5,000 días

Yo soy gamer.

Aunque debería ser obvio, me parece que de vez en cuando sí necesito decirlo en voz alta (o escribirlo aquí), porque aunque es de mis pasatiempos preferidos, no es raro que a veces se me olvide que soy gamer. Literalmente: al grado de que se me olvida que para ser gamer hay que, ya saben, jugar videojuegos de vez en cuando.

No tuve consolas cuando era niño, porque a mis papás no les alcanzaba; siendo adolescente tuve un Atari 2600 de esos piratotas, con como 100 juegos incluidos; y un Famicom todavía más piratota, porque era fayuca completamente ilegal. Cuando mi mamá se compró su primera computadora para escribir su tesis de maestría, yo comencé a jugar en ella casi de inmediato.

Ahora, “jugar” en la computadora no necesariamente se traducía en ese momento a jugar videojuegos; para mí nada más estar descubriendo qué podía hacer en una computadora (incluyendo mis primeros temblorosos pasos como programador) era estar jugando. Pero sí jugué varios juegos de computadora, hasta al menos el inicio de la licenciatura, donde el estar programando reemplazó el jugar videojuegos casi por completo.

Pero no por completo; aunque fuera esporádicamente seguí jugando, aunque cada vez menos y más infrecuentemente. El hecho de que tenía que reiniciar mi computadora para usar Windows no ayudaba, ciertamente.

Y entonces mi hermano me regaló un PlayStation 3, a inicios de noviembre de 2008.

Todavía me tomó algunos años el volver a jugar cotidianamente; jugué RockBand y Grand Theft Auto IV, pero recuerdo claramente que no me sentía motivado a jugarlos más que esporádicamente; lo cual suena extraño, que uno tenga que estar motivado para disfrutar un hobby, pero que es indudablemente uno de los problemas de ser adulto: además de tiempo libre, uno tiene que estar motivado para disfrutar de ciertas cosas.

Así que durante los primeros años de tener mi PS3 el mismo funcionó básicamente como reproductor de Blu-rays en esteroides; en ese entonces ni siquiera veía mucho YouTube y Netflix era una idea futurista, así que ni siquiera para streaming usaba mi consola.

Todo esto cambió en 2011, cuando descubrí (o mejor dicho, caí en cuenta de) los trofeos que se registran en la PlayStation Network al ir jugando videojuegos. Esos ridículos premios, inútiles e irrelevantes, se convirtieron en el gancho que necesitaba para reasumir mi identidad de gamer, me dieron un propósito (por insustancial que sea) para seguir jugando mis juegos. Parafraseando a Palpatine:

It gives me focus, makes me stronger.

He platicado de mis trofeos muchas veces aquí; y me quedan a mí claro las razones que tengo para que mi vida como gamer gire casi completamente en torno a los trofeos de la PlayStation Network. También me queda claro que todas y cada una de esas razones no tienen el más mínimo sentido; no importa, realmente: son lo que me permite poder disfrutar mi pasatiempo de jugar videojuegos en mi PlayStation.

Así que fue, literalmente, devastador cuando en julio de 2019, mi cuenta de la PlayStation fue excomulgada (banned) por Sony.

No voy a entrar a detalles de porqué Sony excomulgó mi cuenta original; sí estaba haciendo trampa (para conseguir trofeos, obviamente); sí violé los términos del EULA de Sony; y de todas formas me parece que fue un castigo desmedido para mi falta.

La consecuencia práctica de esto fue que básicamente dejé de jugar videojuegos en mis PlayStations a partir de ese momento (no tenía mucho que había comprado mi PlayStation 4). Ahora, YouTube (que soy de los que paga el servicio Premium, porque no soporto sus anuncios), Netflix, Prime Video y HBO Max (y ahora Paramount+, que viene gratis con Infinitum) los veo en mi PlayStation 4, así que no fue como que dejara de prender la consola; pero básicamente dejé de prender mi PlayStation 3 y además casi no jugué; jugué un poco, pero sin muchas ganas… excepto por Jedi: Fallen Orden, porque Star Wars es lo más cercano que tengo a una religión; y volver a jugar God of War, versión 2018, porque además de que es probablemente el mejor videojuego en toda la historia, es muy reconfortante estar matando a Sigrun en la dificultad más alta una y otra y otra y otra vez.

Para ese momento, el estado de jugar videojuegos en Linux había mejorado enormemente, en gran medida por Steam; yo tenía ya años comprando juegos en las ventas de verano de Steam (salen absurdamente baratos), así que mi biblioteca de Steam no es nada despreciable. He jugado realmente nada más como 3 juegos, pero mi biblioteca no es nada despreciable.

Estando excomulgado, regresé a jugar en la computadora realmente por primera vez en casi dos décadas. La verdad sólo vale la pena mencionar Kerbal Space Program y Oxygen Not Included, que sí jugué bastante en la pandemia; el resto de mis juegos en Steam hay varios que ni siquiera he iniciado una vez. De KSP y ONI sólo diré que son los videojuegos más nerds que pueden existir, donde uno literalmente tiene que estar resolviendo ecuaciones para jugarlo (de órbitas espaciales en el primero y equilibrio energético y térmico en el segundo). También son extremadamente adictivos para alguien como yo, especialmente por el hecho de que ninguno de los dos termina jamás, si uno quiere seguirlos jugando eternamente.

Pero sí extrañaba jugar en mi sofá, enfrente de mi televisor grandote con mi sistema de sonido 5.1 (mi computadora también tiene 5.1, pero ni es lo mismo ni es igual). Estuve inútilmente durante años tratando de hacer que Sony me desexcomulgara (¿incomulgara?, ¿comulgara?), pero sencillamente es imposible, literalmente le cuelgan a uno el teléfono (cuando recibían llamadas; ya ni siquiera hacen eso).

Y entonces por fin, casi tres años después de mi excomulgación, me acordé de 3 cosas:

  1. Mis trofeos siguen ahí, nunca los quitaron (y por lo que tengo entendido, nunca los quitarán).
  2. Los trofeos son importantes de acuerdo a como a mí se me dé la gana que sean importantes.
  3. Soy programador.

Ya había escrito una aplicación en Linux para poder tener una base de datos local con mis trofeos para poder contemplarlos amorosamente en las noches que no puedo dormir; así que sencillamente la modifiqué ligeramente para poder combinar múltiples cuentas en una sola cuenta virtual.

No es por nada, pero está bastante padre; además de que puedo decidir qué cuenta real usar para cada juego individual en la cuenta virtual, puedo hacer cosas que Sony nunca ha permitido, como ocultar juegos por completo (en la PlayStation Network uno puede ocultar juegos, pero los puntos de los trofeos en los juegos ocultos se siguen contabilizando). Así que, para mí, mi cuenta excomulgada está congelada en el tiempo con 100% de compleción en todos sus juegos (sencillamente oculto los que no me dejaron completar antes de excomulgarme).

Mi cuenta excomulgada

Mi cuenta excomulgada

Y en mi cuenta virtual tengo todos los trofeos de mi cuenta excomulgada, además de los que tengo en mi cuenta nueva.

Mi cuenta virtual

Mi cuenta virtual

Por supuesto habrá quien diga que eso no se vale; pero pues los trofeos son premios inútiles e irrelevantes; literalmente a nadie además de mí les importan. Así que los que digan eso púdranse; yo así defino cómo llevo mis trofeos en la PSN; y, para lo que importe, sigo ganando todos y cada uno de esos trofeos al jugar. Muchas veces haciendo trampa, por supuesto; ¿si no qué chiste?

Este sutil masaje mental que realicé en mí mismo me permitió regresar a uno de mis pasatiempos preferidos: estar cazando trofeos en la PSN, jugando videojuegos. Y la verdad me liberó de la camisa de once varas en que yo solito me había metido por tratar de mantener mi cuenta siempre con la posibilidad de obtener el 100% de mis trofeos todo el tiempo; hubo múltiples juegos que ni siquiera intenté jugar porque los trofeos se veían muy difíciles de conseguir.

Ahora ya no importa; sencillamente oculto el juego si no logro completarlo.

Y regresé a mi pasatiempo que hagan de cuenta que estuviera vengándome de alguien: me compré mi PlayStation 5 en mi cumpleaños; por fin compré una silla especial para poner mi volante al jugar videojuegos de carreras; me suscribí a la nueva versión de PlayStation+ (la versión Extra; aunque estoy considerando seriamente la Deluxe), que según mis cuentas ya se pagó solita por los cientos de juegos que vienen incluidos (o bueno, si juego los suficientes antes de que los saquen de la rotación); y básicamente el volver a jugar por el simple placer de escuchar la campanita cuando por fin consigo un trofeo.

Una cosa que hace mi aplicación es desplegar el tiempo desde el primer trofeo que obtuve (Off The Boat, el primer trofeo que aparece automáticamente en Grand Theft Auto IV) hasta hoy; y justamente hoy se cumplen 5,000 días que he estado obteniendo trofeos en la PSN. Esos son 13 años, 8 meses y una semana; y espero poder seguir jugando durante varios miles de días más.

Así que volveré a comentar de mis platinos aquí; me faltaban varios que obtuve antes de que me excomulgaran, y pues ya obtuve un par desde que regresé a jugar regularmente (y Jedi: Fallen Order, porque Star Wars es lo más parecido que tengo a una religión).

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How to Raise a Boring Girlfriend

Después de Bunny Senpai, terminé How to Raise a Boring Girlfriend, también conocida como Saekano.

Antes de empezar, debo decir que, con un poquito de vergüenza, Saekano es de mis animés favoritos de todos los tiempos. La vergüenza radica en el hecho de que, a pesar de que los valores de producción de la serie son más que competentes (un buen diseño de personajes, una animación decente, música pasable), la verdad es que Saekano es de mis animés favoritos de todos los tiempos nada más por las encantadoras muchachas del harén (la unidad familiar básica del animé); porque es adorablemente arrecha; y porque es de las mejores historias de amor que he visto en años.

Y con final feliz, debo señalar.

Sólo quería dejarlo claro, antes de empezar.

Saekano

Saekano

Yo soy fan de The Big Bang Theory. Durante casi todo su tiempo en aire original la vi con puntualidad que rayaba en lo religioso; pero en la temporada 10 dejé de verla sin ningún motivo en particular. Estaba muy ocupado o perdí un poco el interés; no recuerdo, pero dejé de verla. No fue porque me dejara de gustar, sin embargo. En la pandemia la terminé; y sigo diciendo que soy fan de The Big Bang Theory.

¿Qué tiene que ver esto con Saekano? Pues que son superficialmente similares en los motivos por los cuales tienen una enorme base de fans bastante leal; y una legión de gente que las detesta con la intensidad de diez mil soles: porque se burlan del grupo de personas a las cuales está principalmente dirigido el programa.

