teatro me da la impresión de que es la forma de Slim de hacernos saber cuánto dinero tiene, cuánto se puede gastar en cosas culturales, y cuánto dinero sigue teniendo después de haberlo hecho. Lo cual por supuesto está bien; que se gaste su lana en cosas que en el peor de los casos no dañan al país, y en el mejor hasta lo ayudan. Sólo me da un poco de risa, y no puedo dejar de recordar las inmortales palabras de Jorge Ibargüengoitia en Estas ruinas que ves:

-Los de Pedrones -dicen en Cuévano- confunden lo grandioso con lo grandote.

En fin. Se aplican las de siempre.

Wicked

Wicked

La historia narra la juventud, enemistad, luego amistad, y luego enemistad de nuevo, de la Bruja Malvada del Oeste, antes de que fuera la Bruja Malvada del Oeste cuando se llamaba Elphaba, y de la Bruja Buena del Norte, antes de que fuera la Bruja Buena del Norte cuando se llamaba Galinda.

La trama trata de cambiar un poco los papeles de El Mago de Oz; Elphaba realmente era buena, Galinda (después Glinda) era un hígado híper fresa, y el Mago era un gobernante corrupto.

Debo aquí hacer un paréntesis y explicar que jamás leí ninguno de los libros del Mago de Oz, y que jamás lo haré porque no me interesan en lo más mínimo. También debo mencionar que, aunque por supuesto vi la ridícula (y sutilmente racista) película de Judy Garland, la verdad no tengo un particularmente emotivo recuerdo de la misma.

Dicho eso, la historia de Wicked está simpática (sin ser nada del otro mundo), y me parece que hace más interesante la ridícula historia original.

Pero nada de eso importa porque uno no va a ver musicales para ver historias particularmente profundas.

La puesta de escena de Wicked en el Teatro Telcel es espectacular; me parece que es el musical mejor puesto que he visto en México, y por mucho. El aspecto técnico de la misma (la escenografía, la iluminación, el sonido, el vestuario, todo) es impecable.

Y aún así eso se ve disminuido ante el espectacular papel que hacen Ana Cecilia Anzaldúa y Cecilia de la Cueva como Elphaba y G(a)linda respectivamente. La primera sin duda alguna tiene los números musicales más espectaculares, incluyendo el ya ahora incluso machacado Defying Gravity, que tiene una traducción más que pasable en En Contra De La Gravedad. La segunda es posible que cante mejor, pero una vez más eso ve disminuido ante la encantadoramente insoportable interpretación que hace de Galinda, que incorpora todos los estereotipos mexicanos de lo que es ser niña fresa.

(“¡Pelo, pelo!“, je).

Ahora voy a tener que ver la puesta en escena en inglés, porque si no no voy a saber nunca qué tanto mejora la versión en español a la original.

Es una delicia la obra, y me parece que es un crimen que se la pierdan. Especialmente en los lugares que mi novia se rifó, bastante adelante y casi perfectamente centrados. Lo único es que cuestan como medio riñón; pero por suerte (o desgracia) no es algo que uno haga cada fin de semana.

Así que, si pueden, vayan y véanla; al salir se encontrarán con la mágica visión del Museo Soumaya iluminado de noche:

Museo Soumaya

Museo Soumaya

(Y la verdad lo de afuera es lo más chido; por dentro me parece que no está muy bien curado que digamos).

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El último examen

Dejé de escribir por completo hace casi tres meses, y de hecho este año ha sido el más bajo en entradas de mi blog: en todo 2014 he escrito 3 entradas (una de ellas de dos líneas, deseándole feliz año nuevo a mis lectores).

Las razones por las cuales esto ocurrió son diversas; falta de tiempo fue una de ellas, pero realmente fue un problema más bien anímico. Sencillamente no tenía las energías para ponerme a escribir. Tal vez fue un error y debí hacerlo, precisamente para contrarrestrar el creciente estresamiento bajo el que me encontré; pero lo cierto es que de hecho no sólo dejé de escribir en mi blog: básicamente dejé de estar en línea. La única evidencia de que seguía respirando (para la gente que no me veía en vivo), fue una entrada que no pude dejar de hacer acerca del fallecimiento de Gabo.

Hoy por fin se levanta el peso que había estado aplastando mis hombros de forma insoportable durante el último par de meses, pero que de forma más sutil lo había venido haciendo desde 2008… y si nos ponemos estrictos desde 2005.

Hoy me doctoré.

Cuando tenga más tiempo ponderaré aquí acerca del examen, de las celebraciones subsecuentes, y de todo lo que ha ocurrido en todo este tiempo que permanecí desconectado. Por ahora, sólo quiero dejar registrado en mi blog que realicé (y aprobé, por supuesto) el último (espero) examen académico que tendré en mi vida.

Ahora, si me disculpan, iré con mis seres queridos a celebrar la ocasión.

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Nueve años

Hace dos semanas mi blog cumplió nueve años, lo cual me aterra un poco.

No escribí al respecto porque (de nuevo) se me acumuló la chamba, pero espero que ahora sí vuelva a escribir regularmente… especialmente porque tengo todavía como siete películas que fui a ver desde la última que comenté, y si no escribo al respecto yo creo que se me van a olvidar.

He sido increíblemente irresponsable con mi blog el último año y medio. Espero comenzar a corregir eso.

