…es un diminuto club de Mickey Mouse, con una patética caricatura a la cabeza.
Y eso que en general yo no ando citando a Silva-Herzog Márquez.

Porque a veces tienes tantos pensamientos, que te gustaría sacarte algunos de la cabeza.
“Arriba los pobres del mundo…”
…es un diminuto club de Mickey Mouse, con una patética caricatura a la cabeza.
Y eso que en general yo no ando citando a Silva-Herzog Márquez.
Hace unos días, la Occasional Superheroine decidió activar la moderación en los comentarios que recibe.
He estado leyendo varios blogs que a su vez opinan sobre las virtudes y problemas que generan moderar comentarios. A mí la discusión se me hace algo idiota; por supuesto que hay que moderar los comentarios. No para censurar a nadie; sino para mantener a raya a ese ruidoso 1% de lectores que les encanta dejar mierda en cualquier lugar que se les permite.
Hay quienes argumentan que moderar comentarios es “falso” por parte del blogueador (chale con esa “palabra”), porque puede dar una impresión de apertura (por permitir que dejen comentarios los lectores), cuando en realidad sólo permite los comentarios afines (censurando los que estén en su contra).
En primer lugar me parece que cualquier conjunto de lectores medianamente inteligentes sabrán discernir si alguien censura o no sus comentarios de acuerdo a sus posiciones; si nunca aparecen comentarios con planteamientos contrarios al escritor, entonces es muy probable que los esté censurando (eso, o nadie lo lee). En segundo lugar, aunque sí estuviera censurando, pues qué chingaos… un blog es para expresar los puntos de vista del que escribe; no necesariamente tiene por qué estar preocupándose por los puntos de vista de los demás. Si permite comentarios (incluso aunque sólo permita los afines) pues es muy su bronca; no tiene ninguna obligación de permitir comentarios de ningún tipo para empezar. Por lo mismo es igual de válido no permitir comentarios.
Yo comencé a moderar comentarios por el SPAM, pero con el captcha! eso dejó de ser un problema prioritario. Dejé los comentarios porque hay gente que de verdad abusa de cualquier espacio que tenga disponible para lanzar insultos y ataques. Yo valúo mucho y sinceramente los comentarios de mis lectores (y de hecho más los que difieren con mis opiniones); pero si algún imbécil sólo quiere lanzar insultos o tratar de provocarme, considero mejor ahorrarle a mis lectores (los que de verdad me leen y tratan de tener discusiones inteligentes conmigo) la molestia de ver más basura de la que de por sí hay en la red.
(Aunque a veces dejo pasar un comentario que es obvio sólo quiere ser insultante o agresivo, si me permite el poder expresar o defender mejor mis puntos al responderlo.)
Así que yo sí modero mis comentarios, pero nunca para filtrar a los que piensan de forma distinta a la mía. Sólo los modero para filtrar a los animales (que además estoy convencido son minoría) que son incapaces de aportar nada inteligente a una discusión.
Aparentemente Encinas ganó la elección interna del PRD.
Vamos a ver si las cosas se ponen tan divertidas como yo espero que se pongan.
Leyende Planet GNOME (el último lugar donde esperaría encontrarme algo así), me encontré esta entrada: método para dejar de ser de derechas.
Joer.
La Occasional Superheroine entró en crisis moral por esta figurilla de Red Skull.
Para los que no lo sepan, Red Skull es un enemigo del Capitán América, y un nazi. Nazi de verdad, por cierto; era mano derecha de Hitler y la chingada.
La crisis de Valerie consiste en que, aunque ella misma admite que la figurilla está muy chida, que cómo podría ponerla en (digamos) la sala de su casa, cuando tiene un uniforme nazi. ¿Qué va a pensar la gente?
A mí se me hace estupidísimo. Es su casa, y sería su figurilla. Ella sabe que no es nazi, y no compraría figurilla para promover el nazismo o porque sea fascista. La compraría porque es fanática de cómics y además la figurilla está muy chida.
Detesto lo “políticamente correcto”. Se me hace estúpido el 90% de las veces. Si yo fuera fan del Capitán América (que por supuesto no lo soy), yo sí compraría la figurilla porque está encabronadamente bien hecha. Si alguien se ofendiera porque un villano nazi tiene un uniforme nazi, eso me parece que es problema del ofendido; no mío.
Es como la gente que criticó el juego de computadora Return to Castle Wolfenstein porque cuando uno jugaba como soldado nazi (¡sorpresa!) uno defendía bases que tenían la bandera nazi. ¿De verdad hay gente tan bestia que confunde el tratar de ser artísticamente cierto, a la promoción del fascismo/nazismo lo que sea?
Yo soy de los primeros en defender que la justicia tiene que tener memoria histórica, y que la humanidad debe conocer y comprender a los monstruos que ha habido en la historia para evitar (o al menos intentar evitar) que surjan de nuevo. Pero esta estupidez de creer que lo “correcto” es tratar de borrar de la memoria los símbolos y parafernalia del nazismo (por ejemplo) me parece justamente lo contrario.
Si uno tiene una figurilla de Red Skull en su casa, y alguien que no sepa de cómics pregunta qué hace uno con una estatuilla nazi en su sala, hay que explicarle que es un villano de un comic, y que entre otras cosas la calavera roja que tiene por cabeza es para expresar lo ruin y malévolo del personaje. La figurilla transmite un aire de maldad y perversidad (perfecto para el personaje, por cierto); si alguien lo confunde con “apoyar” a los nazis hay que explicarle (si quiere entender) que no es esa la idea.
Ser “políticamente correcto” me parece querer ocultar las cosas debajo de la alfombra. Lo verdaderamente inteligente es nunca olvidar de dónde vienen esos símbolos y qué representan, y (más importante aún) que sí existieron, y que hay que hacer todo lo posible para evitar que vuelvan a ocurrir los horrores que causaron la gente que los usaba como estandarte.
Y en ese sentido una figurilla de lo que es obviamente un villano y que usa un uniforme nazi a mí me parece bien; o al menos no ofensivo.
Después de la larga explicación de porqué yo no creo en dios (que se puede resumir a “porque no se me da la gana”), decidí enumerar algunas (que no todas) de las cosas en las cuales no creo.
Voy a poner al inicio de cada una la frase “no creo”, pero eso será sólo para no ofender a nadie; con la enorme mayoría de las cosas en la siguiente lista realmente yo sé que no son ciertas o que no existen… aunque también lo hago porque quiero evitarme más discusiones epistemológicas, si es posible.
Así que ahí les van:
Hay de dos cosas que quiero decir algo más; una en la lista, y la otra no. La primera es la homeopatía; he leído suficiente del tema como para convencerme de que no sirve para nada. La otra es la acupuntura, de la cual no he leído lo suficiente como para hacerme una idea, pero que me suena muy sospechosa.
Como sea, posiblemente ambas funcionen hasta el punto que funciona cualquier cosa que el usuario quiere que funcione. Se llama efecto placebo, y ambas al menos sirven en ese aspecto. Igual y la acupuntura funciona algo más; no lo sé.