The Big Bang Theory es, a la vez, una carta de amor y una burla inmisericorde del grupo nebuloso de personas que podemos considerar geeks. No voy a entrar en la definición formal de dicho grupo porque a) es nebuloso (pongan atención); y b) le quita todo el chiste a, bueno, el chiste; pero sin duda alguna incluye la gente interesada en la ciencia ficción, fantasía, cómics, computadoras y videojuegos; y que estereotípicamente tienen habilidades sociales pésimas cuando no nulas y consecuentemente les cuesta trabajo conseguir novia/o.

Ni siquiera entretendré la idea de discutir la calidad de TBBT; no emitiré juicio acerca de si está bien o mal escrita; o de si su humor es inteligente y/o vulgar. Porque no es eso por lo que la detestan ciertas personas con la intensidad de diez mil soles, realmente; la detestan porque “perpetúa” estos esterotipos acerca de los integrantes del geekdom, aunque 3 de los 4 protagonistas terminan casados con mujeres que la única manera de calificarlas es de extraordinarias. Que tiene todo el sentido del mundo porque los mismos protagonistas también son extraordinarios, aunque cumplan con los estereotipos que los detractores de la serie detestan ver representados en pantalla.

En mi mediana edad tengo ya muy poca paciencia para la gente que se ofende de ver cosas que son ofensivas con el propósito de ser divertidas. Soy fan de Louis CK y de Ricky Gervais; me gusta TBBT y Saekano; quiero protagonistas falibles y con defectos; quiero héroes que fallen y villanos que ganen, aunque sea a veces. Una narrativa ficticia no es el medio para que la sociedad tome decisiones de qué es correcto y qué es incorrecto; y si de verdad tenemos que estar preocupándonos de que haya gente que se tome en serio lo que dicen personajes ficticios en programas de televisión bobos (especialmente los de comedia), entonces tenemos problemas más graves que el que dichos programas se burlen de los fans de cómics, aunque me incluya yo en ese grupo.

Así que si no les gusta TBBT (o Saekano), bien por ustedes; pero entonces no me interesa mucho su opinión al respecto, porque yo las encuentro muy divertidas. Yo les sugeriría que no las vieran; pero eso le quita todo el chiste a estarse quejando de cosas en línea en lugar de estar tratando de efectuar cambio real en el mundo ídem, supongo.

Saekano cuenta la historia de Tomoya Aki, un blogger de animé, manga y novelas ligeras y visuales, con suficientes lectores como para influenciar un poquito a la industria. En su prepa asisten Utaha Kasumigaoka, su senpai y diosa de hielo de la escuela, que es una exitosa escritora de novelas ligeras; y Eriri Spencer Sawamura, su amiga tsundere de la infancia que es una exitosa dibujante de manga para adultos (que es una manera muy educada de decir que le gusta dibujar pornografía). Además están Izumi Hashima, que es kouhai de Tomoya y una dibujante que aspira llegar al nivel de Eriri y que (por supuesto) está enamorada de Tomoya; y Michiru Hyoudo, una muy buena guitarrista y la prima que se le arrima a Tomoya y obligatoria marimacha (tomboy) que no puede faltar en un harén (la unidad familiar básica del animé).

Ese párrafo de arriba es básicamente la plantilla para todos los haréns en existencia en la historia del animé, combinando varias veces los estereotipos de dos en uno para ahorrar protagonistas (como Eririn, que cumple el obligatorio papel de amiga de la infancia y además la necesaria tsundere).

La serie es, en toda su trama secundaria, una carta de amor y una burla inmisericorde de la cultura otaku japonesa, así como de la industria relacionada en ese nivel casi único de Japón donde fans comunes y corrientes comienzan a producir obras que rayan en lo profesional y que muchas veces son punto de partida para que los otakus se integren a dicha industria de manera formal.

La trama principal es que un día de buenas a primeras, Tomoya recoge en la calle la boina de Megumi Kato (la linda muchachita de arriba); y al levantar la mirada para buscar a la dueña, se encuentra con la visión angelical de la muchacha, que ese día había decidido, sin ninguna razón en particular, arreglarse particularmente linda.

En un animé normal Tomoya se hubiera enamorado de Megumi y se seguiría una tortuosa (y probablemente divertida) comedia de desencuentros; pero Saekano no es un animé normal. Lo que ocurre con Tomoya es que encuentra tan angelical la imagen de Megumi, que decide que debe crear él un novela visual (un videojuego con texto e imágenes, pero muy poca interacción con el jugador) con una protagonista basada en la muchachita; poder transmitir al jugador esa infatuación que él sintió al verla y con ello hacer una novela ligera revolucionaria.

Sólo hay un pequeño problema; al otro día Tomoya se encuentra a Megumi en su escuela y excitadamente se presenta para poder comentarle su idea de la novela ligera. Y la muchachita procede a recordarle al muy imbécil que se conocen desde hace años porque van en la misma escuela; sólo el muy idiota nunca la había notado.

De ahí el título del animé: How to Raise a Boring Girlfriend; contrario al resto de las muchachas en el harén (la unidad básica familiar del animé), Megumi no es uno de los clichés estereotípicos del género: es, bajo cualquier definición del término, normal; y por lo tanto (y lo siguiente lo digo con todo el sarcasmo del universo) aburrida.

La serie deconstruye muchos de los clichés que existen en las comedias románticas con un harén (la unidad básica familiar del animé), comenzando con Megumi que es un personaje espectacular a lo largo de toda la historia, sin caer jamás en ninguno de los terriblemente choteados estereotipos que aquejan al género. Es una niña normal y generalmente desconcertada de que Tomoya y el resto de las muchachas actúen como lo hacen (siguiendo las reglas del género).

Y de hecho cuando varios personajes comienzan a cuestionarle si está enamorada de Tomoya, su respuesta suele rayar entre el hartazgo y la desesperación, ¿por qué rayos se iba a enamorar de él?

Claro que de cualquier forma se enamora de él, por supuesto.

Tomoya recluta a Utaha como escritora de la novela visual; a Eriri como la dibujante del arte; a su prima Michiru como la compositora de la música (y su banda de rock para interpretarla); y nominalmente a Megumi como musa inspiradora mientras la “entrena” para que no sea tan “aburrida” (o sea, normal), generalmente poniéndola a jugar otras novelas visuales, lo que causa que la muchacha se quede a dormir con él muchas noches (los papás de Tomoya, siguiendo el cliché correspondiente, brillan por su ausencia).

Todas las muchachas en el harén (la unidad básica familiar del animé) terminan pasando la noche en casa de Tomoya en múltiples momentos; varias veces en grupo, generalmente trabajando en distintas partes del proyecto; y no, nunca pasa absolutamente nada entre nadie, pero es muy divertido y adorablemente arrecho.

Megumi termina aprendiendo a escribir la programación (que es relativamente sencilla) necesaria para el juego; porque aunque Tomoya sin duda alguna es el director y fuerza creativa detrás del proyecto, el muy imbécil es medio inútil para todas las partes concretas que tienen que hacerse para llevarlo a cabo.

La serie describe más o menos a profundidad las vicisitudes y obstáculos por los que pasan los creadores de este tipo de juegos; que no son profesionales, pero que aspiran a serlo. También es divertidísima por la gentil competencia que tienen las muchachas por la atención de Tomoya (descontando a Megumi, que no entiende porqué hacen eso; y porque es al final la única que no tiene que competir).

Por supuesto Tomoya y Megumi se enamoran y por supuesto tienen que superar varias fases de su relación, pero terminan siendo novios y (en una escena poscréditos de la película con la que termina) de hecho casados. Lo cual me hace sonreír como adolescente realizada, debo aclarar.

La historia es nada más interesante por cómo completan la novela visual Tomoya y su harén (la unidad básica familiar del animé); pero además las muchachitas del mismo son todas adorables y encantadoras, aunque precisamente caigan todas (excepto Megumi) en los clichés correspondientes del medio. Y pues es un romance adolescente; los que ya me conocen saben que no pido mucho más.

Así que la recomiendo ampliamente; la primera temporada está en Crunchyroll; la segunda temporada está en Prime Video; y la película con la que cierra la serie no tengo idea de cómo puedan verla legalmente, así que averigüen cómo hacerlo de manera no tan legal. Pero de verdad vale la pena.

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Feliz año y diecisiete años y cuarenta y cinco

Durante casi toda la existencia de mi blog, he deseado feliz año nuevo a mis lectores; comentado el aniversario del blog; y escrito el día de mi cumpleaños. Los últimos dos años fueron una excepción; pero me parece que todo mundo podemos estar de acuerdo en que los años mismos fueron excepcionales.

¿Por qué dejé de escribir tanto tiempo? Por la razón común conmigo; estaba escribiendo otro libro. Otros dos, de hecho.

¿Voy a regresar a escribir regularmente? Sinceramente me gustaría, pero sencillamente no siento tener el tiempo libre necesario (y el que tengo, lo prefiero utilizar en otras cosas). La entrada de Susi, que me sentí obligado a escribir, me despertó el deseo de nuevo estar escribiendo aquí; pero la verdad es que, además de animé, videojuegos y cine, no tengo muchas ganas de escribir de mucho más.

(Debo hacer mención de que aunque encuentre hilarante la vida política nacional –y un poco la internacional– bajo la 4T, no creo tener mucho muy original que contribuir a la discusión; pero además no tengo el estómago para lidiar con la gente pendeja que se opone a todo lo que hace el Peje: con esfuerzos tengo el estómago para lidiar con la gente inteligente que se opone a ciertas cosas que hace el Peje.)

Así que vamos a ver cuánto me dura este periodo de escribir en el blog; mientras tanto: feliz año “nuevo” a todos mis lectores; este blog lleva 17 años en existencia (con pausas de varios meses de vez en cuando); y este año cumplí 45 años, así que creo que bajo cualquier definición del término dejé mi juventud hace ya varios años. No que me sienta viejo; pero eso no le importa a los que hacen encuestas y me ponen en el rango de la mediana edad.

Vamos a ver cómo es este año; al menos estamos regresando (poco a poco) a algo similar a la “normalidad”.

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Susana

Ayer murió Susana.

Susi

Susi

Susi llegó a mi vida siendo yo tan joven que sencillamente no recuerdo un mundo sin ella. Tenía yo menos de 2 años cuando, siendo una adolescente, Susi comenzó a ayudar a mi mamá con las labores del hogar.

Como tuvo bien a recordarme mi mamá cuando se enteró ayer de la noticia, Susi llegó a trabajar a la Ciudad teniendo alrededor de 15 años de edad; sin saber una palabra de español (hablaba mazateco); sin saber leer y escribir; y habiendo estado trabajando desde los 3 años en su pueblo cosechando granos de café. La reacción inicial al escuchar eso es por supuesto suponer que eso era abuso infantil, para aprovecharse de que los niños chiquitos pueden hacer mejor esa labor por sus manos pequeñitas; y en un mundo ideal sin duda alguna sería abuso infantil.

