Hacía mucho tiempo que no pasaba toda una noche sin dormir trabajando y programando.
Es una buena manera de terminar el año.

Porque a veces tienes tantos pensamientos, que te gustaría sacarte algunos de la cabeza.
Hacía mucho tiempo que no pasaba toda una noche sin dormir trabajando y programando.
Es una buena manera de terminar el año.
Después de ver la mejor película del año, Birdman, fui a ver The Hobbit: The Battle of the Five Armies.
Se aplican meh.
No tengo mucho qué decir acerca de la tercera parte del ordeñamiento descarado que le hicieron al librito para niños de Tolkien; como ya lo dije antes, yo iré a ver cualquier cosa del legendario de Tolkien, y luego lo voy a comprar en Blu-ray, seguramente varias veces.
Lo que sí, es que sentí un poco decepcionante la tercera parte. Para empezar, esperaba que durara como tres siglos, lo cual no ocurrió. Pero además, queda la historia colgando; no se relata cómo Bard se convirtió en rey y cómo los reinos de hombres, elfos y enanos se recuperaron de la batalla. Dado que las dos primeras partes resultaron ridículamente largas, no veo razón para que no agregaran esto a la tercera.
De cualquier forma me gustó, y tiene partes muy entretenidas. Pero creo que prefiero a la segunda parte de esta trilogía; probablemente porque es la que menos tiene que ver con el material original, que como muchas veces he dicho siempre me ha dado muchísima hueva (aunque reconozco lo bien que está escrito).
Ahora yo digo que deberían descararse los realizadores y aventarse Quenta Silmarillion. Si Warner Bros. y Marvel Studios están planeando decenas de películas de aquí al 2020, no veo por qué negarle a Peter Jackson la oportunidad de seguir filmando su fanfic.
Lo que sí es que qué bueno que viene ya Star Wars: Episode VII; al menos nos entretendrá mientras New Line se anima a seguir sosteniendo la economía de Nueva Zelanda.
Después de ver Mockingjay: Part 1 fui a ver Birdman.
Se aplican las de siempre.
Voy a arriesgarme un poco aquí, y sencillamente decir lo que creo: Birdman es la mejor película que he visto en la pantalla grande este año. Me faltan otras dos películas por reseñar que he visto en el 2014, y probablemente todavía vaya a ver otra, pero no importa cuál sea, Birdman será la mejor película que he visto en la pantalla grande este año.
Así que, por supuesto, primero hablaré de lo malo que tiene la película.
Birdman, además de ser la mejor película que he visto en la pantalla grande este año, es también (por muuuuuucho), la más pretenciosa. Es deliciosamente insoportable en su esnobismo, en su (justamente ganada) arrogancia, y en su deseo de aparentar (siendo además laudablemente honesta en que sólo está aparentando) intelectualidad y profundidad cuando realmente no tiene ni un módico de ambas.
Por último, y realmente no me había percatado de esto hasta que mi hermano me lo comentó (seguramente porque la disfruté muchísimo más que él), podría resultar algo lenta y aburrida a un conjunto no pequeño de espectadores.
Todos estos aspectos negativos (que siendo justos, son nada comparados con el deleite que es el resto de la película), son (me parece) única y exclusivamente resultado de Alejandro González Iñárritu (como lo son casi todos los muchos más aspectos positivos); el tipo es un hígado, y (podría equivocarme, pero lo dudo) le tiene una envidia rayante en esquizofrénica a Alfonso Cuarón, que en comparación parece ser el tipo más humilde y sencillo del universo.
Dicho eso, ya sea a pesar de, o incluso justamente por todo lo de arriba, González Iñárritu ha creado una obra de arte, que probablemente arrasará con todos los premios habidos y por haber en la historia de todo, y merecidamente además.
Independientemente de las distintas impresiones que genere la película en todo el universo de personas que vayan a verla, me parece que se puede tener consenso en que el mejor y más intachable aspecto de la obra es su magistral aspecto técnico. El truco de que casi toda la película parece una única toma de cerca de dos horas (robado, por supuesto, de Children of Men, de Cuarón), es ejecutado aquí de una manera tan engorrosamente preciosista, que realmente quita el aliento. Es lo más llamativo, por supuesto; pero todo el aspecto técnico está llevado a cabo a la perfección.
La actuación de Keaton es tan extraordinaria que uno se tiene que preguntar si de hecho está actuando, o sólo siendo él mismo (más aún cuando hace poco Keaton dijo que él es Batman, muchas gracias). Si no por otra cosa, habría que aplaudirle a González Iñárritu que revivirá la carrera de uno de mis actores favoritos (lo último en que lo había visto, Need for Speed, no es digamos algo terriblemente memorable).
Las actuaciones del resto del elenco también son espectaculares; Zach Galifianakis brilla interpretando por fin a alguien que no es el más demente en una escena; Edward Norton también es fabuloso interpretando a un personaje que probablemente sea igual de insoportable que él mismo en la vida real; Naomi Watts, entrando elegamente a la media edad, continúa brillando con su belleza y su vulnerabilidad; y Emma Stone aparece lo más hermosa, dañada e interesante que he visto en ninguno de sus papeles anteriores.
