So I’m a Spider, So What?

El siguiente (creo, se me confunden en la mente) animé que vi, fue Kumo desu ga Nani ka, conocida en inglés como So I’m a Spider, So What?, pero que la comunidad normalmente le dice Spider Isekai.

Kumo desu ga Nani ka

Kumo desu ga Nani ka

Esta serie tiene varias cosas interesantes; es un Isekai, entonces es una fantasía de poder como suelen ser casi todos, pero contrario al resto, tiene:

  • Una protagonista mujer, inicialmente anónima.
  • Dicha protagonista es isekaiada al nuevo mundo como una araña, recién nacida como tal.
  • La protagonista es isekaiada con toda su clase de la prepa (aunque originalmente no sabe esto).
  • El método de desmorir a los estudiantes para que reencarnen en el nuevo mundo es a la vez original e hilarante: los hacen volar con una bomba.
  • La araña es representada a los espectadores (y se sospecha a ella misma) de forma adorable, cuando en realidad es un monstruo espeluznante.
    Las formas de la araña

    Las formas de la araña
  • Después de evolucionar, la araña se vuelve sexy.
    Araña sexy

    Araña sexy
  • Y por último adquiere una forma humana.
    White

    White

Eso último es de lo mejor de la serie: el personaje White aparece relativamente temprano en la historia, pero siempre permanece con los ojos cerrados. El nombre y que nunca abra los ojos es para destantear el espectador; la idea es que no tengamos idea de que White es nuestra adorable arañita evolucionada (que tiene unos ojos muy distintivos), pero la verdad yo me di cuenta como a los cinco minutos, y eso es grave porque a mí no es raro que se me vayan esas cosas.

Todos los muchachos reencarnados comienzan su nueva vida desde que nacen, pero la protagonista, siendo una araña, tiene autonomía y capacidad de defenderse a sí misma casi de inmediato, mientras que el resto de sus compañeros necesitan primero literalmente destetarse. Aunque muy débil inicialmente, la araña (que era gamer en nuestro mundo) deduce que el nuevo mundo funciona como un RPG y rápidamente comienza a subir de nivel, adquirir habilidades y hacerse cada vez más fuerte.

El resto de la historia es, en gran medida, las mismas mamadas de Isekais de siempre, pero sí está muy entretenida y preferiría que lo vieran por su cuenta. Yo la disfruté enormemente.

Sin embargo, lo más interesante de la serie lamentablemente no tiene nada que ver con su historia: tiene que ver con la producción de la misma. Al parecer fue tan desastrosa que historias de terror comenzaron a filtrarse fuera del estudio (lo cual es relativamente raro en Japón, tengo entendido), hasta que llegó un punto donde de plano un capítulo fue retrasado una semana.

A mí nunca me había tocado que eso ocurriera durante la transmisión de una serie; después, con la pandemia despedazando los flujos de trabajo de básicamente todas las industrias del mundo, se volvió de hecho común, pero esta serie fue la primera que me tocó verlo.

Lo segundo es que hacia el final de la serie estaba ya tan mal la producción de la misma, que la animación se volvió risiblemente mala, regalándonos escenas como la siguiente, del antepenúltimo episodio:

Fondos de PlayStation 2

Fondos de PlayStation 2

Sí, esos son un puñado de personajes dibujados torpemente encima de un fondo que al parecer lo renderearon utilizando un PlayStation 2: pero eso no es lo peor. Lo peor es que se supone los personajes están en un bosque.

La serie tiene muy buena animación en múltiples puntos, incluyendo varios usos de CGI bastante buenos. Sin embargo los malos ejemplos son de las peores cosas que yo haya visto. Y es una lástima, porque la historia está interesante, la música es espectacular y los personajes son muy entrañables, comenzando con nuestra inicialmente anónima arañita.

La producción fue tan desastrosa al final que no he oído a nadie hablar de una segunda temporada; lo cual es una desgracia, sí me gustaría ver qué pasaba con la araña y sus compañeritos de la escuela.

Aún así la recomiendo: está en Crunchyroll, si les interesa.

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Por quien sea, pero voten

En dos semanas exactamente, tendremos las elecciones más importantes en la historia de nuestro país.

Decir que son las elecciones más importantes en la historia es una tradición que se repite durante todas las elecciones, porque paradójicamente siempre es verdad, por definición. Todas las elecciones son las más importantes, pero la que sea en turno es la más importante, que es a su vez igual de importante que todas las demás. Si eso no les hace sentido, yo no seré el que se los explique.

Siendo entonces, como son, las elecciones más importantes en la historia de nuestro país, es de suma importancia que dentro de 14 días salgan y emitan su voto. Por quien sea, pero que voten.

Si apoyan (aunque sea mínimamente) a la Transformación que se ha llevado a cabo bajo Morena, entonces es fundamental que salgan a votar este 2 de junio: sí, Claudia va a ganar, de calle; pero están las elecciones locales y legislativas, y cada una de ellas son, a la vez, igual y más importantes que la presidencial. Existen muchas alternativas para que reformemos a nuestro increíblemente corrupto poder judicial (es inevitable que ocurra), pero la más sencilla es contar con los votos suficientes para poder pasar las reformas constitucionales correspondientes. Además, entre mayor sea la ventaja de Claudia sobre nuestra desesperada y triste oposición, más legítimo y claro su mandato: es indispensable que todos los que apoyemos a la Transformación (por más sutilmente que lo hagamos) salgamos a votar.

Si no apoyan a la Transformación, entonces es fundamental que salgan a votar este 2 de junio: aunque sea inevitable que Xóchitl pierda, entre menor sea la diferencia de votos con Claudia, menos poder y capital político tendrá la nueva presidenta Morenista, y mejor posicionada estará nuestra desesperada y triste oposición para poder tratar de negociar lo que pueda llegar a negociar. Por no decir del poder legislativo: entre mayor sea la cantidad de legisladores opositores, aunque sean minoría, mayores las probabilidades de que detengan, maticen o retrasen las reformas que proponga la Presidenta Sheinbaum. O el mismo Peje, en las semanas que habrá entre que inicie labores la nueva legislatura y la inauguración de nuestra nueva Presidenta. Es indispensable que todos los que no apoyen a la Transformación salgan a votar.

Si no soportan a Morena y sus aliados ni al prianderré, es fundamental que salgan a votar para así manifestarlo. La verdad me ha sorprendido Jorge Álvarez Máynez; no tiene una propuesta factible, pero ha hecho una campaña bastante decente, si no por otra cosa al menos por no cagarla tanto como la Xóchitl. Si de verdad creen que la “vieja” política no tiene salvación y que la “nueva” política que asegún encabeza el abanderado de eMeCe es una alternativa viable, es indispensable que salgan a votar por él este 2 de junio.

Si de plano ustedes dicen que ningún candidato presidencial registrado merece su voto, en primer lugar no les creo: ¿han hecho algo, lo que sea, para que tengamos candidatos diferentes? Porque si la respuesta es no, entonces tienen exactamente a los candidatos que se merecen: pero si aún así no quieren votar por ninguno, al menos pueden ir a votar este 2 de junio y escribir el nombre de un candidato no registrado que según ustedes sí merezca su voto. Es una manera válida de protestar con su voto y definitivamente hace mayor impacto que no votar. Si de verdad consideran inaceptables todas las opciones disponibles, es fundamental que el día de las elecciones lo expresen votando el escribir el nombre de un cadidato no registrado.

Si de manera inverosímil consideran que absolutamente nadie en el universo se merece su voto, lo menos que pueden hacer es salir a votar este 2 de junio y anular sus boletas. Es una opción muy cobarde, si me permiten expresar mi opinión, porque justamente es tratar de lavarse las manos de un proceso donde no pueden lavarse las manos; pero al menos estarían participando en dicho proceso. Al menos están mostrando que su desagrado por los candidatos es real y sincero: si no votaran, bien podría confundirse conque ese domingo les dio flojera levantarse de la cama. Si de verdad ningún ser viviente en el universo los convence, es fundamental que así lo demuestren anulando sus votos este 2 de junio.

Votar por supuesto es lo que al final del día causa que las elecciones tengan el resultado que vayan a tener; pero yo considero que es igual de (si no es que más) importante el efecto que tiene sobre el mismo votante. Votar, incluso por alguien que va a perder, causa que nos involucremos y que nos comprometamos, aunque sea un poco: créanme, yo voté por candidatos perdedores durante décadas de mi vida. Es la misma razón que existe para movilizarse; incluso aunque no cambie “nada” (que no es cierto, siempre tiene un efecto, aunque sea pequeño o no el que se manifieste quiera), sí causa un cambio dentro del movilizado. Nada más por eso valdría la pena.

Y por todo lo anterior, si en dos semanas, este próximo 2 de junio, no salen a emitir su voto, contrario a su derecho y obligación cívica, yo sólo tengo una cosa que decirles:

Vayan a chingar a su reputísima madre.

Por supuesto, en México no es ilegal el no votar: en ese sentido tienen todo el derecho de no hacerlo. Y de la misma manera, yo tengo todo el derecho de decirles que vayan a chingar a su reputísima madre.

Son unos irresponsables en el mejor de los casos, y unos cobardes en el peor; son unos culeros que no consideran a los miles de mexicanos que literalmente sacrificaron su libertad y su vida para que nuestro voto pudiera valer de algo o (como en el caso de la CDMX) para que pudiéramos elegir a nuestros gobernantes en primer lugar.

Así que, en conclusión, mis queridos lectores: salgan a votar este próximo dos de junio. Por quienes ustedes decidan, estén o no en las boletas, pero voten.

Y si deciden no hacerlo, repito: vayan a chingar a su reputísima madre.

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Street Fighter IV

Mi siguiente platino, y uno de los que más orgulloso estoy, fue el de Street Fighter IV.

Street Fighter IV

Street Fighter IV

En secundaria comencé a ir a “maquinitas” (como les llamábamos) junto con mis amigos de la escuela. En esas maquinitas Street Fighter II era mucho de lo que jugábamos, si no me falla la memoria la versión original para gabinetes, The World Warrior; SF:II es famoso por tener unas catorce millones de versiones distintas, siendo una de las más famosas (probablemente) The New Challengers, donde además de poder jugar con Balrog, Vega, Sagat y M. Bison, se agregaban el paisano T. Hawk, Fei Long, Dee Jay y (fundamental, para mi fácilmente excitable mente de adolescente) Cammy.

