La decepción

Como casi todo mundo en México, me fui ayer a la cama pensando que sería bueno comenzar a ahorrar, ahora que vamos a tener que pagar por el muro de Trump.

Estos ocho años de Obama me habían dado cierta esperanza con respecto a los gringos. Por supuesto, es ligeramente descabellado decirle a Obama “de izquierda” en el contexto mundial (dícese, sano); es a lo más centro-derechista moderado. Pero en un contexto local (dícese, gringo; dícese, viciado de origen por ser un país se nació con las leyes escritas especificando que tres blancos son equivalentes a cinco negros), Obama es de izquierda, porque mucho más que eso no se les da a los pobres gringos.

Como el resto del universo, desperté el martes suponiendo que la Hilary obtendría la victoria; que tal vez sería más apretada de lo que se pronosticaba, pero que sería victoria al fin y al cabo. Al ir viendo cómo iban entregándose los resultados, fue rápidamente evidente que no sería así.

Por supuesto, no es que con la Hilary nos hubiera ido a toda madre; sin duda nos hubiera ido peor que con Obama, y para empezar no es tampoco que todo haya sido coger y cantar con el negro. Pero sí importa la diferencia, y en esta ocasión importaba mucho más que nunca.

Que haya ganado esta caricatura de ser humano, con ideas no sólo primitivas sino fascistoides y racistas, es una tragedia para todo el mundo. Y, preocupantemente para nosotros, probablemente aún más para México en particular.

Como mexicanos no hay mucho que podamos hacer respecto a esa tragedia; es obra (y responsabilidad) de los gringos. Pero sí hay mucho que podemos hacer respecto a cómo nuestro gobierno responde ante los seguramente inevitables ataques que sufrirá el país a manos de nuestro vecino del norte. Peña Nieto ha demostrado una y otra y otra vez su incompetencia, estupidez, y completa falta de liderazgo; para el 2018 tenemos que poner a alguien en la silla del águila que, al menos, no sea tan increíblemente incompetente. E independientemente de quién quede, habrá que movilizarse para no permitirle a nuestro gobierno el ser pusilánime frente al gobierno encabezado por Trump, a respetar los tratados multilaterales, y a defender a los millones de compatriotas que viven en el gabacho (en la mayor parte de los casos por culpa de malos gobiernos aquí que los obligaron a irse al norte a buscar alguna oportunidad de desarrollo).

Siendo alguien de izquierda en México (y me parece ya lo he dicho varias veces), me he acostumbrado a ser optimista porque como siempre nos va de la chingada, o uno se hace optimista o uno se vuelve loco; no hay muchas alternativas realmente. Siempre perdemos en México, con sus honrosas excepciones como con mi querida Ciudad de México; si no viviera aquí yo creo que ya me habría cortado las venas con pan Bimbo hace varios años.

Así que, como suele ser mi naturaleza, permanezco optimista ante el negro escenario que se nos presenta hacia el futuro. Por mal que nos vaya a ir con el tarado de Trump como presidente gringo (y nos va a ir mal), al fin y al cabo mañana el sol saldrá por el mismo lado y la vida seguirá; y pues tendremos que hacer lo hemos hecho siempre: tratar de resistir los embates de malos gobernantes y de intereses imperialistas. La alternativa es tirar la toalla, que no me parece serviría de mucho.

Pero no puedo evitar sentirme profundamente decepcionado de los gringos; por primera vez en mi vida entiendo cabalmente cómo fue posible que Hitler adquiriera el poder en Alemania en 1933: un mensaje simple y simplista de odio y racismo, y una ignorancia férrea por parte de un electorado enojado y harto.

Y como Polonia en esa década, ocurre que México es el vecino más vulnerable del país que decidió elegir a este tarado.

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Doctor Strange

El lunes fui a ver Doctor Strange.

Se aplican ya saben.

Doctor Strange

Doctor Strange

Esta nueva entrega del Universo Marvel Cinematográfico tiene la no despreciable ventaja de que es al menos algo distinta a las demás películas en dicho universo. Dicho sea eso, está divertida, pero la verdad no me dan muchas ganas que digamos de volver a verla.

