La Tribu

Hace años que no voy a la Cineteca Nacional, porque las pantallas eran muy pequeñas, el sistema de sonido apestaba, los asientos eran muy incómodos y encima de todo la gente que solía frecuentarla la encontraba yo insoportable. Ayer sin embargo confluyeron dos cosas que me hicieron regresar a la Cineteca; comenzaron a vender boletos en línea, y además vi que estaba una película que no creí que se estrenara en México nunca: Plemya, La Tribu en ucraniano. Vean el avance en el tubo, si no lo han hecho; yo nada más verlo decidí que la iba a ir a ver en cuanto pudiera.

Así que ayer vi Плем’я en la Cineteca Nacional, después de años de no haber ido. Las pantallas siguen siendo muy pequeñas, el sistema de sonido sigue apestando, y sigo encontrando insoportable a la gente que suele frecuentarla. Pero los asientos son ahora más cómodos, y la película es salvajemente buena.

Se aplican las de siempre.

Plemya

Plemya

Plemya es de las películas más extraordinarias que he visto en mi vida. La película no tiene diálogo, todos los protagonistas son sordo mudos y se comunican entre ellos con lenguaje de señas. Además no tiene música de ningún tipo, así que casi todo el tiempo todo ocurre en un silencio brutal y opresivo, roto únicamente por los pasos de los protagonistas, o los golpes que muy fácilmente sueltan los mismos.

Ah, y no tiene subtítulos ni letreros de ningún tipo en un idioma que yo pudiera discernir.

Toda la historia uno la absorbe a través del lenguaje de señas de los personajes, que a pesar de que deja ciertos detalles ambiguos, en términos generales uno la puede seguir sin ningún problema.

Un tímido muchacho sordo mudo llega a un internado donde todos los profesores y alumnos son sordo mudos, y de inmediato es iniciado en una banda que lucra vendiendo pendejaditas en los trenes, robando y prostituyendo a dos de las compañeras sordo mudas. El muchacho es listo, fuerte y además sabe seguir órdenes, así que eventualmente consigue el trabajo de cuidar a las muchachas prostituidas cuando el cuidador original muere al ser atropellado por un tráiler que se estaba echando en reversa, y que no pudo oír el pitido de advertencia por ser sordo.

Como debe de ser, el muchacho se enamora de una de las muchachas prostituidas, y no es muy difícil imaginar la tragedia en lo que esto desemboca. Esto incluye la escena más atroz que jamás haya visto donde se muestre un aborto por legrado.

La película es fascinante todo el tiempo, especialmente cuando dos personajes están discutiendo. Uno no puede entender que están diciendo exactamente, pero la intención es 100% clara. Después de algunos minutos de ver la película, el lenguaje de signos adquiere un ritmo casi melódico; como si los personajes estuvieran bailando en lugar de comunicarse.

También hace que uno se fije en cosas que se dan por hecho, como el poder tener una conversación grupal; con el lenguaje de signos es mucho más complicado porque el que quiera tomar la palabra debe en primer lugar hacer que todos los demás lo miren.

La historia es muy violenta y muy terrible, pero dentro de ella hay un montón de escenas de increíble ternura y, de manera muy contaminada, de mucho romance.

No puedo recomendar lo suficiente esta película; es de verdad de las cosas más extraordinarias que he visto. Además, estoy seguro de que será medio inconseguible en México en DVD o Blu-ray, así que si pueden dense una vuelta por la Cineteca para ir a verla. Las pantallas son pequeñas, el sistema de sonido apesta y la gente que la frecuenta es insoportable, pero esta extraordinaria película hace que el viaje valga la pena.

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Victor Frankenstein

El sábado fui al cine. Están dos películas innegablemente buenas que quería ver, pero revisando noté que de hecho he estado viendo películas relativamente buenas, así que mejor opté por un churro y me metí a ver Victor Frankenstein.

No me arrepiento en lo más mínimo.

Victor Frankenstein

Victor Frankenstein

Victor Frankenstein es una película fabulosa. No se confundan, es una mala película; pero es fabulosamente mala.

Aunque el primer crédito es para Harry Potter, la verdad James McAvoy se roba todas sus sobreactuadísimas escenas. Es tan sincero el placer que tiene el tipo con su papel, que es difícil no sentirse contagiado.

La trama es una especie de reimaginación de la historia del moderno Prometeo, pero realmente no importa mucho; es divertida, asquerosa, emocionante, y bastante divertida (repito), al menos durante las primeras dos terceras partes. Al final trata de ponerse más seria (sin conseguirlo realmente), y eso la apesta un poco.

A mí me entretuvo bastante, y siendo como soy fan incondicional de Harry Potter y James McAvoy, la verdad hasta parecía un poco del fanfic que nunca jamás he escrito, cómo creen. Pero hasta yo debo admitir lo mala que es la película.

De cualquier forma es muy divertida, así que se las recomiendo ampliamente; especialmente si son fans del monstruo de Frankenstein, yo creo que sí apreciarán los pequeños homenajes esparcidos a lo largo de la trama.

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La vida académica

Acabo de regresar de mi congreso en Guanajuato. Aunque técnicamente mi viaje a Grecia fue el primer congreso al que acudí ya como doctor y con plaza, la verdad no debe contar porque fue un congreso bizarrísimo y además mi situación académico-laboral estaba mucho más inestable.

Así que voy a considerar este congreso al que fui, Combinatoria y Matemáticas Aplicadas: una celebración de los primeros 70 años de Gilberto Calvillo y David Romero, como mi primer congreso ya siendo yo parte de la parte de los “niños grandes” en la academia.

Podría platicar mucho acerca del congreso, pero sólo diré dos cosas porque son las que más considero importantes: la primera es que yo había ido con la idea de medio descansar de un semestre que ha sido brutal para mí, y que esto fue imposible por varias razones, una de las más importantes que todas las pláticas de los últimos días me pusieron a pensar en múltiples niveles.

La segunda es que le hicieron falta estudiantes al congreso, sobre todo porque muchas de las pláticas era de problemas aplicados en el mundo real, y el mundo académico siempre debería estar impulsando a los estudiantes a que apliquen sus conocimientos en cosas concretas.

Así que aunque acabé igual o más madreado que en una semana de dar clases, y de que me hubiera gustado ver más gente joven, el congreso me pareció fabuloso, y me da gusto irme reintegrando a la vida académica “normal”, que había medio abandonado a partir de que dejé de recibir la beca de doctorado.

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Sinsajo – El final

Estoy en Guanajuato en un congreso, lo que explica mi demora en publicar entradas los días que me hubiera gustado. Di mi plática ayer, lo que me ha permitido ya estar más tranquilo, y escribir esta entrada que debió salir el lunes.

El sábado, antes de venir para el congreso, fui a ver The Hunger Games: Mockingjay – Part 2.

Se aplican las de siempre.

The Hunger Games: Mockingjay - Part 2

The Hunger Games: Mockingjay – Part 2

La tercera película de esta saga me decepcionó un poco, porque movieron casi todo el romance y acción a la cuarta. Como era entonces de esperarse, la cuarta es mucho mejor. Pero no sólo es mejor que la tercera; creo que es genuinamente la mejor de la saga, que de por sí tiene muy buenas entradas.

Quiero mencionar las actuaciones de Jennifer Lawrence y Josh Hutchersonm que son muy buenas, especialmente el segundo que por fin pudo lucir su papel. Y Donald Shutherland, Jena Malone, Elizabeth Banks y Woody Harrelson también son extraordinarios, pero aparecen como cinco minutos entre todos.

La historia es la segunda parte del libro, que es más violenta y oscura que las otras novelas combinadas. El final es el final “feliz” de la novela (realmente no es feliz), y yo estoy más que contento con eso. Dada toda la violencia y muerte que ocurren al final, era lo mejor que podía esperarse.