Han pasado más de treinta años de esas épocas, y puedo decir sin duda alguna que desde ese entonces adoro los juegos de peleas, incluyendo ver a otras personas jugarlos (como muchas veces hice en secundaria).

Esto es medio triste, porque aunque soy un gamer más o menos competente, la excepción sin duda alguna está en los videojuegos de peleas: apesto con la intensidad de mil soles en los mismos.

No sé exactamente cuál sea el problema, pero no se necesita ser un genio para determinar que la gente que es buena en juegos de peleas lo más común es que juegue ese tipo de juegos casi exclusivamente. No ayuda que es de las categorías de juego que domina la formación de videojugadores competitivos.

Detesto jugar videojuegos en línea, porque justamente juego videojuegos para no tener que lidiar con otros seres humanos; y los videojuegos de pelea (en este siglo) están diseñados para ser jugados en línea.

También debo admitir que mi obsesión con trofeos no ha ayudado: los videojuegos de peleas es muy común que obtener el platino de los mismos sea bastante difícil, y por lo tanto yo solía evitarlos.

Cuando regresé a jugar hace un par de años, uno de mis objetivos fue entrarle a videojuegos de peleas, y entonces comencé Street Fighter IV, que lo tenía para el PlayStation 3 desde hacía más de una década, si mal no recuerdo.

No tienen idea de cómo disfruté este juego; resulta que Street Fighter III fue un experimento donde cambiaron a casi todos los peleadores, excepto por Ryu y Ken, y el resultado fue que pasó sin mucha pena ni gloria (no recuerdo haber visto un gabinete con el mismo en mi vida, por ejemplo). Para Street Fighter IV, Capcom regresó a la lista de peleadores original, expandiéndola.

Entonces fue como regresar al videojuego de mi adolescencia, en muchos casos con casi exactamente los mismos movimientos, porque a partir de SF:IV así se ha comportado la franquicia: agregando peleadores y movimientos, pero respetando el legado ya existente.

Siendo mamón como soy, jugué el juego en japonés con subtítulos en inglés, y me entretuve como enano con la delirante historia que además de todo es contada en un animé que tiene estilo de los noventas, a pesar de que el juego es de 2008 originalmente.

Me llevó seis meses obtener el platino de SF:IV, concentrándome mucho al inicio en sacar todos los trofeos en línea, porque uno nunca sabe cuándo van a detener en definitiva los servidores. Como tengo dos PlayStations 3 y además ya muy poca gente juega el modo en línea, saqué esos trofeos con relativa facilidad, si bien lentamente. Incluyendo los trofeos jugando ranking matchs, peleas donde los servidores eligen a los jugadores de manera aleatoria pero tratando de que a cada jugador le corresponda un contrincante con más o menos el mismo nivel (ranking) de habilidad: como ya casi nadie juega, sencillamente ponía a mis dos PlayStations 3 con cuentas distintas a buscar una pelea al mismo tiempo, y normalmente se encontraban mutuamente.

Las veces que sí me tocó otro jugador, creo que no gané ni una sola vez. Por suerte ocurrió en pocos casos.

Luego me centré en el modo arcade, donde uno debe jugar la “historia” del juego con cada uno de los personajes en la dificultad media, lo cual fue medianamente difícil, sorprendentemente. Hay que jugar el modo arcade en la dificultad más perra con un personaje, pero eso de hecho fue relativamente sencillo, porque resulta que el Double Lariat de Zangief está terriblemente mal balanceado y es para motivos prácticos invencible con casi todos los otros peleadores controlados por la computadora, excepto por Cammy, que uno tiene que aprender a ganarle nada más a ella.

Nunca había prestado mucha atención a la historia de Street Fighter; recuerdo que de adolescente sí noté el final de Ken (que regresa con su mujer después de derrotar a M. Bison); el de Blanka (que se reúne con su madre); y el de Zangief (porque se pone a bailar como cosaco con Gorbachev). También, por supuesto, vi la película con JCVD, Kylie Minogue y un espectacular Raúl Julia masticando el escenario como M. Bison; pero me parece que no tiene mucho qué ver con el canon del videojuego, realmente.

Después de ver la historia al terminar el modo arcade con todos los personajes en SF:IV, repito mi estimación de que es demencial, lo cual por supuesto no le quita lo fabulosa. Ver la versión con mis personajes favoritos estuvo padre; pero también la de algunos personajes nuevos (para mí), como El Fuerte, que a pesar de su indudablemente racista representación de un luchador de lucha libre mexicano, a mí me encantó. Sin embargo, el nuevo personaje que más me gustó fue Sakura; yo la verdad apenas estaba consciente de su existencia (Street Fighter Alpha 2, que es donde apareció, ocurrió mucho después de esas sesiones con mis cuates de secundaria), pero sí era medio obvio que una versión femenina de Ryu (o algo que se le asemeja) a mí me gustaría.

Por último están los retos (challenges), que son muchos, pero no terriblemente difíciles porque hay guías donde explican casi con pelos y señales exactamente qué hacer, además de que se puede usar a Zangief para pasar fácilmente muchos de ellos.

En particular, las pruebas (trials) consisten en armar combos relativamente complicados; pero al igual que en Dead or Alive 5: Last Round, pude programarlas para efectuarlas de manera perfecta usando la misma idea que usé para Rock Band y Guitar Hero, entonces sólo me llevó tiempo el poder hacerlas. El video que ligo arriba muestra justamente eso, cómo ejecuto el combo más cabrón de Seth (el villano de la historia), y de hecho lo hago dos veces, porque sin querer le piqué a que volviera a hacer el reto cuando saqué el trofeo.

Me encantó SF:IV, es de mis platinos favoritos del PS3; me hizo sentir nostalgia de mi adolescencia y disfruté como enano la ligeramente demencial historia del juego. Pude volver a hacer (mal) los movimientos que hacían los peleadores hace treinta años en SF:II y volví a conectarme con mi crush de la adolescencia, Cammy, que uno de los títulos que se ganan para ella en los retos es “Buns Out!”

Buns Out!

Buns Out!

Buns out indeed, Cammy. Buns out indeed.

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Oppenheimer

Una semana después de ver Barbie, me chuté Oppenheimer. Se aplican ¿alguien de verdad no vio esta película?

Oppenheimer

Oppenheimer

Disfruté mucho esta película en el cine, pero la verdad disfruté más Barbie. Es increíblemente pretenciosa, pero Christopher Nolan es de esos realizadores que me parece se han ganado el ser increíblemente pretenciosos. También es, como suele ser este tipo de obras, medio nauseabunda en omitir las chingaderas que hicieron los gringos por ejemplo con los dueños legítimos de las tierras donde se instaló el Proyecto Manhattan en Los Alamos. Y no entiendo el sinsentido de no usar CGI para representar la explosión nuclear en el clímax de la película; si existía una escena donde se justificara el utilizar efectos por computadora, era justamente esa.

Pero básicamente esas son mis únicas críticas; yo no sentí que fuera muy larga, en todos los aspectos técnicos (excepto esa estúpida explosión que parece de boiler de leña) es perfecta, el elenco es espectacular y esa escena cerca del final donde Emily Blunt como la esposa de Oppie se niega a darle la mano a Edward Teller, me parece de lo más espectacular que ha hecho la británica.

Sólo no me emociona mucho el tema; es una tragedia que la única vez que los gringos (junto con sus aliados más cercanos) volcaron todos los recursos a su alcance, fue para crear un arma que fue utilizada de manera criminal para matar indiscriminadamente a civiles; se puede discutir que también lo hicieron en un inicio para el programa espacial, pero realmente perdieron el interés una vez que le ganaron a los rusos.

Si ese esfuerzo de coordinar y facilitar el avance de la ciencia se hubiera aplicado a buscar la cura del cáncer o del VIH, a desarrollar mejores maneras de producir alimentos, a investigar formas de repartir la enorme riqueza con la que cuentan (sin un interés en ganancias económicas para inversionistas privados), este mundo probablemente sería muy distinto.

Como sea, la película está padre; pero supongo es inútil que se los diga, cuando probablemente ya la vieron múltiples veces.

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Hige wo Soru Soshite Joshikousei wo Hirou

Poco después de Nagatoro (o concurrentemente; ya no sé a estas alturas), el siguiente animé que vi fue Hige wo Soru Soshite Joshikousei wo Hirou, que en inglés tiene el título ridículamente largo After Being Rejected, I Shaved and Took in a High School Runaway; pero que todo mundo mejor le dice Higehiro.

Higehiro

Higehiro

(Voy a contar tooooooda la historia, así que si les interesa les recomiendo que la vean antes de leer mi reseña; y definitivamente les recomiendo que la vean).

Yoshida es un joven y relativamente atractivo oficinista que un día se arma de coraje e invita a salir a su jefa, la muy hermosa y ridículamente chichona Gotou. Después de confesarle cómo se siente, su chichona jefa lo manda al carajo, ante lo cual Yoshida decide emborracharse, lo que es entendible.

Encaminándose a su casa propiamente borracho, Yoshida se topa en una calle cercana a su casa con una muy linda adolescente en uniforme escolar, que le pide que le deje pasar la noche con él. Demasiado borracho para ponderar el asunto, Yoshida acepta: cuando llegan a la casa de él, Yoshida se queda inmediatamente dormido.

Al otro día la muchacha, que se llama Ogiwara, le ofrece sexo, que Yoshida rechaza tajantemente por dos razones: una, es un ser humano fundamentalmente decente (si bien a veces medio güey); y dos, a él le gustan las mujeres mayores y ridículamente chichonas, que es la razón por la cual quería andar con su jefa. En círculos aculturados, se le suele denominar como que le gustan las oneesans, y que entonces es más parcial a los ara aras que a los doki dokis.

Ogiwara le explica a Yoshida que se escapó de su casa y que eventualmente comenzó a prostituirse básicamente por habitación y comida, hasta que invariablemente el sugar daddy en turno se hartaba de ella y la corría. Yoshida se apiada de la muchacha y le ofrece que se quede, sin que tenga que acostarse con él, lo cual extraña muchísimo a Ogiwara.

La muchacha comienza a hacerse cargo de las labores del diminuto departamento de Yoshida, y constantemente le ofrece que tengan sexo, que él siempre rechaza.