El punto es que no creo que sean particularmente peligrosas. La homeopatía creo que es ridícula, pero no peligrosa (a menos de que alguien realmente enfermo se convenza de sólo seguir “medicina” homeopática en lugar de ir con un doctor de verdad).
Algo parecido me pasa con Alcohólicos Anónimos; varios aspectos de su ideología van en contra de todo lo que yo creo… pero ese es mi caso. Mucha gente de por sí cree en dios y de por sí no se cree capaz de solucionar sus problemas. A ese tipo de gente Alcohólicos Anónimos sin duda alguna les va a servir si se vuelven alcohólicos. De hecho, he visto cómo les funciona.
Y eso se extiende a otras cosas de la lista; mientras que yo creo que todas y cada una de ellas son una bola de mamadas, no me cierro automáticamente a la idea de que pueden jugar un papel positivo en la vida de alguien. Si alguien cree en espíritus y va con una médium, y se cree el cuento de que habla con sus padres muertos y con ello resuelve algún problema sicológico de su infancia, yo supongo que está bien. Creo que hay formas mucho más racionales y sencillas de hacer lo mismo, pero pues cada quien.
(Además, ¿por qué es médium y no entérum?)
Igual si alguien cree en dios y por ello de verdad trata de ser mejor persona. Yo no creo que sea necesario creer en dios para intentar ser mejor persona; pero si a alguien le funciona yo no tengo problemas con eso.
Parte de mi ideología es que cada quien tiene el derecho de creer en lo que se le de la regalada gana. Por más ridículo que a mí me pueda parecer.
La lista no está completa, obviamente; pero creo que sí tiene las cosas más importantes.
Desde que escribí mi página de His Dark Materials debo una explicación de a qué me refiero cuando digo que decido no creer en dios, y cuando digo que es una pendejada afirmar que dios no existe (o que existe).
(Escribo “dios” con minúscula en primer lugar porque no creo que exista, y en segundo lugar porque yo al hablar de “dios” me refiero a un concepto, no a un “ente” que merezca nombre propio).
La idea de explicar mi postura al respecto viene incluso antes de escribir la página de los libros de Philip Pullman, pero se me hizo particularmente necesario después de entrar en una discusión con Omar, uno de mis cuates que también es ateo.
La raíz de todo esto es un problema epistemológico; es entender qué carajo es creer, que carajo es saber, y qué carajo es conocer. Mi postura sencillamente es que uno únicamente sabe lo que se puede demostrar con el método científico; todo lo demás es pura creencia.
Visto desde ese punto de vista, y dado que no se puede demostrar que dios existe (ni lo contrario), entonces uno no puede saber si existe (o no). Así que creer (o no) en dios es exactamente eso: creencia. Es un acto de fe.
¿Por qué digo que no se puede demostrar si dios existe? En primer lugar debe quedar claro que cuando yo digo “dios”, me refiero a algo que de manera consciente (o el equivalente de “consciente” que pudiera existir a este nivel) creó al universo. La parte de consciencia es importante, porque si definimos a las leyes físicas que desataron el big bang, por ejemplo, como “dios”, pues evidentemente sí existen. Y por supuesto no me refiero al dios que describen las religiones abrahímicas; ese obviamente no existe (igual que el que describen todas las religiones que yo conozca).
En segundo lugar también debe quedar claro que el concepto de dios siempre se puede discutir, independientemente de si dios existe o no.
Con eso claro es muy fácil explicar porqué yo sostengo que no se puede demostrar la existencia de dios: si es algo que tiene la capacidad de crear conscientemente el universo, es entonces evidente que está por encima de las leyes que dominan a dicho universo. Como nosotros somos parte de ese universo, y sólo podemos demostrar lo que se guíe por las leyes que lo gobiernan, no podemos demostrar que dios exista; si existe, estaría por encima de nuestra capacidad de demostrarlo.
Por exactamente la misma razón no se puede demostrar que dios no existe. A algunos ateos simpáticos les gustan los juegos lógicos del tipo: si dios es todopoderoso, entonces debería poder crear un objeto tan pesado que ni él mismo pudiera levantar… pero si es todopoderoso, entonces debería poder levantarlo; contradicción: por lo tanto dios no existe. En primer lugar, que algo tuviera la capacidad de crear el universo conscientemente no significa que fuera “todopoderoso” (lo que sea que eso signifique). En segundo lugar, de nuevo, ese algo estaría por encima de las leyes que gobiernan este universo; incluyendo la lógica, que al fin y al cabo es invención humana. Por lógica que sea (je).
Por ello, repito, dado que no podemos demostrar que exista o no, lo que uno decida con respecto a dios (creer o no creer), es un acto de fe.
De ahí que yo diga que decido no creer en dios; dado que no podemos demostrar que exista (ni lo contrario), para motivos prácticos da lo mismo si alguien cree o no en dios. Yo decido, de forma consciente, y habiéndolo considerado seriamente, no creer en dios. Que me parece igual de válido decidir creer lo contrario, por cierto.
Y de ahí también que yo sostenga que es una pendejada decir que dios no existe (o que existe); como no podemos demostrarlo, realmente no lo sabemos.
La discusión que tuve con Omar se puede centrar básicamente en lo siguiente: si yo digo que sólo creo en lo que se puede demostrar con bases científicas, ¿entonces por qué no tomo con vampiros, hombres lobos y fantasmas la misma postura que tomo con dios?
La ciencia no puede demostrar que los vampiros no existan; puede demostrar que alguien en concreto no es vampiro, y puede encontrar justificaciones razonables a ciertos eventos que gente ignorante atribuiría a vampiros. Pero no puede demostrar que los vampiros no existan o hayan existido; no de forma absoluta e irrefutable. Para que fuera absoluto e irrefutable, tendría que probarlo para todos los seres humanos que hayan vivido a lo largo de toda la historia, lo cual es sencillamente imposible.
Y lo que pasa con vampiros, fantasmas, chaneques, poltergeists y toda la bola de mamadas sobrenaturales que mucha gente cree, es que ahí sencillamente sí me permito (yo y mucha gente racional más) usar el sentido común. Si toda la evidencia apunta a que los vampiros no existen, y la ciencia sencillamente hace casi imposible que tales seres existan, entonces es bastante seguro decir que no existen. Igual con hombres lobos, chupacabras y la llorona.
Lo que hace Omar de hecho es más sencillo que considerar evidencias; él por omisión no cree en nada, y sólo cree en algo hasta que le demuestran que existe. Si no, como él me dijo, entonces no diría que ni los cleronomigios ni los caraptulenos existen. Su postura es muy razonable, por cierto, y de hecho es la mía con casi todo.
Pero no el concepto de dios (que les recuerdo que el concepto de dios es independiente a que exista o no).
El punto con las mamadas sobrenaturales es que, independientemente de que sus “explicaciones” sean metafísicas, se supone existirían en este universo. Por lo tanto, estarían sujetas a las leyes del mismo, y serían observables y medibles utilizando métodos científicos. Como la ciencia nos dice que banshees y zombies y duendes son con casi absoluta seguridad una bola de mamadas, entonces no sólo no creo en ellas, me atrevo con absoluta seguridad a decir que no existen. Y de hecho con cualquier cosa que se suponga exista dentro de nuestro universo yo sigo la metodología de Omar: no creo en ellas y niego su existencia hasta que se demuestre lo contrario.