Lo he dicho múltiples veces; la autora de The Hunger Games a veces peca de inocente, pero tiene el corazón en el lugar correcto. El mensaje de la película sigue siendo uno de igualdad, pacifismo, y anti consumista; tal vez incluso anti imperialista.

No hay mucho más que decir de la película; yo recomiendo que vayan y la vean en el cine. Están amenazando de hacer precuelas y cosas así; en este momento no me interesan, pero si lo hacen bien igual y hasta termino viéndolas.

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El origen de Aztlán

Hace más de seis meses mudé mi blog y álbum fotográfico de Xóchitl a Aztlán, como lo comenté en su momento.

La razón de la mudanza fue por supuesto que me dieron mi cubículo en la Facultad de Ciencias, y además un escritorio y hasta una computadora. Tengo en mi departamento varias computadoras que han sido reemplazadas por actualizaciones, así que canibalicé varias partes y armé una computadora para poner como servidor dentro de mi cubículo. Tengo conexión a Internet de alta velocidad, las 24 horas los 365 días del año, así que hacía sentido. El servidor sería para las páginas de mis cursos, las listas de correo de los mismos, y cosas semejantes.

Cuando yo era estudiante, todos los profesores con cubículo tenían asignadas IPs públicas a las computadoras de sus cubículos. Esto por supuesto era idiota; muchos no hacían uso de la IP pública, y los que utilizaban Windows se veían rápidamente inundados de virus y malware. Así que hace unos años se creó una LAN para el departamento, y los profesores que requieran una IP pública pueden solicitarla simplemente justificando para qué la necesitan.

Yo pensé que iba a ser un trámite burocrático engorroso, pero sencillamente mandé un correo a la jefa de cómputo explicando que quería una IP pública para poder alojar las páginas de mis cursos y las listas de correo asociadas a los mismos, y que si por favor me pudieran dar el dominio aztlan.fciencias.unam.mx, que mucho lo agradecería.

Me sorprendí cuando a la siguiente semana todo estuvo listo, y de inmediato migré las páginas de mis cursos (las listas de correo me esperé al nuevo semestre). Habiendo hecho eso, por supuesto también mudé mi blog y mi galería. No vi razón para no hacerlo.

A lo largo de sus más de diez años de existencia, mi Pensadero ha vivido en varias máquinas de la UNAM, generalmente propiedad de algún profesor con quien yo trabajara; excepto por un pequeño periodo de tiempo donde renté un dominio y alojamiento mientras trabajaba en la IP, pero aunque no era mucho dinero en cuanto pude regresar a una máquina dentro de la red de la UNAM, eso hice.

Ahora mi blog vive en mi máquina en mi cubículo, con una IP y dominio asignados explícitamente a mí. Supongo que esto continuará durante varios años; dentro de varias décadas me imagino que tendré que hacer preparativos para poder preservar para la posteridad el contenido de mi blog (o ver que lo destruyan con fuego purificador). Pero tengo tiempo para preocuparme de eso, espero.

Lo importante es que Aztlán es mí máquina, que yo la administro exclusivamente para mí, y que la puedo utilizar para mis cursos y otras cosas cuando así lo necesita. Y para el Pensadero, por supuesto.

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Dante’s Inferno

Después de Dead Nation, mi siguiente platino fue Dante’s Inferno.

Dante's Inferno

Dante’s Inferno

Mucha gente critica Dante’s Inferno por ser una copia de God of War. Yo no entiendo por qué lo dicen como si fuera algo malo; God of War es un juego extraordinario.

Dante’s Inferno no lo es tanto, pero es muy divertido. Toda la iconografía cristiana utilizada en el videojuego a mí me encanta, y aunque la historia destaza la obra original de Dante Alighieri, es al fin y al cabo una historia de amor, de un hombre dispuesto a ir al infierno (literalmente) para poder salvar el alma de su amada.

Como decía arriba Dante’s Inferno no es tan bueno como God of War, pero la mecánica de juego está bastante bien hecha, tiene un montón de enemigos divertidos (los más perturbadores probablemente siendo los bebés sin bautizar), y los jefes están super chidos, en particular Satán al mero final.

Los trofeos son todos fáciles, excepto por uno: en la sección en línea pasar 25 niveles para un solo jugador, y 15 para dos jugadores. Y ni siquiera es tan difícil, uno sólo debe conseguir un compañero que sepa qué hay que hacer. Al final yo los disfruté mucho, porque terminé dominando todas las mecánicas del juego.

En general a todo mundo le gustó el juego, pero nunca hicieron una secuela, lo cual es una lástima porque la historia termina con un cliffhanger, y porque estaría padre explorar otros universos/niveles (¿el purgatorio?, ¿el cielo?) con esta interpretación de la iconografía cristiana.

Si pueden juéguenlo, está bastante padre.

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Tierra de Nadie

El sábado fui a ver Sicario.

Se aplican las de siempre, y lo digo en serio; si no han visto la película y desean hacerlo, no sigan leyendo.

Sicario

Sicario

Nominalmente la actriz principal es Emily Blunt, pero esto es de alguna manera un engaño. No me malinterpreten; la bellísima Blunt hace un extraordinario papel (aunque trate, y falle, de verse no tan guapa). Lo que ocurre es que el verdadero protagonista (que no héroe, ni villano) de la película es el de Benicio del Toro, que no me extrañaría fuera nominado al Oscar por su actuación.

Para resumir la trama, me centraré en el personaje que del Toro interpreta, Alejandro. Al hacerlo, estaré contando todo lo interesante de la película, así que les repito que no sigan leyendo si les interesa verla.

Alejandro era procurador en Ciudad Juárez, hasta que Manuel Díaz, jefe del cártel de Sinaloa, asesina a su familia cortándole la cabeza a su mujer y aventando a su hija pequeña en ácido. Alejandro entonces acude a la CIA y los convence de un plan que le permitirá vengarse; hacer un trato con el cártel de Medellín para que ellos tomen el poder cuando Alejandro mate a Díaz con ayuda de la CIA. A Medellín le interesa recuperar la superioridad en México; a la CIA (con la mentalidad idiota que sólo la CIA puede tener) le interesa tener un único protagonista con el cual pueda negociar y establecer algo parecido a estabilidad en la región. La CIA provee la inteligencia y equipo para poder localizar a Díaz; Medellín provee lo necesario para llenar el vacío de poder cuando Díaz no esté; y Alejandro es el mentado sicario, el que se encargará de dar el golpe para deshacerse de él.

Para poder operar dentro de suelo gringo, la CIA necesita tener al lado un representante de la autoridad federal; para esto contactan al personaje de la Blunt. Toda la película entonces es un engaño, porque realmente no les interesa lo que diga o haga la Blunt, sólo les interesa que al final de todo ella firme que todo se realizó cumpliendo las leyes gringas necesarias. No la quieren muerta; pero tampoco les interesa mucho qué pase con ella siempre y cuando al final firme el documento que legaliza sus acciones, cosa que consiguen con Alejandro literalmente poniendo una pistola debajo de su cabeza.

La escena de Alejandro ultimando a Miguel Díaz es de las cosas más terribles que he visto en el cine. Y no estoy hablando de sangre o violencia; es la inhumanidad del acto, del ver cómo Alejandro (que durante gran parte de la película podría parecer alguien duro, pero justo; incluso tal vez “bueno” bajo un cierto código personal), vende su alma, al cártel de Sinaloa y en los hechos parte de su país, únicamente para consumar una venganza que no le dará ningún tipo de paz.

La película tiene más que actuaciones extraordinarias y una historia trágica y bien contada; pero realmente por esas dos cosas vale la pena verla. Como dato adicional, Juárez aparece justo lo contrario a como aparece mi Ciudad de México en la última película de James Bond; sucia, peligrosa, en estado de guerra. Y sin embargo, es impresionante una escena de un convoy de la Policía Federal escoltando a los gringos para extraditar al hermano de Díaz, porque salen los policías mexicanos en armadura y con tapabocas, en pickups con ametralladoras montadas, y es de risa cómo el personaje de la Blunt está literalmente orinándose del miedo al ver cómo se ven y se comportan.

