Master Reboot

Después de Horizon Zero Dawn saqué el platino de Master Reboot. Fue el último platino de PlayStation 3 que saqué antes de que excomulgaran a mi vieja cuenta.

Master Reboot

Master Reboot

La imagen de arriba fue lo más cercano que pude encontrar a una portada en la red… eso no es completamente cierto, sí hay imágenes de la portada para PS3, pero con una resolución como de cuatro pixeles, así que la de arriba tendrá que bastar.

Este juego lo jugué nada más porque me salió gratis por mi suscripción a PlayStation+; de otra forma probablemente nunca lo hubiera jugado.

La historia gira alrededor de un servicio donde se pueden subir las memorias de una persona a la nube (el servicio se llama Soul Cloud), para que sus seres queridos las visiten y así engañar un poco a la muerte. Según yo las memorias no son conscientes; el servicio es para que los seres queridos del occiso lidien con su pérdida, no para inmortalizar a los moridos; pero la historia (o lo que yo entendí de ella) es medio ambigua al respecto.

Un ente externo infiltra Soul Cloud y la protagonista (y al parecer programadora del sistema) tiene que entrar al sistema para tratar de reparar o detener el daño, realizando el famoso master reboot. El juego consiste en visitar varias memorias y resolver acertijos mientras uno evade a Seren, el ente infiltrado que está causando destrozos, que está compuesto de las memorias de la hermana de la protagonista. O algo.

Al final la protagonista se sacrifica para salvar a la nube de almas. O algo.

Las historia se supone es terror sicológico, pero a mí nunca me dio miedo. Sin embargo es razonablemente entretenida y original; nada más el juego es bastante simple, básicamente carente de acción y (en mi opinión) más bien feo gráficamente. También es risiblemente fácil; lo cienporcenteé en una semana, jugándolo como una hora al día.

El juego no me entretuvo mucho; y en cuanto saqué el platino básicamente me olvidé de él. No me molestó jugarlo; pero ciertamente no me quedaron ganas de volverlo a hacer. Es medianamente aburrido, en mi opinión.

Pero la historia está entretenida. No como para volverlo a jugar, pero entretenida.

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Horizon Zero Dawn

Después de Detroit: Become Human saqué el platino de Horizon Zero Dawn.

Horizon Zero Dawn

Horizon Zero Dawn

En un futuro donde la humanidad ha tenido una regresión a culturas tribales, arcos, flechas y lanzas, Aloy es una niña aparentemente huérfana que desde que nació es excomulgada de su tribu. La cuida Rost, que es también excomulgado, pero al parecer anteriormente era un guerrero muy respetado de la tribu. El que estén excomulgados se traduce en que nadie les habla, bajo amenaza de ser a su vez excomulgados.

Los humanos conviven con animales relativamente pequeños (vemos jabalíes y guajolotes, pero no caballos, perros o gatos); y con un montón de máquinas (robots) que se comportan como animales que van desde relativamente medianos (como un perro grande) hasta monstruos que tienen el tamaño, forma y carácter de tiranosaurios rex.

No sabemos qué pasó con la humanidad, hasta que Aloy siendo niña cae en una cueva y descubre ruinas de los “antiguos” (como les dicen a nuestra civilización), donde se hace de un foco; que es la idea más entretenida que probablemente plantee el juego. El foco, que parece una púa de gitarra y que se coloca en la sien derecha del usuario, es una combinación de teléfono celular inteligente y sistema de realidad aumentada que proyecta hologramas que únicamente el usuario puede ver. Aparentemente funciona con energía solar y debe tener la mejor batería en la historia de la humanidad, porque nos enteramos después que tiene alrededor de mil años de edad.

Aloy aprovecha el foco para aprender de la civilización de los antiguos (muy poco, porque pues no se puede conectar a nada) y para catalogar y analizar las máquinas y animales que los rodean; nunca queda claro, pero la única explicación es que la niña aprende a programar el famoso foco, entre otras cosas.

A la niña le entristece y molesta en más o menos igual medida que nadie en el pueblo le hable a ella y su (en los hechos) padre, así que le pregunta a Rost que qué puede hacer al respecto. Él le dice que si gana la competencia anual que existe para aceptar nuevos “valientes” (los guerreros de la tribu) cuando cumplen la mayoría de edad, entonces las matriarcas que gobiernan están obligadas a darle lo que ella pida, incluyendo que le expliquen de dónde viene y por qué la excomulgaron (Rost mismo no sabe).

La niña decide entonces entrenar durante los años que le faltan para llegar a la mayoría de edad (aparentemente 18 años) y poder ganar la competencia. Entonces además de su innegable inteligencia, Aloy entrena su cuerpo desde pequeña guiada por un extraordinario guerrero (Rost) para tener una agilidad y habilidades de cazadora y rastreadora básicamente inigualables.

Aloy es aceptada en la competencia y el día anterior convive con mucha más gente de la que jamás había visto junta en su vida, incluyendo forasteros de tierras lejanas; en particular uno que (para sorpresa de ella) tiene también un foco. La muchacha trata de hablar con el forastero con foco, pero el mismo le huye como si estuviera aterrado.

La joven cazadora gana la competencia e inmediatamente después su tribu es atacada por guerreros que algunos portan armas de fuego; Aloy es herida y a punto de ser asesinada por el líder, pero Rost la salva aunque sacrifica su vida al hacerlo.

Al recuperarse, una de las matriarcas le explica de dónde viene: un día apareció de la nada en la cueva de la montaña que la tribu considera sagrada (“La Madre”, le dicen); al no saber si era un mensaje de la misma Madre o un demonio enviado para destruirlos, el consenso de las matriarcas (que normalmente son las únicas que pueden entrar a la Madre) fue dejarla vivir, pero excomulgarla de la tribu. A Aloy no le gusta mucho la explicación, pero acepta la misión de las matriarcas de obtener un cargo especial que le permite dejar las tierras de la tribu (cosa que normalmente es tabú) para averiguar qué está pasando con las máquinas, que se han vuelto mucho más agresivas en los últimos años; quiénes los atacaron y por qué; y de paso también tratar de entender cómo es que apareció de la nada en La Madre.

Y de ahí se sigue el resto de la historia; el juego es muy bueno, incluyendo combate principalmente con arco y flecha, aunque hay otras armas que normalmente lanzan proyectiles; o trampas que se dejan en el suelo. Aloy también blande una lanza, pero la verdad es mucho menos utilizada para combate; su papel principal es que eventualmente le permite controlar máquinas al sobrecargarlas (de nuevo, algo de programación va por ahí incluido). Mucho también es combate sigiloso, con Aloy infiltrando en silencio bases enemigas y matando enemigos a diestra y siniestra sin ser detectada. Aloy destruye cientos de máquinas durante el juego; pero también se escabecha a decenas de enemigos humanos: ella misma es una pequeña máquina asesina.

Sin embargo, lo que hace a HZD un juego extraordinario, es la fascinante historia de ciencia ficción: cientos de años antes de que el juego comience, la humanidad desarrolló máquinas de combate para que no tener que resolver conflictos con soldados humanos. Una compañía desarrolla máquinas de combate que en caso de emergencia pueden utilizar biomasa como combustible, que pueden reproducirse automáticamente y que tienen “cifrado cuántico” para evitar que las infiltren; lo que por supuesto resulta en que dejan de obedecer las órdenes de sus dueños y comienzan a destruir todo el planeta.

El dueño de la compañía, Ted Faro, desesperado porque no sabe cómo detener a las máquinas, llama a una de sus compañeras de la universidad y probablemente el ser humano vivo más inteligente en ese momento: la doctora Elisabet Sobek, para explicarle la situación y rogarle que lo ayude a detener a las máquinas.

Elisabet, después de analizar el problema, llega a la terrible conclusión: no pueden detener a las máquinas. Las mismas van a consumir toda la biomasa del planeta Tierra, lo que resultará en que toda la vida en el mismo perezca: además, esto es inevitable porque el tiempo que necesitan para poder romper el “cifrado cuántico” de las máquinas es órdenes de magnitud mayor que el tiempo que tienen antes de que las máquinas consuman a toda la vida en el planeta.

Elisabet entonces idea una manera de salvar a la vida en el planeta y a la humanidad; pero la misma solución requiere que ningún ser humano en ese momento pueda vivir para ver el resultado. Elisabet reúne a un equipo de genios de todo el mundo (los Alfas) para programar una inteligencia artificial, Gaia, que auxiliada por funciones subordinadas semi independientes (Minerva, Apolo, Hefesto y otros, nueve en total), se dedicará durante cientos de años a romper el “cifrado cuántico” de las máquinas; y después a reestablecer la vida en el planeta Tierra, introduciendo vegetación, insectos, animales y eventualmente seres humanos. Para esto reúnen el material genético de la mayor parte de la vida en el planeta, incluyendo cigotos humanos preservados criogénicamente, para que cuando llegue el momento sean incubados en bebés que serán atendidos y educados por máquinas; el proyecto incluye una enorme biblioteca de todo el conocimiento humano (Apolo), para poder preserver la cultura humana.

Todo el proyecto se conoce como Zero Dawn (Amanecer Cero) e involucra a miles de humanos trabajando a marchas forzadas para poder dejar todo listo antes de la hora cero, cuando la vida en el planeta perezca. Los participantes en el proyecto terminarán de vivir sus vidas naturales en refugios subterráneos sellados: sin posibilidad de reproducirse, porque no hay suficientes recursos para mantener a una población que lo haga. Parte del plan es que todos los humanos morirán siglos antes de que Gaia consiga detener a las máquinas.

Más cruel todavía, es que el resto de la población humana, los que no son parte de Zero Dawn, son enviados a morir combatiendo a las máquinas, para darle tiempo al proyecto de terminar y sin decirles la verdad, que la humanidad viva en ese momento está desahuciada.

