“should’a taken that left toin at Albukoikee…”

Cada vez que salgo de clases lo primero que hago es ir al baño para lavarme las manos y quitarme así el gis; de otra forma, dicho gis acaba en toda mi ropa y objetos personales.

Hoy salí de clases, salí del edificio “P” (se llama así por ser el “poniente”), pasé las escaleras, di vuelta a la izquierda y entré al baño. La primera señal de que algo raro estaba ocurriendo fue cuando vi que en lugar de los mingitorios de siempre había un segundo lavabo. La segunda señal fue cuando una chava salió de uno de los cubículos y se me quedó mirando.

Supongo que no debí tomar esa vuelta a la izquierda en Albuquerque.

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World Trade Center

Hoy fui al World Trade Center, Ciudad de México.

Nunca había ido; y las razones por las cuales fui no vienen al caso, así que ni pregunten. Además de que no importa, porque mi misión fue un rotundo fracaso.

Como sea, me tomé dicho fracaso con filosofía; al fin y al cabo, nunca había ido al WTC. También caminé por Insurgentes, estrené el Metrobús (me gustó, por cierto), me tomé un café y un pastelito, leí mi novela.

Para querer tanto a la Ciudad de México no la aprovecho tanto como debería. Así que fue chido que, dado el rotundo fracaso de mi misión, al menos aprovechara para disfrutar de mi ciudad.

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Rito de pasaje

Ahora por fin puedo decir que soy un hombre de verdad: me rasuré utilizando mi navaja de barbero. Aunque en algún momento había pensado en dejarme la barba hasta mi titulación, recordé que los requisitos para la foto del título son implacables en la UNAM, y eso significaba rasurarme antes de la titulación. Lo que había causado que no lo hiciera antes de hoy fue la enorme hueva que me daba rasurarme: tenía la barba bastante larga.

Yo barbón

Yo barbón

Pero ayer el hartazgo de traer la barba larga le ganó a la hueva, así que tomé mi navaja de barbero y mi tira de cuero, y me apresté a mi rito de pasaje a la verdadera hombría.

Cuero y navaja

Cuero y navaja

¿Es más difícil rasurarse con navaja de barbero que con rastrillo? Sí. No sólo es más difícil; es órdenes de magnitud más difícil. Hasta ayer aprecié al cabrón que se le ocurrió inventar los rastrillos; el tipo es un genio, habría que hacerle una estatua.

El rastrillo es una herramienta para idiotas; cualquier pendejo puede usarlo. Un mono bien entrenado podría usarlo. Creo que uno mal entrenado también. El mango del rastrillo permite saber todo el tiempo en qué dirección van las hojas (porque hace ángulo de 90 grados), y la cabeza permite que las hojas corten en el ángulo correcto, o de plano no corten.

En cambio la navaja de barbero es un instrumento artesanal. Se necesita práctica (y yo y mi cara tememos que mucha) para poder dominarla.

No me corté en ningún momento, porque tuve cuidado; pero sí me irrité la cara. Mucho. No es lo más que me he irritado; pero sí es más de lo que me irrito con el rastrillo normalmente. Creo que no fue tan grave porque al fin y al cabo llevo rasurándome 18 años de mi vida; mi piel se ha curtido en ese tiempo. Si mi primera rasurada hubiera sido con navaja de barbero, yo creo que sí me degüello yo solito.

Además, inicialmente mi idea era rasurarme usando sólo la navaja; ja. Buen chiste. Tuve que recortar la barba con tijera; estaba demasiado larga. Y para quitarme los últimos piquitos sí utilicé un rastrillo; nada mas no le atinaba al flujo del pelo con la navaja.

Creo que me irrité tanto porque fue una locura que en mi primera rasurada con navaja de barbero quisiera quitarme una barba de casi cinco meses. Tendré que probar rasurarme con una barba menos salvaje. Les diré en cuanto termine de cicatrizar mi cara.

Pero bueno, al final de todo, por fin quedé así:

Yo sin barba

Yo sin barba

Y nada más para motivos de comparación, el “antes y después”.

Antes y después

Antes y después
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¡Trolls!

Nokia acaba de anunciar que planea comprar Trolltech. Para los que no lo sepan, Trolltech es la compañía detrás del desarrollo de Qt. Para los que no lo sepan tampoco, Qt es la biblioteca gráfica sobre la cual se basa KDE. Para los que no lo sepan una vez más, KDE es el otro principal escritorio para Linux, junto con GNOME. Para los que no sepan qué es GNOME, ¿por qué leen mi blog?

