Legalidad

Fui con Liliana a ver Hide and Seek, a Cinemark Pericoapa porque Cinépolis Perisur estaba, literalmente, hasta su madre.

Hide and Seek

Hide and Seek

Buena película. De Niro actúa muy bien; pero eso ya lo sabíamos. La impresionante es Dakota Fanning. Da miedo su cara la mayor parte del tiempo. Por cierto, esta vez no me comporté como niñita de seis años, y disfruté much la película.

El caso es que poco antes de entrar al cine, Liliana dijo que quería agua, no refresco (dieta homeopática…), y comprar agua dentro del cine no es precisamente lo más inteligente que uno puede hacer. Así que compró una botella de un litro fuera del cine, y la pusimos en la bolsa trasera de mi pantalón; uno de esos holgados con bolsas a los lados. Mi chamarra además la tapaba; era difícil notar que llevaba una botella de agua.

Esperamos como 10 minutos a poder entrar a la película, y cuando pasamos no hubo bronca. Por su puesto está prohibido entrar con comida al cine si uno no compró esa comida dentro del cine. Por supesto, es idiota y un montón de gente mete cosas de contrabando. Por supesto estoy dispuesto a correr el riesto.

Lo que me impresiona es cuánto me preocupa.

No me da miedo que me agarren; a lo más te quitan la botella de agua. No me da vergüenza que me hagan pasar una humillación pública con un “¿podría sacarse la botella de agua del pantalón, por favor señor?”; de avergonzarme a mí mismo me encargo yo. Es sencillamente la sensación de estar rompiendo una norma.

Lo cual es ridículo: básicamente me educaron para cuestionar la autoridad y las leyes, y quebrarlas cuando sintiera que no son justas y/o necesarias. Y, de verdad; no tengo ningún problema desafiando la autoridad. De hecho generalmente tengo problemas por desafiar la autoridad.

Pero a la vez soy muy respetuoso de las leyes. Siempre que las considere justas, claro. Pero aún cuando no las considero justas, me da un algo el estarlas rompiendo.

Uno de los grandes avances sociales de los últimos siglos, es que es ahora más o menos aceptado que las leyes:

  1. No son universales o absolutas, y
  2. La gente las sigue porque está de acuerdo en seguirlas.

El ejemplo más sencillo son los semáforos. ¿Por qué la gente (en general) no se pasa los semáforos en rojo? No es porque esté “prohibido”. Bajar MP3 de la red y comprar películas o música piratas también lo está, y no muchos les hacen caso.

La gente no se pasa (en general) los semáforos, porque sabe que si todos lo empezáramos a hacer, entonces no nos la acabaríamos con los desmadres de tránsito que se armarían.

Si la gente no quiere obedecer una ley, no la va a obedecer. Punto. Por eso muchos nos pásamos la luz roja a ciertas horas de la noche o cuando sabemos que en ese cruce se puede uno pasar la luz roja.

Esa es la sencilla razón por la que el aborto debería ser despenalizado, y las drogas legalizadas en México. Sin hablar de los beneficios económicos para el país, en el segundo caso.

Estoy firmemente convencido de eso. Y entonces no entiendo mi nerviosismo cuando paso una botella de agua de contrabando en el cine.

A las 12:00 imprimí las formas para que mis profes me den cartas de recomendación. Algo me dice que comienzo a hacer estas cosas en la madrugada para de alguna manera evitar dedicarle mucho tiempo al asunto.

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6 de Febrero

Hoy se cumplen 5 años de que la PFP entró a Ciudad Universitaria a romper la huelga eterna, que llevaba 10 meses en ese momento. Hasta que lo escribí caí en cuenta de que habían ya transcurrido cinco años. Buen Dios, eso es muchísimo tiempo.

Haber estado en la cárcel fue un evento bastante significativo en mi vida. Sólo fue una semana, y exceptuando el hecho de estar encerrado sin poder salir, no me la pasé tan mal. Pero era algo que yo tenía que hacer. No caer en el bote; estar en el Che Guevara ese 6 de febrero de 2000, hace cinco años.

En retrospectiva, lo volvería a hacer. Sin duda alguna.

