Rogue One

El día del estreno, a la media noche, fui a ver Rogue One, porque por supuesto que eso hice.

La película es espectacular, pero la verdad creo que ya debería superar la etapa de ir a ver películas a la media noche el día del estreno; creo que hubiera podido esperar a este fin de semana, y ciertamente el haber evitado a la gente disfrazada no hubiera estado tan mal.

Como sea, se aplican ya saben.

Rogue One

Rogue One

Now we are talkin’.

Esperé algunos días antes de escribir de la película, porque quería acomodar mis pensamientos al respecto. He oído a varios decir que ésta es la mejor película de Star Wars, y sí hubo momentos donde llegué incluso a considerarlo. Pero no, Rogue One no es la mejor película de Star Wars.

Es la más oscura, y la más trágica, y la más adulta tal vez; pero no es la mejor.

Como digo al inicio, es espectacular; ciertamente es de las mejores, y sin duda alguna supera (por mucho) a Force. No voy a mencionar los aspectos técnicos, porque son impecables; en lo otro, vuelve la intriga política de Sith (sin los diálogos atroces); los personajes son todos seres humanos (más o menos) normales, falibles y todo lo contrario de inmaculados; no es maniquea, en el sentido de que muestran que la rebelión hace un montón de cosas mierdas (porque no puedes tumbar un imperio maligno sin ensuciarte las manos); y se conecta de manera maravillosa a la mitología del universo de Star Wars.

Pero Empire sigue siendo mejor, y me parece que todavía estoy dispuesto a poner a Sith por encima. Diego Luna es espectacular como Cassian Andor (y, por cierto, ¿pueden imaginarse lo que debe de sentirse el poder decir “soy el único mexicano en Star Wars“?, a-hue-vo), pero no es Han Solo. Y la intriga y tragedia de Rogue One es muy buena; pero no le gana a la Orden 66 ni la masacre de niños en el templo Jedi.

Quitando eso de en medio, esta película es excelente; como parte de Star Wars (aunque no un episodio), y como obra de arte independiente. Y terriblemente trágica, en el sentido griego de la palabra: todos los personajes principales mueren… y un montón de secundarios también estirán la pata.

También, para una saga llamada Star Wars, la verdad no ha habido tanta guerra en las películas, si descontamos las batallas espaciales (las batallas de Geonosis y Hoth vienen a la mente); aquí se ve la guerra, en todo su terrible esplendor.

Por no decir (y no podía dejar de mencionarlo) lo increíblemente triste de ver a Jyn y Cassian ver su naciente romance completamente interrumpido por el ligero inconveniente de morir en el segundo disparo de la Estrella de la Muerte.

Para terminar, y aunque todos los personajes secundarios son muy buenos, quiero mencionar en particular a K2SO, interpretado de manera espectacular por Alan Tudyk; básicamente se roba la película el pinche robot autístico. Es de los personajes más divertidos y heróicos de toda la saga.

Vayan y vean esta película; que lo barato de Force no los desaliente. Espero que ciertas características de Rogue sean incorporadas a la saga principal.

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Sharing is caring

Este fin de semestre ha sido terriblemente agotador para mí. Casi no he leído libros (tengo dos o tres en distintos grados de avance), he ido al cine mucho menos de lo que me gustaría, y casi no he visto televisión (lo cual no es tan raro; hace mucho que dejé de ver televisión con la dedicación que antes le daba… y eso que ahora tengo Netflix).

Mis idas a congresos además me dejaron algo harto de salir de mi Ciudad, así que estas vacaciones (que empiezan el próximo sábado) espero poder quedarme encerrado en La Majestuosa y no hacer mucho. Excepto jugar videojuegos, que es lo único que he tenido oportunidad de hacer más o menos constantemente.

El último juego que terminé (y en verdad lo terminé) fue Bloodborne, que es el primer juego propiamente del PlayStation 4 que he jugado. Jugué también God of War III y Uncharted: Drake’s Fortune, las versiones remasterizadas para la nueva consola de Sony; pero pues son versiones mejoradas de juegos del PlayStation 3. Bloodborne en cambio no sólo fue creado para el PS4, es un juego exclusivo del mismo.

Escribiré del juego cuando algún día retome el relatar mis trofeos de platino; no es del juego propiamente de lo que quiero escribir. De lo que quiero escribir es del botón de “compartir” (share) que tiene el nuevo controlador Dualshock 4.

Share button

Share button

Estaba destazando mostros eldritch en Bloodborne sin hacerle daño a nadie (excepto a los mostros), cuando sin querer apreté el famoso botón. Y pues entonces descubrí que podía compartir videos de mis aventuras como gamer para aburrir al resto del universo; el PlayStation 4 conserva los últimos 15 minutos (por omisión, se puede configurar) de juego en la consola como video.

Por supuesto yo ya sabía esto, a nivel intelectual; y por supuesto lo primero que pensé cuando supe de esta característica fue “Qué hueva, jamás voy a usar eso”. Así que por supuesto cuando sin querer presioné el botón, me puse a jugar con el compartir videos y con el simple pero poderoso editor de los mismos que viene incluido en el PS4. Como además tengo ligada mi cuenta de YouTube a mi consola, subir videos es trivial.