(Aunque uso mi sentido común; si me dicen que hay un pez que vive a cientos de metros bajo el mar y que además es ciego, sí lo creo aunque no me lo demuestren. Pero si me dicen que hay un ser inmortal que se alimenta de sangre humana y muere bajo la luz del sol, a eso sí le aplico la cláusula de escepticismo.)
El problema con el concepto de dios es que es muy cabrón filosóficamente; por definición está por encima de las leyes de este universo. Por eso no afirmo (ni afirmaré nunca) que dios no exista; pero sí decido no creer en él de todas formas.
Y de hecho con todo lo que esté por encima de este universo, o que pudiera existir fuera de él (independientemente de que lo creara o no), yo decido no creer en ello; pero no afirmo que no exista.
Y es que sencillamente si está por encima o fuera de este universo, es pendejísimo estar perdiendo el tiempo discutiéndolo (en mi humilde opinión).
Omar me hizo notar que eso podría parecer más ser agnóstico que ateo. Difiero completamente: Omar no cree en dios porque en general su postura es no creer en algo que no le demustren que existe; es una reacción en automático. Yo no creo en dios porque así lo decido, de forma racional y voluntaria.
Desde mi punto de vista, eso me hace más ateo que él. Si tal cosa es posible.
Con Omar en el messenger:
Omar: Ya que vi cómo funciona uno de esos sistemas universales de salud, aquí en Canadá, si pensé que estaría bien que en el futuro hubiera uno en México…
Yo: Mira, nada más te llevó irte a vivir ahí.
Yo: De nuevo.
Un lector dejó un comentario en mi ridículamente larga página de Harry Potter y las 4,100 páginas de magia, diciendo que no es cierto que en Hogwarts la educación sea laica porque tienen vacaciones en navidad, y tienen cena de navidad y ponen arbolitos.
Lo cual, por supuesto, es confundir la gimnasia con la magnesia; laico no quiere decir negar herencias culturales (que es de las cosas que los tarugos que promueven lo “políticamente correcto” no entienden). Hogwarts es laico porque no hay educación religiosa y no se obliga a nadie a cumplir con ritos de alguna religión (en particular, nadie está obligado a ir a la cena de navidad).
En mi casa somos ateos y siempre hemos puesto arbolito de navidad, y cenado el 24 de diciembre.
Yo digo que sencillamente es algo cultural, y nada para darle mayor importancia; pero me acordé de esta caricatura de Penny Arcade:
Para los que les de mucha hueva leer la tira, el siguiente diálogo se da entre Tycho y Gabe mientras tiran el arbolito de navidad del primero:
Gabe: Do you ever feel guilty? Celebrating Christmas?
Tycho: No. Why?
Gabe: You know. Because you’re a heathen. It’s like going to somebody’s birthday party, when you don’t even know them.
Tycho: It’s more like going to the party, refusin to acknowledge that they exist, and then robbing their house.
Para los curiosos, sí, los “Reyes Magos” nos llevaban juguetes el seis de enero a mí y a mi hermano cuando éramos niños. Así que yo también me robaba los regalos del festejado, y además me negaba a reconocer que existiera.
Cool. Me voy a regalar cosas el día de navidad de ahora en adelante para poder seguir haciéndolo.
Omar y yo tuvimos una discusión acerca de mis prejuicios contra los gringos (que se extiende a otros grupos de personas).
Omar (siendo un mucho mejor ser humano que yo) se opone a cualquier tipo de prejuicio; yo no. En un mundo perfecto estaría de acuerdo con él; no debería haber prejuicios hacia ningún grupo… pero tampoco debería haber hambre o injusticia, y sin embargo las hay.
Creo que pude explicarle a Omar cómo es que mis prejuicios son de alguna manera “menos malos”, y por lo tanto no me ponen al nivel de alguien que es racista u homófobo. Espero que sí, porque la opinión que Omar pudiera tener de mí es de las pocas que me interesan en este mundo.
La cosa es que decir de viva voz “los gringos son estúpidos” y “los negros son inferiores”, aunque técnicamente ambas son en primer lugar generalizaciones absolutas, y en segundo lugar sin duda alguna prejuiciosas, lo que es innegable es que los grupos a los cuales van dirigidas son descomunalmente desiguales.
¿De verdad los gringos necesitan quien los esté defendiendo de este tipo de comentarios? ¿La nación “democrática” que más seres humanos ha matado en la historia, muchas veces con la aprobación explícita de la mayoría de su población? A mí se me hace un desperdicio (además de completamente innecesario) que alguien salga en defensa de los gringos para casi cualquier cosa. Sí, cuando digo “los gringos son idiotas” estoy siendo prejuicioso… ¿pero qué carajo va a causar ello?
¿Se van a ofender?
En cambio si alguien (cualquiera) dice “los negros son inferiores”, esa simple frase es capaz de causar un daño y una injusticia tales que nada más por motivos pragmáticos habría que atacar y silenciar a quien se atreva a decirlo. Ese es un grupo que merece que se salga en su defensa; no porque la necesiten (miren a Sudáfrica), sino porque es lo justo después de siglos de colonialismo europeo y esclavismo gringo.
Así que entiendo la postura de Omar, y en un mundo más igualitario estaría de acuerdo con él; no habría porqué soportar prejuicios de ningún tipo. Pero en este mundo, ciertos grupos (generalmente de poder, y abusando de ese poder) se han ganado a pulso mi prejuicio, que yo alegremente seguiré expresando en este blog.
Y sí, los gringos son idiotas. Y los creacionistas unas bestias.
Acabo de ver el episodio de los Simpsons donde, de forma muy idiota, atacan al creacionismo (el episodio es el número 21 de la temporada 17: The Monkey Suit).
Digo que lo hacen de forma muy idiota porque los Simpsons en general son implacables cuando se burlan de algo o alguien, y resulta que con el creacionismo se burlan de forma muy cuidadosa; al grado del patetismo. Yo sé que un montón de tarados gringos son creacionistas (o algo que se le parece); y más importante, tienen una voz y una capacidad de movilización desproporcionados si los comparamos con casi cualquier otro país civilizado. Entonces podría entender el miedo de los escritores o productores de los Simpsons a la reacción que posiblemente provocaría un episodio que atacara implacablemente al creacionismo.
Y ante eso sólo puedo decir que qué cobardes los escritores (o productores) de los Simpsons son, porque si un grupo merece el escarnio, el ridículo y la burla son sin duda alguna los creacionistas.
Para los que no lo sepan, los creacionistas son aquellos que creen que Dios creó al mundo (de ahí su nombre). Pero además creen que ocurrió exactamente como se dice en el libro del Génesis de la Biblia: seis días, hágase la luz, Eva de una costilla, etc. Según ellos todo lo que dice la Biblia no son metáforas, o alegorías, o nada por el estilo: es la verdad única y absoluta, palabra por palabra.