Nokia ha invertido mucha lana en GNOME/Gtk+; de hecho tiene varios desarrolladores de dichos proyectos contratados de tiempo completo. Maemo (la plataforma que corre en los Nokia N770, N800 y N810) es un proyecto exitoso y con una comunidad bastante animada. ¿Es de preocupar que hayan comprado Qt? Digo Qt, porque es básicamente lo que están haciendo al comprar Trolltech; es lo más (por no decir único) interesante que tiene que ofrecer la compañía.

Yo no creo; sencillamente creo que están cubriendo todas sus bases. Maemo es una maravilla, y con cada generación de hardware el consenso es que mejora muchísimo mas. Sin embargo, un tablet es muy distinto a un teléfono celular, y al fin y al cabo el principal negocio de Nokia son los celulares.

Aunque no dudo que Gtk+/GNOME/Maemo pudieran integrarse a un teléfono celular, lo cierto es que Qtopia ya existe, y parece funcionar (dentro de lo razonable). Así que yo esperaría que Nokia siguiera impulsando el desarrollo de Maemo para tablets y otros sistemas que se acercan mucho a una “computadorcita”, y Qtopia para teléfonos celulares y otros dispositivos menos poderosos.

Yo digo que está chido; me estaba esperando a que el iPhone llegara a México: pero si resulta que puedo tener Linux en mi celular, eso sería muchísimo mejor.

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Tres años

Hoy cumplo tres años con el blog: la primera entrada que escribí fue el 26 de enero de 2005.

Las estadísticas este año no son muy sorprendentes:

  • 835 entradas; menos de doscientas más que el año pasado, en gran medida porque para motivos prácticos no escribí en el blog durante la mitad del año.
  • 7,024 comentarios, cerca de 2,000 más que el año pasado. De nuevo, supongo que el número de comentarios es mucho menor al del año pasado (menos de la mitad) porque casi no actualicé el blog mientras escribía la tesis.
  • De los 7,024 comentarios, 2,711 están en la entrada de Harry Potter and the Seventh Horcrux. Esa entrada ya no acepta comentarios, y dado que terminó la serie yo esperaría que de todas formas ya no hubiera tanto que discutir acerca de Harry Potter. De cualquier forma me gustaría que me dejaran más comentarios en mi entrada Harry Potter y las 4,100 páginas de magia, pero entiendo que esté demasiado grande como para que mucha gente la lea completa.

Me pasé la tercera parte del año pasado escribiendo la tesis; y desde abril (cuando me fui a California) de por sí comencé a actualizar el blog cada vez menos frecuentemente. Espero que este año no sea así.

De nuevo agradezco a todos los lectores que me siguen regularmente, semi regularmente o de vez en cuando, y particularmente a los que se toman la molestia de dejarme algún comentario. Este año de verdad me propongo escribir al menos una vez al día; en lo que va del año lo he cumplido, y dado que no planeo empezar otra tesis en el fututro cercano, yo esperaría poder seguir cumpliéndolo.

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Comida con Claudia

Mi querida amiga Claudia, a quien conozco desde que tengo dieciséis años (que en retrospectiva quiere decir que la conozco de casi la mitad de mi vida) cuando ambos íbamos al CCH Sur, tiene a bien casarse en unas semanas. Dado que entre California, la tesis, mis desmadres personales y otras varias cosas no había tenido tiempo de ir a verla y que pudiéramos platicar, decidimos ir a comer.

La vi en Los Pitufos, por Filológicas, y fuimos inicialmente al Centro Cultural Universitario, básicamente por inercia porque era lo más cercano. Pasamos por el Centro Universitario de Teatro, donde un par de chavas estaban practicando una coreografía de esgrima.

Estudiantes de Teatro

Estudiantes de Teatro

En el camino al CCU Claudia me contó el chisme (que la verdad no tengo idea de qué tan cierto sea) de que ahora el restaurante de ahí (llamado Azul y Oro) es caro y malo porque cambió la administración y ahora lo dirigen unos argentinos. Repito, no sé que tanto haya de cierto en el chisme; pero de verdad ninguno de los dos queríamos comer ahí, y después de la mala experiencia que tuve ahí hace unos días, mejor decidimos ir al Rayuela del centro de Tlalpan.

Lo cual fue chido, porque tienen una ensalada (llamada Rayuela también, por cierto) que a mí se me hace fabulosa. Sólo que yo la pido con queso manchego en lugar de queso de cabra, por razones extremadamente complejas como para explicar aquí.

Rayuela

Rayuela

La comida estuvo padre, y le pude contar a Claudia todos mis dramas mientras además me enteraba de los preparativos de su Boda (que al parecer hay que escribir con mayúscula, de lo grande que será), y de cómo está entrando a la maestría y otras cosas de su vida.

