25 años

Hace 25 años (más algunas semanas), entré al CCH Sur a estudiar el bachillerato. He escrito al respecto antes; recuerdo con cariño al CCH, pero no definió mi vida. Sin embargo, sí ocurrieron cosas mientras estuve en el CCH que definieron varias cosas en mi vida.

Una de ellas fue que mi primera manifestación, a la que yo fuera por decisión propia, no porque me arrastraban, fue al 25 aniversario de la matanza del 2 de octubre. Ahí comencé a participar en movilizaciones, cosa que técnicamente no he dejado de hacer (aunque mucho menos que cuando era estudiante), ni espero dejar de hacerlo nunca.

Hoy se cumplieron 50 años, y el país ha cambiado bastante; desde 1968 sin duda, pero también desde 1993. Y la movilización de hace cinco décadas tiene mucho que ver, por supuesto.

No fui a la marcha; me hubiera gustado, pero hubiera resultado en que no hiciera nada de mi chamba hoy. Y sencillamente no creo que sea mi lugar; ciertamente no cuando fue una movilización básicamente conmemorativa: agradezco mucho la inteligencia de los muchachos de ahora, que no permitieron que la provocación de hace unas semanas escalara a más de lo que merecía.

Ya no soy estudiante; lo fui mucho tiempo, básicamente viví más años de mi vida como estudiante que como cualquier otra cosa, pero ya no soy estudiante y dudo volverlo a ser. Que no sea estudiante no quiere decir que no pueda participar en movilizaciones conmemorativas; pero ciertamente ya no es el papel primordial que juego. Confío en los chavos de ahora para que se hagan cargo.

El 1° de julio ocurrió algo en este país que nunca había ocurrido; y dios menguante en un par de meses se concretará en los hechos el resultado de estas pasadas elecciones. Y aunque ciertamente había muchachos hace 50 años que participaron en la huelga pensando que sería el primer paso de una gloriosa revolución, lo cierto es que el movimiento del 68 fue primordialmente por la apertura democrática del país.

Que lo consiguieron, si bien a un precio criminal que nunca debió ser considerado y con una tardanza inmoral; en la siguiente década se le permitió la entrada a los partidos políticos de izquierda, lo que resultaría en la candidatura presidencial oficial de 1982 de Arnoldo Verdugo; la rebelión dentro del PRI de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988; la creación del PRD; la victoria en la Majestuosa en 1997; y veinte años después (tras un fraude descarado en 2006), la victoria del Peje a nivel nacional.

Ha sido una marcha desesperantemente lenta, pero innegable, hacia el fortalecimiento de nuestra débil democracia; y todo lo podemos rastrear al movimiento estudiantil de 1968. Falta mucho por hacer; siempre va a faltar mucho por hacer, pero no dudo que, a grandes rasgos, los participantes de hace 50 años estarían, como yo, cautelosamente optimistas del futuro. Ciertamente mucho más que básicamente en todo el tiempo que ha transcurrido desde entonces.

En ese sentido, este aniversario de la matanza del 2 de octubre es fundamentalmente distinto de todos los anteriores. Este país nunca olvidará la masacre de hace 50 años; pero me parece que por primera vez desde entonces podemos estar genuinamente optimistas de que toda esa sangre, todos esos muertos, todas esas movilizaciones y todos estos años de lucha sirvieron de algo. Falta que de hecho así resulte.

Pero repito: cautelosamente optimista.

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Resident Evil

Un mes después de mi platino en Bloodborne, obtuve el de Resident Evil.

Resident Evil

Resident Evil

Resident Evil es uno de los juegos históricos del PlayStation, al cual se refieren múltiples gamers como uno de los juegos seminales en el género de “horror de supervivencia” (survival horror). Cuando la remasterización para el PS4 apareció gratis para los miembros de PS+, yo lo bajé y me dije que algún día lo jugaría. Es de un solo jugador, así que lo podía jugar cuando yo quisiera, sin tener que preocuparme de que cerraran servidores o cosas por el estilo.

Y por idiota fue de los primeros juegos que jugué en mi PS4.

No me malentiendan; el juego está divertido y sí me interesaba ver por qué tanta alharaca. Sólo que lo que ocurrió fue que se bajó el juego (todavía no descubría que podía “comprar” los juegos gratis de PS+ y no bajarlos hasta después) y me salió la notificación de que el juego se había instalado. Yo seleccioné la notificación, suponiendo que me diría a qué hora había terminado y cosas así.

Lo que hizo fue iniciar el juego, incluyendo instalar los trofeos correspondientes en mi cuenta.

No me arrepiento, pero ciertamente hubiera preferido jugarlo cuando yo decidiera; no cuando yo cometiera una estupidez.

El juego fue escrito originalmente para el PlayStation (el original) en 1996; en 2002 lo rehicieron para el GameCube; y en 2015 remasterizaron esa versión para el PS4, entre otras consolas. Hago notar que la portada de arriba no es la portada de Resident Evil; las remasterización individual nunca salió sola, me parece, nada más junto con la remasterización de Resident Evil Zero, en una colección llamada Resident Evil Origins Collection. La portada de arriba la hallé en la red cuando busqué “Resident Evil PS4 cover” y decidí usarla aquí.

Se nota la edad del juego; tiene cámara fija, cada vez que se atraviesa una puerta hay una animación desesperante (que se usaba en la versión original para poder cargar la siguiente habitación), apuntar las armas es terriblemente engorroso, y no hay mucho qué explorar en la mansión infestada de zombies (ya sé que supuestamente no son zombies, pero a mí nadie me engaña; esos son zombies).

En trofeos es bastante noble, aunque hay que terminar el juego en un montón de combinaciones de dificultad (incluyendo una engorrosa versión donde los enemigos son invisibles, porque por qué no), adquiriendo coleccionables y logrando que sobrevivan y/o mueran varios personajes. En general se pueden hacer al mismo tiempo varias combinaciones, pero como yo nunca había jugado el juego terminé jugándolo como cuatro veces. No estuvo tan mal; es más bien corto.

De cualquier manera está entretenido y me gustó mucho el personaje de Jill Valentine.

Jill Valentine

Jill Valentine

Chris Redfield no tanto, pero también es pasable. Como sea; puedo ver el atractivo del juego hace 20 años, pero justamente después de haber jugado Bloodborne, la verdad es que Resident Evil hasta da un poco de risa.

En febrero va a salir una versión completamente rehecha de Resident Evil 2 y un montón de gente se ve muy interesada en la misma. Supongo que lo llegaré a jugar; con algo de suerte, eventualmente saldrá para el PS4 una nueva versión de Resident Evil 4, que se supone es el juego que definió muchos de los estándares de los juegos de disparos de tercera persona, que es básicamente mi género preferido.

En 1996 (hace 22 años), Resident Evil debió ser espectacular. Hoy en día se defiende, pero se nota su edad; está divertido, pero prefiero los juegos más fluidos que tenemos hoy en día.

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Las pataleadas del muerto

Lo que sigue es lo que sabemos con certeza.

El 20 de agosto (hace dos semanas y media), Miranda Mendoza Flores salió del CCH Oriente en Iztapalapa. La muchacha de 18 años nunca llegó a su casa; su familiares recibieron una llamada exigiendo dinero para que la liberaran y su cadáver desnudo y calcinado fue encontrado en Cocotitlán, Estado de México, al otro día de que desapareciera.

El 27 de agosto, en el CCH Azcapotzalco, estudiantes del plantel tomaron las oficinas administrativas exigiendo la renuncia de María Guadalupe Patricia Márquez, la directora del plantel, protestando que no se abren los grupos necesarios y demandando otros puntos relacionados con la mejora del plantel. No que ahora haga mucha diferencia, pero la directora renunció 3 días después, 30 de agosto (hace exactamente una semana).

El lunes 3 de septiembre, los muchachos de Azcapotzalco fueron a Rectoría a exigir el cumplimiento de sus demandas y en solidaridad con los familiares de Miranda, cuando al menos dos autobuses de porros llegaron y comenzaron a atacar a los estudiantes, que respondieron a la agresión. Esto resultó en una trifulca con 6 heridos, 2 de ellos todavía graves y uno en particular con la posibilidad de perder un riñón.