Como sea, el Cumberbatch es idéndico al Stephen Strange de los cómics, y está padre cómo explican la magia únicamente como una parte de las reglas del universo (o multiverso). También me gustó que, al menos en teoría, cualquiera podría volverse un hechicero como el Doctor Raro si únicamente estudia y practica mucho.

Eso, y que la Capa de Levitación tiene más personalidad que varios de los matones intercambiables de la película.

Está padre el churrito, pero como digo arriba no es tampoco nada para ponerse a dar de brincos, aunque se agradece que trate de ser algo distinto al resto de su camada. Y la aparición de Thor al final está divertida.

De cualquier forma irán a verla, supongo, porque todo mundo va a ver las películas de Marvel.

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Los huevos

El fin de semana fui a ver a mi mamá a Xochimilco, y pasé a una tiendita a comprar unas cosas. Yendo hacia la tienda, un tipo que venía caminando en la calle con una bolsa de huevos los estrelló contra mi rodilla, rompiéndolos.

Yo iba caminando como suelo caminar, y el tipo (que si me preguntan, como el responsable de los huevos, debía ser el primero interesado en mantener su integridad) los estrelló contra mi rodilla; yo ni siquiera iba viendo hacia abajo.

El tipo comenzó a decirme de cosas muy agresivas, y yo tuve que contenerme para no reírme. No por bravucón; el reírme suele ser mi primer respuesta a casi cualquier cosa, pero además creo que era claro que el tipo hubiera querido romperme mi madre, pero al verme decidió que no le iba a ser fácil. Y de nuevo, no es por bravucón; mis habilidades de combate se reducen a gritar “¡corre!”, pero físicamente doy la impresión de ser bastante rudo… definitivamente no lo soy, pero sí doy el gatazo.

Como sea, yo continué mi camino a la tienda, diciéndole al tipo que se calmara, y procedí a tomar las cosas que iba a comprar. El tipo procedió a volver a entrar a la tienda, todavía insultándome, y golpeó el mostrador con la bolsa de huevos rotos. Lo cual no termino de entender, ¿qué culpa tenía el pobre dependiente? Siguiendo mi naturaleza pacifista, le dije de nuevo que se calmara, y que si quería le compraba otros huevos.

Por alguna razón que tampoco termino de entender, esto lo hizo enojar más y se fue diciendo todavía más improperios.

Para este punto yo estaba de verdad haciendo un esfuerzo muy grande por no soltar una carcajada, y sólo pasé al mostrador a pagar mis cosas. El dependiente, mirando con cierto desagrado la bolsa de huevos rotos en el mostrador, me preguntó que qué había pasado. Le conté, y le dije que no entendía por qué tanto enojo si le había dicho que si quería le compraba otros huevos.

“Le hubiera dicho que qué genio”, me dijo, lacónico, el dependiente.

Qué genio indeed.

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Los sueños adolescentes

Todo mundo tiene sueños a los dieciséis años de edad que por varias razones nunca puede realizar.

Algunos no los realizamos porque eventualmente perdemos el interés en lo que nos hacía soñar a los dieciséis años (“voy a tener la colección completa de los cómics de Batman”). Esto es sencillamente que lo que nos parece importante va cambiando conforme crecemos.

Otros más no los podemos cumplir porque sencillamente son imposibles (“voy a ser un receptor abierto de los 49 de San Francisco”). Y me parece importante el hecho de que, para mí, sencillamente admitir la realidad es una parte fundamental de madurar; no es cierto que podemos lograr “lo que sea” nada más esforzándonos y echándole ganas. Pensar eso es tener la cabeza oculta en la arena, probablemente para evitar pensar en las responsabilidades reales e inmediatas que todos tenemos.

Pero hay todavía una tercera categoría de sueños; aquellos que realmente podrían ocurrir, pero que de hecho no ocurren porque dependen del consentimiento de una tercera persona (“…”). Por muchas y muy variadas razones dicho consentimiento nunca llega, y no hay absolutamente nada que uno pueda hacer al respecto.

Superar eso y seguir adelante con la vida de uno creo que es de las cosas necesarias para llevar una vida sana. Me parece que yo lo hice bastante bien, incluso si consideramos que (si me quiero poner dramático) esa situación me ocurrió relativamente seguido. Y sin duda alguna me ocurrió a los dieciséis años.

