Hoy por fin salí a que me diera el aire.
Aunque en general exagero cómo fue mi claustro por la tesis (de hecho yo exagero con todo… pero es otro tema), lo cierto es que sí fue bastante intenso. Desde fines noviembre que regresé de Guanajuato hasta hoy salí unas tres veces de mi casa. Y desde mediados de octubre hasta que acabé la tesis vi una película en el cine y leí tres novelas.
Para alguien como yo que suele leer una novela a la semana (más cuando tengo tiempo libre) y que va al cine dos o tres veces por semana, fue un comportamiento altamente inusual.
(También es cierto que todo ese tiempo no estuve 100% dedicado a la tesis, pero eso es material de otra entrada.)
Ayer cambié el tema del blog y mi galería, y además actualicé WordPress y Gallery2. También bajé actualizaciones para varias de mis máquinas Linux y vi dos películas en la tele (cagadamente, ambas muy buenas y ambas con Jack Black). Hey, así descanso yo.
Hoy, decidí entonces, era hora de salir a que me diera el aire.
Le llamé a Enrique para que me acompañara, y fuimos al centro, a mi departamento y a Ciudad Universitaria. La idea (mi idea) era comprar una tarjeta y una antena inalámbricas, preguntar por un cable que mi hermano me pidió, comprar Luces del Norte en español, conseguir una navaja de barbero, recoger las cuentas pendientes de mi depa, y revivir arce0.
Me explico. Los aditamentos inalámbricos son para un proyecto que tengo en mente que no sé si vaya a funcionar, pero que así espero. El cable era porque mi hermano descubrió en año nuevo que con uno de mis múltiples cables multimedia él puede conectar su iPod a una estéreo, y anda que hagan de cuenta que descubrió el pan Bimbo con mantequilla. La novela es para mi mamá; yo las leí en inglés y quiero que mi mamá las lea, pero en inglés está cabrón así que se las quiero conseguir en español. La navaja de barbero es porque hace como cuatro meses no me rasuro y mi barba está alcanzando proporciones (no exagero) bíblicas, y siempre he querido ver si puedo rasurarme como lo hacían los hombres de verdad. Las cuentas son porque el departamento estaba abandonado desde hacía un mes, y hay que pagar la luz o la cortan. Y arce0 tuvo a bien a morírsenos en diciembre.
En general creo que todo habría sido normal; pero en la mañana tuve que cargar una lavadora (larga historia), y tuve a bien a joderme la espalda.
Normalmente yo no tengo problemas cargando cosas pesadas, pero desde hacía cuatro meses mis actividades físicas consistían en ir de la cama a la computadora, de ahí al baño, de ahí a la computadora, de ahí a la cocina, de ahí a la computadora y de ahí a la cama de nuevo. Enjuague y repita. Durante cuatro meses.
(Exagero, por supuesto… pero no por mucho).
En otras palabras, decir que mi condición física deja qué desear se queda corto.
Como sea, no me amolé la espalda; de hecho creo que si me hubiera quedado no habría habido problema. Ni siquiera me molestaba la espalda cuando salí de mi casa; pero después de horas de caminar por el centro en el primer día realmente frío de invierno, ahora sí puedo decir sin lugar a dudas que me duele. No mucho; pero sí es molesto.
Como sea; como a las doce salimos Enrique y yo y fuimos al centro, donde compramos mis aditamentos electrónicos (y él unos que necesitaba para arce0) sin problemas, y después caminamos a la Gandhi de Bellas Artes. En ninguno de los puestos de libros que hay sobre el Eje Central pude encontrar Luces del Norte, y hasta la Gandhi tuvimos que ir para comprarla. Y en pasta dura; las ediciones en pasta blanda se habían agotado: al parecer ha sido un exitazo la novela ahora que salió la película, lo cual me da mucho gusto. Pero escribiré de eso después.
Después fuimos a comer al Salón Corona (tacos de pastor, caldo de camarón), y después fuimos a echar un ojo a la pista de hielo del Zócalo. Me hubiera gustado mucho ir a patinar ahí (no sé por qué patinar en hielo me divierte mucho), pero por lo que he oído las colas son imposibles, y ahora que fuimos Enrique y yo ni siquiera había nadie patinando.
Despujés comenzamos a preguntar por mi navaja de barbero; en inglés se les dice straight razor, y me apena la verdad no tener idea de si en español hay mejor nombre que “navaja de barbero”. Total que estuvimos dando vueltas hasta que por fin la encontramos; y sorprendentemente barata además. Yo esperaba que saliera más cara la navaja que la tira de cuero para afilarla; y salió cinco veces más cara la segunda que la primera.
(Y también debería cuestionar la inteligencia de que alguien como yo se ponga tan cerca de la yugular un arma potencialmente mortal; jugué con ella como cinco minutos al llegar a casa y ya me las ingenié para cortarme.)
Después caminamos a Pino Suárez y ahí pregunté por el cable de mi hermano, sin mucho éxito. Recogimos el carro que habíamos dejado en Chabacano y fuimos al departamento donde recogimos las notas que inevitablemente nos esperaban.
Por último (ya eran cerca de las seis de la tarde) fuimos a la Facultad de Ciencias a tratar de revivir a arce0. Ahí descubrimos que, aparentemente, el problema con la máquina consistió en que dos de sus ventiladorcitos dejaron de girar. El polvo suele hacer eso, y se puede evitar soplándoles aire de vez en cuando, o reparar con aceite o WD-40 para casos más descuidados. Los ventiladorcitos de arce0 se habían casi petrificado de la cantidad de polvo que tenían; era casi imposible hacer que giraran con las manos, así que sin duda estaban más allá del bien y del mal.
Decidimos posponer la reparación para mañana, porque no llevábamos ventiladorcitos de repuesto.
Fui a dejar a Enrique con su hermano a Rectoría, y regresé a mi casa a reposar. Ya me molesta mucho menos la espalda que cuando llegué, así que espero estar bien para mañana, porque espero que me de el aire de nuevo.
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