Lo que sigue es mi perspectiva de lo que ha ocurrido.

El secuestro y asesinato de Miranda es absolutamente inaceptable; lo sería en cualquier contexto, pero desde mi perspectiva es agravado por el hecho de que es joven, de que es mujer y de que es estudiante de la UNAM. La situación en Azcapotzalco no me queda del todo clara (hace años que no tengo contactos en Azcapo), pero parece suficientemente legítima como para que la directora renunciara y todo apuntaba a que se estaban dando las cosas de tal manera que se iba a atender las demandas de los muchachos.

Ambos problemas no son (o no eran) políticos; el primero es la situación de inseguridad que se vive en la CDMX y el EdoMex, especialmente contra mujeres; y el segundo era (al parecer) demandas legítimas de estudiantes alrededor de temas principalmente académicos.

Lo que pasó el lunes, que nos tomó a todos de sorpresa (excepto los que lo planearon, supongo), convirtió de repente esto en un asunto político.

Lo que sigue es especulación mía. Pero todo es basado en suposiciones (espero) inteligentes.

La evidencia de que llegaron porros a golpear a los estudiantes del CCH Azcapotzalco es irrebatible; fue algo planeado y (con casi absoluta certeza) pagado. Lo que por supuesto nos lleva a preguntarnos: ¿quién lo planeo? Que la única manera sensata de hacerlo es preguntar: ¿por qué?

La respuesta que en otras circunstancias podría haber sido obvia (las autoridades de Azcapo) no tiene mucho sentido; la directora del plantel había renunciado 4 días antes. Sin duda alguna era el punto más complicado de lo que pedían los muchachos; si ya se había cedido en eso (que muesta disposición a querer resolver el asunto lo más rápidamente posible), ¿para qué provocar a los muchachos? Lo mismo casi de inmediato descarta a la Rectoría de la UNAM.

Los grupos de porros son históricamente incapaces de tener iniciativa propia (especialmente por la necesidad de trasladarse hasta el sur de la Ciudad); supongo que no podemos descartar que actuaran por su cuenta, pero es básicamente inédito, además de que al parecer fueron múltiples grupos actuando de manera coordinada.

¿El gobierno de la CDMX? Sin duda es posible, pero ¿qué ganarían? Especialmente dado que Coyoacán (donde se encuentra Ciudad Universitaria) es de las 4 delegaciones que ganó la alianza en la que se encuentra el PRD.

Lo que deja (como generalmente ocurre con mi pobre universidad) a grupos a nivel federal que quieren usar a la UNAM como balón político. Y a ese nivel sólo hay dos posibles actores; el gobierno federal saliente, encabezado por Peña Nieto; y el que va a entrar en diciembre, encabezado por López Obrador.

Ya oí una teoría ridícula de por qué fue el Peje, pero supongo hay que discutirla. La teoría de la conspiración va más o menos así: el Peje quiere que renuncie Graue para él poder imponer a un rector de su gusto; y quiere que sea antes de diciembre para que no se le atribuya nada a él. Por supuesto esto supone que el Peje controla a varios grupos de porros (que no usó en el 2006); que esto de alguna manera va a desembocar en la renuncia de Graue (suerte con eso); que él va a poder decir quién lo reemplazaría (no del todo descabellado, pero muy lejos de seguro); y que todo esto ocurrirá en los 3 meses antes de que tome protesta.

Dejando de lado que el Peje nunca ha optado por la violencia, está el pequeño detalle de que la UNAM es, intrínsecamente, de los aliados más fuertes que tiene. Por supuesto hay mucha gente en la UNAM que detestan al Peje o (como yo) que les cae muy mal. Y por supuesto hay grupos de “izquierda” que se sienten amenazados de que su gobierno sí mejore el problema de desigualdad, lo que evidentemente evita que se agudicen las contradicciones y que llegue la gloriosa revolución, que es lo único que realmente puede arreglar las cosas (según ellos). Pero cerca del 75% de profesores y estudiantes de la UNAM votaron por él; y un porcentaje muy alto de esos le da al menos el beneficio de la duda. Por no mencionar que los egresados de la UNAM van a regresar a las administraciones federales, cosa que muchos de aquí apreciamos.

Sería ridículo que el Peje hiciera algo así de burdo, cuando si espera que llegue diciembre, podría hacer algo mucho más sutil y efectivo para asegurar que en las autoridades universitarias quede gente allegada a él. Bueno; más allegada. De hecho eso será lo que debemos vigilar todo su sexenio; porque habremos votado por él, pero la Autonomía Universitaria es la Autonomía Universitaria.

En la asamblea que tuvimos en Ciencias (que no fui, porque ya superé esa etapa de mi vida, muchas gracias), me contaron mis informantes que ni siquiera había comenzado y ya había quienes querían echarle la culpa al Peje, de alguna manera. Y ciertamente estos grupitos de “izquierda” que tiene la UNAM (los que escriben “facismo”) lo quieren poner como si fuera peor que los priistas y panistas juntos. Si somos generosos, desde su punto de vista la única manera de cambiar las cosas es con una gloriosa revolución; por definición las elecciones no funcionan y entonces el Peje es lo mismo de siempre. Si no somos generosos, estos grupitos subsisten de estudiantes sin oportunidades que utilizan como carne de cañón, y sí las cosas mejoran entonces tendrán menos de esos.

De cualquier manera, el Peje ha contribuido a que existan estas teorías pendejas de que él es el responsable de la provocación del lunes; el muy tarado ha actuado desde el 2 de julio como si ya estuviera gobernando… y todavía no está gobernando. Puede salir a las escaleritas de sus oficinas a leer sus pronunciamientos pendejos, pero mientras no tome protesta no es todavía el presidente. Y sí, también es culpa de los tarados actuales, que han dejado ingobernable grandes secciones del país y los vacíos de poder tienden a llenarse como sea, incluyendo al tarado del Peje leyendo pronunciamientos pendejos desde las escaleritas de sus oficinas. Pero aún no está gobernando.

Como sea; si no fue el Peje, la única otra opción (si concuerdan con mi análisis) es que sea Peña Nieto. ¿Y qué podría ganar él (su grupo)?

Varias cosas, pero ninguna muy sustanciosa; deslegitimar a la UNAM; deslegitimar al Peje; crear un desmadre a un mes del 50 aniversario del 2 de octubre (lo que facilita varias semanas de movilizaciones estudiantiles); vengarse de manera mezquina de que todo mundo lo pendejeó de su último “informe” de gobierno.

Las pataleadas del muerto, en otras palabras.

Yo, como normalmente ocurre conmigo, estoy cautelosamente optimista. La asamblea de la Facultad de Ciencias votó por un paro de 48 horas; está bien, es la respuesta que suele dar Ciencias. La asamblea fue (me comentan) nutrida y dentro de lo cabe civil. Y las movilizaciones de ayer fueron masivas, pero festivas y ejemplarmente pacíficas. Probablemente como 4/5 partes de los estudiantes que se movilizaron ayer votaron por el Peje.

Aunque inicialmente no me gustó la respuesta de Graue, ya leyéndola con cuidado la veo mejor. Tampoco es extraordinaria, pero está bien. Las autoridades universitarias están respondiendo, en lugar de aplazar o hacerse güeyes; saben lo que está en juego. No dudo que las movilizaciones continúen al menos hasta el 2 de octubre; y eso está bien: la violencia contra estudiantes es inaceptable bajo cualquier circunstancia. Pero espero que esto no escale todavía más; que es por supuesto lo que buscan los que provocaron en primer lugar.

Confío en que los muchachos no caeran en próximas provocaciones; la movilización de ayer apunta a esto. Y al fin y al cabo es en gran medida por estos muchachos que por fin vamos a tener a un presidente de izquierda en este país.

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Bloodborne

Un mes después de obtener mi platino en Batman: Arkham Origins, obtuve el platino de Bloodborne.

Bloodborne

Bloodborne

Bloodborne fue el primer juego nativo que jugué en el PS4, no una remasterización. Mis registros de trofeos muestran que me llevó unas cuatro semanas obtener el platino; pero eso es una mentira vil; me llevó varios meses, nada más que el juego (especialmente para mí, que nunca jugué ninguno de los juegos Souls) es bastante difícil y obtener el primer trofeo me llevó varias semanas.

