La Noche del Alacrán: 4

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La Noche del Alacrán escrita por Canek Peláez Valdés se distribuye bajo la licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-No Derivadas 2.5 Mexico.

4

Ernesto se llevó la noche de su vida ese día. En comparación, la de Alejandro no fue muy buena que digamos. Su mejor amigo, antes de ir a pasar una noche de sexo adolescente tierno y atolodrando, le llamó a su mamá para inventarse la excusa más enredada que jamás a nadie se le ha ocurrido para explicar por qué no iría a dormir a su casa, y después le marcó a Alejandro, que cuando vio el número de Enesto en su celular se le cayó el alma a los pies.

—Güey— dijo contestando —, por favor no me digas que chocaste.

—Eh… no, no, no he chocado.

—Ah. ¿Qué pasó? ¿Salió todo bien con Érika?

—Eh… sí, sí, todo chingón. Gracias.

—Ajá. Bueno, ¿y entonces para qué me marcas? ¿Ya vienes por mí? Pensé que te tardarías un poco más.

—Eh… justo por eso te marco.

—Güey, no mames que todavía están en el restaurante. Quedé con mi papá que regresaba como a la una o dos. Si siguen en el restaurante apenas te va a dar tiempo de salir e ir a dejar a Érika a su casa.

—Eh… no, no; ya salimos del restaurante.

—Ah. Bueno, ¿entonces cuál es el problema?

—Eh… me temo que no vas a poder llegar a las dos a tu casa.

—¿Qué? ¿Por qué no? ¿Van a hacer algo más tú y Érika?

—Eh… sí… algo así.

—Ajá. Mmmh. Mira, creo que me puedo chorear a mi jefe si llego a eso de las tres; pero lo que sea que vayan a hacer apúrense, porque no mames mi papá se va a poner bien punk conmigo si llego después de las tres. Y además a ver dónde chingaos me lanzo para no estar en la calle; aquí ya están puliendo los pisos.

—Eh… Alejandro… tampoco vas a poder llegar a las tres. Al menos no con carro.

—¡¿Qué?!

—Mira, te explico luego. Me cae que vas a entender; y de verdad lo siento. Te debo una por esto. Luego te explico.

Y Ernesto colgó. Alejandro miró incrédulo su teléfono, y procedió furioso a marcarle de nuevo, pero descubrió horrorizado que lo había apagado. Se quedó como estúpido unos segundos, sin tener ni puta idea de qué hacer. Tenía menos de cien pesos en la cartera, y no podía regresar a su casa sin el carro de su papá; lo despellejaba vivo si descubría que se lo había prestado a Ernesto.

Estaba considerando seriamente huir a Guatemala cuando su celular comenzó a vibrar en su mano. Era Elena, la muchacha que le había hecho el favor de desvirgarlo en un concierto unos meses antes.

—¿Bueno?— dijo contestando.

—¿Dónde andas?

—En un centro comercial, ¿por qué?

—¿Podrías venir a mi casa? De verdad me haría bien hablar con alguien.

—Claro— dijo Alejandro sin poder creer su suerte—; ahorita llego.

Tomó uno de los taxis que siempre estaban en el centro comercial y veinte minutos después tocaba la puerta de Elena. La chava le abrió la puerta en pants y chanclas, con el pelo hecho un desmadre y cara de evidentemente haber estado llorando, y de inmediato lo abrazó sollozando.

—Eh— dijo sorprendido Alejandro —… ¿estás bien?

Alejandro había conocido a Elena en un toquín que se había llevado a cabo durante su intersemestral de primer año. Ernesto llevaba poco tiempo de haber descubierto la mota, y la estuvo fumando generosamente durante el concierto. En un tropezón empujó a Alejandro contra Elena, que tiró su bebida por ello.

Apenado, Alejandro se ofreció a comprarle otra, y en el camino comenzaron a platicar. Tres horas después, con el concierto dando sus últimos estertores, seguían platicando, y Elena además ya estaba considerablemente mareada de haber estado tomando, así que Alejandro se ofreció a llevarla a su casa. Ernesto había desaparecido (casualmente conoció a Érika en el mismo concierto), y Alejandro y Elena caminaron al carro que su papá le había prestado. En el camino Elena trastabilló y él la sostuvo; después de recuperar el equilibrio ella no soltó su mano.

Alejandro imaginó muchos posibiles escenarios de lo que pasaría después, pero realmente no el que de hecho ocurrió; al llegar al carro le abrió la puerta a Elena, que de forma particularmente hábil le quitó el seguro a la puerta trasera, hizo a Alejandro a un lado, abrió dicha puerta, tomó a Alejandro de la solapas y, con una inusitada fuerza para una chava tan delgadita, lo aventó sobre el asiento trasero para después aventarse ella misma, cerrar la puerta, y desvirgarlo ahí mismo sin ni siquiera decir “permiso”.

—Eras virgen, ¿verdad?— preguntó ella cuando todo terminó… humillantemente poco después.

—Eh… depende de cómo definas virgen.

—Eras virgen— afirmó entonces Elena, y le dio un beso riéndose.

—¿Tan mal estuve?— preguntó Alejandro, angustiado.

—No para un virgen— contestó ella riéndose descaradamente ahora.

—Te estás burlando de mí— dijo Alejandro y trató de incorporarse, pero ella lo abrazó con su inusitada fuerza.

—No, mi rey; perdón. Es sólo que eres muy tierno.

—¿Eso es bueno o malo?

—Es bueno… en general. Sólo no exactamente lo que me esperaba.

Le dio otro besó y lo miró profundamente, como si quisiera tratar de mirar sus deseos y gustos, sus miedos y sueños a través de los ojos.

—Eres muy chido— dijo al fin —. Te diría que ándaramos, pero creo que no te mereces una chava tan loca.

Y, oh Dios sí estaba medio loca. Alejandro se obsesionó unas semanas con Elena, pero ella le dejó muy claro que sólo lo quería como amigo. Cuando él por fin aceptó eso, y reanudaron las conversaciones amistosas que duraban horas, y fue obvio que de verdad ya no estaba obsesionado con ella, Elena se volvió a acostar con él, de forma igual de agresiva que la primera.

—Eres mucho mejor si no eres virgen, mi rey— dijo ella recostándose cuando todo terminó… sorprendentemente mucho después.

—No te entiendo— dijo él… porque no sabía qué más decir y porque de verdad no la entendía.

—Te dije que estaba loca. No le busques chichis a las hormigas— le dijo dándole un beso —; seguimos siendo amigos nada más.

Eso fue lo que definió los primeros meses de su amistad con Elena; una amiga súper chida con la que podía hablar de cosas que incluso con Ernesto le costaba expresar, porque ella lo entendía siempre a la primera, y con la que de vez en cuando (cuando se le pegaba la gana a ella) tenía sexo.

Así siguieron las cosas hasta que Elena se consiguió novio. Al inicio a Alejandro le costó mucho aceptar eso, pero fingió que estaba contento por ella porque tenía miedo de que si se mostraba celoso la podría llegar a perder. Hasta un día en que comieron juntos y ella le estaba platicando una cosa completamente intrascendente, y él notó algo raro en ella. Algo que habitualmente no estaba ahí.

—¿Qué?— preguntó ella cuando notó cómo la miraba.

—Te ves… rara— dijo él.

Elena sonrió, con una sonrisa tan luminosa que Alejandro no pudo evitar él mismo ponerse de buen humor.

—Estoy feliz— dijo ella simplemente.

Y en ese momento Alejandro entendió realmente la situación. El novio de Elena, por celoso e incómodo que lo hiciera sentir a él, la hacía feliz a ella. Y a partir de ese momento no tuvo que fingir nada; de verdad estuvo contento por su amiga.

Así estaba el asunto hasta la noche que Ernesto se dio a la fuga con el carro de su papá, y Elena lo llamó a su casa para recibirlo bañada en lágrimas. Después de pasar a su casa e ir a la recámara de ella (sus papás no estaban), Elena le platicó entre sollozos que su novio y ella habían tronado.

Alejandro estaba sinceramente preocupado por su amiga, pero siendo completamente honesto no había ido ahí sólo por ella, ni tampoco sólo para no estar en la calle sin saber a dónde ir mientras a Ernesto se le pegaba la gana regresarle el carro de su papá. Cuando sonó su teléfono y vio que era de su casa, esa fue la razón por la que había ido con Elena.

—¿Bueno?— dijo contestando el teléfono y haciéndole señas a Elena de que tenía que tomar la llamada.

—¿Dónde estás hijo?— preguntó su papá. Todavía no sonaba molesto, lo cual siempre era una buena señal.

—En casa de una amiga papá; te estaba a punto de llamar. Se puso medio mal en la fiesta, y la traje para acá y me ofrecí a esperar a que llegaran sus papás— mintió él campantemente —. Si no te molesta, dame chance de llegar algo más tarde mientras llegan.

—Mmmh— Alejandro conocía perfectamente el gruñido de su papá cuando una situación no le estaba gustando mucho, así que sacó su carta mayor.

—Estamos en su casa seguros, el carro está en su patio, no estoy tomando, y si quieres te doy el número de su casa por cualquier cosa.

—A ver— dijo el papá; como que la idea le gustaba.

Alejandro le pasó el número de la casa de Elena, se despidió de su papá y colgó. Como que lo conocía, Alejandro esperó unos segundos hasta que sonó el teléfono de la casa de Elena. La muchacha, extrañada, lo contestó:

—¿Bueno?

—Buenas noches— dijo el papá de Alejandro —, ¿se encuentra Alejandro? Es su papá.

—Un momento— Elena le llevó el auricular todavía más extrañada a su amigo —. Es tu ¿papá?

—Gracias— dijo Alejandro tomando el auricular —, ¿qué pasó papá?

—Nada más comprobaba que el número estuviera bien… no vayas a creer que no confío en ti.

—Claro que no papá— dijo Alejandro con una sonrisa de oreja a oreja.

Alejandro estuvo platicando con su amiga toda la noche, escuchando un momento todas las razones por las cuales su novio (o ex novio, para ese momento) era un pendejo y no quería volverlo a ver nunca, y al siguiente todas las razones por las cuales era el hombre más maravilloso del mundo y no podía vivir sin él. Alejandro le daba palmaditas en la espalda y trataba de darle la razón en todo; sólo era ligeramente difícil hacerlo cuando Elena se empeñaba en contradecir su propia postura cada cinco minutos.

