Depa

Mi hermano vino a casa, porque se siente muy mal del estómago. Siempre ha sido hipocondríaco, pero ahora para variar parece que sí anda jodido.

Mi hermano dijo que vino entre otras razones porque no quería estar enfermo y solo. Eso me hizo preguntarme algo, y tuvimos esta conversación:

Canek: Oye, si te mueres, ¿qué pasa con tu depa?
Amílcar: Está a tu nombre.
Canek: ¿De verdad?
Amílcar: Sí, pero si algo me pasa tienen que avisar.
Canek: Ven acá siempre que te sientas mal.

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Supurando

Ayer fue un día lleno. Me rasuré, vi a Claudia, fui al cine solo y después fui al cine con Omar y Paola.

En algún momento entre rasurarme y ver a Claudia, me hice un tatuaje.

Desde hace años quería un tatuaje. Una vez fui a Acapulco con Liliana y me hice uno de henna. La idea me gustó, así que decidí que quería un tatuaje. La idea no le gustó nadita a Liliana, así que (en parte) por eso no me lo hice.

Además está el hecho de que es algo (digan lo que digan de las tecnologías láser) que estará ahí para siempre. O sea, cuando muera la chingadera va a seguir ahí; o al menos una gran cicatriz si decido quitármelo. Que no creo.

Pero la idea me gustaba. Desde hacía tiempo estuve haciendo investigaciones en línea para ver qué debía buscar (higiene, equipo, etc.), y había buscado en la ciudad dónde hacérmelo. Sin embargo, aún con toda esa información tardé bastante en dar el paso. Sobre todo al conocer el precio.

Ayer por fin lo hice. Y estoy muy contento con mi tatuaje; aunque no habrá fotos hasta que mi piel sane y me crezca el vello de nuevo. Ayer, cuando fui con Claudia y al cine, tenía un plástico sobre el tatuaje para que éste supurara. Nadie me dijo que habría cosas supurando.

Ya sin el plástico el tatuaje no se ve mal, pero todavía me incomoda la piel (no tanto que me duela), y ciertamente se ve raro mi brazo sin vello. Y no me dolió (mucho) que me hicieran el tatuaje. Ciertamente no es una caricia, y seguro no me hago otro nunca, pero no fue una tortura.

Aunque sigo sin entender a quien se haga un tatuaje en el glande.

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Sábado en el centro

Citlali me contactó en el messenger al medio día y me dijo que le urgía ir al centro para ver precios de monitores, que qué planes tenía. Dado que mi plan para el día consistía básicamente en encontrar patrones en el tirol planchado del techo, le dije que iba.

Fuimos al centro, y comenzamos a buscar monitores; pero no pasó mucho para que viéramos que la búsqueda era medio inútil. Todos los monitores eran más caros que los que ella originalmente revisó en Paguito.com, y Paguito tiene la ventaja de que entrega a domicilio… que con otras cosas no importa tanto, pero un monitor es algo pesado y estorboso. Aún un LCD, si se busca de 19″ como la Citlali.

Pero no era lo único por lo que habíamos ido al centro; la Citlali necesitaba un no-break también, y un USB key más grande que el de 64 MB que ya tiene. En esas cosas hubo mucha más suerte; consiguió el no-break en casi la mitad de precio del que había visto en línea, y con dos años de garantía en lugar de uno, y un USB key de 512 MB en menos de 500 pesos. Eso es a menos de un peso por megabyte; yo estaba anonadado. No creí que se pudiera conseguir tan barato. ¡Y Kingstone!

Yo compré puntas torx de menos de T9, porque quería abrir mi palm.

Puntas torx, T4 a T8

Puntas torx, T4 a T8

Después fuimos a comer al Danubio, que queda al lado y está chido, lo que resultó una buena idea porque la Citlali se moría de hambre. Que por fin le pagué la comida que le debía desde aquella vez que habíamos ido a comer con Enrique y Liliana.