Está simpático. Después de cinco años jugando videojuegos de manera más o menos regular (aunque de repente pasan lagunas de meses donde no prendo mis consolas más que como media centers), me asumo de nuevo gamer, y me parece que es acertado decir que soy relativamente bueno. Dicho sea eso, mis aventuras matando monitos no creo que a nadie le importen ni mucho menos impresionen; y como además nunca compro juegos recién salidos (excepto Grand Theft Auto V, y he decidido que cuando salga también Red Dead Redemption 2), ni siquiera es que suba cosas novedosas.

Pero está divertido tener un registro histórico (en video) de algunas cosas que hago, como obtener trofeos de platino… lamentablemente eso no lo puedo hacer, porque el estúpido PS4 no graba la notificación del trofeo, únicamente el videojuego mismo. Pero de cualquier forma está divertido; además, el editor de video está padre de usar, y uno puede bajar “temas” de la PlayStation Store (gratis) que le permiten a uno hacer cosas bastante chidas de manera muy sencilla.

Así que sin más por el momento, les dejo el video donde obtuve mi trofeo de platino para Bloodborne… aunque no salga la notifiación del trofeo porque el PS4 es estúpido a veces.

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Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos

El fin de semana pasado al anterior (o anterior al pasado), fui a ver Fantastic Beasts and Where to Find Them.

Se aplican las de siempre.

Fantastic Beasts and Where to Find Them

Fantastic Beasts and Where to Find Them

Fui a ver esta película con algo de nervios; el universo mágico de Harry Potter es de las cosas de consumo cultural que más he disfrutado en mi vida, y sí me preocupaba que por el afán de ordeñar al ganso de los huevos de oro (o como se diga), le dieran en la torre a la cuidadosa mitología creada por los libros.

En ese sentido, no tenía nada de qué preocuparme; la Rowling es ahora la guionista de la película (contrario a todas las otras de Harry Potter), y ese cuidado que tuvo siempre con la consistencia interna de la historia en los libros se ve reflejada en su trabajo como guionista.

La historia está divertida (si bien las famosas criaturas mágicas no tienen mucho que ver con ella), y la película está muy bien actuada y dirigida; los efectos especiales ni siquiera tengo que mencionarlos. Pero mucho más importante que eso, la película se siente parte del universo de Harry Potter, y de hecho explica algunas cosas ambiguas de las novelas (como qué fue exactamente lo que mató a la mamá de Dumbledore, causado por su hermana Ariana).

También es una carta de amor a la idea que tienen los ingleses acerca de los gringos alrededor de los años veintes, pero no es terriblemente desagradable.

Después de ver la película puedo sin ninguna dificultad ver cómo podrían tener éxito otras cuatro películas que expandan la premisa de ésta, y que obviamente concluirán con el duelo final entre Albus Dumbledore y Gellert Grindelwald.

De los personajes, me agrada que por primera vez un muggle (o nomag, supongo) sea parte de los héroes; Queenie es una maga encantadora; y Colin Farrel como Graves/Grindelwald es extraordinario, si bien no tengo idea de si volverá a aparecer, dado que era un disfraz y el actor que la hará del mago tenebroso es Johnny Depp. Y es también alentador ver por primera vez a lo más cercano a un científico en el universo mágico; el encantador si bien descuidado Newt Scamander.

Disfruté mucho la película, pero he de admitir que no es lo mismo que sentí con las novelas (ni con las películas originales). Está padre regresar al mundo mágico, y está padre que se profundice nuestro conocimiento de la historia mágica.

Pero pues no está el trío.

De todas formas vayan a verla (que creo ya lo hicieron, porque le está yendo re bien).

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Harry Potter and the Cursed Child

Fui a ver Fantastic Beasts and Where to Find Them, y me gustaría escribir al respecto. Sin embargo, me parece que primero debo comentar acerca de Harry Potter and the Cursed Child, la obra de teatro que continúa las siete novelas de Harry Potter.

Compré el guión de la obra de teatro, porque es lo único que está disponible ahora; es probable que en el futuro alguien nos haga el favor de escribir una novelización de la obra, pero eso no ha ocurrido todavía.

La segunda mejor cualidad de esta obra (porque, repito, no es novela) es que nos permite regresar al trío de las novelas, si bien de manera secundaria porque el verdadero protagonista es Albus Severus Potter y su mejor amigo, Scorpius Malfoy, porque la obra tiene la muy buena puntada de que Albus termina en Slytherin, por varias y diversas circunstancias.

La tercera mejor cualidad de la obra es que Albus y Scorpius son dos muchachos bastante agradables; como Harry y Ron, si bien es obvio que necesitan el contrapeso femenino que Hermione le daba al trío en las novelas. También es divertido ver a Albus como un alumno de Slytherin y un paria en el clan Potter-Weasley, por ser de Slytherin, si bien Harry se la pasa diciendo todo el tiempo que eso no importa.

Pero lo más mejor que tiene la obra, es que reafirma contundentemente el romance entre Ron y Hermione; básicamente, si ellos dos no terminan casados, entonces el universo está mal. Algunos años después de que saliera la séptima novela, la Rowling en algún momento dijo que sí había considerado a Harry y Hermione como la pareja principal (como una bola de desadaptados siempre soñaron).