Dos cosas salen terriblemente mal: primero, Ted Faro asesina a todos los Alfas (no Elisabet; ella se sacrifica unos días antes para poder sellar el refugio de los Alfas) y destruye a Apolo, convencido de que todo el conocimiento humano fue lo que llevó a la humanidad a “autodestruirse” (realmente fue la ambición del mismo Faro, pero bueno), por lo que él considera mejor que la humanidad florezca “pura”, sin contaminación de nuestro conocimiento actual.

El segundo fallo ocurre siglos después; el plan de Elisabet se lleva a cabo al pie de la letra, excepto que los niños incubados y criados por máquinas (una “madre”, que cuida y educa; y un “padre”, que disciplina y mantiene el orden) no reciben más que educación básica (cómo leer y escribir y cosas del estilo), porque Apolo fue destruido. Esto explica la sociedad matriarcal de Aloy; la “madre” era “buena” y querida; el “padre” era “malo” y odiado.

Siglos después de que la humanidad comienza a florecer en una nueva civilización (primitiva, porque se ha perdido todo el conocimiento de la anterior), una de las funciones subordinadas de Gaia, Hades, se rebela al recibir una señal que no sabemos de dónde vino. La inteligencia artificial, sin otra opción, se autodestruye con una explosión nuclear de su reactor, para poder detener (al menos momentáneamente) a Hades, cuya función era justamente destruir toda la vida en caso de que hubiera errores al reiniciarla; una medida de seguridad por si algo salía mal al primer intento.

Sin Gaia todo el proceso de restitución de vida en el planeta (que no está completado) caerá en caos (lo que explica la agresividad de las máquinas); además de que Hades realmente no está destruido. Gaia sabe esto antes de autodestruirse, pero crea un clon de Elisabet; con su código genético como llave biométrica, el clon podrá hacer todo lo que podría hacer la líder Alfa del proyecto, incluyendo eventualmente restituir a Gaia. Sin embargo, la inteligencia artificial se da cuenta de que el clon no tendrá todo lo necesario para completar su tarea; pero (además de que no tiene otra opción), decide tener fé en Elisabet (técnicamente, en su código genético), sabiendo que ella encontrará la manera de solucionar el problema.

El clon, por supuesto, es Aloy; por eso atacan a su tribu: el forastero con foco está conectado a una red de seguidores de Hades restituido, que al ver la viva imagen de Elisabet Sobeck literalmente entra en pánico y les ordena matarla.

La historia es espectacularmente buena; y Aloy (a pesar de ser un hígado insoportable en muchas ocasiones) es de los mejores protagonistas que yo he tenido el placer de jugar. Es además hilarante verla, como generalmente la persona más lista en casi cualquier situación, desesperarse de no poder hacer entender las cosas a todo mundo cuando no hacen exactamente lo que ella quiere. Y tratarlos como trapos cuando sí lo hacen, particularmente todos sus sufridos pretendientes, que generalmente ella tiene a bien ignorar, incluso los que sí le gustan.

Elisabet es un personaje de por sí interesante; pero Aloy lo es todavía más: además de tener el mismo hardware que su “madre” (por definición), su software se puede discutir que es mucho más avanzado: aunque sin duda la formación académica que tenía la doctora Sobeck era mucho más refinada que la de Aloy, la inteligencia de la muchacha está igual o más desarrollada de manera empírica, además de sintonizada con las habilidades necesarias para sobrevivir en ese mundo donde miles de máquinas atacan a los seres humanos nada más verlos. Por no mencionar que, dado que creció entrenando bajo el tutelaje de Rost, físicamente Aloy es básicamente un perfecto espécimen humano.

Es también una historia deliciosamente atea, donde Aloy se desespera de su tribu por adorar a una diosa que (como todos los dioses) es más bien inútil; y además como Apolo se destruyó, la humanidad ha degenerado en inventarse nuevos dioses y religiones. Toda la ciencia se reproduce, porque su objeto de estudio sí existe: las ideas pendejas de la gente creyente no, porque esas son inventos de mentes afiebradas.

Por si no había quedado claro, me encantó el juego; por la historia, sin duda alguna: pero la mecánica de juego es también excelente y muy divertida; además de que es de los juegos más hermosos que he visto en el PlayStation 4.

Aloy

Aloy

Incluso detalles que muchos encontraron desesperantes (como que Aloy se la pasa hablando consigo misma todo el tiempo) a mí me gustaron. Lo jugué completo varias veces y ahora estoy jugando la segunda parte en mi PlayStation 5. Lo recomiendo enormemente. No es tan bueno como God of War (versión 2018), porque ningún juego lo es; pero se acerca muchísimo. Es de mis juegos preferidos de la generación anterior del PlayStation: y hoy en día está disponible para PC en Steam.

De verdad, si pueden juéguenlo; si quieren en la dificultad más leve, nada más para que puedan apreciar la historia. Casi les puedo garantizar que no se van a arrepentir: tumbar a un tiranosaurio rex robótico con arcos y flechas (y uno que otro explosivo) es de esas experiencias que todo mundo debería poder disfrutar en esta vida.

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Detroit: Become Human

Después de The Deadly Tower of Monsters, obtuve el platino de Detroit: Become Human.

Detroit: Become Human

Detroit: Become Human

Los juegos de Quantic Dream (la compañía detrás de Detroit: Become Human) son básicamente películas interactivas del estilo de “escoge tu propia aventura”, con múltiples caminos que uno puede escoger a lo largo de la historia. También se caracterizan por ser estupidizantemente hermosos, con gráficos híper realistas y captura de movimiento tanto para las animaciones de los personajes como para sus expresiones faciales: al punto de que no es raro que otros estudios los contraten para que les hagan eso justamente. Por último, los controles en sus juegos suelen tratar de emular “naturalmente” lo que uno haría al moverse, fallando miserablemente en todos y cada uno de sus juegos, desde mi perspectiva.

Las historias que cuentan normalmente intentan ser emocionalmente impactantes, y eso sí se los concedo: suelen ser bastante padres, si bien a veces tomándose demasiado en serio. Ah, pero también apestan cuando tratan de hacer romance; y lo dice alguien que le encanta ver romance básicamente en cualquier historia.

Como sea, los tres juegos más famosos de Quantic Dream son, en orden cronológico de publicación, Heavy Rain, Beyond: Two Souls y Detroit: Become Human. Por razones que no me quedan del todo claras, yo los jugué en orden inverso, completando Detroit en 2018, estando a punto de completar Beyond, y todavía esperando comenzar el primero, Heavy Rain, a pesar de tener el disco para PS3 desde hace más de una década.

La historia de cómo hicieron Detroit es interesante; originalmente una demostración técnica de las posibilidades gráficas del todavía entonces nuevo PlayStation 3, el demo fue tan exitoso que comisionaron el juego completo, contratando a la linda muchacha que sale en el demo para que reinterpretara ese papel en el videojuego.

La historia es una de ciencia ficción, donde en el futuro hay robots (o androides, supongo, dada su apariencia física como humanos) que “ayudan” a la humanidad en una condición que es idéntica a como tratamos a nuestros carros o lavadoras. O sea, como máquinas… porque son máquinas.

En ese momento (o sea, unos catorce segundos después de haber iniciado la historia), para mí perdió completamente cualquier seriedad que hubiera podido tener: si tuviéramos robots de ese estilo, básicamente se acabarían casi todos los problemas que tiene la humanidad actualmente. Pero bueno.

Como sea, el conflicto surge obviamente del hecho de que algunos robots comienzan a adquirir consciencia (que no es lo mismo que conciencia) y por lo tanto a desear y buscar el tener derechos individuales propios; lo que lleva a algunos a cometer actos de violencia en contra de sus amos humanos.

La historia sigue a Kara, interpretada por la linda muchacha del demo, una androide que sirve como criada y niñera de una niña cuyo padre es aparentemente abusivo contra ella. Deseando salvarla, Kara rapta a la niña y trata de escapar a Canadá, donde al parecer los androides pueden vivir desapercibidos si no llaman la atención hacia ellos. Spoilers: la niña también es androide, que hubiera sido impactante si no por el hecho de que es bastante obvio como a los cinco minutos de que la introducen por primera vez.

Además la historia sigue a Markus, el androide más estúpidamente hermoso que jamás haya existido, que atiende a un viejo artista; el hijo drogadicto del artista trata de robarlo y confrontándose con Markus llega la policía, que procede a dispararle en la cara y aventarlo a un tiradero de basura. Markus, en una de las escenas más desgarradoras que yo jamás haya jugado en un videojuego, literalmente tiene que arrastrarse de ese infierno, rodeado por sus compatriotas androides muertos o moribundos que también acabaron en la basura, recolectando refacciones de los mismos para repararse, en varios casos teniendo que decidir si los destruye para salvarse a sí mismo, o permitiéndoles seguir aferrándose desesperadamente a su “vida”; o a veces satisfaciendo su ruego de que termine su sufrimiento porque ya no quieren seguir “viviendo”.

Es brutal, y sin dudas de las mejores experiencias narrativas con interacción que he tenido jugando videojuegos.

Por último, la historia sigue al androide investigador de la policía, Connor, que lo emparejan con un espectacular Clancy “anytime you miss-your-mommy, QUIT!” Brown interpretando al policía alcohólico Hank Anderson, justamente persiguiendo androides “rebeldes” como Kara y Markus. La parte de “buddy cops” que esos dos interprentan es de las cosas más cagadas que tiene el juego.

La historia sigue todos los lugares comunes de historias de perseguidos y discriminados, tomando un buen de referencias de los negros gringos en su lucha por derechos civiles; y de los judíos perseguidos en la Alemania nazi. Esto le pareció de mal gusto a algunas personas; a mí me parece algo barato, pero efectivo dentro de lo que cabe. Kara sólo quiere escapar con su “hija” a un lugar seguro; Markus quiere “liberar” a su “pueblo”; y Connor libra una batalla interna entre cumplir su programación (técnicamente su trabajo) y ayudar a su “gente”.