El juego es excelente en el combate, de los mejores que he jugado. El ambiente también es espectacular, en la gótica y decadente ciudad de Yharnam. La música le queda al tono del juego, si bien no es de las mejores que he oído. Los gráficos son de los mejores que he visto en mi PS4, si bien el juego a veces tartamudea un poco. Y todos los elementos RPG del juego son muy divertidos; de hecho es de los pocos juegos que he continuado jugando después de obtener el platino, para poder maximizar las estadísticas de mi avatar.

Dicho todo lo anterior, Bloodborne tiene una historia pendejísima. Y ya sé que mucha gente la defiende porque es del estilo de las mamadas que escribía H. P. Lovecraft; el problema es que esas mamadas nunca me han gustado a mí (además de que el racista de Lovecraft siempre me ha caído mal).

La premisa principal (tanto de Lovecraft como de Bloodborne) de que los seres humanos estamos destinados o bien a una feliz ignorancia o bien a una inevitable locura si obtenemos los conocimientos del universo va en contra de todo lo que soy yo, como científico. Me parece una herramienta terriblemente perezosa al momento de crear una narrativa: no podemos explicar todo, porque de hecho no podemos comprenderlo como simples mortales.

Mamadas.

Eso no quita que el juego esté muy divertido si uno perdona el oscurantismo pretencioso de nunca explicar realmente nada a fondo. Los monstruos están chistosos y el combate es espectacular, además de que hay una cantidad ridícula de armas y de pociones (todas girando alrededor de la sangre, por alguna razón) y de marcas y de mostros.

Y no puedo dejar de mencionar los calabozos de cáliz (chalice dungeons), que son calabozos generados de manera aleatoria, aunque se pueden reproducir si uno tiene la semilla del generador de números aleatorios que aquí se les conoce como glifos (glyphs); aunque después de un rato todos los calabozos terminan pareciéndose, la verdad es que sí le agregan un montón de horas de juego a Bloodborne, especialmente si uno anda cazando materiales para mejorar las armas del arsenal.

El juego me hizo querer jugar los de la serie Souls, así que probablemente compre la trilogía remasterizada que acaba de salir para el PS4. Y es un buen juego insignia de la consola; si bien la historia sigue siendo estupidísima.

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RAID

Alrededor de la fecha en que publiqué mi entrada de Tenochtitlán, Aztlán comenzó a actuar de manera extraña. Me metí a ver qué pasaba (era fin de semana, así que no estba en CU) y el sistema de archivos estaba en modo de sólo lectura. Rezándole a dioses oscuros decidí reiniciarla; y a los dioses oscuros les valió madre, porque no regresó a la vida.

Al otro lunes llegué con mis desarmadores y un lector USB 3 de discos duros SATA, porque supuse que un disco duro había pasado a mejor vida. Y efectivamente eso fue lo que pasó; después de que lidié con todo lo que voy a platicar en esta entrada, verifiqué en la red y resulta que el disco duro (de 500 gigabytes) es del 2009, así que tenía 9 años funcionando. Honestamente no recuerdo si me lo dieron con mi computadora viejita al llegar a la Facultad o si lo traje de mi casa. Ambas opciones son posibles.

Como sea; el disco estaba en una situación precaria: mostraba que tenía una partición, pero la misma ni siquiera podía identificarse a sí misma. Eventualmente pude recuperar la información del disco usando ddrescue, excepto por algunos mensajes de la bitácora, que probablemente fue lo que desencadenó el problema: el disco comenzó a dar problemas; lo que causó la generación de múltiples mensajes de error; que la bitácora trató fielmente de guardar; lo que hizo que diera más problemas; etc. El disco duro justo contenía la partición con /var donde viven los mensajes de la bitácora o log (en /var/log).

Un par de semanas antes del incidente tengo 1 mensaje de ata1: SError: { PHYRdyChg 10B8B DevExch } entre otros; una semana después tendría 37; y el día que murió el disco duro tenía 305.

Aztlán de hecho tiene una cantidad decente de disco duro, así que moví todo el contenido de esa partición al disco duro principal de la máquina y la reviví; una vez que recuperé dicha información, obviamente (es una maravilla ddrescue, sólo entendiblemente lento). Aztlán quedó algo apretada en espacio, pero funcional, así que pedí un disco duro de 2 terabytes a Amazon, que en cuanto llegó lo instalé y todo regresó a la normalidad.

Sólo quedé algo ciscado; en /var también están las bases de datos de mi instancia de GitLab (¡y del Pensadero!), así que pedí otro disco duro de 2 terabytes a Amazon y se me ocurrió ir haciendo en Tenochtitlán un espejo diario de básicamente todo Aztlán. Pero Enrique me dijo que por qué mejor no hacía un RAID, que debo admitir ni siquiera se me había ocurrido.

El nuevo disco duro entonces lo puse en Tenochtitlán, donde procedí a crear un RAID 1 con los dos discos de 2 terabytes que tienen. En los hechos entonces sigo teniendo el mismo espacio; pero en cuanto agregue otro disco duro al RAID puedo convertirlo a nivel 5 y entonces tendré 4 terabytes distribuidos entre 3 discos de 2 terabytes. El tercer disco provee redundancia; el RAID puede perder completamente uno de los tres discos (o de los 2, mientras lo mantenga en nivel 1) y en cuanto lo reemplace puede comenzar a regresar a la normalidad sin en ningún momento perder datos o tiempo arriba.

Y puedo seguir agregando discos hasta que me harte.

Sobre el RAID 1 tengo un volumen lógico (LVM) para tener dos particiones; la memoria virtual (swap) de Tenochtitlán la tengo ahí, que es medio ridículo, porque tengo tanta memoria RAM que la virtual literalmente nunca ha sido usada, pero pues siempre he tenido memoria virtual y con tanto disco duro no veo por qué escamotearlo. El resto del volumen está para varias cosas en Tenochtitlán, pero básicamente es para respaldos. Comparto vía NFS un directorio del RAID con Aztlán para que diario haga un respaldo de toda la información importante de ella; y por supuesto también respaldo a Tenochtitlán.

Tener el LVM encima del RAID me permite rápidamente cambiar el tamaño de las particiones, que supongo será necesario cuando comience a crecer el tamaño del RAID (la próxima semana, con casi toda certeza). Y el RAID me permite no tener que preocuparme de que alguno de los discos duros de mis máquinas se muera (que inevitablemente volverá a ocurrir). Si se muere un disco duro del RAID sólo lo tengo que poner en modo de sólo lectura mientras reemplazo el disco duro dañado; si se muere alguno otro de los discos duros de alguna de mis máquinas en CU, únicamente tengo que cambiarlo y restaurar el respaldo. Cabe la posibilidad de que pierda hasta 24 horas de información; pero lo que más cambio en Tenochtitlán son mis documentos y esos los tengo en Git, que actualizo casi religiosamente y el servidor está en la instancia de GitLab de Aztlán. En Aztlán podría perder un par de entradas en el blog, pero como no escribo diaro dudo mucho que eso ocurra.

Me está gustando la configuración; cuando era estudiante pobre ni siquiera me pasaba por la cabeza el sacrificar todo un disco duro para poder utilizar RAID; hoy en día me importan mucho más mis datos que el costo de un disco duro, así que tiene todo el sentido del mundo hacerlo. Tanto es así que estoy seriamente pensando en hacer lo mismo en mi casa; armar una computadora especial para que funcione como NAS exportando vía NFS directorios a mis otras computadoras. Podría reemplazar a Atom, mi servidorcito casero (o mejor dicho; sería la nueva encarnación de Atom) y a mí media center; o podría tener un media center chiquitito que al iniciar montara los directorios con videos y demás del NAS.

Pero eso será a largo plazo (y con una inversión de dinero no despreciable, si lo hago como se me antoja); por ahora al menos mis datos en la UNAM (que incluye información de cursos y demás) están protegidos.

A menos que se queme mi cubículo, por supuesto.