Pero esta obra es aplastante en dejar claro que la única conclusión razonable para Ron y Hermione es que acabaran juntos; una de las mejores escenas de la obra ocurre en un universo donde Cedric mata a Neville, lo que causa que Neville no pueda matar a Nagini, lo que causa que Voldemort no pueda morir y entonces Harry muera. En este oscuro futuro, Voldemort domina al mundo en un régimen fascista (con todo y Heil Hitler reemplazado por Voldemort and Valour), y Hermione, Ron y Snape básicamente son todo lo que queda de la resistencia.

Esta versión terrorífica del futuro llega a su conclusión cuando Scorpio los convence de que lo ayuden, pero al regresar de su misión son rodeados por dementores. Hermione decide sacrificarse y le dice a Ron:

Ron. I love you and I always have. But the three of you need to run. Go. Now.

Y por supuesto Ron se queda con ella para que mueran juntos. Ahhh.

En otra versión del futuro, Ron y Hermione van juntos al Yule Ball, como amigos, y esto resulta en que Ron nunca se ponga celoso de Hermione. Lo que causa que su romance quedé frustrado y reprimido, con Ron casado con Parvati Patil, y Hermione como una solterona. Pero cada vez que se encuentran a solas los dos pueden sentir la innegable atracción que se tienen. Y Ron termina como una versión de Percy.

Todo ese aspecto de la obra me encantó. La historia está muy padre, y se siente como parte integral del universo de Harry Potter.

Lamentablemente, la obra también tiene cosas malas, comenzando con que es una estúpida obra. Eso, que no nos relatan bien los primeros años de Albus como un Slytherin (ni de la vida como un alumno de la casa verde), y que los giratiempos al permitir sí permiten cambiar el pasado (en las novelas quedaba ambiguo; sencillamente cuando uno regresaba al pasado, al parecer, hacía que las cosas ocurrieran como debían haber ocurrido en primer lugar).

En el lado positivo, yo creo que la Rowling y Warner Bros. están esperando a que la obra sea ejecutada durante algunos años, y que Daniel Radcliffe, Emma Watson y Rupert Grint crezcan un poco para adaptarla a una película. Ojalá; me gustaría verla en la pantalla grande.

Me gustó leer el guión; pero quiero leer la novela. Quiero más detalles de Albus en la casa de Slytherin. Y quiero una adaptación cinematográfica, porque por qué no.

Pero aún así, sí recomiendo que lean el guión. Más aún considerando que sepa la chingada si algún día pongan la obra en escena en México.

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La llegada

El fin de semana pasado fui a ver Arrival.

Creo que es mi película preferida del año. Se aplican las de siempre.

Arrival

Arrival

Nominalmente una película de ciencia ficción, Arrival es antes que nada una historia acerca del lenguaje, cómo afecta nuestra manera de pensar, y cómo percibimos el tiempo los seres humanos. También es una historia terriblemente triste, profundamente romántica, y magistralmente actuada por la Amy Adams, que va que corre a ser su sexta nominación al Oscar (segunda como actriz principal).

La película es extraordinaria por el respeto que tiene hacia la ciencia (si bien la premisa que permite que todo encaje no tiene sentido), por lo bien contada que está, y por el drama que es capaz de transmitir sin llegar a ser melodramática. La música también es maravillosa.

Y no puedo dejar de mencionar a Jeremy Renner, que rompe su perfil normal haciéndola (muy bien, además) de físico teórico y de hombre típicamente hombre enamorándose de manera inevitable de la hermosa y deslumbrante doctora Louise Banks.

No puedo recomendar en demasía esta película; si les gusta la ciencia ficción; si les gustan las tramas que los hacen pensar; si les gusta el romance guiado por la inteligencia; si les gusta Amy Adams o Jeremy Renner, vayan corriendo a ver esta película. No es una película de acción, no es una película de mostros: es una película intelectual que puede llegar en momentos a ser muy emocionante, pero que su más maravillosa cualidad es el ponernos a cuestionar lo que creemos saber mientras la vemos.

Véanla. En el cine. Varias veces.

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El congreso de la SOMEE

Me encuentro desde ayer, de nuevo, en Guanajuato en un congreso. Eso no tiene nada de novedoso; por alguna razón (probablemente el CIMAT tenga algo que ver) ocurren un montón de eventos académicos en Guanajuato, y a mí me ha tocado venir a varios. Ayer estaba haciendo cuentas, y he venido unas ocho veces en los últimos diez años; de hecho vine en noviembre del año pasado y en marzo de éste.

Lo novedoso del asunto es que el congreso donde estoy no tiene casi nada que ver con computación o combinatoria; es el XXVII Congreso Nacional de Estudios Electorales, organizado por la SOMEE, la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales. Vengo a presentar el trabajo téncnico que hice con David en el INE, esperando explicarlo a la gente que estudia elecciones.

Normalmente no hubiera venido, aunque sí tenga que ver lo que hago con el congreso (la temática del congreso es “El nuevo mapa electoral mexicano”), pero hay una razón personal que sí me convenció de hacer todos los trámites para venir; mi mamá es miembro fundador de la SOMEE, y va a presentar una ponencia también.