Así que cuando ella se quedó callada unos segundos, para después comenzar a besarlo, incialmente se alegró, porque en eso sí sabía cómo comportarse. Sólo que apenas llevaban unos segundos besándose, cuando algo entró atropelladamente en su conciencia y se separó de ella.

—¿Qué pasa?—preguntó ella, extrañada.

—Eh… hasta ahora siempre he estado de acuerdo con que nos acostemos cuando tú digas. Pero creo que no sería buena idea que lo hiciéramos ahorita.

—¿Por qué?

—Porque por lo que me platicas hay una posibilidad de que tú y tu novio se contenten… si dejas de portarte como esquizofrénica en algunas cosas. Y si eso ocurre, te conozco; te vas a sentir de la chingada de haberte acostado conmigo. Así que creo que lo mejor es que no lo hagamos.

Elena lo miró con esa mirada suya tan profunda que a veces le echaba.

—Claro que soy hombre— dijo Alejandro, sonriendo—; si me insistes suficiente te prometo no poner mucha resistencia.

Elena se echó a reír y le tocó la mejilla con su mano.

—Gracias rey; ya sabía que eras muy chido. Necesitamos encontrarte una muchacha menos loca que yo que haga feliz. Y te coja rico.

—¿No va lo segundo incluido en lo primero?

Los dos muchachos se rieron de nuevo. Eran las seis y media de la mañana, y aunque cansado Alejandro estaba contento. Su teléfono celular comenzó a sonar, y vio aliviado que era Ernesto.

—¿Dónde estás, hijo de la chingada?

—Ya voy para allá… ¿dónde estás?

—Ahorita te marco para decirte dónde me recoges.

—OK.

Alejandro colgó su teléfono y le sonrió a Elena.

—Ya me voy; vienen por mí.

—Gracias por haber venido— le dijo Elena abrazándolo —. Y gracias por todo lo demás.

—No te preocupes.

Alejandro salió de casa de Elena y le marcó a Ernesto para que pasara por él en una calle cercana; no quería decirle cómo había sido su noche hasta enterarse de por qué le había hecho la jalada de raptar el coche de su jefe.

Ya después con más calma Ernesto le platicaría lo que había pasado, y Alejandro ciertamente comprendió que la situación había sido meritoria de la actitud gandalla de su amigo. Las cosas no pasaron a mayores; el papá de Alejandro vio que el carro estaba en perfecto estado y que su hijo no había estado bebiendo ni nada por el estilo (claro que no era que desconfiara de él), y nunca se enteró de lo que realmente había pasado esa noche.

Pero Alejandro le recordaba a Ernesto esa noche cada vez que necesitaba un favor urgente.

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La Noche del Alacrán: 3

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3

Los conciertos en general habían resultado en buenas experiencias para Alejandro. En uno de ellos había perdido la virginidad, entre primer y segundo semestre, con una chava que después los dos descubrieron se llevaban mejor como cuates. O eso se seguía repitiendo Alejandro.

Ernesto estaba apuntadísimo para ir; ese viernes en la noche no tenía todavía nada planeado con Érika, y en los toquines de Ciudad Universitaria seguro alguien estaría rolando.

—¿Vamos a comer a tu casa o a la mía?— preguntó Ernesto, mientras ambos salían de la enfermería.

—A la mía güey; tengo que bañarme y arreglarme.

—¿Por?

Alejandro lo miró incrédulo.

—¿Cómo que “por”? Porque quiero ligarme a Ana.

—¿A tu agresora? ¿De verdad?

—Güey— dijo Alejandro, ligeramente hartado —sé que desde que andas con Érika ninguna mujer te parece que se le pueda comparar, pero no podrás negar que es muy bonita.

—No está mal, supongo que varios podrían decir que está guapa. Pero no creí que te gustara.

—Bueno pues; me gusta.

—La chava que por poco te rompe espectacularmente la nariz…

—Sí.

—Que te humilló jugando básquet durante casi una hora…

—Eso sólo fue porque me distraía el tenerla en frente.

—Ajá. OK, vamos a tu cantón.

—También le voy a pedir la nave a mi jefe.

—¿Para qué?

—Por si puedo darle un aventón terminando el concierto, o si hay que ir a otro lado, o qué se yo.

—¿Y si vive hasta casa de la chingada?

—Hasta casa de la chingada iré.

—Imagínate que es Neza ka…

—A Neza iré.

—Cabrón, ni sabes dónde está Neza.

—Claro que sé dónde está Neza.

—A ver, ¿dónde está Neza?

—Hasta casa de la chiganda.

Habían llegado a una de las paradas de microbuses en frente del CCH, y se formaron para tomar el que los llevaba al metro Copilco, que era su ruta habitual cuando iban a la casa de Alejandro.

—¿Te das cuenta que si vas hasta casa de la chiganda me vas a arrastrar también a mí?— preguntó Ernesto.

—Güey— le dijo Alejandro mirándolo sorprendido —si la nena quiere jalar conmigo, lo siento mucho pero te me vas a tener que desaparecer.

Ernesto lo miró indignado.

—¿Me vas a cambiar por una pinche vieja? ¿Qué hay de “bro’s before ho’s”?

—Güey, ¿ya te olvidaste de la fiesta de cumpleaños de Érika? Me debes una por esa.

Ernesto lo consideró un segundo.

—OK, te debo una por esa.

Los dos muchachos se subieron al micro.

Lo que había ocurrido durante la fiesta de cumpleaños de Érika fue lo siguiente: ella y Ernesto llevaban apenas unas semanas andando, y él quería hacer algo especial por ella, así que le pidió a Alejandro que le pidiera el carro a su papá para que la pudiera llevar a un lugar chido.

Ernesto no podía pedirle el carro a sus papás porque justo unos días antes de que él y Érika se hicieran novios le había destrozado dos llantas, y desde entonces sus papás decían que no le prestarían el carro “por un tiempo”, donde “un tiempo” podían ser unas semanas o hasta que Ernesto pudiera comprarse uno.

La cosa estuvo así: Ernesto había salido con Érika (todavía como “cuates”, aunque realmente nadie se tragaba eso, pensó Alejandro), y regresó muy contento por Periférico. Tan contento estaba él en el carril de alta velocidad, que no se dio cuenta de que su salida ya estaba a unos cuantos metros, y se le hizo muy fácil cruzar todos los carriles de Periférico para agarrarla.

De milagro no le pegó a ningún otro carro, pero tampoco pudo salirse bien a la lateral, y las dos llantas izquierdas golpearon contra el camellón, reventándose espectacularmente al hacerlo, y forzando a Ernesto a utilizar todas sus habilidades como conductor (que como puede verse, no eran muchas) para llevar al carro doblemente cojo a un lugar seguro.

Las dos llantas quedaron hechas mierda completamente, y de puro milagro no jodió los rines ni nadie salió herido. Pero a partir de ese momento sus padres, por hippies que fueran, no se sentían muy cómodos en soltarle las llaves a su hijo.

Entonces el día del cumpleaños de Érika, Ernesto la quería llevar a un restaurante más o menos elegante, pero se le ocurrió que llevarla en micro o incluso taxi no sería lo más romántico del mundo; así que le pidió a su mejor amigo que le pidiera el carro a su papá.

Alejandro no se sentía terriblemente cómodo con la idea, pero su lealtad como cuate superó a sus dudas, y le hizo el favor. A espaldas de sus papás, por supuesto; ellos también se habían enterado del accidente de las dos llantas.

El plan era el siguiente: Alejandro se inventó una fiesta con unos cuates, y le dijo a su papá que para eso necesitaba el carro. Su papá le preguntó que como a qué hora pensaba regresar, y Alejandro le dijo que como a las una o dos de la mañana; supuso que eso daba tiempo más que suficiente para que Ernesto llevara a Érika a cenar y luego a su casa sin ningún problema.

Alejandro salió de su casa, recogió a Ernesto, unas cuadras más adelante cambiaron de lugar, y Ernesto lo dejó en un centro comercial cerca de su casa, ambos pensando que Alejandro vería una película en el cine y babosearía por ahí mientras Ernesto llevaba a cabo su plan.

Que hubiera sido un buen plan, excepto que a ninguno de los dos se les ocurrió que Érika tenía su propio plan, y una idea muy clara de lo que quería de regalo por cumplir diecisiete años.

Ernesto había sugerido recoger a Érika en su casa, pero ella le dijo que antes de ir a cenar con él estaría con unas amigas, cerca de ese restaurante, y que entonces mejor pasara por ella a una calle cercana. A Ernesto se le hizo ligeramente extraño, pero era el cumpleaños de ella, así que no dijo nada.

Estaba muy guapa cuando la recogió, usando falda, cosa que nunca hacía en la Prepa 6, donde estudiaba. Él se bajó del carro, la besó y le dio su regalo y un abrazo.

—Así que Alex fue el que te prestó las ruedas— dijo Érika fijándose en el carro.

—Es una ocasión especial— dijo él, sonriendo.

Se fueron caminando al restaurante, y se pasaron las siguientes dos horas platicando y comiendo muy a gusto. Ernesto estaba seguro de que Érika había apreciado el gesto, y básicamente con eso se daba por satisfecho. Entonces ella le tomó la mano y le preguntó dulcemente si podía pedir la cuenta.

Ernesto pidió la cuenta y pagó, y después caminaron de regreso al carro de Alejandro. En el caminó miró el reloj de su celular; no habían transcurrido todavía tres horas desde que había dejado a Alejandro en el centro comercial, así que tenía tiempo de sobra para ir a dejar a Érika a su casa, pasar por Alejandro, y poder decir “misión cumplida”.

Una vez dentro del carro, Ernesto iba a encenderlo cuando Érika le puso la mano en la pierna y lo besó.

—Gracias por todo…— le dijo, mirándolo con los ojos brillantes, y esa dulzura en la voz que, a pesar de que le encantaba, lo medio sacaba de onda porque no era la forma normal de hablar de Érika.

—Fue un placer— dijo él, aprestándose a encender el carro de nuevo.

—…pero quiero algo más.

Ernesto la miró sorprendido; no era de Érika ponerse berrinchuda.

—Ajá…— dijo él lentamente.

—Mis papás creen que me voy a quedar en casa de una amiga…

—Ajá…

—Mi prima Vero me prestó las llaves de la cabañita que tienen ella y su marido en el Ajusco…

—Ajá…

—Quiero que vayamos a pasar la noche allá.

Ernesto no dijo nada. En primera porque literalmente se quedó sin habla, y en segunda porque la pequeña porción de su cerebro que todavía le corría la ardilla estaba segura de que un “ajá” más lo haría verse más idiota de lo de por sí ya debía parecer.