En el pueblo de Susi era sencillamente lo que tenían que hacer para sobrevivir; por eso nunca fue a la escuela, por más que oficialmente la SEP reporte que el porcentaje de inscripción a la primaria sea del 100% desde hace décadas. El pueblo de Susi era de esas zonas donde la Revolución Mexicana nunca llegó, junto con muchas de sus reformas.

No recuerdo haber conocido a Susi; sencillamente ahí estuvo toda mi vida. No por despreciar de ninguna manera lo que mi madre hizo para criarme; pero Susi sin duda alguna participó muchísimo en esa crianza: soy el hombre que soy no en menor medida por cosas que Susi me enseñó, activa y pasivamente.

En una casa donde resultó al final que vivían 4 intelectuales (al menos en potencia en el caso de mi hermano y mío, porque no publicamos hasta la edad adulta), Susi en muchas ocasiones mostró más inteligencia y cordura que nosotros 4 combinados. Especialmente combinados; Susi era práctica, eficiente e intuitiva; y trabajadora a grados que yo soñaría poder alcanzar.

Susi no podía tener hijos biológicos; años de malnutrición y nula atención médica causarón que no pudiera embarazarse por más que le hubiera gustado; y dada su tormentosa vida amorosa no podemos acusarla de que no lo intentó. Pero yo soy su hijo sin duda alguna; siempre la felicité en el día de las madres con el mismo cariño que he felicitado a mi madre; y sé que ella me quiso como al hijo que nunca pudo tener (a mi hermano también; pero esa es otra historia).

Hace unos años, por 2014, Susi se enfermó del páncreas; el azúcar de repente se le subía y en más de una ocasión perdió el conocimiento. Mi mamá vivía sola con ella para ese momento, y decidió que no podía ella (que es mayor que Susi) hacerse cargo; así que la jubiló. Le siguió pagando lo que le pagaba y la mandó a su pueblo, donde Susi iba cada año a visitar a su familia, y donde se había convertido en una matriarca adorada y respetada entre otras cosas porque había conseguido apoyar a múltiples miembros de su familia para que salieran de ese pueblo y pudieran conseguir una educación, trabajo o ambos. Ahí tenía una casa que había construido con el dinero que ahorraba, y ahí vivió los últimos años de su vida, rodeada y cuidada de su familia.

Yo le regalé una televisión LCD y una antena (no hay hospital, pero sí llega Televisa) para que pudiera ver sus adoradas telenovelas; uno de los muchos placeres simples que Susi disfrutaba. Nos comunicábamos por teléfono unas veces al año; en los cumpleaños y en el día de la madre; y en navidad y año nuevo. Era difícil, porque en el pueblo no hay recepción de Telcel; pero Susi me marcaba cuando iban al pueblo más cercano con señal, para preguntarme cómo estaba y con qué muchacha andaba ahora. Yo le preguntaba cómo andaba del azúcar (tenía un coso electrónico, de esos que usan los diabéticos, para medirse todos los días sus niveles).

He tenido la enorme fortuna de contar con mis padres hasta esta edad que tengo; pero más importante que eso, es que convivo con ellos. Platicamos y discutimos; de política y economía; de películas y series; de tecnología e internet. Ahora como adulto puedo tener una relación cercana con ellos, casi de iguales.

El único pesar que tengo con Susi, es que nunca tuve eso con ella. Nunca conviví con ella compartiendo intereses o pasatiempos; nunca fui a verla a su pueblo. Pensé que habría tiempo; yo daba por hecho que Susi viviría más que mis padres porque era menor que ellos por varios años. Y sin ninguna duda yo di por hecho que sería yo el que se haría cargo de ella; pensé que podría ir a verla en persona y conocer su pueblo y a varios miembros de su familia que nunca conocí. Pensé que me iba a durar más.

Pero eso es algo realmente menor; Susi pasó los últimos años de su vida descansando después de haber estado trabajando básicamente desde que podía caminar; rodeada de su familia y todavía apoyándolos para que pudieran mejorar su condición; y por lo que tengo entendido la del mismo pueblo. Si alguien en este mundo se merecía pasar sus últimos años en paz, era Susi; y eso sí lo tuvo.

Ayer en la madrugada se quejó de que se sentía mal; un par de familiares la estaban ayudando a prepararse para ir al doctor cuando de repente perdió el conocimiento. Nunca más volvió a despertar.

No sufrió mucho; y al parecer fue muy rápido.

Yo perdí a mi mamá mazateca, un pueblo que se autodenomina como Ha shuta Enima: “los que trabajamos el monte, humildes, gente de costumbre”. Susana (que ese no era su nombre: era Rosa Ana, pero como hablaba tan mal el español mi mamá le entendió “Susana” y así se quedó para siempre con nosotros) fue una parte fundamental en mi vida; de las personas que más he querido; y de las que más sincero e incondicional cariño me dieron.

Nunca más en mi vida tendré a alguien como Susi; y un poco de mí muere con ella. Ese ser un niño chiquito en la cocina, esperando a que Susi me sirviera un café (oaxaqueño, evidentemente), muy cargado y con mucha azúcar; porque como en el pueblo de Susi le daban de tomar café a los niños chiquitos para que pudieran ir a trabajar desde temprano a cosechar granos de café, a ella le parecía de lo más normal darle a un chiquillo chilango de menos de siete años una taza de café en la mañana.

La voy a extrañar horrores. Descansa en paz, mamá.

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Black Widow

Un año, cuatro meses y 24 días después de haber ido al cine por última vez, antes de la pandemia interminable, volví a ir al cine en julio de este año, el segundo de la pandemia, a ver Black Widow. Fue probablemente la pausa más larga de mi vida para ir a sentarme enfrente de la pantalla grande.

Black Widow

Black Widow

Ya escribí acerca de la experiencia de regresar al cine, que fue todo menos catártica o climática. Esta entrada es nada más de la película.

La película está bien, supongo. La verdad es que una película con la Viuda Negra siendo el personaje principal debió salir hace unos diez años, más o menos; que sepamos que la protagonista acaba morida después de los eventos de Endgame quita mucho de la tensión de la historia.

De todas formas a mí me encantó la película: David Harbour es espectacular como Red Guardian, un soviético patriota pero no lavado del cerebro, que apoyaba los ideales comunistas sin necesariamente preocuparse mucho de cómo es que debía funcionar el asunto; Rachel Weisz es espectacular como Melina y una de las viudas originales, mucho más inteligente y fría que Red Guardian, pero al fin y al cabo leal a su falsa familia; Scarlett Johansson se divierte horrores siendo espectacular como la Viuda Negra, pero es un refrito de lo que ha venido haciendo desde hace una década; y por último pero ciertamente no menos importante, Florence Pugh se roba toda la película siendo espectacular como Yelena Belova, la nueva viuda que tendremos en el MCU.

Es al fin y al cabo una historia de una familia (falsa, pero familia) y cómo trabajan juntos y se reconcilian. El resto de la historia es la misma bola de mamadas que suele plagar al MCU, pero yo no me quejo y no planeo dejar de ir a verlas al cine.

Después de haberme chutado la serie de Disney+ What if…?, y de que Johansson y el ratón diabólico limaran sus asperezas después de la demanda que les metió la güera, me parece muy posible que la Viuda Negra, interpretada por Scarlett Johansson, regrese al MCU. Eso puede estar divertido.

Como sea; la película está entretenida y está disponible en streaming, así que yo sí recomiendo que la vean.

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Rascal does not Dream of Bunny Senpai

Poco después de Eva, me chuté Rascal does not Dream of Bunny Senpai, que contrario a KonoSuba no tiene el buen gusto de contar con una versión corta para su ridículamente largo título. Informalmente, muchos fans le decimos Bunny Senpai, porque por qué no.

Rascal does not Dream of Bunny Senpai

Rascal does not Dream of Bunny Senpai

Este animé tiene de los diseños de personajes más atractivos y adorables que he visto en mucho tiempo.

Diseño de personajes

Diseño de personajes

También una música pegajosísima y espectacular en la apertura; y de las más dramáticas en el cierre; una animación excelente (más aún considerando que es básicamente una dramedia romántica); y por si no fuera poco, de los personajes mejor definidos, más entrañables y más tridimensionales que ha habido en animé en años (más aún considerando que es básicamente una dramedia romántica).

Lástima que la historia sea una pendejada de proporciones inconmensurables. Quiero decir, la premisa de la historia: si desconectamos las neuronas y aceptamos dicha premisa como artículo de fe, de hecho la historia es bastante buena. Sólo a mí me costó bastante desconectar dichas neuronas.

La historia sigue a Sakuta Azusagawa, un preparatoriano con mala fama (un bribón o rascal, si lo prefieren) que vive con su hermanita menor agorafóbica. Un día en la biblioteca, Sakuta se encuentra a su senpai, Mai Sakurajima, en un disfraz de conejita de PlayBoy. Después de comprobar que no está soñando (dándole una muy estúpida razón de ser al título ridículamente largo de la serie), Sakuta se percata de que nadie más, excepto él, puede verla (la razón de ponerse el disfraz de conejita era justo para comprobar si alguien podía verla).

Por qué nadie más puede ver a Mai (y eventualmente, por poco, Sakuta tampoco), es la parte pendeja de la historia: Mai es una actriz con cierta celebridad, y por eso entra a la prepa de Sakuta a mitad del término escolar, cuando todos los grupos de amigos ya se habían formado. Esto (aunado a su celebridad) causa que nadie se le acerque para formar una amistad, lo que evoluciona a que nadie en la escuela pueda verla, y que esta situación se vaya esparciendo por la ciudad.

Sakuta sospecha que Mai sufre de “síndrome adolescente”, que es una leyenda urbana que dice que todos los cambios que sufren los adolescentes pueden resultar en que los mismos experimenten fenómenos inexplicables. Cuando Mai está a punto de ser olvidada por absolutamente todo mundo, Sakuta incluido, el muchacho se le ocurre la solución de emergencia de declarar su amor por ella a gritos en medio de la pista de carreras de la escuela; el episodio es tan memorable, que todos en la escuela vuelven a ver a Mai, y de hecho nunca se percatan de que habían dejado de hacerlo.

Es, de verdad, muy pendejo… pero pues Mai está linda y Sakuta la salva poniéndose a gritar a los cuatro vientos que quiere que sea su novia para que toda la escuela se entere, así que no pude permanecer muy enojado con el animé.