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Batman: Arkham Origins

Cuatro meses después de terminar The Saboteur, obtuve mi platino de Batman: Arkham Origins.

Batman: Arkham Origins

Batman: Arkham Origins

A pesar de haberme dicho que regresaría en serio a mi hobby de gamer, no me supe organizar y durante esos cuatro meses sólo jugué este juego y The Playroom, que ni siquiera tiene platino.

Origins lo compré usado en un BlockBuster antes de que tronaran; y me produce sentimientos encontrados: es un juego de Batman en la serie Arkham, así que me encanta; pero no le llega ni a los talones a City. Sin embargo, tampoco es una basura como mucha gente dice; sólo en comparación con su antecesor sí queda muy mal parado.

La historia ocurre diez años antes que Asylum y relata los primeros días de Bruce Wayne como el Caballero Nocturno. También relata la primera aparición de varios de los súper villanos de la galería de Batman, en particular Joker. El juego es muy similar a los del resto de la serie Arkham, pero agrega una opción de viaje rápido (fast travel) que eliminaron en Batman: Arkham Knight para reemplazarla con el batimóvil; y además incorpora una modalidad de multijugador en línea, que es probablemente de las peores ideas que a cualquiera se le podría ocurrir para un juego de Batman (pero lo hicieron también con un juego de God of War, así que no se los echo demasiado en cara).

También es de los juegos más inestables que he jugado en mi PS3; me tronó a la mitad de estar jugando en múltiples ocasiones.

El juego tenía demasiadas circunstancias en su contra para que le fuera bien: era la tercera parte de una franquicia terriblemente exitosa, lo que casi garantizaba que decepcionaría; estaba escrito, producido e implementado por otro estudio, lo que probablemente explique la inestabilidad del juego; y era una precuela, que generalmente es difícil que salgan bien. Además, no contaba con el elenco de actores originales (en particular el actor del Joker hizo su mejor esfuerzo, pero es obvio que es un imitador de Mark Hamill como el Joker) y fue el último juego en esa generación de consolas, cuando era obvio que todos los estudios importantes estaban trabajando en los nuevos motores para las nuevas generaciones.

En su favor tiene que sigue siendo un juego de Arkham; que la historia aunque sea mafufa está divertida; y que la música es espectacular; tiene la mejor idea del mundo mundial: utilizar una versión sin voces y oscura de Carol of the Bells como tema musical del Joker. Es espectacular, en particular cuando lo integran a las apariciones del personaje en la historia.

En trofeos es en general sencillo; pero como agregaron la opción idiota de multijugador en línea, tuve que interactuar con otros seres humanos para sacarlos, lo cual detesto. No fue difícil, nada más lento y tardado. Lo que sí es que tuve la suerte de que justo cuando me faltaban únicamente un par de trofeos, anunciaron que cerrarían los servidores del juego unas semanas después, lo que eventualmente imposibilitaría obtener todos los trofeos del juego. Terminé de coleccionar todos los trofeos un mes antes de que cerraran los servidores y justo en ese momento un montón de gente se lanzó a tratar de completar el juego antes de que fuera imposible hacerlo. Yo me salvé de todo eso.

Como sea, Origins es sin duda la entrada más débil de todos los juegos de Arkham… pero sigue siendo uno de los juegos de Arkham, así que si pueden juéguenlo.

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Tenochtitlán

Estaba esperando un hecho específico para escribir de la nueva encarnación de Tenochtitlán, pero está tardando más de lo que yo esperaba, así que mejor lo hago de una vez.

Tenochtitlán es la máquina de escritorio que utilizo en mi cubículo de la Facultad de Ciencias. Aztlán es el servidor, es la máquina que vive con una IP pública; de hecho está en la LAN del Departamento de Matemáticas, pero los de cómputo de la Facultad redirigen el tráfico que llega a la IP pública a la IP interna que tiene Aztlán en dicha LAN.

Aztlán tiene dos tarjetas de red: una que usa la IP de la LAN interna del departamento (y a la que le llega el tráfico de la IP pública); y otra que la conecto a un conmutador (swticher) que a su vez es un punto de acceso inalámbrico en mi cubículo. El punto de acceso está detrás de Aztlán para que el tráfico de mi red interna no contamine el tráfico de la LAN del departamento.

Del punto de acceso se cuelgan todos mis dispositivos personales; mi impresora, mi laptop, mi teléfono celular… y por supuesto Tenochtitlán, que como ya dije es mi computadora de escritorio.

Red del cubículo

Red del cubículo

Se llama Tenochtitlán porque le sigue a Aztlán.

Como sea; la historia de Tenochtitlán es interesante. Nada más debo enfatizar que ya tiene años que cuando hablo de computadoras, no me refiero al hardware; me refiero a la instalación de Linux que vive en esa computadora. Cuando actualizo mis equipos nada más muevo dichas instalaciones del hardware viejo al hardware nuevo; para mí (y en los hechos) la computadora sigue siendo la misma aunque tenga hardware completamente distinto.

En otras palabras, lo que me importa es el alma, no la carne.

Cuando llegué a mi cubículo, me dieron una computadora viejísima, una Dell Inspiron del año del caldo. Estoy casi seguro que tenía un procesador Celeron y como 512 megabytes de memoria; pero no lo puedo garantizar porque nunca usé esa máquina, realmente. Hacía poco que había actualizado la computadora de mi casa (a un Core i7-4790 a 3.60GHz en una placa madre Gigabyte Z97X-SLI-CF), así que llevé la placa madre, procesador y memoria del hardware viejo en mi casa (un Core 2 Quad con 4 Gb de memoria) y se los puse al gabinete de la Dell Inspiron. La placa madre, procesador y memoria de la Dell Inspiron los guardé en una caja en mi cubículo y me olvidé de ellos.

Esa fue la primera encarnación de Tenochtitlán, que debí usar como 15 minutos, porque me harté de la velocidad glacial (comparada a la de mi casa). Así que compré un clon un poco más modesto de la computadora que tenía en mi casa; placa madre muy parecida (un poquito peor, una Gigabyte H97-Gaming 3), procesor muy parecido (un poquito más lento, un Core i7-4770 a 3.40GHz) y exactamente la misma memoria, 16Gb. Tenía dinero de haber estado trabajando en el INE.

También compré el gabinete más barato que pude encontrar y llevé todo esto a mi cubículo, reportándolo propiamente. Ya corriendo la máquina en mi cubículo, procedí a transplantar Tenochtitlán a su segunda encarnación; y el hardware viejo de Tenochtitlán (el Core 2 Quad) se convirtió en Aztlán, que también fue de las razones para hacer todos esos movimientos.

El monitor, teclado y ratón eran los que me habían dado junto con la Dell Inspiron, aunque también llevé un ratón óptico viejo que tenía en mi casa, porque el de la Dell era de los que todavía tenía bola.

Así funcionaron las cosas un par de años, hasta que pedí un proyecto y del mismo saqué dinero para actualizar mi computadora de escritorio. Lo cual está muy bien, no tanto por mi máquina de escritorio, sino por Aztlán; entre mi blog, mi lector RSS, mi instancia de GitLab y varias otras cosas, la pobre máquina (con nada más 4Gb de memoria) ya estaba en las últimas.

Como en mi proyecto pedí un presupuesto razonablemente alto para mi computadora, esto me permitió comprarme una máquina bastante buena.

Tiene un procesador Core i7-7700k a 4.2Ghz, una placa madre Asus Sabertooth Z170 Mark 1 y 32Gb de memoria Corsair Vengeance a 3000Mhz de velocidad. Además tiene un disipador de calor Cooler Master Evo 212, un disco duro M.2 NVME Kingston SKC1000 de 240Gb para el sistema operativo, un disco de estado sólido Kingston 400 de 240Gb para mi ${HOME} y un disco de duro mecánico híbrido SeaGate Firecuda ST2000DX002 de 2 Tb para datos. Todo esto está dentro de un gabinete Cooler Master MasterCase Pro 5 con seis ventiladores de 120 milímetros (dos de ellos abrazando al disipador) y uno extra de 140 milímetros. Por último, pedí un ratón HP OMEN X9000 y un teclado HyperX Alloy FPS Cherry MX Red, junto a un monitor LG ultrawide (21:9 en lugar de 16:9) de 29 pulgadas; curvo, por supuesto. Todo está alimentado por una fuente de poder Thermaltake Smart M de 850 watts, semi modular. Ah, y unas bocinas Amazon Basics A100, nada más porque las bocinas USB que usaba antes eran realmente una tarjeta de sonido USB. Esto causaba que no funcionara nada más conectar y desconectar mis audífonos de la computadora; tenía que cambiar de tarjeta de sonido en mis aplicaciones, lo cual era muy molesto.