Claro, existen matices: hay creacionistas “hard core” que dicen que el universo tiene más o menos seis mil años de edad (sumando las edades de los personajes de la Biblia), y hay creacionistas “soft core” que dicen que los “días” del Génesis pueden haber durado mucho porque no había sol o luna al inicio, y por lo tanto “permiten” la “posibilidad” de que el universo tenga millones de años. De cualquier forma, “hard core” o “soft core” todos los creacionistas dicen que el primer ser humano fue Adán y que eso de que descendemos de primates es mentira, pecado y blasfemia. Más o menos en ese orden.
Yo he estudiado bastante del tema porque tenía una novia cristiana que una vez me dijo que viéndome ella podría llegar a creer que sí era “posible” que los humanos descendiéramos de los monos (yo soy muy peludo… pero mucho). Recuerdo haber volteado a verla, completamente horrorizado, y preguntarle que qué carajo quería decir con “posible”. A partir de entonces estudié el tema más o menos a fondo.
Yo creo que cada quien tiene el inalienable derecho de creer lo que se le pegue la regalada gana. Yo, por principio y convicción no me meto en lo que cree la gente (en el sentido de decirle a la gente qué creer)… y por lo tanto espero que no se metan con mis creencias (en el mismo sentido). Así que si alguien decide creer que el primer ser humano fue Adán, que todas las evidencias existentes de la evolución son para “probar nuestra fe”, y que la Biblia es verdadera en todas y cada una de sus palabras (incluyendo las partes que contradicen a otras partes), yo respeto eso. Por supuesto, no comparto tales creencias; pero respeto el derecho de cada quien a tenerlas.
Para mí todo eso es tan ridículo como creer que el Mar Rojo se dividió, que una virgen dio a luz, o que a Juan Diego se le apareció dicha virgen para después hacerle una copia Xérox en su huipil. Eso es lo que yo creo, y espero que se respete mi derecho a creer eso.
Espero que quede claro, porque puede tal vez resultar confuso; sencillamente hay creencias que para mí son ridículas o idiotas, como que los negros o indios somos inferiores a los blancos, o que las mujeres no deben votar. Para mí esas ideas están al mismo nivel de la mayor parte de los mitos religiosos: los abrahímicos, los grecoromanos, los precolombinos y los budistas. Aunque son más entretenidos los mitos religiosos, debo admitir.
Y es mi derecho decir lo que pienso acerca de mis opiniones, por supuesto; así como alguien que cree en el Monstruo del Espagueti Volador tiene derecho a pregonar las virtudes de su apéndice en forma de tallarín; o como los cristianos tienen el derecho de sugerir que nos amemos los unos a los otros (que me gustaría oírlo más seguido que cuando vociferan los motivos por los cuales arderemos en el infierno).
Pero por idiota o ridículo que a mí me parezca, respeto que decidan creer lo que sea, porque es su derecho. Y además yo jamás le he dicho a nadie en qué debe creer; sólo digo en lo que yo creo, y por qué. Cada quien tendrá el derecho de estar de acuerdo o en desacuerdo conmigo.
En general la gente religiosa (al menos la mayoría que yo conozco) es razonable, es respetuosa. No comparten mis puntos de vista (como yo no comparto los suyos), pero nos respetamos mutuamente y nuestros respectivos derechos de creer lo que se nos venga en gana. Muchos de mis conocidos y amigos son creyentes, por supuesto (los ateos seguimos siendo en general minoría).
El problema con los creacionistas es que quieren que sus creencias las tengamos todos. No dicen “nosotros creemos esto y esa es nuestra fe y con ello somos mejores personas” (que cuando alguien me dice eso, por ridículas que me parezcan sus creencias, de verdad respeto que tengan una consecuencia positiva en su vida). Lo que dicen es “la nuestra es la única verdad, y lo que dicen los demás es mentira”.
Como eso en general no los lleva muy lejos, toman tácticas evasivas y tratan (por ejemplo) que las escuelas primarias enseñen al creacionismo como una “teoría alterna” de cómo se desarrolló la vida en el planeta Tierra. La mamada del “Diseño Inteligente”, pues.
Lo que nos lleva (de nuevo) a que México es un estado laico. Si quieren imponer en la educación pública cualquier enseñanza religiosa (ridícula o no), se las van a ver muy difícil. Pregúntele a los cristeros.
En la educación pública se enseña lo que la ciencia puede demostrar. Punto. Eso no es imponerle a nadie nada; es ser sinceros. Se le enseña a los niños lo que podemos estar seguros que es verdad; o esa es la intención al menos. La ciencia se equivoca, al fin y al cabo; es conducida por seres humanos.
Pero ese es el problema con el pensamiento religioso; parte de absolutos, y no permite el cuestionar un montón de cosas. Y el principio fundamental de la ciencia es cuestionar; a ella misma y cómo obtiene sus resultados en primer lugar. Esa es la razón por la que un estado laico debe enseñar lo que la ciencia puede demostrar; y nada más. No es intolerancia al pensamiento religioso; es sólo que casi todas las religiones tienen el ligero problema de que es sencillísimo demostrar que un montón de cosas que dicen sencillamente son falsas.
(Debo especificar que me queda clarísimo, porque lo he visto, que la religión puede tener un efecto súper chido en la vida de una persona, y ser un aspecto sin duda alguna positivo… lo cual no evita que la ciencia suela demostrar que varias cosas de dicha religión –cualquier religión– sean falsas.)
Si alguien quiere creer en la inmortalidad del cangrejo, y pregonarlo en la calle y enseñárselo a sus hijos antes de que duerman todas las noches, tiene todo el derecho de hacerlo. Pero si manda a sus hijos a una escuela pública, con la pena pero ahí les van a decir (les deben de decir), que los cangrejos son igual de mortales que las jaibas. No es faltarle el respeto a sus creencias o a su derecho de creer en lo que quieran; es sencillamente la labor del sistema de educación pública de un estado laico.
Y la necedad casi bestial por parte de los creacionistas de querer cambiar eso, además utilizando una sarta de mentiras, trucos y tácticas sucias cuando alguien trata de razonar con ellos, es lo que los hace merecedores de el escarnio, el ridículo y la burla. No sus creencias (que en particular yo encuentro ridículas), sino el hecho de querer imponerlas, y en los casos más descarados como “equivalentes” a la ciencia además.
Por eso me molestó el capítulo de los Simpsons. Los creacionistas utilizan una cantidad de tácticas deleznables para tratar de imponer sus creencias, y merecen ser expuestos y ridiculizados como lo que son: una bola de charlatanes. Y los escritores o productores de los Simpsons les faltaron los huevos para hacerlo.
La rebeldía se da de muchas formas. Hoy me solidarizo con un montón de gente rebelándose (aunque el asunto en cuestión realmente no me interesa, y creo que ni siquiera entro en la jurisdicción de las autoridades involucradas), y publico este número en mi blog:
(Y si no entienden de qué se trata el asunto, búsquenlo en Google).
O no es democracia.