Después me sugirió que fuéramos a Donceles; desde hace tiempo quería un tripié para su cámara. Dado que yo también quería uno, fuimos. Fue una muy buena idea; compramos el mismo modelo los dos: un tripié Brilliant TT3312 de un metro de altura que es una maravilla:

Tripié

Tripié

¡En doscientos pesos!

Después de tan fabulosas compras, me aventó a mi casa, donde procedí a abrir mi Palm porque le había estado fallando el wireless:

La Palm, abierta

La Palm, abierta

Le apreté todo lo que creí necesario apretar, le eché aire comprimido, y me fijé que todo funcionara. La volví a armar, y espero que no vuelva a fallar, aunque no se le prende el foquito al transmitir wireless. Lo cual no es terriblemente grave, pero que me preocupa; a Juan Manuel se le descompuso la suya. Espero que la mía siga funcionando, sobre todo porque quiero usarla en la maestría.

Después llegó mi hermano y sugirió que fuéramos a ver Land of the Dead.

Land of the Dead

Land of the Dead

Divertido churrito, aunque la opinión de Leonardo García Tsao acerca de que el filme refleja un profundo análisis social se me hace una mamada. Es un churrito de zombies. Y sí, viene con la inevitable crítica a Bush; como todas las películas gringas últimamente.

Cuando mi hermano me dejó en la casa, vi con mucha alegría que ya acabó de bajarse el segundo capítulo de la segunda temporada de Battlestar Galactica. So say we all.

Resultó un sábado medio movido, dado que mi plan original era ver el techo.

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Gentoo Splash

Después de mucho tejemaneje, Splash Utils quedó bien en mi máquina. Y se ve mamoncísimo.

Tuvo que ver que le puse un tema que estaba hecho específicamente para la última versión de splashutils, pero se ve muy bien. Mientras bootea la compu, una barrita aparece abajo con iconos mostrando qué demonio o subsistema está levantándose, e incluso muestra un porcentaje correcto de cuánto lleva del booteo.

Gentoo booteando

Gentoo booteando

La imagen de arriba es un mockup; no sé cómo sacar screenshots de mi compu al momento de bootear. Pero se ve más o menos así.

Para los niños y niñas que usan sistemas operativos de juguete como Windows o Mac OS X lo de arriba les ha de parecer bastante insulso; pero yo llevo casi nueve años usando Linux, y sé que ha sido un desmadre para conseguir una secuencia de booteo que se puede presumir.

No puedo esperar a ponerlo en mi laptop; se va ver perrísimo.

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Teléfono inalámbrico

Me harté del viejo teléfono que tengo en mi cuarto (lo tengo desde hace como 5 años), así que aprovechando que ayer mi mamá y yo comimos en el Danubio (Uruguay No. 3, junto a la plaza de la computación), compré un teléfono inalámbrico.

Llegué con el vendedor y le dije: “quiero el teléfono inalámbrico más barato que tengas”. Y me dio esto:

Teléfono inalámbrico

Teléfono inalámbrico

Lo que creo que no está mal para 300 pesos. Digo, se oye bien, parece tener buena distancia, y creo que puedo usarlo como proyectil en caso de necesidad de defenderme (pesa como un kilo).

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La enredadera ataca de nuevo

Se fue el agua en mi casa. En la noche comenzó a caer un chorrito de agua, así que supuse que todo estaría bien hoy; pero no fue así.

El agua está cayendo, sólo que no tiene suficiente presión para llegar al tinaco. Así que en la mañana fui a conectar la cisterna para que se llene el tinaco, y dejar que el agua de la calle caiga en la cisterna.

Cuando llegué a la bomba, vi que la enredadera maldita está atacando de nuevo:

La enredadera ataca de nuevo

La enredadera ataca de nuevo

Se hace más lista como pueden ver; ahora disfraza sus avances con una rosa al frente de las tropas, sabiendo que no voy a quitar una rosa tan padre. Pero no me engaña; en cuanto se caigan los pétalos de la rosa, la enredadera se va.