Jamás en la vida se me hubiera ocurrido que mi mamá y yo podríamos presentar ponencias en un mismo congreso (porque estamos en áreas científicas en lo general completamente disconexas), y la verdad es una idea bonita que no quería dejar pasar. Así que aquí ando.

Es mi último salida académica del año, y la verdad me alegra; además de la incomodidad causada por las interrupciones en mis cursos, sencillamente ya estoy cansado. No ayuda que vine manejando con mi madre desde la Ciudad. Si me salgo con la mía, no vuelvo a salir de la Ciudad en lo que queda del año.

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El Contador

El fin de semana pasado fui al cine a ver The Accountant. Salí agradablemente sorprendido.

Se aplican las advertencias habituales de spoilers.

The Accountant

The Accountant

Batffleck interpreta a un autista que su padre, en lugar de meterlo a una institución especializada en cuidar a niños autistas, decide traumarlo sicológicamente y convertirlo en una máquina asesina para que nadie se aproveche de su condición.

Con sus conocimientos de cómo evadir impuestos y lavar dinero, y su habilidad para matar gente con sus propias manos, el contador se convierte en el genio que se encarga de cuidar las finanzas de todas las organizaciones criminales del mundo, y de las cuales se venga de manera particularmente violenta cuando de alguna manera rompen el código moral que sea que sigue (no queda muy claro cuál es, y tampoco importa).

Como puede verse, la historia es una mamada, pero está increíblemente divertida la película. Está muy bien contada, Ben Affleck es muy bueno haciéndola de autista asesino, y salen J. K. Simmons y Anna Kendrick siendo encantadores como siempre. Además, las escenas de acción son espectaculares, y cerca del final hay una revelación inesperada que es bastante predecible, pero no por ello deja de estar muy chida.

Debe además quedar claro que Affleck no interpreta al clásico autista de siempre (que básicamente se columpia entre Dustin Huffman en Rainman y Sheldon Cooper en The Big Bang Theory); no es un personaje “chistoso” con incomodidad social: es una persona que tiene problemas para empatizar y conectarse con otros seres humanos, pero increíblemente inteligente y altamente funcional. Además de una máquina para matar personas.

A mí me gustó mucho la película, y me da mucho gusto que le esté yendo modestamente bien en la cartelera (su presupuesto fue modesto, así que de hecho está generando ganancias) y con el público. Y que se pudra Rotten Tomatoes; le están dando 51% de calificación, cuando la calificación de los espectadores es 84%: evidentemente hay un sesgo terriblemente injusto contra Batffleck únicamente porque se atrevió a salir en Batman v Superman.

No hagan caso de la crítica; háganle caso a los espectadores en general, que están disfrutando mucho la película. Está entretenida, es moderadamente inteligente, está bien actuada, y las escenas de acción están increíbles.

Así que vayan y véanla.

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La decepción

Como casi todo mundo en México, me fui ayer a la cama pensando que sería bueno comenzar a ahorrar, ahora que vamos a tener que pagar por el muro de Trump.

Estos ocho años de Obama me habían dado cierta esperanza con respecto a los gringos. Por supuesto, es ligeramente descabellado decirle a Obama “de izquierda” en el contexto mundial (dícese, sano); es a lo más centro-derechista moderado. Pero en un contexto local (dícese, gringo; dícese, viciado de origen por ser un país se nació con las leyes escritas especificando que tres blancos son equivalentes a cinco negros), Obama es de izquierda, porque mucho más que eso no se les da a los pobres gringos.

Como el resto del universo, desperté el martes suponiendo que la Hilary obtendría la victoria; que tal vez sería más apretada de lo que se pronosticaba, pero que sería victoria al fin y al cabo. Al ir viendo cómo iban entregándose los resultados, fue rápidamente evidente que no sería así.

Por supuesto, no es que con la Hilary nos hubiera ido a toda madre; sin duda nos hubiera ido peor que con Obama, y para empezar no es tampoco que todo haya sido coger y cantar con el negro. Pero sí importa la diferencia, y en esta ocasión importaba mucho más que nunca.

Que haya ganado esta caricatura de ser humano, con ideas no sólo primitivas sino fascistoides y racistas, es una tragedia para todo el mundo. Y, preocupantemente para nosotros, probablemente aún más para México en particular.

Como mexicanos no hay mucho que podamos hacer respecto a esa tragedia; es obra (y responsabilidad) de los gringos. Pero sí hay mucho que podemos hacer respecto a cómo nuestro gobierno responde ante los seguramente inevitables ataques que sufrirá el país a manos de nuestro vecino del norte. Peña Nieto ha demostrado una y otra y otra vez su incompetencia, estupidez, y completa falta de liderazgo; para el 2018 tenemos que poner a alguien en la silla del águila que, al menos, no sea tan increíblemente incompetente. E independientemente de quién quede, habrá que movilizarse para no permitirle a nuestro gobierno el ser pusilánime frente al gobierno encabezado por Trump, a respetar los tratados multilaterales, y a defender a los millones de compatriotas que viven en el gabacho (en la mayor parte de los casos por culpa de malos gobiernos aquí que los obligaron a irse al norte a buscar alguna oportunidad de desarrollo).