Una cosa que creo sólo he mencionado de pasada en el blog es que llevo meses sin rasurarme. En algún momento mientras escribía la tesis se me hizo una pérdida de tiempo estar rasurándome, y cuando me di cuenta ya tenía la barba suficientemente larga para que de verdad fuera demasiado el tiempo que hubiera tenido que invertir para quitármela. Así que ahora me veo así:

Yo en el Rayuela

Yo en el Rayuela

Claudia es la n-ésima persona que me ha dicho que me veo pésimo con la barba. Lo cual no es de extrañar, dado que sólo ha ido creciendo y creciendo, sin que en ningún momento la haya arreglado o emparejado. Yo quería dejármela hasta mi examen de grado; pero dado que las reglas para la foto del título son implacables en la UNAM, tendrá que ser antes. Supongo que me rasuraré el día que me tome las fotos.

Después de comer salimos a caminar por el centro de Tlalpan y yo aproveché para tomar fotos.

Cortés y la Malinche

Cortés y la Malinche

Delegación

Delegación

Y después entramos al Instituto Javier Barrios Sierra, donde seguimos platicando. Era más de un año que nos teníamos que poner al día.

Claudia

Claudia

Estoy muy contento por mi amiga, porque se ve realmente feliz (si bien algo ligeramente agitada) con los planes de su Boda. Y me dio gusto ir al Rayuela, y darme una vuelta por el centro de Tlalpan; hacía rato que no lo hacía.

Ahora sólo tengo que rasurarme, porque según Claudia mis probabilidades de ligue con ella se acercan peligrosamente a cero.

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De regreso

Regresé a la Majestuosa sin ninguna complicación (ahora sí encendió el tsurito). Espero tener las correcciones que Bernardo y Silvia me dieron para el domingo, y seguir con los horrorosos trámites que en la UNAM hay que seguir para titularse.

Como espero (de verdad) no tener que regresar a Guanajuato pronto, me llevé mi cámara y tomé algunas fotos. No muchas, realmente; iba a trabajar, pero espero revivir mi galería, a la cual no le he añadido fotos desde hace meses.

Mi galería en línea está superabandonada en gran medida porque en California me compré un disco duro externo de 500 gigabytes.

Estúpidamente moví todas las fotos que había tomado hasta ese momento al nuevo disco sin dejar una copia en mi laptop, y por supuesto (por la ley de Murphy), el disco duro se descompuso. Cambiarlo no fue problema (de hecho fue vergonzosamente sencillo), pero perdí todas las fotos que tomé. Luego Ronquillo me pasó varias que había tomado; pero se perdieron las fotos de cuando perdí piel de mis manos, o las del laboratorio corriendo el algoritmo en paralelo en 32 computadoras.

Me molestó tanto que las fotos han estado en mi disco duro sin que ni siquiera las haya pasado a F-Spot; mucho menos a la galería en línea. Pero este fin de semana espero ya actualizar la galería con las fotos que tenga; que dada la pérdida en California son muchas menos de las que originalmente eran, pero pues ni modo.

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El collar de Tigger

Hace como seis años, cuando Tigger llevaba ya unos meses viviendo en mi casa, le compré un collar.

Tigger sufriendo en mi cama

Tigger sufriendo en mi cama

En esa foto pueden ver el collar; lo que no se ve es su placa, donde dice su nombre (“Tigger”), y donde atrás está mi nombre, la dirección de la casa y el número de teléfono por si algún día se pierde. Afortunadamente, nunca se ha perdido.

Recuerdo que llegué de la veterinaria con el collar, y Tigger estaba durmiendo en el sofá. Me acerqué, le puse el collar, y creo que el huevón del gato ni se despertó. Cuando por fin se despertó, no parecía importarle el collar, y jamás se quejó de él o trató de quitárselo.

Ayer, por alguna razón (se aflojó, o Tigger se rascó o vayan a saber qué), se le cayó el collar. Lo más interesante del caso fue la reacción del gato; se puso a lamer el collar y a mirarme como lo hace cuando tiene hambre. Yo tomé el collar, y se lo volví a poner. El gato no se movió nada mientras le ponía el collar, y cuando terminé saltó del sofá y se puso a caminar con esos pasos como brinquitos que yo he terminado por asociar a cuando está contento.

Por supuesto puede ser mi imaginación; pero juro que parecía como si al gato lo pusiera triste que se le hubiera caído el collar, y contento que se lo pusiera de nuevo.

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La captura

Esta entrada es de cómo fue que, a pesar de estar enclaustrado por mi tesis, me leí los tres libros de la saga His Dark Materials y fui a ver la película The Golden Compass. Para leer mi opinión de la película vean la entrada que sigue a ésta, y para leer lo que tengo que decir acerca de la triología de novelas, vean la página que escribí para ello.