Arriba digo que Yoshida es un ser humano fundamentalmente decente (lo que sostengo) si bien a veces medio güey (lo cual también sostengo): nadie, jamás, bajo ninguna circunstancia debería hacer lo que Yoshida hace. Por buenas intenciones que se puedan tener (que a ver quién se las cree), que un hombre adulto le dé “asilo” a una adolescente menor de edad es pie para que lo metan a la cárcel por años. Justificadamente.

Pero esto es ficción y es discutible que raya en un cuento de hadas, entonces vamos a continuar bajo ese contexto: es una historia ficticia con personajes que no existen y que es una versión modernizada de lo que denominamos cuentos de hadas.

Eventualmente Ogiwara le cuenta toda su historia a Yoshida: no voy a repetirla, porque me parece de las mejores partes de la serie, pero la niña es en los hechos una niña rica, y la razón por la que escapa está bien justificada; no es nada más un capricho.

Después de un tiempo el hermano de Ogiwara contacta a Yoshida y entre los dos básicamente negocian una reunión entre la muchacha y su madre, donde después de una muy tensa e incómoda conversación consiguen que la mamá y la hija lleguen a un compromiso que le permita a Ogiwara volver a casa.

Yoshida pasa la noche en la mansión de la mamá de Ogiwara, y bajo la cubierta de la oscuridad la muchacha se mete en la cama con él y le pide, una última vez, que tengan sexo (como hizo múltiples veces cuando vivían juntos).

Para este punto en la historia, es discutible que Yoshida no sólo hizo lo correcto, sino que fue mucho más allá de lo que le correspondía para ayudar, de forma altruista, a Ogiwara. La muchacha está sana y salva en casa de su mamá; su deber (si acaso tenía alguno) está cumplido; y Ogiwara está a unos pocos meses de cumplir 18 años. Existe un escenario donde se podría argumentar que el que tuvieran sexo (a petición de ella) no sólo estaba justificado, sino que incluso era lo “correcto”.

Y yo me dije a mí mismo: “mí mismo, si esté cabrón se acuesta con la muchacha, voy a quemar las calles”.

Yo, por la naturaleza de mi trabajo, todos los años convivo con muchachas casi siempre adultas, pero extremadamente jóvenes y dónde además existe una dinámica de poder completamente desequilibrada: soy su profesor. Bajo ninguna circunstancia, de ninguna manera se podría justificar que yo aceptara el avance de ninguna de ellas: es una línea que sencillamente no sólo no quiero cruzar yo, sino que no quiero ver que la crucen personajes ficticios en historias ídem que pasen por situaciones similares.

(Por ¿suerte?, la verdad creo que hoy en día ya no le gusto nunca a mis alumnas, porque me agrade o no la idea ya estoy lejos de mis años de “joven profesor”).

Entonces yo estaba literalmente conteniendo el aliento esperando a ver qué respondía Yoshida; y no podría haber estado más contento cuando el oficinista la manda mucho al carajo. Todavía al otro día en el aeropuerto, al despedirse, la muchacha le pide que por favor la espere a que cumpla 18 años, y Yoshida de nuevo la manda al carajo, recordándole que a él lo que le gustan son las mujeres mayores y ridículamente chichonas.

Pero ya que está solo, Yoshida no puede evitar a echarse a llorar. Porque por supuesto que se enamoró de Ogiwara; la muchacha no sólo es lindísima (incluyendo estar chichona, aunque no ridículamente, como Gotou), sino que es adorable y en muchos aspectos admirable. Uno no puede controlar lo que siente; el corazón quiere lo que el corazón quiere: pero sí podemos controlar qué acciones llevamos a cabo a partir o a pesar de nuestros sentimientos.

Y la única acción humanamente decente era rechazar a Ogiwara, por más enamorado que pudiera estar Yoshida de ella.

La serie termina brincando a unos meses más adelante, con Yoshida regresando a su departamento de noche, y descubriendo a Ogiwara esperándolo en el mismo lugar donde la encontró por primera vez, con la única diferencia de que no lleva un uniforme escolar sino un lindo vestido.

Y que ya tiene 18 años.

Me encantó Higehiro; es asquerosamente romántica, apropiadamente dramática, deliciosamente arrecha y en muchas ocasiones honestamente muy divertida. Pero me gustó principalmente porque Yoshida, por güey que pueda llegar a ser, sinceramente intenta hacer lo correcto en las situaciones idiotas en las que se mete sin deberla ni temerla.

La seria está en Crunchyroll, si les interesa; y yo sin duda alguna la recomiendo.

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Cuarenta y siete

Ayer cumplí cuarenta y siete años.

El año pasado creo que es el primero donde de verdad sentí que ya no estábamos en pandemia, aunque sin duda alguna se siguieron percibiendo consecuencias de la misma. No todas negativas, por cierto.

No tengo mucho qué reportar: siempre sí volví a escribir de política, pero en un volumen definitivamente menor a otros años electorales. Una explicación de esto, además del hecho de que nuestra desesperada y triste oposición es tan lamentable que realmente hasta da pena ajena hablar de ellos, es que no siento tanta necesidad de explicar cómo veo yo las cosas.

Hace 18 años en 2006, que fue el año que más escribí de política, sí sentía que era necesario explicar (al menos para mí mismo, en el peor de los casos) mi análisis de la situación además de aventurarme a hacer algunas predicciones. No siento eso ahora, porque me parece que (por más que le moleste a algunos) sí ha habido una transformación de las conciencias en el país.

No es muy difícil determinar que un enorme sector de la población está mucho más y mejor informado que hace casi dos décadas; y no nada más enterándose de qué rayos ocurre en el país y en el mundo, sino participando e involucrándose también. Y es mi impresión que un porcentaje significativo (si no es que abrumador) de este sector bien informado apoya, en algunos casos de forma casi fanática, a la Transformación encabezada por el compañero Presidente y el Movimiento de Regeneración Nacional.

Esto no son nada más sentimientos cálidos que siento en mi corazoncito; hay evidencia básicamente irrefutable al respecto, como el hecho de que la inclemente guerra sucia en contra de Andrés Manuel y de Claudia no está funcionando. En algunos casos (como la aprobación del Presidente aparentemente muestra), al parecer dicha guerra sucia está terminando por favorecer a la Transformación.

Me acerco precipitosamente a los cincuenta años, y sinceramente no veo cambios muy grandes en mi pensamiento e ideología política a como era cuando tenía dieciocho. Tal vez algo de idealismo romántico ha sido reemplazado por pragmatismo cínico, pero ni siquiera creo que sea mucho: en 1995, cuando tenía dieciocho años, aún con la novedad del zapatismo yo creía (como creo ahora) en el cambio pacífico a través de la vía electoral; y las convicciones que tenía entonces permanecen para motivos prácticos idénticas.

Sigo creyendo que la salud y la educación deben ser públicas y gratuitas, provistas por el Estado (pero permitiendo opciones privadas, si alguien así lo desea); sigo creyendo que teníamos razón en estallar la huelga en 1999, y por más errores que cometimos sigo creyendo que somos la razón de que la UNAM sea lo que es hoy en día; y sigo creyendo que una intervención firme y decidida por parte del Estado puede y debe contener los peores excesos del capitalismo y del libre mercado. Sigo creyendo, como siempre creí, que el enfocarnos en ayudar en los que menos tienen resultará, medio inevitablemente, en que nos vaya mejor a todos.

Y dado el espectacular éxito del Peje en su sexenio, me parece que ha quedado comprobado que tenía(mos) razón.

Por el bien de todos, primero los pobres.

Como sea, por eso no siento que deba andar yo escribiendo de política; no hay necesidad (si es que alguna vez la hubo) de que yo explique nada, la banda (incluyendo a un buen de la chaviza) está informada e involucrada en la vida política nacional, que es la más sencilla explicación de por qué las encuestas (serias, no como Massive Caller) arrojan los resultados que están arrojando.

Así que este blog seguirá siendo lo que realmente ha sido durante los últimos casi veinte años; un espacio para que yo practique mi amor por la escritura bajo el pretexto de reseñar películas, animé y videojuegos, con las ocasionales desviaciones para escribir de mi vida o de política.

Sin embargo sí tengo preparadas unas cuantas entradas más de política este año, una más antes de las elecciones; y algunas más después, si se cumple lo que al parecer será el resultado inevitable de las mismas.

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Claudia Sheinbaum Pardo

Hace casi seis años, a unos días de las elecciones, escribí:

El Peje no es el candidato que quiero; el candidato que quiero además de haber hecho labor de calle en movilizaciones sociales y favorecer el fortalecer la red de seguridad social del Estado de bienestar, tiene posgrado, ha trabajado como académico, es demoledoramente inteligente y culto, es defensor de la equidad de género, el derecho al aborto y los derechos de los homosexuales, y se expresa de forma ágil e impecable todo el tiempo. Además probablemente sea mujer, por cierto.

De manera consciente o inconsciente, estaba describiendo a Claudia Sheinbaum Pardo; algunos sin duda dirán que me estoy haciendo güey y que yo ya sabía que sería la candidata presidencial este año, pero eso obviamente no es posible. Sí, que Claudia estuviera encaminada a ganar (de calle también) la jefatura de gobierno de la Majestuosa inmediatamente la ponía en la ruta de los presidenciables; pero era imposible predecir que sí sería ella (como lo es hoy predecir quién será la candidata para el 2030).

Como sea, les aseguro que no estaba pensando en Claudia cuando escribí eso; sólo era justamente una contrapuesta puntual a las críticas que tenía (y algunas de las cuales todavía tengo) para Andrés Manuel. Pero si no quieren creerme están en su derecho.

¿Es Claudia entonces mi candidata ideal a la Silla del Águila? No, lamentablemente; aunque se acerca mucho, especialmente comparada contra el Peje.

Las desventajas que le veo a Claudia son, consecuentemente, mucho menos (y menores) que las que le veía al compañero Presidente: no es muy carismática que digamos, que principalmente se refleja en su oratoria, que dista mucho de ser inspiradora o brillante. Al contrario: la doctora suele sonar justamente como una profesora universitaria ligeramente harta de que sus tarados alumnos no la entienden, porque no han ni siquiera leído la tarea (que es un escenario con el que puedo identificarme dolorosamente).