Hace unos días cumplí uno de esos sueños de mis dieciséis años, cuando hasta hacía unas semanas ni siquiera había pensado al respecto en casi veinte años.

Fue distinto a lo que había soñado (como suele ser con todos los sueños); pero de muchas maneras fue mucho mejor y mucho más intenso y mucho más divertido de lo que jamás hubiera podido imaginar. También fue aterrador e intimidante, y de manera paradójica y obvia un poquito triste. Y esperanzador.

No tengo que meditar acerca de si haber realizado este sueño cambiará mi vida; yo que (de forma muy sutil y linda) ya la cambió. Lo que no sé es si la cambiará de una manera fundamental.

Lo que sí sé es que no me molestaría. A mi vida no le haría mal atravesar por un cambio fundamental.

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Mi nuevo Xperia

Después de casi dos años de usarlo sin casi ninguna queja (y de casi perderlo en Barcelona), mi fiel Xperia Z3 sufrió el destino que sufren casi todos los teléfonos celulares (aunque, irónicamente, es la primera vez que me pasa): se cayó y se estrelló su pantalla.

Xperia Z3 estrellado

Xperia Z3 estrellado

Cuando digo que se “cayó” no estoy usando un eufemismo; el teléfono literalmente recorrió la mesa y se suicidó contra el piso. La parte trasera del teléfono es de cristal, y aunque increíblemente elegante, tambiéns es increíblemente resbalosa. Así que aunque uno lo deje en una mesa, con pequeñas vibraciones el teléfono comienza a deslizarse poco a poco hasta un borde, como un lemming con deseos de terminar con todo, y al final se lanza al precipicio sin ninguna consideración por su seguridad o mi economía.

Por esa razón utilicé una cubierta tipo carpeta durante casi todo el tiempo que lo tuve, pero en Barcelona le quité la cubierta y sencillamente lo traía en mi bolso. Podría decirle “mochilita”, pero seré honesto y admitiré que siempre que voy a Europa llevó mi bolso, y ahí pongo mi celular. Como sea; comencé a usarlo sin cubierta, y regresando a México decidí usar el teléfono así, al desnudo.

Lo peor del caso es que el maldito teléfono se cayó como cuatro veces, y no le pasó absolutamente nada en ninguna (y siempre por suicidio de no querer quedarse quieto en una mesa). Pero la última debió caer justo en el peor ángulo posible, y lo perdí para siempre.

Si sólo se hubiera estrellado la pantalla, igual y lo hubiera seguido usando; pero dejó de funcionar el sensor táctil, así que sencillamente me compré un nuevo teléfono. Ya lo había pensado, pero lo tenía planeado para diciembre; sólo adelanté la decisión unos cuantos meses.

Fui y me compré un Xperia Z5, porque es básicamente la versión nueva del Z3. Me encanta el teléfono; mejora varias de las cosas del Z3 que me parecían frágiles (como la parte trasera de cristal), y los ocho núcleos se notan de inmediato. La verdad que la nueva cámara sea de 23 megapixeles en lugar de 20.7 no lo he podido notar de ninguna manera.

Y le compré una cubierta tipo condón, que no es tan estorbosa como las de tipo carpeta que usaba, y que más que protegerlo, espero sirva para que haga fricción en las mesas y evite las tendencias suicidas del teléfono.

Mi celular es una maravilla en México; pero es todavía más espectacular de viaje si uno trae datos: mi plan de Telcel hizo que los datos salieran gratis en Estados Unidos, y en Europa compré un SIM Orange… que por cierto, sigo usando porque el nuevo teléfono es dual; espero depositar 5 euros cada seis meses en mi SIM europeo, y contar ya con un número fijo en Europa. Google Maps por ejemplo me decía los horarios de los autobuses, Google App me avisaba de lugares turísticos a qué ir, y cosas de ese estilo que hacen que me alegre de haberle vendido mi alma a Google.

Pero además la cámara del Z3 (y del Z5 ahora, supongo) es suficientemente buena como para no necesitar una cámara extra. Entonces todo lo que necesito está concentrado en un único electrónico que además de todo está bastante bonito. Y migrar del Z3 al Z5 fue trivial; los teléfonos Xperia tienen un agente de migración que utiliza NFC para que únicamente pegando las partes traseras de los teléfonos, ellos mismos comiencen a transferir la información. Mi Z5 es básicamente un clon (más rápido y moderno) de mi Z3.