Unos días antes de navidad, fui a dejar mi carro al departamento. Porqué hice eso no viene al caso, pero el punto es que tenía que manejar a la Benito Juárez y regresarme a Xochimilco en el democrático metro. Eso significaba que iba a pasar entre una hora y hora y media en transporte público, lo que me obligaba durante una hora u hora y media a olvidarme de mi tesis. Y decidí aprovechar ese tiempo en algo que de verdad quisiera hacer.

Hace meses, cuando salió, vi el avance de The Golden Compass. Sale un oso polar, en armadura, rugiendo; era más que obvio que tendría que ver esa película en el cine. Ahora, siempre que veo una película de fantasía o ciencia ficción en el cine, me aseguro de haber leído la novela antes (si hay novela, claro). Me parece (y hasta ahora jamás me ha fallado) que es mucho más probable que la película me arruine la lectura, a que la lectura me arruine la película.

“No hay problema” me dije, “seguramente habré acabado la tesis para el 14 de diciembre” (la película se estrenó el 14 de diciembre), “y la novela la puedo leer en un par de días.”

Ja. Buen chiste.

Conforme a diciembre se le acababan los días yo tenía suficientes cosas en la cabeza como para preocuparme de una película, pero cuando llegaba a pensar en ello me decía: “no hay problema; seguro será un exitazo y estará semanas en cartelera… acabo la tesis, leo la novela y voy a verla al cine.”

El plan era bueno, en teoría, pero el día que fui a dejar mi carro al departamento decidí que de regreso comenzaría a leer la primera novela de la triología, Northern Lights; ya había conseguido la edición británica para ese momento (los gringos le pusieron The Golden Compass, porque son medio idiotas). Me dije que la seguiría leyendo cuando fuera al baño, cuando comiera, o en mis descansos de diez minutos cuando sentía que los ojos se me derretían de tanto ver al monitor.

Grave error.

Comencé a leer el libro, y no pude soltarlo. No es la primera vez que me ocurre esto; pero sí es la primera vez que me ocurre con esta intensidad. En la página de las novelas explico por qué.

Ese día dormí unas tres horas por leer la novela en la noche, y al otro día he de haber escrito a lo más una cuartilla de mi tesis; nada más lo suficiente para no sentirme tan culpable y poder seguir leyendo. En la noche acabé el libro, y por suerte no tenía los siguientes dos, porque si no me hubiera seguido. Al otro día, viernes 21 de diciembre, era la Tradicional Posada de Fin de Año de Enrique.

(Ya sé que es medio reiterativo decir “posada de fin de año”, pero suena más acá.)

Como Enrique me había dejado claro que si no iba me arriesgaba a ser castrado, decidí ir al cine a ver la película de la novela antes de ir a la posada. Fui a Cinépolis Perisur, y la única función subtitulada que me quedaba para llegar a una hora más o menos decente a la posada era en la sala VIP, así que entré ahí, razonando que no había casi gastado en cine este año y bien podía permitirme una función en la sala VIP.

No me arrepiento para nada haberla visto ahí. Y es sólo la segunda película que veo en sala VIP; la otra fue El Señor de los Anillos: El Regreso del Rey. Que tampoco me arrepiento, por cierto.

Después fui a la posada de Enrique (llegué a las 10:30; eso todavía es decente), me divertí un rato y regresé a mi casa a la 1:30 de la mañana. Un poco para apaciguar mi culpa trabajé una hora en mi tesis antes de dormir.

Al otro día conseguí las otras dos partes de la triología, y en la noche comencé a leer la segunda parte: The Subtle Knife.

Otra noche sin dormir. La segunda parte me gustó mucho más que la primera, y esa sí la leí de principio a fin sin detenerme para nada más. Terminando me dormí, y nada más despertarme (y comer), decidí dejar de hacerme güey y mandé a un tubo mi tesis para poder leer la tercera parte, The Amber Spyglass… que me gustó aún más que las otras dos.

No fue su culpa totalmente, pero sin duda la triología de His Dark Materials contribuyó bastante a que acabara mi tesis horas antes del fin de año.

Y esa es la triste historia de cómo leí His Dark Materials. Si quieren enterarse de por qué fue que me atraparon estas novelas, lean la página.

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Corriente

Hoy fui con Enrique a revivir mi carro.

(Últimamente ando reviviendo muchas cosas.)

Cuando acabé la tesis, de las primeras cosas que hice fue ir por mi carro al departamento. Si ya no voy a estar encerrado prefiero andar en carro, obviamente, así que un día que iba a ir a ver a mi papá decidí pasar antes por el tsurito.