El guión, que por supuesto carga (especialemente en los diálogos) el mayor peso de la pretención y esnobismo de la película, está magistralmente escrito y con una continuidad tan laboriosamente cuidada que nada más por eso sería merecedor de elogios.
Y por último están los detallitos chilangos que González Iñarritu tira, como si no quisiera la cosa, cuando uno menos se lo espera; el cántico de “lleve sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños” en la noche de la Quinta Avenida; y el silbido triste y melancólico de un carrito de camotes, apagándose en la distancia. Por supuesto, y contrario a las calaveritas de día de muertos que Cuarón agregó a Harry Potter and the Prisoner of Azkaban, no creo que González Iñarritu esté guiñándole el ojo a nadie: es (como todo el resto de la película) algo calculado matemáticamente para causar el mayor impacto, haciendo como si el realizador no quisiera causar ningún impacto.
O tal vez estoy exagerando y viendo cosas, porque la verdad Alejandro González Iñárritu jamás me ha caído bien.
Pero a pesar de eso, yo seré el primero en decir que Birdman es la mejor película que he visto en la pantalla grande este año, porque lo es, y que es básicamente perfecta, incluso siendo (o tal vez podríamos argumentar, justo por ser) orgásmicamente esnob y pretenciosa. Al final del día no importa si el realizador estaba abriendo su pecho y dejando su corazón en su tarea, o si sólo quería apabullar e intimidar con su innegable perfección técnica y su indiscutible genialidad.
El punto es que el resultado es una jodidamente buena obra de arte.
Una de las (de por sí bastantes) ventajas de ser ateo, es que no me tengo que preocupar por celebrar el cumpleaños de un supuesto judío demente que dicen que vivió hace dos mil años, y que encima de todo lo más seguro es que ni siquiera haya existido.
Pero los arbolitos me gustan, debo admitir.
Después de Big Hero 6, fui a ver Mockingjay: Part 1.
Se aplican las advertencias de spoilers habituales.
En general, que me desfalquen dinero partiendo un libro en dos (o incluso hasta tres) partes no me molesta demasiado; es normal que de hecho hasta me guste.
Sin embargo, con esta primera parte de Mockingjay sí creo que se pasaron de aztecas los realizadores de esta gratuita tetralogía. La novela apenas alcanza para una película de largometraje; partirla en dos es completamente ridículo, más aún considerando que, para motivos prácticos, esta primera parte casi no tiene acción ni romance, que es básicamente la única cualidad redentora de esta serie.
Y la verdad yo pondría el romance primero. Pero ese soy yo.
Dicho sea eso, a mí me gustó. Me parece ridículo que la partieran, pero me gustó; y de hecho la parte donde Jennifer Lawrence canta The Hanging Tree es espectacular; de las mejores escenas de levantamientos populares que he visto en mucho tiempo.
Como lo dije cuando reseñé los libros hace años, la Collins es ligeramente ingenua en lo que respecta a política, estrategia de guerra y otras cosas por el estilo; esto se ve reflejado en la película, obviamente. Pero la vieja tiene el corazón en el lugar correcto, y así mismo ocurre con esta película.
Ah, y Julianne Moore y Elizabeth Banks son espectaculares. Comentaría de los actores hombres, pero la verdad (al igual que las novelas), estas películas tratan de mujeres, con los hombres siendo simples comparsas.
Así que, en resumen, sí creo que me estafaron mi dinero; pero no me molesta tanto. Así que vayan y véanla… creo que por fin me estoy poniendo suficientemente al día como para que cuando les diga que vayan a ver una película, ésta todavía esté en cartelera.
Después de ver A Dame to Kill For, fui a ver Big Hero 6.
Se aplican ya saben.
Entre Frozen y Wreck It Ralph, prefiero la segunda por mucho. Frozen me gustó, pero no tanto.
Big Hero 6 es de los mismos realizadores, y sigue un montón de convenciones de historias de equipos de superhéroes que usan tecnología (en lugar de habilidades innatas) para combatir al crimen. Y la verdad, me gustó menos que Frozen.
No me malentiendan; está divertida, las escenas de acción están súper chidas, y Baymax es tal vez el robot más encantador que se han inventado desde Wall·E. Pero sencillamente a mí no me gustó tanto.
Puede ser que de nuevo la historia tiene como un elemento central la relación entre dos hermanos, o que para motivos prácticos no hay absolutamente nada de romance (lo cual considero imperdonable), pero el punto es que la película me dejó deseando más.
De cualquier manera está muy entretenida, y es altamente recomendable.
Sólo no es exactamente lo mío.
Me he puesto varias borracheras con mezcal en mi vida. La característica en común de todas estas ocasiones, ha sido que al otro día no tengo cruda; supongo en gran medida porque ha sido buen mezcal, y en mi experiencia con buenas bebidas (y suficiente agua) uno normalmente no adquiere una cruda.
Eso no cambió en mi última borrachera con mezcal, pero creo que no lamentaré si no vuelvo a hacerlo en al menos un año.
No me gusta escribir en días seguidos de películas; pero quiero terminar de escribir acerca de las que tengo retrasadas, y me gustaría hacerlo antes de que el año se acabe.