Hubiera podido seguir usando mi Z3, pero no me molesta haberlo cambiado. Sólo espero que mi Z5 sí me llegue intacto a los dos años.

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Los Siete Magníficos

El domingo (no el pasado; el anterior a ese) fui a ver The Magnificent Seven con mi papá, mi hermano y su esposa.

Se aplican las de siempre.

The Magnificent Seven

The Magnificent Seven

Este remake de la película de Yul Brynner, que a su vez es remake de Los Siete Samurais de Akira Kurosawa (como probablemente lo hayan leído ya unas chorroscientas veces) es completamente innecesario. No aporta nada realmente novedoso, es literalmente una película de vaqueros, y todos y cada uno de los personajes son completamente unidimensionales.

Dicho sea eso, está muy divertida. Las escenas de acción son bastante padres, Denzel Washington interpreta el mismo papel de siempre al igual que Chris Pratt, lo cual se agradece, y pues entretiene sin duda alguna. Y a mí siempre me alegra ver a Peter Sarsgaard en donde sea, si bien es tan caricaturesco en su villanía que hasta risa da.

Pero de verdad no tiene razón de ser; es completamente intrascendente y probablemente nunca llegue a tener la fama que tienen las primeras dos versiones (aunque probablemente esté mejor hecha que la segunda).

Yo me esperaría a verla en Netflix o algo así.

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Sony MDR-10RBT

Hace casi un par de años compré unos audífonos Sony MDR-10RBT en una venta nocturna de Liverpool.

Sony MDR-10RBT

Sony MDR-10RBT

Aunque tuve oportunidad de usarlos en mi viaje a Grecia, fue hasta este último viaje que de verdad los usé de tal manera que sintiera que se justificara su precio, porque salieron bien pinche caros.

En los aviones son increíbles (especialmente si el avión permite conectar audífonos para su sistema de entretenimiento); uno se los pone, y se olvida del ruido de las turbinas y de los otros pasajeros. Vi como siete películas en los ocho vuelos que tomé.

En Grecia no usé los audífonos porque aunque sí estuve recorriendo Atenas mucho, lo hice acompañado de un grupo de españoles de los cuales me hice amigo; en cambio en Barcelona los usé todos los días yendo y viniendo de la UPC. Como son Bluetooth me permiten controlar mi música sin tener que sacar el celular, y son bastante cómodos para ser tan grandes. Que es otra cosa; me imagino que el 80% del volumen y peso de los audífonos son baterías, porque le duran varios días sin problemas.

En México casi no los uso, pero creo que quiero comenzar a hacerlo, y aprovechar para salir a caminar por la ciudad de vez en cuando. Claro que no lo haré mientras sigan cayendo las torrenciales lluvias de los últimos días, pero un poco más adelante espero poder comenzar a hacerlo.

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Hasta luego, Barcelona

Dieciséis días después de haber iniciado mi viaje, me encuentro en el Prat esperando abordar mi vuelo de regreso a México vía Atlanta. Siendo como soy, y dado que es un vuelo trasatlántico, llegué tres horas antes del despegue, así que todavía falta para que empiece el abordaje; ya gasté los pocos euros que aún tenía sueltos, y supongo que empezaré a ver videos de YouTube para ver si puedo consumir lo que queda de datos en la tarjeta SIM que compré para mi estadía en Europa.

Fue un viaje… interesante por decir lo menos. También productivo; pero la verdad es que después de hacer viajes similares varias veces en mi vida, se ha vuelto hasta medio difícil que no resulte productivo un viaje de investigación. Ayuda con quien va a trabajar uno, por supuesto.

Dejo una vez más Barcelona, pero contrario a la última vez ahora no tengo ninguna incertidumbre; voy a regresar, y lo haré varias veces en mi vida. Si me salgo con la mía, estaré viniendo a Europa una vez al año; y si todo sale bien, es probable que en casi todas esas ocasiones me dé una vuelta por Barcelona. Aunque espero poder planearlo para junio o julio; no me gusta dejar mis cursos dos semanas.

Estoy molido, y lo entretenido del asunto es que voy a estar volando en total unas quince horas hoy, para mañana entrar a trabajar en caliente. Descansaré cuando me muera, supongo.