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Tipo de sangre

Estaba viendo el último episodio de Lost, en donde muere Boone, y hay todo un drama porque no saben su tipo de sangre, y de hecho casi nadie sabe su tipo de sangre.

Entonces me acerqué a mi madre y le pregunté “oiga jefa, usté que me cuidó de chiquito, dígame, ¿cuál es mi tipo de sangre?”. Y mi mamá respondió “no tengo idea”… a lo cual añadió “si tú no sabes yo por qué”.

Al ver mi escandalizada cara me dijo: “es que tú nunca te enfermabas, entonces no me aprendí tu tipo”. Pero después de pensar un momento agregó: “pero ahora que lo pienso, tu hermano se enfermaba a cada rato, y de él tampoco tengo idea de su tipo de sangre”.

Por suerte doné sangre el año pasado. Según los resultados, mi “grupo sanguíneo” es 0 RH Positivo. Eso es un “cero” no una “O”. Supongo que será útil saberlo.

O no.

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Muchos sentados, muchos parados

Mi mamá salió entrevistada en la revista Siempre!, y me mandó a comprar el número.

Mamá en Siempre!

Mamá en Siempre!

Fui y regresé en microbús, por supuesto, ya que mi carro está en reparación por mi accidente del jueves. En el micro de regreso, vi un letrerito que me mató de la risa:

Muchos sentados, muchos parados

Muchos sentados, muchos parados

En algo que no tiene nada que ver, Drivel 2.0.2 salió (vi al autor anunciarlo en su blog), así que copié mi ebuild de la versión 2.0.1, le cambié el nombre a 2.0.2, y funcionó sin broncas. Y por fin funciona el diálogo para insertar imágenes. Sigue sin tener buenos atajos, y sin tags personalizados, pero ya me he acostumbrado a publicar entradas con este software.

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Background Changer

Me gusta mi Background Changer. Además, parece que los de Gnome entendieron que andar guardando imágenes de millones de pixeles no es inteligente, y si una imagen es añadida a la lista de backgrounds a través de GConf entonces no la guarda permanentemente. Así que mi uso de memoria está en lo razonable todavía.

Como sea, el cron funciona perfectamente y cada hora una nueva reinita aparece en el fondo de mi escritorio. Como sea, a veces la reinita en cuestión no es de mi total agrado, y decidí que si quiero cambiar de background utilizando la infraestructura que ya creé, entonces no quiero hacerlo a través de una terminal.

Así que escribí un applet de Gnome para mi panel, y ahora con un solo click mi background cambia ante mí. El necesario screenshot:

Background Changer

Background Changer

El icono y la imagen que aparecen cuando se da click en el applet es el ombliguito de Britney.

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El Choque De La Glorieta De Insurgentes

Digamos que el fin de semana no empezó bien.

El jueves fui a inscribirme al IIMAS, a comer en la Facultad con Enrique y a cobrar mi último cheque de la UNAM (y el último dinero que recibiré hasta que alguien me beque). Después fui al departamento de Juan para otra tarde de animé… sólo que hubo errores de comunicación y Juan se fue a ver Ong Bak y Batman Begins. Así que Omar y yo (y Juan Manuel que nos abrió la puerta del departamento) vimos Four Rooms y tantito de Barbarella (la verdad no creo que pudiéramos ver más… bueno, yo sí, si se le seguían transparentando los pezones a Jane Fonda).

Después fuimos a comer tacos y a platicar, y decidimos ir a dejar a Omar a su casa porque ya era tarde. Agarramos Insurgentes, que desde que abrieron el Metrobus está mucho más fluido, y todo iba bien hasta que llegamos a la Glorieta de Insurgentes.