Después de ver Interstellar, fui a ver Sin City: A Dame to Kill For. Se aplican las de siempre.
A Dame to Kill For es de hecho mi capítulo favorito en el universo de las novelas gráficas de Sin City. La adaptación al cine es bastante buena; Josh Brolin está bien como Dwight (aunque Clive Owen era mejor, me parece), pero Eva Green como Ava es espectacularmente perfecta. Sus pechos, además, también son espectacularmente perfectos, pero aún sin su maravillosa presencia, la interpretación de la Green sería magnífica; es sólo que la presencia de esos espectacularmente perfectos senos ayuda a que sea todavía mejor.
OK, no puedo dejar de escribir acerca de los espectacularmente perfectos pechos de Eva Green.
Las demás historias no están mal, sólo no al nivel de A Dame to Kill For. En particular, me parece que The Long Bad Night pudo haber sido mucho más satisfactoria… y ni siquiera comentaré sobre Nancy’s Last Dance, excepto para decir que me parece ridículo que Jessica Alba no nos agracie con sus, hipotéticamente, espectacularmente perfectos senos. Yo creo que le dan celos los, definitivamente, espectacularmente perfectos senos de Eva Green.
OK, ahora sí dejaré de hablar de los espectacularmente perfectos pechos de la Green.
A mucha gente no le gustó esta segunda parte, arguyendo que no le llega a la primera entrega. No estoy de acuerdo; ambas películas me parecen, en lo general, igual de buenas (o malas, dependiendo de qué lado de la barranca se paren). Somos nosotros los que hemos cambiado, creo; una película tan absurdamente violenta, misógina y caricaturescamente machista podría haber parecido buena (o al menos original) hace una década; en esta época resulta tal vez incluso un poco incómoda.
Excepto por los espectacularmente perfectos senos de Eva Green. Oh dios necesito ayuda.
Tal vez si la película hubiera sido hecha un par de años después que la primera, la crítica la hubiera tragado más fácilmente; no lo sé. Lo que sí sé es que, desde mi punto de vista, realmente no hay mucha diferencia entre ésta y la primera parte; lo cual por supuesto podría ser un problema en sí mismo, pero no en el que se han enfocado la mayor parte de los detractores de la cinta.
Así que yo sí la recomiendo. Si les gustó la primera, la verdad no veo cómo ésta no podría gustarles.
Especialmente con los espectacularmente perfectos pechos de la Eva Green.
Después de ver Gone Girl, fui a ver Interstellar.
Se aplican las de siempre.
Interstellar es una muy buena película de ciencia ficción. A mí me gustó mucho, y es de mis películas favoritas este año.
Quitando eso de en medio, no le llega a los talones a 2001: Space Odyssey, que he oído a mucha gente querer compararlas.
Interstellar está bien hecha, tiene una historia entretenida con un factor humano muy bien realizado, trata de ser científicamente correcta (y falla miserablemente), tiene extraordinarias actuaciones de todo su elenco (comenzando sin duda alguna por Matthew McConaughey), y es en general una muy buena película de ciencia ficción.
No es, sin embargo, una obra maestra como lo es 2001.
Mis problemas principales con la película son los siguientes:
Lo repito: a mí la película me encantó: fui a verla al cine dos veces. Creo que es una muy buena película de ciencia ficción, y me agradaría que más películas de este estilo fueran realizadas.
Pero no le llega a los talones a 2001… y Nolan, aunque bastante bueno, tampoco le llega a los talones a Kubrick.
De cualquier forma, altamente recomendable.
Total que volví a leer las siete novelas de Harry Potter, porque por qué no, y porque ya habían pasado años desde que lo había hecho por última vez.
Me sorprendió lo rápido que me pareció leerlas; ha de haber sido cerca de dos semanas, pero en retrospectiva se sintieron como un par de días. Me sorprendió mucho menos descubrir, con agrado, que casi no han envejecido, y que me siguen pareciendo igual de maravillosas. En algunas cosas, de hecho, me gustaron más ahora que hace unos años.
Supongo que ahora tendré que ver las ocho películas una detrás de otra. Al menos es un buen pretexto para comprar la colección de Blu-rays.
Después de ver los caballeros del sobaco, fui a ver Gone Girl.
Se aplican las de siempre.
Esta película la fui a ver única y exclusivamente porque Ben Affleck y Rosamund Pike me gustan y me caen muy bien.
La historia trata de un matrimonio al borde del fracaso, donde de repente la mujer desaparece y todas las evidencias apuntan a que el marido se quiso convertir en auto viudo, comenzando con que el tipo era infiel y, al parecer, culpaba a su mujer de su miseria.
Toda esta primera parte de la película es de hecho muy divertida, mostrando cómo la relación entre estos dos güeyes evolucionó desde que se conocieron en Nueva York hasta que terminaron en un suburbio perdido en Casalachingada, Missouri, que al parecer es más aburrido que Tlacochiztlahuaca.
Después resulta que no, que la mujer planeó todo para vengarse de su marido, por patético y pendejo. Esta parte pierde algo de credibilidad, especialmente el que la mujer considerara suicidarse para hacer imposible a su marido probar su inocencia.