Sólo que el tsurito no quiso encender. De nuevo.

Cuando me lo regresaron del servicio la última vez, todo estaba poca madre… hasta que prendí la alarma. Entonces comenzó a hacer cosas rarísimas, como prender la luz interior de forma completamente aleatoria, o sonar la alarma nada más porque sí. Un corto, evidentemente, pero yo estaba con la tesis y no tenía tiempo de preocuparme por eso, así que fui a aventarlo al departamento (que, de nuevo, el porqué de eso no viene al caso), y le apagué la alarma.

Pero evidentemente eso no fue suficiente, porque ese día que fui a ver a mi papá la cosa no quiso encender. Y eso que la batería era nueva.

Así que fui a ver a mi papá y me regresé en el democrático metro, lo cual es bastante cómodo si uno lleva algo que leer y música que escuchar, y yo llevaba ambos.

Hoy invité a comer a Enrique y aprovechando que me pasara corriente con su carro. Nos vimos una hora después de lo previsto, porque Enrique por alguna razón cree que las estaciones del Tren Ligero Registro Federal y Las Torres están juntas. Después fuimos al Gran Rábano (el de Taxqueña, no el de Portales), que yo sigo diciendo que es el mejor lugar de mixiotes de la Ciudad de México, y luego fuimos a revivir a mi carro.

Después de discutir unos momentos dónde iba la tierra en mi carro por fin logramos hacer que encendiera, y Enrique se fue, yo agradecido por su ayuda. Ya me preparaba para irme, cuando me di cuenta de que mi carro seguía con los bastones puestos, y dudé un segundo si apagarlo o no. Como llevaba encendido unos cinco minutos supuse que no habría problemas, y lo apagué para quitar los bastones.

Por supuesto, no encendió.

Por suerte cuando le llamé a Enrique sólo estaba unas cuadras lejos de ahí, porque se había perdido (suerte para mí), y regresó a darme corriente.

De nuevo.

Ya dejé el carro en el taller y espero que esté pronto, porque debo ir a Guanajuato (de nuevo) para que Bernardo y Silvia me den sus correcciones y le demos una última revisada al texto de la tesis.

Tengo mucha suerte de tener un cuate como Enrique. Entre otras muchas cosas porque se pierde en momentos convenientes.

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Arrachera

Ayer, después de platicar con Jorge Temas Muy Importantes Para El Futuro De Mi Vida™, fui a comer y platicar con Mónica, porque para motivos prácticos hacía más de un año que no nos veíamos. Fuimos al restaurancito que está en el Centro Cultural Universitario.

Yo he ido varias veces ahí; de hecho iba antes de que fuera un restaurante mamón con meseros en uniforme y host chileno. Recuerdo cuando era básicamente una cafetería estudiantil como las otras quinientas que debe haber en CU, con la única posible diferencia de que de repente iba un montón de gente pose después de haber visto alguna película y/u obra.

Ahora además de meseros en uniforme y host chileno tiene mesitas afuera para comer al aire libre, un menú diseñado por (se supone) un chef de alcurnia (entre sus platillos está o estaba un tamal de chocolate… que ni era particularmente rico además de que era una chingaderita diminuta que encima de todo costaba como doce veces más que los deliciosos tamales de afuera del metro Cuauhtémoc), y comensales que (al menos ayer me pareció) en general parecen ser la gente que trabaja en el Universum (como Mónica) o en el mismo CCU en lugar de estudiantes “normales”… que dados los precios no me sorprende. Aunque igual y exagero (yo siempre exagero) y sólo se debía a que las clases propiamente aún no han iniciado.

Como sea, yo pedí una pasta a la bolognesa y una arrachera, ninguna de las dos particularmente grande y/o sabrosa, pero que tampoco estaban mal. Después Mónica y yo platicamos otras dos horas (en un año puede pasar bastante), y me regresé a Ciencias (a pie, porque no llevaba carro).

Después fui con Enrique, fuimos a Ciencias a reparar una máquina (de nuevo), y él iba a ir a ver el partido de los Pumas en Beer Factory, pero yo me estaba comenzando a sentir mal y le pedí que me dejara en el metro CU.

Cuando por fin llegué a mi casa mi estómago estaba quejándose amargamente, y me fui a la cama a las 10:00 PM sin haber comido nada más, para pasar una noche horrible donde mis tripas estaban bailando la conga y a nadie de ahí se le ocurrió invitarme (o pedirme permiso). Estoy seguro (aunque no lo comprobé con termómetro) de que tuve fiebre, además de que me levantaba cada cierto tiempo para ir al baño, y encima de todo cuando por fin conciliaba el sueño me la pasaba soñando puras pendejadas.