De hecho es muy común que Claudia suene y actúe como si estuviera rodeada de tarados que no la entienden, lo cual no dudo sea verdad en muchos casos: probablemente en muchísimas ocasiones en su vida haya sido ella la persona más inteligente en la habitación, teniendo la lamentable tarea de explicarle a los demás lo que posiblemente para ella fuera obvio. En el primer debate (que fue el único que tuve estómago para empezar), me parece que esto fue bastante obvio, así como cuando la “retuvieron” en el montaje de Latinus.

Además del carisma y la oratoria, la principal desventaja que le veo a Claudia es que es egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM: que no sé si ustedes conozcan a esos cabrones, pero todos y cada uno de ellos son insoportables.

(Por si era necesario aclararlo: eso fue un chiste, yo mismo soy egresado de la Facultad de Ciencias).

Hay otras cosas que podrían interpretarse como desventajas, si la comparamos con el Peje, pero que bajo un análisis más cuidadoso no necesariamente sea el caso. Por ejemplo, Claudia será sin duda alguna menos confrontacional y más cuidadosa que Andrés Manuel; esto podría verse como una desventaja en el sentido de contar con una respuesta inmediata y decidida, como fueron las ridículas acusaciones de #narcopresidente; o el extraordinario papel que jugó el Presidente en la crisis de la embajada mexicana en Ecuador. Pero también es posible que una estrategia más cuidadosa y mesurada resulte a la larga en decisiones más beneficiosas para México. No lo sé; supongo que sabremos dentro de poco.

Independientemente, la doctora se enfrentará a un escenario muy distinto al que se enfrentó el Peje; es indiscutible que en algunas cosas la tendrá más fácil y que en otras la tendrá más difícil, pero no sabemos exactamente cuáles serán cuáles. Yo particularmente creo que, globalmente, nadie espera que haga un mejor papel que Andrés Manuel, dado el espectacular éxito del tabasqueño.

(Si no están de acuerdo con eso último, no entienden qué está pasando en el país y por lo tanto no van a entender por qué Claudia ganará de forma tan abrumadora).

Siempre y cuando la dirección del movimiento de Transformación siga fundamentalmente igual (por el bien de todos, primero los pobres), yo creo que la ciudadanía le perdonará casi cualquier error que llegue a cometer: y nos debe quedar claro que es inevitable que cometa errores. Su condición de primera Presidenta mujer y continuadora de la Transformación le darán al menos algo de margen de error y capital político.

Y sin embargo sí espero que en algunos temas muy específicos Claudia consiga mejores resultados; si no por otra cosa nada más por el hecho de al menos intentar entablar una conversación con ciertos sectores. Los más obvios, dada la condición de académica investigadora y mujer de la doctora, sería el tratar de formar una mejor relación con grupos de académicos investigadores y mujeres; pero como esos puede haber varios otros más.

El comparar a Claudia con el Peje no es únicamente inevitable; es lo único que tiene sentido: las dos alternativas que ofrece la oposición son tan lamentables que es incluso algo cruel hacer la comparación. Como ya he mencionado en múltiples ocasiones, casi nadie va a votar por esas alternativas dadas esas alternativas; votarán por ellas sólo como opción contraria a la Transformación, como están en su derecho de hacerlo, por más que sea votar por los perdedores.

En lo personal, me resulta incluso cansado el argumentar por qué voy a votar por Claudia, dado que a estas alturas desde mi punto de vista es equivalente a argumentar que el cielo es azul o que el agua está mojada; ¿de verdad no es obvio? ¿De verdad creen, después de lo que ha pasado en los últimos 42 años en el país, que hay que discutirlo?

Así que mejor terminaré con una observación de todo lo que he llegado a escribir de política en este blog en casi veinte años: no es difícil encontrar entradas donde digo que Andrés Manuel es un tarado… porque sinceramente creo que ha sido un tarado en muchísimas cosas. Eso no disminuye sus éxitos y logros, y mantengo de cualquier manera que ha sido el mejor presidente de México en el siglo XXI (al menos; probablamente incluso desde 1982, si no es que más atrás); nada de eso le quita lo tarado.

A Claudia jamás le he dicho tarada. Obviamente el perfil de la doctora ha sido menor que el del Peje y eso tiene que ver; pero objetivamente me parece que, en general, Claudia Sheinbaum Pardo se porta menos tarada que el Peje. Estoy 100% seguro de que en su sexenio se ganará que en algún momento le diga tarada; pero eso no ha ocurrido todavía.

Y la posibilidad de que en exactamente un mes no sólo vuelva a votar por una candidata a la presidencia que va a ganar, sino que esta vez no considero a dicha candidata una tarada, la verdad sí me emociona. Y sí, al mismo tiempo sostengo que dudo que pueda hacer un mejor trabajo (globalmente) que el Peje.

¿A poco no es fascinante la política?

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Bridge Constructor

Mi siguiente platino, Bridge Constructor, es algo vergonzoso.

Bridge Constructor

Bridge Constructor

A finales de diciembre de 2022, estaba avanzando a muy buena velocidad en mis trofeos de Street Fighter IV. Yo estaba seguro de que obtendría el platino antes del 1º de enero; me faltaba terminar los desafíos con medallas de oro, lo cual a su vez desencadenaría que salieran otros cinco trofeos, incluido el platino.

Si no me hubiera dado Covid, a lo mejor hubiera podido; pero para el 31 de diciembre era dolorosamente obvio que no podría terminar SFIV. He aquí que viene la parte vergonzosa.

Yo nunca he comprado juegos para mis PlayStations con el único objetivo de obtener trofeos; hoy en día de hecho es trivial hacerlo, porque durante un par de años Sony casi no hizo ningún tipo de trabajo de curación de los juegos disponibles en la PlayStation Store, así que no era raro que aparecieran juegos terriblemente malos y baratos (alrededor de un dólar), cuyo único chiste es que se podía obtener el platino en horas, minutos, o (en casos extremos) segundos.

Aunque ahora Sony pone un poco más de atención en qué juegos acepta, además de que ese tipo de juegos generalmente no los publicita mucho, pues esos juegos basura siguen muchos de ellos en la PlayStation Store. Lo que es más, algunos están en el catálogo de juegos para los que tenemos PlayStation+.

El chiste de acabar con SFIV era que con esos trofeos obtendría, durante el año 2022, más trofeos que ningún año anterior en mi vida de jugador en PlayStation. Cuando vi que Street Fighter IV no lo iba a acabar, revisé en el catálogo de juegos disponibles cuál podía sacarle el platino lo más rápidamente posible, y lo jugué hasta obtener los trofeos para romper mi récord anual.

Aún así me llevó casi dos semanas obtener el platino.

En defensa de Bridge Constructor, la verdad es que no es un juego basura únicamente creado para sacar un platino rápido; pero tampoco es muy buen juego que digamos. Es un juego de puzzles, donde uno (sorprendentemente) construye puentes; y es dolorosamente obvio que es un juevo móvil (para celulares) que alguien agarró y portó para el PS4.

Aún así está entretenido… excepto que para sacar tres estrellas en todos los niveles hay a veces que construir puentes que son esperpentos espantosos, siendo el peor ejemplo un nivel donde básicamente uno construye un columpio que obviamente sólo sirve para que pasen los dos camiones que cada nivel requiere. Más aún, que un juego de este estilo no tenga un editor de niveles para que la banda pueda diseñarlos y compartirlos debería considerarse un crimen de lesa humanidad.

De todas formas es al menos entretenido un tiempo y no me arrepiento de haberlo jugado; entre otras cosas porque sólo lo hice dos semanas. Y además sí rompí mi récord de trofeos anuales… hasta que tuve que ocultar unos juegos el año pasado por pendejadas que hice.

No recomiendo Bridge Constructor, pero mayormente porque es más que nada intrascendente. Si la dificultad de los niveles requiriera ingenuidad e imaginación, más que muchas veces fuerza bruta; y sí además incluyera un editor de niveles, creo que sí lo recomendaría. Como está, unas cuantas horas de entretenimiento es lo más que se le puede exprimir.

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Barbie

Aunque no hice el Barbenheimer tal cual (ver Barbie y Oppenheimer el mismo día), sí vi ambas películas; y vi primero Barbie, porque por supuesto me interesaba mucho más que Oppenheimer.

Se aplican las de siempre.

Barbie

Barbie

Me encantó esta película, no en menor medida por Margot Robbie, que hace un papel espectacular en la misma. Ryan Gosling también, pero yo (contrario, al parecer, a todo el resto del mundo) preferí por mucho a la Robbie, que además hizo su papel viéndose increíble toda la película, al grado de que la misma se burla del hecho de que es ligeramente imposible creer que alguien como ella se pueda sentir fea.

La película es obviamente un comercial de dos horas para vender juguetes de plástico a niñas y me imagino a algunos niños; pero no por ello deja de tener un mensaje bastante chido, y además no se toma terriblemente en serio a sí misma. Lo cual debería ser por omisión, dado que es un comercial de dos horas para vender juguetes de plástico a niñas y me imagino a algunos niños.

Yo me estaba medio orinando de la risa con casi todos los chistes de la película, porque además de ser objetivamente hilarantes, muchos fueron particularmente inteligentes, lo cual yo agradezco. Y también me gustó que la película ni siquiera trata de explicar la existencia de Barbieland y cómo se translada uno de ahí al mundo real y de regreso; es, toda proporción guardada, la versión gringa de lo que en Latinoamérica llamamos realismo mágico: más plástico y más menso, pero relativamente honesto, me parece.

Llevo años criticando a Warner Bros.; con justa razón, me parece. Sin embargo, ese desmadre que caracteriza a la compañía, es también parte de lo que le permite (de vez en cuando) producir obras extraordinarias, como me parece lo es Barbie. Una compañía tan mercenaria como es Disney jamás podría producir algo del estilo de Barbie: es demasiado inteligente y subversiva para el ratón diabólico. Yo creo que WB podría de todas formas producir este tipo de obras sin necesidad de tanto drama y de esperpentos como los que luego se saca, pero eso es otra discusión.

Sinceramente no me cabe en la cabeza cómo alguien podría odiar esta película; no es para todo mundo, evidentemente, pero según yo incluso nada más ver a Robbie y Gosling todos hermosos todo el tiempo valdría por sí mismo el precio del boleto de entrada. Pero ese soy yo, supongo.

