(Mi tesis de maestría puede esperar veinte minutos; esto es enorme.)
En mi estúpidamente largo ensayo Harry Potter y las 4,100 páginas de magia, justo al final donde hablo de política, religión y sexo, me quejaba amargamente:
Y ahora sí para terminar, y relacionado a la sexualidad, ¿dónde carajo está la gente de ambiente en el mundo mágico? ¿Por qué no conocemos aunque sea un mago homosexual o una bruja lesbiana? La respuesta tal vez sea que el número de magos y brujas es relativamente diminuto comparado a muggles, y por lo tanto el número de gays en la comunidad mágica también es muy pequeño. Y que sería muy complicado meterse a explicar temas de sexualidad entre gente del mismo género cuando durante todas las novelas los niños duermen rodeados de niños, y las niñas duermen rodeadas de niñas.
(Sé que no es de buen gusto andarse citando a uno mismo, pero no me importa; esta noticia es enorme y lo merece.)
La Rowling se encargó de que ese párrafo sea innecesario; hoy (o mejor dicho, ayer viernes 19 de octubre de 2007), la autora desclosetó al mago más poderoso de la serie de novelas:
She was asked by one young fan whether Dumbledore finds “true love.”
“Dumbledore is gay,” the author responded to gasps and applause.
She then explained that Dumbledore was smitten with rival Gellert Grindelwald, whom he defeated long ago in a battle between good and bad wizards. “Falling in love can blind us to an extent,” Rowling said of Dumbledore’s feelings, adding that Dumbledore was “horribly, terribly let down.”
Eso explica muchas cosas, y tiene todo el sentido del mundo en retrospectiva. Alguien que veía al amor como la magia más poderosa que existe, y que pareciera que jamás estuvo enamorado sonaba contradictorio, y ciertamente por cómo relatan los que la vieron la relación entre Dumbledore y Grindelwald suena a que Dumbledore estaba fascinado por el joven mago. También explica porqué Dumbledore esperó tanto en confrontarlo cuando Grindelwald inició su reino de terror (además del miedo a saber quién había dado el golper mortal a Ariana); y porqué nunca pudo reponerse de su primer amor para volver a tener una relación romántica.
A mí se me hace fabuloso; no sólo por la elegancia con que la Rowling muestra al único (hasta donde sepamos) personaje homosexual en las novelas, sino porque además (repito) es el mago más poderoso de todos los libros, y hacerlo gay me parece otra muestra más del liberalismo y modernidad que caracterizan a las novelas (lo digo de nuevo; hubiera querido ver a Tolkien o Lewis hacer algo similar).
Digo que es elegante la forma en que la Rowling presenta a Dumbledore porque (como ya expliqué arriba) es completamente consistente con la historia y de hecho justifica varias cosas, pero además porque por cómo describe al personaje, su sexualidad termina siendo irrelevante. Me explico: en el contexto de cómo se relatan las novelas, el que Dumbledore sea gay no tiene nada de bueno o malo; sencillamente es como es él, y no es obstáculo (ni ayuda) para ninguna de las propiedades que definen al personaje.
Que es como todo mundo debería ver la sexualidad de los demás; no importa quién le gusta, a quién ama o con quién se acuesta alguien: lo que importa son sus acciones. Una vez más, la Rowling se muestra de izquierda, liberal y moderna (como lo he venido diciendo desde hace años).
Yo aplaudo enormemente la decisión de hacer a Dumbledore gay, y lo único que lamento es que no quedara explícitamente dicho en las novelas… aunque entiendo perfectamente la controversia que hubiera generado. No la comparto, ni la justifico; sólo digo que la entiendo.
(De por sí ahora saldrán montones de idiotas a vociferar que cómo es posible que Dumbledore fuera gay… ¡y que le diera lecciones “privadas” a Harry de noche! ¡Horror!)
Así que una de las pocas quejas que tenía de las novelas queda eliminada. Cada vez se acercan más a las perfección las malditas novelas.
(Además de que me muero de ganas de ver en el próximo desfile del orgullo gay a los que decidan disfrazarse de Dumbledore; la comunidad LGBT seguro no tarda en tomarlo como estandarte).