La historia en general sería excelente, si no fuera como digo por todos los lugares comunes y el uso barato de analogías históricas; pero más grave es que no quedan claro los “poderes” de los androides. Obviamente son más ágiles, fuertes y rápidos que los humanos; pero a veces (cuando le conviene a la historia) se comunican inalámbricamente entre ellos; Markus en algún momento al parecer adquiere el poder de “liberar” androides nada más batiéndoles las pestañas; y la piel y cabello de los androides funcionan de manera básicamente mágica.

Como sea es muy entretenida la historia y sin duda alguna tiene un fuerte impacto emocional, si bien también tiene un buen de hoyos y varias cosas no quedan claras. Ah, y el romance apesta con la intensidad de diez mil soles; sólo hay un romance en la historia, entre Markus y una de sus lugartenientes, pero el mismo es forzadísimo y sale como que de la nada.

No voy a entrar al choteado debate de si Detroit: Become Human es un videojuego o una “experiencia”; para mí es videojuego nada más porque lo jugué en mi PlayStation 4. Lo que sí puedo decir es que lo disfruté enormemente y que sí plantea preguntas interesante; no realmente de androides, sino de humanos perseguidos. Y de manera algo torpe y medio barata; pero satisfactoria. Por más atolondrada que sea a veces, tiene el corazón en el lugar correcto.

Les recomiendo que lo jueguen; nada más espérense que esté de oferta, porque tanto en la tienda PlayStation como en Steam todavía está en cerca de quinientos pesos, y la verdad no sé si valga tanto.

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The Deadly Tower of Monsters

Después de inFAMOUS Second Son, obtuve el platino de The Deadly Tower of Monsters.

The Deadly Tower of Monsters

The Deadly Tower of Monsters

La imagen de arriba es tal cual la que usan en la PlayStation Network; me parece que este juego (como cada vez es más común) nunca tuvo una versión física en Blu-ray.

Mecánicamente este juego es un twin shooter; pero lo interesante es la historia. El juego se presenta como una película B de ciencia ficción gringa de los años cincuentas o sesentas; supuestamente el DVD de la misma va a salir y el director está grabando la pista de comentarios para el mismo. Así que mientras uno juega, el director está diciendo un montón de pendejadas en el fondo.

Hacia el final de la historia la misma se pone increíblemente meta y resulta que la película no es una película (aunque sí es una película) y los héroes deben enfrentar al “ojo en el cielo”, que son el director de la película que se está filmando (que el jugador está jugando) para que cambien el final y puedan derrotar al emperador (de hecho volverlo bueno y amante de los cachorritos). Para poder hacer esto, los alienígenas que viven en el planeta de la torre le dan al héroe un artefacto; un espejo, para que en su reflejo pueda ver al equipo de producción filmando la película.

Es bastante estúpido; pero muy divertido.

El juego es competentemente entretenido; nada del otro mundo. Pero siendo como soy fan de películas como son The Forbidden Planet, la verdad yo me divertí mucho. No tanto como para volver a jugarlo; pero sí mucho.

En trofeos es básicamente trivial; lo cienporcenteé en menos de 24 horas; yéndome a dormir en la noche, obviamente no iba a desvelarme por un juego de este estilo.

El juego me salió gratis en PlayStation+; de otra forma no creo haberlo comprado. Ahora está bastante barato, tanto en la PSN como en Steam; de cualquier forma les recomendaría que esperaran a que estuviera de oferta, si acaso. Tampoco es como que se pierdan mucho si no lo juegan.

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inFAMOUS Second Son

Después de mi platino de God of War (versión 2018), obtuve el de inFAMOUS Second Son.

inFAMOUS Second Son

inFAMOUS Second Son

Los dos primeros juegos de esta serie me gustaron bastante porque son, además de videojuegos de acción relativamente decentes, un muy buen cómic.

Esta tercera entrega se puede discutir que es un mejor videojuego (aunque no todo mundo está de acuerdo); pero un peor cómic (que creo en eso todo mundo está de acuerdo).

La historia supone el final heróico de inFAMOUS 2, donde Cole se sacrifica para salvar a la humanidad, y sigue a Delsin Rowe, un indio gringo con poderes que en mis tiempos denominábamos de “émpata”, pero que aquí le dicen de absorción de poderes. Todo esto de que Delsin sea indio y originalmente de una reservación no juega mucho que digamos en la historia, lo que me parece un poco un desperdicio.

La acción eventualmente se mueve a Seattle y el juego es, en los aspectos técnicos, básicamente una mejora absoluta de los primeros dos; lo cual no es de extrañar, dado que fue de los primeros juegos que salieron para el PlayStation 4.

El juego me gustó bastante; entre otras razones porque me salió gratis por mi suscripción a PlayStation+. La historia es medio mafufa y el sistema de karma no tiene el menor sentido, porque casi toda la historia se ejecuta igual no importando si Delsin es “bueno” (karma positivo) o “malo” (karma negativo); sólo algunos puntos claves son distintos, incluyendo el final.

Pero la mecánica de juego es más fluida (y ambiciosa) que en los primeros dos juegos; y obviamente los gráficos son como quinientas veces mejor, porque la verdad el PS3 ya tenía el colmillo muy largo. En particular, los efectos de partículas cuando Delsin utiliza sus poderes están bastante padres; si bien se volvieron relativamente comunes con el PS4.

El juego está entretenido y en trofeos es bastante sencillo; me llevó unas dos semanas cienporcentearlo, y no recuerdo haberle invertido mucho tiempo que digamos.

Creo que lo peor que se puede decir del juego es que es relativamente intrascendente; es divertido y cumple con todo lo que se espera de un juego AAA, pero no sobresale en nada en particular. Es un juego que salió muy temprano durante la vida del PS4, así que un poco es como un juego de PS3 nada más aprovechando las ventajas obvias de la nueva consola (mejores gráficos, un mapa más grande, más enemigos en pantalla al mismo tiempo, etcétera).

De cualquier manera yo lo recomiendo; en particular si jugaron y les gustaron las primeras dos partes.

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El volante

En 2014 compré un volante de carreras Logitech Driving Force GT, junto con Gran Turismo 5. El volante era compatible con el PlayStation 3 y en particular con GT5 (de hecho lo hizo Logitech en colaboración con Polyphony Digital, la compañía que hace el videojuego), que fueron las principales razones por las cuales lo compré.

Es en pocas palabras el modelo más básico para volantes de carreras buenos; tiene retroalimentación de fuerza (force feedback) y es bastante durable; pero no tiene amortiguador ni hay forma de agregarle palanca de velocidades. Más grave, sólo tiene dos prensas para sujetarse a una superficie (generalmente un escritorio); y eso el volante, los pedales sólo tienen unos dientecitos abajo para que no se deslice mucho en una alfombra.

Cuando lo compré el PlayStation 4 acababa de salir y yo ni siquiera planeaba todavía comprarlo; sin embargo, sí recuerdo haber leído que se esperaba que el PS4 fuera compatible con “la mayoría de los volantes de carreras” en existencia a través de software (el volante se conecta a través de USB, al fin y al cabo).

Me encanta ese volante, pero es sin duda alguna más bien limitado. Acabé GT5 y Need for Speed: Hot Pursuit con el mismo, pero no lo usé mucho más porque es incomodísimo estarlo poniendo y quitando.

A mí me gusta jugar en mi sala, enfrente de mi televisor grandote y con el sistema de sonido Harman/Kardon que tengo desde hace años. En una sala normal no hay donde sujetar un volante de ese estilo, así que tenía que mover mi mesa (que en ese momento era una mesa más bien chafa de plástico y metal tubular); y además poner mis mancuernas más pesadas en los extremos, porque el motor de retroalimentación del volante sí hace fuerza, que uno compensa haciendo fuerza con los brazos, y que si el volante no está bien sujeto a una superficie pesada, hace que todo se tambalee.

Derramé muchos vasos descubriendo este hecho de manera empírica.

Así que eventualmente también compré un soporte para el volante, un Stand Rennsport Wheel P, que no puedo encontrar una imagen en internet, pero curiosamente sí un video en el tubo.

Esa cosa es patética; la idea para mantenerlo seguro es estar presionando la base de los pedales con los pies, lo cual se vuelve cansado rápidamente. Además, no es como que hubiera salido baratísimo; aunque ciertamente fue como la tercera parte de lo que cuestan los asientos con soportes para volantes y pedales. No usé mucho el estúpido soporte.

Ahora que me compré el PlayStation 5 y me inscribí a PlayStation+ Extra, decidí que sí quería usar de nuevo mi volante, pero no quería lidiar con estar moviendo mi mesa (que además ahora es de madera y mucho más pesada; yo no puedo cargarla solo) o el estúpido soporte; así que me compré un asiento Dshot Racing Wheel Stand que estaba de oferta en Amazon. De todas formas salió bastante caro; pero hey, una ventaja de no tener hijos.

Cuando llegó el asiento lo armé (de manera relativamente sencilla) y coloqué mi volante; tuve que idear un soporte extra de madera, porque las prensas del volante no se agarraban bien de otra forma, pero fuera de eso quedó bien; aunque los pedales se deslizan un poco porque esos dientecitos que tiene no sirven de mucho, la gravedad hace casi todo el trabajo.

Como sea lo instalé, cargué Gran Turismo 6 (que lo había comprado usado hace siglos) y me divertí como enano en mi PlayStation 3 como si fuera 2013.

Y después decidí probar F1 2016, que viene gratis con PlayStation+ Extra para PS4 y PS5. Y el volante no sirve en PS4 y PS5.

El modelo de mi volante es de 2007 originalmente; ya casi puede votar. No debería extrañarme en lo más mínimo.

No dispuesto a dejarme desanimar, agarré e investigué en la red qué volante era el más compatible para PS4 y PS5, y compré el HORI Apex Racing Wheel, que estaba sorprendentemente barato en Amazon. Y es oficialmente licenciado por Sony, así que supuse no tendría ningún problema.