Yo la recomiendo encarecidamente; de forma probablemente medio inútil, porque al parecer casi todo el mundo fue a verla. Múltiples veces.

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Don’t toy with me, Miss Nagatoro

Me parece que en 2021, cuando se transmitió originalmente, me aventé Ijiranaide, Nagatoro-san, traducida oficialmente como Don’t toy with me, Miss Nagatoro, pero que (si mal no recuerdo) en las traducciones no oficiales hechas por fans era Don’t bully me, Miss Nagatoro, originalmente. Creo que es más fiel esa traducción original.

Don't toy with me, Miss Nagatoro

Don’t toy with me, Miss Nagatoro

Esta serie, junto con Komi-san wa, Komyushō Desu y Sono Bisuku Dōru wa Koi o Suru, cambiaron mi forma de ver animé de los últimos años: me gustaron tanto las tres, que comencé a comprar las impresiones en papel traducidas al inglés del manga (en español está en el dialecto de España, que todo mundo sabe uno necesita un traductor para entenderlo en México). Y cuando adquirí todos los volúmenes en papel del manga, me puse a leer las traducciones digitales hechas por fans en línea, porque esas van al día (las traducciones en papel tardan meses en publicarse en muchos casos).

Las tres series son espectaculares, y a estas alturas no estoy 100% seguro de cuál sea mi favorita; pero Nagatoro en particular es de las cosas más puras que he visto en mucho tiempo, lo cual es sorprendente, porque es incluso incómoda al inicio por todo el bullying de Nagatoro, además de que es indiscutiblemente arrecha.

(Les recomiendo ampliamente que la chequen, entonces no sigan leyendo si planean hacerlo, porque voy a soltar toda la sopa).

La historia relata la relación entre el protagonista inicialmente anónimo de la historia, que es estudiante de segundo año de prepa; y Hayase Nagatoro, una linda estudiante de primer año en la misma escuela. Nuestro protagonista (que el manga tarda siglos en revelar su nombre, Naoto Hachiouji) es miembro del club de arte y es un muchacho con lentes, inseguro y reservado. En el fondo le tiene miedo a todo mundo, pero más aún a mujeres; y todavía más a mujeres bonitas.

Un día Naoto va a la biblioteca y termina sentado cerca de Nagatoro y su grupo de amiguitas; todas las cuales son ruidosas, llamativas y bonitas, si bien indudablemente agresivas en todos los aspectos. Eventualmente el grupo de Nagatoro se va, pero ella se queda después de notar a su senpai, y comienza a hablar con él.

Ese primer encuentro entre Nagatoro y su senpai es, literalmente, doloroso; después de ver algunas páginas de un manga que Naoto había dibujado, Nagatoro comienza a burlarse de él, lo que causa que él entre en pánico, lo que le resulta enormemente divertido a la muchacha y causa que se burle todavía más de él, que a vez hace que Naoto entre todavía más en pánico, etcétera; formando un círculo vicioso que termina con el muchacho literalmente llorando de rabia y frustración y Nagatoro desternillándose de la risa de haberlo hecho llorar.

A lo largo de mi vida he tenido altibajos con múltiples mujeres en múltiples relaciones en múltiples circunstancias; pero nunca he sentido que literalmente alguien haya estado “jugando” conmigo, mucho menos con el objetivo de hacerme llorar. Aún así, es difícil ver esa escena en el animé o leerla en el manga; es cruda, cruel, dolorosa y de pena ajena: y me imagino que para las personas que sí han experimentado un abuso de ese estilo, la escena es básicamente insoportable. Hay un contingente en línea que destazó al animé acusándolo de normalizar o aceptar el bullying (o peor aún, al parecer, fetichizarlo) y que sencillamente se negaron a seguirlo viendo; y en algunos casos a pedir la cabeza del autor en una estaca.

(Hay que mencionar además que Nanashi, el autor, comenzó su carrera artística dibujando mangas pornográficos, hentai, lo cual se alcanza a percibir en múltiples episodios del manga y del animé).

A mí me pareció genial; porque los seres humanos somos estúpidos y falibles y me gusta ver eso representado en mi ficción. Nagatoro comienza a juntarse con su senpai en el casi desierto club de arte, y continúa molestándolo pero nunca con la intensidad de ese primer encuentro.

Entendiblemente, Naoto inicialmente no está muy contento de tener que lidiar con Nagotoro básicamente todos los días; pero rápidamente se da cuenta de que, hey, una chica linda le está prestando atención. Molestándolo (de forma juguetona, mayormente, después de la primera vez), sin duda alguna; pero prestándole atención de cualquier manera.

Por qué se acerca Nagatoro con su senpai es inicialmente difícil de entender, pero la explicación más sencilla es que le dio curiosidad, probablemente sin caer en cuenta de que, como dijo García Márquez, la curiosidad es otra de las tantas celadas del amor.

El romance entre Naoto y Nagatoro es de las cosas más puras, divertidas y reales que he tenido el placer de disfrutar; ambos tienen defectos y cualidades creíbles; ambos crecen y evolucionan como personas de carne y hueso; ambos descubren, con algo de sorpresa, cuánto les gusta el otro; y ambos terminan admitiéndolo, sin extenderlo a muerte de manera artificial como suelen hacer muchos mangas y animés románticos.

Y todo esto está enmarcado en una serie que es indiscutiblemente comedia; nunca deja de ser divertida, hilarante incluso en múltiples episodios, porque la historia está firmemente plantada en estos dos personajes (y su círculo de amiguitos, que también son espectaculares) que están muy bien definidos y que tienen deseos y necesidades reales y creíbles.

Senpai (que así le dice Nagatoro toda la serie) pasa de ser un muchacho con lentes, inseguro y reservado, a madurar en un muchacho sin lentes (comienza a usar de contacto; y me encanta la broma de que aún así trata todo el tiempo de acomodarse sus no existentes lentes con dos dedos en el puente de la nariz), mucho más seguro y proactivo, al grado de que muchos le decimos Chadpai, porque termina siendo un Giga Chad que en muchas ocasiones le voltea el plato a Nagatoro (que así le dice su senpai toda la serie), culminando en siendo él el que se confiesa, como debe de ser (en mi visión boomer de la vida).

Es de los chistes más adorables de toda la serie; Nagatoro se revela como un tanque de cristal, capaz de hacer mucho daño pero completamente incapaz de recibir ninguno, entonces cuando Chadpai toma la ofensiva la pobre muchacha termina literalmente toda chiveada y sin saber que hacer.

Bueno; a veces azota contra el piso a Naoto, dado que es una judoka a nivel cercano a olímpico.

Ijiranaide, Nagatoro-san es, indudablemente, arrecha; pero yo me atrevo a decir que es apropiadamente arrecha y, si acaso es posible, manteniendo el buen gusto. La arrechez de la historia además se presta para múltiples y muy cagados chistes, como que Nagatoro le gusta incomodar a su senpai amenzándolo con que se va a quitar la ropa, para que de repente le falle y sí le enseñe más de lo que había planeado y sea ella la que entre en pánico. O también para momentos dulces y emocionalmente muy satisfactorios, que han resultado en que por ejemplo Naoto haya pintado un cuadro de Nagatoro desnuda (de espaldas) o que entre sus múltiples aventuras hayan terminado bañándose juntos (en un onsen o baño público de aguas termales), aunque en ese momento ni siquiera se habían besado.

El animé sigue casi al pie de la letra al manga; pero sólo cubre el inicio de la historia, aunque hacia el final de la primera temporada ya es obvio que Nagatoro está perdidamente enamorada de su senpai. El manga va mucho más adelantado; Naoto y Nagatoro son novios oficiales y justo hace unos días por fin se dieron su primer beso, aunque los muy degenerados andaban de la mano desde hacía mucho tiempo, los muy sucios.

Do you want to kiss me?

Do you want to kiss me?

Me encanta Ijiranaide, Nagatoro-san; el manga va que vuela a convertirse en uno de mis favoritos de toda la vida, y el animé falta que alcance al manga, pero es igualmente de recomendable. No es una serie para niños: es arrecha y a veces innecesariamente agresiva; pero justamente eso podría usarse para describir a Hayase Nagatoro, y a mí al parecer eso me gusta (como también a Chadpai). Y debajo de todas las calenturas de un par de adolescentes en la edad exacta en la que se pasan dichas calenturas, además de la agresividad que a veces muestran Nagatoro y sus amiguitas, está una historia en el fondo muy tierna, muy dulce e hilarantemente romántica: de verdad, si pueden aguantar la incomodidad del primer encuentro entre Nagatoro y su senpai, yo creo que sí van a disfrutar la serie.

La recomiendo encarecidamente. Está en Crunchyroll, si les interesa; y los volúmenes en inglés del manga están en Amazon.

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Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz

Cuando Xóchitl salió a la luz pública nacional, como la comisionada ídem para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas con el tarado de Fox, fue la miembro de su gabinete que mejor me cayó.

No me cayó bien, obviamente; pero dado el desastre que fue ese gabinete, sexenio y presidente, Xóchitl era la que menos mal me cayó, si así lo prefieren. Como la tía ruidosa que uno no estima realmente, pero que al menos hace las reuniones familiares más divertidas.

No necesariamente porque sea simpática o ni siquiera chistosa; pero sí definitivamente cagada. Tal vez uno no sea ría con ella; pero al menos se ríe de ella.

Gálvez ha sido una figura política gris, en el sentido de propuestas o resultados; generalmente “cayendo para arriba” cada vez que vuelve a brincar a un nuevo cargo.

Acabó de jefa delegacional de la Miguel Hidalgo en 2015 (evidencia del desfondo que venía ocurriendo en los cuadros prianistas hacia la segunda mitad del sexenio de Peña Nieto), donde tuvo un desempeño intrascendente, si somos generosos; o con varios de los signos de corrupción en la capital que caracterizan a los prianistas (contratos de desarrollos inmobiliarios a empresas propias o cercanas), si creemos los dichos de Víctor Romo.

Después terminó como senadora plurinominal, nominalmente por el PRD (para que les salieran las cuentas después de la madriza que puso Morena a los demás partidos políticos en 2018), pero siempre miembro de la bancada panista, aunque en el primer debate los negó, como Pedro a Chuy.

