No, no es un chiste.
Ayer fui a comer con Enrique y Juan dado que el último se va de vagaciones en semana santa, y después me fui a esconder al cine, porque el tráfico estaba imposible por la gente que abandona la Ciudad como las ratas abandonan un barco hundiéndose.
Vi tres películas (una inglesa, una mexicana y una gringa), para poder esconderme hasta la una de la mañana en el cine, y porque quiero ver los estrenos rápido para tener tiempo en la semana santa para un proyecto que he estado posponiendo desde hace unas semanas.
Se aplican las advertencias de spoilers normales.
- Cassandra’s Dream (Los Inquebrantables).
Esta es una película de Woody Allen pero inglesa en todo lo demás. Además sale Tom Wilkinson, que me encanta el tipo.
Ian (Ewan McGregor) y Terry (Collin Farrell) son dos hermanos que tienden más a ser perdedores que otra cosa, pero que en un golpe de suerte consiguen comprar un botecito (la famosa “Cassandra’s Dream”), y por ello y otras razones siempre andan en busca de cómo hacer dinero; el primero investigando posibilidades de negocios, y el segundo apostando.
Como era de esperarse, Terry pierde en grande y termina debiendo 90,000 libras esterlinas, y le pide ayuda a su hermano. Entre los dos deciden pedirle a su tio Howard (Tom Wilkinson), un cirujano plástico que se ha vuelto millonario en California, y el tío (que siempre ha mostrado mucho afecto por ellos) decide ayudarlos… con una condición. Que maten a alguien.
Las últimas tres películas de Woody Allen, ésta, Scoop y Match Point, tienen en común que ocurren en inglaterra con una mayoría de actores ingleses, que son de asesinatos, y que lidian con la paradoja moral de cómo puede alguien seguir viviendo consigo mismo después de matar a alguien (si logran salirse con la suya). Match Point se me hizo a mí fabulosa, buenísima. Scoop en cambio me pareció pésima; de las peores películas que he visto de Woody Allen.
Cassandra’s Dream está entre ambas; no es muy buena, ni muy mala. Es, y en el perfecto sentido de la palabra, regular.
Yo soy fan casi incondicional de Ewan McGregor; pero Collin Farrell me sorprendió: su actuación es muy superior a la del primero, aunque ambos actúan bien. La resolución de la historia se me hizo algo débil (no les voy a decir si los hermanos logran salirse con la suya), pero la escena del asesinato me pareció genial en el sentido de que cuando la estaba mirando, me di cuenta de que estaba sintiendo algo raro. Tardé un momento en darme cuenta de que tenía miedo, el mismo miedo que tenían los hermanos al estar a punto de cruzar una línea de la cual ya no se puede regresar.
Como sea, la película es buen material para DVD; no hay motivo real para verla en el cine. Pero sí la recomiendo.
- La Zona.
Los lectores regulares de mi blog se habrán dado cuenta de una aparente contradicción en mí; soy (para motivos prácticos) antigringo y nacionalista, y sin embargo veo poquísimo cine nacional. Mi explicación es muy sencilla: el cine nacional apesta. Y cuando no apesta, a mí en general me parece aburridísimo; ciertamente me gustan películas gringas muy malas, pero en general al menos son divertidas.
Además está el hecho de que cuando hay películas mexicanas que me interesan (como La vida inmune), las ponen en bien poquitas salas.
Como sea, cuando vi el avance de La Zona, la premisa se me hizo interesante. Además sale Daniel Giménez Cacho, que me cae muy bien, y decidí ver cómo estaba.
La Zona es una colonia/barrio cercado y con paranoicas medidas de seguridad (como cámaras de video a cada tres pasos), donde vive gente (en general) pendeja que (en general) cree que tales medidas los mantendrán seguros.
Un día de tormenta el viento rompe un anuncio espectacular, que cae sobre la barda abriendo un hueco. También causa múltiples cortes en la electricidad, y entonces tres chavos pobres de afuera de la Zona aprovechan para entrar a robar (porque todo mundo sabe que la gente pobre roba a la primera oportunidad).
Durante el asalto uno de ellos mata a una viejita, y en la huida matan a dos de los ladrones. También uno de los habitantes de la Zona mata (sin querer) a uno de los guardias privados del lugar (al parecer todos los habitantes de la Zona están armados). La Asamblea de vecinos decide ocultar todo el hecho, porque tienen un amparo que los “protege” de que entre la policía, que se invalida al primer altercado que resulte en hechos de sangre. Y también deciden cazar literalmente como a un perro al pobre muchacho que sobrevivió (que no fue el que mató a la viejita), y que quedó atrapado en la Zona.
La película me sorprendió muchísimo; es fabulosa. Daniel Giménez Cacho es maravilloso en su papel como uno de los líderes de los vecinos, su actuación es de las mejores que he visto en el cine mexicano. Mario Zaragoza también es buenísimo como el Comandante Rigoberto, una versión modernizada de Filiberto García, el policía de la novela El complot mongol de Rafael Bernal; brutal, simple, pero excelente policía y con unos principios medio extraños, pero principios al fin y al cabo: “no me van a rebajar estos pendejos”.