Han pasado un montón de cosas en esos cinco años; todo lo que va del sexenio de Fox entre otras. En ese sentido yo he sido bastante consecuente; nunca confié en él, no confío en él, y no voy a confiar en él. No creo que sea mala persona; pero sí creo que es un retrasado mental y que además tiene la habilidad política de un elefante en gelatina.

Jamás me tragué lo del voto útil, lo del gobierno del cambio ni ninguna de esas mamadas. Y no lo voy a hacer.

Los periódicos del sábado que se leen en mi casa (Reforma y La Jornada) traían sendos editoriales que reflejaban el punto de vista de la izquierda y de la derecha respecto al desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Porque se estaba todo perfilando a que lo desaforarían.

Mi postura ante eso es muy sencilla: vamos a quemar la ciudad.

Por supuesto, no es lo preferible. Pero, ¿qué están pensando realmente estos idiotas? ¿Qué agachemos la cabeza y nos digamos: “pues ni modo, a esperarnos otros seis años”? Están completamente zafados de la cabeza si creen eso. Se ve que en su vida han ido a Neza, o a Iztapalapa.

Nadie de izquierda queremos muertos o heridos o inestabilidad. Y no los queremos porque siempre son los nuestros los que caen. Eso es lo que diferencia a la izquierda de la derecha: nosotros siempre tenemos muertos, encarcelados y desaparecidos. Nosotros sólo queremos una oportunidad justa de pelear la grande; que dejen al peje entrarle. Nada más.

Pero estos imbéciles han entonado todo en un curso de confrontación directa. Claro, el peje tampoco ha ayudado, y con sus tendencias mesiánicas ha puesto todo en una situación todavía más extrema. Pero la verdad no sé qué más se pudo haber hecho, con la actitud del pendejo de Fox y su mujercita.

Sin embargo, después de hoy la cosa tal vez se calme. El PRD ganó Guerrero y Baja California Sur, y salió muy bien en Quintana Roo. Eso cambia el equilibrio de poder. Espero que Martita se trague su “se les van a bajar los humos”.

Pero igual y estoy siendo inocente, y sí van a desaforar al peje, y a tratar de meterlo a una cárcel de alta seguridad. Si eso ocurre yo digo que todos los que votamos por el peje, y los que apoyamos su proyecto de nación, detengamos el funcionamiento de esta ciudad, de las secretarías de estado, de las cámaras de senadores y diputados, y del mismo Palacio Nacional. Tomemos el maldito Palacio Nacional.

Por supuesto que me gustaría que no fueran necesarias acciones de ese tipo. Por supuesto que me gustaría que los políticos de este país pensaran más en los intereses de la banda que en los suyos propios. Pero el que metan al peje al bote es un golpe de estado, ni más ni menos.

Uy, no saben con quiénes se meten. No saben el tipo de gente que vive en esta ciudad.

Espero sinceramente que entre algo de racionalidad en las mentes de estos idiotas y todo se resuelva políticamente, y de manera pacífica. No hay necesidad de que haya sangre; todavía se pueden arreglar las cosas de forma civilizada.

Pero si madrazos quieren, madrazos habrá. Y a ver de qué cuero salen más correas.

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El “mall” de la salud

Hoy como a las 7:00 de la mañana, sintiéndome realmente mal (me dormí a las 4:00 AM), el teléfono sonó. Platico luego por qué pudo por fin sonar el teléfono y por qué me dormí a las 4:00 AM.

Era mi tía Carmen; le pasé el teléfono inalámbrico a mi mamá, que me platicó que se había caído el día anterior y se sentía mal. No le pregunté mucho más, porque realmente me sentía muy madreado, y me fui a dormir de nuevo. A las 11:00 AM me pidió que la llevara a Médica Sur.

Mi teoría es que andaba bailando la del zsa zsa zsá (había ido a una boda), y en una vuelta medio violenta se pegó. Ella dice que una camioneta patinó una llanta sobre una rampita de metal, y que ésta le pegó en el dedo gordo del pie derecho. Como sea, se sentía muy mal, así que fuimos al hospital.