Si saben el estado actual del equipo de cómputo para escritorio moderno, exceptuando por la falta de una tarjeta de video discreta de alto nivel, acabo de describir una buena (aunque no excelente) plataforma para un gamer. Esto no es accidental; desde hace ya varios años resulta que el mejor equipo de cómputo para trabajar suele ser también el mejor equipo para jugar. Lo único malo es que todo incluye iluminación RGB, que desde mi punto de vista es de tan buen gusto como los microbuses con luces de neón.

Y hubiera comprado también una tarjeta de video discreta; nada del otro mundo, algo como una Nvidia GTX 1050 Ti, pero gracias a los mineros de criptomonedas el precio de los GPUs se ha disparado al cielo (aunque al parecer está a punto de caer de nuevo). Y realmente no la necesito; es una máquina para trabajar, no para jugar: esa computadora nunca va a tener Windows instalado.

La computadora llegó en piezas y la armé yo, porque he venido armando mis propias computadoras (excepto laptops) desde hace casi veinte años. Me llevó varios días por algunos inconvenientes que no preví; el procesador venía sin disipador (hasta ahora siempre había usado el disipador incluido en los procesadores Intel), así que tuve que ir de emergencia a comprar el disipador Cooler Master. Luego no lograba que la placa madre llegara a POST, porque el procesador no estaba soportado; tuve que actualizar el BIOS vía USB, pero además determinar que ese era el problema me llevó horas. Y por último decidí quedarme con el monitor ViewSonic de 24 pulgadas al que nos actualizaron a todos los profesores (me parece) en el departamento. Lo puse en modo vertical al lado del monitor ultra ancho y está excelente para escribir; puedo tener el PDF de salida de \LaTeX en ese monitor, lo que me permite ver una hoja en tamaño mucho mayor al natural.

Doble monitor

Doble monitor

Pero eso significó comprar un brazo para el segundo monitor. Por suerte, todos los extras también están cubiertos por el presupuesto de mi proyecto.

Una vez terminada la tercera y última (por ahora) encarnación de Tenochtitlán, procedí a reencarnar Aztlán en el viejo hardware de la primera, lo cual fue mucho más sencillo, pero aproveché que mi cubículo ya parecía zona de guerra para abrir la computadora y darle una buena limpiada. Por último, saqué mi Core 2 Quad del gabinete de la Dell Inspiron y le regresé su hardware original, que devolví al departamento.

Esta combinación de gabinete, fuente de poder y hardware en general me permitían hacer por primera vez algo a lo que nunca me he aventado; enfríar la computadora con líquido en lugar de aire. Pero la verdad, aunque un AIO sí me animaría a ponerlo (digamos, el Cooler Master Nepton 240m), cualquier otra cosa me daría terror que hubiera fugas: a veces pasan semanas sin que esté en mi cubículo (por ejemplo en vacaciones) y no podría ir de inmediato a reparar una fuga de líquido en mi computadora. Además, no planeo aumentar la velocidad de reloj (overclock) del CPU (aunque sí activé el turbo para que llegue a 4.5Ghz), no tengo GPU y con 7 ventiladores (dos al frente, dos abrazando al CPU, dos arriba y uno grande detrás), el CPU se mantiene bastante fresco, quedándose a no más de 46° cuando compilo Chromium con todos los núcleos utilizándose al 100%.

La nueva encarnación de Tenochtitlán es notablemente más rápida que la anterior (en particular el disco duro NVME es ridículamente rápido) y la verdad se ve bastante impresionante la configuración con 2 monitores, uno de ellos vertical. Es una buena máquina y espero que me dure al menos unos cinco años.

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Misión: Imposible Repercusión

El fin de semana fui a ver Mission Possible: Fallout, porque por qué no.

Se aplican las de siempre.

Mission: Impossible Fallout

Mission: Impossible Fallout

Esta última entrega de Mission: Impossible ha sido laureada como la mejor de toda la saga; algunos dicen que es la mejor película de Tomás Crucero. Yo la verdad no veo la razón de tanta alharaca; sin duda alguna está divertida, pero no creo que sea mucho mejor que las anteriores.

Como sea; la recomiendo ampliamente porque es hilarante en varias partes (las situaciones en las que la IMF se encuentra son tan, valga la rebuznancia, imposibles que no queda de otra sino reírse); porque Rebecca Ferguson es una mujer básicamente perfecta; porque está simpático ver de nuevo a Michelle Monaghan como la sufrida ex-esposa de Ethan Hunt; porque Vanessa Kirby es encantadora como la Viuda Blanca (y está muy simpático que sea la hija de Max, de la primera película hace 22 años; y que como su madre no pueda quitarle las manos de encima a Ethan); porque Henry Cavill es imponente como un mastodonte mirando al zotaco de Tom Cruise (aunque la verdad lo desperdician un poco); y porque tiene acción idiota todo el tiempo.

Pero no sé en buena conciencia quién podría decir que es una “buena” película. Es un churrito de acción muy bien hecho, divertido y que cumple su cometido. Y sí, es impresionante ver como Tom Cruise arriesga su vida con escenas de acción cada vez más ridículas y peligrosas, pero la verdad no voy al cine a ver eso. Si lo hubieran filmado todo en pantalla verde con CGI y sin arriesgar la salud de nadie, yo creo que me hubiera gustado igual.

De cualquier manera vayan y véanla; sin duda alguna vale la pena verla en el cine y nada más por las encantadoras féminas que aparecen se justifica el precio del boleto.

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The Saboteur

Una semana después de obtener mi trofeo en Uncharted: Drake’s Fortune Remastered, obtuve el de The Saboteur.

The Saboteur

The Saboteur

A pesar de que la diferencia entre este platino y su predecesor fue de una semana, el tiempo total que estuve jugando The Saboteur fue de nueve meses. Esporádicamente. The Saboteur es todavía de los juegos que compré en mi viaje a California en 2011; acostumbraba ir a GameStop y comprar juegos usados que estuvieran en menos de 5 dólares y que hubiera leído en línea que pudieran gustarme. No sé exactamente cuántos juegos compré entonces, pero sí fueron decenas; y (como puede verse) no he terminado con todos, todavía.

Me encantó The Saboteur, pero exceptuando hacia el final, nunca lo jugué con mucha regularidad. Fue hasta que compré mi PS4 y que me dije que era hora de retomar mi hobby de gamer que por fin me dediqué en serio a terminar el juego.

Como decía arriba, me encantó The Saboteur; como su nombre indica uno juega como un saboteador de la resistencia francesa (aunque el personaje es irlandés) durante la ocupación nazi de París en la Segunda Guerra Mundia. El juego es en blanco y negro (excepto algunos toques de color, como los rojos nazis) mientras uno no “libere” (le dicen “inspirar”) una zona y cuando uno por fin libera una zona, el juego es hermoso mostando en glorioso color un París casi caricaturesco

París

París

La música es espectacular; el modo de juego es bastante divertido, siendo de mundo abierto (bien podría llamarse Grand Theft Auto: French Resistance) y esto incluye manejar un montón de carros preciosos de los años 40s; el combate es pasable, pero las secciones de estar infiltrando bases nazis es divertidísimo; y la historia es medio mafufa, pero es al fin y al cabo un juego de matar nazis, que siempre se agradece.

Los trofeos además están muy divertidos, si bien como suele ser el caso con juegos de mundo abierto hay que hacer un montón de cosas, pero no me molestó porque el juego es muy entretenido.

The Saboteur es un juego altamente recomendable y que ha envejecido muy bien. Si tienen acceso a un PS3 y pueden juéguenlo, es de mis juegos preferidos de esa generación.