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El mayordomo de la Casa Blanca

Cuando por fin me había decidido a seguir escribiendo, cortaron la luz en Ciudad Universitaria y Xochitl pasó a morirse. Y cuando por fin revivió (al reabrir CU el pasado lunes), tuve suficientes pendientes como para no poder reanudar mi escritura hasta hoy.

El mismo fin de semana que Mina y yo vimos Catching Fire, fuimos a ver Lee Daniels’ The Butler.

Se aplican las de siempre.

Lee Daniels' The Butler

Lee Daniels’ The Butler

La película cuenta la historia (apócrifa) de un negro que de niño sufre el racismo en el sur profundo de gringolandia, incluyendo el asesinato de su padre por el dueño de una plantación (después de que lo confronta por haber violado a su esposa), pero que eso hace que la madre del dueño lo haga trabajar dentro de la mansión, lo que causa que aprenda a servir.

De ahí va subiendo posiciones hasta que lo mandan llamar a la Casa Blanca, donde sirve a un montón de presidentes gringos, incluyendo todos aquellos que tuvieron algún papel que jugar con el movimiento de derechos civiles en los sesentas. Al final, ya envejecido y habiendo dejado de trabajar mucho antes, Obama lo manda llamar, y la idea es que todo mundo llore.

Es difícil tragárselo, porque la película es increíblemente barata y melodramática. El elenco es espectacular; básicamente todos los actores gringos negros aparecen en ella (excepto las súper estrellas Denzel Washington y Will Smith), y los presidentes gringos son interpretados (lamentablemente en pedacitos de un par de minutos cada uno) por excelentes estrellas que me parecen reflejan muy bien el espíritu de cada uno de ellos. Excepto John Cusack; su Nixon es pésimo, pero se balancea por los noventa segundos que aparece Alan Rickman como Reagan: es sensacional.

La histora gringa me parece está bien contada; pero la historia personal del mayordomo es increíblemente barata (por no decir, en general, ficticia). Y eso incluye su relación con la bola de presidentes.

Ya lo he comentado antes, y este es sólo un nuevo ejemplo; el crimen imperdonable que cometieron los gringos de crear una nación donde “todos los hombres nacen iguales” (siempre y cuando uno no sea negro… o mujer… o latino… etc.), lo continúan (y continuarán) pagando, incluso con un presidente negro. Esta película pudo haber sido mucho más sobria y (a mi juicio) mejor, si esa especie de demencia que siempre domina a los gringos cuando tratan de discutir su pasado esclavista y su presente racista no la hubiera dominado también.

Como sea, la película vale la pena por aventarse la bronca de discutir el tema, y por las espectaculares actuaciones; tengo además que hacer mención especial para Oprah Winfrey, porque da una actuación desgarradora como la alcohólica esposa del mayordomo.

Así que no tan buena como pudo haber sido, pero sin duda alguna recomendable; aunque creo que ahorita ya la recomendación debe ser para rentarla.

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En llamas

En noviembre fui a ver Catching Fire con Mina en Guadalajara.

Se aplican las de siempre.

Catching Fire

Catching Fire

Dado que los muy malditos van a hacer dos partes del último libro de la triología, esta segunda parte ni siquiera es un verdadero acto intermedio. Por lo mismo, yo fui a verla porque las voy a ver todas, pero no esperaba mucho.

Salí agradablemente sorprendido; no sólo me gustó más que la primera parte: me gustó más que el libro. Muchas cosas son mejoradas; en particular, está muy padre que veamos más desarrollado al presidente Snow junto con sus lacayos.

Los actores de la película anterior siguen más o menos igual en esta (aunque Willow Shields de repente se está poniendo muy guapota a sus tiernos 13 años); y me parecieron muy buenas adiciones las de Philip Seymour Hoffman y Jena Malone.

Por lo demás, la historia tiene las mismas fallas que tiene el libro (si bien, como dije, mejoran varias cosas), pero es todo bastante perdonable dado que sí está muy chida la película. Así que vayan a verla, aunque probablemente ya todo mundo lo hizo.

Ahora a esperar vayan a saber cuánto tiempo a que salgan las últimas dos partes.

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Thor: Un mundo oscuro

Me robaron mi celular hace dos fines de semana, y eso me mantuvo lo suficientemente preocupado como para que dejara de escribir cuando mi ritmo de trabajo por fin disminuyó un poco. Planeo ahora sí volver a escribir más constantemente, comenzando por el montón de películas que he visto que no he mencionado.

Hace ya bastantes semanas fui a ver Thor: The Dark World. Se aplican las de siempre.

Thor: The Dark World

Thor: The Dark World

Fui a ver esta película porque tenía muchas ganas, y no me decepcionó en lo más mínimo. Es muy divertida, está llena de acción, está muy bien hecha, y las actuaciones son bastante buenas para ser la adaptación boba de un cómic todavía más bobo. Por suerte, además, sale Natalie Portman, porque si no yo creo que sí me hacía gay; Chris Hemsworth está muy guapo; es de verdad injusto (para nosotros hombres, digo) que gente como él y su hermano existan.

Como sea, así de divertida y emocionante como está, lo cierto es que también se vuelve rápidamente intrascendente en el cada vez más competido mundo de las adaptaciones de cómics a la pantalla grande; no me arrepiento de haberla visto en el cine, y salí de muy buen humor después de verla: pero no es nada particularmente novedoso. Sí veré una tercera parte, eso sí.

Así que vayan y véanla… si es que sigue en el cine; probablemente ya la quitaron.

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