Nadie iba terriblemente rápido; al menos yo no iba terriblemente rápido, y por lo que alcancé a apreciar, tampoco los carros adelante de mí. Llovía, y hay mucha gente que se queja, pero aquí en el DF la gente sí sabe manejar, y eso incluye bajar la velocidad cuando está lloviendo. Al irnos acercando a la glorieta, todos los carros adelante de mí comenzaron a invadir el carril del Metrobus; yo lo hice también, porque había un camión estacionado en la esquina inmediata anterior a la glorieta, y porque había un charco tamaño Lago de Texococo en los otros dos carriles. Pudimos invadir el carril del Metrobus porque ahí no hay acotamiento; pero en la glorieta hay unos bloques de concreto que la hacen de ídem.

Los carros entonces íbamos en fila india, que es otra regla cuando llueve: sigue al de adelante. Yo comencé a cambiarme al carril que no es del Metrobus (o sea me hice a la derecha), porque era obvio que no había que seguir ahí si ya no había charco; pero el que iba adelante de mí le gustó ese carril para andar por él, y tardó mucho en darse cuenta de la existencia de los bloques de concreto, así que de repente se metió delante de mí, reduciendo su velocidad a casi cero.

Por supuesto yo soy un conductor responsable, así que había dejado el necesario espacio de seguridad entre mi carro y el de adelante, y pude frenar a tiempo (aunque me costó; estaba lloviendo y sí derraparon las llantas como 20 centímetros de pavimento). Estaba felicitándome de mis rápidos reflejos, cuando el indeseado tunk de un carro impactándose contra el mío se oyó y se sintió. Fue un buen madrazo; movió otros 30 centímetros el carro, a pesar de que seguía pisando el freno.

Les pregunté a Juan y a Omar si estaban bien, y procedí a estacionar el carro. Las golpeadoras eran siete chavas que estaban asardinadas en un Ford Fiesta, y también estaban bien (quiero decir que no se lastimaron… un par estaban guapetonas). Al Ford Fiesta no le había pasado nada.

Cuando vi mi carro, sin embargo, descubrí que el mío sí había sufrido daños considerables:

Mi carro, madreado

Mi carro, madreado

Mi carro, madreado

Mi carro, madreado

La chavita que iba manejando preguntó si así lo dejábamos. Ella no había visto el daño en mi carro, así que se lo mostré y le dije que había que llamar a los seguros, cosa que hicimos. Al momento de anotar el número del siniestro, resultó que Juan tenía pluma pero no papel, así que lo anotó en su mano. Como se andaba borrando de su mano también, le tomamos una foto.

Número de siniestro

Número de siniestro

En los cuarenta minutos que esperamos, tomé varias fotos de los carros y metrobuses pasando. Me gustó particularmente esta:

Metrobus

Metrobus

Mientras esperábamos, estábamos Juan y yo (Omar se fue porque le cerrraban el metro), y las chavitas en su grupo. Siendo como somos Juan y yo, no tratamos de ligárnoslas (y creo que fuimos los únicos; un policía, el de la aseguradora e incluso dos güeyes que se pararon a preguntar por un antro lo intentaron).

Pero le pregunté a la que iba conduciendo si me dejaba tomarle una foto a su carro. Creo que en ese momento se empezaron a asustar con nosotros, pero no me importó y le tomé una foto a su Ford Fiesta del lado del madrazo; al maldito carro no le pasó nada.

Ford Fiesta

Ford Fiesta

Resultó que las chavitas y yo tenemos el mismo seguro (ING), así que fue un único ajustador (¿por qué no hay reinitas ajustadoras?) El tipo nos hizo movernos (a petición de una patrulla que llegó a chismear), tomó fotos, declaraciones, y se encerró a “deliberar”.

Sólo que yo noté algo; la chavita que declaró como si ella hubiera manejado, no era la que estaba manejando al momento del accidente. Lo cual habría podido yo usar si se ponía feo el asunto; pero no se puso. El ajustador nos llamó y nos dijo “En los siniestros siempre hay que asignar responsabilidades. Eso de que «el que pega paga» es un invento.” En ese momento pensé yo “Ya valió madre. Éste güey le hizo caso a los ojitos de la reinita y me va a echar la culpa a mí”.