De repente se le prendió el foco, y dos obstáculos pragmáticos se le presentaron clarísimos. Así que mencionó el primero, porque ése lo podían solucionar antes de subir el Ajusco.

—No tengo condones…

—Yo traigo— dijo, enfática, ella.

El segundo obstáculo era que tenía poco más de una hora (minutos más, minutos menos) para regresarle el carro a Alejandro. Hay que reconocer que la lealtad de Ernesto a su amigo era enorme, porque le dedicó casi un segundo entero a pensar en el dilema.

—Vámonos— dijo encendiendo el carro.

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La Noche del Alacrán: 2

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2

Todas las veces que Alejandro acabó en la enfermería del CCH Sur fue por hacer alguna pendejada.

La primera pendejada fue un día correr por la piedra volcánica con zapatos de vestir, lo que causó un resbalón seguido de una espectacular caída que le ocasionó la primera fractura de su vida, al querer meter la mano para no romperse el hocico. No se rompió el hocico, pero sí la muñeca, que el cabrón de Ernesto se apresuró a recordarle le arruinaba la única vida sexual que tenía.

En la enfermería del CCH Sur estaban acostumbrados a las pendejadas; no sólo las de Alejandro, sino de todos los chavos que entre los quince y dieciocho o diecinueve años suelen hacer. Así que cuando Ernesto y la muchacha bonita que había invitado a Alejandro al partido de básquet (cuyo nombre era Ana) llegaron ayudándolo a caminar a la enfermería, la enfermera que regularmente atendía procedió a preguntarles que qué pendejada había hecho:

—¿Y qué tarugada hizo esta vez?

—Nada más lo taparon, ¿usté cree?— se apresuró a contestar el entretenidísimo Ernesto, que bajo circunstancias normales habría encontrado la pendejada de Alejandro muy divertida: pero que dado que ya había dado tres o cuatro toques a un churrito de mota la encontraba hilarante.

La última pendejada de Alejandro fue que miraba demasiado a Ana, en lugar de poner atención al juego. No lo podía evitar; realmente era muy bonita: no podía creer que todo mundo a su alrededor actuara de forma normal cuando él únicamente quería postrarse a sus pies y seguirla mirando. Además de eso era buenísima jugando básquet; ciertamente estaba por encima del nivel de casi todos los que estaban en la cancha. Hombres y mujeres.

Alejandro era también muy bueno… generalmente, pero ese día estaba demasiado ocupado viéndola, además de que trataba de ser casual al respecto para no parecer agresivo, descarado, o idiota. Que en retrospectiva llegaría a pensar que dos de tres no está tan mal.

Lo que había pasado es que Alejandro tenía el balón y se dirigía a la canasta, cuando Ana lo bloqueó (era casi de su misma estatura). Alejandro se acomodó y quiso lucirse con un tiro de tres puntos, pero justo cuando se agachaba para brincar, el sol se reflejó de alguna manera en los ojos de Ana, y Alejandro se pasmó porque estaba seguro de que no había visto algo tan hermoso en toda su vida.

Su cuerpo sin embargo actuó en automático y trató de saltar; sin muchas fuerzas ni muy bien que digamos, además de que hasta los brazos y las manos se le habían aflojado ante la bonita muchacha. Y ella, que no se pasmó para nada, le tapó el tiró. Y el balón se le estrelló en la cara a Alejandro. Y luego todo él se cayó de espaldas, mientras una cantidad ridídula de sangre comenzaba a brotar por su nariz.

El golpe que su cabeza dio contra el piso, encima de todo lo anterior, causó que la sangre brotando alegremente de su nariz salpicara a todos alrededor, principalmente a las piernas de Ana, que horrorizada se llevó las manos a la boca y la nariz mientras decía “¡lo siento, lo siento!”.

Ernesto se levantó de la banda rolando la mota y corrió a la cancha sinceramente preocupado; sólo que cuando vio a Alejandro (severamente apendejado por el golpe a la nariz y a la cabeza) comenzar a gemir, no pudo evitarlo y lanzó una estentórea carcajada. En su defensa, ciertamente era divertido.

Ana miró molesta a Ernesto, y se acuclilló al lado de Alejandro, que trataba inútilmente de ponerse de pie. Inútilmente porque en ese momento su cerebro no se daba cuenta de que “arriba” estaba para “arriba”, sino que creía que estaba “al lado”, y entonces sus pies sólo pateaban débilmente el aire.

—¿Estás bien?— preguntó Ana, y al ver que Alejandro estaba haciendo algo (no había forma de que descifrara que estaba tratando de ponerse en pie), añadió agarrándolo del hombro—, no te muevas.

Alejandro dejó de moverse y, no sin esfuerzos, enfocó la mirada en Ana. En ese momento cayó en cuenta del lamentable estado en el que se encontraba: todo sudado de haber estado jugando, sucio de polvo del piso que se había pegado a su piel y ropa húmeda, su pelo suelto hecho un absoluto desmadre, y además acostado en el suelo. Por suerte no se dio cuenta de que además tenía la cara bañada en sangre, y que un hilillo de la misma salía de su nariz, le daba vuelta a su boca por la mejilla y caía de su quijada para manchar alegremente su playera blanca.

Así que quiso compensar apariencia con hombría, y se puso en pie diciendo “estoy bien”… o al menos esa fue la orden que su cerebro envió a sus piernas y boca. Lo que ocurrió fue que pareció que quiso dar un brinquito acostado mientras balbuceaba algo parecido a “eshb fen”.

Incluso ese pobre intento de movimiento ejerció demasiada presión sobre su cuerpo, y no pudo seguir sosteniendo la cabeza, la cual se estrelló de nuevo contra el suelo salpicando una vez más a Ana, sólo que ahora en su también blanca playera. La muchacha hizo presión con su mano, que seguía en el hombro de él, y repitió:

—No te muevas, te digo. Te golpeaste dos veces la cabeza.

—Tres si contamos el balonazo— añadió Ernesto, que seguía desternillándose de la risa.

Ana lo volvió a mirar con una mezcla de desagrado y molestia, pero cuando regresó su mirada a Alejandro había una sincera preocupación y culpa en ella.

—Creo que deberías ir a la enfermería. Vamos, deja te ayudo.

Alejandro para ese momento estaba completamente plano sobre el suelo, de espaldas, aprovechando la situación para ver a la bonita muchacha.

—Chido— dijo él, alegrándose de, al parecer, haber recuperado la capacidad de hablar.

Una bola se había formado alrededor de su desgracia, consistente principalmente de los que habían estado jugando básquet con él (y que parecían molestos de que perdían a dos jugadores), y de los roladores de mota, que siguiendo el ejemplo de Ernesto se morían de la risa de la situación.

Entre Ana y Ernesto (que eran los más cercanos) ayudaron a Alejandro a levantarse y lo ayudaron a caminar a la enfermería. Sobre planito caminaba sin ningún problema, pero por alguna razón subir o bajar escalones presentaban una ligera dificultad. Y en el CCH Sur no se pueden dar tres pasos sin encontrar una escalera.

Además Alejandro se dio cuenta de que cada vez que trastabilleaba un poco, Ana ponía su delicada mano sobre su pecho y lo ayudaba, así que también exageraba un poquito. Fue así que llegaron a la enfermería, donde comprobaron que no tenía rota la nariz, y básicamente le pusieron algodones en los orificios nasales, además de limpiarle la cara.

Alejandro alcanzó a verse reflejado en el cristal de un dispensario, y al verse con los algodoncitos fuera de sus narices, pensó que más pérdida de estilo era ligeramente imposible.

Ana seguía ahí, a pesar de que hacía ya rato habían confirmado que fuera de un ligero dolor de cabeza Alejandro estaría bien; Ernesto había recibido una llamada en su celular (por el tono Alejandro supo que era Érika), y estaba afuera atendiéndola.

—De verdad lo siento—repitió Ana por enésima ocasión, lánzandole una mirada de preocupación con unos ojos que Alejandro encontraba criminalmente bonitos.

—No te preocupes; lo que más me duele es el orgullo.

Era verdad; hacía años que no lo tapaban, y mucho menos de forma tan humillantemente espectacular.

—No es necesario que te quedes— agregó Alejandro, que lo único que quería es que se quedará. Ahí. Con él. Toda la vida, ¿por favor? — La doña ya dijo que no me va a pasar nada, mi cuate Ernesto está aquí, y entiendo si tienes que hacer otras cosas. Como ir y humillar a otros jugadores de básquet, por ejemplo.

La muchacha sonrió, y bajó la mirada. Parecía estar pensando algo.

—Me pongo muy agresiva a veces cuando juego— dijo al fin.

—¡No!, ¿en serio?

Los dos se rieron. A Alejandro le dolió la cabeza, y además uno de los algodoncitos, sangriento y (horrorizado se dio cuenta) con un moco pegado, cayó al suelo. Quiso recogerlo, pero se resbaló de la camilla donde estaba, y (por segunda vez en el día) fue a dar al suelo. Al menos el algodoncito moquiento quedó tapado por su cuerpo.

—¿Estás seguro de sentirte bien?— alcanzó a oír a Ana.

—Perfecto—, dijo él recogiéndo el algodoncito sin que ella viera. Se puso de nuevo de pie, y se sentó en la camilla.

Ana lo miró a los ojos. Alejandro sintió claramente cómo se le hacía un hueco en el estómago, pero le sostuvo la mirada, e incluso logró sonreír.

—Gracias por la preocupación— dijo.

Ana se pasó la mochila al frente (la había llevado en la espalda desde que la recogió de abajo de una de los tableros de la cancha de básquet), y sacó su celular para ver la hora. Eran casi las cuatro.

—Tengo que irme…— le dijo, mirándolo de una forma que él estaba seguro era apenada.

—Está bien —dijo él, tratando de que la desilusión no se le notara en la voz.

—…pero quiero compensarte.

Alejandro pensó rápidamente que justo así comenzaban varias películas porno que había visto, y ciertamente varias fantasías suyas.

—¿Vas a hacer algo en la noche? —preguntó ella.

—No— se apresuró a decir él —, justo mi cuate y yo íbamos a las canchas a ver si algo se armaba.

—Hay un toquín en las islas, atrás de la Torre de Rectoría. ¿Quieres ir? Te invito una chela y así te compensó el golpe.

—Chido; perfecto. ¿A qué hora es?

—A las ocho; ¿cuál es tu celular?

Alejandro tomó su mochila, que Ernesto había llevado y dejado al pie de la camilla, y sacó su celular. En un momento los dos muchachos tenían cada quien el número del otro.