La serie en general fue muy bien recibida, porque todas las muchachas que Sakuta cuenta en su harén (la unidad básica familiar del animé) son encantadoras y adorables, con personalidades muy bien definidas y deseos y necesidades bastante bien explicados, y dichos deseos y necesidas son atendidos de manera bastante inteligente por la historia. Nada más los fenómenos sobrenaturales por los que atraviesan son estupidísimos, y todavía más las explicaciones para los mismos.

Y así es toda la serie: un montón de cosas excelentes que me encantan, retocadas al final o de fondo por algo tan estúpido que dan hasta ganas de llorar. Por ejemplo: Sakuta le pide ayuda a su mejor amiga, Rio Futaba, que es “científica” porque tiene lentes y usa una bata de laboratorio. La muchacha utiliza pésimas analogías de física cuántica para tratar de explicar los fenómenos naturales, lo cual hace que la serie pierda la poca seriedad que para ese momento aún tenía.

Pero exasperantemente Rio es chulísima, y mi personaje favorito en toda la serie, porque está perdidamente enamorada del mejor amigo de Sakuta (que tiene una novia que lo detesta), y cuando logra superar su propio “síndrome adolescente”, se le confiesa. Y es pronta y gentilmente rechazada.

Rio Futaba

Rio Futaba

Y después siguen todos siendo amigos.

De verdad, si hubieran dicho que un amuleto mágico maldito estaba causando todos los fenómenos sobrenaturales, esta serie me hubiera gustado muchísimo más. Pero que en verdad trataran de darle una explicación “científica” tan chafa amargó para mí varias partes del animé. Por no decir los últimos episodios, donde el melodrama se eleva a 120%, con sacrificios, muertes, viajes en el tiempo, mensajes del futuro, y pendejadas de ese estilo.

Y es una lástima: los valores de producción son muy buenos (los reto a que oigan toda la apertura y no anden después todo el día tarareándola); los personajes son entrañables; y los misterios y problemas que surgen alrededor del “síndrome adolescente” están muy divertidos. Nada más la justificación de los mismos sí fue demasiado para mí, que normalmente soy bastante tolerante de estas cosas.

Pero es, al fin y al cabo, una dramedia romántica; así que yo sí la recomiendo. Está en Netflix, si les interesa.

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El escándalo Bombshell

A mediados de febrero del año de la pandemia, 2020, fui a ver Bombshell; no podía saber en ese momento que sería la última película que vería en el cine durante más de un año, porque unas semanas después comenzaría la cuarentena que de una u otra manera seguimos sufriendo casi dieciocho meses después.

Se aplican las de siempre, supongo.

Bombshell

Bombshell

La película (que no había ninguna razón para irla a ver al cine, pero bueno) relata la caída de Roger Ailes y Bill O’Reilly de Fox News, y el tóxico ambiente que había en ese canal de “noticias” gringo.

Está entretenida la película, pero una cosa que sí me tuvo incómodo todo el tiempo mientras la veía, es que las protagonistas en la misma, aunque sin duda víctimas de ese ambiente tóxico de Fox News, lo cierto es que también son una pobre excusa de seres humanos: nada más que trabajaran en Fox News ya es mala señal, pero hay múltiples ocasiones documentadas donde se puede ver su ideología racista, xenophóbica y ultraderechista (de nuevo: trabajaban en Fox News).

La película, supongo en un afán de dividir a los personajes en “buenos” y “malos”, hace un pésimo trabajo de mostrar esa muy real perspectiva. Por supuesto no merecían el trato que recibieron en Fox News; pero que hayan sido víctimas de acoso sexual tampoco las convierte en heroínas automáticamente, de ninguna manera.

Aún así está entretenida la película, así que yo sí la recomiendo; está en Prime Video, si les interesa. Para mí, lo significativo de esta película es que fue la última que vi en los tiempos de antaño, antes de la pandemia.

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Neon Genesis Evangelion

Durante la pandemia y poco después de Overlord volví a ver Neon Genesis Evangelion. Hago énfasis en que volví a ver Eva; no faltará quien quisiera destriparme por atreverme a tardar un cuarto de siglo en ver el seminal animé.

Neon Genesis Evangelion

Neon Genesis Evangelion

Antes de empezar, nada más dejemos claro que técnicamente Eva es una obra maestra del animé: con una extraordinaria música; un diseño de personajes básicamente perfecto; y una animación espectacular, en particular en sus escenas de acción.

Sólo quiero dejar eso claro para que lo podamos ignorar a partir de este momento.

Mi relación con Eva es… complicada. No lo vi cuando salió; me parece que pocos en México la vieron dentro del primer año de que saliera: sólo los más clavados fans de animé, esos que comparaban los VHS piratas y unas cuantas hojas con descripciones muy generales de lo que ocurría en la pantalla (no existían todavía los fansubs), lo hicieron.

Yo tardé poco menos de una década en ver el animé; la primera vez que vi Eva fue alrededor del año 2002 o 2003. Y como digo, mi relación con Eva es… complicada.

Toda la primera parte me encanta; el inicio está bien, pero para mí la serie se volvió irresistible a partir del episodio 8; y básicamente perdió el encanto hacia el final del episodio 18. El final (los episodios 25 y 26 originales) me pareció, como a casi todo mundo, no sólo incomprehensible (porque lo es); me dejó, como a casi todo mundo, absolutamente insatisfecho.

Lo que ocurre en el episodio 8 es, por supuesto, que introducen a Asuka Langley Soryu, la prototípica tsundere, y sin duda uno de los personajes más encantadores y entrañables (e insoportables) que han existido jamás en la historia del animé.

Asuka Langley Soryu

Asuka Langley Soryu

Lo que ocurre en el episodio 18 es, por supuesto, que Shinji casi mata a Toji y al siguiente episodio nos enteramos que le amputan una pierna a causa de la resultante batalla. La serie pierde algo en ese momento; y no hablo nada más de la pierna de Toji: cierta inocencia que el animé había conservado hasta ese momento, incluso con todo el sufrimiento que Shinji, Asuka y Rei habían pasado. Pero a partir de que Toji tiene su fatídica prueba como piloto de un Eva la serie toma un tono indisputablemente deprimente, que se acentúa más y más conforme se acerca al final.

Lo cual hace todavía más incomprehensible el final original de los episodios 25 y 26; después de ahondar todavía más en los aspectos depresivos del animé, el mismo da un giro de 180 grados y termina, literalmente, con todo mundo aplaudiendo a Shinji y diciéndole que hizo un buen trabajo.

El final original de Evangelion

El final original de Evangelion

Todo esto se entiende un poco más si uno se pone a investigar acerca de la serie (que por cierto, habla pésimo de la misma, que sea necesario ver fuera de ella para entenderle): Hideaki Anno, el creador de la serie, estaba combatiendo (y lo siguió haciendo durante muchos años después) los efectos de él mismo tener una depresión crónica de la chingada; lo que al final causó que literalmente decidiera al último momento cómo terminar la serie.

El final, mientras es nominalmente “feliz”, es increíblemente insatisfactorio porque no resuelve absolutamente nada: no se explica qué era Seele o Nerv; no resuelve los conflictos interpersonales entre ninguno de los personajes; no explica el final de la guerra con los ángeles; y así con casi todos los elementos que hacían interesante al animé. Lo único que hace el final es explicar que Shinji supera sus miedos y/o depresión y/o resentimiento y encuentra paz consigo mismo. Que, bien por él, supongo.

Lo que nos lleva a la película The End of Evangelion, que básicamente funciona como un final alternativo: podemos olvidarnos de los episodios 25 y 26, y reemplazarlos con EoE.

Mi relación con EoE es… complicada. Sin duda alguna se entiende más que el final original; se explican un montón de las cosas que dejaron colgando originalmente; y es un final, la historia termina… de alguna manera.

El problema es que Hideaki Anno, además de no siempre poder decidir qué chingados es lo que quiere decir (dejen ustedes cómo), en el fondo siempre ha detestado a los fans de Eva. No a todos, por supuesto; pero sí a los más clavados… que son la mayoría de los fans de Eva, porque la serie es todo menos fácil de seguir.

Anno es (o fue durante una porción muy importante de su vida), por todo lo que puede entenderse de leer del tipo, un otaku de hueso colorado; y Anno odia (al menos odió durante una porción muy importante de su vida) eso de sí mismo, y por extensión de los fans de Eva, que suelen ellos mismos ser otakus.

Anno odia a sus fans, porque en muchos sentidos le recuerdan aspectos de él mismo que quisiera casi olvidar. Esto resultó en que EoE sea un no muy sutil púdranse a los fans de la serie, que me parece es perfectamente representado por la escena inicial de Shinji masturbándose (hasta eyacular) con el cuerpo desnudo y comatoso de Asuka.

Semen

Semen

Nunca cambies, Japón…

Eva y EoE han sido analizados durante décadas por gente mucho más clavada que yo; pero algo que se puede entender fácilmente del animé es que realmente está compuesto de múltiples factores: por un lado tenemos una historia de adolescentes japoneses de secundaria y los problemas y vicisitudes relacionados, una sitcom básicamente (con personajes entrañables y muy divertida, si me permiten opinar); por otro lado tenemos una historia de acción con mechas gigantes y el destino de la humanidad en la balanza (con excelente acción y un mundo fascinante, si me permiten opinar); y encima (o debajo) de todo eso tenemos una historia filosófica y sicológica compuesta en su mayoría por monólogos que discuten la soledad, las barreras que formamos con otros seres humanos (en particular la base para el Absolute Terror Field, o AT field, que son los escudos de fuerza que utilizan tanto los ángeles como los Evas), y la depresión y otros malestares mentales que tenemos, especialmente en la adolescencia.

Las primeras dos historias es muy común que sean combinadas en animé; lo que hace único a Eva es justamente ese tercer factor filosófico/sicológico: pero el mismo no deja de ser increíblemente pretencioso; en general incoherente (porque el mismo Anno no sabía exactamente lo que quería decir, ni cómo); y la verdad ligeramente de hueva para muchos que nunca hemos sufrido particularmente por depresión opresiva.

Justo hasta que leí cómo influyó la serie a la gente con fuertes problemas de depresión, y que les ayudó mucho el identificarse con Shinji y su incapacidad de meterse al Eva como mucha gente depresiva es incapaz de levantarse de la cama, fue que me cayó el veinte de por qué la serie nunca me satisfizo realmente. Yo no soy depresivo; obviamente he pasado por múltiples episodios de depresión en mi vida (todos lo hacemos), pero nunca ha sido algo que me debilite hasta incapacitarme de vivir mi vida. En ese sentido, aprecio la historia que (torpemente) Anno intenta contar en el final original del animé; pero no es algo con lo que me identifique, ni algo que me llame mucho la atención.