En toda su carrera, Xóchitl se caracterizó por hacer maniobras “coloridas”, como encadenarse a la silla del Presidente del Senado o tratar de irrumpir en las mañaneras del Presidente; o sea, haciendo (como siempre) cosas “cagadas”. Eso de hacer propuestas o implementar políticas que mejoren la vida de los ciudadanos, como es el caso con casi todos los prianistas, nunca ha sido lo suyo.

Esa última ocurrencia de la entonces senadora (ahora con licencia) fue lo que en parte determinó que acabara como la candidata presidencial de la oposición prianista; originalmente ella le tiraba a ser candidata para jefa de gobierno de la Ciudad. No hay que engañarnos; también perdería la jefatura de gobierno, pero me parece que no sería de forma tan apabullante, como se ve venir para la contienda por la Silla del Águila.

Si somos bien pensados, la candidatura presidencial de Xóchitl fue resultado del grupo amorfo e incompetente lidereado por Carlos X. González, en un proceso ridículo donde cada vez que dizque sí iba a enfrentarse con alguien más, sus contrincantes intempestivamente se bajaban solitos, siendo el caso más patético el de Santiago Creel, que de plano se echó a llorar porque sabía que estaba perdiendo la última oportunidad en su vida de ser el candidato presidencial de su partido, el PAN. Las encuestas que asegún utiliza Morena para determinar candidaturas son una mamada, no nos engañemos; pero son infinitamente superiores a la burla de proceso que se inventaron en el prianderré.

Si somos mal pensados, la candidatura presidencial de Xóchitl fue resultado de una de las maniobras políticas magistrales del Peje, que les eligió la peor candidata posible a sus contrincantes, con el agravante de que incluso consiguió hacer que los mismos creyeran que ellos la habían elegido solitos.

Si no fuera por las múltiples evidencias de corrupción, Xóchitl me daría lástima. La pobre mujer nunca se imaginó (ni mucho menos se preparó) para competir por la Silla del Águila; ella esperaba competir por la jefatura de la Ciudad de México, perder (ya fuera la interna o la general), y continuar cayendo para arriba en las jerarquías partidistas del PAN o las coaliciones putrefactas que liderea, viviendo de los negocios con sus empresas, sean legales o ilegales.

Nunca tuvo un proyecto de nación; nunca tuvo propuestas que no sean ocurrencias ridículas como súper prisiones y tarjetas inteligentes; nunca tuvo una estrategia de campaña distinta al sinsentido de atacar con las mentiras más absurdas posibles a la candidata de Morena y a uno de los presidentes más populares y queridos de toda la historia

Y aunque sin duda la senadora con licencia no se preparó para esta candidatura, no es nada más culpa de ella: el desastre que ha sido dicha candidatura, es en gran medida resultado de la coalición de partidos que la aventaron a los lobos para después abandonarla figurativa y literalmente, al grado de que la candidata les tiene que rogar que por favor hagan anuncios para impulsarla; y de asesores como el inútil de Castañeda, que primero dijo la barbaridad de que un proyecto de nación era una “idiotez” y que debían concentrarse en “las gelatinas”; para después rematar con exigirle a Xóchitl que lanzara una “guerra sucia, pero sucia” contra Claudia Sheinbaum.

Sin embargo sería injusto, incluso con la misma Xóchitl, el no fincar la responsabilidad mayor del desastre que ha sido su candidatura en ella misma: al fin y al cabo aceptó cuando se la ofrecieron. Y Xóchitl es una candidata peśima: mala oradora; peor debatiente; lenta ante preguntas incómodas e incluso ante preguntas a modo; con harta cola que le pisen; con actos de nepotismo que se le han revertido en su contra; y cometiendo errores no forzados una y otra y otra y otra vez, como poner el escudo nacional de cabeza en el primer debate o decir que la gente mayor de 60 años que no se ha hecho de un patrimonio como ella (probablemente de forma ilegal) es porque “está bien güey”.

Quiero terminar, sin embargo, analizando con el que en mi opinión probablemente es el acto más emblemático (y ridículo) que Xóchitl ha cometido en su campaña.

El primero de marzo de este año, para iniciar su campaña, Xóchitl firmó con sangre la promesa de que no se eliminarían los programas sociales que para motivos prácticos han definido al sexenio del Peje.

Primero: prometer (firmando con sangre) que no se tocarían los programas sociales, es implícitamente reconocer que el hilo conductor de la Transformación encabezada por Andrés Manuel y que planea continuar Claudia (por el bien de todos, primero los pobres), es correcto.

Segundo: prometer (firmando con sangre) que no se tocarían los programas sociales, como abanderada del PAN a la Presidencia de la República, es de las cosas más hipócritas que hayamos visto en la historia política de México, cuando ningún diputado del PAN (que es su partido, aunque lo niegue) en este sexenio votó a favor de las reformas constitucionales para instaurarlas. Ninguno; en el mejor de los casos se abstuvieron.

Tercero: prometer (firmando con sangre) que no se tocarían los programas sociales, es implicitamente admitir que no podemos sencillamente creer en su palabra, y por lo tanto debe hacer espectáculos vergonzosos como firmar con sangre, a ver si así sí le creemos.

La oposición unida en la coalición del corazón partido tuvo todo el sexenio del Peje para preparar un proyecto de nación y destilar un candidato o candidata que pudiera enarbolar y defender dicho proyecto. En lugar de eso, se dedicaron a atacar al Presidente, en ocasiones con razón, pero en general sin ella, de manera inclemente y sin dar alternativas viables; y a tratar de defender mezquinamente el poder y los privilegios que poco a poco fueron perdiendo de manera inclemente estos seis años. A inicios de 2018, Morena gobernaba cero entidades federales; seis años después, a inicios de 2024, Morena gobierna veintidós.

Para rematar, dicha oposición terminó postulando (instigados por el Peje, si somos cínicos) a una candidata sin ninguna posibilidad de competir con la candidata de la Transformación, y además abandonándola cuando notaron (como todo mundo lo hizo) que esa candidatura estaba destinada al fracaso, en una estrategia una vez más perdedora de tratar de defender los pocos reductos de poder que con esfuerzos mantienen, y que es probable resulte en que también los pierdan, al menos en parte.

A estas alturas del partido, todavía encuentro a Xóchitl como una mujer cagada, y dentro de la pudredumbre que es ya la unión hereje entre el PRI, PAN y PRD, sigue siendo de las que mejor me caen. Sinceramente me da pena ajena ver cómo la pobre se hunde a sí misma cada vez más, sin que nadie en general ni en los partidos que la postularon en particular haga nada para ayudarla, en gran medida porque no hay mucho que puedan hacer, mucho menos a estas alturas, a siete semanas para que ocurran las elecciones presidenciales.

Hace seis años me parecía (a mí y a más de la mitad de los votantes) que era obvia la opción que debíamos tomar al elegir presidente; este año, la pregunta es casi ofensiva. Estoy convencido que el número de personas que van a votar por Xóchitl con emoción y teniendo la certeza de que ella es la mejor candidata que se les podría ocurrir, es estadísticamente insignificante: casi todos los que voten por la candidata prianista lo harán realmente por votar en contra de la Transformación.

Pero son una minoría disminuyente que al parecer será incluso menor que hace seis años; entonces ni siquiera importa demasiado.

No sé qué será de Xóchitl; hace seis años yo me atreví a pronosticar que Anaya desaparecería de México (que técnicamente eso hizo, al menos durante el sexenio), pero se me olvidaba que él sabe dónde están enterrados muchos de los cadáveres del prian (en términos políticos; no lo estoy acusando de asesino… todavía) y entonces consiguió arrancarle al prian una candidatura plurinominal segura, lo que le dará fuero legislativo para que no lo metan a la cárcel, que es probablemente la razón por la que se la pasó autoexiliado este sexenio.

No creo que Xóchitl le alcance ni siquiera para eso, porque como digo en general siempre ha caído para arriba en sus cargos, no por su habilidad política, conexiones o información. Al contrario: Anaya y Meade fueron “perdonados” en el sentido de que sus partidos no se los comieron vivos (políticamente hablando), un poco concediendo que no era realmente culpa de ellos, sino del gigante que terminó siendo Andrés Manuel en el 2018; pero con Xóchitl me da la impresión de que la usarán como chivo expiatorio.

La culpa no será del PAN o del PRI (el PRD desaparecerá), ni de Alito o Marko Cortés; la culpa no será la falta de programa o propuestas; la culpa no será de que abandonaron a su candidata tratando de salvar sus pobres pescuezos: no, la culpa será de Xóchitl, que no usó bien a las gelatinas; o que le quedó grande el saco; o que no atacó con suficiente salvajismo; o de que cometió un error imperdonable al integrar oficialmente a su hijo a su campaña; o vayan a saber qué, pero yo sospecho que tratarán de culparla a ella de todo.

Vamos a ver; como digo arriba, si no fuera por las muy alarmantes evidencias de corrupción, lo principal que sentiría yo por Xóchitl Gálvez es lástima. Porque este 2 de junio, a menos que algo realmente catastrófico ocurra en el próximo mes y medio que queda de campaña, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz perderá las elecciones presidenciales, postulada por una unión casi total de la oposición partidista en México, y de manera contundente y apabullante, que rayará (si no es que lo será completamente) en una humillación vergonzosa.

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Control

Después de Shantae, mi siguiente platino fue el de Control.

Control

Control

Tengo una relación tóxica con la Fundación SCP; cada dos o tres años comienzo a leer los SCPs (o skips), haciéndolo absurdamente en orden, lo cual garantiza que nunca avanzo.

Que es inútil pensar en “avanzar” con los procedimientos de contención especial (Special Containment Procedures, SCPs) de la Fundación SCP, dado que es un proyecto colaborativo de escritura y los SCPs son modificados, movidos y en algunos casos incluso eliminados frecuentemente.

Por si no lo saben, la Fundación SCP (Secure, Contain, Protect) se encarga de asegurar, contener y proteger a objetos, personas, entes y lugares con propiedades paranormales. El proyecto es un wiki (como la Wikipedia): todo mundo puede escribir casos SCP para estos objetos, personas, entes o lugares, aunque se hacen concursos para elegir a los SCPs con números múltiplos de 1000, por ejemplo.