Lástima que en la vida real el gobierno use más a la Policía Federal para aterrorizar (cuando no asesinar) maestros y estudiantes.

Es una gran película; sale México (o al menos Juárez) en una pésima luz como un lugar sin ley y sin futuro, y nada más por las actuaciones vale la pena verla. Nada más no esperen salir de buen humor después de verla.

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El trabajo de Canek: Epílogo

No he comentado mucho de mi vida en la Facultad de Ciencias. Del café que suelo tomarme alrededor de las 11; de que los baños de la planta baja (que son los que me tocan) los lavan a veces cuatro veces al día; de que no sabía pedir llave del baño de profesores y que resultó ser trivial; de la sala de profesores donde caliento mi comida; de que en la entrada del Departamento de Matemáticas hay un punto de acceso inalámbrico sin clave, y que entonces un montón de estudiantes van a sentarse en el piso para usar la red…

Tampoco he hablado de los trámites administrativos y de los beneficios que da ser profesor de tiempo completo. O de que algunos trabajadores administrativos, que me conocen desde que soy estudiante, ahora me dicen profesor y me hablan de usted.

Hay un montón de cosas, muchas de ellas que se van volviendo rutina, y otras que son sencillamente acostumbrarme a algo nuevo… de todo eso no voy a hablar hoy. Voy a hablar de lo que hice al siguiente fin de semana que firmé mi contrato.

Fui a darle gracias a la virgen.

Como ya lo he explicado antes, soy ateo, pero me considero guadalupano. No voy a elaborar en eso; la entrada que ligo me parece lo explica bien. Lo que sí es que sí sentía la necesidad de dar gracias por haber conseguido mi plaza; y realmente a lo único que le debo un agradecimiento es al sistema de educación pública en México, que de alguna manera se traduce en el país entero (porque es el que lo financia). Y pues la virgencita de alguna manera simboliza eso, así que…

Fui a la Basílica ese sábado y di gracias. No a la virgencita en sí misma (que no creo en su existencia), ni mucho menos a dios (que tampoco creo en su existencia). Sólo di gracias, de manera ligeramente torpe, a este símbolo que (le guste a mucha gente o no) millones de mexicanos visualizan de alguna manera como la encarnación de México mismo.

Llegué hacia el final de la misa, cuando por alguna razón todo mundo se saluda. También había una peregrinación de egresados del Politécnico, y el cura resultó que también era del Politécnico, así que por supuesto al terminar la misa se pusieron a gritar un huélum. Yo me quedé un rato mientras se vaciaba la nave, mirando al lienzo de la virgen (que no es el original, porque antes tenía corona), y pensando en la sucesión de eventos que llevaron a que consiguiera mi plaza en la UNAM.

También pedí por dos cosas, sabiendo que bien podría habérselas pedido a una piedra (y obteniendo los mismos resultados), porque ¿qué es lo peor que podía ocurrir? Una de ellas de hecho se cumplió, así que me doy por bien servido.

Me gustaría decir que esto tuvo algún significado espiritual para mí, pero la verdad, como la virgencita misma, sólo fue un acto simbólico que sentí debía llevar a cabo. No sé si lo vuelva a hacer alguna vez en la vida.

Pero si algo lo ameritaba, sin duda alguna era esto.

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El Último Cazador de Brujas

Fui con Juan a ver The Last Witch Hunter, porque estamos seguros de que la van quitar con los estrenos de esta semana.

Se aplican las de siempre.

The Last Witch Hunter

The Last Witch Hunter

Antes de hablar de la película, debo comentar acerca de la compra de los boletos. Resulta que a pesar de que al parecer tengo un coeficiente intelectual de más de 130 (me lo dijo una muy buena fuente después de científicamente sacárselo de su trasero), a mí siempre me ha quedado claro que soy un pendejo, y lo demostré hoy de manera inequívoca.

Compré los boletos el lunes, los imprimí, y hoy al llegar a la sala nos dijeron que los boletos eran para antier. Porque por supuesto no revisé que la fecha en que compré los boletos fuera la que me interesaba. Por suerte nos dieron boletos gratis para hoy, aunque tuvieron el descaro de preguntarnos si estábamos seguros de querer ver esta película.

Como sea; la película ha recibido una crítica bastante negativa, pero yo la encontré muy disfrutable; es una historia simple, pero bien contada; las actuaciones son rescatables (digo, es Vin I’m Groot Diesel, y Rose You Know Nothing John Snow Leslie tampoco va para convertirse en la próxima Meryl Streep); la magia de la historia se mantiene consistente siguiendo sus reglas internas; y la acción está simpática, si bien la verdad consiste en escenas que son un pretexto para mostrar a Vin Diesel en poses chidas.

No es una buena película bajo ninguna definición del término; pero está entretenida, y la idea de un guerrero inmortal que lleva 800 años cazando brujas está interesante. Y La leslie está bonita y su acento escocés es bastante sexy.

Así que yo sí la recomiendo, pero la mayor parte de la gente normal probablemente prefiera verla en Blu-ray.

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007 Spectre

El viernes fui a ver Spectre, porque tenía ganas de ver a un sociópata misógino matando gente y tratando a mujeres como objetos.

No me decepcionó en lo más mínimo. Se aplican las de siempre.

Spectre

Spectre

Veinticuatro años después de la caída de la Unión Soviética, y con el género femenino todavía luchando por cosas tan básicas como equidad salarial, James Bond se ha convertido en una caricatura tan ridícula que lo único que pueden hacer los realizadores de estas películas es no tomarse demasiado en serio… cosa que hacen de manera muy divertida en esta entrega.

Esta película funciona en gran medida por tres cosas: en primer lugar las féminas que aparecen en ella son espectaculares (incluyendo a la pobre mexicanita Stephanie Sigman, que le dan unos tres minutos de tiempo en la pantalla, y una triste línea), con una mención especial para Monica Bellucci, que a sus cincuenta años tiene muchísima más presencia que el resto de las chicas Bond.

En segundo lugar, Christoph “SS-Standartenführer Hans Landa” Waltz es el mejor actor que jamás haya interpretado a un villano de Bond, y sin duda alguna es el mejor Ernst Stavro Blofeld (incluyendo a parodias como el Dr. Evil de Mike Myers) que jamás hay existido. El tipo es sensacional como supervillano.

Y en tercer lugar, esta película permite al caricaturesco personaje de James Bond el crecer un poco, al encontrar el amor y algo de paz al ligarse a una muchacha diecisiete años menor que él (que comienza a sonar como una buena idea, por cierto).

El resto de la película (incluyendo la ridícula historia) son la típica bola de mamadas que las películas de Bond suelen tener. Eso no quita que sean divertidísimas, con énfasis en particular en el espectacular Dave Bautista como Mr. Hinx, que a veces ni humano parece, y que da una sensacional interpretación diciéndo exactamente una línea (Shit!)

Una mención especial (para mí) merece la espectacular primera escena en mi hermosa Ciudad; la Majestuosa aparece increíble, clásica y exótica; y es además una muy buena escena de acción con un helicóptero dando de vueltas alrededor de un Zócalo retacado de gente.

La película está muy divertida, no se toma muy en serio, y vale la pena verla únicamente por Christoph Waltz (y Léa Seydoux, supongo). No es una película clásica, no es la mejor película de James Bond, y ni siquiera es la mejor película de James Bond con Daniel Craig; pero cumple su cometido, y sin duda alguna vale la pena verla en el cine.

Así que vayan y hagan eso. Especialmente si quieren a mi Ciudad tanto como yo; nada más por esa escena inicial valdría la pena.