No tiene nada grave; sólo un coágulo debajo de la uña. Yo sabía que probablemente no era nada grave; pero mi madre se angustia fácilmente con cosas de la salud. Lo que es medio simpático, porque está en muy buen estado de salud y muy bien conservada. De verdad no parece ser de 55 años, que cumple en abril.

Como sea fuimos a Médica Sur, que es el hospital privado donde desde hace años mi mamá va, porque la UAM tiene un convenio con ellos y el seguro.

Odio ese lugar.

Cuando era pequeño, me partía la cabeza con una regularidad casi crónica. Me llevaban al López Mateos, un hospital del ISSSTE. Generalmente había que hacer cola, y generalmente había mucha gente. Pero el servicio era bueno; la gente se sentía en confianza de que ahí resolverían sus problemas de salud. O que el intento se haría.

Después de veinte años de darle constantemente en la madre al sistema de salud pública en el país, la gente no puede ya confiar así en los hospitales públicos. Luego amputan las piernas sanas en lugar de las que están mal. Instituciones públicas como la UAM, se ven forzadas a tener que hacer convenios con instituciones privadas de salud para que ellas se encarguen de atender a sus empleados, porque realmente ya no se puede contar con los hospitales públicos.

A mí no me queda la menor duda de que los mejores doctores y especialistas de este país están en las instituciones públicas. Ellas son las que hacen investigación al fin y al cabo. Pero el servicio cotidiano ha ido deteriorándose con el tiempo. Aún sigue siendo usado por la gente; principalmente porque muchos no tienen de otra. Pero no tendría que ser así.

La educación y la salud de la gente no son “productos”. Uno no elige universidad u hospital como elige shampoo y pasta de dientes. El Estado debe garantizar que todos y cada uno de sus ciudadanos tenga garantizado el acceso a todos los servicios de salud y de educación; a todos los niveles. Incluida la educación superior, incluido el posgrado.

Detesto a la gente que cree que por pagar por algo, ese algo es inmediatamente mejor. Conozco muchísima gente del Tecnológico de Monterrey (campus Monterrey) que son unos completos inútiles. Al menos en mi área, Computación, que se supone es de las áreas fuertes del Tec.

La UNAM es pública, y hay estudios internacionales que confirman que es la mejor universidad (pública o privada) de América Latina. La UNAM realiza el 50% de la investigación científica de México, y con la cuarta parte del dinero que tienen otras instituciones.

Ciertamente en este momento los servicios públicos de salud dejan que desear; principalmente en lo que se refiere a trato al paciente y cosas como hacer colas y trámites. Porque investigación de salud se hace principalmente en instituciones públicas. Pero la bronca de servicios es una respuesta obvia a la falta de atención (y de recursos) que los últimos gobiernos federales han prestado.

Estos imbéciles quieren tratar a los sistemas de salud y educación como si fueran negocios. Que la gente tenga que pagar por estar sana. Por recibir educación superior. Yo sencillamente no puedo entender la lógica de ese enfoque. Digo; claro que lo entiendo desde el punto de vista de los mercaderes de la salud, como los de Médica Sur. Ellos encantados haciendo negocios con el sufrir de la gente.

Pero no puedo creer que alguien diga que privatizar la educación y los servicios de salud es lo que le conviene a la gente. Y no empecemos con la mismas ideas respecto a privatizar PEMEX o la CFE.

Aquí no sólo habla mi ideología y mi formación de izquierda. Se me hace un asunto de mínimo sentido común y responsabilidades sociales. De verdad creo que es lo mejor para todos. Excepto los dueños de hospitales y universidades privados, por supuesto.

No puedo creer que haya gente que en serio crea que una corporación va velar más por sus intereses que un gobierno que se supone elegimos entre todos.

Médica Sur no parece un hospital; parece un mall. Pisos de mármol, tiendas, cajeros automáticos, valet parking. Me da asco. Me molesta que mi madre tenga que ir ahí porque si le hacen radiografías en el López Mateos se las tendrían listas en dos semanas.

Parece que más y más gobiernos de izquierda se están formando en toda América Latina. Espero que pronto eso ocurra en México; los gobiernos e los últimos 22 años han sido terribles para todos los servicios públicos.

Excepto el SAT. Para cobrar dinero sí son eficientes esos pinches panistas.

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