Carlos Bardem también es fabuloso en su papel del clásico pendejo que se cree superior por tener algo más de lana y educación que otros, y Marina de la Tavira interpreta a su contraparte femenina; de esas viejas estúpidas que creen que la “nacada” en cualquier momento las robaremos, violaremos y mataremos. Esos dos son sin duda los villanos de la película, creyéndose con el derecho de poder asesinar a un pobre muchacho que tomó una mala decisión: “ojo por ojo”, dice en algún momento el persona de de la Tavira.
Los chavos, Alejandro (Daniel Tovar) y Miguel (Alan Chávez), que terminan teniendo una improbable amistad, también actúan bastante bien.
La historia tiene sus fallas, en mi opinión; en primer lugar no hay en ningún momento ni siquiera un intento de explicación de cómo existe una desigualdad social tan cabrona que permite que gente como la de la Zona y los de afuera vivan literalmente separados únicamente por una pared. Al final no reciben su merecido castigo los monstruos que al fin y al cabo es en lo que se convierten los habitantes de la Zona que linchan a Miguel (aunque queda abierta la posibilidad de que sí haya algo de justicia al final). Y el hecho de que los tres chavos que entran a la Zona a robar lo hacen en automático; que justamente el creer que son así las cosas ayuda a perpetuar en los hechos la paranoia estúpida de la gente que cree que con muros y cámaras aumenta la “seguridad” de un lugar.
El mensaje de la película es que las diferencias entre la gente que vive dentro y fuera de la Zona realmente no es tanta, y que el estar polarizando sobre esas diferencias es en primer lugar pendejo, y en segundo lugar peligroso, porque fácilmente lleva a la violencia. Y en ese sentido es bonito el final, cuando Alejandro sale de la Zona para evitarle al cadáver de Miguel la humillación de ser tirado a la basura, y termina comiendo unos democráticos tacos de pastor con harto limón fuera de la Zona, mandando a la chingada la idea estúpida de sus padres de querer tenerlo “seguro” encerrado en el bonito pero irreal mundo de la Zona. Y ese mensaje está bien, pero podría haber sido mucho más profundo y explícito.
Como sea, sí hay un sutil mensaje social; al inicio de la película, la cámara pasa por la Zona, y entre el montón de camionetas estacionadas hay una que tiene una calcomanía de Felipe Calderón. La gente que vive en lugares como la Zona es sin duda uno de los importantes sectores que vota por el PAN; y ciertamente la pendejísima idea de encerrarse para estar más “seguros” es una idea de la derecha, no de la izquierda, y que llevada al extremo siempre conduce al fascismo.
En mi colonia un tiempo quisieron poner una valla en la calle. Cuando pasaron por mi casa para pedir la firma, inmediatemente les dijimos que no: es idiota. Las vallas y bardas sólo encierran a la gente que vive dentro; ciertamente no mejoran ninguna seguridad. Hasta ahora no hay tal valla, y me enorgullece creer que el que nosotros nos hayamos negado tiene mucho que ver en el asunto.
La Zona sin duda alguna es de las mejores películas mexicanas que he visto en mucho tiempo. Además es indiscutiblemente chilanga, y lidiando con un problema que ocurre mucho en mi hermosa Ciudad. Así que vayan y véanla; si no están de acuerdo con el mensaje (que muchos no lo estarán), las actuaciones por sí mismas lo valen.
- August Rush (Escucha tu Destino).
August Rush es una película pendeja, barata, cursi, melodramática, predecible y barata. Y sí, ya sé que repetí barata; pero es que es tan barata que vale por dos.
Lyla Novacek (una hermosísima Keri Russell a.k.a. Felicity) y Louis Connelly (un guapísimo Jonathan Rhys Meyers) son dos músicos (ella violonchelista clásica, él cantante y guitarrista en una banda de “rock”), que se conocen una noche y se enamoran y cogen.
El papá de ella le prohíbe verlo a pesar de que se embaraza, y durante dicho embarazo tratan de encontrarse, pero se pierden mutuamente. Ella tiene un accidente y el papá aprovecha para decirle que el niño murió, dándolo secretamente en adopción.
Los dos dejan de tocar durante el tiempo preciso en que tarda el hijo, llamado Evan Taylor (Freddie Highmore), en comenzar a buscarlos. Y como resulta ser el siguiente Mozart, su música los reúne a los tres en un concierto masivo en Central Park.
Neto. Más pendejo, predecible, cursi y barato no se puede poner.
Dicho bien claro que la película es pendeja, barata, cursi, melodramática, predecible y barata (dos veces), a mí me encantó. Porque está bien contada, y que sea tan barata es algo que se buscaba; no les quedó así sin querer. Y si uno lo ve como un cuento de hadas donde en lugar de magia hay música que causa magia, pues está bonita. Pendeja y barata, pero bonita. Y la música (en mi limitado entendimiento de ese arte) es fabulosa.
Así que véanla. Además Keri Russell (que para mí siempre ha sido y será Felicity) sale muy, muy guapa y actúa bastante bien; igual que Freddie Highmore, en el papel del talentoso y ligeramente autista Evan.
Sólo que sí entiendan que es pendeja, barata, cursi, melodramática, predecible y barata. Dos veces. Luego no me acusen de que no les dije.