Pero el tipo siguió: “En este caso, según el reglamento, hay que dejar un espacio respecto al carro de adelante para tener espacio de maniobra en situaciones imprevistas. Así que la responsabilidad es del Fiesta.” Yo pensé que entonces era el que pega paga, pero no dije nada. La chavita estuvo de acuerdo, nos dio nuestras hojas de servicio y nos fuimos. Pero sí le dije a la chavita que nos debían una por no decir nada de quién iba manejando.

A consecuencia del golpe, mi cajuela no cerraba, así que fue rebotando todo el camino al depa de Juan, y después hasta mi casa. Saqué mi herramienta, mi llanta de repuesto, y en general vacié la cajuela antes de dejar el carro (con la cajuela abierta) para que pasara la noche.

Ya dentro de mi casa, levanté el teléfono: le había estado tratando de llamar a mi mamá para decirle que iba a llegar tarde, pero sonaba ocupado. Al levantar el teléfono escuché sólo ruidos extraños.

Aprovechando mi diseño modular, desconecté la caja que lleva la señal DSL y vi, con horror, que así sí servía la línea. Así que ahora sí era el cable de teléfono.

Esto era alrededor de la 1:30 de la mañana, yo cansado y estresado del accidente. Pero no teléfono en mi cuarto implicaba no internet, así que me subí las mangas y me puse a limpiar el cable de la enredadera y de la lluvia (lo cual implicó varios minutos colgado del techo de mi casa).

Cerca de las 3 de la mañana ya había terminado, conecté todo, descolgué el teléfono y… no funcionó.

Carajo.

Me dormí mandando todo al yeye, y en la mañana vi Gilmore Girls, y después fui a comprar cable telefónico de 2 hilos para exteriores a la ferretería. En la ferretería se dio el siguiente diálogo:

Yo: ¿Cuánto cuesta el metro de cable telefónico de dos hilos para exteriores?
Empleado (mientras revisaba): Mmmh. 2.20 pesos el metro.
Yo: Deme 40 metros de cable telefónico de dos hilos para exteriores. Y el cutter grandote.

Armado de tan modernas herramientas, volví a tender el cable que conecta a la sala (y línea principal) a mi cuarto (y módem DSL), uniendo con cinchos de plástico Truper el cable de teléfono al de cablevisión (que ya ni sirve porque no tengo tele en mi cuarto, pero está bien pegado a la pared), y reconecté todo. Aleluya aleluya alabado sea el señor, todo regresó a la normalidad.

Y me sobraron 35 metros de cable telefónico de dos hilos para exteriores en caso de que tenga que hacer lo mismo 7 veces más.

Cable nuevo

Cable nuevo

Después fui a dejar mi carro a la agencia, que por suerte está a diez minutos a pie de mi casa. Dos semanas voy a estar sin carro, por el chiste de las nenas estas que no saben guardar su distancia.

Pero bueno; pudo salir mucho peor. Nadie salió herido, y al menos yo no tuve que pagar nada.

Ahora sólo me gustaría que dejara de dolerme el cuello.

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La enredadera

Hoy al medio día salí a fotografiar una rosa particularmente frondosa en el jardín de mi mamá:

Rosa de verano

Rosa de verano

Después de tan agotadora tarea, regresaba a mi encierro frente a la computadora, cuando noté el cable del teléfono, el que lleva la señal DSL a mi cuarto desde la sala:

Enredadera

Enredadera

La maldita enredadera que ya he comentado en otras ocasiones ha vuelto a crecer alrededor del cable.

Ahora ya sé que en sí la enredadera no hace nada; no creo que cause mayores problemas. Pero aún así me impresiona; el arbusto del que sale la enredadera casi lo reduje a un tronquito la última vez que limpié el cable. Qué tenacidad.

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War of the Worlds

El miércoles pasado fui a ver War of the Worlds con Enrique.

War of the Worlds

War of the Worlds

Originalmente la idea era ir con Omar, Paola, Juanjo, Citlali y Enrique; pero sólo Enrique recibió la notificación (Citla también, sólo que tenía chamba).