Doce horas después de acostarme me levanté completamente repuesto, aunque algo madreado y todavía con una ligera molestia en el estómago.

No tengo idea de qué pudo causar el episodio, pero dado que sólo desayuné cereal ese día, estoy más que dispuesto a culpar al restaurante del Centro Cultural Universitario.

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Jai faiv

(Las entradas que realmente quiero escribir están costándome un poquito; pero tengo un montón de cosas que quiero decir in the queue, así que escribo las cosas rápidas mientras continúo escribiendo las importantes.)

(Pongo “in the queue” porque no les voy a dar la satisfacción a mis enemigos de decir que tengo nada “en la cola”.)

Me llegó una invitación de Hi5. No es la primera, y probablemente no sea la última; sólo que generalmente se van directamente al fólder de SPAM.

No estoy registrado en Hi5, y nunca lo voy a estar. De la misma forma que no estoy en MySpace, Facebook, Orkut, Twitter o ninguna de esas madres. Que además es la misma razón por la cual mi blog lo mantengo yo y no lo tengo en Blogspot o WordPress.com, y por la cual tengo mi propio álbum y no recurro a cosas como Flickr.

Si alguien de mi viejo pasado quiere ponerse en contacto conmigo, que me mande un correo. Lo necesitan para poder hacer las invitaciones sitios como Hi5, y a mí se me hace mucho más personal y amigable que un mensaje automatizado de “hi! fulano has invited you to some crazy shit!”.

Me niego a ese tipo de “comunidades” no sólo por las cuestiones de propiedad de información; también lo hago porque su premisa suele ser pendejísima. Pero eso es material de una entrada más extensa.

Esta sólo es para decirles que si alguien me quiere tener en sus “contactos”, sólo tiene que fijarse en mi correo que aparece hasta abajo del blog, donde siempre ha estado. Esa es toda la información que necesitan.

(A veces falla el correo de Ciencias unos días; pero eventualmente siempre me llega.)

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Aire

Hoy por fin salí a que me diera el aire.

Aunque en general exagero cómo fue mi claustro por la tesis (de hecho yo exagero con todo… pero es otro tema), lo cierto es que sí fue bastante intenso. Desde fines noviembre que regresé de Guanajuato hasta hoy salí unas tres veces de mi casa. Y desde mediados de octubre hasta que acabé la tesis vi una película en el cine y leí tres novelas.

Para alguien como yo que suele leer una novela a la semana (más cuando tengo tiempo libre) y que va al cine dos o tres veces por semana, fue un comportamiento altamente inusual.

(También es cierto que todo ese tiempo no estuve 100% dedicado a la tesis, pero eso es material de otra entrada.)

Ayer cambié el tema del blog y mi galería, y además actualicé WordPress y Gallery2. También bajé actualizaciones para varias de mis máquinas Linux y vi dos películas en la tele (cagadamente, ambas muy buenas y ambas con Jack Black). Hey, así descanso yo.

Hoy, decidí entonces, era hora de salir a que me diera el aire.

Le llamé a Enrique para que me acompañara, y fuimos al centro, a mi departamento y a Ciudad Universitaria. La idea (mi idea) era comprar una tarjeta y una antena inalámbricas, preguntar por un cable que mi hermano me pidió, comprar Luces del Norte en español, conseguir una navaja de barbero, recoger las cuentas pendientes de mi depa, y revivir arce0.

Me explico. Los aditamentos inalámbricos son para un proyecto que tengo en mente que no sé si vaya a funcionar, pero que así espero. El cable era porque mi hermano descubrió en año nuevo que con uno de mis múltiples cables multimedia él puede conectar su iPod a una estéreo, y anda que hagan de cuenta que descubrió el pan Bimbo con mantequilla. La novela es para mi mamá; yo las leí en inglés y quiero que mi mamá las lea, pero en inglés está cabrón así que se las quiero conseguir en español. La navaja de barbero es porque hace como cuatro meses no me rasuro y mi barba está alcanzando proporciones (no exagero) bíblicas, y siempre he querido ver si puedo rasurarme como lo hacían los hombres de verdad. Las cuentas son porque el departamento estaba abandonado desde hacía un mes, y hay que pagar la luz o la cortan. Y arce0 tuvo a bien a morírsenos en diciembre.

En general creo que todo habría sido normal; pero en la mañana tuve que cargar una lavadora (larga historia), y tuve a bien a joderme la espalda.