No soy gran fan de de la Fuente; era el rector cuando estuve en la cárcel, y ciertamente está muy lejos de Javier Barros Sierra. Pero ciertamente ha tenido una postura en general decente en la tragedia que fue el sexenio de Fox y las imbecilidades que ha hecho el “gobierno” de Calderón desde que ilegalmente usurpó el poder.
En esta ocasión también tiene razón el buen Juan Ramón: la democracia es laica o no es democracia, no hay de otra. Porque la democracia tiene que permitir distintas formas de pensar. Incluidas las religiosas, por supuesto, pero el punto es que no se debe guiar por ningún tipo de mentalidad religiosa.
Lo que pasó ayer en la ALDF, fue un triunfo del laicismo, y por tanto de la democracia. Además también fue una muestra de que a pesar de un “gobierno” federal ilegal e ilegítimo, reaccionario, de derecha y retrógrada, es posible seguir consiguiendo avances. Y también fue un triunfo de la razón, de la justicia social y de los derechos humanos de todas las mujeres en el Distrito Federal (y el resto de la república, porque pueden venir aquí cuando quieran, si sus medios se los permiten).
La despenalización del aborto es una victoria enorme sobre los sectores más retrógradas y bestiales de nuestra sociedad, que aprovechando la usurpación que hizo la derecha de la silla presidencial ha querido imponer su forma de pensar, demoliendo lo que con sangre nos ha costado a los mexicanos construir, desde los tiempos de Juárez.
Tratarán de echarla para atrás, sin duda; pero lo bueno con este tipo de conquistas es que es muy difícil que lo logren. Habrá que estar al pendiente, porque esta derecha histérica de verdad está enrachada queriendo imponer sus posiciones; pero dudo mucho que logren nada.
Es sólo cuestión de leer los artículos y editoriales al respecto: perdieron el debate de forma humillante. No hay debate realmente; es un tema rebasado por mucho por una sociedad suficientemente madura. Hay quien grita y vocifera y menciona cosas como “dios” o “moral”; pero son pocos (aunque ciertamente muy ruidosos). El resto de la sociedad (al menos en la Ciudad de México), sencillamente concluyó desde hace rato lo que ha concluido el resto del mundo civilizado desde el siglo anterior y lo que va de este: que la mujer es la única dueña de su cuerpo, y que el penalizar el aborto sólo genera muertes e injusticia social. Podemos discutir los detalles; pero en lo general ese es el consenso en el mundo civilizado.
Por eso no podrán echar atrás esto, a menos no con un costo político enorme, que este “gobierno” ilegítimo no tiene cómo pagar. Al contrario; la legislación del DF se extenderá al resto del país, y no me extrañaría que incluso de formas más liberales: más semanas, más garantías para las mujeres involucradas, protecciones explícitas a los médicos que practiquen los abortos, etc.
Así funcionan las conquistas sociales, por suerte.
Y a los legisladores que aprobaron la ley, y sus partidos, no sólo no pagarán un costo político alguno; al contrario, ganarán capital político. Y mucho.
Por eso es histórico lo que ocurrió ayer; no sólo por el triunfo que en sí mismo significa, sino en los triunfos que generará en un futuro espero no muy lejano.
La democracia es laica o no es democracia. Y en un estado laico, no tiene el menor sentido el penalizar el aborto durante las primeras doce semanas; y eventualmente serán más semanas.
Pero eso será otra lucha, para después. El primer triunfo está dado, y hay que celebrarlo.
Pensé mucho en si escribir o no acerca de la posible despenalización del aborto que se votaría el 24 de abril en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Lo dudé porque este tipo de entradas me generan un montón de comentarios, y es justo en este tipo de entradas donde me gusta contestar puntualmente todos esos comentarios. Y ando suficientemente ocupado como para preocuparme de no dedicarle demasiado tiempo al blog (si no me cuido, se me va el día respondiendo comentarios).
Pero son vacaciones (Semana Santa, je), y sí tengo ganas de escribir al respecto, así que ahí va. Y nada más me llevó cuatro días.
Primero algunas precisiones: para empezar nadie está “a favor del aborto”. Quien dice eso nunca ha tenido uno, y o bien es un idiota, o bien no sabe lo que dice. O ambos. Los que apoyamos la idea de que las mujeres tienen el derecho a decidir sobre su propio cuerpo estamos a favor de la despenalización del aborto. La diferencia es importantísima: un aborto (voluntario o no) es una experiencia terriblemente difícil para una mujer; que alguien hable de estar “a favor del aborto” está diciendo un sinsentido. Los que peleamos por la despenalización del aborto lo hacemos perfectamente conscientes de que es un proceso difícil y potencialmente traumático; pero también lo hacemos bajo la convicción de que es derecho único de la mujer el decidir si se somete o no a este proceso.
Otra cosa: la propuesta del grupo del PRD en la Asamblea es para despenalizar el aborto durante las primeras doce semanas de gestación, básicamente tres meses. Así que que voy a limitar lo que digo (y la discusión) a la despenalización del aborto en ese periodo del embarazo. Aunque yo en particular estoy de acuerdo en la despenalización del aborto durante casi todo el embarazo (bajo ciertas circunstancias), no es eso lo que está discutiendo la ALDF y voy a batear alegremente cualquier intento de mover la discusión para allá. De igual forma haré si alguien trata de incluir en la discusión el derecho a una mujer a abortar cuando ha sido violada, o cuando el embarazo pone en riesgo su salud o su vida. Además, a estas alturas del partido esperaría que nadie discutiera tal derecho. Aunque nunca falta gente retrógrada.
Comenzaré entonces diciendo que yo estoy a favor de la propuesta (de hecho se me hace corta): creo que es derecho exclusivo de la mujer el decidir si quiere o no terminar con un embarazo no deseado (“a juicio y solicitud de la mujer”, dice acertadamente la propuesta). Pero creo que lo realmente importante es explicar porqué estoy a favor.
Yo soy ateo. Sé que no faltarán quienes digan que lo que pasa es que los ateos desayunamos niños crudos (con tantito catsup) y que por eso apoyo la propuesta; pero evidentemente con gente que piensa así es imposible discutir. Lo importante es que yo tengo derecho a ser ateo; tanto como cualquier otro mexicano tiene derecho a ser católico, o judío, o anglicano, o musulmán, o jedi si así lo desea. Ante un estado laico, todos (desde el ateo hasta el jedi, pasando por el católico) tenemos los mismos derechos y obligaciones, y el estado tiene la obligación de respetar las creencias (o falta de ellas) de todos, y no tomar decisiones basadas en las creencias particulares de cualquiera de nosotros.
Gracias a Juárez (y muchos otros mexicanos ilustres) vivimos en un estado laico. Por eso en general hemos estado a salvo de que la intransigencia de fanáticos haya dictaminado el curso de lo que ocurre en México. Y me refiero a cualquier tipo de fanáticos: conozco pocos fanáticos más irracionales que los ateos fanáticos.