Siendo un proyecto colaborativo internacional, la calidad y originalidad de los SCPs varía enormemente, pero en general son al menos entretenidos, en algunos casos hilarantes, en otros realmente aterradores y no faltan los que son desgarradores emocionalmente. Uno puede perder años leyendo SCPs antes de irse a dormir todas las noches, hasta que probablemente el aumento en el número de pesadillas que tengan resultará en que dejen de hacerlo, periódicamente, como me ha pasado a mí. Hasta que pasan un par de un años y regreso de nuevo a buscarme pesadillas.

Como sea; la Fundación SCP tiene un videojuego indie, tierno pero más bien limitado. Control en cambio es un videojuego triple A que oficialmente no tiene nada que ver con la Fundación SCP; pero todo mundo sabe y admite (incluyendo los desarrolladores) que el juego está superficialmente basado y hace homenaje a muchos SCPs de la Fundación.

Me encantó este juego; es espectacular en casi todos los aspectos: la historia, los gráficos, la música y por encima de todo el modo de juego. Jesse, la protagonista, comienza a adquirir poderes paranormales que hacia el final del juego hacen que sea básicamente una superheroína, que puede flotar, moverse super rápido en ráfagas cortas, manipular objetos (¡y enemigos!) telequinéticamente y limpiar las zonas tomadas por el Hiss en la Casa Más Vieja.

La historia sigue a Jesse, una sobreviviente de un evento paranormal que destruyó a su pueblo. Una entidad incorpórea que se hace llamar Polaris salva a Jesse y su hermano gemelo, Dylan; pero la Oficinal Federal de Control (FBC, Federal Bureau of Control) llega a las ruinas del pueblo y se lleva a Dylan mientras Jesse huye auxilada por Polaris.

Durante años Jesse vive huyendo de la FBC, hasta que con ayuda de Polaris una vez más, consigue encontrar la Casa Más Vieja, los cuarteles de la FBC, y de buenas a primeras se convierte en su nueva directora. Cómo hacen esto es fenomenal y ocurre como en los primeros veinte minutos del juego. De ahí Jesse, en su papel de nueva directora de la FBC, asume la responsabilidad de rescatar a la agencia de un ataque/posesión por parte de un ente extradimensional que denominan Hiss.

El juego es, en mi humilde opinión, casi perfecto: me encantó como no tienen idea. Toda la Casa Más Vieja está repleta de documentos, grabaciones y videos que relatan todos los casos con los que la FBC ha lidiado durante su existencia, y se va descubriendo el secreto de qué pasó con el director anterior, el estado de los distintos jefes de departamento de la FBC, quién está detras del Hiss, y muchas otras cosas más.

Es espectacular.

Sólo tiene un pequeño problema: es ligeramente imposible de jugar en PlayStation 4 normal. Los ataques de Jesse contra el Hiss normalmente causan un montón de explosiones y humaredas, que los efectos de partículas que el juego usa para representarlos a su vez ocasionan que la pobre consola comience a sudar tratando de dibujarlos en la pantalla, lo que resulta en que los FPS (frames per second, cuadros por segundo) se desplomen a como 2. En escenas de mucha acción no era raro que el juego pareciera una presentación de PowerPoint. Nunca me había pasado eso con un videojuego de PlayStation.

Ahora, por alguna razón que no comprendo, comencé a jugar este juego en PS4, aunque tenía disponible la versión en PS5 (las dos me salieron gratis con mi suscripción a PlayStation+, son parte del catálogo de juegos). Y en ese momento no sabía (lo descubrí, güey como soy, meses después) que uno puede sin problemas jugar básicamente todos los juegos del PlayStation 4 en el PlayStation 5 (hay un puñado que no se pueden).

Si hubiera terminado el juego en mi PS5 (aunque fuera la versión PS4) no hubiera tenido problemas; pero ni siquiera se me ocurrió intentarlo. Mejor agarré y compré en MercadoLibre un PlayStation 4 Pro usado, sorprendentemente barato desde mi punto de vista. Mi racionalización fue que además de poder jugar Control sin que pareciera presentación de PowerPoint, iba a poder usar dos PlayStations 4 para poder sacar fácilmente trofeos en línea (así le hice con Dead or Alive 5 Last Round, por ejemplo).

Y técnicamente sí, me ha servido para eso; pero tener dos PS4s y un PS5 es medio retrasado mental: uno puede usar el PlayStation 5 como segunda consola para juegos de PlayStation 4 en línea.

Como sea, eso lo descubrí después; terminé Control en mi PS4Pro, y aunque seguía alentándose en escenas con muchos efectos de partículas, era al menos jugable.

En trofeos Control es increíblemente noble, casi a grados ridículos: yo jugué con una dificultad moderada casi todo el juego, pero uno puede configurar eso de forma ridículamente granular (que es lo que hice al mero final para sacar los últimos trofeos que me faltaban). Mi último trofeo era cumplir un cierto número de misiones de un tipo particular, pero no chequé con cuidado cuántas misiones llevaba y me salió ese trofeo y el platino sin que estuviera grabando, así que lo único que tengo es la captura de pantalla que hace automáticamente el PlayStation 4 cuando uno saca un trofeo:

Platino de Control

Platino de Control

Ni siquiera es una foto particularmente interesante.

También capturé el video; pero en PlayStation 4 la chingadera únicamente graba el juego, no la capa donde aparecen las notificaciones del sistema, que es justamente donde se anuncian los trofeos ni tampoco el ding que suena al mismo tiempo. En PlayStation 5 se graba automáticamente el ding del trofeo y la notificación en pantalla; pero únicamente unos cuantos segundos antes y después del trofeo: si uno guarda el video manualmente, tampoco se graba la capa de notificaciones ni el ding, que es como que lo importante. Digo yo.

Como sea: me encantó Control, es de mis videojuegos favoritos del PlayStation 4 (Pro) y esto ha causado que quiera jugar Alan Wake y su secuela, que acaba de salir con aclamo crítico también, porque son hechos por la misma compañía y ocurren en el mismo universo. Por último, espero con ansias la secuela de Control, que ya fue anunciada aunque todavía no hay fecha de lanzamiento.

Y mientras tanto, supongo que jugaré de nuevo Control, pero ahora para PlayStation 5; son conjuntos de trofeos diferentes, entonces hasta eso tiene de ventaja.

Les recomiendo encarecidamente que jueguen Control, aunque sea nada más en una única consola (o en PC; está en Steam). Es de verdad extraordinario.

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Misión Imposible: Sentencia Mortal Parte 1

En julio del año pasado fui a ver Mission: Impossible – Dead Reckoning Part One, porque por supuesto que eso hice.

Mission: Impossible - Dead Reckoning Part One

Mission: Impossible – Dead Reckoning Part One

Estas películas cada vez son más idiotas. Como ya no saben qué país ahora hay que usar como enemigos, se inventaron una “inteligencia artificial”, entonces pues es Tomás Crucero contra ChatGPT.

La película me gustó bastante; es muy entretenida si uno apaga las neuronas de la estupidez de inventarse un enemigo casi omnisciente porque así lo dice el guión, tiene acción casi ininterrumpida (incluyendo una secuencia en un tren que es casi idéntica al inicio de Uncharted 2: Among Thieves), y Hayley Atwell es estupidizantemente sexy.

Lo único que no me gustó fue que desmurieran a Ilsa Faust, interpretada por la imposiblemente hermosa Rebecca Ferguson; con el agravante de que al parecer es para que Ethan Hunt se consiga nuevo modelo (interpretado por la antes mencionada Hayley Atwell).

La película está bien, si uno la ve como lo que es; lamentablemente se enfrentó al monstruo de Barbenheimer, entonces no le fue muy bien que digamos en la taquilla, y pues sepan entonces qué pasará con la segunda parte, porque además de todo termina en un cliffhanger.

De cualquier manera, yo sí la recomiendo.

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Los candidatos en 2024

Este año electoral no escribí mucho de política, en gran medida porque los resultados (principales) de la elección fueron del dominio público al menos desde que las candidatas (y el otro güey) quedaron definidas. No sólo hizo esto medio redundante estar escribiendo la crónica de una muerte (política) anunciada; también hizo, al menos respecto al resultado, un poco aburrido todo el proceso.

(Por más divertido que haya sido, al menos para los que apoyamos a la Transformación).

Como sea, exactamente en dos meses serán las elecciones, así que supongo que va siendo hora de que comience a dar mi opinión acerca de cada una de las candidatas (y el otro güey). No que tenga la más mínima importancia, sólo me parece importante dejar registro de cuál, en mi opinión, es la mejor candidata y por qué es Claudia Sheinbaum.

A partir mañana escribiré cada dos semanas acerca de cada una de las candidatas (y el otro güey), en orden inverso de sus preferencias electorales dadas todas las encuestas en existencia. Dejaré una última entradada un par de semanas antes de las elecciones con un último llamado al voto para todos los ciudadanos, sin importar sus preferencias políticas.

Por lo tanto empezaré mañana con el otro güey.

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Los quejumbrosos

Hay un sector pequeño (y que por lo tanto no tiene mucha relevancia a la hora de contar los votos), pero en mi opinión importante. Es gente que posiblemente vaya a votar por la Transformación este dos de junio; que en el peor de los casos sencillamente no votará; pero que jamás votarían por nuestra desesperada y triste oposición, porque son fundamentalmente personas decentes.

Eso sí, se quejan de un chingo de cosas; y por eso me gusta llamarles los quejumbrosos.

La mayoría de las quejas que tienen son resultado, en muchas ocasiones, de que viven en su búrbuja (como gran parte de los que no apoyan la Transformación) y entonces creen muchas veces en cosas que son falsas, como que de verdad casi no hay medicamentos en los hospitales públicos y que además es porque son incompetentes los de la Transformación; o que los libros de texto gratuitos ya no tienen matemáticas, porque a la Transformación no le parece algo importante que deban estudiar los niños.

Sin embargo, están conscientes de que el PRI es actualmente una bazofia (y de hecho en general nunca votaron por el PRI y nunca lo harían); saben que el PAN está asociado al fascismo y el mochismo y que no es muy distinto del PRI; que votar por el cascarón podrido del PRD es básicamente tirar a la basura dicho voto; y que MC es, en el mejor de los casos, intrascendente.

Entonces votan por Morena, básicamente bajo protesta diciéndose que de todo lo malo, es lo menos pior; o no votan, en el peor de los casos.