Siendo alguien de izquierda en México (y me parece ya lo he dicho varias veces), me he acostumbrado a ser optimista porque como siempre nos va de la chingada, o uno se hace optimista o uno se vuelve loco; no hay muchas alternativas realmente. Siempre perdemos en México, con sus honrosas excepciones como con mi querida Ciudad de México; si no viviera aquí yo creo que ya me habría cortado las venas con pan Bimbo hace varios años.

Así que, como suele ser mi naturaleza, permanezco optimista ante el negro escenario que se nos presenta hacia el futuro. Por mal que nos vaya a ir con el tarado de Trump como presidente gringo (y nos va a ir mal), al fin y al cabo mañana el sol saldrá por el mismo lado y la vida seguirá; y pues tendremos que hacer lo hemos hecho siempre: tratar de resistir los embates de malos gobernantes y de intereses imperialistas. La alternativa es tirar la toalla, que no me parece serviría de mucho.

Pero no puedo evitar sentirme profundamente decepcionado de los gringos; por primera vez en mi vida entiendo cabalmente cómo fue posible que Hitler adquiriera el poder en Alemania en 1933: un mensaje simple y simplista de odio y racismo, y una ignorancia férrea por parte de un electorado enojado y harto.

Y como Polonia en esa década, ocurre que México es el vecino más vulnerable del país que decidió elegir a este tarado.

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Doctor Strange

El lunes fui a ver Doctor Strange.

Se aplican ya saben.

Doctor Strange

Doctor Strange

Esta nueva entrega del Universo Marvel Cinematográfico tiene la no despreciable ventaja de que es al menos algo distinta a las demás películas en dicho universo. Dicho sea eso, está divertida, pero la verdad no me dan muchas ganas que digamos de volver a verla.

Como sea, el Cumberbatch es idéndico al Stephen Strange de los cómics, y está padre cómo explican la magia únicamente como una parte de las reglas del universo (o multiverso). También me gustó que, al menos en teoría, cualquiera podría volverse un hechicero como el Doctor Raro si únicamente estudia y practica mucho.

Eso, y que la Capa de Levitación tiene más personalidad que varios de los matones intercambiables de la película.

Está padre el churrito, pero como digo arriba no es tampoco nada para ponerse a dar de brincos, aunque se agradece que trate de ser algo distinto al resto de su camada. Y la aparición de Thor al final está divertida.

De cualquier forma irán a verla, supongo, porque todo mundo va a ver las películas de Marvel.

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Los huevos

El fin de semana fui a ver a mi mamá a Xochimilco, y pasé a una tiendita a comprar unas cosas. Yendo hacia la tienda, un tipo que venía caminando en la calle con una bolsa de huevos los estrelló contra mi rodilla, rompiéndolos.

Yo iba caminando como suelo caminar, y el tipo (que si me preguntan, como el responsable de los huevos, debía ser el primero interesado en mantener su integridad) los estrelló contra mi rodilla; yo ni siquiera iba viendo hacia abajo.

El tipo comenzó a decirme de cosas muy agresivas, y yo tuve que contenerme para no reírme. No por bravucón; el reírme suele ser mi primer respuesta a casi cualquier cosa, pero además creo que era claro que el tipo hubiera querido romperme mi madre, pero al verme decidió que no le iba a ser fácil. Y de nuevo, no es por bravucón; mis habilidades de combate se reducen a gritar “¡corre!”, pero físicamente doy la impresión de ser bastante rudo… definitivamente no lo soy, pero sí doy el gatazo.

Como sea, yo continué mi camino a la tienda, diciéndole al tipo que se calmara, y procedí a tomar las cosas que iba a comprar. El tipo procedió a volver a entrar a la tienda, todavía insultándome, y golpeó el mostrador con la bolsa de huevos rotos. Lo cual no termino de entender, ¿qué culpa tenía el pobre dependiente? Siguiendo mi naturaleza pacifista, le dije de nuevo que se calmara, y que si quería le compraba otros huevos.

Por alguna razón que tampoco termino de entender, esto lo hizo enojar más y se fue diciendo todavía más improperios.

Para este punto yo estaba de verdad haciendo un esfuerzo muy grande por no soltar una carcajada, y sólo pasé al mostrador a pagar mis cosas. El dependiente, mirando con cierto desagrado la bolsa de huevos rotos en el mostrador, me preguntó que qué había pasado. Le conté, y le dije que no entendía por qué tanto enojo si le había dicho que si quería le compraba otros huevos.

“Le hubiera dicho que qué genio”, me dijo, lacónico, el dependiente.

Qué genio indeed.

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Los sueños adolescentes

Todo mundo tiene sueños a los dieciséis años de edad que por varias razones nunca puede realizar.

Algunos no los realizamos porque eventualmente perdemos el interés en lo que nos hacía soñar a los dieciséis años (“voy a tener la colección completa de los cómics de Batman”). Esto es sencillamente que lo que nos parece importante va cambiando conforme crecemos.