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Uncharted: Drake’s Fortune Remastered

Un par de semanas después de obtener mi platino en God of War III Remastered, obtuve el de Uncharted: Drake’s Fortune Remastered.

Uncharted: The Nathan Drake Collection

Uncharted: The Nathan Drake Collection

Uncharted: Drake’s Fortune es uno de los juegos insignia del PlayStation 3. La versión remasterizada es idéntica, sólo se ve más bonita.

Puede parecer irónico que mis primeros dos platinos en el PS4 sean versiones remasterizadas de juegos que ya había jugado en el PS3, pero para mí hace todo el sentido del mundo. Y de hecho he seguido comprando versiones remasterizadas de juegos que ya había jugado antes; dudo dejar de hacerlo: si un juego me gustó en el PS3, me va a seguir gustando en el PS4.

Como sea, el primer juego de Uncharted se juega bastante bien en el PS4 y agrega un par de trofeos interesantes que la versión del PS3 no tenía. Fuera de eso, es literalmente igual a la versión del PS3, así que no hay mucho más qué decir; nada más tal vez que sí disfruté bastante volver a jugar la primera aventura de Nathan Drake.

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El segundo hogar

Una de las cosas que me gusta hacer en Barcelona (y que lamentablemente no hago nada similar en la Ciudad de México) es ir caminando al restaurante Paco Alcalde y comerme o bien una paella o bien un arroz negro junto con media botella de vino. Como normalmente me hospedo cerca de la UPC, esta caminata me suele llevar un par de horas y aprovecho para tomarme un café y meterme a librerías de viejo; llevo años buscando las ediciones en español de The Dispossessed de Ursula K. Le Guin y Hawksbill Station de Robert Silverberg, porque quiero que mi papá las lea.

Esta vez me tocó lluvia, que como suele ser normal en Barcelona cae fuerte sólo unos cuantos minutos y al rato el sol está de nuevo a todo lo que da; esto resultó en que mi caminata tardara más de lo normal y que me mojara un poco.

En verdad me gusta Barcelona, pero debo admitir que mis viajes aquí han adquirido cierta cotidianidad; aunque por supuesto no vengo nada más porque me gusta, vengo porque tengo con quién trabajar aquí y entonces encaja en mi vida académica. De cualquier manera, sí me sorprendió que cuando comenzó a caer la lluvia, no dudé un momento en abandonar mi plan de llegar por la Diagonal hasta la Sagrada Familia y dirigirme directo a Plaza Cataluña. No pensaba entrar de cualquier manera, iba a sólo ver los avances de la obra por afuera.

Mi punto es que no hay esa ligera angustia que existe al ir a otras ciudades, de sentir la obligación de ir a todos los lugares que se puedan porque quién sabe cuándo se pueda regresar (si es que es posible). Si esta vez no vuelvo a ver la Sagrada Familia, la iré a ver la próxima vez que venga. Porque siempre habrá próxima vez, dado que Barcelona es como mi segundo hogar.

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God of War III Remastered

Ocho meses después de que obtuve mi platino en God of War: Ascension, fue el turno de God of War III Remastered, la versión para el PlayStation 4.

God of War III Remastered

God of War III Remastered

A finales de 2014 estaba ganando muy bien, porque entré a trabajar al INE para los trabajos de redistritación. Al año siguiente fue que compré mi Mini Cooper, y para mi cumpleaños decidí regalarme un PlayStation 4; la consola llevaba para entonces dos años y medio de haber salido y me dije a mí mismo que ya era hora de comprarla.

Junto con el PS4 compré cuatro juegos: Bloodborne, Batman: Arkham Knight, Uncharted: The Nathan Drake Collection (que tiene las versiones remasterizadas de Uncharted 1, 2 y 3) y God of War III Remastered. Los cuatro (o seis) juegos me parecen extraordinarios, por cierto.

Había dejado de jugar bastante para ese momento (de ahí la pausa de platinos de más de medio año) y fue mi objetivo retomar mi principal hobby más enserio y además explorar qué es lo que tenía que ofrecer el PS4. En particular, también fue una especie de reconciliación que tuve con Kratos, porque es difícil simpatizar con el sicótico espartano; suele hartar después de un tiempo.

Además, yo creía que podía sencillamente levantar los trofeos de mis juegos de PS3 en las versiones remasterizadas; todavía no sabía que eso sólo es en algunos juegos. Como sea, me chuté de nuevo God of War III Remastered y fue mi primer platino en el PS4.

El juego es idéntico a la versión de PS3, sólo con mejores texturas y 60 FPS estables a lo largo del juego. Así que ahí no hubo nada nuevo.

Y pues es de nuevo Kratos destazando todo lo que se le ponga enfrente; al final de esta entrega (remasterizada), estaba de nuevo a punto de dejarle de hablar al espartano, pero el juego de 2018 cambió todo eso. Pero de eso hablaré después.

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Barcelona 2018

De nuevo estoy en el Aeropuerto de la CDMX esperando a abordar mi vuelo a Barcelona, vía Madrid. Este año el itinerario es mucho más sencillo que el anterior; voy a ir a pasear con mi mamá a Bilbao y a una estancia de investigación en Barcelona. Regreso a México el 29 de julio, persiguiendo el atardecer.

Como había mencionado que haría la última vez que me trepé a un avión, estoy en la sala de espera mamona que puedo usar por mi tarjeta de crédito. No sé si mi crédito aumentó desde la última vez o si ahora ando más guapo, pero esta vez sí me ofrecieron bebidas alcohólicas, por lo que estoy muy contento tomándome un tequila antes de treparme a mi avión.

Estas vacaciones han sido extrañas; entre las elecciones (que sí me tuvieron más preocupado de lo que me permito admitir), la bola de cosas que tengo pendientes y preparar el viaje, realmente no he descansado mucho. Y pues a Barcelona, como siempre, voy en gran medida a trabajar, no ha descansar. Pero espero sí disfrutar el paseo en Bilbao; nunca he estado ahí y es la primera vez que mi mamá y yo paseamos en Europa.

Independientemente, ir a Barcelona es como regresar a mi segunda casa, así que eso sí lo espero con ansias.

Los veo del otro lado del charco. Si el avión tiene el buen gusto de no caerse.

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Ant-Man and the Wasp

El martes fui a ver Ant-Man and the Wasp, porque aunque sigo y seguiré siendo fiel al Universo Marvel, varias de sus películas creo que no ameritan el “plus” de ir a verlas el fin de semana de su estreno. Ésta en particular no amerita ni siquiera que se vea en el cine.

Se aplican las de siempre.

Ant-Man and the Wasp

Ant-Man and the Wasp

Ésta debe ser una de las peores películas del Universo Marvel; la historia es patéticamente simple (hay que rescatar a mamá), así que la rellenan con un montón de historias secundarias la mayor parte intrascendentes; casi no hay acción y básicamente todo lo que hay de acción salía en el avance; y la trama tiene más hoyos que una red de pescar, con el aspecto “científico” en particular de las párticulas Pym tomando un papel para motivos prácticos mágico. La premisa de la película (el hacer cosas chiquitas o grandotas) es completamente inverosímil… y quiero decir, dentro de un universo con dioses nórdicos, gigantes verdes y armaduras con “nanotecnología” también mágica, lo que pueden hacer las párticulas Pym es sencillamente inverosímil. No tiene el menor sentido.

Y por supuesto me encantó la película.

Por más tarada que fuera la historia (hay que rescatar a mamá), me dio gusto dar un paso hacia atrás de todas las mamadas que afectan literalmente a toda la realidad en el Universo Marvel. Nada de salvar a toda la vida en existencia; o a un planeta; o a una ciudad; o ni siquiera una tiendita de la esquina: la misión es realmente simple (hay que rescatar a mamá).