Y no, no hubo ningún problema: el volante funciona perfectamente tanto en el PlayStation 4 como en el PlayStation 5. El problema es que apesta con la intensidad de diez mil soles.

El volante es “sorprendentemente” barato, porque no tiene retroalimentación de fueza; tiene un estúpido resorte. Cuando por fin comencé a correr en F1 2016, nada más agarrar la primera curva descubrí el terrible error que había cometido; es (y sé lo irónico que va a sonar esto) como si fuera un volante de juguete.

En ese momento estaba contemplando todas las malas decisiones que había cometido en mi vida, cuando recordé que compré el volante en Amazon y que soy cliente consentido porque tengo Prime y además las compras que realizo en la plataforma deben ser equiparables al presupuesto anual de un país chiquito, así que metí el volante otra vez en su caja y procedí a regresarlo. Gratis, por supuesto.

Y por fin me compré un Logitech G29, que salió casi en el doble del HORI, pero que es una maravilla: además de retroalimentación de fuerza tiene amortiguador; y también compré la palanca de 6 velocidades y reversa (que se le puede conectar) porque, de nuevo, alguna ventaja debe haber en que no tenga hijos.

El volante además tiene orificios especiales para sujetarlo al asiento con pernos; y también los pedales. Todo queda absolutamente fijo de manera perfecta.

Volví a jugar F1 2016, y la diferencia con el volante HORI es la que existe entre el día y la noche; es espectacular el nivel de control que da el recibir retroalimentación por parte del volante. También jugué un poco Assetto Corsa Competizione, que usa supercarros, no monoplazas como F1; y los adelantos que ha habido en los juegos de carrera son espectaculares: si me salgo de la pista (cosa que ocurre todo el tiempo) y termino en suelo de grava, se sienten a través del volante los golpes que dan las piedritas individuales en el chasis del carro.

Por último, el volante es compatible con PlayStation 5, PlayStation 4 y PlayStation 3, así que no tengo que cambiar nada. Sólo muevo mi mesita de centro, pongo el asiento enfrente de mi sofá, lo conecto a la consola que vaya a usar, y todo funciona de manera perfecta.

Y no que tenga nada que ver con el volante, pero con mi sistema de sonido 5.1, si un carro se me acerca por detrás a la izquierda, lo escucho por detrás a la izquierda.

Literalmente me dolieron los hombros de todo lo que jugué durante las vacaciones.

Eso sí, éste es el límite para mí. Porque la gente clavada hace cosas todavía más elaboradas; como motores hidráulicos para mover el asiento de forma que corresponda a las curvas o al frenar y acelarar; múltiples monitores para tener un campo de visión más amplio; o realidad virtual para poder ver a los contrincantes nada más girando la cabeza.

Yo me quedo con mi asiento y mi G29; ya gasté demasiado dinero en esto. Aunque a lo mejor compró el VR de PlayStation; pero sería en navidad o en mi próximo cumpleaños y además sería para jugar más cosas que juegos de carreras.

Como sea: valió la pena. Es estupidizantemente divertido; como cuando uno rebasa a dos carros en una curva pasando entre ellos, sin tocarlos en lo más mínimo. Lo recomiendo ampliamente, si lo pueden experimentar alguna vez.

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5,000 días

Yo soy gamer.

Aunque debería ser obvio, me parece que de vez en cuando sí necesito decirlo en voz alta (o escribirlo aquí), porque aunque es de mis pasatiempos preferidos, no es raro que a veces se me olvide que soy gamer. Literalmente: al grado de que se me olvida que para ser gamer hay que, ya saben, jugar videojuegos de vez en cuando.

No tuve consolas cuando era niño, porque a mis papás no les alcanzaba; siendo adolescente tuve un Atari 2600 de esos piratotas, con como 100 juegos incluidos; y un Famicom todavía más piratota, porque era fayuca completamente ilegal. Cuando mi mamá se compró su primera computadora para escribir su tesis de maestría, yo comencé a jugar en ella casi de inmediato.

Ahora, “jugar” en la computadora no necesariamente se traducía en ese momento a jugar videojuegos; para mí nada más estar descubriendo qué podía hacer en una computadora (incluyendo mis primeros temblorosos pasos como programador) era estar jugando. Pero sí jugué varios juegos de computadora, hasta al menos el inicio de la licenciatura, donde el estar programando reemplazó el jugar videojuegos casi por completo.

Pero no por completo; aunque fuera esporádicamente seguí jugando, aunque cada vez menos y más infrecuentemente. El hecho de que tenía que reiniciar mi computadora para usar Windows no ayudaba, ciertamente.

Y entonces mi hermano me regaló un PlayStation 3, a inicios de noviembre de 2008.

Todavía me tomó algunos años el volver a jugar cotidianamente; jugué RockBand y Grand Theft Auto IV, pero recuerdo claramente que no me sentía motivado a jugarlos más que esporádicamente; lo cual suena extraño, que uno tenga que estar motivado para disfrutar un hobby, pero que es indudablemente uno de los problemas de ser adulto: además de tiempo libre, uno tiene que estar motivado para disfrutar de ciertas cosas.

Así que durante los primeros años de tener mi PS3 el mismo funcionó básicamente como reproductor de Blu-rays en esteroides; en ese entonces ni siquiera veía mucho YouTube y Netflix era una idea futurista, así que ni siquiera para streaming usaba mi consola.

Todo esto cambió en 2011, cuando descubrí (o mejor dicho, caí en cuenta de) los trofeos que se registran en la PlayStation Network al ir jugando videojuegos. Esos ridículos premios, inútiles e irrelevantes, se convirtieron en el gancho que necesitaba para reasumir mi identidad de gamer, me dieron un propósito (por insustancial que sea) para seguir jugando mis juegos. Parafraseando a Palpatine:

It gives me focus, makes me stronger.

He platicado de mis trofeos muchas veces aquí; y me quedan a mí claro las razones que tengo para que mi vida como gamer gire casi completamente en torno a los trofeos de la PlayStation Network. También me queda claro que todas y cada una de esas razones no tienen el más mínimo sentido; no importa, realmente: son lo que me permite poder disfrutar mi pasatiempo de jugar videojuegos en mi PlayStation.

Así que fue, literalmente, devastador cuando en julio de 2019, mi cuenta de la PlayStation fue excomulgada (banned) por Sony.

No voy a entrar a detalles de porqué Sony excomulgó mi cuenta original; sí estaba haciendo trampa (para conseguir trofeos, obviamente); sí violé los términos del EULA de Sony; y de todas formas me parece que fue un castigo desmedido para mi falta.

La consecuencia práctica de esto fue que básicamente dejé de jugar videojuegos en mis PlayStations a partir de ese momento (no tenía mucho que había comprado mi PlayStation 4). Ahora, YouTube (que soy de los que paga el servicio Premium, porque no soporto sus anuncios), Netflix, Prime Video y HBO Max (y ahora Paramount+, que viene gratis con Infinitum) los veo en mi PlayStation 4, así que no fue como que dejara de prender la consola; pero básicamente dejé de prender mi PlayStation 3 y además casi no jugué; jugué un poco, pero sin muchas ganas… excepto por Jedi: Fallen Orden, porque Star Wars es lo más cercano que tengo a una religión; y volver a jugar God of War, versión 2018, porque además de que es probablemente el mejor videojuego en toda la historia, es muy reconfortante estar matando a Sigrun en la dificultad más alta una y otra y otra y otra vez.

Para ese momento, el estado de jugar videojuegos en Linux había mejorado enormemente, en gran medida por Steam; yo tenía ya años comprando juegos en las ventas de verano de Steam (salen absurdamente baratos), así que mi biblioteca de Steam no es nada despreciable. He jugado realmente nada más como 3 juegos, pero mi biblioteca no es nada despreciable.

Estando excomulgado, regresé a jugar en la computadora realmente por primera vez en casi dos décadas. La verdad sólo vale la pena mencionar Kerbal Space Program y Oxygen Not Included, que sí jugué bastante en la pandemia; el resto de mis juegos en Steam hay varios que ni siquiera he iniciado una vez. De KSP y ONI sólo diré que son los videojuegos más nerds que pueden existir, donde uno literalmente tiene que estar resolviendo ecuaciones para jugarlo (de órbitas espaciales en el primero y equilibrio energético y térmico en el segundo). También son extremadamente adictivos para alguien como yo, especialmente por el hecho de que ninguno de los dos termina jamás, si uno quiere seguirlos jugando eternamente.

Pero sí extrañaba jugar en mi sofá, enfrente de mi televisor grandote con mi sistema de sonido 5.1 (mi computadora también tiene 5.1, pero ni es lo mismo ni es igual). Estuve inútilmente durante años tratando de hacer que Sony me desexcomulgara (¿incomulgara?, ¿comulgara?), pero sencillamente es imposible, literalmente le cuelgan a uno el teléfono (cuando recibían llamadas; ya ni siquiera hacen eso).

Y entonces por fin, casi tres años después de mi excomulgación, me acordé de 3 cosas:

  1. Mis trofeos siguen ahí, nunca los quitaron (y por lo que tengo entendido, nunca los quitarán).
  2. Los trofeos son importantes de acuerdo a como a mí se me dé la gana que sean importantes.
  3. Soy programador.

Ya había escrito una aplicación en Linux para poder tener una base de datos local con mis trofeos para poder contemplarlos amorosamente en las noches que no puedo dormir; así que sencillamente la modifiqué ligeramente para poder combinar múltiples cuentas en una sola cuenta virtual.

No es por nada, pero está bastante padre; además de que puedo decidir qué cuenta real usar para cada juego individual en la cuenta virtual, puedo hacer cosas que Sony nunca ha permitido, como ocultar juegos por completo (en la PlayStation Network uno puede ocultar juegos, pero los puntos de los trofeos en los juegos ocultos se siguen contabilizando). Así que, para mí, mi cuenta excomulgada está congelada en el tiempo con 100% de compleción en todos sus juegos (sencillamente oculto los que no me dejaron completar antes de excomulgarme).