Y al final, a través de una entrevista en la telera, el marido consigue que la mujer lo perdone, lo cual involucra asesinar a Barney Stinson y hacerse pasar por la víctima victimosa de un rapto con todo y esclavitud sexual incluidos.
En este punto, cualquier dejo de credibilidad que tuviera la historia se pierde por completo y la película se convierte en una fantasía pendeja donde todos los personajes son básicamente sicópatas dementes.
A pesar de que, en verdad, es imposible creer la trama tan absurdamente revuelta, la película es inmensamente divertida, en gran medida por las actuaciones de Affleck y Pike. Así que si uno ignora todas las pendejadas imposibles que pasan en la trama, es de hecho muy entretenida.
Yo la recomiendo; sólo no esperen una historia que haga mucho sentido.
Es ligeramente patético quejarse de algo así dadas las circunstancias… pero es verdaderamente deprimente que, encima de todo lo malo que ocurre en el país, los pollos amarillos ganen el torneo de futbol.
Después de ver Lucy, fui a ver LEGEND of SANCTUARY Seinto Seiya Rejendo Obu Sankuchuari con Juan.
Diría que se aplican las advertencias normales de spoilers, pero la historia de esta película es tan mala, que no creo haga ninguna diferencia.
Voy a ser sincero; no me moría de ganas por ver esta película, exactamente. Pero vi en los pósters que era CGI, no animación convencional, y eso me llamó la atención. Y dado que nunca fui un fan muy grande de los caballeros del zodiaco (le faltaba romance, digo yo), fui a verla con Juan, porque recordaba que él sí había sido fan de la serie.
No esperaba mucho de la película, pero sí me imaginaba que la animación estaría chida, y las escenas de acción emocionantes. Y en ese sentido no me equivoqué: la animación no sólo está chida; de hecho está increíble, y me gustaría ver unas doscientas películas más basadas en animés realizadas con la misma tecnología; y las escenas de acción están emocionantes, si bien a veces es difícil entender qué carajo está ocurriendo (pero eso pasa mucho con el animé, así que no me quejo demasiado).
De lo que sí me voy a quejar, es de que esas dos cosas de arriba son básicamente lo único bueno que puede decirse de la película.
La historia es ridícula, cursi, incoherente, y no particularmente bien contada. Los personajes son también, casualmente, ridículos, cursis, incoherentes, y no particularmente bien definidos. El diálogo es la cosa más atroz que he visto en mucho tiempo, y no sé si el doblaje al español lo mejoró o lo empeoró del original, pero el resultado neto es que dan ganas de apretar los dientes y taparse los oídos en cualquier momento en que los personajes se supone tienen una conversación durante la película.
De alguna manera es terriblemente triste; es de verdad la película más hermosa visualmente que he visto en mucho tiempo, pero todo se arruina en el momento en que los personajes abren la boca para avanzar una trama que no tiene sentido, y decirse cosas ridículas, cursis y/o incoherentes.
Aún así la disfruté bastante, porque de verdad se ve bien bonita la animación. Pero si la hubiera visto en mi casa, yo creo que le abría puesto mute, y abría desactivado los subtítulos.
Así que no la recomiendo; pero creo que es innecesario que lo diga, porque al parecer sólo yo y Juan fuimos a verla.
He andado actualizando mis equipos de cómputo, porque por qué no, y entonces decidí actualizar mi media center. Después de pasarme a un sistema con GPU de Intel integrado para mi escritorio, y concluir que ya no vale la pena comprar tarjetas de video Nvidia, hice un experimento: tomé la placa madre de mi Atom (que ya no es Atom, es Celeron), y lo puse en un gabinete especial chiquito chiquito que compré para mi nuevo media center, para determinar si un procesador lento Intel con GPU integrado estaba a la altura.
Los resultados fueron más que exitosos; para reproducción de video, el Celeron con GPU integrado funciona mejor que Nvidia. No tengo idea por qué; pero tampoco me importa: la placa madre (una ASUS J1800I-A) es diminuta, no tiene ventilador integrado (por lo que es muy silenciosa), no gasta casi electricidad, no genera tanto calor, y una larga lista de etcéteras que me hicieron decidirme a usar una segunda para mi media center.
Para el gabinete compré un Cooler Master Mini 110, que no es particularmente bonito, pero sí chiquito, y le cabe un disco duro de 3.5″ (en lugar de 2.5″, como de laptop). Esto era importante para mí, porque quería utilizar el disco duro de 2TB que tenía mi viejo media center. Hago énfasis en que quería.
Hacer el experimento fue un pinche desmadre. La placa madre ASUS es UEFI, y mi viejo media center era BIOS; tuve que convertir el disco duro de MBR a GPT, cosa que ya he hecho antes, pero no por ello resulta sencilla. La conversión además tenía que ser in-situ, porque no tengo 2 terabytes de espacio libre en ningún lado, y tampoco tengo la paciencia de reconstruir mi obscenamente amplia biblioteca de pornografía.