Así que, por eso, podemos ir descartando alegremente cualquier argumento religioso que alguien trate de dar para justificar que no se despenalice el aborto. Si alguien está en desacuerdo en la despenalización del aborto por algo que diga el Torá, el Corán o el Nuevo Testamento, o porque su propia y muy personal interpretación de lo que es “Dios” así se lo haga ver, está en todo su derecho. Pero no por eso va a imponérnoslo a los que no compartimos sus creencias: eso es lo maravilloso del laicismo. Para vivir su vida cada quien puede elegir la fe que quiera; pero no debe (no puede) meterse con la fe (o falta) de los demás. Así que si sus creencias religiosas les hacen ver el aborto como algo “malo”, están en todo su derecho de nunca practicarse uno si así lo desean: la propuesta de ley no obliga a nadie a abortar. Pero no tienen nada que decir a las mujeres que quieran hacerlo.
Al menos no por sus creencias religiosas.
Un estado laico debe guiarse entonces por lo único que intenta (no seré yo quien afirme que siempre lo consigue) encontrar la verdad de forma objetiva: la ciencia[1]. Habrá quien no le guste esto, pero con todo respeto, se chingan: en las escuelas públicas se enseña que los hombres descendemos de primates por un proceso llamado evolución y no de Adán y Eva, que la Tierra no es ni plana ni el centro del universo, y que la Luna (contrario a lo que a veces pudiéramos creer) no es de queso. Cada quien en su cabeza loca y en la intimidad de su hogar puede creer lo que se le pegue la regalada gana: si alguien quiere creer que Xenu, el líder de la Confederación Galáctica, trajo miles de millones de personas a la Tierra en naves espaciales que parecían aviones Douglas DC-8 hace 75 millones de años[2], tiene todo el derecho de creerlo. Pero el estado laico, aunque debe respetar dichas creencias, también debe tomar sus decisiones con base en la ciencia; no en las creencias de cualquier grupo. Dichas decisiones incluyen lo que se enseña en las escuelas a cargo del estado, y las leyes que promulga, por supuesto.
(Y aquí estoy seguro de que me saldrá alguno de esos que les gusta utilizar los argumentos de los creacionistas, y saltará a decir que “la ciencia” son las “creencias” de científicos, y que debería ponerse al mismo nivel que las creencias religiosas. Es el argumento idiota que han usado fundamentalistas en Gringolandia para que en las escuelas primarias se enseñe el Génesis y la Evolución como “dos posibilidades” de cómo se originó la vida. Quien piense así está confundiendo la gimnasia con la magnesia, porque lo importante es que la ciencia –en general; siempre hay excepciones– se cuestiona a sí misma. Por eso se ha evolucionado de Kepler y Galileo a Newton a Einstein. Las religiones –al menos las que yo conozco– parten de que tienen la razón absoluta. He oído a gente decir que la biblia la escribió Dios, y uno de sus argumentos es –¡lo juro, no es broma!– que la Biblia dice que está escrita por Dios. Muchas veces lo dice. Como cuatrocientas si no me equivoco. Por lo tanto, debe ser cierto que fue escrita por Dios. A ver, desniéguenlo.)
Y, por supuesto, todo esto es fundamental para la propuesta de ley que despenaliza el aborto durante las primeras doce semanas de gestación, porque el argumento principal (y en muchos casos único) de los que se oponen es que el aborto (según ellos) es un asesinato. O sea (así lo ven quienes se oponen) abortar es asesinar a un ser humano.
Y ese es el sine qua non del asunto. No hay nada significativo (i.e., fuera de las creencias personales de cada quién, que como ya dijimos para un estado laico son irrelevantes) para que se pueda afirmar que un feto de doce semanas es un ser humano.
Muchos (especialmente creyentes) dicen que al momento en el que un espermatozoide se une a un óvulo para formar un cigoto, eso ya es un ser humano. Y el único argumento que pueden dar al respecto es que lo creen harto mucho, porque lo que ocurre al momento de la unión de un espermatozoide y un óvulo es un sencillo proceso químico (que ni siquiera es original; es virtualmente idéntico en casi todos los mamíferos del planeta) que junta los cromosomas de ambos y de eso resulta una célula (reitero una), el mentado cigoto.
Ni siquiera trate alguien de mencionar el “alma”. Al menos no en el aspecto religioso; todo eso de un-algo-no-sé-bien-cómo que existe independientemente del cuerpo y que sigue existiendo después de la muerte. Yo (y un chingo de gente más) no creemos en eso, la ciencia no nos dice que exista algo así, y por lo tanto el estado laico debe descartar cualquier argumento en contra de la despenalización del aborto que esté incluso remotamente basado en algo relacionado con el “alma”. Si alguien quiere creer que al momento en que se forma el cigoto “milagrosamente” Dios, Buda o el Monsturo del Espagueti Volador le incrusta el “alma” a la celulita, está en todo su derecho. Si ese alguien es consecuente jamás se hará un aborto, y tendrá toda la libertad del mundo para no hacérselo; pero no tiene ningún derecho a tratar de impedírselo a quien no cree lo mismo que él. Al menos no por razones relacionadas al “alma”. No en un estado laico, como México (gracias, Juárez).
Entonces tenemos al mero inicio una celulita (el cigoto) que no es un ser humano, y aproximadamente nueve meses después tenemos un individuo (el chamaco) que sí es un ser humano. Aprovecho para atacar a los radicales del otro lado: hay gente que dice que deberían permitirse los “abortos” (no sé si se puedan seguir llamando así) incluso días antes del parto, con el argumento de que el nonato no es un ser humano porque aún no respira por su propia cuenta. Por supuesto, eso es idiota, incluso haciendo de lado el tecnicismo de que hay casos donde sí pueden respirar por su propia cuenta. En los últimos días del embarazo ya podemos hablar de un ser humano, si bien no completamente hecho, y ciertamente no derecho. Ahorita ahondo en esto.
Si al inicio (cigoto) no hay ser humano, y al final (chamaco) sí lo hay, entonces pasa como en los partidos de futbol: si al final del primer tiempo íbamos perdiendo, y al final del partido ganamos, seguro estuvimos empatados en algún momento. De igual forma, en algún momento ese cigoto se convierte en un ser humano. La cosa es ver cuándo.
Aquí habrá más gente que discrepe, pero creo que por suerte ya no por razones religiosas. Primero vendrán los que digan que muy temprano en el embarazo (bien poquitas semanas) ya podemos decir que el feto es un ser humano, porque “ya tiene forma de ser humano”. En primer lugar, eso es subjetivo, y en segundo muchos fetos de mamíferos se parecen al del ser humano en las primeras semanas. Resultado de la evolución, obviamente. El punto es que es un argumento vacuo y subjetivo. Casi dentro de la categoría de “es que ya se ve bonito”, que no dudo que muchos dirían; a mí en lo particular los fetos de pocas semanas me parecen espantosos. Seguramente cuando vea el ultrasonido de mi primer hijo nonato me parecerá la cosa más maravillosa del universo; pero eso sólo es otra muestra de lo subjetivo que es tratar de guiarse por la apariencia del feto.