Pero a pesar del cansancio y que dejo Barcelona, estoy contento de volver a mi México lindo y querido. Por múltiples motivos; entre ellos, que después de estar comiendo jamón serrano e ibérico durante casi dos semanas, unos tacos de suadero suenan maravillosamente bien.

Nos vemos del otro lado del charco.

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Como local

Hoy presenté una versión extendida de mi plática de Salamanca en la UPC de Barcelona. Me fue mucho mejor que en el congreso, en gran medida porque el proyector sí funcionó (aunque hubo que cambiar de salón y de proyector… debo averiguar por qué a veces no funciona mi adaptador USB Type-C a VGA).

Cuando me presentaron, el coordinador del seminario donde hablé dijo que ahí por supuesto ya me conocían, que había ido a visitarlos varias veces como estudiante de doctorado, y que ahora regresaba como doctor y como profesor de la UNAM. Pero que dada mi historia con la institución, que yo básicamente era local ahí.

Eso me tocó, porque nunca lo había visto de esa manera. Pero creo que tiene sentido.

El trabajo ha sido medio pesado en Barcelona; excepto a un par de restaurantes y bares, no he podido pasear mucho. Pero ha sido muy satisfactorio.

Hoy cenaré en un lugar especial, que me recomendaron ampliamente, para celebrar mi plática. Y después me quedarán dos días en Barcelona.

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Colonia

Estoy a punto de abordar mi avión de regreso a Barcelona, después de pasar alrededor de 48 horas en Colonia, Alemania. Fue mi primer visita a este país donde por omisión nadie le habla a uno en nada distinto a alemán (aunque todos fueron lo suficientemente amables en responderme en inglés cuando les hablaba en ese idioma); creo que me defendí bastante bien.

La ciudadcita está simpática (y la catedral es una obra de arte), pero como les dije a Fred y Anna el motivo del viaje era ponerme al día con ellos; todo lo demás era un bono extra. Hicimos varias cosas durante mi estancia aquí; pero todas y cada una de ellas quedaron completamente opacadas por Ida Maria Luise von Heymann, la hermosa hija de Fred y Anna a quien decidieron ponerle nombre de villana de película de James Bond. Es la niña más hermosa y feliz que he conocido de esa edad; y de hecho conviví con ella, cosa que no suelo hacer con niños chicos, probablemente porque mis amigos con hijos en México les da miedo que los vaya a romper.

Ida Maria Luisa von Heymann

Ida Maria Luisa von Heymann

Vuelvo ahora a Barcelona a hacer investigación durante una semana (y espero reponerme de tanto viaje), para finalmente regresar a México el próximo domingo. No ha sido el itinerario más demente que he seguido en mi vida (ese sería el del 2011), pero creo que sí es el segundo.

Como sea, ya no hay más zarandeos para mí; sólo mi trabajo “normal” en mi querida Barcelona.

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Barcelona

Hoy a las 8:30 (hora local) llegué en autobús a Barcelona. Técnicamente nunca había llegado por autobús, porque siempre he volado a la ciudad, aunque una vez entré manejando un carro rentado. Pero técnicamente siempre he llegado en autobús, porque del Prat usualmente tomo el Aerobús que lo avienta a uno a Plaza Cataluña. Como sea, nunca había llegado en un autobús que tardara once horas.

Todo lo de arriba es para explicar que llegué ligeramente madreado.

Ahorita estoy en el Prat esperando mi vuelo a Colonia, Alemania, donde veré a Fred y Anna y conoceré a su hija Ida. Me pasé el día desayunando, paseando, comiendo, y después perdiendo mi celular. Estaba tan madreado que dejé mi celular en el Aerobús, y no me di cuenta sino hasta que estaba cambiando terminales (porque también tuve que cambiar terminales… dos veces… larga historia).

Cuando cerca de 40 minutos después llegué al puesto de boletos del Aerobús, la linda muchacha a cargo estaba esperando con mi celular sin que yo hubiera tenido que hacer nada. Ahí mismo le pedí que se casara conmigo, pero me dijo riendo que sólo estaba haciendo su trabajo.

Fue tal vez el remate apropiado a un día que fue emocionalmente muy movido. La última vez que estuve en Barcelona fue en 2011, durante una estancia de investigación hacia el “final” de mi doctorado (entre comillas porque no tenía forma de saber que me tardaría otros tres años en doctorarme).