Al inicio estaba usando mi fiel cable SATA → USB, pero por alguna razón cuando lo conectaba a SATA la maldita computadora no detectaba la tabla de particiones GPT, así que terminé conectando el disco duro a mi máquina de escritorio vía SATA, y corriendo TestDisk para reconstruir la tabla de particiones. Mientras hacía esto, comenzó a fallar el disco duro de 512GB que tengo para Linux en mi máquina de escritorio.
Es el fallo más chistoso que he tenido en un disco duro; si lo pongo vertical, el disco funciona, pero si lo acuesto (como va generalmente dentro de la computadora), entonces falla. Como sea, y dado que necesitaba otra ASUS J1800I-A y memoria (para poder reconstruir Atom, ya que usé su placa madre y memoria para el nuevo media center), decidí ir por otro disco duro.
Y aquí es donde esto se pone divertido: mi máquina de escritorio tenía no dos, ni tres, ni cuatro, sino cinco discos duros atiborrados dentro de ella. Un disco duro de 512GB para Windows que casi nunca uso, otro 512GB para mis datos en Linux (el que empezó a fallar), otros dos discos de 160GB con más datos de Linux, y un SSD para mi sistema Linux propiamente.
Esos eran 1.42 GB aproximadamente, repartidos en demasiados discos duros que cada uno gasta electricidad y genera ruido y calor, así que decidí comprar un discote para Linux y reemplazar todos los discos superfluos que tenía. Pero entonces pensé (espero que vean que es peligroso cada vez que lo hago) que mejor compraba un mega disco duro, lo ponía en mi media center, y movía los 2TB del media center a mi máquina de escritorio.
Así que eso hice: compré (además de la placa madre para Atom y memoria) un disco duro de 3TB, moví la información del media center ahí, y después la de los discos duros que tenía en mi máquina de escritorio al disco duro de 2TB que antes estaba en el media center, comenzando con el de 512GB que estaba comenzando a fallar.
Y entonces comenzó a fallar el otro disco duro de 512GB, el que uso para Windows.
Técnicamente no empezó a fallar: hace casi dos años contaba que había revivido un disco duro de 512GB usando un convertidor USB → serial, un desarmador torx, y minicom en Linux. Pues bueno, el mismo problema regresó, como yo sabía que lo haría, porque nunca actualicé el firmware del disco duro; el contador del firmware volvió a tener una sobrecarga, y mi Seagate 7200.11 se atoró de nuevo en el estado ocupado (“BSY STATE”).
Por eso puse Windows en ese disco duro; nunca lo uso, y no me importa mucho si pierdo la información en él. Pero bueno; reviví el disco duro de nuevo (¡doble Lázaro!), y dejé mi computadora de escritorio en un mucho mejor estado que antes: ahora tiene un disco duro de 512GB para Windows (que volverá a fallar a menos que le actualice su firmware), 2TB para datos en Linux (que espero no se me acaben nunca), y el SSD para el sistema Linux (de 120GB, pero que jala rapidísimo).
Además, reconstruí Atom, y dejé mi media center en condiciones decentes… bueno, le falta su control remoto, que a Omar se le olvidó traerme del gabacho, un DVD slim interno, que ya pedí en MercadoLibre, y un adaptador USB 3.0 a USB 2.0, porque mi nuevo gabinete Mini 110 tiene USB 3.0 frontales, pero la plaquita madre ASUS no tiene el adaptador moderno para ellos.
Como sea: el punto de toda esta entrada, es que esta no es la primera vez que hago un movimiento de discos duros de este estilo: lo he venido haciendo desde hace años con computadoras mías y de conocidos que me piden que arregle/actualice, con laptops, e incluso con mi PlayStation 3. Y el resultado de todos estos años de estar malabareando discos duros es el siguiente:
No tengo idea de cuántos de esos discos duros funcionan o no; algún día tendré que sentarme a averiguarlo. Y tampoco sé qué voy a hacer con los que funcionen. ¿Los regalo? ¿Los tiro? ¿Creo arte moderno?
De verdad no sé qué hacer con tanto disco duro; lo que sí, es que espero no volver a comprar discos en mucho tiempo. Al menos para mí.
Después de ver Guardians of the Galaxy, fui a ver Lucy. Se aplican las de siempre.
Luc Besson es un francés demente que de repente dirige películas maravillosas, como Leon, y esperpentos insoportables, como Le Grand Bleu… o esperpentos muy entretenidos, como Lockout.
Lucy es una muestra de la última categoría; es pésima casi desde cualquier aspecto que se quiera analizar (con la posible excepción de efectos especiales), pero es alucinantemente entretenida.
La historia es tan absolutamente absurda, comenzando por el hecho de que repiten la pendejada de que el ser humano sólo utiliza el 10% de su cerebro, que no vale la pena ni siquiera resumirla. Las actuaciones, de todo el elenco, son tan inverosímiles que se vuelven hilarantes a los pocos minutos de que haya empezado la película. La dirección es un desastre de trenes absoluto, porque la película es una serie de escenas sicodélicas mezcladas con algunas escenas de acción mezcladas con algunas escenas que podrían calificarse de normales, si no fueran justamente lo contrario.