Eso sí, hizo cambiar mi opinión de Shinji; inicialmente me desesperaba mucho cómo se comportaba en la serie. Ahora me queda claro que era un pobre muchacho de 14 años, sin madre, que su papá nunca quiso (de querer y de amar), y que le estaban poniendo el peso del mundo encima. Mi empatía por Shinji ha ido en aumento a lo largo de mi propia vida personal.

Como sea; Eva en general conecta con la gente que ha sufrido el tipo de depresión que el mismo Anno sufrió; y aunque eso no repara el terriblemente insatisfactorio final original, por todo lo que deja en vilo, sí arroja una luz muy diferente a ver que justamente Shinji supera su depresión (y todas las causas de la misma) y que sus seres queridos lo celebran por eso. Puedo entender lo emocionalmente gratificante que puede ser para alguien que se identifique con Shinji.

Esto ahora tiene más sentido

Esto ahora tiene más sentido

Pero no lo es para mí.

Yo soy monotemático y unilineal: yo quiero ver romance adolescente, y quiero ver finales felices de dichos romances adolescentes. Y gente como yo somos legión: los episodios 25 y 26 originales de la serie contienen una escena de alrededor de cuatro minutos, donde se muestra una realidad alterna en la cual Shinji y Asuka son amigos de la infancia (con ella igual de tsundere e igual de enamorada de él que siempre), y Rei es una estudiante de intercambio que llega a su salón y de inmediato causa que Asuka se ponga celosa.

La realidad alterna

La realidad alterna

Para un montón de fans es nuestra parte preferida de esos dos episodios finales (y de gran parte de la serie), y nos encantaría una serie que se centrara en eso. Que por supuesto es la base de Girlfriend of Steel 2nd, un videojuego (y manga) que transcurren en ese universo alterno. Y que fueron un exitazo, obviamente.

Anno tomó este deseo de muchos fans (que varios no dudaron en hacérselo saber de la forma más agresiva posible), y lo interpretó de la peor manera posible: no como un inocente y genuino deseo de ver un romance adolescente finalizado satisfactoriamente; sino como una muestra de masculinidad tóxica de los peores otakus posibles, que lo que esperan es que si Shinji hace “puntos” metiéndose por fin al puto Eva, entonces se “merece” ganarse a Asuka como si fuera un trofeo.

De ahí que lo primero que puso Anno en EoE es a Shinji (el avatar de estos otakus misóginos y tóxicos), masturbándose hasta eyacular con el cuerpo desnudo y comatoso de Asuka.

Esto ahora tiene más sentido

Esto ahora tiene más sentido

En otras palabras, púdranse. Que en su defensa, sí existen ese tipo de otakus, y además varios de ellos literalmente le mandaron amenazas de muerte después de la transmisión de los episodios 25 y 26 originales.

El problema es que el púdranse también nos incluye a los que siempre esperamos poder ver el romance de Shinji y Asuka florecer; no porque él se lo hubiera “ganado”: sino porque (además de la obvia atracción y química que existe entre ellos) son los únicos seres humanos que han pasado por el trauma de pilotear un Eva cotidianamente y son los únicos que pueden comprenderse y quererse y respetarse entendiendo eso el uno de la otra. Rei, recordemos, no es exactamente humana (y es de alguna manera la mamá de Shinji, entonces ew).

Además, tampoco es que como fans nos hayamos inventado el romance entre Shinji y Asuka, o que sólo apareciera en la realidad alterna de los episodios 25 y 26 originales; la relación más importante de Shinji (además de la que tiene con su padre) es sin duda con Asuka (y viceversa).

Se puede discutir que el núcleo emocional de la serie es justo ver cómo este par de adolescentes idiotas no pueden comunicar ni expresar sus sentimientos, en particular los que se tienen el uno con la otra (la persona más importante para cada uno, fuera de sus familias): lo cual hace más doloroso que en EoE Anno decida no resolver dicho núcleo (cuando sí resuelve muchas otras cosas); o incluso de alguna manera lo niegue o minimice, como la famosa escena en la cocina (realmente en la mente de Shinji), donde el muchacho le ruega a Asuka que lo ayude y ella se niega, reclamándole a su vez que él nada más la lastima y que ni siquiera se ama a sí mismo, implicando que cómo sería posible que la amara a ella o a nadie más. A lo cual Shinji procede a responder ahorcándola.

La escena de la cocina

La escena de la cocina

De nuevo: púdranse; Shinji responde a los justificados reclamos de Asuka como Anno imagina responderían los otakus tóxicos que tanto desprecia, como lo haría un novio manipulador si su novia comenzara a liberarse de esa relación tóxica, recurriendo al abuso físico: “si no me vas a amar entonces te voy a destruir”.

Por supuesto esa escena detona el viaje pirado al final, que incluye escenas de los mismos fans de Anno en el mundo real en un cine, donde condescendientemente les pregunta (o bueno, a su avatar, Shinji) si se siente bien estar escapando de la realidad y de sus depresiones en lugar de enfrentar el mundo real.

Does it feel good?

Does it feel good?

De nuevo: púdranse; y definitivamente olvídense del núcleo emocional de la serie, que es la relación (que va mucho más allá de sentimental) entre Shinji y Asuka.

Y aún así, aún así, EoE termina con Shinji y Asuka juntos después del apocalipsis; no necesariamente queda claro (porque el pinche Anno es incapaz de dar respuestas, si es que las tiene) si más seres humanos serán restaurados (como lo fue Asuka) del jugo Tang que es el LCL en que se convirtió la humanidad; o si ellos dos se convertirán en unos nuevos Adán y Eva. No importa mucho: acaban juntos.

Por supuesto sigue siendo increíblemente frustrante, porque no los vemos realmente nunca interactuar… excepto cuando Shinji trata de nuevo de ahorcarla, y Asuka lo detiene con el gesto sorprendentemente más tierno que tiene para él en toda la serie: acariciando suavemente su cara.

La caricia

La caricia

A lo que Asuka procede a decirle a Shinji (el avatar) que qué desagradable es, cuando él se echa a llorar. Porque púdranse.

Así que por eso es que mi relación con EoE es… complicada. Me encanta que un montón de los hilos de la trama en la serie sean respondidos o al menos atendidos; y por supuesto es espectacular desde el punto de vista técnico (la escena de Asuka despedazando los Evas fabricados en masa es fácilmente de mis preferidas en toda la historia del animé). Pero lo que yo y muchos consideramos uno de los pilares de la historia (la relación, incluyendo la parte romántica, entre Shiji y Asuka) es hecha de lado, si no es que minimizada (o peor aún: ridiculizada) por Anno, porque el idiota sentía despecho de que sus fans le reclamaran su final original, al no entender su incoherente mensaje de que la serie siempre fue acerca de depresión adolescente.

Lo que nos lleva a la tetralogía cinematográfica Rebuild of Evangelion… pero esa es otra bestia completamente distinta, así que hablaré de ella en otra entrada.

Nada más para terminar con Eva: varias partes de la misma (comenzando con Asuka) son de mis favoritas de todos los tiempos en animé; pero también hay muchas partes que no me gustan. En su conjunto la serie (y también EoE) son increíblemente frustrantes para mí.

Pero sigue siendo un animé seminal y lo magistral de sus aspectos técnicos son innegables. Nada más, como serie no es mi favorita; y con todos los problemas que tiene, encuentro a Darling in the FRANXX muchísimo más satisfactoria.

De cualquier forma vean Eva; a estas alturas del partido es básicamente inevitable si uno ve animé, y pues está toda en Netflix, así que tampoco es como que sea difícil.

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Jojo Rabbit

A finales de enero del año de la pandemia, 2020, fui a ver Jojo Rabbit. Se aplican las de siempre, supongo.

Jojo Rabbit

Jojo Rabbit

A mí me gustó mucho esta pelícua, por lo que es; una fantasía infantil bajo el espantoso contexto de la Alemania nazi.

La película fue controversial por las mismas pendejadas de siempre: es la historia de un niño en la Alemania nazi que pertenece a las juventudes hitlerianas (como casi todos los niños hacia el final de la guerra en la Alemania nazi). ¿Cómo se atreve Taika Waititi a hacer una comedia de eso?

De verdad me molesta mucho que haya cosas que múltiples críticos consideren que “no se deben hacer”; un creador tiene el derecho de crear lo que se le dé la regalada gana, y luego enfrentar las críticas correspondientes. Pero la crítica debe ser a la obra; no a su derecho de existir.

A mí (repito) me gustó mucho; no creo que sea una joya de la cinematografía, pero está entretenida y el Hitler imaginario que Jojo visualiza como un cagadísimo Waititi es espectacular. También me gustó mucho el personaje de Sam Rockwell, el oficial del ejército Klenzendorf: un guerrero que se pierde la guerra por haber sufrido una herida en el ojo, que obviamente está en una relación homosexual con su subordinado Finkel, y que su única acción heróica (y la última) es el salvar a Jojo de las fuerzas aliadas cuando toman el pueblo, al acusarlo de judío. Thomasin McKenzie está bien como la caricatura de Anne Frank; pero la verdad es un papel que sirve básicamente como herramienta para que Jojo crezca.

Ningún tema debería estar “prohibido”, ni para el animé, ni para el cine, ni para ningún otro medio: así que, aunque no sea el pináculo del arte cinematográfico, sí me da gusto que hicieran un drama-comedia con un niño en las juventudes hitlerianas al final de la Segunda Guerra Mundial; que tiene a una niña judía escondida en su casa; que ve a una caricatura de Hitler como amigo imaginario; y cuya madre es colgada por los nazis en la plaza del pueblo como traidora.

Así que yo sí la recomiendo.

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Overlord

Después de Guilty Crown, me aventé Overlord.

Overlord

Overlord

Overlord es un isekai casi al pie de la letra: el líder de una cofradía (guild) en un DMMOPRG (Dive Massively Multiplayer Online Role Playing Game; el Dive significando que es realidad virtual), que ha estado funcionando durante 12 años se prepara dentro del juego a que por fin apaguen los servidores. El líder había invitado a todos los miembros de la cofradía al evento, pero sólo pudo ir uno, y se desconecta antes de que el juego termine para siempre.

Así que el líder permanece conectado, pero cuando los servidores se apagan descubre que permanece en un mundo que es el del videojuego, y que al parecer él conserva los casi ilimitados poderes que tenía en el mismo. Todos los NPCs del juego ahora son sus habitantes, comenzando por los sirvientes de la cofradía, que por supuesto incluyen múltiples féminas que se pelean entre ellas por la atención del líder.

La parte novedosa es que tanto el líder (u overlord) como todos los miembros de la cofradía (que al parecer ninguno estaba cuando se apagaron los servidores), y también todos los NPCs que los servían y que aún existen en este nuevo mundo, son monstruos; no son humanos o las razas comunes aliadas (elfos, enanos y demás).