Me gustó mucho la película; y me hizo replantear mi apreciación de la novela. Voy a suponer que todo mundo leyó ya la novela, así que si no quieren “arruinar” el final, no sigan leyendo.

Cuando leí la novela debí ser adolescente; no recuerdo la fecha exactamente, pero creo que fue alrededor de la época en que leí por primera vez Starship Troopers. Recuerdo claramente que el final se me hizo chafísima. Para mí la idea de combatir a los extraterrestres era mucho más interesante que la de que se murieran por un catarro mal atendido.

Mucho tenía que ver, supongo, que las armas de los extraterrestres se me hacían bien mensas. Yo crecí dando por hechas no sólo las armas químicas y atómicas, sino además pensando que en cualquier momento habría lásers, armas de plasma y cosas por el estilo. Entonces los atacantes extraterrestres se me figuraban bastante inocentes, y el combatirlos se me hacía la opción interesante; de hecho llegué a pensar que a H. G. Wells le había dado hueva el explorar esa línea de la historia.

Lo que hace la película de Spilberg es mostrar unos extraterrestres a los ojos del público moderno, que creo que sería el equivalente para el público de finales del siglo XIX. Son verdaderamente aterradores, y el mostrar las acciones a través de los ojos de un obrero común y corriente los muestra aún más terribles.

Realmente no hay guerra; es un exterminio, y el hecho de que les de influenza a los bichos del espacio exterior es el único milagro que nos salva de una aniquilación total e inevitable.

Muy chida película, la recomiendo ampliamente. De hecho, creo que la veré de nuevo.

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La “graduación” de Ana Julia

Una de las razones por las que decidí reorganizar mi álbum de fotos, fue que venía la graduación de Ana Julia.

Del kínder.

Hace poco más de un mes, Susi me dijo que si quería ser padrino de Ana Julia. Horrorizado, volteé a ver a mi madre esperando una explicación. Mi madre me explicó que en el kínder de Ana Julia son tan ridículos, que les hacen graduación cuando terminan. No sólo una fiestecilla; graduación con misa incluida. Mamá me explicó que mi participación consistiría de estar con la niña en la iglesia y verme guapo. Lo último por supuesto me es muy sencillo.

En general, a una petición de ese estilo hubiera dicho no. Pero me lo pidió Susi. Susi en general nunca me pide nada, y hace un montón de cosas por mí. Y Ana Julia (contrario a muchos otros niños de su edad) me cae bastante bien, así que inmediatamente dije que sí.

Fue ligeramente surreal, pero muy padre.

La cosa esa era el sábado 25 de junio a las 12:00; yo estuve listo desde las 11:00, pero mi madre aplicó una de las suyas y no salimos sino hasta las 11:55. No era tan grave; la iglesia está a cuatro cuadras de mi casa. Cuando llegamos, divisé a Roberta, una de las hermanas de Susi, que me mandó al lado de Julia, la otra hermana de Susi y mamá de Ana Julia. La niña en sí estaba cuatro filas más adelante, así que le tomé una foto desde mi lugar.

Ana Julia de espaldas

Ana Julia de espaldas

El cura en ese momento estaba comenzando la misa. Por cierto, el cura más feo que he visto en mucho tiempo. Y veo bastante a Norberto Rivera en las noticias.

El cura

El cura

Le tomé un par de fotos más a Ana Julia desde mi lugar y me quedé quieto, pensando que ese era el comportamiento que se esperaba por parte de un padrino. Pero cuando que que todos los padres henchidos de orgullo andaban dando de vueltas para tomarles fotos a sus hijos, decidí que yo iba a hacer lo mismo, así que fui adelante para tomarle más fotos a Ana Julia.

Ana Julia

Ana Julia

El cura dio la misa más o menos rápido… creo, la verdad he ido a muy pocas misas en mi vida. Pero en lugar de sermón dicidió contarles un cuento a los niños; el cuento de Pedro y Pablo. Básicamente Pedro era malo y Pablo bueno, y cuando se murieron Dios le dio un boleto para el cielo a Pablo.