—Bueno— dijo ella dándole una alegre sonrisa —, tengo que irme porque quedé de comer con mis papás. ¿Me llamas cuando llegues a las islas?

—Claro.

Ana se inclinó y le dio un rápido beso en la mejilla, y Alejandro se preguntó cómo era posible que alguien que había estado jugando básquet bajo el sol casi una hora pudiera oler tan bien. Y le hizo tomar dolorosa conciencia de su propio olor.

—Bye— dijo ella echándose la mochila al hombro y encaminándose a la puerta.

—Bye— dijo Alejandro.

Se quedó sentado en la camilla unos minutos, mirando el número del celular de ella guardado en el suyo.

—¿Donde está tu agresora?— preguntó Ernesto, que regresaba de haber platicado con su novia.

—Mi agresora me invitó a un concierto esta noche— contestó Alejandro, sonriendo de oreja a oreja, y mostrando el número de ella en su celular.

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La Noche del Alacrán: 1

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1

Alejandro miró con suspicacia a su maestro de filosofía mientras éste balbuceaba acerca del “cogito ergo sum”, tratando desesperadamente de recuperar la cadena de ideas que permite llegar a un solipsismo para explicárselo a la clase.

Alejandro había leído hacía años Marciano vete a casa, así que ya sabía del argumento, en primer lugar. Y en segundo lugar, le había dado hueva la primera vez, así que oírlo de nuevo, y además de forma atolondrada, por su torpe maestro de filosofía le daba todavía más hueva.

Pero no era por eso que miraba con suspicacia a su maestro; era porque no estaba seguro si el tipo estaba pacheco o no. Literalmente pacheco; todo mundo sabía en el CCH que el OjoCaido (le decían así porque tenía un ojo, pues, caído) le entraba durísimo a la mota, y varios afirmaban haberlo visto dar así clase.

El OjoCaido continúo sus balbuceos, y Alejandro lo miró con todavía más suspicacia. No estaba seguro de si estaba pacheco por dos razones: la primera era que el tipo había fumado tanta mota en su vida que incluso cuando seguro no había fumado mota parecía que había fumado un poquito. La segunda era más personal; Alejandro mismo no estaba seguro de haber estado realmente moto alguna vez en su vida.

Era su quinto semestre en el CCH; había fumado mota ya bastantes veces. Sólo que o bien él no supo cómo fumarla, o no había entendido los efectos de la droga, o le habían dado perejil y, pendejo de él, se había creído que era mota. A veces estaba seguro de que sí le habían dado perejil.

El OjoCaido miró aliviado su reloj; aún faltaban tres minutos para el final de la hora, pero ya era una tiempo “decente” para decirles que continuarían durante la siguiente clase. Los chavos comenzaron a salir del salón.

Alejandro miró a su cuate Ernesto que, como era de esperarse, estaba completamente dormido sobre la mesa. Le dio un codazo en las costillas.

—Güey, ya vámonos.

—Oh, tan rico que estaba jeteando.

—Güey; entramos a las diez de la mañana y apenas son las dos, ¿cómo puedes tener sueño?

—Ayer metí de contrabando a Érika a mi recámara.

Ernesto dijo esto con una sonrisa de oreja a oreja, y con los ojos brillantes. Alejandro apartó la mirada algo incómodo. Desde que su mejor amigo y Érika habían comenzado a coger (desvirgándolo a él en el proceso), las cosas entre ellos dos ya no eran las mismas. Le molestaba la idea de parecer que estuviera “celoso”… pero pinche vieja le estaba quitando tiempo de calidad con su mejor amigo.

—Ya vámonos—, repitió Alejandro levantándose de la mesa.

No era sólo que Ernesto pasara mucho tiempo con Érika, ni que cuando no lo hiciera de cualquier forma hablara de ella todo el tiempo. Le recordaba que ya tenía bastante rato sin tener novia, y que su propia vida sexual se limitaba entonces a encuentros privados con la palma de su mano.

—¿Vas a ver a Érika?— preguntó Alejandro, tratando de no sonar despechado.

—Nel; tiene que hacer no sé qué madres con su jefa en la tarde.

—Eso te dijo; igual y va a ver al otro.

—Tas pendejo. Igual y hasta la noche la veo, no sé; depende de qué se arme hoy.

De forma automática habían caminado a la explana del CCH Sur, y se quedaron ligeramente apendejados unos cuantos segundos, sin saber exactamente qué hacer.

—Vamos a las canchas— dijo Ernesto, encaminándose.

Alejandro lo siguió, ligeramente desanimado. Ir a las canchas significaba dos cosas: ir a jugar básquet, que dada la pobre condición atlética de Ernesto era más bien improbable, o ir a ver si algún cuate estaba rolando mota. Que para Alejandro significaba una vez más preguntarse si le estaban dando o no perejil.

Hubo una ocasión en que Alejandro sí estaba seguro de que había logrado ponerse bien pacheco; el único problema es que no tenía memoria del suceso. Su papá le había prestado el carro para ir al CCH (que por supuesto sólo lo llevó para farolear; se movía mucho mejor en transporte público), y él y Ernesto habían ido igual a las canchas donde se encontraron con su cuate el Cacotas, que estaba presumiendo su maquinita para hacer cigarros que había conseguido en la Casa del Fumador. La maquinita por supuesto era para hacer cigarros de tabaco; pero funcionaba perfectamente para hacer churros también.

En esa ocasión, como en casi todas, Alejandro fumó sin estar seguro de que la chingadera le estuviera haciendo ningún efecto, pero aparentó estarla disfrutando enormemente, porque todos sus cuates de verdad parecían disfrutarla. Se fue al carro de su papá con un ligero dolor de cabeza (que él atribuía al humo más que a cualquier otra cosa), y salió manejando del CCH rumbo a Periférico, donde recordaba perfectamente haberse metido.

En algún momento segundos después de haberse metido a Periférico Alejandro parpadeó, y cuando abrió los ojos se encontró en la sala de su casa viendo la tele. Pocas veces en su vida se había friqueado tanto; salió como pedo de indio al garage, donde descubrió aliviado que el coche estaba ahí al parecer intacto. Nunca había podido recordar cómo carajo había llegado a su casa, ni qué había hecho durante el tiempo que su cerebro alegremente decidió olvidar.

Sin embargo siempre era posible (si bien no necesariamente probable) que de hecho hubiera chavos jugando básquet, y como a Alejandro sí le gustaba jugar se animó un poco mientras seguía a su amigo hacia las canchas.

Durante el trayecto (el CCH era grande) Ernesto comenzó a hablar de la elección de carrera. Eran mediados de otoño y faltaban unos días para la misma. Si se le podía llamar “elección” al hecho de sugerir que quería estudiar uno y rogar porque no te enviaran a la facultad que se les diera la gana. Alejandro y Ernesto habían platicado al respecto, aunque siendo justos la mayor parte de la pláctica la había llevado el segundo, que desde que tenía memoria (y lápices y reglas) había sabido que sería arquitecto. Los papás de Alejandro, en su forma de ser de hacemos-como-que-te-respetamos-pero-en-realidad-haces-lo-que-digamos lo habían estado chingue y chingue desde que había terminado el cuarto semestre para que se decidiera.

El punto era que Alejandro no tenía ni puta idea de qué quería estudiar. Tal vez por eso es que había tomado matemáticas y filosofía al mismo tiempo como materias optativas. Y que su familia y Ernesto pareciera que era su tema preferido de conversación no ayudaba.

En las canchas había poca gente; un grupo mixto de muchachos en una de las canchas con caras de que estaban a punto de echarse una cascarita, y en la última cancha (como siempre que era viernes) unos cuantos chavos rolando la mota.

A Ernesto le encantaba la mota, y como además sus papás eran medio hippies nunca le decían nada al respecto; si la mamá de Alejandro lo hubiera descubierto un día fumando, probablemente lo hubiera internado en una clínica de rehabilitación. Para acabarla de joder Ernesto juraba que la mota le ayudaba a su lado creativo; y maldita sea si Alejandro lo llegara a admitir, pero ciertamente dibujaba cosas más chidas mientras o poco después de haber fumado mota.

Su mejor amigo se encaminó a la última cancha, y Alejandro lo siguió arrastrando los pies. No tenía ganas del mal sabor del humo, del dolor de cabeza y además de tener que aparentar como que se la estaba pasando poca madre; pero era viernes, y los fines de semana Ernesto se los dedicaba exclusivamente a Érika. Además de que cuando iba cayendo la tarde generalmente entre la bola que rolaba la mota surgía un plan para hacer algo… que generalmente consistía en ir a otro lado a fumar más mota. Pero al menos en esas reuniones Alejandro solía conocer gente interesante.

En eso estaba pensando mientras cruzaba al lado de la bandita que parecía indecisa a jugar, cuando escuchó un silbido digno de un arriero. No que Alejandro en su vida hubiera oído silbar a un arriero; pero se imaginaba que así sonaría.

Una chava del grupo, que debían haberla bloquedo de su vista antes porque si no seguro la habría notado (era imposiblemente bonita), y que aparentemente era la que había silbado, le dirigió la palabra:

—Oye, nos falta uno. ¿Le entras?

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Los Desposeídos

Hace ya rato tengo ganas de leer todas las novelas de Ciencia Ficción que hayan ganado el premio Nebula y Hugo; no son realmente muchas, y las que he llegado a leer entran fácilmente dentro de mis favoritas.

Así que a finales del año pasado (je) comencé The Dispossessed, de Ursula K. Le Guin. A Le Guin la leí por primera vez cuando una ex novia me regaló Un Mago de Terramar, la primera de las novelas de Earthsea. Me gustó, pero nada fuera de lo normal.

En cambió The Dispossessed me afectó profundamente. Así como con la serie de His Dark Materials me pude identificar de forma casi absoluta respecto a mis ideas acerca de dios, la religión, la muerte y cosas por el estilo, con The Dispossessed me pude identificar respecto a mis ideas socioeconómicas. Por lo tanto también respecto a las políticas; pero realmente lo político queda rebasado por la filosofía social y económica que presenta esta novela.

La novela, que tiene 35 años, en principio es de dos planetas en un sistema binario, en uno de los cuales se autoexilian los seguidores de una filosofía que en la novela llaman “odonismo”, por Odo, una mujer que la desarrolló durante toda su vida. Los “odonianos” se auto proclaman como anarquistas, pero me parece que es una ingeniosa manera de Le Guin para poderle darle la vuelta al estigmatizado término “comunistas”. Por supuesto mucha gente no sabe que el comunismo y el anarquismo, al menos en teoría, terminan desarrollando sociedades básicamente idénticas.