El cambio en el líder incluye al parecer perder su humanidad y su deseo sexual; lo primero causa que no tenga miramientos en asesinar miles de humanos si le conviene a sus planes; y lo segundo frustra a todas las sexys monstruas que quieren literalmente tronarle sus huesitos (el líder es un esqueleto en el videojuego y en el nuevo mundo).

El líder

El líder

El animé cumple con casi todos los clichés de la categoría isekai, pero está muy interesante el nuevo mundo que antes era un videojuego, y es divertido ver cómo el líder tiene poderes casi ilimitados en el mismo. Lo único es que la historia no es muy emocionante que digamos: el líder es para motivos prácticos indestructible e invencible, y sus sirvientes (los que antes eran NPCs) se le acercan en poder, entonces básicamente pueden conquistar a todo el mundo sin muchos problemas.

Los diseños de personajes están bastante padres (especialmente porque casi todos los sirvientes del líder son monstruos); la animación es espectacular en las escenas de acción (que abundan); y la música está bastante divertida. Overlord utiliza CGI en múltiples ocasiones, en particular para representar ejércitos masivos. Hay muchos fans del animé que consideran el uso de CGI como un sacrilegio (con muy pocas excepciones); a mí no me molesta, y me queda claro que la industria de animé en Japón es básicamente insostenible actualmente, y dicha insostenibilidad empeoraría todavía más si esperáramos que todos los cuadros de todos los animés fueran dibujados a mano.

Hay un par de escenas donde el CGI de Overlord sí es algo acartonado y por lo tanto resalta feamente; pero la verdad no lo veo como algo terriblemente grave. Más adelante reseñaré animés donde el CGI sí llega a grados ridículos; pero no es el caso con Overlord, me parece.

La serie es más o menos arrecha, especialmente con Albedo y Shalltear, la súcubo y vampira que más se disputan entre ellas la atención del líder; pero en general el animé utiliza esto para generar chistes, no para ofrecer fanservice.

Shalltear y Albedo

Shalltear y Albedo

Fuera de eso, la verdad es que me chuté las tres temporadas que hay del animé, y probablemente me chute las que sigan (estaría padre averiguar el misterio de cómo el líder acabo en un mundo que es idéntico al del videojuego), pero no estoy al borde de mi asiento esperando una nueva temporada. Está divertida y sí me ha gustado, pero tampoco es que esté entre mis favoritas; probablemente porque casi no hay romance: la pérdida de humanidad del líder básicamente impide que lo haya con el protagonista principal. Sin embargo sí hay un pequeño romance entre uno de los sirvientes del líder y una humana; y sí es de las cosas que más me gustó de la serie, pero es muy cortito y no muestran mucho al respecto.

Como sea; sí recomiendo Overlord, pero tibiamente; está divertido, pero tampoco es espectacular, desde mi punto de vista.

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1917

A mediados de enero del año de la pandemia, 2020, fui a ver 1917. Se aplican las advertencias de spoilers regulares.

1917

1917

Durante la Primera Guerra Mundial, dos soldados británicos son encomendados con la misión de detener un ataque; los alemanes se retiraron en una porción del frente poniente, pero reconocimiento aéreo muestra que es una trampa para cercar a los británicos. Sin líneas telefónicas, la única forma de informar al comandante a cargo del ataque es mandando a los dos soldados; para motivar al que está a cargo (supongo), le informan que su hermano es parte del ataque que va a ser cercado.

Esa es la historia: los dos soldados atravesando la tierra de nadie y después escabulléndose detrás de las líneas enemigas, todo el tiempo con un terror acechante al darse cuenta de que, con casi toda certeza, su misión es básicamente suicida.

La película es espectacular; utiliza el truco de Cuarón, Iñárritu y God of War, donde sólo hay un plano-secuencia (una sola toma), lo cual hace que ya no sea tan impresionante como la primera vez que uno lo ve; pero sigue siendo impresionante. La historia es brutalmente sencilla y realmente hay muy pocos personajes, entonces lo que hace la película es construir un ambiente terrorífico y agobiante, donde nuestros protagonistas están esperando todo el tiempo ser moridos bien muertos por balas alemanas.

A mí me encantó la película; nada más por la ambientación merecería la pena, pero nuestros protagonistas (especialmente el principal) son entrañables, y uno sufre con ellos cada centímetro de lodo, mierda, muerte y destrucción que tienen que recorrer casi a rastras, esperando todo el tiempo el disparo del enemigo que acabará con sus vidas.

La recomiendo ampliamente, si aún no la han visto: está en Prime Video si les interesa.

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Guilty Crown

Poco después de Princess Lover! vi Guilty Crown.

Guilty Crown

Guilty Crown

Muchos fans del animé decimos, cuando queremos ser graciosos, que vemos animé “por la trama”, donde se entiende que “la trama” son los imposiblemente zangoloteables senos desafiantes de la gravedad que suelen caracterizar al medio. O como dicen más sucintamente los gringos: big ass anime tiddies.

Sinceramente yo no veo animé nada más “por la trama”; y no se me escapa la ironía de que probablemente todos los que sí lo ven “por la trama” dirían exactamente lo mismo; pero en serio, a estas alturas de mi vida lo que menos me importa es la cantidad de fanservice que tenga una caricatura japonesa. No me molesta ver “la trama” (estoy tratando de ser sincero); pero no la necesito para disfrutar un animé.

Repito: mi animé favorito de todos los tiempos, Cardcaptor Sakura, no tiene “trama” en lo más mínimo. Dicho todo lo anterior, he de admitir que Guilty Crown la comencé a ver exclusivamente por “la trama”.

La “trama”

La “trama”

Al ver esa escena en YouTube, y como la adorable Hare trata de ligarse a Shu, me dije a mí mismo: “mí mismo, hay que ver ese animé…”

“Por la trama.”

Lo cual, tal vez predeciblemente, resultó en que terminara completamente decepcionado con la serie. Irónicamente, tiene una trama muy mala; una trama, no una “trama”; la “trama” está bastante bien, de hecho, como pueden ver arriba.

Haría una sinopsis de la historia, pero me niego; involucra una preparatoria (por supuesto), y poderes que pueden adquirir y son generalmente usados por adolescentes (por supuesto). También hay una tragedia que ocurrió hace años y que es un misterio; organizaciones gubernamentales malévolas y una resistencia que se le opone; y por alguna razón una ídolo que canta de manera particularmente sosa.

No importa: la historia es medio retrasada mental y los personajes actúan de forma completamente inverosímil casi todo el tiempo; después de que es absolutamente obvio que Shu está trabajando con la resistencia, sigue acudiendo a su prepa a pesar de estar bajo la vigilancia del gobierno malévolo, y nadie menciona que esto es probablemente lo más estúpido del mundo mundial. Pero supongo que no querían abandonar la ambientación preparatoriana.

La serie tiene varias cosas buenas; el diseño de personajes es maravilloso (véase: “la trama”); la animación y las escenas de acción son espectaculares; y la idea de los poderes de los adolescentes (aunque una completa mamada) está interesante. Pero todo lo demás se cae literalmente a pedazos; particularmente la música, que juega un papel muy importante en la serie, y que yo al final ya me tenía hasta la madre. Eso casi nunca me pasa a mí con animé.

Sin embargo lo que causó que este animé me perdiera para siempre, fue que a la mitad matan a Hare (dícese: “la trama“): la encantadora muchachita era por mucho el personaje más entrañable; su poder era probablemente de los más útiles; y era sin duda alguna la única pinche vieja que le convenía a Shu, porque el resto son insoportables, con Inori además siendo mustia como una mosca.

Guilty Crown lo comencé a ver por “la trama”, y la terminé por disciplinado; pero es de verdad de los animés que más me han decepcionado en muchos años: tenía todo el aspecto ténico resuelto de manera casi perfecta, nada más se les olvidó escribir una historia decente (y componerle una buena música) alrededor.

Así que no la recomiendo; de verdad no la vean… a menos que sea nada más por “la trama”.

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Parásitos

A inicios de enero del año de la pandemia, 2020, fui a ver Parasite. Diría que se aplican las de siempre, pero supongo que ya todo mundo la vio.

Parasite

Parasite

Parasite es una película fascinante, no en menor medida por el hecho de que es difícil de clasificar su género, a menos que nos comprometamos y digamos que es una combinación de géneros: comedia, suspenso, horror, crimen, crítica social y probablemente más, si así lo desean.

A mí me encantó; el final es un poco inverosímil (dependiendo de cómo decidan interpretarlo), pero la crítica social es inclemente y las partes cómicas son hilarantes. La violencia no me pareció tan padre; no porque me ofenda ni nada por el estilo: es sólo que es la salida fácil a cualquier tipo de resentimiento social, cuando hay avenidas mucho más productivas (si bien no tan emocionalmente satisfactorias, al menos por un momento). Además, resulta en la muerte de Ki-jung (Jessica), que era sin duda la más inteligente de la familia Kim.

También me sorpendió lo similar que puede resultar Seúl a la Ciudad de México; opulencia desmedida en varias partes de la ciudad, y una pobreza recalcitrante a sólo unos cuantos kilómetros de distancia; con los habitantes de la parte privilegiada ignorando alegremente las carencias del resto de su ciudad.

La película recibió, merecidamente me parece, aclamo crítico de todo mundo; pero más importante a mis ojos, es una película endiabladamente entretenida: incluso en las partes incómodas, uno no puede dejar de mirar la pantalla tratando de adivinar qué carajos va a pasar en esta historia donde se puede discutir no hay ningún personaje que pudiéramos considerar “bueno”; sólo distintos grados de mezquindad humana.

Así que obviamente la recomiendo; de manera probablemente gratuita, porque casi todo mundo ya la vio. Está en Netflix, de cualquier manera, si les interesa.

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Princess Lover!

Poco después de Demon Slayer, terminé Princess Lover!

Princess Lover!

Princess Lover!

Princes Lover es el primer animé que reseño que no es original, ni está basado en un manga o una novela ligera; en su lugar, este animé está basado en una novela visual, que es el término que utilizan los japoneses para describir videojuegos donde uno puede tomar un puñado de decisiones, y se la pasa leyendo la historia y viendo los gráficos correspondientes en la pantalla.

Pero siendo más preciso, Princess Lover! es un eroge, que son novelas visuales donde la parte visual es extremadamente arrecha, y en muchos casos definitivamente pornográfica.

No sé qué tan pornográfica sea la novela visual en la que Princess Lover! está basado; pero el animé es bastante arrecho.

Es, en estilo, muy similar a Highschool of the Dead, con la diferencia principal siendo que aunque yo encontré HOTD muy entretenido, Princess Lover! en cambio me pareció bastante aburrido. Y definitivamente estúpido.

La historia es bastante mensa: los padres de Teppei Arima mueren en un accidente automovilístico, y el muchacho es contactado por su abuelo, que resulta es el presidente de una gran conglomerado japonés.

