En exactamente seis semanas serán las elecciones del 2 de julio. Falta mes y medio, y por eso quiero hacer una petición a mis lectores.
Voten.
Las próximas elecciones no tienen nada de extraordinarias. Ni el país va a entrar a un nuevo paraíso, ni va a caer a un agujero del que no pueda levantarse. No se van a solucionar todos nuestros problemas, ni (necesariamente) se van a crear situaciones de las cuales no podamos salir.
De eso estoy convencido. Y estoy convencido porque gane quien gane, la gente es al final de cuentas la que tendrá la última palabra en todo lo que ocurra. Y yo tengo confianza en la gente de este país. Y justamente una de las acciones más poderosas que tenemos los ciudadanos mexicanos es ejercer nuestro voto.
Voten.
Por el candidato que quieran, por el partido que quieran, por el proyecto de nación que quieran, pero voten. Incluso por el Dr. Simi si así lo desean (y ciertamente la Constitución lo permite).
Voten.
Por supuesto es prerrogativa de cada quien el ir o no a votar. Pero yo sí soy de la postura de que no hacerlo es una irresponsabilidad. No sólo porque no hay tal cosa como “lavarse las manos” porque no les guste ninguno de los candidatos (además de que pueden votar por un candidato no registrado, por cierto); es porque nos ha costado muertos, detenidos, desaparecidos el conseguir que nos respetaran y que realmente contara nuestro voto (y en el caso del DF, incluso el que pudiéramos elegir a nuestros gobernantes). Después de tanta lucha y tanto sacrificio, sí se me hace irresponsable el querer desafanarse de algo que nos atañe a todos.
Voten.
Y si ya estaban convencidos de hacerlo, entonces vayan con todos sus conocidos (desde su familia inmediata hasta el que atiende la tiendita de la esquina), y convénzanlos de votar. Por quienes ellos quieran, pero que vayan a votar. Y cuando los hayan convencido, díganles que ellos también convenzan a todos sus conocidos, y que así se siga hasta que todos (o casi todos) votemos.
No estoy llamando a votar por un candidato o partido en particular. Los que me leen regularmente ya saben mis preferencias políticas; pero este llamado también incluye a los que abiertamente me han dicho que creen que estoy equivocado y que van a votar por alguien más. A ellos también les digo: voten, y díganles a sus conocidos que voten, y así hasta que la enorme mayoría votemos.
Ha sido un camino muy largo y muy difícil para conseguir que nuestro voto cuente: hagamos entre todos que esa lucha haya valido la pena. Que gane el que tenga que ganar; pero que no gane el abstencionismo.
Voten.