Y además es un error ver a esta película como una de superhéroes; es realmente una comedia, que ocurre que aparecen superhéroes del MCU en ella. Como comedia es bastante divertida, en gran medida por Paul Rudd, que sostiene con su actuación gran parte del peso del churrito, exitosamente además. Evangeline Lily me sigue encantando y aunque le dan poco para hacer desde el punto de vista de su personaje, tiene todas las mejores dos escenas de acción del churro. Michael Douglas sigue siendo un viejito encantador cascarrabias y ahora se le unen en el club de la tercera edad Laurence Fishburne y Michelle Pfeiffer (que la cabrona se sigue viendo bellísima); y aunque sale muy poquito la Pfeiffer, al final hace sentir mejor a la hermosa villana con sus dedos, lo cual por supuesto siempre quiero ver. La hermosa villana, por cierto, es simpáticamente interpretada de forma pastelera por Hannah John-Kammen. Y por supuesto Michael Peña se roba todas las escenas donde sale, haciéndola de mexicano encantador, que le es fácil porque es básicamente un mexicano encantador.

Sinceramente no creo que valga la pena ver esta película en el cine (muy poca y nada espectacular acción), y la mayor parte de la gente debe estar de acuerdo conmigo porque no le está yendo muy bien. Pero sin duda alguna está excelente para una tarde dominguera enfrente de la tele o en algún vuelo que tomen que dure más de dos horas. Es sin duda alguna divertida y yo iré a ver la secuela en el cine, porque le soy fiel al MCU.

Pero ustedes probablemente deban esperar a que sea rentable. Tanto ésta como la secuela, que me parece sí harán.

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La semana después

Hoy que se cumple una semana del triunfo del Peje me gustaría escribir algunos comentarios al respecto. Pero de verdad no quiero estar escribiendo de las pendejadas que haga o deje de hacer el Peje durante su sexenio; a menos que sea algo realmente significativo (ya sea positiva o negativamente), espero obviar mis comentarios. Tengo demasiadas cosas que hacer en mi trabajo de verdad como para estar además siguiendo cada movimiento del tabasqueño.

Lo primero que noté esta semana es que qué bonito es ganar, porque de repente un montón de gente que siempre atacó al Peje ahora está de acuerdo con él y lo encomiendan y abrazan y le desean suerte y demás. Hubiera estado padre que lo hicieran hace 12 años, nos hubiéramos evitados cientos de miles de muertes en la guerra criminal de Calderón y Peña Nieto, pero supongo que es mejor tarde que nunca.

Lo segundo es lo ardido del mensaje del sub Marcos (o como sea que se haga llamar ahora, no me interesa realmente). Por supuesto los zapatistas son de los que (potencialmente) más debilitados quedarán si el Peje cumple aunque sea una fracción de lo que prometió; pero claro que ese debilitamiento comenzó cuando decidieron intentar lanzar la candidatura de Marichuy. Primero porque mostraron que (exceptuando para evitar que los maten) no pueden movilizar a un porcentaje importante de la población en el país; pero además porque varios de los que siempre los han apoyado se sintieron traicionados de que le entraran (por más sarcásticamente que fuera) al juego electoral.

Lo tercero es que el pobre Peje ni siquiera ha podido descansar unos días, y ya hay ataques por la izquierda (que cómo que elogia a Peña Nieto o que se abraza con empresarios) y de la derecha (que no va a poder cumplir nada de lo que prometió). De lo primero no sé quién se puede sentir extrañado; el Peje siempre ha sido pragmático (entre otras cosas por eso voté por él). La verdad tampoco me gusta, pero lo entiendo perfectamente. De lo segundo un montón (bueno, ni tanto; perdieron de calle las elecciones) se les olvida que aquí se cumple la regla del apocalipsis zombi: cuando los zombies comiencen a comerse a todo el mundo, para seguir sobreviviendo uno no tiene por qué ser el más rápido de los sobrevivientes. Sólo hay que ser más rápido que algún otro.

Los únicos que de verdad ven al Peje como un mesías y que esperan que resuelva todo mágicamente, son justamente los que le van a perdonar lo que sea (o lo justificarán por “interferencias” de “la mafia del poder”). Todos los demás que votamos por él nada más esperamos una mejora (por pequeña que sea) del terrible trabajo que han hecho los últimos 3 o 4 presidentes; entonces el Peje tiene su chamba bastante sencilla: conque no sea igual o peor de tarado que Fox, Calderón y Peña Nieto, nos vamos a dar por bien servidos.

Si además consigue mejorar las cosas significativamente, el tarado va a pasar a la historia como uno de nuestros mejores presidentes, nada más porque los demás presidentes fueron increíblemente incompetentes. Vamos a ver, yo sigo cautelosamente optimista.

Nada más para cerrar y aprovechando que ya escribí del Peje; es algo pequeño, pero de las cosas que justifican que votara por él: que la UNAM regrese en masa al gabinete de gobierno. Una muestra de la incompetencia de los últimos presidentes es que dejaran (en su mayoría) fuera del gabinete a los egresados de la mejor universidad de Latinoamérica. Nueve de los miembros del gabinete (más de la mitad) son de la UNAM; y dos y dos de la UAM y Chapingo, que son universidades hermanas. Ah, y que dicho gabinete contenga tantas mujeres.

Y por supuesto el Peje es egresado de la UNAM.

Eso de entrada magnifica mi cauteloso optimismo.

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God of War: Ascension

Un par de semanas de obtener mi platino de Prince of Persia, obtuve el de God of War: Ascension.

God of War: Ascension

God of War: Ascension

Este juego no lo compré, me salió gratis con mi subscripción a PlayStation Plus, donde regalan juegos gratis cada mes, aunque dentro de poco menos de un año dejarán de hacerlo para el PS3. Me parece que es el primer juego que obtuve gratis con PS+ y del que obtuve el platino.

El segundo título de God of War en salir para el PlayStation 3, es tal vez el más intrascendente en historia o mecánica de juego; incluyendo el indudablemente fallido intento de incorporar una componente multijugador en línea a la franquicia. La historia ocurre seis meses después de que Kratos asesinara a su familia, y lo más interesante de la misma es que es de las pocas ocasiones (si no es que la única), en que Kratos se hace de un amigo al que aprecia… y que procede a matar al final del juego, porque es Kratos al fin y al cabo.

Como sea, está divertido el juego si bien consiste en como siempre estar despedazando todo lo que uno se encuentra en su camino. No me quejo; para eso jugaba uno las aventuras del sicótico Kratos (éste lo jugué antes del nuevo juego de 2018). Mecánicamente es una sutil mejora sobre GoW3, pero nada del otro mundo.

En trofeos es sencillo, como suelen ser los juegos de God of War; y tienen el buen gusto de no requerir nada del componente en línea, excepto crear un avatar y jurar lealtad a un dios del Olimpo.

De todas las entradas de God of War, ésta es la que menos impacto deja; incluso me parecen más trascendentes los portes del PSP. De cualquier forma está divertido, y dado que ya había jugado todos los juegos de Kratos hasta ese momento, no había forma de que me lo perdiera. Más aún porque el juego me salió gratis en PlayStation Plus.

Y el juego se vuelve todavía más soso si lo comparamos con el espectacular juego de la franquicia que salió este año; pero de esa entrega escribiré más adelante.

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2018: Epílogo

Para sorpresa de absolutamente nadie, dadas las encuestas y la increíble incompetencia de las campañas de Ricardo Anaya y José Antonio Meade, Andrés Manuel López Obrador ganó de calle las elecciones este 1° de julio. La sorpresa fue la magnitud de la victoria: yo estaba seguro de que el Peje ganaría, pero me conformaba con un 46% de los votos; esperaba 48%; y soñaba con que alcanzara el 50%.

El Peje ganó las elecciones con más del 53% de los votos contabilizados (según el análisis estadístico del INE, es imposible que baje de eso), lo cual lo convertirá en el presidente más legítimo y con un mandato más claro de los últimos 30 años; si todos los mexicanos que votaron por alguien distinto al Peje o que anularon su voto hubieran votado por un contrincante único, AMLO hubiera ganado de cualquier manera. La última vez que algo remotamente similar ocurrió se supone fue con Salinas, que también “ganó” con más de 50% de los votos, pero el análisis histórico hace muy dudable que haya sido limpiamente. Encima de todo lo anterior, la coalición que lidera Morena consiguió una mayoría absoluta en el Congreso de la Unión. Sumen a eso que con casi toda certeza el PRI y el PRD se van a desfondar y muchos de sus diputados votarán con la coalición lidereada por el presidente electo, y entonces tenemos una situación donde impulsar reformas constitucionales es de hecho posible.