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El trabajo de Canek: La Universidad Nacional Autónoma de México

Mi trabajo ideal, del cual firmé mi contrato hace poco más de un mes, es por supuesto como Profesor de Carrera Asociado C de Tiempo Completo en el Departamento de Matemáticas de la Facultad de Ciencias en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Universidad Nacional Autónoma de México

Universidad Nacional Autónoma de México

ただいま。

De verdad me encantaría poder decir que cuando salió la convocatoria para la plaza (de hecho salió una convocatoria para doce plazas, cosa que no había ocurrido en décadas en la Facultad), y que yo metí papeles para la misma, que todos los profesores de Ciencias de la Computación (la mayor parte de los cuales me dio clases siendo yo estudiante) inmediatamente reconocieron que yo era el mejor candidato para ocupar dicha plaza.

Eso no fue lo que ocurrió. Es por ello que aunque la convocatoria se publicó en julio de 2014, yo no recibí mi cubículo sino hasta finales de abril de este año. La demora para que firmara mi contrato se dio por el monstruo burocrático que es la UNAM; y sinceramente no me extrañó, conociéndola.

(Por cierto; dato interesante de mi cubículo. Cuando era ayudante en mi carrera poco después de la huelga, nos tenían amontonados en el cubículo 031 del Departamento de Matemáticas; siendo como soy, yo básicamente tomé posesión del 031 y ahí medio viví durante un par de años. Hace poco, y porque el Departamento de Matemáticas necesitaba espacio para acomodar a los nuevos profesores contratados, decidieron tomar los cubículos 030 y 031 que eran grandes, y crear tres nuevos cubículos de tamaño normal tirando a pequeño; el 030, 031 y 032. Por esas casualidades que sólo me pasan a mí, me dieron a escoger qué cubículo quería, y cuando dijeron que el 031 estaba disponible de inmediato lo pedí. Así que me encuentro en el mismo lugar donde empecé mi vida como docente; lo cual me parece una buena señal.)

Yo obviamente supongo que algunos de mis ahora colegas actuaron de buena fé y de verdad creían que algún otro candidato tenía más méritos que yo para ocupar la plaza; pero debo dejar perfectamente claro que, por supuesto, yo estoy seguro de que era el mejor candidato. He dado clases aquí desde 1998, tengo mucha experiencia laboral en el mundo real, y además hago investigación y tengo publicaciones (e iré teniendo más; voy bastante avanzado en varias, de hecho).

La dicotomía académica en la discusión en torno a la plaza que gané giraba respecto a qué necesitaba mi carrera; si necesitaba un muy buen investigador que pudiera dar clases, o si necesitaba un muy buen profesor (especialmente de las materias obligatorias de los primeros semestres) que hiciera investigación. Desde la segunda perspectiva, de verdad casi nadie me gana.

¿Por qué es éste mi trabajo ideal? Básicamente porque es lo que he venido haciendo (con algunas interrupciones) desde hace casi veinte años, nada más que ahora bien pagado, y con los recursos (y no hablo nada más del dinero) para hacerlo aún mejor. De aquí a que muera (o me jubile) daré clases, dirigiré tesis, presentaré trabajos en congresos, publicaré artículos en revistas y libros de texto, y haré difusión de la ciencia.

Repito; lo que he venido haciendo desde hace casi veinte años que por primera vez fui ayudante de laboratorio, en agosto de 1998.

No es 100% seguro que tenga este trabajo hasta que muera; estoy contratado por un año, al final del cuál un comité evaluará si cumplí lo que me comprometí a hacer en mi plan de trabajo. Si dicho comité determina que así fue, me volverán a contratar. Después de algunos años así podré solicitar concursar para promoverme a Profesor Titular, y después de algunos años más podré solicitar concursar por mi definitividad. En otras universidades del mundo, a este tipo de posición se le llama tenure track.

(Todo esto es según mi interpretación del Estatuto del Personal Académico de la UNAM; que en verdad necesito estudiarlo con más calma.)

En cada uno de los pasos hacia mi definitividad, existe la posibilidad de que me corran. Sólo que les voy a contar un secreto: no me van a correr. Y no me van a correr porque voy a hacer mi trabajo extraordinariamente bien, porque me encanta hacerlo y soy endiabladamente bueno haciéndolo. Y si eso suena terriblemente arrogante de mi parte, lo siento mucho; siendo así es que he conseguido todo en mi vida.

La vida académica tiene muchas ventajas: no tengo ningún jefe directo (aunque en realidad debo responderle a mucha gente por muchas razones; pero con gusto tomo órdenes de estas personas); no tengo horario excepto para dar mis clases (aunque en realidad casi todos los días llego antes de las 9:00 y me voy después de las 19:00); no tengo que vestirme de ninguna manera en particular (aunque en realidad lo primero que hice cuando me pagaron fue comprar ropa); y en teoría puedo hacer lo que se me venga en gana (aunque en realidad los primeros años me tienen que aprobar mis planes de trabajo, y si no los cumplo me corren).

Estos últimos seis meses de mi vida han sido de los más intensos y felices que he tenido. He trabajado como mula (mi plan de trabajo para este primer año fue un poquito ambicioso de mi parte), pero todos los días llego a la Facultad, entro a mi cubículo, y me pongo a trabajar en las diez mil cosas que tengo que acabar, y lo hago con una sonrisa en la cara y con más ánimo que el que cualquier otra tarea me haya generado en la vida. Me detengo nada más para ir a dar clases, comer e ir al baño, y regreso de noche a mi departamento para básicamente caer como tapa de excusado sobre mi cama, aunque si puedo trato de jugar aunque sea una hora.

El salario es menor que el que podría ganar en la Iniciativa Privada o alguna institución gubernamental; pero ese es el salario base. La antigüedad lo va aumentando (y repito, he dado clases desde 1998), y hay programas de apoyo y becas para académicos que lo suben todavía más (y, por lo que tengo entendido, esos extras son libres de impuestos). Así que cada año que pasa mi salario real sólo va en aumento; y eso que no he mencionado cosas como el Sistema Nacional de Investigadores (al que solicitaré, y entraré, el año que viene) o proyectos que puedo solicitar a CONACyT.

Los que elegimos la vida académica sacrificamos muchas cosas durante muchos años (como bien suelen ponerlo los Simpsons); son años de estar ganando una miseria y estudiando y trabajando como locos, todo con la esperanza (muy lejana en la mayoría de los casos) de poder conseguir plaza en alguna universidad, y la mayor parte sencillamente no lo consigue. Y como discutí en mi entrada anterior, muchas veces los que concursan no tienen la menor culpa de no poder conseguirlo.

Yo mismo, si bien no voy a culpar únicamente a mi decisión de perseguir una vida académica, sí puedo decir que el hecho de que esté soltero y sin hijos tuvo mucho que ver con ello. Mi vida personal ha estado, figurativamente, medio puesta en pausa durante unos doce años porque no sabía qué deparaba el futuro para mí.

Ahora sí lo sé. Todavía existe la posibilidad de que me corran; pero sinceramente creo tener lo necesario no solamente para conservar mi trabajo, sino para brillar en el mismo. Para poder formar nuevos computólogos que sean excelentes programadores (y ciertamente el país necesita muchos de esos); para titular estudiantes dirigiéndoles las tesis; para generar nuevo conocimiento haciendo investigación y publicando artículos y presentándolos en congresos; y para difundir la ciencia en mi área de especialización.

Literalmente nací para esto. Se me da incluso mejor que programar (y eso ya es decir mucho), y no puedo imaginar a qué otra cosa podría dedicarme que me satisfaciera más.