Los habitantes de Anarres, el planeta de “anarquistas”, son para todos los motivos prácticos comunistas viviendo en una “utopía” comunista. Entre comillas porque realmente no la tienen fácil; Anarres es un planeta árido y difícil, y los odonianos sufren en varias ocasiones hambre y escasez. Eso sí; todos la sufren. Pero cuando no hay sequías, accidentes o cosas de ese estilo, los odonianos son capaces de cumplir las condiciones objetivas materiales; así que al menos en teoría sí es posible que funcione una sociedad comunista del estilo.

La historia es de un físico que viaja de Anarres a Urras, el planeta del que los odonianos se auto exiliaron; el primero en 160 años en hacerlo. El físico sale para tratar de terminar su Teoría Temporal General, para establecer lazos con el otro planeta (para motivos prácticos la gente de Anarres y de Urras no tiene ningún tipo de contacto, excepto algunos intercambios comerciales, muy restringidos), y también para desestancar la revolución en Anarres, que ha comenzado a generar una burocracia parasitaria.

Pero eso es pretexto; lo bonito del libro es oír sobre una sociedad funcional, con sus ventajas y desventajas, donde no hay propiedad, donde no hay gobierno, donde no hay leyes, donde no hay cárcel, donde no hay crimen, donde no hay policía, ejército, tiendas, ricos, pobres, etc. La sociedad odoniana sataniza tanto el concepto de propiedad, que nadie dice “mi mamá”; dicen “la mamá”. Nadie tiene nada; si alguien le presta a alguien más “su” pañuelo, le dice “ten, toma el pañuelo que estoy usando”. El insulto más grave que existe es “profiteer”; usurero.

Y a pesar de ser tan alienígena dicha sociedad, Le Guin muestra de forma muy bonita un conjunto de personas que trabaja y vive su vida en paz, tranquilamente. La novela no es propagandística ni maniquea; Anarres es un mundo horrible, sin animales fuera de sus dos pequeños océanos, lleno de desiertos, seco, árido; y los odonianos se parten mucho la madre para tener casi nada más lo más básico (aunque “se parten la madre” tal vez es exagerado; al parecer en promedio todo mundo trabaja a lo más cinco horas, en situaciones normales). La gente no es “mejor” ni “peor” que en otras sociedades; como en todas partes hay gente mierda, y gente tonta, y gente que le tiene miedo al cambio. Y también, como en todas partes, hay gente maravillosa. Pero eso sí; no hay realmente desigualdad. Todos están igual de jodidos.

No comparto todos los puntos de vista de la Le Guin; por ejemplo, a pesar de que yo sí soy de los que cree en la hipótesis Sapir-Whorf, no creo que fuera necesario crear un lenguaje artificial para crear una sociedad como la odoniana. Tampoco creo que el concepto de “nación” sea inherentemente malo; creo que el poder identificar un cierto conjunto de usos y costumbres como raíces de una sociedad no sólo no es malo, sino incluso deseable. Y por supuesto, si a alguien se le ocurriera hacer un experimento social de ese estilo, yo esperaría que fuera en un planeta menos desagradable que Anarres.

Pero fuera de eso, yo espero (y sinceramente creo) que la humanidad (si no se destruye a sí misma antes) terminará siendo muy parecida a la odoniana. En un planeta más amable que Anarres, espero.

Independientemente de eso, la novela es maravillosa; no es ciencia ficción dura (de hecho la parte de “ciencia” es bastante mamila), pero tiene una trama muy interesante y personajes más que memorables. Así que yo sí se las recomiendo.

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La novela

Hace un mes terminé de escribir una novela, dentro del experimento colectivo denominado NaNoWriMo. Lo hice en gran medida porque quería ver si podía; para probarme a mí mismo como escritor. Me asumo como escritor; tal vez no uno particularmente bueno, pero escritor al fin y al cabo. No me dedico a eso; no me gano la vida con ello. Pero es una parte importante de mi persona.

Cuando acabó NaNoWriMo y yo “gané”, me di por satisfecho. No esperaba más realmente; nunca consideré seriamente el mostrar al mundo el fruto de escribir 50,000 palabras en 30 días. Pero ocurrió algo simpático, que debí prever dado que conozco el enorme tamaño de mi ego: me gustó mi novelita. No me engaño tampoco; no es la gran novela de las letras hispánicas; no es un relato realmente original; los personajes no son verdaderamente entrañables; y siendo completamente sincero la redacción no se aleja mucho de lo que ustedes, queridos lectores, pueden ver regularmente en este blog.

Pero me gustó; creo que es ligera, y razonablemente divertida. Tampoco conseguí (ni de lejos) el hacer una novela que mantuviera riendo a los lectores de principio a fin; hacer reír es terriblemente difícil. De hecho, me temo que me quedé sin chistes para contar; si escribo eventualmente otra novela tendrá que ser una tragedia griega, porque ya no se me ocurre cómo hacer reír de nuevo. Pero razonablemente divertida me parece que sí es.

Así que le pedí a varias personas cercanas a mí que la leyeran, y que me dieran sus opiniones, sus correcciones y sus ideas, y tuvieron la gentileza de hacerlo. Algunas de sus opiniones las seguí al pie de la letra; otras modificaron hasta cierto punto ciertos aspectos de la novela. Y otras más me valieron completamente madre, porque como les digo mi ego es enorme. Eso, y me dio hueva hacer ciertos cambios.

Pero lo importante es que las opiniones de estos queridos amigos míos me convencieron de que, al menos, la novela no apestaba completamente. A lo mejor apesta un poquito; pero no completamente.

Hoy por fin acabé con todas las correcciones y con la construcción del PDF que planeo, en más o menos tres meses, liberar en la red bajo la licencia Creative Commons Atribución-No comercial-No Derivadas 2.5 México. ¿Por qué en tres meses? Porque me encanta hacerla de emoción.

A partir del 5 de enero de 2009 comenzaré a publicar en el blog un capítulo de la novela cada tres o cuatro días. Esto sirve dos propósitos; no publicarla toda de golpe (lo que espero cause que más gente la lea), y tener algo que poner en el blog mientras estoy en Barcelona. Si todo sale como planeo, publicaré el último capítulo justo antes de regresar a México, y entonces crearé una página permanente en el blog para tener toda la novela en un solo lugar, y ahí mismo haré público el PDF (que, si me permiten decirlo, quedó bien bonito).

¿Por qué escribo ahora de esto, si no planeo publicar el primer capítulo hasta dentro de seis días? Pues porque quiero dejar constancia de que la novela la acabé en un mes, y que las correcciones me tomaron otro. Eso, y que el producto final quedó terminado durante el 2008. Manías de uno, pues.

Sólo una aclaración, respecto a los comentarios que permitiré en las entradas que sean capítulos de la novela. Voy a permitir comentarios, por supuesto; pero seré algo más autoritario respecto a cuáles censuraré sin sentirme mal al respecto. La novela no es una opinión mía, o una idea que proponga a discusión. Es creación, y (literalmente) la voy regalar al mundo. Aunque es discutible la calidad de dicho regalo, seguirá siendo un regalo; y voy a considerar de pésimo gusto que alguien la ataque destructivamente. Al fin y al cabo, como todo lo que hay en este blog, nadie está obligado a leerla.

Sí voy a permitir comentarios con críticas constructivas, por supuesto; pero seré sincero: voy a subir el estándar de la calidad de todos los comentarios que apruebe en los capítulos. Y eso va también para comentarios positivos, pero de contenido pobre; no aprobaré un comentario del tipo “ay, me encantó este capítulo; está bien lindo”, si eso es todo lo que dice.

Y aún con las críticas constructivas, inteligentes y bien articuladas que lleguen a aparecer y yo publique, debo enfatizar que lo más probable es que me valgan pura madre. Sencillamente lo podría dejar en que, exceptuando un puñado de personas en este mundo, en general no me interesa lo que piense de mí la gente; pero sí quiero hacer énfasis en que las entradas que contendrán los capítulos de mi novela difieren radicalmente de lo que normalmente publico en el blog. Lo que normalmente publico me interesan los comentarios de los demás, porque no es lo que piensan de mí (o bueno, así siempre lo he tomado yo); es lo que piensan de ciertas ideas o ciertas posturas políticas y/o ideológicas. Varias de las cuales ni siquiera son mías originalmente, además. No es algo (y en general no me lo tomo así) personal.

La novela es una creación muy personal, y además la estaré regalando. Entonces ahí sí no me va a importar lo que digan de ella, y si nada más me huele a que un comentario es puramente para chingar, no dudaré ni medio segundo en borrarlo; no lo voy a pensar dos veces.

Los dejo con la portada, como un adelanto de lo que vendrá en unos días. Ya había publicado un primer boceto, pero le hice algunas correcciones, y lo pongo ahora como PNG, porque se veía medio feo el JPEG.

La Noche del Alacrán (portada)

La Noche del Alacrán (portada)
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Despereaux, Un Pequeño Gran Héroe

Fui a ver The Tale of Despereaux. Se aplican las advertencias de spoilers de siempre.

The Tale of Despereaux

The Tale of Despereaux

Esta película la vi en una sala con probablemente todos los niños del universo. Y, niños como son, no dejaron de estar chingando ni un solo minuto de la película. Atrás, adelante, a los lados; niños y niños chingue y chingue y chingue y chingue.

Por supuesto, es mi culpa; ¿quién me manda ver una película para niños a las 7:20 de la noche durante las vacaciones de navidad?

La película no es muy buena. La animación por computadora (predeciblemente) es muy hermosa, pero la historia no tiene realmente nada particularmente interesante. Tal vez eso se hubiera compensado un poco si la hubiera oído en su idioma original; en inglés tiene un elenco impresionante.

En español, en general, es pasable. Excepto Belinda; no sé quién fue el hijo de puta que se le ocurrió darle el papel de la Princesa Pea. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre ponerla al nivel de Emma Watson?

Además, ¿de cuando acá las princesas hablan como si fueran del Colegio Madrid?

De verdad me daban ganas de darle un puñetazo en la cara a la escuincla, y luego quitarle la papa de la boca. O darle un puñetazo en la cara y quitarle la papa de la boca.

La historia realmente es muy blanda. Patéticamente blanda. Es la primera película de este tipo que veo en años que de verdad no tiene nada que ofrecer a un adulto. Es exclusivamente para niños, y yo diría que de seis años para abajo.