Por tanto todos los argumentos de “ya tiene manitas”, “ya tiene ojitos”, “ya tiene boquita” son intrascendentes. Además de que un montón de animales tienen esas características, y no por eso me contengo de darles una patada si los encuentro usando alguna parte de mi casa como madriguera. Lo mismo para los órganos: corazón, hígado, pulmones, estómago. Nada de eso nos define como seres humanos, y para complicar las cosas ya hasta hay ovejas que tienen ADN 15% humano.
¿Y qué del cerebro?
Por sí solo, nada: todos los mámiferos y lagartos y peces tienen cerebro. Pero el cerebro humano es especial; nos permite razonar, que es realmente lo único que nos diferencia del resto de los seres vivos de este planeta. Incluidos los delfines, hasta donde sabemos.
Es la capacidad de nuestro cerebro para razonar la que nos define como seres humanos. Es eso lo que nos debe interesar al momento de decidir si estamos hablando de un ser humano o no al referirnos a un feto. Si existe algo que se acerque lo que muchos llaman “alma”, sin duda alguna es nuestra capacidad de razonar, y está amarrada a nuestro cuerpo y en particular a nuestro cerebro.
Obviamente a los siete meses un feto ya puede pensar (aunque claro que nada muy complejo); hay miles de niños sietemesinos que en la incubadora responden al contacto y cuidados externos de forma que no son simples reflejos. Lloran, ríen, y en cuanto pueden ver observan con interés lo que ocurre a su alrededor; son seres humanos que pueden comenzar a usar su cerebrito, y de hecho lo hacen.
A las doce semanas de gestación, nada de eso es cierto. El cerebro ni siquiera ha terminado de formarse: es la estructura más compleja del cuerpo humano, y de las últimas en desarrollarse. A las doce semanas no hay un ser humano; hay un organismo que puede llegar a convertirse en un ser humano. Que lo mismo puede decirse de un espermatozoide o de un óvulo.
(Si alguien quiere discutir cuándo se termina de formar el cerebro y entonces ya podemos hablar de un ser humano, lo tendrá que hacer en otro lado; aquí sólo vamos a hablar hasta las doce semanas de gestación porque es el periodo que comprende la iniciativa de ley, y en dicho periodo seguro no se ha terminado de formar el cerebro.)
No existe razón (en un estado laico como es México) para decir que un aborto dentro de las primeras doce semanas de gestación es un asesinato. Razones religiosas y personales seguramente habrá millones: tantas como hay personas. Pero esas razones son intrascendentes para promulgar o no una ley.
Y aquí podría terminar esta entrada, porque el chorote de arriba es suficiente para justificar porqué en un estado laico como el nuestro debe aprobarse una ley como la que propone el grupo parlamentario del PRD en la ALDF.
Y sin embargo, hay más.
Además de que desde un punto de vista racional no hay ningún argumento para oponerse a la despenalización del aborto durante las primeras doce semanas de gestación, también hay razones de salud pública, legales y sociales para apoyar dicha despenalización. Y el querer ignorarlas por decir que se está “defendiendo la vida”, no sólo es querer tapar el sol con un dedo; en muchos casos estoy convencido de que es sólo pura y mezquina hipocresía.
Ahí les va un dato, que a lo mejor algunos de ustedes no saben: hay mujeres en México que abortan. Es más: en el mundo hay mujeres que abortan. Todavía más: así ha sido básicamente desde que las mujeres se dieron cuenta de que podían intentar interrumpir el embarazo. Y por supuesto que así ha sido a lo largo de la historia: son sus cuerpos y quieren poder decidir sobre ellos.
Por supuesto, no va a faltar el que diga que también ha habido asesinatos desde el inicio de la raza humana, y que no por eso se trata de legalizarlos. Pero es querer comparar peras con manzanas: el número de muertes (todas las muertes) en México en el año 2001 fue de 443,127 individuos; por tanto el número de muertos asesinados debe ser una fracción de eso. No tengo la cifra a la mano, pero si fuera el 10% (44,000 asesinatos) sería muchísimo; casi seguro es mucho menor que eso. ¿Saben cuántos abortos clandestinos hay al año? Entre 250,000 y 500,000. Y eso según un artículo del 2004.
Las mujeres abortan, punto. Y lo vienen haciendo desde hace milenios, en México y todo el resto del mundo. Y lo hacen porque es su cuerpo, y quieren decidir qué ocurre con él. Es algo que sencillamente ocurre, y por más que haya quien se persigne y se escandalice al respecto y diga que no debería ser así, el hecho es que lo es. Es un hecho consumado.
De la misma manera que durante toda la historia la gente ha tenido relaciones sexuales antes del matrimonio, que ha habido homosexuales, y que han existido drogas y vicios. Se puede perder el tiempo discutiendo si eso es bueno o malo, pero yo soy de la opinión de que es absurdo hacerlo: sencillamente es. Y es idiota intentar prohibirlo.
El sexo antes del matrimonio y el ser homosexual hace mucho dejaron de estar prohibidos en México. Para ser sincero, ni siquiera me consta que alguno haya estado prohibido en algún momento aquí; pero sí me consta que ha habido lugares donde (estúpidamente) lo han prohibido o incluso lo prohíben. Los vicios “suaves” no están prohibidos; los idiotas gringos intentaron prohibir el alcohol en los treintas, y lo único que consiguieron fue un montón de mafiosos asesinándose entre ellos (la gente no dejó de beber, por cierto). Y yo estoy convencido de que la mejor forma de solucionar el problema del narcotráfico es legalizando las drogas; y creo que eventualmente llegaremos a eso. De verdad lo creo; pero esa es otra discusión.
Ya lo he dicho muchas veces en este blog: la gente cumple la ley no porque sea la ley; la cumple porque en general está de acuerdo con ella. Si una ley no quiere cumplirla la gente, no la va a cumplir. Punto. Nada más por eso debería despenalizarse el aborto: es una ley que no cumplen (ni van a cumplir, nunca) las mujeres. Si una mujer quiere abortar, va y aborta, independientemente de lo que la ley diga al respecto. Así ha sido, y así será por siempre.
Que es otra razón por la cual hay que despenalizar el aborto: aunque en teoría ahorita está penalizado, es letra muerta. Nadie (y de verdad nadie) le hace caso. No ha habido una mujer detenida por abortar en décadas, no digamos juzgada o condenada. Es una ley inútil, es un lastre, y además es ridícula: menciona cosas como la “respetabilidad” de la mujer para decidir si debe o no ser detenida.
Pero lo peor de todo no es que la ley sea inútil (para la justicia). Lo peor de todo es que obliga a decenas de miles de mujeres a realizar sus abortos en clínicas clandestinas con un servicio pésimo donde pueden terminar con una terrible infección, un útero perforado y la imposibilidad de tener hijos en toda la vida, o incluso muertas en el peor de los casos. O a irse a otros países: 35% de los abortos realizados en clínicas de El Paso, Texas, son a mujeres mexicanas.
(Los animales de Mejor Sociedad Mejor gobierno, que me sigue llegando su SPAM, decían que era “mentira” el número que se maneja de 500,000 abortos clandestinos al año; que “cómo” se podía saber eso si son clandestinos. Por eso digo que son animales; se sabe porque varias de ellas mueren, y una vez muerta casi siempre se termina sabiendo que murió por un aborto mal practicado, y entonces es un simple ejercicio estadístico aproximar el número total de abortos clandestinos.)