Cuando me doctoré, sentí que se me quitaba un gran peso de encima, y eso obviamente me alegró; pero el hecho de doctorarme no me dio mucha felicidad que digamos. Tampoco jamás me he sentido particularmente orgulloso de que me llamen “doctor”, y de hecho aún me medio saca de onda. En cambio, el conseguir mi plaza y que me llamen, ahora sí de manera técnicamente correcta, profesor… eso sí me alegra. Mucho.

Profesor Canek Peláez de la Facultad de Ciencias en la UNAM, sin duda alguna la mejor universidad del país, y la segunda mejor de Latinoamérica (detrás de la de São Paulo en Brasil).

Eso es lo que quiero que diga mi obituario.

¿Y ahora qué sigue? Supongo que en primer lugar será destrabar la pausa figurativa en que tenía a mi vida personal; aunque antes voy a terminar este semestre, porque sí fui ligeramente ambicioso al presentar mi primer plan de trabajo, y no tengo mucho tiempo libre que digamos; menos aún porque me estoy reintegrando a trabajar en el INE de tiempo parcial.

Después, no lo sé con exactitud. Lo que sí sé es que si cumplo mi trabajo (que lo haré) tengo básicamente garantizada mi seguridad laboral; que económicamente estoy cómodo, e iré estando progresivamente más cómodo conforme pase el tiempo; y por encima de todo que me estoy dedicando a algo que me encanta hacer, y para lo que soy bastante bueno.

Cualquier otra cosa que me pudiera hacer falta en la vida se irá dando naturalmente; no tengo de qué preocuparme al respecto, y no lo haré. De lo único que tengo que preocuparme es de hacer bien mi trabajo, y de disfrutarlo mientras lo hago.

Y eso es lo que planeo hacer durante (al menos, espero) los próximos cuarenta años.

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From the New World

El siguiente animé que vi es probablemente de los más pertubardores que he terminado. Y estoy incluyendo toneladas de hentai. Se llama From the New World.

From the New World

From the New World

Esta serie ocurre 1,000 años en el futuro. En el pasado (nuestro presente), 0.1% de la población desarrolla poderes telequinéticos, y proceden a hacer lo que cualquier persona haría con poderes telequinéticos: matar gente y destruir cosas. No queda claro en la serie, pero en gran medida el caos que sigue parece ser causado porque los poderes telequinéticos se manifiestan alrededor de los 12 años, y entonces uno puede imaginar la destrucción que habría si de repente millones de emos pudieran destruir personas a pedazos.

Después del colapso de la sociedad, y de un periodo semi feudal (con la gente con poderes siendo los dominantes, obviamente), todo se estabiliza en una “utopía” donde hay muy pocos seres humanos, todos tienen poderes telequinéticos, y la sociedad se regresa a pequeñas comunidades rurales, casi sin utilizar electricidad u otras tecnologías que ahora consideramos modernas.

Para evitar las masacres que los ciudadanos podrían cometer (cada uno de ellos increíblemente poderoso), la población es adoctrinada desde que son niños a controlar sus emociones, se les mantiene apaciguados al tener una moral muy relajada respecto a las relaciones sexuales, y además hay una modificación genética que causa que cualquier ser humano que asesine a otro, muera automáticamente al activarse una “retroalimentación mortal”.

Esto no resuelve todo todo el tiempo; a los niños que se les detecta que no tienen la suficiente diciplina para controlar sus poderes telequinéticos, se les asesina utilizando jaguares genéticamente manipulados, y a sus compañeritos de clase los hipnotizan para que se olviden de ellos. E incluso así ocurre de vez en cuando que un adolescente no puede controlar su subconsciente, lo que hace que sus poderes se “fuguen” cuando no está poniento atención, y a ellos también se les asesina (aunque se les da la oportunidad de suicidarse inicialmente). Por último, y aunque extraño, ocurren “ogros” que son capaces de negar la “retroalimentación mortal”, y que suelen desatar masacres de miles de personas antes de que puedan ser detenidos, porque el resto de la población no puede asesinarlos por la misma “retroalimentación mortal”.

Ogro

Ogro

Los poderes telequinéticos de los habitantes en From the New World son extraordinarios; van mucho más allá de mover pelotitas por el aire. En sus versiones más extremas son capaces de manipular las cosas a nivel molecular, incluyendo cambiar genéticamente a seres vivos, o incluso detener el envejecimiento de las personas.

La historia sigue a Saki y sus amiguitos desde que tienen 12 años hasta que llegan a los 26… los que llegan, porque varios son asesinados por varias razones, aunque siempre bajo el estándarte de “el bien común”. Es éste un animé con uno de los artes más bellos que he visto, y que es utilizado para representar un mundo cruel y reprimido, donde en el fondo la población vive aterrada de lo que cada uno de ellos (pero en particular los niños y adolescentes) pueden hacer.

Lo pertubador de la serie es cómo va revelando este mundo superficialmente idílico, pero en el fondo aterrador. A eso se aúna las relaciones sexuales entre los niños; en general en el animé “normal” (no hentai), es muy raro ver despliegues públicos de afecto. Es todo un evento cuando dos personajes se dan la mano o se abrazan románticamente; no digamos que se besen o se insinúe que tienen relaciones sexuales. En esta serie ocurre todo el tiempo sin el menor miramiento; y todo mientras queda claro que tienen 12, 14 ó 16 años.

Saki y Maria

Saki y Maria

Y he hablado acerca de la gente rata, que son casi esclavos de los humanos en este mundo. No lo haré, porque al fin y al cabo es el punto central de la historia, y lo que desata el conflicto más grave (y sangriento) hacia el final de la serie.

Me parece que es muy buena serie, y la recomiendo ampliamente. Pero no es para todo mundo, y no dudo que haya gente que le cueste digerir varios aspectos de la misma. También debo dejar claro que es muy violenta y muy sangrienta en varias partes, de manera explícita y sin miramientos. E incluye generosas porciones de sexo (o al menos la intuición del mismo), entre personajes que son indiscutiblemente menores de edad.

Pero si no tienen problemas con eso, véanla. Es de los mejores animés que he visto en mucho tiempo.

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La Cumbre Escarlata

El viernes fui a ver Crimson Peak, porque la dirige Guillermo del Toro, porque sale Mia Wasikowska, porque sale Jessica Chastain, y porque sale Tom Hiddleston.

No me arrepentí en lo más mínimo. Se aplican las advertencias de spoilers regulares; y voy a contar toda la trama y el final, así que si no la han visto y planean hacerlo, guarden mi reseña para después.

Crimson Peak

Crimson Peak

Puta madre. Qué extraordinaria película.

Aunque creo que Mad Max: Fury Road sigue siendo la mejor película de este año, Crimson Peak es sin duda alguna mi favorita. Falta ver qué ocurre en diciembre con el episodio siete (que, conociéndome, probablemente supere a todas las demás), pero hasta ahora esta nueva entrega de Guillermo del Toro me ha satisfecho como espectador como no lo había hecho ninguna otra película en años.

La película no es perfecta. El diálogo es en varias partes, intencionalmente además, caricaturesco; la historia es descaradamente predecible (incluyendo el último misterio, que ni es último ni es misterio), y hay varios hoyos en la trama que, me parece, pudieron haber sido subsanados con nada más un mejor cuidado de la continuidad y en general del manejo de la historia.

Pero nada de eso importa, porque todo lo demás compensa cualquier falla, real o imaginaria, que la película pudiera tener.

En primer lugar, las actuaciones de Chastain y Wasikowska son espectaculares, la primera como la fría, calculadora y dañada Lucille Sharpe, y la segunda como la inteligente, fuerte e inmaculada Edith Cushing. En la trama las dos pelean por el amor y la atención de Thomas Sharpe, el hermano de Lucille; frente a la cámara las dos actrices pelean por ver quién se roba más escenas, y me parece que gana (por un pelo) la Chastain, con todo y la sobreactuación, porque el personaje es en sí mismo increíblemente sobreactuado. Pero nada más ver la batalla mental, verbal y al final física entre estas dos extraordinarias mujeres (que por supuesto son las que llevan los dos primeros créditos en el elenco) haría que valiera la pena ver esta película.