Y sin embargo, está muy divertida. Y cuando Scarlett Johansson abre las piernas, la gente muere; estoy seguro de que hecho así ocurre en la vida real.
Yo disfruté enormemente la película; pero no me engaño.
Es terrible.
Hace unas semanas fui a ver a mi hermano, y cuando ya me iba, de buenas a primeras me llamó desde su escalera, y me aventó un juguete a las manos. Era éste:
Nada más lo miré, me di cuenta de lo que era, y de que mi hermano a su vez no tenía idea. “¿Sabes qué es esto?”, le pregunté. “Venom”, me contestó el menso.
Por supuesto no es nada más una figurita para tener en algún lado; es parte de Disney Infinity, un videojuego donde uno puede comprar figuras coleccionables, colocarlas en una plataforma especial que se conecta a la consola (existe para todas, y creo incluso para la PC), y jugar con el monito ahí mismo.
Si hubiera existido eso cuando era niño, me hubiera echado a llorar amargamente, porque seguro mis papás no hubieran podido comprármelo.
Así que unos días después le compré el videojuego a mi hermano, en un paquete de inicio que incluye tres figuritas de los Avengers: Thor, Iron-Man y Black Widow. Mi hermano, desoyendo todos los consejos que jamás le di, se compró un Xbox One en lugar de un PlayStation 4, por la patética razón de que existía una edición especial de la consola para Call of Duty, así que le compré esa versión; por suerte los monitos son universales.
Ese día fui a su casa y le ayudé a conectar su Xbox One para poder probar el juego. Cuando era niño, si uno compraba un Atari o un Nintendo, uno podía ir a casa, conectar la consola, meter un cartucho, y ponerse a jugar. Hoy en día, y en el caso del Xbox One, hay que registrarse en línea con Microsoft, bajar no sé cuántos megabytes de actualizaciones, meter el Blu-ray con el juego, bajar quién sabe cuántos más megabytes de actualizaciones del videojuego, y entonces, unas cinco horas después, poder jugar. No me hago ilusiones; probablemente sea igual o peor con un PlayStation 4; cuando me compre el mío les aviso.
Total que no pudimos jugar sino hasta como las 3 de la mañana, y yo ya estaba demasiado madreado para disfrutarlo, así que no estoy seguro de si yo me voy a comprar el videojuego.
Pero las figuritas están lindas.
Después de ver How to Train Your Dragon 2, fui a ver Guardians of the Galaxy, porque por supuesto que eso hice.
Les diría que mencionaré spoilers en mi reseña, pero como ya la vieron, varias veces, y luego fueron y la rentaron, varias veces, y luego fueron y la compraron para poder verla todavía más veces, creo que es innecesario.
Guardians of the Galaxy es la Guerra de las Galaxias para el siglo XXI (o al menos lo será hasta que salga el Episodio VII y nos encrememos las pantimedias). Siendo honesto, de hecho es mucho mejor que la Guerra de las Galaxias, pero si digo eso en público me va a querer crucificar la gente que no puede superar el hecho de que toda la nostalgia del universo no hace a una película necesariamente buena.
¿Es Guardians of the Galaxy una buena película? Más o menos; al igual que la guerra de las jaladas, es sin duda alguna divertida, emocionante, entretenida y bien hecha. Eso no quita que la historia sea una pendejada absoluta, y que las actuaciones, por encantadoras que sean, no sean nada de otra galaxia guiño guiño.
Me parece, eso sí, que está muy bien contada y dirigida, aunque en lo segundo creo que el principal factor fue la selección del elenco, que en verdad tienen harta química entre ellos, incluyendo al arbusto sobredesarrollado y la rata que habla.
A mí me encantó la película; es sin duda alguna de mis favoritas este año, y espero con ansias la secuela y el crossover con los Avengers. Chris Pratt en particular me sorprendió, dado que en todo lo demás que lo había visto aparece como un idiota. Claro que aquí también aparece como un idiota, pero al menos guapetón y muy simpático.
Pero no es extraordinariamente buena. Es buena, sin duda; pero es nada más el último churro dominguero prefabricado por los estudios Marvel, que de verdad parece ser que no pueden errar, y que engendraron a la gallina de los huevos de oro.
Disfruté enormemente de esta película; pero también me gustaría ver algo bueno salido de alguien distinto de Marvel. De preferencia DC, pero a estas alturas creo que me conformaría hasta con una buena adaptación de Archie y Torombolo.
Como sea, la recomiendo ampliamente. Que dado que ya todos la vimos, varias veces en múltiples formatos, y posiblemente hasta en distintos idiomas, probablemente no importe mucho.
Las veces que estuve en España durante mis estancias de investigación, se volvió común para mí cenar pan, queso, jamón y vino. El precio del queso, jamón serrano y vino es relativamente menor que aquí, a veces por mucho; me gusta bastante cenar así; y es más que satisfactorio.
Todavía ceno así aquí en México, de vez en cuando, si se me antoja lo suficiente. No es tan barato como en España, pero tampoco es extravagantemente caro; y de hecho lo haría más seguido, si no fuera por el hecho de que no tengo una panadería cercana que venda pan que me guste, ya que parte del chiste es justamente tener pan fresco (aunque hace mucho aprendí el truco para mantener pan por más que unas horas).