Es un problema de salud pública real, y muy grave: hay miles de mujeres que mueren al año por abortos mal realizados. Si de cualquier forma van a abortar (porque lo van a hacer; lo vienen haciendo desde hace milenios), lo menos que se puede hacer es garantizarles un procedimiento bien realizado. La mortalidad por aborto es casi nula en condiciones seguras.
Y penalizando el aborto lo único que consiguen es joder a las mujeres más pobres y más desprotegidas: si una niña con lana se embaraza y quiere abortar, no tendrá problema en encontrar un médico caro que le practique el aborto en condiciones razonablemente seguras. Dentro o fuera del país.
Las jodidas (pa variar) son las mujeres pobres, que no tienen los recursos para pagar un médico que les garantice algo de seguridad, y que entonces terminan en una clínica clandestina donde su vida misma está en peligro. Y son justamente mujeres pobres las que más desesperadamente querrán realizarse un aborto, porque están conscientes (dolorosamente coscientes) de que no pueden mantener una boca más.
Es tan hijo de la chingada, tan terriblemente injusto que me dan ganas de llorar de rabia.
Y a la derecha histérica que hace ridículas manifestaciones “por la vida” le vale madre todo esto. No les importa un carajo el número de mujeres muertas o mutiladas por abortos clandestinos; la injusticia social de imponer el peso únicamente en las mujeres pobres; ni al fin y al cabo si hay abortos o no. Lo único que les interesa es que haya una ley (inútil, que ningún juez jamás aplicará) que esté en línea con su forma de pensar, valiéndoles madre las consecuencias negativas reales que causa, y si habemos o no gente que pensamos distinto.
Les importa únicamente las apariencias a los muy hipócritas.
El aborto durante las primeras doce semanas de gestación debe ser y será despenalizado en la Ciudad de México. Y de ahí seguirán otros estados, y eventualmente todo el país. Esta derecha estúpida, medieval y mocha que se opone podrá vociferar mucho, pero se van a chingar. No por nada el PRD tiene 34 de los 56 asambleístas aquí en la ciudad.
Y mientras sigue el resto del país, todas las mujeres del interior de la república que quieran podrán realizarse sus abortos aquí, donde de verdad nos preocupa la vida: la vida de un ser humano que piensa y que quiere decidir libremente acerca de su cuerpo y de su vida.
Actualización: Sólo para precisar algo que me hicieron notar; la propuesta de ley no es del PRD, es de una coalición de varios partidos. El grupo parlamentario del PRD decidió aprobarla, eso sí.
Pinochet murió por fin. Lo único que nos molesta a la gran mayoría en Chile y el mundo, es que no pisó la cárcel por los asesinatos y desapariciones que ocurrieron durante su dictadura.
Pero no importa; aunque la derecha histérica de Chile intentó dar la imagen de que Pinochet era un viejito tranquilo que hizo “lo necesario” para evitar que “los comunistas” se adueñaran de Chile, lo cierto es que ese cuento no se lo cree casi nadie. El dictador pasará a la historia como un asesino que encabezó un golpe de estado apoyado por los Estados Unidos y una ultraderecha retrógrada contra el gobierno legal y legítimo de Salvador Allende. Su nombre será siempre asociado con lo peor de la derecha, con asesinatos, con desapariciones y con el uso de la fuerza contra el deseo popular.
El viejo asesino pudo evitar en vida el juicio legal que sin duda lo hubiera puesto tras las rejas: pero su memoria no puede (ni podrá) evitar el juicio histórico que hará que las generaciones futuras lo recuerden con odio y con desprecio.
Un abrazo a los hermanos Chilenos. Y que viva Chile, y que viva Allende.
Después de lo que pasó hoy (y sigue pasando) en la cámara, salió en el noticiero de Joaquín López Dóriga el presidente de la cámara, Jorge Zermeño, llamando “a los legisladores del PRD, a los miembros del PRD, a los simpatizantes de ese partido”, a que (básicamente), permitamos una toma de posesión “tranquila”. Sin broncas.
Para él (y todos los que nos piden eso), sólo les tengo cuatro palabras.
Váyanse a la verga.
No va a haber una toma de posesión “tranquila”… si acaso llega a haber toma de posesión. El gobierno de Calderón comenzará (repito: si llega a comenzar) raspado por el fraude, por la represión en Oaxaca, y por el desmadre político y la inestabilidad que ellos causaron, desde el desafuero, la campaña sucia, la intervención de Fox en las elecciones y la parcialidad del IFE y del Tribunal Electoral.
Fox empezó su sexenio con un capital político y una legitimidad formidables. Se podía decir mucho del guanajuatense (yo dije mucho), pero llegó limpiamente a la presidencia y eso significó una confianza (o beneficio de la duda) de la mayoría del país (aunque muchos como yo nunca le dimos ni siquiera eso).
Fox terminó su sexenio (porque ya acabó… por suerte) en fracaso. Utilizando la represión y la manipulación de medios de la misma forma (y en algunos casos peor) que como hacía el PRI en sus peores épocas; con el mayor número de indocumentados que ningún otro sexenio haya generado; con la delincuencia organizada descabezando gente en varios estados del país; con la soberanía nacional una broma; con una reducción vergonzosa en educación pública, investigación, salud y seguridad social; etc., etc., etc.
Si comenzando el sexenio con tanto le fue tan de la chingada a Fox, sólo espero que estén conscientes de cómo le va a ir a Calderón. Si llega.
Y repito: váyanse a la verga los que crean que nos quedaremos sentados y esperaremos seis años a ver si entonces se les antoja al Consejo Coordinador Empresarial no pagar para transmitir comerciales ilegales en tiempo de elecciones, o a ver si al presidente que esté se le antoja no meter las manos en la elección, o a ver si el IFE y el Tribunal Electoral se les antoja comportarse como la ley les exige. Vamos a movilizarnos desde el día uno, y haremos todo lo que esté en nuestras manos para evitar que le sigan dando en la madre a la infraestructura energética del país, para evitar que sigan descuidando la salud y la educación pública en México, y para evitar que sigan mancillando la soberanía nacional.
La designación de Francisco Hernández Acuña (famoso por torturar estudiantes en Guadalajara) para la Secretaría de Gobernación manda una señal muy clara: Calderón (si llega) va a llegar dando putazos. Metiendo la PFP con todavía más fuerza en Oaxaca, y probablemente en cualquier movilización de importancia.
Que lo intente. Como si no estuviéramos acostumbrados.
El sexenio de Calderón empieza (si acaso empieza) mal. Y si transcurre como se deja adivinar que lo hará, cada vez irá peor. Y yo (y millones como yo) no le daremos cuartel ni respiro: con o sin PFP.
Así que a los que, después de llamarnos peligro para México, de descalificarnos de todas las formas que se les pudo ocurrir, y de hacer todo lo posible por evitar que un candidato de izquierda llegara a la presidencia (fraude electoral incluido), ahora llaman hipócritamente a la “unidad” y a la “paz” y al “orden”…
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