Tom Hiddleston en cambio aparece tan guapo y tan encantador que hasta yo quería casarme con él. El personaje es débil y fácilmente manipulable, abrumado al final del día por las dos formidables mujeres que dominan su vida; pero al mismo tiempo eso le da una fragilidad y una entrañabilidad que en el misógino mundo de Hollywood suelen estar reservadas para personajes femeninos. La subversión de genéros funciona espectacularmente bien en esta película, donde la increíble villana es mujer, donde la heroína es mujer, y donde los hombres deben ser generalmente rescatados.

Visualmente la película es bellísima, además de increíblemente tétrica y tenebrosa. La mansión donde Edith se muda con su flamante marido es, literalmente, oscura y decadente, pero aún así hermosa en su ruina y abandono. Los fantasmas que desesperadamente tratan de advertirle a Edith del futuro que le espera son espantosos, sí, pero van adquiriendo un aire de fragilidad y desesperanza que al final terminan por ganarse nuestra lástima y piedad. Y bueno, ni qué decir de la ambientación a inicios del siglo pasado, con el vestuario, carruajes y demás.

La historia, irónicamente, es lo más débil de la película, porque como dije arriba es predecible, consecuencia de lo simple de la misma. Pero lo importante de todo esto es que es una historia de amor; cosa que el material promocional y avances de la película no han conseguido proyectar. Crimson Peak no es una película de terror; es un romance gótico que ocurre tiene fantasmas como personajes. Los fantasmas no son los villanos, ni nada realmente qué temer; son almas atormentadas que tratan de advertirle a Edith que tiene que salir corriendo de esa casa de horror… y no de horror por los fantasmas, sino por la demente Lucille, que es la que toma todas las decisiones importantes en la misma.

Edith es una naciente novata escritora de novelas que involucran fantasmas, porque los ha podido sentir y ver desde niña que su madre murió, y que regresó a advertirle de la cumbre escarlata famosa. A su ciudadcita llegan los hermanos Sharpe, nominalmente buscando investores para poder restaurar las minas de barro rojo de las cuales son herederos, pero realmente van con la intención de conseguir una esposa acaudalada para Thomas, que no tenga ningún familiar vivo, y así ellos puedan quedarse con el dinero después de envenenarla. Es la cuarta vez que realizan el crimen, que en esta ocasión incluyó asesinar al padre de Edith de tal forma que pudiera pensarse que fue un accidente.

La mente maestra de la macabra operación, y la despiadada ejecutora de sus partes más horribles, es por supuesto Lucille, la hermana mayor de Thomas, que asesinó a su madre cuando la misma descubrió el oscuro secreto que compartían los hermanos… y el oscuro secreto que compartían los hermanos es, por supuesto, que Lucille había iniciado una relación sexual incestuosa con Thomas para poder dominar por completo al de por sí fácilmente manipulable muchacho.

Y porque está loca de atar.

Tanto era el control que Lucille tenía sobre Thomas, que él nunca consumó el matrimonio con ninguna de sus víctimas-esposas. Y probablemente hubieran continuado con su enfermizo modus operandi, si no fuera porque la hermosísima e irresistible Edith de verdad consigue que Thomas se enamore de ella.

El uso de incesto en la trama, por predecible que sea, consigue en general el objetivo de causar un horror y repulsión mucho más grande que el que pudiera causar cualquier fantasma. En casi todas las culturas existe un repulsión natural en contra de las relaciones sexuales entre hermanos, posiblemente porque aquellas culturas que practicaban la endogamia a nivel generalizado (no únicamente entre la realeza, como los faraones egipcios o la aristocracia parásita europea), terminaron por destruirse genéticamente a sí mismas.

El golpe emocional es tan fuerte que cuando Edith descubre a los hermanos (¡in fraganti!), en una de las mejores escenas de la película, le dice a Lucille “you are not his sister!“, a lo que la hermosa, lasciva y demente Lucille contesta (parafraseando) “Charming. Yes I am!” Y procede a tirarla de un balcón, porque les digo que a veces el diálogo es caricaturesco, y parece de telenovelas de Televisa que sin duda del Toro vio cuando era niño.

La película es extraordinaria. Salí fascinado de la misma; quiero volverla a ver, varias veces, y les recomiendo que hagan lo mismo. Sólo no esperen una historia de terror; es un romance, gótico, con una villana incestuosa demente, y fantasmas que tratan desesperadamente de salvar a nuestra hermosa heroína.

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El trabajo de Canek: La UAM

La única otra oportunidad de trabajo que tuve (que remotamente me interesara) fue en la Universidad Autónoma Metropolitana.

Universidad Autónoma Metropolitana

Universidad Autónoma Metropolitana

Debo hacer énfasis en algo que ha caracterizado mi vida académica y docente; jamás he dado clases en una institución de educación privada, y puedo decir ahora con toda certeza que jamás lo haré. Soy producto del sistema de educación pública en México, y desde mi punto de vista eso conlleva cierta lealtad al mismo; por lo tanto jamás presté ni prestaré mis servicios a una institución de educación privada. Una vez lo consideré, por razones que no vienen al caso; pero únicamente lo consideré.

Como sea; esa restricción por supuesto no aplica a universidades públicas. El Poli, la UACM, la UAM, etc. siempre estuvieron disponibles como opciones para buscar trabajo; sólo en general no lo busqué con mucha dedicación.

La única excepción, por supuesto, fue la UAM.

Mi madre ha sido profesora investigadora de la UAM por más de 20 años; fuera de la UNAM, si tengo alguna conexión con alguna otra universidad pública, es sin duda con la UAM, y con la UAM Iztapalapa en particular. Mi mamá me llevaba ahí cuando era chiquito (me descalabré en sus jardines una vez), y ha sido siempre, de manera indirecta, parte de mi vida.

Cuando me quedé sin novia, sin casa, sin dinero y sin trabjo, mi madre me empezó a sugerir que viera las convocatorias de plazas en la UAM, a ver si había alguna en la que pudiera concursar.

Como casi todas las universidades, la UAM abre cada cierto tiempo dos tipos de plazas; de tiempo completo y por asignatura, aunque en términos de la Metro les dicen concursos de oposición y de evaluación curricular. La primera convocatoria a concurso de oposición se me pasó, por güey, pero sí alcancé a meter papeles para una de evaluación curricular (en Iztapalapa, casualmente), la cual me dieron sin mucha faramalla.

Fue divertido dar clase en la UAM Iztapalapa, aunque también fue una chinga; contrario a la Facultad de Ciencias, uno como profesor no cuenta con ayudantes, lo que se traduce en tener que calificar todo uno mismo. Además, el ritmo de los trimestres es mucho más pesado que el de los “semestres” de 4 meses que tiene la UNAM. Ese primer trimestre (el 13-I, donde 13 es de 2013 e I es de “invierno”) me tocó un grupo bastante chido de Estructura de Datos (como son trimestres, sólo da tiempo de ver una), y la verdad me la pasé bastante bien.

Y hasta ahí llegó mi romance con la Metropolitana.

Al siguiente trimestre metí papeles para cinco concursos de evaluación curricular, y me rechazaron de cuatro. El quinto de hecho me confirmaron que lo gané con el trimestre dos semanas ya empezado, lo cual fue bastante grave porque de por sí son cortos los trimestres, y perder dos semanas es mucho del curso. Y para acabarla, el grupo era terriblemente apático.

Y eso fue lo menos grave.

Terminé metiendo papeles en cinco distintos concursos de oposición en la UAM, y mi récord es invicto: jamás perdí un concurso de oposición en la Universidad Autónoma Metropolitana… porque nunca me dejaron concursar.