El abuelo le dice a Teppei que quiere hacerlo su heredero y lo inscribe a una escuela de élite, donde un montón de muchachitas que enseñan los calzones a la primera provocación se enamoran de él y se convierten en su harén (la unidad básica familiar del animé), junto con su criada personal Yū, que también atiende a la escuela para poder servir a Teppei literalmente en todo momento.

La historia tiene acción bastante bruta, porque hay intrigas contra el conglomerado del abuelo y contra Teppei por ser el potencial heredero. Todos los personajes son bastante sosos en mi opinión, excepto tal vez por Yū que es completamente fiel a Teppei.

Yū Fujikura

Yū Fujikura

Yū terminó siendo lo único que me gustó del animé: la animación es más bien chafa; el diseño de personajes existe nada más para cosificar al harén (la unidad básica familiar del animé); la historia es inverosímil pero además bastante estúpida; la música es el Jpop más genérico del universo; y es en general una de las peores muestras de lo que puede ocurrir con una serie cuando la intención de los creadores no va mucho más allá de tratar de excitar a adolescentes atolondrados.

Así que yo no recomiendo este animé; la verdad hay un montón de animé de extraordinaria calidad en el mundo, o al menos indudablemente entretenido, como para andar perdiendo el tiempo con creaciones tan mediocres como Princess Lover!

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Entre Navajas y Secretos

A inicios de diciembre de 2019, fui a ver Knives Out. Se aplican las de siempre.

Knives Out

Knives Out

Le deseo un particularmente doloroso infierno a Rian Johnson, por lo que hizo con The Last Jedi, que me parece no sólo un crimen de lesa humanidad, sino además (dado que muchos consideramos a Star Wars lo más cercano que tenemos a una religión), un crimen de odio que debería ser castigado en esta vida con astillas debajo de las uñas o algo por el estilo.

Dicho sea eso, Knives Out es bastante divertida. Es estúpida hasta decir basta; inverosímil en casi todos los puntos de su trama (comenzando por el hecho de que Marta vomita cada vez que miente); absurda en cómo actúan casi todos los personajes en varias partes de la película; y además siendo un refrito (no un homenaje; no una parodia) de las pendejadas que se le solían ocurrir a Agatha Christie.

Nada de eso quita que sea bastante divertida.

El elenco es espectacular, comenzando con la estupidizantemente hermosa Ana de Armas y siguiendo con Daniel Craig que está orgullosísimo de su acento cajun (que estoy bastante seguro es de hecho al menos ligeramente racista, si no es que racista-adyacente); la producción es impecable (si cerramos los ojos a las inverosimilitudes de la historia); las actuaciones son lo que uno esperaría del elenco; y la música está padre.

Es un buen churrito; la verdad no merecedor de haberla visto en el cine, pero todavía era antes de la pandemia y no sabíamos que poco después pasaría más de un año para volver a poner pie en una pantalla grande, por lo que no escatimábamos en la oportunidad de desperdiciar nuestro precioso tiempo fuera de nuestras casas en películas que bien podían haber sido vistas en un sofá.

Yo sí recomiendo Knives Out; Rian Johnson sigue mereciendo un particularmente doloroso infierno por lo que hizo con The Last Jedi, pero este churrito está divertido.

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Demon Slayer

Después de HOTD, me chuté Demon Slayer; que antes de empezar a hablar de él, me parece importante mencionar que creo es de los mejores animés que han salido en los últimos años, y que probablemente deberían ir y verlo. Y después la película, Demon Slayer: Mugen Train, porque también es de las mejores películas de animé que han salido en los últimos años.

Demon Slayer

Demon Slayer

En la primera mitad del siglo XIX, el artista japonés Hokusai creó la impresión xilográfica 神奈川沖浪裏, La gran ola de Kanagawa, que es considerada (si le creemos a la Wikipedia) una de las obras de arte japonesa más reconocidas en el mundo.

La gran ola de Kanagawa

La gran ola de Kanagawa

A mí empíricamente me parece que sí lo es, porque la tengo grabada en mi memoria cultural desde que era niño, sin de hecho saber su nombre hasta que la busqué para escribir esta entrada.

Demon Slayer basa mucho de su estilo, de manera explícitamente no sutil, en La gran ola de Kanagawa; los ataques de Tanjiro utilizando el estilo de Respiración de Agua para katana evocan a la impresión xilográfica de manera indudable.

Water Breathing

Water Breathing

Como yo lo veo, Demon Slayer intenta evocar a La gran ola de Kanagawa en mucho más que el estilo visual; sinceramente aspira a convertirse en una obra de arte que todo mundo reconozca de inmediato como algo intrínsecamente japonés.

El animé relata la historia de Tanjiro Kamado, un adolescente japonés al inicio del siglo XX, que recolecta carbón y lo vende en la villa más cercana para apoyar a su familia. Su padre murió unos años antes, pero tiene a su madre y varios hermanos menores, y es un muchacho gentil y amable.

Un día que regresa de haber vendido carbón, encuentra a toda su familia asesinada de la manera más violenta posible por demonios, y a su hermosa hermana Nezuko transformada en uno. Con mucho esfuerzo Tenjiro consigue hacer que Nezuko lo reconozca (y no trate de comérselo), y en ese momento aparece un demon slayer; un miembro de una organización secreta que tiene siglos combatiendo a los demonios.

Inicialmente el demon slayer quiere matar a Nezuko, pero Tanjiro lo convence de que no lo haga, especialmente cuando le explica que su hermana aún no ha asesinado ni comido a un ser humano. El demon slayer pone a Tanjiro en el camino de convertirse también en un demon slayer, con el objetivo de encontrar una cura para Nezuko, lo que se traduce en años de entrenamiento con katanas perfeccionando técnicas de respiración especiales que, cuando son usadas de la manera correcta, le dan casi superpoderes a los demon slayers; lo que les permite enfrentarse a los demonios y sus poderes sobrenaturales. Mientras Tanjiro entrena, Nazuko duerme en una especie de hibernación; pero de cualquier manera el muchacho le pone a su hermana un pedazo de bambú como bozal, para ayudarla a controlar sus ansias de comer seres humanos.

Nezuko

Nezuko

Una vez concluido su entrenamiento, que incluye un examen de graduación brutal donde de decenas de candidatos sólo sobreviven un puñado, Tanjiro comienza a viajar con misiones para asesinar demonios, y el muchacho viaja con una caja a su espalda donde Nazuko se esconde (uno de los poderes de demonio que la muchacha tiene es poder aumentar y disminuir su tamaño).

Tanjiro y su caja

Tanjiro y su caja

La caja también es necesaria porque Tanjiro viaja de día, y los demonios mueren si son expuestos a la luz del sol; eso y las espadas especiales que utilizan los demon slayers son lo único que los puede matar, y únicamente decapitándolos. La muchacha no es nada más bulto; como Tanjiro suele cazar a los demonios de noche, Nezuko puede ayudarlo a enfrentarlos, lo que normalmente ocurre.

A lo largo del camino Tanjiro se hace amigo de otros dos demon slayers igual de novatos que él: Zenitsu, que es superficialmente un cobarde y medianamente incompetente (al menos al inicio), pero que cuando pierde el conocimiento (normalmente de lo asustado que está), resulta que puede ejecutar un movimiento (y sólo uno) de katana poderosísimo a la perfección, lo cual suele salvar al grupo en más de una ocasión (y siempre sin que Zenitsu recuerde que lo hizo); e Inosuke, un perfecto espécimen de la raza humana (además con un rostro hermoso, incluso para ser hombre), que es básicamente un guerrero salvaje que utiliza una cabeza de jabalí como casco, y que sus habilidades de combate son superadas únicamente por su inverosímil ego.

Tanjiro, Zenitsu e Inosuke

Tanjiro, Zenitsu e Inosuke

Poco a poco Tenjiro va descubriendo o perfeccionando sus habilidades innatas; además de contar con un olfato extraordinario (que es invaluable al combatir demonios), el muchacho cuenta con una cabeza extremadamente dura (físicamente dura, no que sea necio), y encima de todo tiene una empatía enorme, lo que le permite sentir lástima incluso por los demonios que asesina.

Demon Slayer es, nada más desde el punto de vista técnico, una obra de arte; no sólo los diseños de personaje son de los más llamativos que he visto en años, la animación es espectacular; la música está increíble; y en general se puede calificar como un animé perfecto desde un punto de vista artesanal.

Pero por encima de todo ello, la historia es de las cosas más interesantes, entretenidas, emocionantes, sentimentales y divertidas que he visto en mucho tiempo; con un montón de personajes entrañables (incluyendo varios demonios), y una mitología que se va expandiendo poco a poco conforme uno mira la serie.

Y además, por si no fuera poco, es de las series más respetuosas que he visto con respecto a sus mismos personajes: no sólo los villanos son mostrados en general bajo una luz más acongojada que enojada (Tanjiro no odia a los demonios; les tiene lástima); no sólo se le da espacio a cada personaje para explicar sus antecedentes y permitirle crecer; es además de los pocos animés donde básicamente el fanservice no existe, donde no se sexualiza a las mujeres (sin que por ello dejen de ser bellísimas), y donde Tanjiro es la antítesis de la masculinidad tóxica.

Kanao

Kanao

El muchacho, sin en ningún momento dejar de ser un héroe y un guerrero valiente, idealista y entregado, jamás es agresivo de manera gratuita; jamás abusa de sus poderes; y siempre mantiene el buen y humor y la gentileza, estando dispuesto a sonreír incluso después de todos los traumas por los que debe atravesar en su carrera como demon slayer.

Tanjiro sonriendo

Tanjiro sonriendo

Y en último pero definitivamente no menos importante lugar, la primera temporada del animé continúa con una de las películas basadas en animé más extraordinarias que yo jamás haya visto; no sólo (una vez más) por los aspectos técnicos y artesanales: también por una extraordinaria historia con un impacto emocional que es literalmente difícil de explicar: de verdad vayan y vean el animé y después la película (pueden ver la película sin la serie, pero el impacto es mucho mayor si lo ven todo junto).

La única cosa que podría mejorar la serie para mí, sería que de hecho tuviera romance; pero nuestros héroes están muy ocupados decapitando demonios como para poder preocuparse de ese tipo de nimiedades. Hay una pista de tal vez un interés romántico para Tenjiro en la primera temporada; pero como es él, probablemente termine siendo sólo su amiga y él celebre esto; y también está la innegable atracción que siente Zenitsu por Nezuko, pero la serie utiliza esto más bien como material para hacer chistes, además de que está el problema de que, ya saben, Nezuko es un demonio.