Lo cual reafirma que el pendejo soy yo, por haber ido a verla, y que me merezco que me tocara una sala llena de niños caguengues.

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God knows…

渇いた心で駆け抜ける
ごめんね 何もできなくて
痛みを分かち合うことさえ
あなたは許してくれない

無垢に生きるため振り向かず
背中向けて 去ってしまう
on the lonely rail

私ついていくよ
どんな辛い世界の闇の中でさえ
きっとあなたは輝いて
超える未来の果て
弱さ故に魂こわされぬように
my way 重なるよ
いまふたりに God bless

届けて熱くなる思いは
現実溶かしてさまよう
会いたい気持ちに理由はない
あなたへあふれだすLovin’ you

せめて美しい夢だけを
描きながら 追いかけよう
for your lonely heart

やめて噓はあなたらしくないよ
目を見てこれからのことを話そう
私覚悟してる
暗い未来だって
強くなって運命変えられるかもね
my wish かなえたいのに
すべては God knows

あなたがいて 私がいて
ほかの人は消えてしまった
淡い夢の美しさを描きながら
傷跡なぞる

だから私ついていくよ
どんな辛い世界の闇の中でさえ
きっとあなたは輝いて
超える未來の果て
弱さ故に魂こわされぬように
my way 重なるよ
いまふたりに God bless

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Blind Faith

Your eyes keep things well hidden
Just a hint of what you’re holding inside
And the first day that I met you
I consider the first day of my life
Thanks to you now I know
All my dreams can come true

Blind Faith in you, oh yeah
I’ve got blind faith in you
And I’m not sure that I deserve
A woman so true,
But I love, that you think I do

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Epic failure

En general uno sabe que los periódicos (y sus sucesores modernos, los sitios de noticias en Internet) tienen una ortografía pésima. Pero yo esperaría que al menos corrieran el corrector de ortografía antes de publicar algo:

Hamas vows "relatiation"

Hamas vows “relatiation”

Relatiation. Vámonos a la chingada.

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La Melancolía de Haruhi Suzumiya

Hace unas semanas estaba con una amiga platicando por el messenger, cuando me mandó el siguiente video de YouTube, y me preguntó si me parecía ridículo (o algo por el estilo):

Hare Hare Yukai

Hare Hare Yukai

Por supuesto que me pareció ridículo (debe ser de las coreografías más ridículas que existen), pero estaba tan anonadado por su asombrosidad (alguien tenía que traducir awesomess), que me puse a investigar de dónde carajo venía.

Viene, por supuesto, de The Melancholy of Haruhi Suzumiya (pongo el título en inglés porque ese fue el lenguaje del subtitulaje que vi).

The Melancholy of Suzumiya

The Melancholy of Suzumiya

En el artículo de la Wikipedia dicen:

“The series was extremely popular and has become a cult television series with a large and dedicated fanbase. As of December 2006, The Melancholy of Haruhi Suzumiya is the most popular anime in Japan according to Newtype magazine. Similar to Star Trek’s fans as Trekkies, fans of the series call themselves «Haruhiists», and the collective fandom is known as Haruhiism (ハルヒ主義, Haruhi shugi).”

No sé ustedes, pero si a me dicen que un animé es el más popular en Japón, me suena como que es algo que hay que tratar de ver. Así que me puse a conseguir la serie.

Aunque podía conseguir la versión en DVD, preferí ver un fansub porque en mi experiencia están mucho mejor traducidos, son más consistentes, y tienen detallitos como el poner notas explicando cosas intraducibles, sobre todo referencias culturales. También suelen traducir carteles y letreros, como se ve en este ejemplo:

Letrero traducido

Letrero traducido

El fansub que me agarré además trae el orden en que la serie se transmitió en Japón (y de hecho tal cual como se transmitieron), que le vale madre la cronología de la historia. Por eso cuando acabé de verla la primera vez no escribí acerca de ella de inmediato; quería verla de nuevo, en el orden “correcto”, antes de expresar lo que pienso de esta serie.

La historia, basada en una serie de “novelas ligeras”, es (contrario a lo que pudiera pensarse) de Haruhui Suzumiya, una encantadora (si bien a veces difícil) muchachita que acaba de entrar al equivalente de la prepa en Japón.

Haruhi Suzumiya

Haruhi Suzumiya

Aunque ella es sin duda el personaje principal, la trama es relatada (de forma magistral) por su compañero y amigo Kyon, no sólo explicando lo que ocurre en la historia, sino también sus propias reflexiones y reacciones a los extraños eventos en los que él comienza a encontrarse por juntarse con Haruhi.

Letrero traducido

Kyon

Una cosa interesante de Kyon; no sabemos su nombre de verdad. Su hermanita (una niña chulísima) le puso Kyon, y por alguna razón se le quedó el apodo. Todo mundo le dice Kyon, y durante la serie no nos enteramos nunca de cómo se llama en realidad.

Al inicio de la serie Kyon y Haruhi entran a la escuela, y por azares (o tal vez no) del destino el primero termina sentado adelante de la segunda. Después de que él se presenta a la clase le toca el turno a ella, y después de decir su nombre, la decidida muchachita anuncia que quiere conocer a extraterrestres, viajeros temporales, o psíquicos, que la vayan a buscar si ese es el caso.

Kyon reacciona como el resto de sus compañeros y nada más la mira extrañado, pero después, tal vez por estar sentado junto a ella (o tal vez no), le pregunta qué quiso decir con eso. La muchacha básicamente le contesta que la gente normal le aburre, y después se queda callada. Pero Kyon comienza a notar que todos los días Haruhi cambia de peinado, y extrañado le pregunta de nuevo por qué. La muchacha le da una explicación sencilla; pero al otro día aparece con el cabello recortado.

Y a partir de ese momento, de forma casual (o tal vez no) Kyon y Haruhi se hacen amigos y comienzan a platicar durante las pausas entre clases. Varios compañeros de Kyon se muestran extrañadísimos de que él pueda al parecer relacionarse con ella; casi todos afirman que lo habían intentado sin poder conseguirlo.

Por qué Haruhi “elige” a Kyon para hablar y como amigo es, hasta cierto punto, un misterio. Tal vez fuera que sólo él le preguntó el por qué de sus acciones, en lugar de tratar de invitarla a salir (todo mundo, Kyon incluido, admiten que Haruhi es de una belleza despampanante), o para platicar de trivialidades. Pero el punto es que comienzan una relación que es una amistad sencillamente, si bien queda claro que Haruhi puede ser una persona muy difícil.

Durante las primeras semanas de clase Haruhi se inscribe a todos los clubes de su escuela, para inmediatamente después dejarlos a todos, a pesar de que los clubes deportivos les encantaría tenerla como miembro (es muy buena en los deportes… y en la escuela… y en general en cualquier cosa que se proponga). Cuando Kyon le pregunta si hay alguno divertido, ella le dice que todos apestan. Cuando le pregunta por qué, ella le dice que no hay ninguno que tenga ningún tipo de experiencias paranormales o misterios; que parece ser la obsesión de Haruhi en la vida.

De forma completamente involuntaria (o tal vez no), Kyon le da la idea a Haruhi de formar su propio club, ya que ninguno de los existentes le interesa. De hecho él nunca le dice algo así, pero sí le menciona que, como gente normal, no tienen de otra; que sólo la gente extraordinaria es la que inventa o descubre nuevas cosas, y que ellos mejor deberían apechugar y vivir su vida tranquilamente. Pero de alguna manera Haruhi saca de ahí la idea de formar su propio club, y de inmediato recluta (forzosamente) a Kyon para que la ayude.

Haruhi forzando a Kyon

Haruhi forzando a Kyon

Dado que ya es avanzado el año escolar, el único salón que consiguen para el club es el del club literario, que por suerte (o tal vez no) sólo tiene un miembro; la generalmente callada y siempre seria Yuki Nagato, estudiante de primer año:

Yuki Nagato

Yuki Nagato

Yuki no tiene problemas con que usen el salón para el club de Haruhi siempre y cuando le permitan seguir leyendo… o eso dice al inicio. Poco después de eso Haruhi recluta (forzosamente) a la bellísima Mikuru Asahina, estudiante de segundo año:

Haruhi arrastrando a Mikuru

Haruhi arrastrando a Mikuru

Cuando Kyon le pregunta a Haruhi que por qué recluta a Mikuru, la respuesta de la muchacha es sencillísima; Mikuru es lindísima, está chiquitita, y tiene unas chichotas. Y acto seguido comienza a jugar con los senos de Mikuru, mostrando su punto.

Haruhi manoseando a Mikuru

Haruhi manoseando a Mikuru

Con una chava tan atractiva en el club, razona Haruhi, seguro atraerán a más integrantes. Y sí hacen mucho énfasis toda la serie (especialmente Kyon, que no parece poder dejar de verla) que Mikuru es un forrazo.

A partir de ese momento Kyon seguirá a regañadientes a Haruhi, mientras ella hace cosas como extorsionarle al presidente del club de cómputo una computadora, vestir a Mikuru y ella misma como conejitas para repartir volantes, y hacer que Kyon cree una página web para el club, que termina cambiando su denominación a “brigada”, ya que no puede ser club porque nadie tiene idea de qué quiere hacer Haruhi con él. La brigada se llama la “Brigada SOS”, que en japonés es Sekai wo Oini moriagerutame no Suzumiya Haruhi no dan”, y que la Wikipedia dice se traduce a Spreading excitement all Over the world with the Haruhi Suzumiya Brigade”.

Hasta este momento la serie es una comedia adolescente con tintes románticos, con la única particuliaridad de que Haruhi de verdad es un personaje encantador, que Kyon es un narrador muy cagado, y que es muy divertida. Pero fuera de eso todo es perfectamente normal.

Pero entonces Yuki le da un libro a Kyon, dentro del cual él ve una nota que le dice que la busque en cierta dirección en la noche. Kyon corre al encuentro extrañado, porque ciertamente Yuki no da muestras de ser romántica, y no puede imaginarse para qué lo querría ver fuera de la escuela.

Y es entonces cuando de verdad se pone interesante la serie.

Yuki le informa, en su forma de hablar parca y monótona, que no es humana; es un ser humano artifical creado por la Entidad de Datos Integrados para poder observar eventos en la Tierra e interactuar con la forma de vida inteligente dominante del planeta. También es, por lo mismo, una forma de vida extraterreste.

A Kyon no le extraña tanto el hecho de que Yuki diga esto, en primer lugar porque básicamente no le cree, y en segundo lugar porque no entiende la mitad de las cosas que Yuki le dice; pero le pregunta que qué carajo está observando en la Tierra.