La mayor diferencia, sin embargo, es la cantidad de vino que consumo. En España lo común era que me tomara media botella por sentada (dos copas bien servidas), y varias veces de hecho me tomé una yo solo. Y en ocasiones “especiales”, más de una.
Recuerdo en una reunión en la Villa Universitaria de Bellaterra en Cataluña, que un alemán me dijo que él trataba de tomar de las botellas que yo llevaba, porque siempre era bueno el vino que yo escogía. Yo lo miré un poco incrédulo, porque la única estrategia que seguí siempre fue comprar vino que costara al menos cuatro euros; casi sin falla eso siempre fue más que suficiente para agenciarme una botella de vino decente, si no es que buena.
Pero bueno; como decía, la diferencia principal aquí en México (además de la ausencia de mis cuates europeos), es que hoy en día si me tomo una copa de vino, es muy común que a los veinte minutos me esté cayendo de sueño. Y eso me pasa con vino; ya no digamos alcohol más fuerte. El día que me doctoré mi familia me regaló, por alguna razón que no comprendo, un montón de botellas de distintos tipos de alcohol, y la mayor parte ahí siguen, varias incluso sin abrir, porque si me tomo una copa poco después tengo que irme a dormir.
Una explicación podría ser que llevo años sin hacer realmente ejercicio, y que mi condición física es miserable. Algo debe tener que ver; aunque en realidad la explicación más sencilla es que me estoy volviendo viejo.
Pero vamos a decir que es la altura de la Ciudad de México, para me sienta mejor.
Después de ver Maleficent, vi How to Train Your Dragon 2.
Se aplican las advertencias de spoilers habituales.
Esta secuela de la película de hace cuatro años supera por mucho a la original; la historia es mucho más épica, los personajes tienen el tiempo de definirse mucho mejor, los dragones son todavía más como gatos enormes, e incluso hay algo más de romance que en la primera parte.
El problema principal que tengo con la película es que está repleta de clichés, y que perpetúa la idea idiota (generalmente defendida por dueños de perros) de que un animal inherentemente peligroso se puede controlar únicamente con “amor”. Por más inteligente que sea un animal (incluyendo gatos, que deben ser los más inteligentes de todos los animales domesticados por los humanos), no se puede esperar de ellos que actúen como humanos. Cualquier persona que se haya dedicado a entrenar perros, caballos, o leones en el circo es lo primero que les dirá.
Como sea, a mí me encantó, y espero con ansias la tercera parte, donde Hiccup (supongo) por fin encontrará una hembra con la cual pueda reproducirse Toothless, y donde espero le haga un poco más de caso a su novia Astrid, porque en esta película le presta más atención a su dragón que a ella.
Hace seis años platiqué cómo utilizaba una vieja estéreo de mi hermano como “bocinas” de mi computadura. Bueno, hasta hace dos semanas esa misma (cada vez más) vieja estéreo siguió desempeñándose como las “bocinas” de mi computadora de escritorio. Y creo que hubiera podido seguir haciéndolo durante varios años más; jamás me dieron problemas.
Un par de meses después de esa entrada, escribí cómo me compré mi televisión de 46″. Mi televisión es de las posesiones más preciadas que tengo, y jamás he tenido ningún problema con ella. En algún momento va a fallar (porque así es la naturaleza de las cosas), y entonces estaré muy triste… por unos cinco minutos, porque después me va a dar el pretexto para comprarme una nueva más grande.
Como sea, mi televisión es maravillosa, pero sus bocinas, para mí, suenan como las ardillas de Alvin y las ídem. En algún momento me compré unas bocinas Logitech X-540, originalmente para mi computadora; pero ya con la televisión, decidí que prefería utilizarlas para ver cosas en mi telesota, y para jugar videojuegos.
La verdad, no sé si fue buena o mala idea; hasta hace dos semanas que radicalmente cambié la configuración de bocinas en mi departamento, no se me había ocurrido que a lo mejor hubiera sido más inteligente usar las bocinas en mi computadora, y la viejo estéreo de mi hermano para la tele. No soy fanático del sonido; me gusta que las cosas suenen ferte, y que no se oigan distorsionadas: fuera de ahí, mi entendimiento de audio no da para mucho. En ese sentido, la verdad no sé distinguir cuál suena mejor entre las bocinas Logitech o la vieja estéreo de mi hermano. Lo que sí sé es que las bocinas Logitech son un sistema 5.1 (5 satélites y un subwoofer, ergo el .1), y que la estéreo de mi hermano es, bueno, estéreo, sólo 2 bocinas. Me imagino que por eso decidí usar las Logitech en mi telesota… lo cual por supuesto es idiota, porque lo que hacía era conectar la salida de audio de mi tele a las bocinas, así que sólo funcionaban en estéreo, aunque hacía que se replicara el sonido a los satélites traseros… inútilmente, porque tenía los cinco satélites básicamente atrás de la tele: 4 en la pared, y el central arriba de la misma.