El día que dejé la ciudad hace cinco años, recuerdo muy claramente que no tenía ni puta idea de cómo iba a regresar a Barcelona; pero también estaba seguro de que lo haría (escribí al respecto aquí). Barcelona es una ciudad importante para mí; tal vez la más importante después de la Ciudad de México; regresar hoy, aunque fuera tan sólo por unas horas, fue paso significativo en mi vida. De entre todas las cosas que hecho mal, el volver a Barcelona de alguna manera determina que algunas (y ciertamente varias que me interesan demasiado) sí las he hecho bien.

Me voy dos días a ver a Fred y Anna, pero regresaré el lunes a pasar el resto de mi estadía en Europa en la ciudad que más quiero del viejo continente. Tendré oportunidad de disfrutarla con calma y de trabajar (que siempre que he estado en Barcelona, he estado trabajando).

Pero hoy volví después de cinco años. Y eso fue importante.

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Salamanca 

Salgo de Salamanca rumbo a Barcelona en estos momentos. Me gustó el pueblote; está bonito, la comida es espectacular (aunque es lo común en España), y está lleno de gente joven y hermosa. Además hice buenos amigos, lo cual siempre es un tesoro por sí mismo.

En casi cualquier otra ocasión hasta podría lamentar el irme… pero no esta vez.

Porque voy rumbo a Barcelona.

Elaboraré al respecto más adelante; por ahora voy a tratar de dormir lo más que pueda. Estoy agotado.

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Los rescates

Mi plática hoy fue al final de la sesión, la sexta de la misma. Es en general un lugar difícil, pero se complicó aún más porque al inicio de la sesión, la puerta de la sala estaba cerrada. Tardaron bastante en conseguir la llave y abrirla, y como suele ser con este tipo de cosas, casi todos los expositores tomaron algo más de tiempo del que les correspondía, así que cuando llegó mi turno ya estábamos completamente dentro de la siguiente pausa del café.

Y en ese momento ocurrió que mi laptop nada más decidió no reconocer al cañón.

Normalmente habría probado todo de antemano, pero como era ya tarde cuando abrieron la puerta no hubo oportunidad de hacerlo esta vez.

Por supuesto mi presentación estaba en PDF, entonces la moví a la computadora del salón y continué a pesar de las adversidades; pero lo llamativo de la plática era mostrar los programas que llevaba (y que por supuesto, yo escribí). Tuve que rescatar la plática sin los mismos; en general creo que salió bien, pero pudo haber quedado mucho mejor: como computólogo y programador, los programas son lo más importante para mí.

Estas cosas ocurren. Un buen expositor debe ser capaz de superar cualquier circunstancia; si se hubiera cortado la electricidad, hubiera podido dar la plática usando gis y pizarrón. Hubiera sido todavía más difícil; pero es el tipo de cosas que tenemos que ser capaces de superar; venga, hubiera podido sin gis pizarrón, moviendo mucho las manos.

Pero bueno, ya di mi plática (no exactamente como me hubiera gustado, pero qué se le va a hacer), y ahora puedo disfrutar sin distracciones Salamanca y el congreso.

Que es justo lo que haré.

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Jamón y vino

Después de dos aviones, un autobús, y una parte en Charles de Gaulle que de verdad pareció salida del metro Pino Suárez un lunes a las 8:00 de la mañana, por fin llegué a Salamanca, donde la XVII Conferencia de la Asociación Española para la Inteligencia Artificial (CAEPIA 2016) se llevará a cabo y donde hablaré el jueves.

(Tengo que comentar la enorme estupidez que cometí al comprar una tarjeta SIM española para mi teléfono celular, pero eso lo dejaré para después.)

Llegué a Salamanca cerca de las 8:00 de la noche, con más ganas de tomar un baño que de cualquier otra cosa, así que cuando salí después de las nueve para ir a cenar, no tenía pensado hacer otra cosa (ni la energía para hacerlo).

Le pregunté a Google a dónde ir, y decidió por mí que Casa Paca era el lugar ideal; concuerdo con su decisión. Pedí una entrada de jamón ibérico de bellota, y le pedí al mesero su sugerencia para una media botella de vino tinto, y cuando probé el jamón y después tomé un sorbo de mi vino, por poco lloro del placer.