La respuesta no le extraña a Kyon: la Entidad de Datos Integrados detectó tres años atrás una explosión de datos en Japón, y la fuente es Haruhi Suzumiya. Yuki está ahí para observarla y reportar lo que vea. También le informa que todo había estado relativamente estable durante esos tres años, pero que una nueva variable al parecer había comenzado a desequilibrar las cosas. La nueva variable al parecer es Kyon.

Kyon se va de ahí sin creerle mucho a Yuki, pero extrañamente (o tal vez no) tampoco descartando del todo que hubiera sido verdad.

Después de eso el último miembro se integra a la brigada SOS; Itsuki Koizumi, cuya principal característica es que parece ser insoportablemente amable y educado:

Itsuki Koizumi

Itsuki Koizumi

Ese fin de semana Haruhi decreta que irán a buscar misterios por la ciudad, y al dividirse en dos equipos Kyon termina (para su alegría) haciendo pareja con Mikuru, quien de forma muy penosa e insegura (porque así es ella), le explica que en realidad es una viajera del futuro que viene a investigar porqué ocurrió un terremoto temporal (timequake) hace tres años, y que los que la envían suponen que de hecho la responsable es Haruhi. También trata de averiguar porqué no pueden ya viajar más atrás en el tiempo que tres años antes de los eventos que transcurren durante la serie.

Kyon comienza a preocuparse de que Mikuru y Yuki estén diciendo la verdad, porque no parecen el tipo de muchachas que harían bromas, y al siguiente día de escuela confronta a Itsuki para saber si él también tiene algo que decirle. Por supuesto, resulta que sí; Itsuki es un psíquico (esper es la traducción que utilizan en inglés, pero por los poderes que Itsuki muestra a mí me parece más bien telequinesis), y descubrió que lo era (¡sorpresa!) tres años atrás, además de que pertenece a una “Agencia” con otros como él.

Itsuki es el que tal vez mejor le explica la situación a Kyon; mientras que Yuki le dijo que Haruhi puede “manipular los datos a su alrededor”, y Mikuru le dijo que Haruhi era capaz de causar “terremotos temporales”, Itsuki lo explica de forma mucho más sencilla: Haruhi puede alterar la realidad. Tal vez incluso al grado de destruirla y crear una completamente nueva. Itsuki incluso deja entrever que en su Agencia hay quienes creen que Haruhi es Dios (en este contexto en mayúsculas por supuesto), dado que tal vez es la creadora de la realidad actual.

Cuando Kyon le pregunta (como le preguntó a Yuki y Mikuru) porqué no le decían lo que sabían a Haruhi, Itsuki le explica que hay varios en su Agencia que han sugerido eso (eso, o hacer algo; lo que sea), en lugar de sólo ver y analizar la situación. Pero al parecer la mayoría prefiere mantener el status quo (y aparentemente lo mismo piensan la gente del futuro del que viene Mikuru, y la Entidad de Datos Integrados que creó a Yuki), porque en el fondo están aterrados de que Haruhi deshaga esta realidad para crear otra.

Los tres miembros de estas facciones, que irónicamente (o tal vez no) son justo lo que busca Haruhi (extraterrestres, viajeros en el tiempo, y psíquicos), entonces están ahí para tratar de mantener a Haruhi contenta, y (todavía más importante) sin que se aburra. Porque si se aburre puede llegar a destruir la realidad para crear otra que la entretenga más.

Y todo esto sin que Haruhi Suzumiya esté realmente consciente de su poder.

Y, además, Kyon es fundamental para mantener a Haruhi tranquila, porque le han dejado ver (de forma velada y sutil), que Haruhi lo eligió probablemente porque está enamorada de él. Y él de ella también, pero como se ven las cosas va a costar mucho que alguno de los dos lo admita. De hecho la vez más cercana (en el animé) que estuvieron a que Haruhi desmadrara la realidad, fue detonada por un arranque de celos que le causó el ver a Kyon siendo demasiado amable con Mikuru.

Así que la serie termina siendo un drama/comedia adolescente (más de lo segundo que de lo primero, por suerte), con situaciones normales para estudiantes preparatorianos, combinada con algo de situaciones extraordinarias, que le causan una angustia increíble a Kyon (cuando no ponen en peligro su vida, la de los miembros de la brigada SOS, o el mismo universo), y de las cuales Haruhi ni cuenta se da.

Pero lo realmente importante son los personajes; a mí en particular me encanta Yuki, porque aunque comienza siendo poco más que una computadora dentro de un cuerpo humano, poco a poco va desarrollando una personalidad, gustos, e incluso algo parecido a sentido del humor; además de que ella y Kyon terminan siendo (no hay mejor forma de explicarlo) amigos. Y buenos amigos, hasta ello.

Y el romance entre Haruhi y Kyon es muy, muy bonito; y terriblemente complicado porque aunque a Kyon sin duda alguna le gusta Haruhi físicamente y le gusta estar con ella, lo cierto es que es una muchacha muy difícil a veces: mandona, empecinada, caprichuda y ligeramente autista a las opiniones de los demás. Además de que tener al lado a Mikuru ciertamente lo confunde; leí que en las novelas se llega incluso a insinuar si no la habrán enviado del futuro como sabotaje, sabiendo que Mikuru (sin que lo sepa o desee) es un potencial obstáculo entre Haruhi y Kyon. Y la misma Haruhi no ayuda, vistiéndola de forma sexy todo el tiempo.

Haruhi y Kyon

Haruhi y Kyon

Encima de todo ello, la serie tiene un sentido del humor fabuloso, y muy inteligente; es de los pocos animés cómicos que veo donde no recurren hasta el cansancio a las bromas visuales típicas del género (la gota enorme para mostrar vergüenza o pena ajena, la vena caricaturezca saltando para mostrar enojo, mazos que aparecen de la nada, o narices sangrando cuando alguien ve a una chava en ropa interior). Y, repito, la narración de Kyon en todo momento es excelente.

En los aspectos técnicos, la serie también es muy buena; tiene una animación preciosa y consistente todo el tiempo, los efectos especiales son muy chidos (y muy cagados, cuando aparecen), y la actuación de las voces en japonés es fabulosa. Repito; especialmente la narración de Kyon.

La Melancolía de Haruhi Suzumiya, que saca su título de que justamente los demás miembros de la brigada SOS quieren evitar que Haruhi se ponga melancólica y entonces destruya el universo, tiene 14 episodios. Seis de ellos son justamente la primera novela ligera, que se llama igual: La Melancolía de Haruhi Suzumiya. Otros siete son sacados de varios capítulos de novelas subsecuentes, y el decimocuarto (y final, cronológicamente) es uno que el autor de las novelas escribió específicamente para la serie de televisión.

Como mencioné arriba, la serie ha tenido un escandaloso éxito en Japón, y una segunda temporada está en producción. Yo espero que hagan varias más, porque al parecer todo lo relacionado con Haruhi Suzumiya ha sido todo un fenómeno comercial, y porque ya van nueve novelitas publicadas, con una más en producción. Y porque de verdad quiero ver más de estos personajes, que son encantadores y divertidos.

No sé si vaya a llegar a México la serie; lo único que me preocuparía es que los últimos doblajes que he oído de animé (y de televisión en general) han sido lamentables. Pero independientemente de eso, consigan la serie y véanla.

Les aseguro que no se van a arrepentir.

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Twilight

Siguiendo la recomendación de una lectora leí Twilight, la novela en la que se basa la película del mismo nombre (contrario a lo que pudiera pensarse, le pusieron Crepúsculo en español a la misma).

Reafirmo lo que dije de la película; la historia es el sueño húmedo de una adolescente caliente (valga la redundancia) y medio pendeja.

La novela es muy similar a las novelas de Corín Tellado, nada más que mucho más larga y con la voz de una adolescente que le cuesta mantener su calentura a raya. A partir de más o menos la mitad de la historia, Bella no puede relatar más de dos páginas sin mencionar qué guapo, hermoso, atractivo y sensual es Edward; todo el tiempo menciona sus “fuertes brazos”, su “pecho de marfil”, su “aroma intoxicante”… está bien, niña; te pones húmeda al verlo. Lo entendimos las cien primeras veces; no es necesario que lo repitas otras mil.

Me molesta también que la historia supuestamente es un romance, y realmente no hay razones para que Bella y Edward se enamoren el uno del otro. Edward tiene cerca de cien años, en teoría, y es aburridísimo. Sólo Bella repite todo el tiempo que es bueno en todo, aunque sólo vemos algunas cosas obvias como correr, manejar, y un poquito más interesante el tocar el piano. Pero eso es todo; Edward no tiene nada realmente de interesante, excepto ser vampiro. Y para acabarla de chingar, pertenece a una familia de vampiros “vegetarianos”; así que terminan siendo más aburridos que los vampiros “normales”.

Y Bella de plano es una adolescente común y corriente, sin ningún motivo para moverle el tapete a un vampiro que no ha podido hallar el amor en casi un siglo. El único motivo explícito que Edward menciona por el cual no puede dejar a Bella, es que “huele rico”. Eso lo explica todo, supongo. En la película también ocurre que no se justifica el susodicho “romance prohibido”, pero la novela debería tener más espacio para hacerlo.

Es una novela pendejísima. Se supone dirigida a “jóvenes adultos”, realmente no puedo creer que alguien mayor de dieciséis años se enamore de la historia. Y por supuesto, en su enorme mayoría sólo chavas. No me quedaron ganas de leer las secuelas; y eso es rarísimo en mí.

Con sorpresa descubrí que la película me gustó mucho más que la novela. Y la película es un pinche churro adolescente; imaginen qué dice eso de la novela.

Dicho todo lo anterior, no está pésimamente escrita, y Bella se saca de vez en cuando un par de chistes divertidos. Pero para escuchar los balbuceos de adolescentes calientes, mejor escucho a mis primas de trece años; que por supuesto están leyendo la novela después de ver la película, y no dudo que les encante. Al menos mis primas son más interesantes.

Lo he dicho ya varias veces, pero lo repito: esta historia es el sueño húmedo de una adolescente caliente. Y medio pendeja; es una fantasía que solamente a una adolescente emocionaría; dice Bella cerca del final del libro:

It wouldn’t matter how long we had to hide. To be trapped in a hotel room with him would be a kind of heaven. So many questions I still had for him. I could talk to him forever, never sleeping, never leaving his side.

No conozco una mujer que se respete que eso le pareciera el paraíso. Chavas sí, por supuesto; pero no mujeres.