Demon Slayer sería mi serie favorita si no fuera por la falta de romance (hey, tengo principios); pero es sin duda de las mejores (si no es que la mejor) que he visto en muchos años. Véanla, por favor, es de verdad una obra de arte y algo que no se deben perder: está en Netflix (al menos el animé), así que no tienen pretexto para no hacerlo.

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Ford v Ferrari

A finales de noviembre de 2019 fui a ver Ford v Ferrari. Se aplican las de siempre.

Ford v Ferrari

Ford v Ferrari

No suelo ser terriblemente fan de las películas de cochecitos que van rápido, por múltiples razones, pero la principal es que suelen celebrar lo más tóxico posible de la masculinidad tóxica (se puede argumentar que las carreras automovilísticas son en gran medida la encarnación de la masculinidad tóxica).

Dicho sea eso, a mí me gustó mucho esta película; las actuaciones son fenomenales, por supuesto, pero además le dedican bastante tiempo a la parte técnica de hacer que los cochecitos vayan rápido, y a la preparación física y mental que tienen que llevar a cabo los pilotos para poder competir en carreras demenciales, como son las 24 horas de Le Mans.

Así que sí la recomiendo; si les gusta ver cochecitos yendo harto bien rápido, está bastante divertida.

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Highschool of the Dead

Poco después de The Future Diary me chuté Highschool of the Dead, también conocida por sus siglas, HOTD.

Highschool of the Dead

Highschool of the Dead

Hay tres cosas que me gustan en la vida: animé, romance adolescente e historias de zombies… ¿cómo es que entonces a nadie más se le había ocurrido combinar todas estas cosas en una divertidísima serie?

HOTD es hilarante, varias veces de manera involuntaria. La historia está ahí, en el título: son preparatorianos sobreviviendo un apocalipsis con zombies, y la serie es completamente honesta al respecto: no es más ni menos que eso.

Obviamente, como corresponde a una historia con zombies, la violencia es gutural e inverosímil; los muchachos disponen de zombies utilizando bats, katanas, lanzas y, eventualmente, armas de alto calibre y vehículos blindados.

No tiene el menor sentido (comenzando con el hecho de que sobreviven); pero es divertidísimo y extremadamente violento.

Obviamente, como corresponde a una historia de preparatorianos, el “romance” y las hormonas de los mismos están presentes todo el tiempo; la serie es arrecha de forma, valga la rebuznancia, caricaturesca: ya he mencionado el inigualablemente imposible zangoloteo de senos con consistencia de gelatina que el animé produce regularmente. HOTD alcanza niveles tan ridículos al respecto, que me parece que da la vuelta al continuo de lo que es pésimo, y se convierte en una forma de arte paradójicamente sublime.

Eso, o al menos es increíblemente divertido ver cómo la serie se las ingenia para que estas pobres muchachas enseñen los calzones en absolutamente todas las oportunidades posibles, e incluso en múltiples oportunidades no posibles.

Fanservice

Fanservice

Nunca cambies, Japón…

Eso es HOTD: zombies, violencia extrema (entre más sangre y entrañas, mejor), y muchachas enseñando los calzones y zangoloteando sus gelatinescos senos a la menor provocación. Avienten en medio unos cuantos chistes juveniles, y básicamente han destilado el animé a sus componentes básicos principales.

A mí me encantó: el diseño de personajes es un poco más estilizado de lo que me gusta, pero las muchachas están guapas y la serie no perderá tiempo en restregarles este hecho en sus caras; la música es espectacular, con una de las mejores aperturas (si no es que la mejor) de rock (o bueno, pop-rock) que ha habido en un animé; y con una animación excelente con muchísima acción con lujo de violencia y fanservice absolutamente gratuito. ¿Qué más se puede pedir en la vida?

¿Una buena historia? ¿Personajes tridimensionales con deseos y necesidades bien establecidos? ¿Acción que, ya saben, siga las reglas de la física? Nah; todo eso son nimiedades para esta serie: HOTD consiste en ver adolescentes ridículamente sexualizadas destripando zombies con máximo lujo de violencia, mientras enseñan los calzones y zangolotean sus senos desafiando a la gravedad.

Bajo esos criterios, HOTD es tan bueno como uno podría esperar, y se puede discutir que es lo mejor del género. No hay ninguna pretensión, ninguna aspiración cultural o intelectual: la serie es lo que es, y dentro de lo que es, probablemente sea de lo mejor que exista.

Agreguen que tiene una pizca de romance, ya saben, romántico, y es sin duda alguna una de mis series preferidas: es estúpida como un costal de ladrillos, y la adoro como no tienen idea.

Mi único pesar es que el creador del manga sobre el que se basa el animé, Daisuke Satō, murió en marzo de 2017, dejando la historia sin concluir; y el resto de los realizadores decidieron dejar la historia así, inconclusa. Nunca sabremos qué será de Takashi y su harén (la unidad básica familiar del animé) de compañeritas con senos gelatinescos.

Tal vez sea algo positivo: el delicado equilibrio que tiene que tener una creación artística tan mala para que de hecho se vuelve buena sería muy fácil de romper, si hubiera habido más de los doce episodios y el solitario OVA con el que contamos.

Yo recomiendo HOTD ampliamente; es lo que es, y no pretende ser nada más. Si la ven bajo esa perspectiva (y de preferencia apagando sus neuronas mientras lo hacen), me parece que también la pueden disfrutar mucho; está en Netflix, si les interesa.

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Dr. Sleep

En noviembre de 2019 fui a ver Dr. Sleep. Se aplican las de siempre.

Dr. Sleep

Dr. Sleep

A mí me gustó mucho esta secuela de The Shining, una de mis películas de terror sicológico preferidas. El elenco es excelente, con Ewan McGregor como un dañado adulto Danny; y la bellísima Rebecca Ferguson como la demoniaca líder de True Knot. Kyliegh Curran es extraordinaria como una nueva poseedora de the shining; y la pelea psíquica que tiene con Rose the Hat es de las mejores partes de la película.

No me dio miedo, por supuesto; pero me entretuvo bastante y se me hizo interesante el visitar cómo quedaría de dañado Danny después de que su papá tratara de asesinarlos a él y a su madre; y todavía más la mitología de un culto con superpoderes que básicamente se alimenta de niños para tratar de vivir eternamente.

Así que yo sí la recomiendo; no es tan buena como la original (¿quién en general le llega a Kubrick?), pero es sin duda alguna entretenida; con muy buenas actuaciones; y una expansión del universo de The Shining que a mí no me molestaría siguieran explorando.

Está en Prime Video, si les interesa.

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The Future Diary

Alrededor de la época en que estaba viendo Scum’s Wish, terminé The Future Diary; de hecho me la habían recomendado años atrás, pero no la empecé a ver sino hasta la pandemia.

The Future Diary

The Future Diary

Yukiteru Amano, un muchacho de 14 años, vive su vida apuntando religiosamente todo lo que ve en un diario en su teléfono celular (un flip-phone; la serie está basada en un manga que se comenzó a publicar en 2006), cuando de repente se ve envuelto en un torneo mortal donde participan múltiples personas: el ganador del torneo se convertirá en el nuevo dios del universo; el actual (y moribundo) dios (que por alguna razón era amigo de Yukiteru) es el organizador del mismo.

Cada participante tiene un teléfono celular, y algún poder asociado al mismo; Yukiteru en particular puede ver entradas de su diario en el futuro, y como él apunta todo lo que ve, es bastante útil porque puede en general enterarse de todo lo que verá en el futuro, excepto él mismo (Yukiteru nunca escribía de sí mismo, sólo de sus alrededores).

Independientemente de esa desventaja, Yukiteru hubiera durado como catorce segundos en un torneo donde los participantes tratan de matarse entre todos, pero se alía con él Yuno Gasai, un simpática, lindísima, sociópata y violentísima muchachita, que alegremente le informa que lo ama, y que tiene años siguiéndolo en secreto y anotando todo lo que él hace en su celular: su teléfono entonces le avisa de todo lo que Yukiteru hará, por lo que combinando ambos básicamente tienen completa información de lo que pasa alrededor de ellos, siempre y cuando permanezcan juntos.

Yuno no nada más tiene un teléfono perfecto como complemento al de Yukiteru; además es excelente para pelear a muerte (particularmente usando navajas y/o espadas), y una completa indiferencia a asesinar a cuantos seres humanos sean necesarios para mantener a Yukiteru a salvo.

Yuno Gasai

Yuno Gasai

La serie, como podrán ver, es estupidísima; pero también es divertidísima por varias razones.

En primer lugar, es muy interesante ver cómo funcionan los teléfonos de todos los participantes y las estrategias que se les ocurren para utilizarlos efectivamente y matarse entre ellos. En segundo lugar, la serie es violentísima al estilo de las películas de Tarantino: acción ininterrumpida, sangre a cubetadas, y siempre siendo muy entretenido.

En último pero definitivamente no menos importante lugar, Yuno se roba toda la serie; la simpática muchachita está genuinamente enamorada de Yukiteru (lo cual, dado cómo es ella, se traduce en que no pocas veces trate de asesinarlo), y Yukiteru se mantiene junto a ella porque sin duda alguna la necesita para sobrevivir, pero también porque no puede dejar de notar lo linda que es: Yukiteru está a la vez imposiblemente atraído a e increíblemente aterrado de la bellísima muchachita. Yuno no ayuda, cambiando mercurialmente de besarlo apasionadamente a tratar de acuchillarlo en lo que dura un parpadeo y dependiendo de las circunstancias.

Belleza asesina

Belleza asesina

La serie es arrecha, obviamente, con además bastantes temas adultos que van de la explotación sexual infantil a, ya saben, el asesinato de decenas de personas utilizando bombas por parte de una terrorista convertida eventualmente en superheroína.

A mí me gustó mucho; la historia no tiene el menor sentido, especialmente hacia el final cuando se revelan realidades paralelas y viajes en el tiempo, pero el trayecto es genuinamente divertido y Yuno es de los personajes más dañados que yo haya visto en un animé, sin por ello dejar de ser lindísima y adorable; incluso cuando mata gente al por mayor, como si fuera miércoles de plaza.

Y aunque de forma muy enferma, la serie está anclada en el romance entre Yukiteru y Yuno, y de forma increíblemente oscura y delirante les permite a los dos tener su final feliz como dioses en un nuevo universo que ellos crean y donde definen sus propias reglas.

Es, de manera terriblemente tóxica, de las series más románticas que he visto. Pero no se preocupen: está toda la demás violencia para que se entretengan con eso, si el romance no les interesa. Además, el diseño de personajes está bastante padre; la animación es espectacular en la delirante acción mientras todos tratan de matarse entre ellos; y la música está muy divertida.

Así que yo sí lo recomiendo; nada más no esperen un animé convencionalmente divertido o romántico: es gente destazándose con lujo de violencia durante 26 episodios. Está en Funimation, si les interesa.

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