Como ya he comentado, regresar a España es importante para mí; incluso aunque nunca haya estado en Salmanca antes. Y creo que lo simboliza muy bien la cena que tuve hoy, con jamón y vino. Pero ahora me voy a ir a dormir, que mañana empieza el congreso.

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Dejando el gabacho

Estoy a punto de abordar mi avión rumbo a España (vía Francia), y dejar gringolandia. Tengo que regresar en unos días, porque mi avión de Barcelona pasará por Atlanta una vez más en su camino hacia la CDMX.

Bromeando con Eddie le dije que venía porque era posible que, a partir del año que viene, ya no pueda entrar si gana Trump. Yo me reí mucho, pero la mayor parte de los gringos que conocí están aterrados de que si quiera exista la posibilidad de que gane.

Fue muy chido ver a Eddie y ponernos al día. Él tiene su plaza en La Crosse, Wisconsin, un soporífero pueblito que (al ser la pasada la primera semana de clases) está repleto de bellísimas chavitas de 18 años, freshwomen en la Universidad; casi todas rubias, casi todas usando shortcitos todo el día.

No me quejo.

Ahora sí vuelvo a Europa, y en particular a España y Barcelona. En unos días escribiré por qué es importante para mí, pero en verdad me alegra.

Llegué varias horas antes de que mi vuelo despegue, así que busqué un lugar de hamburguesas gringas y chafas porque ha sido una tradición para mí siempre que como en un aeropuerto gringo; sin embargo no encontré, y me tuve que “conformar” con una hamburguesa fina acompañada de una copa de Malbec sorprendentemente buena.

Tampoco me quejo.

Esta es la primera vez que paso por el gabacho sin en ningún momento cambiar dinero o sacar efectivo de un ATM. En gran medida fue porque Eddie (siguiendo la tradición que tenemos al visitarnos) insistió en pagar casi absolutamente todo; pero las pocas cosas que yo compré (como mi hamburguesa y copa de vino), sencillamente usé mi tarjeta. Así que también será la primera vez que me vaya sin dólares que me sobran y que luego no sé qué hacer con ellos.

También fue la primera vez que no tuve mi celular en modo avión, ni que compré una tarjeta SIM (para menos de 3 días se me hizo demasiado); sencillamente usé mi SIM Telcel, incluyendo el uso de datos todo el tiempo. Telcel me envió un mensaje anunciándome alegremente que podía usar mi celular con las mismas tarifas que en México; por supuesto no les creo, pero mientras no me cobren de manera irracional (más del doble de lo que normalmente pago, por ejemplo), por mí está bien. De hecho hasta diría que fue buen servicio.

Así que me dispongo a dejar los Estados Unidos; como decía arriba, regresaré el mismo día que llegue a México, pero sólo estaré en Atlanta un par de horas hasta que salga mi vuelo a México.

Espero que ahí sí encuentre un Carl’s Jr.

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A España cinco años después

Una vez más estoy en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México esperando abordar mi vuelo. Tengo un congreso en Salamanca y una estancia de investigación en Barcelona; regreso el 25 de septiembre. Este fin de semana aprovecharé para visitar a mi cuate Eddie en Wisconsin, y el próximo a Fred y Anna en Colonia, Alemania.

Este viaje es significativo por varias razones, sobre las cuales elaboraré a lo largo del mismo; ahorita sólo comentaré que el proceso para planificarlo fue radicalmente distinto a mi viaje a Grecia el año pasado. Mientras a Atenas viajé de forma apresurada y ligeramente atolondrada, este viaje que empieza hoy lo planeé con bastante tiempo de anticipación, y con mucho más cuidado.

Ya tengo los boletos de avión y autobús de todas las paradas (el tren sencillamente no me convenía), mis hoteles reservados, mis cuates saben dónde y cuándo llegaré y ya planeamos casi todo, etc. También, para variar, llevo mi ponencia terminada (aún me falta afinar algunos detalles de uno de los programas que ejecutaré durante la presentación), y algunos contactos que me pasaron en Salamanca, donde nunca he estado.