(De haber sabido que hay boletos hubiera movido mis contactos con más anticipación).

Como Pedro era malo, le trataba de quitar el boleto a Pablo a cachitos; para representar esto, el cura tomó una hoja de papel (de cuaderno Scribe, tamaño carta), y comenzó a quitarle cachitos cada vez que narraba un nuevo intento de Pedro de quitarle un cachito a Pablo. Cuando estaba por terminar, el cura preguntó a los niños: “¿alguno de ustedes sabe inglés?”

Fue en ese momento que la misa perdió la poca seriedad que todavía tenía.

Los niños se miraron los unos a los otros. Son niños de 5 años. De kínder no digamos para la alta sociedad. De Xochimilco. A la edad de esos niños yo no sabía ni siquiera leer. Creo que ni podía escribir mi propio nombre.

El cura se repuso rápido cuando ningún niño bilingüe salió a su recate, y dijo que él les serviría de traductor. Entonces tomó los cachitos de Pedro, y los acomodó en el suelo:

El infierno en la casa del Señor

El infierno en la casa del Señor

Y les dijo a los niños que “jel” era infierno en inglés, y que eso le tocaba a Pedro por malvado. Después desdobló el cacho que quedaba del boleto de Pablo, y mostró el símbolo que se había formado:

El símbolo de Pablo

El símbolo de Pablo

Yo estaba fascinado. Y muerto de la risa, aunque trataba de contenerme; al voltear a ver a mi madre, vi que ella hacía lo mismo. Por suerte los niños a esas alturas ya habían rebasado su umbral de atención, y cada quien estaba en su desmadre, así que nadie prestaba atención a mi cara congestionada por la risa.

Por esos momentos Ana Julia volteó a mirarme, y yo creo que con su mirada me decía: “¿a qué hora se acaba esto?”

Ana Julia

Ana Julia

El cura decidió terminar rápido (igual y hubiera hecho más trucos de prestidigitación, pero estaba decepcionado de que su público no fuera bilingüe), y hubo la madre esa donde el cura le pone una cosa en la boca a los feligreses (una hostia; lo otro es lo de los escándalos de los curas gringos).

Yo le tomé más fotos a Ana Julia. Una niña se atravesó en un momento dado, y como muestra de mi inutilidad como fotógrafo, esa fue una de las mejores fotos que tomé:

Niña atravesada

Niña atravesada

Yo le echo la culpa a mi madre de mi desorientación general en las misas: como nunca me llevó a la casa del Señor, siempre me agarran en curva cuando todos se saludan, o cuando levantan las manos, o hacen coro al cura. Por suerte el asunto terminó rápido, y salimos todos a tomarnos fotos en grupo.

Yo y Ana Julia

Yo y Ana Julia

Después fuimos a casa de Julia donde comimos un mole delicioso (el mole es la especialidad de Susi), y donde tuvimos el gusto de conocer al novio de Ana Julia.

Ana Julia y un galán

Ana Julia y un galán

También iban mi tía Carmen y Valeria, una de mis primas. Que por cierto se está poniendo muy bonita; aunque creo que es la más insoportable de las dos. Y eso ya es decir.

Ana Julia y Valeria

Ana Julia y Valeria

En general me la pasé muy chido. La misa fue ligeramente surreal, pero yo me divertí mucho. Y Ana Julia se veía super contenta, si bien algo agarrotada en su vestidito; cuando llegó a su casa lo primero que hizo fue quitárselo.

Me dio mucho gusto poder hacer esto por Susi y su familia; yo sé que no es mucho, pero es lo menos que puedo hacer por alguien a quien considero como mi segunda madre.

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Nublado, 19° centígrados

En los últimos días antes de ayer, la temperatura sobrepasó los 30° centígrados varias veces.

Odio al sol. Es mi enemigo mortal, y la tiene contra mí.