Mi cuenta excomulgada

Mi cuenta excomulgada

Y en mi cuenta virtual tengo todos los trofeos de mi cuenta excomulgada, además de los que tengo en mi cuenta nueva.

Mi cuenta virtual

Mi cuenta virtual

Por supuesto habrá quien diga que eso no se vale; pero pues los trofeos son premios inútiles e irrelevantes; literalmente a nadie además de mí les importan. Así que los que digan eso púdranse; yo así defino cómo llevo mis trofeos en la PSN; y, para lo que importe, sigo ganando todos y cada uno de esos trofeos al jugar. Muchas veces haciendo trampa, por supuesto; ¿si no qué chiste?

Este sutil masaje mental que realicé en mí mismo me permitió regresar a uno de mis pasatiempos preferidos: estar cazando trofeos en la PSN, jugando videojuegos. Y la verdad me liberó de la camisa de once varas en que yo solito me había metido por tratar de mantener mi cuenta siempre con la posibilidad de obtener el 100% de mis trofeos todo el tiempo; hubo múltiples juegos que ni siquiera intenté jugar porque los trofeos se veían muy difíciles de conseguir.

Ahora ya no importa; sencillamente oculto el juego si no logro completarlo.

Y regresé a mi pasatiempo que hagan de cuenta que estuviera vengándome de alguien: me compré mi PlayStation 5 en mi cumpleaños; por fin compré una silla especial para poner mi volante al jugar videojuegos de carreras; me suscribí a la nueva versión de PlayStation+ (la versión Extra; aunque estoy considerando seriamente la Deluxe), que según mis cuentas ya se pagó solita por los cientos de juegos que vienen incluidos (o bueno, si juego los suficientes antes de que los saquen de la rotación); y básicamente el volver a jugar por el simple placer de escuchar la campanita cuando por fin consigo un trofeo.

Una cosa que hace mi aplicación es desplegar el tiempo desde el primer trofeo que obtuve (Off The Boat, el primer trofeo que aparece automáticamente en Grand Theft Auto IV) hasta hoy; y justamente hoy se cumplen 5,000 días que he estado obteniendo trofeos en la PSN. Esos son 13 años, 8 meses y una semana; y espero poder seguir jugando durante varios miles de días más.

Así que volveré a comentar de mis platinos aquí; me faltaban varios que obtuve antes de que me excomulgaran, y pues ya obtuve un par desde que regresé a jugar regularmente (y Jedi: Fallen Order, porque Star Wars es lo más parecido que tengo a una religión).

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God of War

Después de obtener mi platino en Game of Thrones, fue el turno de God of War.

God of War

God of War

Decir que God of War es un buen juego es como decir que Cinema Paradiso es una buena película; o que Cien años de soledad es una buena novela. El adjetivo se queda corto.

Cuando anunciaron el juego, yo supe de inmediato que lo iba a jugar; he jugado todos los juegos de God of War para consola, así que no tenía nada de extraño que jugara el último. Pero a God of War lo compré en preventa, después de ver la reseña que hicieron en Easy Allies. Esos güeyes me caen bien, pero hicieron una reseña tan alabadora del juego, que lo compré para recibirlo el día que salió, cosa que casi nunca hago.

No me decepcionó en lo más mínimo.

God of War es, con casi toda certeza, el mejor video juego de toda la historia. Esa es una afirmación bastante fuerte, pero creo que puedo justificarla; sin embargo lo primero que debo reconocer es que, excepto por un detalle en el que ahondaré más adelante, God of War no tiene nada abrumadoramente original. Todas (o casi todas) las mecánicas que tiene son una copia, evolución o mejora de mecánicas que se habían visto en otros juegos, nada más implementadas de forma impecable.

La historia comienza con Kratos cortando un árbol para cremar a su fallecida esposa con ayuda de su hijo Atreus. Rápidamente queda claro que el viejo espartano no es el mismo dios que conocimos en los juegos anteriores; y que Atreus no tiene idea que su padre es un semidios (debo enfatizar que dios/semidios no hace mucha diferencia en este mundo). Después de cremar a la mamá de Atreus y de un no muy exitoso viaje de cacería donde el hijo de Kratos no hace muy buen trabajo de controlarse a sí mismo, un extraño llega a casa del dios de la guerra exigiendo que le dé algo y buscando pelea, que extrañamente Kratos no le da de inmediato sino después de múltiples provocaciones.

Se sigue una espectacular batalla, donde después de despachar al extraño, Kratos agarra a Atreus y se lo lleva para tratar de cumplir el último deseo de su madre, que es esparcir sus cenizas del pico más alto de todos reinos.

La historia es espectacular, en gran medida porque toma a Kratos, que era una caricatura de la masculinidad tóxica en los juegos anteriores, y lo transforma en un padre reprimido y traumatizado, que antes que nada quiere proteger a su hijo de los múltiples enemigos que encuentran y prepararlo para que pueda sobrevivir en un mundo brutalmente peligroso; pero que también no sabe cómo comunicarse con su hijo y expresarle lo que siente. Más aún, y como bien tiene a decir Mimir más adelante en la historia, Kratos odia a los dioses… a todos los dioses, incluyéndolo a él mismo y por supuesto a su propio hijo, que no puede evitar notar eso sin poder explicarlo.

He jugado múltiples juegos con historias espectaculares, pero God of War 2018 es sin duda alguna de las mejores, y se puede discutir que la mejor. Yo además pude relacionarme mucho con la misma; no tengo hijos, todavía, y por lo tanto no sé lo que es ser padre. Pero sí soy hijo de un hombre que, cuando yo tenía la edad de Atreus, también me parecía fuerte y enorme (en gran medida porque era fuerte y tal vez no enorme, pero sí grande), que tuvo una niñez difícil, que nunca conoció a su padre (lo mataron antes de que naciera) y que siempre ha tenido problemas para expresar lo que siente. Y tal cual como Atreus yo eventualmente pude darme cuenta de lo mucho que me quería mi padre y de todas las cosas que trató (con distintos grados de éxito) de enseñarme, y de apreciar que, aunque no necesariamente le saliera, siempre intentó hacer lo mejor que pudo como padre, tanto conmigo como con mi hermano.

La historia además cuenta con varios de los mejores personajes secundarios que haya visto en un videojuego; por supuesto Brok y Sindri, los enanos que construyeron tanto Mjölnir como el hacha de la mamá de Atreus, que se la dejó a Katros; Mimir, que por mucho se roba gran parte de la historia y tiene las mejores líneas del juego (“It’s all connected, man!”); Modi y Magni, los hijos de Thor y villanos patéticos pero que cómo joden a lo largo del camino; Baldur, que es de los mejores villanos que he visto, en el sentido de su justificación, lo que aporta a la historia y como mecánica de juego; y por supuesto Freya, que comienza como aliada y termina siendo potencialmente la principal adversaria del siguiente juego.

Y claro merecen mención especial las valkirias, que son de los mejores “jefes” que he tenido que enfrentar en un videojuego, y de las más desesperantes que jamás haya encontrado. Adoro a las muy perras.

La historia, que por supuesto está muy bien escrita pero también increíblemente actuada y dirigida, haría por sí misma que valiera la pena este juego. Pero además es un delicia el jugarlo. El combate es fluido e interesante, aunque la verdad hay que actualizar todas las habilidades de Kratos y Atreus para poder disfrutarlo plenamente; además de que hay que jugarlo en las dificultades más altas para apreciar la sutileza de todos los enemigos y batallas. Aunque todo mundo ha comparado el juego a los juegos de Souls y Bloodborne, y existen similitudes sin duda, yo lo encuentro más parecido a los juegos de Batman de Arkham; hay un ritmo que uno tiene que seguir para ser efectivo en el combate.

Por no dejarlo de lado, todos los aspectos técnicos son excelentes; una extraordinaria música; unos gráficos hermosos y fluidos (lo jugué en 1080p, 4K me parece masturbación mental); y un montón de cosas más que son la cereza en el pastel del que, sostengo, es el mejor juego en la historia.

La innovación del juego está dada por dos cosas narrativas (aunque una es mecánica también, de alguna forma); la historia transcurre en un plano-secuencia: una sola toma, como Birdman, lo que hace interesante cómo manejan el viaje-rápido entre distintos lugares en el mapa y cómo narrativamente nunca dejamos a Kratos, perdiéndolo de vista en sólo unas cuantas escenas donde la cámara se enfoca en Atreus, Freya o algún otro de los personajes secundarios. La segunda innovación está dada por la evolución del personaje de Kratos, que hacia el final de su último juego era medio imposible tomárselo en serio (nadie puede estar tan enojado tanto tiempo). Este juego es el que nos presenta a Kratos como un personaje real, con una motivación mucho más creíble que el choteado y misógino cliché de que asesinaron (o lo hicieron asesinar) a su mujer e hija. El viejo dios de la guerra comienza a ganarse su redención en este juego.

Y la relación de Kratos con Atreus es espectacular, porque el muchacho es genuinamente encantador y con dosis de buen humor que compensan a su estoico padre… exceptuando por supuesto la parte (breve, gracias a Odín) donde Atreus se convierte in a whiny little cunt justo después de enterarse de que es un dios.

No pude dejar de jugar este juego. Lo acabé (con todo y platino) relativamente rápido, como se puede ver en el video que ligo arriba; pero la verdad tuve que bajar el nivel de dificultad para poder ganarle a Sigrun, reina de las valkirias. Después seguí jugando, maximizando todas las estadísticas de Kratos y Atreus, así como todo su equipo; y cuando salió el parche con new game, comencé a subir los niveles de dificultad hasta que pude ganarle a todas las valkirias, incluyendo a la perra de Sigrun, que cómo me costó, carajo. Todas esas batallas las tengo en el tubo, porque sí me siento muy orgulloso de haber podido terminar el juego (¡al 100%!) en el modo de dificultad más alto, Give me God of War.