Mi primer pasaporte expiraba en enero del año que viene, así que durante este viaje habría tenido menos de seis meses de vigencia, y resulta que así no se puede viajar. Lo renové, lo que causa que ande cargando mi nuevo pasaporte y el viejo invalidado, porque ahí va mi visa gringa. Ya que andaba en trámites renové mi credencial de elector, y tengo mi cita (hasta noviembre) para sacar mi cédula de doctor. También ya tengo mi título de doctor, lo cual es una historia para otro día.

Va a ser un viaje pesado, al menos al inicio; toco siete ciudades en dos continentes y tres países antes de regresar a México, pero la última semana estaré nada más en Barcelona, así que me dará tiempo de relajarme, espero.

Toda la planeación del viaje junto con el inicio de semestre en Ciencias causaron que estuviera bastante estresado estas últimas semanas, así que ahora que estoy por abordar el avión pienso sencillamente descansar y disfrutar el viaje.

Nos vemos del otro lado.

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Star Trek: Sin Límites

El domingo fui a ver Star Trek: Beyond.

Se aplican ya saben.

Star Trek: Beyond

Star Trek: Beyond

Había oído hablar a varias personas mal de esta película, pero aún así fui a verla en pre estreno IMAX (no vale la pena, véanla normal).

A mí me gustó mucho. Sofia Boutella (que me encantó en Kingsman) es maravillosa, la historia está divertida (parece un capítulo largote de alguna de las series de televisión), las actuaciones son pasables (aunque no le dan nada qué hacer a Zoe Saldaña), y los efectos son los que esperaríamos.

No entiendo mucha de la crítica. Ciertamente no es tan ambiciosa como las otras dos películas (el villano, aunque Idris Elba sea la neta, no es tan bueno), pero es una historia pasable y (me parece importante) original.

Y que Beastie Boys sean considerados como música clásica en el futuro debe darle puntos de alguna manera.

Así que véanla; está muy entretenida, no se toma muy en serio, y hay una secuencia fabulosa al ritmo de Sabotage, que probablemente no le sobre a ninguna película en este mundo. Y el mensaje de la película (que es el de la serie), que la tecnología nos permite volvernos mejores como individuos y como sociedad está chido.

Yo sí la recomiendo.

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Jason Bourne

Hace un par de semanas fui a ver Jason Bourne.

Se aplican las de siempre.

Jason Bourne

Jason Bourne

Excepto la cuarta película de Bourne (donde no sale Bourne), he visto todas las películas de la serie en el cine. Así que fui a ver esta quinta entrada al cine.

A mí me gustó mucho la película, pero realmente no tiene mucho sentido de existir. Las persecuciones están increíbles (como siempre), las peleas están increíbles (como siempre), y Jason Bourne actuando como si fuera invencible está increíble (como siempre). Sólo la historia es un parche a lo que se había concluido después de la tercera película. ¿De verdad había necesidad de arrastrar al padre de Bourne a la historia?

La película está chida, el asesinato de Nicky Parsons literalmente me dolió y me pareció una muy buena salida del personaje, y la Vikander es bellísima y me quiero casar con ella. Su personaje es un poquito acartonado, pero de todas formas me quiero casar con ella.

Así que vayan y véanla. Y las escenas de acción justifican verla en el cine.

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Julieta

Hace unas semanas, después de Suicide Squad, fui a ver Julieta. No fue mi idea.

Se aplican las de siempre.

Julieta

Julieta

Generalmente Almodóvar es insufrible cuando hace dramas; Julieta es una de las muestras más demoledoras al respecto. Debería dedicarse a hacer nada más comedias; al menos nos hace reír.

La historia es bastante simple, acerca de una madre y su hija. De hecho, resultaría sorprendente que sacaran una película de una hora y cuarenta minutos de la misma, si no fuera porque es lentísima y aburridísima. Y que realmente no pasa nada durante casi todo el tiempo. Y que el final no resuelve nada, realmente.

Las cualidades más grandes de la película son Adrina Ugarte, que es tan hermosa que hasta distrae, y Rossy de Palma que se roba los quince minutos en que aparece en la pantalla (y provee el poco humor que tiene la historia).

Incluso con su corta duración, yo estaba ligeramente harto como desde la mitad, porque de verdad no pasa nada la mayor parte del tiempo.

No la recomiendo en lo más mínimo, vayan a ver algo o más interesante, o más divertido.

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