Siempre dijeron que no cubría el perfil.

Aunque el perfil dijera que el candidato debía tener licenciatura en Ciencias de la Computación, con posgrado en Ciencias de la Computación (o afín), y experiencia enseñando a programar orientado a objetos (que a ese perfil básicamente sólo le falta mi foto), siempre decía la dictaminadora que yo no cumplía el perfil. Esto siempre me dejó un muy mal sabor de boca; puedo entender participar en un concurso de oposición y que un mejor candidato me gane: eso es entendible y tiene todo el sentido del mundo. Pero ni siquiera me dejaban concursar.

La UAM tiene una serie de reglas muy claras y precisas de cuántos “puntos” vale cada entrada en el currículum de un aspirante, y cada convocatoria dice explícitamente cuántos puntos debe cumplir un candidato para poder concursar (además de tener que cumplir el perfil). Cuando a uno lo dejan concursar, se hace una evaluación del currículum de los distintos concursantes, y (en teoría) se lleva la plaza aquel que saque más puntos. Según mis cálculos, mi puntaje era bastante alto; cada entrada curricular tiene un rango (un puntaje mínimo y máximo), entonces uno puede calcular fácilmente cuál es el puntaje total mínimo o máximo que puede obtener dado su currículum. Pero como nunca me dejaron concursar, pues nunca publicaron un cálculo de qué puntaje me correspondía, y nunca supe entonces, según la Metro, cuánto valgo.

Después de platicarlo con varias personas, en uno de los concursos sí metí recursos de inconformidad y de impugnación… que procedieron a rechazar de manera casi automática. Por fin me harté y dejé de concursar en la UAM, aunque habría de hacerlo un par de veces más cuando obtuve mi doctorado… para que me rechazaran dos veces seguidas de nuevo.

En su momento estaba bastante molesto con la UAM, pero ya con el tiempo de hecho comprendo el motivo de que jamás me dejaran particiar en un concurso de oposición. Por bueno que fuera mi currículum (y, me parece, lo es), al final del día nadie me conocía en la UAM. No sabían si era buen o mal profesor (tener experiencia de más de una década dando clases no necesariamente garantiza ser buen profesor), no sabían si era alguien en quien podían confiar o no, y no sabían si era alguien con quien mis potenciales compañeros podrían o no trabajar cómodamente. Yo era completamente ajeno a la vida académica de la UAM.

Así que entiendo que bloqueran mis intentos de concursar. Es irregular, ilegítimo y (en términos de los mismos estatutos de la UAM) ilegal, pero lo entiendo.

No nací ayer y sé cómo funcionan las cosas en las universidades… y no hablo únicamente de las universidades en México, he oído historias de terror de un montón de universidades en todo el mundo (incluyendo Estados Unidos, Canadá y Europa). Se puede discutir si es bueno o malo que las cosas funcionen como funcionan; pero el punto es que, al menos en la coyuntura actual, así funcionan en este momento. Y yo no veo que vayan a cambiar las cosas próximamente.

A casi dos años de la última vez que concursé en la Universidad Autónoma Metropolitana (y habiendo obtenido mi trabajo soñado), no le guardo ningún rencor a la Metro. Sigue siendo la universidad donde mi madre trabaja (y donde me descalabré siendo un niño), y espero poder colaborar con profesores de ahí, a nivel personal e institucional, durante el resto de mi vida.

Sólo sí me hubiera gustado que me dejaran concursar alguna vez. Aunque hubiera perdido; pero que me dejaran intentarlo.

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Esta Chica es un Desastre

El sábado fui a ver Trainwreck, porque no me quedaba nada más en ese horario, y porque supuse que ver una comedia romántica estaría bien.

Se aplican las de siempre.

Trainwreck

Trainwreck

La película sigue las convenciones normales de una comedia romántica, pero es novedosa en que la protagonista sí es un pinche desmadre, y además está contenta y (hasta cierto punto) orgullosa de serlo. El conflicto surge cuando conoce a un güey que de verdad le gusta, y va cayendo en cuenta que su manera de ser sí conflictúa con una relación estable.

Eso está bien; me da gusto ver un personaje femenino que no se desvive por pendejadas de romanticismo o superficialidades, y que además es una mujer inteligente y simpática que no es una belleza (bajo ninguna definición del término), pero sin duda alguna atractiva y sexy.

Lo que no está bien es que la película es más bien aburrida, y que dura unos cuarenta minutos más de la cuenta.

Amy Schumer es chistosa. No Louis CK o Tina Fey chistosa; pero sin duda alguna divertida, y superando la desventaja de ser, para los estándares misóginos de Hollywood, gordita. Conozco cuates que le dirían “gordibuena”; yo creo que tiene un cuerpo bastante normal, pero esos cachetotes ciertamente no la ayudan.

El problema que tiene Schumer (quien escribió la película), es que trata más de causar shock que de ser divertida, y que su personaje muchas veces no es nada más una mujer fuerte e independiente que vive su vida como quiere; su personaje es un pendejo. Y uso el término masculino para hacer énfasis en el hecho de que le diría exactamente igual a un hombre que se comportara así.

De todas formas la película tiene varias escenas genuinamente divertidas; pero definitivamente no vale la pena verla en el cine. No me queda claro que valga la pena verla en Blu-ray tampoco; probablemente lo justo sea decir que es una película para cuando la pasan de repente en la tele. Por novedoso que pueda ser su personaje principal.

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El error

Durante mi ya no tan corta mi vida, he cometido un montón de errores. La mayor parte han sido pequeños, me parece, otros han sido medianos, y creo sinceramente que los que puedo calificar como grandes errores los cuento con los dedos de una mano.

No me “arrepiento” de ninguno de mis errores; por principio, pero además porque son al fin y al cabo lo que me han llevado a ser lo que soy hoy; y no es por nada, pero me caigo bastante bien.

Hace poco más de un año cometí el que con casi toda certeza ha sido el peor error de mi vida. En las últimas semanas traté de repararlo, pero dichos intentos fallaron, así que sencillamente tendré que continuar mi vida con él a cuestas.

Echando a perder se aprende.

Uno va a meter la pata varias veces en la vida; eso es un hecho irrefutable. Hay que disculparse (si es necesario) y tratar de repararlo (si es posible), pero si todo eso falla no queda de otra sino asumir las pérdidas, analizar dónde nos equivocamos, y hacer todo lo posible por no volver a repetirlo. Aprender y crecer con el mismo.

La vida sigue; el sol sigue saliendo por dónde chingados sea que sale (es el oriente, ¿verdad?, el poniente es donde se pone), y hay responsabilidades que cumplir y gente que depende de uno. No hay que tratar de olvidar o ignorar el error (eso sería irresponsable), sólo aprender a vivir con él y sus consecuencias de aquí a que colguemos los tenis.

Sentirse culpable me parece estúpido (desde siempre), y deprimirse dándole vueltas al asunto improductivo. El único camino que queda es hacia adelante.

Así que sencillamente continuaré con mi vida (que por suerte en casi todos los demás aspectos me está yendo poca madre), y trataré de que este error me ayude a ser mejor persona. O al menos a no cagarla de la misma manera.

Más adelante encontraré la manera de cagarla en nuevas e ingeniosas formas, pero con suerte y algo de introspección las sabré evitar.

Y si no, sencillamente se reptirá el ciclo. Soy humano al fin y al cabo.

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El trabajo de Canek: El INE

Otra oportunidad que tuve (o tengo) de trabajo, fue el Instituto Nacional Electoral.

Instituto Nacional Electoral

Instituto Nacional Electoral

A mediados de 2013, con mi tesis de doctorado básicamente abandonada, ganando la miseria que se gana como profesor de asignatura en la UNAM, y con una novia en Guadalajara, un día me llamaron para ofrecerme un trabajo con David Romero, que en ese entonces era el director del Instituto de Matemáticas sucursal Cuernavaca.