Otros más no los podemos cumplir porque sencillamente son imposibles (“voy a ser un receptor abierto de los 49 de San Francisco”). Y me parece importante el hecho de que, para mí, sencillamente admitir la realidad es una parte fundamental de madurar; no es cierto que podemos lograr “lo que sea” nada más esforzándonos y echándole ganas. Pensar eso es tener la cabeza oculta en la arena, probablemente para evitar pensar en las responsabilidades reales e inmediatas que todos tenemos.

Pero hay todavía una tercera categoría de sueños; aquellos que realmente podrían ocurrir, pero que de hecho no ocurren porque dependen del consentimiento de una tercera persona (“…”). Por muchas y muy variadas razones dicho consentimiento nunca llega, y no hay absolutamente nada que uno pueda hacer al respecto.

Superar eso y seguir adelante con la vida de uno creo que es de las cosas necesarias para llevar una vida sana. Me parece que yo lo hice bastante bien, incluso si consideramos que (si me quiero poner dramático) esa situación me ocurrió relativamente seguido. Y sin duda alguna me ocurrió a los dieciséis años.

Hace unos días cumplí uno de esos sueños de mis dieciséis años, cuando hasta hacía unas semanas ni siquiera había pensado al respecto en casi veinte años.

Fue distinto a lo que había soñado (como suele ser con todos los sueños); pero de muchas maneras fue mucho mejor y mucho más intenso y mucho más divertido de lo que jamás hubiera podido imaginar. También fue aterrador e intimidante, y de manera paradójica y obvia un poquito triste. Y esperanzador.

No tengo que meditar acerca de si haber realizado este sueño cambiará mi vida; yo que (de forma muy sutil y linda) ya la cambió. Lo que no sé es si la cambiará de una manera fundamental.

Lo que sí sé es que no me molestaría. A mi vida no le haría mal atravesar por un cambio fundamental.

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Mi nuevo Xperia

Después de casi dos años de usarlo sin casi ninguna queja (y de casi perderlo en Barcelona), mi fiel Xperia Z3 sufrió el destino que sufren casi todos los teléfonos celulares (aunque, irónicamente, es la primera vez que me pasa): se cayó y se estrelló su pantalla.

Xperia Z3 estrellado

Xperia Z3 estrellado

Cuando digo que se “cayó” no estoy usando un eufemismo; el teléfono literalmente recorrió la mesa y se suicidó contra el piso. La parte trasera del teléfono es de cristal, y aunque increíblemente elegante, tambiéns es increíblemente resbalosa. Así que aunque uno lo deje en una mesa, con pequeñas vibraciones el teléfono comienza a deslizarse poco a poco hasta un borde, como un lemming con deseos de terminar con todo, y al final se lanza al precipicio sin ninguna consideración por su seguridad o mi economía.

Por esa razón utilicé una cubierta tipo carpeta durante casi todo el tiempo que lo tuve, pero en Barcelona le quité la cubierta y sencillamente lo traía en mi bolso. Podría decirle “mochilita”, pero seré honesto y admitiré que siempre que voy a Europa llevó mi bolso, y ahí pongo mi celular. Como sea; comencé a usarlo sin cubierta, y regresando a México decidí usar el teléfono así, al desnudo.

Lo peor del caso es que el maldito teléfono se cayó como cuatro veces, y no le pasó absolutamente nada en ninguna (y siempre por suicidio de no querer quedarse quieto en una mesa). Pero la última debió caer justo en el peor ángulo posible, y lo perdí para siempre.

Si sólo se hubiera estrellado la pantalla, igual y lo hubiera seguido usando; pero dejó de funcionar el sensor táctil, así que sencillamente me compré un nuevo teléfono. Ya lo había pensado, pero lo tenía planeado para diciembre; sólo adelanté la decisión unos cuantos meses.

Fui y me compré un Xperia Z5, porque es básicamente la versión nueva del Z3. Me encanta el teléfono; mejora varias de las cosas del Z3 que me parecían frágiles (como la parte trasera de cristal), y los ocho núcleos se notan de inmediato. La verdad que la nueva cámara sea de 23 megapixeles en lugar de 20.7 no lo he podido notar de ninguna manera.

Y le compré una cubierta tipo condón, que no es tan estorbosa como las de tipo carpeta que usaba, y que más que protegerlo, espero sirva para que haga fricción en las mesas y evite las tendencias suicidas del teléfono.

Mi celular es una maravilla en México; pero es todavía más espectacular de viaje si uno trae datos: mi plan de Telcel hizo que los datos salieran gratis en Estados Unidos, y en Europa compré un SIM Orange… que por cierto, sigo usando porque el nuevo teléfono es dual; espero depositar 5 euros cada seis meses en mi SIM europeo, y contar ya con un número fijo en Europa. Google Maps por ejemplo me decía los horarios de los autobuses, Google App me avisaba de lugares turísticos a qué ir, y cosas de ese estilo que hacen que me alegre de haberle vendido mi alma a Google.