Normalmente yo no tengo problemas cargando cosas pesadas, pero desde hacía cuatro meses mis actividades físicas consistían en ir de la cama a la computadora, de ahí al baño, de ahí a la computadora, de ahí a la cocina, de ahí a la computadora y de ahí a la cama de nuevo. Enjuague y repita. Durante cuatro meses.

(Exagero, por supuesto… pero no por mucho).

En otras palabras, decir que mi condición física deja qué desear se queda corto.

Como sea, no me amolé la espalda; de hecho creo que si me hubiera quedado no habría habido problema. Ni siquiera me molestaba la espalda cuando salí de mi casa; pero después de horas de caminar por el centro en el primer día realmente frío de invierno, ahora sí puedo decir sin lugar a dudas que me duele. No mucho; pero sí es molesto.

Como sea; como a las doce salimos Enrique y yo y fuimos al centro, donde compramos mis aditamentos electrónicos (y él unos que necesitaba para arce0) sin problemas, y después caminamos a la Gandhi de Bellas Artes. En ninguno de los puestos de libros que hay sobre el Eje Central pude encontrar Luces del Norte, y hasta la Gandhi tuvimos que ir para comprarla. Y en pasta dura; las ediciones en pasta blanda se habían agotado: al parecer ha sido un exitazo la novela ahora que salió la película, lo cual me da mucho gusto. Pero escribiré de eso después.

Después fuimos a comer al Salón Corona (tacos de pastor, caldo de camarón), y después fuimos a echar un ojo a la pista de hielo del Zócalo. Me hubiera gustado mucho ir a patinar ahí (no sé por qué patinar en hielo me divierte mucho), pero por lo que he oído las colas son imposibles, y ahora que fuimos Enrique y yo ni siquiera había nadie patinando.

Despujés comenzamos a preguntar por mi navaja de barbero; en inglés se les dice straight razor, y me apena la verdad no tener idea de si en español hay mejor nombre que “navaja de barbero”. Total que estuvimos dando vueltas hasta que por fin la encontramos; y sorprendentemente barata además. Yo esperaba que saliera más cara la navaja que la tira de cuero para afilarla; y salió cinco veces más cara la segunda que la primera.

(Y también debería cuestionar la inteligencia de que alguien como yo se ponga tan cerca de la yugular un arma potencialmente mortal; jugué con ella como cinco minutos al llegar a casa y ya me las ingenié para cortarme.)

Después caminamos a Pino Suárez y ahí pregunté por el cable de mi hermano, sin mucho éxito. Recogimos el carro que habíamos dejado en Chabacano y fuimos al departamento donde recogimos las notas que inevitablemente nos esperaban.

Por último (ya eran cerca de las seis de la tarde) fuimos a la Facultad de Ciencias a tratar de revivir a arce0. Ahí descubrimos que, aparentemente, el problema con la máquina consistió en que dos de sus ventiladorcitos dejaron de girar. El polvo suele hacer eso, y se puede evitar soplándoles aire de vez en cuando, o reparar con aceite o WD-40 para casos más descuidados. Los ventiladorcitos de arce0 se habían casi petrificado de la cantidad de polvo que tenían; era casi imposible hacer que giraran con las manos, así que sin duda estaban más allá del bien y del mal.

Decidimos posponer la reparación para mañana, porque no llevábamos ventiladorcitos de repuesto.

Fui a dejar a Enrique con su hermano a Rectoría, y regresé a mi casa a reposar. Ya me molesta mucho menos la espalda que cuando llegué, así que espero estar bien para mañana, porque espero que me de el aire de nuevo.

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i3Theme

Los que leen mi blog utilizando un navegador ya se habrán dado cuenta, pero a los demás les comento que perdí alegremente gran parte del día de hoy cambiándole el tema a mi blog. Entre otras cosas decidí hacerlo porque tenía terriblemente abandonado al blog, pero también porque llevaba con Fluid más de un año.

El nuevo tema a su vez está basado en iTheme; básicamente sólo lo modifica para que soporte 3 columnas.

i3Theme me gusta porque es un poco más brillante que mis temas anteriores; estaba abusando de colores apagados. También tiene monerías como las hojitas de calendario para las fechas o los iconitos en varias cosas. Además abusa un montón de JavaScript (las “ventanas” se pueden arrastrar y colapsar, por ejemplo), y sin embargo en general me parece rápido.

Como sea; nuevo año, nuevo tema. Todavía debe haber cosas que no estén completamente como a mí me gustaría (como algunas cadenas sin traducir al español), así que como siempre si detectan algún error o algo que no funcione por favor díganme. Según yo todos los plugins de WordPress (que aprovechando actualicé) ya funcionan, pero siempre es posible que se me vaya algo.

Ahora tengo que ver cómo le hago para que mi Galería (que tengo todavía más abandonada) se vea parecida.