Como novela para un público adolescente (y por supuesto, casi exclusivamente femenino), supongo que no está tan mal. Al menos hace que lean un libro. Pero realmente es pendejísima.

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Una de mascotas y otra de familias disfuncionales

Fui a ver dos películas a Cinépolis Perisur. Se aplican las de siempre.

  • Bolt (Bolt: Un perro fuera de serie).
    Bolt

    Bolt

    Desde que vi los cortos de esta película tenía muchas ganas de verla, y no me decepcioné. No sólo es divertida, emocionante y bonita; además comprueba lo que he dicho toda mi vida: que los perros son imposiblemente estúpidos. Tal vez los animales más fieles al ser humano también, pero eso no les quita el ser estúpidos.

    Bolt es un perro estrella de un programa de televisión, donde interpreta a un súper perro con súper poderes. Estúpido como todos los perros, de hecho cree que es verdad que los tiene. El director del programa, amenazado por la cadena, decide oscurecer la trama de un episodio haciendo que Penny (la actriz principal del programa y dueña en la vida real de Bolt) sea secuestrada, y dejando todo en un “continuará…”

    El estúpido perro cree que de verdad la raptaron, y escapa para rescatarla, para acabar de forma imposible perdido en Nueva York, donde “recluta” a una pobre gata callejera porque cree que es secuaz del villano del programa de televisión.

    Ante una trama tan estúpida, está una película bien bonita, muy divertida, con más que memorables escenas de acción, y una trama bastante sencilla que habla de la lealtad que le tiene un perro a su amo (o ama, en este caso).

    A mí me encantó la película, porque me estaba meando de la risa en varias escenas, y porque las secuencias de acción están muy chidas. También me conquistó completamente la gata callejera que, como todos los gatos, es infinitamente más lista que el tarado y fiel perro. Y por supuesto, Rhino el hámster, que es todavía más estúpido que Bolt.

    Así que váyanla a ver con niños chiquitos y luego ustedes solos; está súper chida.

  • Four Christmases (Ni en tu casa ni en la mía).
    Four Christmases

    Four Christmases

    Los creadores de esta película es descaradamente obvio que no soportan a sus familias. Probablemente las quieran, pero no deben poder aguantarlas.

    Brad y Kate huyen de sus familias todas las navidades, inventándoles excusas para no ir a verlos y mejor yendo a vacacionar en playas exóticas. Pero este año les cancelan su vuelo y salen en televisión, y sus cuatro padres (divorciados, obviamente) los obligan a ir a verlos. El caos se sigue.

    Esta debe ser la película navideña con menos espíritu navideño que jamás yo haya visto… que por supuesto para mí no es algo necesariamente malo; soy ateo, la navidad me viene valiendo más bien madres la mayor parte del tiempo. Pero además tiene varias de las escenas más incómodas posibles de gente que no aguanta a su familia y sólo la ve cuando los obligan.

    Dicho eso, sí me hizo reír varias veces; y los cuatro padres deben ser de los actores que mejor me caen a mí: el fabuloso Robert Duvall, una todavía guapísima Mary Steenburgen, una etérea Sissy Spacek, y el siempre chido Jon Voight. Además sale Jon Favreau robándose todas las escenas donde aparece.

    Si son de los que se tragan el acondicionamiento comercial del “espírito navideño”, o de los que se creen la cosa esta de la “unidad familiar”, probablemente no les guste la película. A mí se me hizo grotesca, pero divertida, y ciertamente me cayeron bien los personajes. Así que vayan a verla, pero advertidos.

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Entre la vida y la muerte

Qué mala traducción del título. Fui a ver Appaloosa, porque presiento que no va a durar en cartelera. De hecho tuve que ir a verla a Cinépolis Ajusco, porque en Perisur duró como dos horas, me parece.

Me llevé una agradable sorpresa con el cine, por cierto; sigue sin llegar a los estándares de Perisur, pero está mucho mejor que Cinépolis Miramontes, por ejemplo.

Se aplican las de siempre.

Appaloosa

Appaloosa

Ed Harris (que a mí me ha caído bien desde siempre) dirige la película e interpreta a Virgil Cole, un pistolero que trabaja del lado de la ley, y Viggo Mortensen a Everett Hitch, su leal compañero de doce años. Los dos llegan a Appaloosa, un pueblo aterrorizado por el ligeramente psicótico ranchero Randall Bragg (Jeremy Irons, que por fin vuelve a salir en una buena película), a poner el orden.

Mientras se da el juego de vencidas entre los pistoleros buenos y los malos, aparece Allison French (Renée Zellweger, intrascendente en general), una viuda que pronto comienza una relación con Virgil.

La película es, y no hay mejor descripción para ella, de vaqueros: hasta indios aparecen. Hay balazos, trenes, cantinas, prostitutas, caballos, golpes, hombres actuando muy hombres y mujeres que básicamente aparecen como accesorios.

A pesar de eso a mí me pareció una muy buena película, en gran medida por las actuaciones de Harris y Mortensen, cuyos personajes tienen una química masculina muy chida entre ellos. Además es muy real, y los personajes muy humanos. Esta película, junto con 3:10 to Yuma y Unforgiven son las únicas películas de vaqueros que realmente me han gustado.

Lamentablemente no creo que dure mucho en cartelera, pero yo sí les recomendaría que la vieran.

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La Mole 2008

Total que aprovechando que Omar está en México fuimos mis cuates y yo a la Mole. En parte era ese el pretexto; pero yo la verdad iba con la idea de fotografiar chavas guapas en minifalda, porque la última vez que fui no llevé mi cámara y me arrepentí mucho. Porque había chavas guapas en minifalda. Mini mini. Micro. Cinturones gruesos.

Total que por andar en la pendeja, me perdí la oportunidad de fotografiar de cerca y fotografiarme yo con varias chavas guapas en minifalda; sólo pude tomarles unas cuantas fotos de lejos, porque les estaban haciendo una entrevista.

Las chicas de la Mole

Las chicas de la Mole

Lo sé, lo sé; la foto es muy mala. No tengo muy buen zoom, y además no jala muy bien mi cámara con luz artificial.

Como sea, nos la pasamos chido; lo que sí es que cada vez veo menos cómics en estas convenciones. Recuerdo que cuando yo empecé a ir a convenciones de cómics se podían encontrar en las mismas un montón de números atrasados. Ahora parecen vender más mercancía relacionada que cómics en sí; películas, CDs, carteles, accesorios, figurillas.

Ah, y vimos dos chavos vestidos de Depredadores con disfraces muy chidos.

Enrique y los Depredadores

Enrique y los Depredadores

El chavo (como pueden ver) estaba chaparrito; pero lo compensaba con creces con la actitud. Muy chido su disfraz.

Depredador

Depredador

Yo me tomé una con la Depredadora.

Yo y la Depredadora

Yo y la Depredadora

Tenía muy bonito cuerpo (la cara no la vi, obviamente); lo que sí es que no sé qué tanto se le podía atribuir al hule-espuma. Como sea, también estaba muy chido el disfraz.

Después de eso nos fuimos a cenar a La Pagoda, donde caí en cuenta no había ido desde hacía más de once años, en 1997. Me la pasé bien; me gustaría haber podido ver más a Omar y Paola, además de ayer y una pequeña reunión que tuvimos en mi depa, pero estaban altamente solicitados porque no habían venido en un montón de tiempo, y además es la primera vez que traían a su hijo.

Y chida la Mole también. Lástima que esté en modo ahorro, porque me voy a Europa en enero; me hubiera gustado comprar algunas cosas.

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ハレ晴レユカイ

ナゾナゾみたいに地球儀を解き明かしたら
みんなでどこまでも行けるね

ワクワクしたいと願いながら過ごしてたよかなえてくれたのは誰なの?

時間の果てまで Boooon!!

ワープでループなこの想いは
何もかもを巻き込んだ想像で遊ぼう

アル晴レタ日ノ事
魔法以上のユカイが
限りなく降りそそぐ 不可能じゃないわ
明日また会うとき 笑いながらハミング
嬉しさを集めよう
カンタンなんだよ こ・ん・な・の
追いかけてね つかまえてみて
おおきな夢&夢 スキでしょう?

イロイロ予想が出来そうで出来ないミライ
それでもひとつだけわかるよ

キラキラ光って 厚い雲の上を飾る
星たちが希望をくれると

時間に乗ろうよ Byuuuuun!!
チープでクールな年頃だもん
さみしがっちゃ恥ずかしいよなんてね 言わせて

手と手をつないだら
向かうトオコ無敵でしょ
輝いた瞳には 不可能がないの
上だけ見ていると 涙もかわいちゃう
「変わりたい!」
ココロから強く思うほど つ・た・わ・る
走り出すよ 後ろの人もおいでよ
ドキドキッ するでしょう?

Boooon!!

ワープでループなこの想いは
何もかもを巻き込んだ想像で遊ぼう

アル晴レタ日ノ事
魔法以上のユカイが
限りなく降りそそぐ 不可能じゃないわ
明日また会うとき 笑いながらハミング
嬉しさを集めよう
カンタンなんだよ こ・ん・な・の
追いかけてね つかまえてみて
おおきな夢&夢 スキでしょう?

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El Día que la Tierra se Detuvo

Fui con mi hermano a ver The Day the Earth Stood Still. Se aplican las de siempre.

The Day the Earth Stood Still

The Day the Earth Stood Still

Una nueva versión de la película de 1951 (“Klaatu barada nikto”), la historia es acerca de un alien que viene a la Tierra a decirnos que hay que dejar de estarla apestando con contaminantes y calentamiento global, pero que mejor decide exterminarnos a todos los humanos junto con nuestra tecnología cuando lo reciben los gringos con un pronto disparo al torso, y cuando otro alien que lleva viviendo aquí 70 años le dice que sí, que mejor nos exterminen.

Una hermosísima Jennifer Connelly se hace amiga del alien, y junto con su hijo negro logran convencerlo de que mejor no, que no nos maten, que nos den una segunda oportunidad. Y, básicamente, esa es la trama.

(La película de 1951 era igual de idiota, por cierto).

A mí me gustó la película, porque Keanu Reeves me cae muy bien, porque Jennifer Connelly está muy guapa, y porque tiene efectos chidos. Pero tiene una trama muy idiota, y es bastante más aburrida de lo que esperaba. Ah, pero en su defensa también tiene un robotsote bastante chido.

Creo que pudo haber sido más entretenida y con más acción; pero no es un completo desastre. Y el mensaje, por cursi y paternalista que sea, está chido. Así que yo sí la recomiendo.

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