Después, seguí enfrentando a Sigrun, porque es endiabladamente divertido ganarle; lo hice un total de 4 o 5 veces.

Jugué God of War múltiples veces después de ganar el platino, lo cual es muy raro en mí; y sencillamente creo que es el epítome de lo que pueden aspirar a ser los videojuegos. Como obra artística; como texto literario; como experiencia interactiva; y como un montón de cosas más, este nuevo capítulo en la vida del espartano me parece que es a lo que deberían aspirar muchos videojuegos, si tal vez no todos.

Y definitivamente es el que más he disfrutado en mi vida.

Una vez más, eso es una afirmación muy fuerte; pero cuando Kratos regresa a su casa para recuperar las cuchillas del caos, porque las necesita para ir al inframundo nórdico a recolectar un ingrediente para salvar a Atreus, y aparece Atena para atormentarlo, de verdad no creo haber experimentado algo así con videojuegos nunca. Y cuando, después de decenas de intentos, por fin Kratos le arranca las alas a Sigrun en la dificultad más alta del juego, yo literalmente estaba brincando y gritándole al monitor, en un éxtasis que, repito, no creo haber experimentado nunca en mi ya no tan corta vida de gamer.

God of War es, en mi humilde opinión, el mejor videojuego en toda la historia del mundo mundial, y es algo que todo mundo debería experimentar. Pueden ver la historia nada más; pueden ver cómo un degenerado le gana a Sigrun en la dificultad más alta utilizando el equipo inicial del juego (nivel 1) nada más; o pueden ver a otro degenerado ganarle a Sigrun en la dificultad más alta en tan sólo 16 segundos. Pero sinceramente, todo mundo debería jugarlo; aunque sea en la dificultad más baja y apreciar el mundo, la historia y los cagadísimos comentarios de Mimir.

He jugado más videojuegos después de God of War, por supuesto; pero no hay nada que se le acerque todavía. Probablemente llegue a ser superado en el futuro, pero es de verdad de las cosas más maravillosas que yo he experimentado con una consola de videojuegos; y les recomiendo que ustedes también lo hagan, si tienen la oportunidad.

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Game of Thrones

Después de obtener mi platino en Batman – Return to Arkham: Arkham City, obtuve el de Game of Thrones.

Ahorita entro en detalle, pero quiero decir antes de empezar que, con casi toda certeza, Game of Thrones (el de Cyanide que reseño aquí, no el de Tell Tale que reseñaré algún día) es el peor juego que he jugado tanto en mi PlayStation 3 como en mi PlayStation 4.

Game of Thrones

Game of Thrones

Este juego salió en 2012, cuando el programa de televisión de HBO ya era un éxito mundial; sin embargo, esto implica que el guión del juego fue escrito más o menos en 2009, cuando el show estaba siendo filmado y nadie tenía idea del éxito que iba a tener.

Mecánicamente el juego es un RPG de acción/por turnos. La historia se centra en dos aristócratas de Westeros, uno que se autoexilió después de la rebelión de Robert Baratheon y que se convirtió a la religión de R’hllor; y otro que lo exiliaron al Muro en el norte por negarse a matar a Elia Martell y sus dos hijos al final de la misma rebelión. Ambos caballeros eran mejores amigos y un excelente par de guerreros; y ambos son vasallos de la Casa Lannister, lo cual está chido porque uno puede terminar hasta la madre de siempre ver y oír de los Stark y el norte en este universo.

No por arruinarles la sorpresa, pero al final resulta que el autoexiliado se autoexilió porque justo mató a la esposa e hija de su amigo, así que el juego termina con uno matando al otro (se puede elegir cuál) y después todo mundo acaba deprimido, como sele ser Game of Thrones.

La historia es medianamente entretenida (si bien harto imposible y medio contradictoria de los libros y programa de televisión) y pues el mundo de Westeros es indudablemente interesante; pero todo esto se va al caño en gran medida porque el juego es pésimo. El combate es aburrido y repetitivo; los gráficos parecen de un PlayStation 2 (que ni siquiera llegué a jugar); las actuaciones son de dar pena; el movimiento de los personajes tartamudea más que un adolescente pidiéndole una cita a su inalcanzable enamorado/a… y un largo etcétera de problemas.

Podría tal vez haber perdonado todo eso, pero la gota que derramó el vaso fue una aparición que hace el panzón de mierda, George R. R. Martin, autor de los libros en los que todas estas pendejadas están basadas, y se pone a bromear de que su historia de los siete reinos no puede terminarla.

Lo único bueno que puedo decir del juego es que tiene la música del programa de televisión, fuera de eso es realmente malo. Por suerte es sencillo obtener el platino; el juego me salió gratis en PS+ y decidí jugarlo porque me gusta el programa de televisión. Pero si hubiera sabido lo realmente malo que es, probablemente no lo hubiera hecho.

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Batman – Return to Arkham: Arkham City

Después de mi platino en Tales From The Borderlands, obtuve el de Batman – Return to Arkham: Arkham City.

Batman: Return to Arkham - Arkham City

Batman: Return to Arkham – Arkham City

Batman: Arkham City es el segundo mejor videojuego que yo jamás haya jugado; y de hecho era para mí el mejor hasta el año pasado, pero de eso hablaré después. Esta remasterización es básicamente idéntica a la versión original para el PS3, pero con mejores texturas, FullHD (1080p) y 60 cuadros por segundo constante en todo el juego.

Los trofeos son también idénticos, pero esta vez me tomaron siete semanas obtenerlos todos; y la verdad sin jugar mucho tiempo al día porque ya estaba trabajando como profesor de tiempo completo. Está mal que yo lo diga, pero me he vuelvo extremadamente bueno en los juegos de Batman de Rocksteady.

El juego sigue siendo extraordinario y lo recomiendo, incluso si no se avientan las catorcemil millones de cosas que hay que hacer para obtener el 100% de trofeos; pero si lo jugaron en PS3 pues la verdad sólo tiene que se ve más bonito.

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Tales From The Borderlands

Después de mi platino en Batman, me aventé otra aventura gráfica en Tales From The Borderlands.

Tales From The Borderlands

Tales From The Borderlands

Nunca jugué Borderlands, porque no juego juegos FPS en mis PlayStations. Supongo que viene de que cuando era joven sí jugué bastante Quake III Arena, y sencillamente no me acomodo a un gamepad para jugar un FPS; aunque como sí juego bastantes juegos TPS, no sé si todo esté en mi cabeza.

Como sea; nunca jugué Borderlands (ni el 1 ni el 2, y no planeo jugar el recientemente anunciado 3). Así que llegué a este juego (que como casi todos los de su tipo me salió gratis por PS+) sin tener idea de nada de lo que ocurría en el mismo. No creo que sea muy importante; la historia del juego (que es lo único que hay, realmente, es una “aventura gráfica” al fin y al cabo) se entiende sin haber jugado los juegos anteriores.

La historia es muy divertida; la parte de “ciencia” de esta historia de ciencia ficción es bastante idiota, pero es sin duda alguna divertida. Y tiene algo de romance y salió gratis en PS+, así que no me quejo.

Pero jamás en la vida lo habría jugado si no hubiera salido gratis.

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Batman

Después de obtener mi platino en Table Top Racing: World Tour, obtuve el de Batman, la aventura gráfica de Telltale Games.

Batman

Batman

Ya he platicado que antes jugaba muchas aventuras gráficas. La versión modernizada de esto en gran medida fue recogida por Telltale Games, hasta que tronó a inicios de este año (dejando varias series incompletas, por cierto). Son los juegos más mensos del universo, porque sólo hay que jugar algunos QTEs (Quick Time Events), seleccionar algunos diálgos, y a veces conectar (literalmente) los puntos en una escena de crimen.

Pero están divertidas las historias (suele ser lo que hace exitosos a estos juegos) y pues uno generalmente no le dice que no a Batman.

El juego cubre los primeros meses de Bruce Wayne como el Caballero Nocturno, y la historia introduce varios de los villanos de su galería, como son Catwoman, Pingüino, Joker, Dos Caras, etc. Está simpático.

Yo el año pasado jugué una cantidad ridícula de juegos de Telltale que habían salido gratis en PS+ (casi todos sin platino), y la verdad ya ahorita estoy medio hasta la madre de ellos; acabé éste de Batman y otro de Borderlands, pero tengo uno de Game of Thrones en espera sencillamente porque me da hueva ver desarrollarse (lentamente) la historia mientras doy dos o tres botonazos cada media hora.

Como sea; está divertida la historia del de Batman y sí planeo jugar los siguientes.

Cuando salgan gratis en PS+.

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Table Top Racing: World Tour

Poco más de una semana después de sacar mi platino en Batman: Return tu Arkham – Arkham Asylum, obtuve el de Table Top Racing: World Tour.

Table Top Racing: World Tour

Table Top Racing: World Tour

(Esa portada, como suele ser con muchos juegos gratuitos en PS+, es falsa; creo que nunca salió físicamente el juego para PS4).

TTR: WT, como suele abreviarse, es un juego estupidísimo y estúpidamente divertido: uno controla carros de juguete (imaginen Hot Wheels, que eran los más famosos en México; pero más bien como Micro Machines) en pistas hechas sobre mesas de comedores, cocinas, escritorios y cosas por el estilo. Se pueden personalizar los carritos con mejores “motores” (porque nadie dijo que la mecánica del juego tenía que tener sentido) y llantas; pero además los carritos tienen armas y se pueden estar disparando los unos a los otros en varios eventos.

Los carros tienen la maniobrabilidad que uno esperaría (dícese, no mucha) y cuando chocan básicamente rebotan; pero después de un rato uno comienza a encontrarle el chiste a los carritos de (literalmente) juguete y el juego se pone divertidísimo. Ayuda que la música sea espectacular.