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Shit happens

  • TAOISM: Shit happens.
  • CONFUCIANISM: Confucius say, “Shit happens”.
  • ZEN: (What is the sound of shit happening?)
  • JESUITISM: If shit happens and when nobody is watching, is it really shit?
  • ISLAM: Shit happens if it is the will of Allah.
  • COMMUNISM. Equal shit happens to all people.
  • CATHOLICISM: Shit happens because you are bad.
  • PSYCHOANALYSIS: Shit happens because of your toilet training.
  • SCIENTOLOGY: Shit happens if you’re on our shit list.
  • ZOROASTRIANISM: Bad shit happens, and good shit happens.
  • UNITARIANISM: Maybe shit happens. Let’s have coffee and donuts.
  • RIGHT-WING PROTESTANTISM: Let this shit happen to someone else.
  • JUDAISM: Why does shit always happen to US?
  • REFORM JUDAISM: Got any Kaopectate?
  • MYSTICISM: What weird shit!
  • AGNOSTICISM: What is this shit?
  • ATHEISM: I don’t believe this shit!
  • NIHILISM: Who needs this shit?
  • AZTEC: Cut out this shit!
  • QUAKER: Let’s not fight over this shit.
  • FORTEANISM: No shit??
  • 12-STEP: I am powerless to cut the shit.
  • VOODOO: Hey, that shit looks just like you!
  • NEWAGE: Visualize shit not happening.
  • DEISM: Shit just happens.
  • EXISTENTIALISM: Shit doesn’t happen; shit is.
  • SECULAR HUMANISM: Shit evolves.
  • CHRISTIAN SCIENCE: Shit is in your mind.
  • BUDDHISM: Shit happens, but pay no mind.
  • SHINTOISM: Shit is everywhere.
  • HINDUISM: This shit has happened before.
  • WICCA: Mix this shit together and make it happen!
  • HASIDISM: Shit never happens the same way twice.
  • THEOSOPHY: You don’t know half of the shit that happens.
  • DIANETICS: Your mother gave you shit before your were born.
  • SEVENTH DAY ADVENTIST: No shit on Saturdays.
  • JEHOVAH’s WITNESSES: No shit happens until Armageddon.
  • MOONIES: Only happy shit really happens.
  • HOPI: Corn fertilizer happens.
  • BAHA’I: It’s all the same shit.
  • STOICISM: This shit is good for me.
  • OBJECTIVISM: Our shit is good for you.
  • EST: If my shit bothers you, that’s your fault.
  • REAGANISM: Don’t move; the shit will trickle down.
  • FASCISM: Shit makes the trains run on time.
  • CARGO CULT: A barge will come and take all the shit away.
  • EMACS: Hold down Control-Meta-Shit.
  • DISCORDIANISM: Some funny shit happened to me today.
  • RASTAFARIANISM: Let’s smoke this shit.
  • CHARISMATIC: This is not shit and it doesn’t smell bad.
  • MASONIC: Shit happens, but we can’t discuss it during Lodge.
  • RED CROSS: Shit happens – send money.

(Robado inmisericordemente de la página de GNU.)

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“…in me…”

I don’t believe in magic
I don’t believe in I-ching
I don’t believe in Bible
I don’t believe in Tarot
I don’t believe in Hitler
I don’t believe in Jesus
I don’t believe in Kennedy
I don’t believe in Buddha
I don’t believe in Mantra
I don’t believe in Gita
I don’t believe in Yoga
I don’t believe in Kings
I don’t believe in Elvis
I don’t believe in Zimmerman
I don’t believe in Beatles
I just believe in me…

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El día prohibido

Hace unas semanas llevé mi carro a verificar, y como ando con presupuesto limitado decidí no hacerle el servicio antes. Por supuesto, eso causó que por primera vez mi carro no pasara la verificación.

Decidí aguantarme este semestre, mientras me titulo y entro a trabajar, racionalizándolo de la siguiente manera: mientras no me titule voy a estar enclaustrado escribiendo la tesis, así que tener un día prohibido no es tan grave.

Lo malo es que, como mencioné en mi entrada anterior, uno pierde la noción del tiempo en el claustro, y hoy vine alegremente a CU a que Jorge me firmara unos papeles. Y Enrique me hizo notar que hoy es el famoso día prohibido para mi carro; no circulo los jueves.

Tuve una suerte enorme de que un tamarindo no me agarrara en el camino a CU; pero ahora estoy atrapado aquí hasta las diez de la noche, cuando podré volver a salir. Lo bueno que traje mi laptop, para seguir trabajando en la tesis.

(Que debería estar haciendo eso, en lugar de escribir en mi blog).

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