Pero además la cámara del Z3 (y del Z5 ahora, supongo) es suficientemente buena como para no necesitar una cámara extra. Entonces todo lo que necesito está concentrado en un único electrónico que además de todo está bastante bonito. Y migrar del Z3 al Z5 fue trivial; los teléfonos Xperia tienen un agente de migración que utiliza NFC para que únicamente pegando las partes traseras de los teléfonos, ellos mismos comiencen a transferir la información. Mi Z5 es básicamente un clon (más rápido y moderno) de mi Z3.

Hubiera podido seguir usando mi Z3, pero no me molesta haberlo cambiado. Sólo espero que mi Z5 sí me llegue intacto a los dos años.

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Los Siete Magníficos

El domingo (no el pasado; el anterior a ese) fui a ver The Magnificent Seven con mi papá, mi hermano y su esposa.

Se aplican las de siempre.

The Magnificent Seven

The Magnificent Seven

Este remake de la película de Yul Brynner, que a su vez es remake de Los Siete Samurais de Akira Kurosawa (como probablemente lo hayan leído ya unas chorroscientas veces) es completamente innecesario. No aporta nada realmente novedoso, es literalmente una película de vaqueros, y todos y cada uno de los personajes son completamente unidimensionales.

Dicho sea eso, está muy divertida. Las escenas de acción son bastante padres, Denzel Washington interpreta el mismo papel de siempre al igual que Chris Pratt, lo cual se agradece, y pues entretiene sin duda alguna. Y a mí siempre me alegra ver a Peter Sarsgaard en donde sea, si bien es tan caricaturesco en su villanía que hasta risa da.

Pero de verdad no tiene razón de ser; es completamente intrascendente y probablemente nunca llegue a tener la fama que tienen las primeras dos versiones (aunque probablemente esté mejor hecha que la segunda).

Yo me esperaría a verla en Netflix o algo así.

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Sony MDR-10RBT

Hace casi un par de años compré unos audífonos Sony MDR-10RBT en una venta nocturna de Liverpool.

Sony MDR-10RBT

Sony MDR-10RBT

Aunque tuve oportunidad de usarlos en mi viaje a Grecia, fue hasta este último viaje que de verdad los usé de tal manera que sintiera que se justificara su precio, porque salieron bien pinche caros.

En los aviones son increíbles (especialmente si el avión permite conectar audífonos para su sistema de entretenimiento); uno se los pone, y se olvida del ruido de las turbinas y de los otros pasajeros. Vi como siete películas en los ocho vuelos que tomé.

En Grecia no usé los audífonos porque aunque sí estuve recorriendo Atenas mucho, lo hice acompañado de un grupo de españoles de los cuales me hice amigo; en cambio en Barcelona los usé todos los días yendo y viniendo de la UPC. Como son Bluetooth me permiten controlar mi música sin tener que sacar el celular, y son bastante cómodos para ser tan grandes. Que es otra cosa; me imagino que el 80% del volumen y peso de los audífonos son baterías, porque le duran varios días sin problemas.

En México casi no los uso, pero creo que quiero comenzar a hacerlo, y aprovechar para salir a caminar por la ciudad de vez en cuando. Claro que no lo haré mientras sigan cayendo las torrenciales lluvias de los últimos días, pero un poco más adelante espero poder comenzar a hacerlo.

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Hasta luego, Barcelona

Dieciséis días después de haber iniciado mi viaje, me encuentro en el Prat esperando abordar mi vuelo de regreso a México vía Atlanta. Siendo como soy, y dado que es un vuelo trasatlántico, llegué tres horas antes del despegue, así que todavía falta para que empiece el abordaje; ya gasté los pocos euros que aún tenía sueltos, y supongo que empezaré a ver videos de YouTube para ver si puedo consumir lo que queda de datos en la tarjeta SIM que compré para mi estadía en Europa.

Fue un viaje… interesante por decir lo menos. También productivo; pero la verdad es que después de hacer viajes similares varias veces en mi vida, se ha vuelto hasta medio difícil que no resulte productivo un viaje de investigación. Ayuda con quien va a trabajar uno, por supuesto.

Dejo una vez más Barcelona, pero contrario a la última vez ahora no tengo ninguna incertidumbre; voy a regresar, y lo haré varias veces en mi vida. Si me salgo con la mía, estaré viniendo a Europa una vez al año; y si todo sale bien, es probable que en casi todas esas ocasiones me dé una vuelta por Barcelona. Aunque espero poder planearlo para junio o julio; no me gusta dejar mis cursos dos semanas.

Estoy molido, y lo entretenido del asunto es que voy a estar volando en total unas quince horas hoy, para mañana entrar a trabajar en caliente. Descansaré cuando me muera, supongo.

Pero a pesar del cansancio y que dejo Barcelona, estoy contento de volver a mi México lindo y querido. Por múltiples motivos; entre ellos, que después de estar comiendo jamón serrano e ibérico durante casi dos semanas, unos tacos de suadero suenan maravillosamente bien.

Nos vemos del otro lado del charco.

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Como local

Hoy presenté una versión extendida de mi plática de Salamanca en la UPC de Barcelona. Me fue mucho mejor que en el congreso, en gran medida porque el proyector sí funcionó (aunque hubo que cambiar de salón y de proyector… debo averiguar por qué a veces no funciona mi adaptador USB Type-C a VGA).