El juego salió gratis para PS+ en junio de 2016 y comencé a jugarlo pensando que sería muy sencillo obtener el platino; pero en trofeos es mucho más difícil de lo que uno esperaría en un juego de carros de juguete. Más aún porque algunas pruebas de tiempo redujeron el tiempo que uno tiene disponible. No es que sea muy difícil; pero sí es difícil: uno tiene que aprender varios trucos para poder conseguir ciertos trofeos. Un trofeo me emocioné tanto cuando por fin lo obtuve, que hasta lo subí al tubo.

Como sea; es un juego medio idiota, pero está muy divertido, tiene muy buena música, y salió gratis; ¿qué más se puede pedir?

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Batman – Return to Arkham: Arkham Asylum

Después de XBlaze: Lost Memories, conseguí el platino de Batman – Return to Arkham: Arkham Asylum.

Batman: Return to Arkham - Arkham Asylum

Batman: Return to Arkham – Arkham Asylum

Este juego es una remasterización de Batman: Arkham Asylum para las consolas de la nueva generación; en particular el PS4, en mi caso. Fue el primer juego que compré para mi PlayStation 4 (junto con la remasterización de los juegos de Uncharted, Batman: Arkham Knight y Bloodborne).

El juego es idéntico a la versión original (pueden leer mi reseña aquí); con la única diferencia de que tiene mejores gráficos y está a 1080p a 60fps todo el juego.

Sigue siendo un juego espectacular; pero la verdad es ligeramente opacado por el que probablemente sea el segundo mejor juego que yo haya jugado: Batman: Arkham City (del primero hablaré luego). Además, fue mucho más fácil para mí ahora, varios años después de estar jugando videojuegos y en particular todos los de Arkham.

El platino, en otras palabras, fue casi trivial para mí esta vez. No me arrepiento de haber comprado la remasterización; este juego por sí mismo valió la pena que lo hiciera: pero además me permitió volver a jugar Batman: Arkham City.

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XBlaze Lost: Memories

Después de Hitman: Absolution obtuve el platino de XBlaze Lost: Memories.

XBlaze

XBlaze

He sido fan del animé desde hace varias décadas; fue mi primer fandom realmente, con Robotech. También fui en su momento fan de las aventuras gráficas como Leisure Suite Larry o Space Quest. XBlaze Lost: Memories no es un animé ni una aventura gráfica; es lo que los japoneses llaman una “novela visual” y que yo llamo un animé sin animación.

Las novelas visuales realmente tienen un montón de texto; si no serían telenovelas. XBlaze Lost: Memories no tiene casi texto; pero tampoco tiene video. En cambio tiene imágenes estáticas con un poquito de animación, como son los movimientos de la boca o abrir y cerrar los ojos; aunque también usan múltiples barridos y desvanecimientos. Eso y hartos diálogos en audio, lo que los convierten en los animés más baratos de toda la historia, supongo.

XBlaze Lost: Memories, como debía de ser, me salió gratis por mi suscripción a PS+. Es la secuela a otra novela visual, XBlaze Code: Embryo, que no he jugado y probablemente nunca jugaré, porque encima de todo este tipo de juegos son ridículamente caros, en el sentido de que salieron hace media década y aún cuestan 40 dólares.

Ahora, yo me considero defensor de los videojuegos en general. Casi cualquier videojuego, incluyendo muchos modernos que no tienen casi nada de acción, yo considero que está padre que existan y que habrá un público que los disfrute. El “casi” es porque hay basura mal hecha con el único objetivo de ganar dinero; pero si el o los autores del videojuego sinceramente quieren explorar el medio para expresarse, yo por principio apoyo eso.

El problema con XBlaze Lost: Memories, es que no estoy seguro de que se pueda clasificar como videojuego. El 85% del juego es estar viendo desarrollarse la historia, a través de imágenes semiestáticas y horas de diálogo (en audio) entre los protagonistas. El resto tiene una parte de “plataforma”, entre comillas porque uno no puede morir; no puede perderse; y para obtener el platino únicamente hay que coleccionar memorias y (no bromeo) gatos. Además de que los gráficos son de un nivel que casi puede compararse a los del Atari 2600.

XBlaze

XBlaze

En otras novelas visuales está la posibilidad de tomar decisiones que afectan la historia; en esos caso creo que sí se pueden clasificar como videojuegos sin ningún problema. En XBlaze Lost: Memories tambien se pueden tomar decisiones, pero literalmente son como seis en total y sólo ocurren hasta el mero final.

De cualquier forma, disfruté mucho XBlaze Lost: Memories, viéndolo como un animé sin animación. La historia no es nada del otro mundo (más aún porque es una secuela), pero pues tiene magia y romance adolescente; siendo como soy no suelo necesitar mucho más que eso. Y pues tiene a Es, que como Yuki Nagato en las historias de Haruhi Suzumiya o Rei Ayanami en Neon Genesis Evangelion, es un personaje encantador, con su personalidad casi robótica; además de ser perturbadoramente sexy.

Es

Es

(Esa es una captura del juego, por cierto.)

Además, el juego tiene un montón de contenido, si uno está dispuesto a chutarse todo lo que viene; la historia regular es como 10 horas, el equivalente a poco más de 20 episodios de cerca de media hora, como una temporada normal de animé. Encima de eso tiene varias partes que recuentan distintos segmentos de la historia, pero a partir del punto de vista de otro de los personajes (y que son, por cierto, las memorias que uno colecciona). En total eso debe duplicar o triplicar el contenido del juego, pero la verdad no tuve la paciencia de chutarme todo.

Me eché XBlaze Lost: Memories un fin de semana y pues no me arrepiento; si me vuelven a regalar juegos de este estilo en PS+, no tengo ningún problema. Pero dudo nunca ir y comprar uno por mi cuenta.

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Hitman: Absolution

Después de mi platino en Truck Racer, obtuve el de Hitman: Absolution.

Hitman: Absolution

Hitman: Absolution

Hitman es de esas series que no entiendo exactamente por qué nunca había jugado; es un juego de disparos en tercera persona con énfasis muy fuerte en estar escabulléndose para poder matar silenciosamente a los objetivos. Sonaría como que debí jugarlo antes, pero no es el caso.

Este juego un día lo vi barato en un Blockbuster o algo así, y lo compré porque el avance que había salido de las “santas” generó mucha publicidad e hizo que me interesara en él.

El juego es espectacular; la cantidad de opciones que uno tiene para completar las misiones raya en lo ridículo. Van desde matar a todo mundo bien muerto disparándoles en la cara; hasta crear accidentes que son de las cosas más cagadas que yo haya visto. Lo único malo fue que cuando ya estaba jugando este juego, sencillamente ya no tenía el tiempo para perder al estar explorando todas las posibles maneras de andar desmuriendo gente.

La historia es medio idiota, además de que yo me perdí como catorce juegos antes de éste; pero de todas formas está entretenida y hay un montón de escenas CGI que son espectaculares, como cuando Victoria asesina a un montón de mercenarios.

Los trofeos están bien, supongo; es raro que yo diga esto, pero creo que están demasiado fáciles. Era muy sencillo que crearan los trofeos de tal forma que obligaran a explorar más las distintas opciones de jugar cada misión, pero en lugar de eso agregaron como 10 trofeos para una modalidad en línea que está bastante mensa: uno juega una misión, el juego guarda las opciones que uno tomó para matar gente y con eso se crea una misión que otra gente puede jugar en línea. Como no es en tiempo real (uno deja una misión y en cualquier momento en el futuro alguien más puede jugarla), los trofeos relacionados los puede sacar uno mismo, con un único PS3.

No le vi mucho sentido.

Como sea; Hitman está padre, me hubiera gustado más explorar el juego y descubrir más formas de andar matando gente sin que lo notaran; o disfrazándome de mecánico; o sin usar armas; o con múltiples más opciones. Pero la verdad tampoco era un juego tan bueno que me mantuviera jugándolo después de obtener el platino. Planeo jugar las secuelas, eso sí.

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Truck Racer

Después de obtener mi platino en Mad Max, obtuve el de Truck Racer.

Truck Racer

Truck Racer

Este juego apareció gratis para los miembros de PS+, que es la razón por la cual pongo la cubierta de la versión alemana; yo lo tengo digitalmente y no estoy seguro de que haya salido físicamente en Norteamérica. Como sea; cuando bajé el juego, lo primero que pensé fue “qué pendejadas se le ocurren a los desarrolladores de videojuegos, ¿quién pensaría en hacer carreras de tráilers? El tarado era yo, por supuesto, que no sabía que de verdad existen carreras de tráilers.

Claro que el hecho de que sea algo existente en el mundo real no le quita en lo más mínimo que la idea siga siendo retrasada mental.

De cualquier manera el juego no es ninguna joya, en casi ningún aspecto. Es ligeramente entretenido estar conduciendo tráilers de varias toneladas con la gracia de un rinoceronte en una cristalería, pero la verdad tiene nada más unos cuantos tráilers; la variedad de pistas deja mucho qué desear; la inteligencia artificial contra la que uno se enfrenta compensa su inutilidad siendo desesperantemente agresiva; y de hecho el juego es bastante inestable: no era raro que de repente dejara de funcionar la insípida música o los bastante repetitivos efectos de sonido.

Todo esto se compensa porque el juego es trivial de obtenerle el platino (me llevó tres semanas, dedicándole un par de horas cada dos o tres días) y porque salió gratis. Y justo jugarlo como 3 semanas es lo que este juego se merece.

No me malentiendan; el juego no es malo. Sólo es demasiado soso como para superar el hecho de que consiste en la ridícula idea de poner tráilers a correr carreras.

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Mad Max

Después de sacar el platino en Need for Speed: Hot Pursuit, fue el turno de Mad Max.

Mad Max

Mad Max

Este juego salió gratis para los miembros de PS+ y yo lo bajé y lo disfruté como no tienen una idea. El juego es una combinación de Grand Theft Auto: Dystopia y Batman: Arkham Road Warrior; usando la ambientación de la última película del Guerrero de la Carretera (que yo y un montón de gente consideramos una de las mejores películas de acción de todos los tiempos), el videojuego sirve como precuela a la película, aunque yo no me di cuenta de eso sino hasta el final.