De cualquier forma, funcionaba y la verdad se oía bien. Tal vez no maravillosamente bien, y ciertamente nunca tuve realmente surround sound, pero tapaba el parche, y además en mi computadora tenía la estéreo, que para oír música mientras trabajo bastaba y sobra. Pude haber vivido así hasta que alguna parte fallara, pero como estoy ganando bien, decidí que ya era hora de comprarme un AVR.
Un AVR (audio/video-receiver) permite conectar varias entradas HDMI, puentearlas a una televisión (vía HDMI una vez más), y encargarse del sonido de manera mucho más profesional que una vieja estéreo o que unas bocinitas Logitech, 5.1 o no 5.1. Había estado coqueteando con la idea de comprarme uno, porque (además de que creo que es un lujo, pero me lo merezco) he considerado regalarme un PlayStation 4 de navidad, y entonces ya estaría en el límite de entradas HDMI que mi tele soporta. Además, harto más ferte, como mencionaba arriba.
Como ya expliqué, no soy fanático del sonido; no tengo ni puta idea de qué marcas o qué especificaciones son las mejores en esto, así que fui a comprar mi AVR con sólo unas cuantas ideas vagas: Bose es muy bueno, pero excesivamente caro; Sony es bueno, pero probablemente más caro de lo que ofrece; y Onkyo ahí se va en calidad y precio. Igual y estoy diciendo puras pendejadas, pero eso es lo que saqué de mi superficial investigación. Obviamente, siendo como soy, cuando llegué a la tienda a ver AVRs (en conjunto con un sistema 5.1; en mi departamento de medio metro cuadrado, 7.1 es completamente inútil), iba determinado a comprarme un Onkyo.
Pero entonces ocurrió algo que me pasa muy pocas veces: el chavo que me atendió era competente. No sólo era competente; estaba muy bien informado, y (para mí muy importante) me supo resolver mis dudas muy bien. Estaba debatiéndome entre el AVR Onkyo que había pensado comprar, y el AVR que a final de cuentas me compré, y el muchacho me explicó que el primero tenía un subwoofer pasivo, mientras el segundo era activo. “No entiendo”, le dije, “¿cuál es la diferencia?”; el muchacho sencillamente procedió a mostrarme la conexión del subwoofer Onkyo (dos simples cables con la señal de audio), y la del otro (un cable RCA que permite transmitir información aparte de la señal de audio). Así que compré el otro, del cual jamás había oído la marca. Y no estoy exagerando; jamás la había oído, y si llegué a hacerlo procedí a olvidarlo de inmediato. Estaba seguro de que era una marca piratísima.
La marca es Harman Kardon, y resulta que no sólo no es piratísima, sino que al parecer todo mucho excepto yo había oído hablar de ella.
Así que conecté el Harman Kardon a mi tele, mi media center, PlayStation 3 y servidor Atom al Harman Kardon (me sobran entradas HDMI, así que puedo hacerlo), coloqué los satélites traseros atrás, los delanteros adelante y el central al centro (y aún así no sigo las ridículamente detalladas instrucciones del manual), y lo prendí. Y ay güey.
Además de que mi pobre departamento parece estar a punto de derrumbarse cada vez que subo mucho el volumen, la calidad del audio (para un lego como yo en asuntos de sonido) es ridículamente superior a la que tenían las bocinitas Logitech… aunque siendo justos eso probablemente no sea únicamente culpa de ellas, como ahorita explicaré.
Procedí a mover las bocinas Logitech a mi computadora, porque quiero deshacerme de la vieja estéreo: ocupa mucho espacio, y estoy seguro que también electricidad, además de que se calienta demasiado. Al mover el subwoorfer de las bocinas Logitech, mis dedos rozaron el círculo elástico que sostiene al cono de la bocina (el que permite que “rebote” cuando los bajos están duro que dale; el “surround” en este diagrama), y éste procedió a, literalmente, deshacerse entre mis dedos.
No sé cuánto llevaba deteriorándose sin que yo me diera cuenta (como casi todos los subwoofers, esta bocina apuntaba al piso), pero dado que lo he venido usando desde hace años, tampoco me extraña que lo hiciera. Por suerte lo llevé al centro donde me lo repararon por 150 pesos que, como las bocinas me costaron unas diez veces eso, me parece un muy buen precio. Ahora suenan como nuevas, pero sí siguen sin poder compararse al Harman Kardon.
Así que ahora tengo dos sistemas 5.1 funcionando perfectamente; uno decente (pero bastante normal) en mi computadora, y otro muy bueno en mi televisión en conjunto con mi media center y PS3 (y posiblemente en el futuro, PS4).
De las primeras cosas que hice fue ver una película Blu-ray (Splice; está simpática, sí la recomiendo). En una escena, ocurre un ruido pertubador “atrás” de la misma. Nunca había tenido un sistema surround sound propiamente instalado en mi departamento; así que cuando oí el ruido viniendo de la cocina, además de friquearme bastante, tardé varios segundos en percatarme de que era la película. No ayudó que fuera de terror.
Eso está padre; pero la verdad me hubiera bastado con poder escuchar punchis punchis punchis punchis, y sentir que mi pobre departamento se colapsa con las vibraciones del subwoofer.
No creo que mis vecinos me quieran mucho en estos días.