Cuando me presentaron, el coordinador del seminario donde hablé dijo que ahí por supuesto ya me conocían, que había ido a visitarlos varias veces como estudiante de doctorado, y que ahora regresaba como doctor y como profesor de la UNAM. Pero que dada mi historia con la institución, que yo básicamente era local ahí.

Eso me tocó, porque nunca lo había visto de esa manera. Pero creo que tiene sentido.

El trabajo ha sido medio pesado en Barcelona; excepto a un par de restaurantes y bares, no he podido pasear mucho. Pero ha sido muy satisfactorio.

Hoy cenaré en un lugar especial, que me recomendaron ampliamente, para celebrar mi plática. Y después me quedarán dos días en Barcelona.

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Colonia

Estoy a punto de abordar mi avión de regreso a Barcelona, después de pasar alrededor de 48 horas en Colonia, Alemania. Fue mi primer visita a este país donde por omisión nadie le habla a uno en nada distinto a alemán (aunque todos fueron lo suficientemente amables en responderme en inglés cuando les hablaba en ese idioma); creo que me defendí bastante bien.

La ciudadcita está simpática (y la catedral es una obra de arte), pero como les dije a Fred y Anna el motivo del viaje era ponerme al día con ellos; todo lo demás era un bono extra. Hicimos varias cosas durante mi estancia aquí; pero todas y cada una de ellas quedaron completamente opacadas por Ida Maria Luise von Heymann, la hermosa hija de Fred y Anna a quien decidieron ponerle nombre de villana de película de James Bond. Es la niña más hermosa y feliz que he conocido de esa edad; y de hecho conviví con ella, cosa que no suelo hacer con niños chicos, probablemente porque mis amigos con hijos en México les da miedo que los vaya a romper.

Ida Maria Luisa von Heymann

Ida Maria Luisa von Heymann

Vuelvo ahora a Barcelona a hacer investigación durante una semana (y espero reponerme de tanto viaje), para finalmente regresar a México el próximo domingo. No ha sido el itinerario más demente que he seguido en mi vida (ese sería el del 2011), pero creo que sí es el segundo.

Como sea, ya no hay más zarandeos para mí; sólo mi trabajo “normal” en mi querida Barcelona.

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Barcelona

Hoy a las 8:30 (hora local) llegué en autobús a Barcelona. Técnicamente nunca había llegado por autobús, porque siempre he volado a la ciudad, aunque una vez entré manejando un carro rentado. Pero técnicamente siempre he llegado en autobús, porque del Prat usualmente tomo el Aerobús que lo avienta a uno a Plaza Cataluña. Como sea, nunca había llegado en un autobús que tardara once horas.

Todo lo de arriba es para explicar que llegué ligeramente madreado.

Ahorita estoy en el Prat esperando mi vuelo a Colonia, Alemania, donde veré a Fred y Anna y conoceré a su hija Ida. Me pasé el día desayunando, paseando, comiendo, y después perdiendo mi celular. Estaba tan madreado que dejé mi celular en el Aerobús, y no me di cuenta sino hasta que estaba cambiando terminales (porque también tuve que cambiar terminales… dos veces… larga historia).

Cuando cerca de 40 minutos después llegué al puesto de boletos del Aerobús, la linda muchacha a cargo estaba esperando con mi celular sin que yo hubiera tenido que hacer nada. Ahí mismo le pedí que se casara conmigo, pero me dijo riendo que sólo estaba haciendo su trabajo.

Fue tal vez el remate apropiado a un día que fue emocionalmente muy movido. La última vez que estuve en Barcelona fue en 2011, durante una estancia de investigación hacia el “final” de mi doctorado (entre comillas porque no tenía forma de saber que me tardaría otros tres años en doctorarme).

El día que dejé la ciudad hace cinco años, recuerdo muy claramente que no tenía ni puta idea de cómo iba a regresar a Barcelona; pero también estaba seguro de que lo haría (escribí al respecto aquí). Barcelona es una ciudad importante para mí; tal vez la más importante después de la Ciudad de México; regresar hoy, aunque fuera tan sólo por unas horas, fue paso significativo en mi vida. De entre todas las cosas que hecho mal, el volver a Barcelona de alguna manera determina que algunas (y ciertamente varias que me interesan demasiado) sí las he hecho bien.

Me voy dos días a ver a Fred y Anna, pero regresaré el lunes a pasar el resto de mi estadía en Europa en la ciudad que más quiero del viejo continente. Tendré oportunidad de disfrutarla con calma y de trabajar (que siempre que he estado en Barcelona, he estado trabajando).

Pero hoy volví después de cinco años. Y eso fue importante.

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Salamanca 

Salgo de Salamanca rumbo a Barcelona en estos momentos. Me gustó el pueblote; está bonito, la comida es espectacular (aunque es lo común en España), y está lleno de gente joven y hermosa. Además hice buenos amigos, lo cual siempre es un tesoro por sí mismo.

En casi cualquier otra ocasión hasta podría lamentar el irme… pero no esta vez.

Porque voy rumbo a Barcelona.

Elaboraré al respecto más adelante; por ahora voy a tratar de dormir lo más que pueda. Estoy agotado.

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