Ayer por fin el clima comenzó a componerse. Ha estado lloviendo, y el cielo es de un sano color gris. Estamos a 19° centígrados.

Adoro esta ciudad, pero detesto el sol que puede llegar a hacer. Y me encanta que llueva.

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Galería de fotos en línea

No estoy contento con mi galería de fotos en línea.

Básicamente no sé si estoy contento con Coppermine. Quiero decir; está bien… sólo me gustaría que no fuera tan lento.

Pero creo que la bronca real es que traté de usar los thumbnails de Coppermine directamente en mi blog; y que no he organizado realmente mis fotos en Coppermine. Básicamente están aventadas en directorios y de ahí un mapeo uno a uno entre directorios y álbums. Voy a comenzar a hacer álbums que tengan más sentido. Y voy a dejar de esperar que Coppermine se comporte como F-Spot; evidentemente eso es imposible.

Sí, le voy a dar una última oportunidad a Coppermine.

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Gilmore Girls

Hace unos meses vi Wimbledon. Me encantó la película; y no sólo por Kirsten Dunst, que no actúa tan mal y está sabrosísima, sino porque está muy bien escrita y es una bonita historia de amor.

Le regalé el DVD a mi mamá en su cumpleaños (a ella también le encantó la película), y el otro día Amílcar vino y mi mamá le preguntó si ya la había visto. Amílcar dijo: “no, y como que realmente me vale madres”. O algo del estilo.

Mi mamá le dijo que debería verla, y Amílcar le contestó: “mamá; mi novia me dijo lo mismo, y yo le contesté: esas son películas que sólo le gustan a las viejas y a mi hermano”.

Por supuesto, tiene razón.

Desde hace tiempo, de repente no tenía nada que hacer (o más exacto, no tenía ganas de hacerlo), y ponía la tele. Generalmente no había nada (nunca hay nada en la tele); pero si estaban pasando Gilmore Girls, le dejaba. La serie tenía la cualidad de hacerme reír sin que tuviera que saber exactamente qué estaba pasando. Por supuesto, sabía los lineamientos generales (ni que fuera una historia terriblemente compleja), pero nunca me preocupé demasiado en ver toda la serie.

Hace poco (de hecho en esta última temporada), Lorelai comenzó a salir con Luke. Ese fue el empujoncito que necesitaba para comenzar a ver toda la serie. Por supuesto, es una pinche serie que sólo a las viejas les gusta. Y a mí.

Me encanta Lorelai. Rory está bien, aunque se me hace medio sosa a veces. Lorelai en cambio se me hace encantadora todo el tiempo. Incluso cuando se enoja, o se equivoca, o le sale lo neurótica, nunca pierde el encanto. Quiero una así.

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Faraón 2.0

Por fin fui hoy a la exposición de Faraón, en el Museo Nacional de Antropología e Historia. Lamentablemente no dejaban pasar cámaras fotográficas, así que no hay fotitos, aunque sí una de Tito que descubrí sobre el Paseo de la Reforma. Cagado; pasé por ahí diario durante casi año y medio, y nuna la había notado. Aunque sí la de Winston Churchill, que está como a 30 metros.

Como sea no pongo aquí la foto, porque quiero reorganizar (¡de nuevo!) mis fotos en línea, y estoy pensando en cómo me conviene hacerlo.

Llegué algo tarde (a las 4:00), porque comencé a hacer ejercicio de nuevo. Que a ver cuánto duro esta vez. La exposición está muy padre, aunque no le veo mucho sentido a prohibir el uso de cámaras fotográficas. Tal vez fue un requerimiento del Museo de Berlín; no lo sé.

Me gustaron en particular un sarcófago con los cuarenta jueces de la muerte grabados, y un pergamino de casi 10 metros de largo, que no tengo idea cómo ha sobrevivido todo este tiempo.

No llevé mi carro, por el sol y porque iba solo, así que hice el doble de tiempo en ir y regresar, que el tiempo que pasé en el museo; pero no me arrepiento. Sigo creyendo que era un crimen no ir.

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