Básicamente Max está loco, porque así se llama, cuando Scabrous Scrotus (hermano de Rictus Erectus e hijo de Inmortan Joe) se lo madrea, le roba su icónico Interceptor y lo deja para morir en el desierto, junto con uno de sus perros guardianes que le falló. Max encuentra al mecánico hermitaño Chumbucket, que lo convence de ayudarlo a completar su “ángel”, un carro de combate pensado para sobrevivir en el desierto australiano, y entre Max, Chumbucket y el perro, forman una frágil alianza que lleva a Max a interactuar con múltiples tribus sobrevivientes del nunca bien explicado apocalipsis.

El juego entonces consiste primordialmente en combate vehicular, que es de las cosas más pendejas y más entretenidas que yo he experimentado en un videojuego. En algún momento Chumbucket le agrega un harpón al carro y entonces Max se convierte en pescador de hombres, porque con el harpón puede mandar a volar (literal y figurativamente) a los conductores de carros enemigos. Cuáles apóstoles; ese es un verdadero pescador de hombres, como el Chuy quería. Además de pelear en el carro, Max también le entra a los madrazos con un sistema similar al de los juegos Arkham, aunque más modesto, enfrentándose a los warbois de Scrotus. Pero eso es un extra; pelear en el carro es donde está toda la diversión: varias misiones consisten básicamente en perseguir convoys y entonces recrear escenas de Road Warrior y Fury Road.

El mapa de mundo abierto es enorme y hay literalmente centenas de cosas que hacer, carros que coleccionar, campamentos que descubrir y en general estar haciendo explotar cosas. La historia por supuesto es pendeja (no había muchas opciones, dado el material), pero el actor que interpreta a Max (Bren Foster) da los soliloquios más melancólicos en la historia del mundo mundial, mientras colecciona reliquias del mundo antes del apocalipsis y va avanzando en su misión de construir un carro que le permita seguir conduciendo en el desierto, alejándose de todo y de todos para poder seguir sufriendo la pérdida de su familia.

El final, si embargo, está increíble; a lo largo de sus recorridos, Max encuentra a Hope, una hermosa esclava con una hija, que por supuesto resulta ser la concubina que puede ganar junto con el motor V8 que necesita para completar su carro (¿quién usaría un V8 en el apocalipsis, cuando la gasolina se va volviendo cada vez más escasa?) Como era necesario para la trama, Hope y su hija son asesinadas, lo que dispara al mismo tiempo todos los traumas que Max tiene en su cabeza; así que la última misión consiste en Max vengando a otras dos mujeres que no pudo proteger, mientras alucinaciones en su cabeza (está loco, ¿se acuerdan?) lo incitan a matar bien muertos a sus asesinos. ¿El nombre de la misión, y lo que le dice la alucinación de Hope en su cabeza?

“Paint my name in blood.”

La apariencia de Max es personalizable, con distintas opciones de vestimenta, pelo y barba. Si uno acualiza la apariencia de Max en el orden en que se hacen disponibles las distintas opciones, entonces para el final del juego uno termina viéndose exactamente igual que al inicio de Fury Road; y como al final Chumbucket muere y Max recupera su icónico Interceptor, perdiéndose en el desierto una vez más, la historia del videojuego funciona como una precuela a la película. Yo originalmente creí que era una historia original independiente, pero se puede interpretar como canon; claro que también podemos suponer que todo es una alucinación de Max, porque pues está loco.

Mad Max es un juego extraordinario, que me salió “gratis” (descontando lo que pago de PS+, que la verdad me parece poco) y lo jugué más de cien horas, recorriendo el desierto y escuchando las pendejadas que decía Chumbucket, mientras Max ponderaba en voz alta la familia y el mundo que perdió y filosofaba acerca de la violencia que lo rodea (y que él mismo causa, en muchas ocasiones). Lo recomiendo ampliamente; es en verdad deliciosamente entretenido, y todo en el universo establecido por la última película, que a mí y a muchos otros nos encantó.

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Need for Speed: Hot Pursuit

Una semana después de obtener mi platino en Gran Turismo 5, obtuve el de Need for Speed: Hot Pursuit.

Need for Speed: Hot Pursuit

Need for Speed: Hot Pursuit

Los juegos de Need for Speed son justamente eso, juegos. No tratan de ser simuladores (aunque NFS: Shift se acercaba) y hacen mucho énfasis en que conducir los carros sea divertido. Esto no quiere decir que sea fácil, aunque sin duda alguna son más fáciles que Gran Turismo.

Need for Speed: Hot Pursuit es además un regreso a los orígenes de la serie: corredores contra policías. Casualmente, antes de NFS:HP yo nunca jugué una entrada de la serie con ese énfasis; en mi caso el equivalente hubiera sido Test Drive, que sí jugué hasta la ignominia en la 8088 con monitor monocromático (verde y negro) de mi mamá, con el triste altavoz de la PC fallando miserablemente en emular los sonidos de un supercarro.

NFS:HP es entretenidísimo, especialmente con un volante. Sí ofrece un desafío, pero nada que con tantita práctica no se pueda superar; los carros son espectaculares; las autopistas (en un esquema de mundo abierto en el condado ficticio de Seacrest en California) están increíbles; y la música es algo blanda, pero sin duda alguna entretenida mientras uno está huyendo de policías o persiguiendo supercarros en una patrulla.

En trofeos está bastante tranquilo; y como fue el primer juego que jugué teniendo 2 PS3s, sacar los trofeos en línea fue casi trivial. Nada más tuve problemas con un evento que por alguna razón me llevó varias decenas de intentos el sacarlo. Lo chistoso es que leyendo en línea cómo sacarlo, otro evento que a mí me resultó muy fácil para otros jugadores era con el que se atoraban; tal vez tenga que ver el volante.

Need for Speed: Hot Pursuit es un juego de carreras bien hecho, divertido y razonablemente desafiante, sin ser frustrantemente difícil. Es muy divertido de jugar y si quieren disfrutar un juego de carreras con supercarros deportivos y con énfasis entre el pique entre “bandidos” y policías, con esta entrada no se pueden equivocar.

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Gran Turismo 5

Tres meses después de Uncharted 2: Among Thieves Remastered, y casi cuatro años después de empezar a jugarlo, obtuve el platino de Gran Turismo 5.

Gran Turismo 5

Gran Turismo 5

Cuando comencé a ganar bien trabajando para el IFE, decidí comprarme un volante, así que me metí a un BestBuy y agarré el primer volante Logitech que vi decente que funcionara en el PlayStation 3. También compré Gran Turismo 5.

Me gustan los juegos de carrera; y me gustan mucho más usando mi volante. El único problema es que contrario a un controlador normal, poner el volante sí es medio engorroso, así que no lo hago tanto. Como sea, Gran Turismo 5 no es particularmente difícil el obtener sus trofeos; es cuestión de ver videos en YouTube para saber qué estrategias utilizar y practicar un rato.

Excepto por obtener un tiempo de 7:29.03 en la autopista Nürburgring Nordschleife con un Nissan GT-R ’07; y terminar con oro en el desafío X de Sebastian Vettel. El segundo en particular es todavía más difícil porque bajaron el tiempo que era necesario para obtener dicho oro.

Estuve literalmente un par de años intentando esos dos trofeos, hasta que eventualmente me harté y busqué en YouTube cómo usar glitches para obtenerlos. No es difícil, nada más engorroso; uno desinstala el juego y luego lo instala de nuevo permitiendo que llegué nada más hasta cierta actualización, la que lleva la versión que permite el glitch. El glitch consiste en pegar el carro a una pared y acelerar meneándolo poco a poco de izquierda a derecha, para que atraviese la pared y el carro termine entonces debajo de la pista, donde uno puede manejar casi sin ningún obstáculo y cortar varias esquinas. Lo pueden ver en el tubo.

Con esos trofeos fuera del camino fue relativamente sencillo echarme los demás; excepto el de obtener nivel 40 como piloto, porque para ese momento ya habían cerrado los servidores en línea y entonces tuve que correr múltiples veces varias carreras.

Aunque fue talachudo obtener el platino, sí me divertí mucho con Gran Turismo 5; es más bien fastidioso con el intentar ser “realista” (lo que hace todavía más desconcertante cuando no lo es, como cuando los carros sencillamente rebotan al chocar a 400 kilómetros por hora), pero sí puedo entender cómo hay personas que se han convertido en pilotos profesionales de carreras comenzando por jugar este juego.

También fue muy divertido (y muy cansado) el completar eventos como las 24 horas de Le Mans; mi carro para ese momento era como tres veces más rápido que el resto de los participantes, así que no había duda de que ganaría. Pero el hecho de estar ahí horas (no 24, me detuve cuando por el número de vueltas era imposible que me ganaran), con los brazos adoloridos por la resistencia mecánica motorizada que ofrece mi volante, sí me dio cierto orgullo.

Dicho todo lo anterior, y reiterando que disfruté mucho el juego, sí debo decir que me dejó algo decepcionado GT5. Polyphony Digital (la compañía que lo hizo) se tardó años en hacerlo y es (para motivos prácticos) la única entrada de Gran Turismo en el PlayStation 3; y la verdad no lo luce tanto. Otros juegos de carreras que he jugado incluyen algunas de las pistas de GT5, y aunque no son tan detalladas, la diferencia no creo que justifique toda la alharaca asociada con GT5.

Fuera de las carreras, además, el juego parece mal planeado. La música de jazz de varios de los menúes contrasta mucho con el estilo del resto del juego; incluye cosas rarísimas como tomar fotografías de lugares que uno “visita” en rallies; incluye carros como un vocho del 68, que son inútiles en cualquier carrera… hay algo raro con el juego.

Pero el aspecto técnico de correr carreras está muy padre, así que yo sí lo recomiendo. Nada más ya es imposible obtener el platino, porque hay dos trofeos en línea y los servidores cerraron hace años.

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