Todo indica que hubo fraude en todo el país para tratar de minimizar la victoria del Peje (compra y supresión de voto, principalmente); no me extrañaría que en una elección más limpia su victoria hubiera sido más amplia. Pero incluso con todas sus imperfecciones, hay que reconocerle al INE el haber realizado una segunda elección que vaya a resultar en cambio de régimen, esperemos real en esta ocasión. Estas elecciones servirán para que el Instituto recupere mucho de la legitimidad perdida después del fraude de 2006 y de la compra masiva de votos en el 2012, pero de cualquier manera se debe seguir trabajando para que no se viole la ley electoral en ninguna parte del país de ninguna manera. Por muy pocos que sean los votos que puedan resultar de fraude, siempre se debe buscar que sean cero.

Después del 2012, la verdad yo no le tenía mucha fe a la izquierda mexicana; y de hecho voté por el PT ese año, porque ya me tenía hasta la madre el PRD. Cuando el Peje anunció que crearía su propio “movimiento”, yo supuse que su carrera política estaba terminada y que era posible que no me tocara ver a la izquierda ganando unas elecciones presidenciales en el país. No podría haber estado más equivocado.

Después de las elecciones del 2015 (y de que un montón de conocidos estuvieran jodejode con que me uniera a Morena), comencé a darle el beneficio de la duda. Pero fue en noviembre de 2016 que vi que el Peje sí tenía una oportunidad real de ganar este año. Al otro día de que Trump ganó las elecciones presidenciales gringas, de inmediato me quedó claro que Andrés Manuel iba a llegar a la campaña con una situación nacional básicamente ideal para que ganara.

Y en cuanto se definieron los candidatos de las demás coaliciones fue que empecé a decirle a todo el que me preguntaba que el Peje iba a ganar, pero que no le dijeran a nadie. Literalmente como niño chiquito no quería que la cosa se chispeara y cuando me preguntaban yo respondía que el Peje iba a ganar, pero que no le dijeran a nadie. Por esa razón también tardé tanto en comenzar a volver a escribir de política en el blog; y cuando empecé de hecho fue con cosas muy generales, relativamente alejadas de la elección.

La situación que parecía ideal justo después de que Trump ganara por el mecanismo demente de Colegio Electoral que usan los gringos, y que mejoró más cuando quedaron claros que los tarados de Anaya y Meade serían los contrincantes del Peje, sólo fue mejorando y mejorando para Andrés Manuel y Morena. Si uno ve casi todas las encuestas, la preferencia a favor del Peje fue en aumento casi permanente. Hay que reconocerle su ritmo demencial de trabajo visitando todo el país y la labor impecable que realizó Tatiana Clouthier como Coordinadora de campaña.

¿Y ahora qué?

Yo estoy cautelosamente optimista de la situación. Ciertamente estoy convencido de que nos irá mejor con el Peje que como nos hubiera ido con Anaya o Meade; pero incluso creo que pueden mejorar algunas cosas. Ya no soy adolescente para creer que todo se va a resolver mágicamente, pero sí creo que en ciertas cosas (educación, salud, energía, seguridad, corrupción) en seis años es posible que el balance sea positivo. Posible, no seguro.

(Y más le vale al tarado del Peje tratar de legalizar la mariguana lo más pronto posible; es de las cosas más sencillas que podría hacer que son populares, que le quitan poder al narco y que me parece el mundo está llegando al consenso de que es lo más sensato.)

También me da mucho gusto que toda una nueva generación de mexicanos jóvenes, sus primeras elecciones presidenciales hayan resultado en un cambio verdadero; con casi toda certeza esto resultará en que sigan participando en la vida política nacional. Esperemos también que este cambio sea positivo; pero como digo arriba, sí lo creo posible. Soy inherentemente optimista, pues soy de izquierda.

Y aunque no siento una euforia como estoy seguro hubiera sentido en el 2006, sí estoy contento. No es una izquierda terriblemente progresiva la que llega al poder; pero sí es izquierda (más rosada que roja, pero izquierda). Más importante todavía, el triunfo de Morena y el Peje es el resultado de una movilización izquierdista que comenzó antes de que yo naciera; la izquierda es la que realmente consiguió la apertura política a nuevos partidos; la izquierda es la que consiguió que se instituyera el IFE (ahora INE); la izquierda fue la que ha gobernado a la CDMX desde hace más de 20 años con un balance generalmente positivo. No estoy minimizando el trabajo que el Peje y su equipo hicieron estos últimos seis años; pero sí se cuelga de un trabajo que comenzó realmente con las movilizaciones estudiantiles de 1968 y 1971 (si no es que antes).

Eso vale la pena celebrarlo.

Hacia el futuro nos esperan las responsabilidades que nos tocan a todos como mexicanos, pero que convenientemente muchas veces olvidamos. Debemos ser vigilantes del Peje cuando haga tarugadas (y sin duda alguna hará tarugadas); pero esa responsabilidad es todavía más fuerte para los que votamos por él. Cuando haga una estupidez, debemos ser los primeros en criticarlo.

Pero también entiendan los que no votaron por el Peje que no vamos a criticarlo por cosas que nosotros queremos que haga. Si logra echar para atrás las “reformas estructurales” o la reforma educativa, yo no voy a criticar al Peje; todo lo contrario, lo voy a aplaudir. Por eso voté por él, entre otras cosas.

Vamos a ver qué es lo que pasa; como les digo, me mantengo cautelosamente optimista. Pero hoy, hoy yo voy a celebrar que por fin ganó la izquierda una elección presidencial y que mis padres, luchadores de izquierda de toda la vida, pudieron vivir para verlo.

(Creé una página para agrupar todas las entradas de esta serie; la pueden ver aquí.)

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Las peores decisiones son las que no se toman

Hace 21 años, en 1997, salí a votar por primera vez. Desde esa vez, cada 3 años, he participado en todas las elecciones que me han tocado; excepto hace 3 años que estaba en Grecia y me acordé estando allá que habían elecciones esa semana.

El poder votar (en el caso de la Ciudad de México) nos costó sangre, sudor y lágrimas; el que nuestros votos de hecho sirvieran de algo nos costó todavía más. El no aprovechar este derecho y cumplir con esta obligación no sólo es una monumental estupidez dado que afecta todos los aspectos de nuestras vidas; es una falta de respeto a todos los mexicanos que literalmente dieron su vida luchando, por definición dentro de la vía pacífica, para que fuera posible.

Así que salgan y voten. Por la opción menos mala, si ese es su punto de vista; al fin y al cabo una de esas opciones es la que va a quedar y determinará (en gran medida) cómo se distribuyen los recursos que al pagar impuestos generamos.

Voten

Voten
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2018: Conclusiones

Comencé esta serie en enero porque sí quería dejar plasmadas mis ideas acerca de lo que yo entiendo de la democracia mexicana (por débil que ésta sea) y en menor medida porque sí quería comentar acerca de los candidatos. La conclusión obvia (y por suerte al parecer se ha convertido en un gran consenso nacional) es que hay que salir a votar y hacerlo por el Peje. Esperaba más resistencia por parte de mis lectores (y según Google Analytics sí tengo más de tres lectores), pero me parece que justo por este gran consenso nacional realmente nadie quiso (o pudo) dar un solo buen argumento para votar por alguien distinto a él. Como dije en mi entrada dedicada a el Peje, la discusión la pierden los otros candidatos por omisión.

Así que además de esa obvia conclusión, sólo quiero cerrar con lo siguiente: salgan a votar. Incluso (o tal vez especialmente) si van a votar por alguien distinto del Peje; no me interesa tanto que gane el Peje, me interesa que como nación comencemos a participar más activamente en la política nacional, porque de ahí se desprende todo lo que nos afecta.

Así que salgan y voten. Participen. Involúcrense.

Especialmente si al final sí resulta (como todo apunta) a que esta elección será realmente histórica. Independientemente de nuestras preferencias políticas, juntos hagamos historia.

(Perdón, no pude resistirme… pero sí salgan a votar).

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