David estaba asesorando al entonces IFE en el proceso de distritación en ese momento en curso, y de repente se le ocurrían ideas (eso pasa mucho con los matemáticos). Cuando les decía dichas ideas a los programadores que habían en el Instituto, estos lo miraban extrañados, esperando a ver cuándo empezaba a hablar en español (esto también pasa mucho con los matemáticos).

Entra Canek, que a veces hasta le entiende a los matemáticos, y que algo sabe de programación.

El trabajo en el IFE fue de los más divertidos y satisfactorios que he tenido en mi vida, y salí de ahí completamente energizado para terminar mi tesis de doctorado, cosa que hice, y terminé doctorándome en abril del año pasado.

Para agosto del 2014 los del ahora llamado INE me convocaron, que si quería volver a trabajar con ellos, y yo encantado los dije que sí. Todo el final del año pasado, y hasta finales de abril de éste, estuve trabajando con ellos, programando las ideas locas de David (y dando sugerencias yo también, que algo de modelación conozco).

Esto fue padre porque me subieron el sueldo respecto al 2013 con motivo de que ya soy doctor, y entonces durante esos meses gané bastante bien, lo que me permitió comprarme mi amado carrito.

Pero cuando empecé a trabajar en mi trabajo actual, tuve que renunciar al INE, lo cual hice de inmediato el 30 de abril de este año. Y regresé a ganar únicamente mi salario de profesor se asignatura, que literalmente no alcanza para nada.

Por suerte, en mi nuevo trabajo (y ya habiendo firmado mi contrato, que tardó meses) pude pedir permiso para regresar a trabajar con el INE de tiempo parcial; tengo derecho a hacerlo, siempre y cuando no afecte mi trabajo principal, y no exceda cierto número de horas a la semana chambeando en el INE. Eso me lo autorizaron hace una semana; con suerte entonces el INE comenzará a pagarme de nuevo pronto.

Lo cuál está bien, porque llevo meses ganando una miseria de dinero.

Como sea; espero poder apoyar a la gente del INE durante mucho tiempo. No por el dinero (aunque no me quejo); espero poder producir material para mi trabajo principal basándome en la chamba del INE, y otras cosas de las cuáles hablaré cuando explique, por fin, dónde terminé trabajando.

Pero la chamba del INE pudo haber sido a lo que me hubiera dedicado si no hubiera conseguido mi empleo actual, y me alegro de poder seguir trabajando en los dos lugares (aunque no me deja mucho tiempo libre). En el INE he conocido gente muy fregona, y se están haciendo cosas muy interesantes desde el punto de vista tecnológico. Y dado que yo no creo que podamos salir del hoyo como país excepto por la vía electoral, pues es también una forma de poner mi granito de arena.

Sólo quedan dos entradas en esta serie: un trabajo más que al final no se dio, y concluiré por fin explicando cuál es mi trabajo actual (y que seguirá siéndolo el resto de mi vida, espero).

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Una vez más, 450 mililitros de sangre

Ayer fui a donar sangre una vez más. Hacía rato que no lo hacía.

La experiencia fue una repetición de lo de siempre; llegué como a las 10:00 al Siglo XXI, me tomaron la presión, me pesaron y midieron, me hicieron preguntas perturbadoras, y me sacaron sangre.

Me dejó sintiéndome como viejito el resto del día; hace que me pregunte durante cuántos años más podré donar sangre.

Según mis cuentas, he donado sangre más de diez veces en mi vida; es posible que más. Dado que no he tenido ninguna enfermedad que lo impida, que soy relativamente sano y fuerte, y que mi estilo de vida (dícese, aburrido) hace que mi sangre sea segura, me lo piden bastante, y generalmente lo hago.

Pero supongo que eventualmente ya no podré hacerlo. Bueno, seguro no podré hacerlo cuando me muera; me refiero a si llegará un punto en el que médicamente no sea buena idea donar sangre, aunque siga vivo.

Algo para pensar hacia adelante.

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Dead Nation

Después de obtener mi platino en Star Wars: The Force Unleashed, fue el turno de Dead Nation.

Dead Nation

Dead Nation

Cuando la PlayStation Network fue atacada hace unos años, Sony se vio forzado a cerrarla durante varias semanas. Para recompensar a sus usuarios, Sony estableció un programa “welcome back”, que consistió en poder bajar un par de juegos gratis.

Dead Nation fue uno de los dos juegos que yo elegí (el otro fue WipEout HD, por si les interesaba saber.)

Este juego es bastante sencillo; es lo que se conoce como un “twin stick shooter” (algunos usan dual en lugar de twin). La idea es que con un joystick del DualShock 3 uno mueve al monito en la pantalla, y con el otro joystick uno apunta el arma.

La historia es también bastante sencilla de un apocalipsis de zombies; uno debe guiar al monito (solo o en pareja con otro jugador) a través de varios escenarios infestados de zombies, deteniéndose a recoger los restos del “paciente cero” de la infección.

Es increíblemente divertido hacer volar cientos de zombies, y el juego es genuinamente angustiante cuando uno se ve rodeado de decenas de muertos vivientes y con pocas municiones.

El platino fue sencillo de obtener; y los seis trofeos que se incluían en el único DLC también. Más importante que todo eso, sin embargo, es que no había ni un solo trofeo para jugar en línea.

Es un juego divertido; sacaron una versión remasterizada para el PlayStation 4, y mucha gente dice que de hecho es más divertida que la original. No me molestaría jugarla.

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El trabajo de Canek: Google

Como comentaba en la última entrada de esta serie, a mediados de mi doctorado dejé de tener ofertas de trabajo de la Iniciativa Privada en México (como que por fin entendieron que no me interesaba). Sin embargo, hacia finales de mi doctorado, comencé a tener ofertas de trabajo de una empresa gringa, de la cual tal vez hayan oído hablar.

Google

Google

Hecho curioso; Google no me contactó por mis logros académicos, sino únicamente por mi humilde perfil en GitHub. Eso sí, cuando les dije que estaba a punto de doctorarme, la idea les encantó.

Cuando Google me contactó por primera vez, me dijeron que la oferta era para las oficinas que tienen en Irlanda, no el Googleplex en California. Lo consideré seriamente.

Avancé bastante en las entrevistas telefónicas, pero al final decidieron no llamarme a Irlanda porque lo que estaban buscando era un administrador de sistemas, no un programador (en la parte de programación me dijeron que había sido de los que mejor había hecho la entrevista). Yo hice algo de administración de sistemas, pero realmente nunca fue mi área de especialización.

La segunda vez que me llamaron, estaba trabajando en el INE ganando bastante bien, y con probabilidades de conseguir mi actual trabajo, así que les dije que no gracias.

La tercera vez ya había conseguido mi trabajo ideal, aunque no había firmado contrato (y pasarían meses antes de que lo firmara). Les dije que no una última vez.

Antes de conseguir mi trabajo, Google era la única empresa extranjera en la que hubiera estado dispuesto a trabajar. Apple me cae mal, y Microsoft peor; y las demás (Oracle por ejemplo) no me llaman la atención. Si Amazon me hubiera hecho una oferta tal vez lo habría pensado, pero lo más seguro es que al final hubiera dicho que no.

Google hace cosas interesantes, tiene un montón de doctores (gente con doctorados, no médicos) trabajando para ellos, y la cultura empresarial suena interesante. Además de que si no conseguía el trabajo que al final conseguí (aunado a otras situaciones personales), sí hubiera estado en ánimos de mandar todo al carajo e ir a enclaustrarme a Dublín.

Como sea, no fue lo que ocurrió. Después de muchas vicisitudes, terminé donde estoy ahora; pero no hablaré de eso durante un par de entradas más. Todavía me falta cubrir otras oportunidades que tuve, y que al final no tomé.

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