Como digo al inicio, muchos integrantes de este sector son fundamentalmente gente decente; les interesa (al menos en teoría) que disminuya la desigualdad económica; son progresistas en cuestiones de género y la comunidad LGBTAQRZXWΓΨΘД; son “indigenistas” superficialmente (van a Tepoztlán, si no es que tienen casa de fin de semana ahí, y usan huipiles o similares); y son, en resumen, lo que en mis círculos movilizados siempre describimos como “izquierdistas” de café: se dicen izquierdistas, pero la acción izquierdista más fuerte que jamás han hecho, es discutir sus opiniones “progresistas” mientras se toman un café en Coyoacán.

En defensa de ellos, generalmente salen a votar; y cuando lo hacen (como dije arriba) lo común es que lo hagan por los candidatos que representan las causas que en los hechos compartimos. Pero básicamente esa es su única contribución a la democracia en México; y, como ya mencioné, a veces ni eso.

En general nunca se han movilizado. Si los cuestiona uno por qué nunca se han movilizado, probablemente responderán que nunca sintieron que su participación en una movilización pudiera servir de algo; pero en el fondo siempre hay un sutil (y es posible que a veces inconsciente) desprecio por la banda que sí se moviliza: para gente educada, como ellos (suelen tener una muy amplia y buena educación), el estar marchando, estallando huelgas o participando en plantones es inherentemente algo que le corresponde a la gente debajo de su condición. Porque son, aunque muchas veces ni se den cuenta, increíblemente clasistas.

Bueno, estos cabrones suelen ser de los críticos más vocales de la Transformación; muchas veces por literalmente ignorancia de que ni siquiera se toman en serio la responsabilidad que tienen de mantenerse bien informados; pero a veces con toda la razón del mundo. Es gente en general preparada y (repito) fundamentalmente decente: si algo les parece mal y no es una tergiversación o invención de nuestra desesperada y triste oposición, es altamente probable que tengan un punto que merece ser atendido.

La cosa es que es desesperantemente difícil tomarlos en serio porque normalmente ignoran el contexto y las prioridades del movimiento que es la Transformación (por el bien de todos, primero los pobres); y porque creen nada más que porque tienen la razón (probablemente, a veces), que las cosas deberían hacerse como ellos quieren en automático, como si fuera magia.

No están dispuestos ni a escribir y firmar una carta, en muchos casos; mucho menos movilizarse de ninguna manera. Porque eso está por debajo de ellos, evidentemente.

Las conversaciones con los quejumbrosos acerca de sus quejumbres suele ser de este estilo:

  • Quejumbroso: Está mal X.
  • Chairo: OK, ¿por qué?
  • Quejumbroso: Porque no me gusta.
  • Chairo: Mmmhh, interesante argumento, ¿puedes elaborar?
  • Quejumbroso: Elabora, y sorprendentemente tiene sentido lo que dice.
  • Chairo: Ah, OK, ¿qué propones para solucionarlo?
  • Quejumbroso: Ese no es mi trabajo; pero X está mal.
  • Chairo: Sí, bueno; reconocerlo es el primer paso, pero necesitamos más para poder resolverlo.
  • Quejumbroso: OK, deberían dar más dinero a Y.
  • Chairo: OK, ¿a cuántos mexicanos afecta X?
  • Quejumbroso: A mí y a otros tres güeyes.
  • Chairo: ¿Sí te das cuenta que hay como putamil grupitos como el de ustedes que también quieren dinero?
  • Quejumbroso: Sí, pero nosotros sí somos importantes.
  • Chairo: OK; ¿qué están dispuestos, tú y tus tres amiguitos, a hacer al respecto?
  • Quejumbroso: Nada.
  • Chairo: Oh.
  • Quejumbroso: Excepto tal vez quejarnos cuando tomemos café en Coyoacán.
  • Chairo: Oh.
  • Quejumbroso: En particular cuando tomemos café contigo.
  • Chairo: Oh. Oh no.

Obviamente estoy caricaturizando; pero de verdad a veces así se siente, especialmente porque yo suelo ser el chairo de la ecuación. Y tengo suficientes amigos y colegas quejumbrosos como para que ya me tengan medio hasta la madre de que se quejen conmigo. Tampoco ayuda que nunca los escuché quejarse de los gobiernos priistas neoliberales y panistas, cuando esos gobiernos literalmente estaban destruyendo al país y causando decenas de miles de muertos. Ahora es cuando se quejan.

Una cosa que ocurre más comúnmente de lo que uno esperaría, es que los quejumbrosos dicen que no hacen nada (más que quejarse en redes sociales, que es el equivalente moderno de quejarse en un café de Coyoacán) porque temen “represalias”. Es muy difícil no perderles todo el respeto ahí y en ese momento, cuando mataron, desaparecieron, torturaron y encarcelaron a miles de mexicanos en nuestro movimiento para que pudiéramos tener a este gobierno de Transformación, que por muchas fallas que tenga (y que estamos coscientes que las tiene), representa y encarna nuestras demandas de décadas. Y que dicho gobierno no mata, desaparece, tortura o encarcela a sus críticos, hecho del que cualquiera con dos dedos de frente puede percatarse.

No se sienten parte del movimiento de Transformación porque no lo son; nunca se han movilizado los cabrones, repito.

Y fallan en comprender que la Transformación, que Morena, es un movimiento. No es nada más un partido político; no es nada más gobernantes, legisladores y políticos profesionales: es un movimiento popular de masas.

La enorme mayoría de la gente que se moviliza por Morena y la Transformación son, por definición, ciudadanos comunes y corrientes. No esperan un cargo político; ni siquiera esperan un beneficio específico, mucho menos económico. Están ahí porque creen en el proyecto de nación y están (estamos) convencidos de que implementarlo resultará en beneficios para todos (incluyendo nuestros mismos adversarios políticos); en general de forma indirecta, muy pocas veces de forma directa. Venga, ya estamos viendo en este sexenio que sí funciona.

Por el bien de todos, primero los pobres.

Y no entienden que ese proyecto no fue una idea genial del Peje; como su continuación no será una idea genial de Claudia: es un trabajo en equipo de formar un enorme consenso nacional, donde participan muchísimos miembros del movimiento. No los dirigentes nada más; no los representantes nada más: el pueblo movilizado que forma las bases de Morena. Así está construido ese partido político, de origen.

No les cabe esto en la cabeza a los quejumbrosos, porque en el fondo muchos sienten que la gente movilizada son acarreados, o borregos, o carne de cañón política. No es así; y esto es fácilmente demostrable si van y se paran un día en estas movilizaciones: sí, de repente hay acarreados (lamentablemente se volvió una práctica casi fundamental del sistema político mexicano gracias al PRI, y no la hemos erradicado por completo); pero es medio trivial descubrir que la enorme mayoría de los movilizados no son acarreados. Por eso ganamos las elecciones con los márgenes que vemos.

Yo no estoy registrado con Morena (aunque he sido representante del partido en casilla), pero sí conozco a muchos miembros. Y no sólo académicos o antiguos compañeros de lucha; conozco obreros, jubilados, maestros que son miembros de Morena. Casi todos participan en las discusiones de cómo están las cosas y qué es lo que hay que hacer hacia el futuro: son miembros fundamentales del movimiento. Y se les toma en cuenta; no existirían estos niveles de aprobación y de intención de voto si no fuera así. Es por eso que cosas como la ridícula alianza del partido con Jorge Hank Rhon se cayó a pedazos: las bases en Baja California increparon a los dirigentes que cómo chingados hacían eso y se les escuchó.

(Por cierto; es de risa loca ver cómo estas bases de Morena, muchas veces con sólo primaria o secundaria como educación formal, suelen estar mucho mejor informadas que gente que me consta que tiene muy buena educación y que no es idiota.)

Entonces estos adorables quejumbrosos, que (en general) nunca se han movilizado en su vida, pues tampoco se han movilizado, ni a favor ni encontra, del Movimiento de Regeneración Nacional. Eso “no sirve de nada”, o puede “causar represalias”, o es sólo “para acarreados”.

Y se sorprenden de que sus intereses específicos (que suelen afectar a tres güeyes) no sean la principal prioridad de la Transformación.

¿Quieren que ciertas políticas o programas cambien, se reemplacen o implementen? Bueno, ¿qué van a hacer al respecto, además de quejarse en un café de Coyoacán o poner una publicación en sus redes sociales? Porque si nada más hacen eso, sirve exactamente lo mismo que una chingada.

Los de Morena están (estamos) movilizados. Es en principal beneficio de los quejumbrosos que también se movilicen.

No es un problema que se reduzca a números; es un problema de convencer. Porque en una democracia tienen que convencer a la mayoría, la “buenitud” de un programa o política por sí misma no basta para que se implemente. Y sus grados académicos, riqueza personal o inteligencia no son en sí mismos suficientes para que nos convenzan: ¿cómo se implementa el programa? ¿En qué beneficia al país, de preferencia con respecto a los más necesitados? ¿Es sostenible, seguirá siendo factible en 50 años? ¿Se puede convencer a parte de la iniciativa privada para que le entre al financiamiento? ¿Se puede generalizar para que beneficie a la mayor parte posible de la población?

Le tienen que entrar al juego político: porque todos tenemos que entrarle al juego político; que la vida pública sea cada vez más pública. Lo mínimo es votar, pero hay que participar en los foros de consulta, en los pebliscitos, en las movilizaciones.

Jon Stewart regresó, después de 9 años, a dirigir The Daily Show los lunes, y en su primer programa dijo algo que a mí me gustó mucho (los gringos votan el 5 de noviembre):

And it’s all going to make you feel like Tuesday, November 5, is the only day that matters. And that day does matter. But, man, November 6 ain’t nothing to sneeze at, or November 7. If your guy looses, bad things might happen. But the country is not over. And if your guy wins, the country is in no way saved. I’ve learned one thing over these last nine years. And I was glib at best and probably dismissive at worst about this. The work of making this world resemble one that you would prefer to live in is a lunchpail fuckin’ job, day in and day out, where thousands of commited, anonymous, smart, and dedicated people bang on closed doors and pick up those that are fallen and grind away on issues till they get a positive result. And even then, have to stay on to make sure that result holds. So the good news is I’m not saying you don’t have to worry about who wins the election. I’m saying you have to worry about every day before it and every day after. Forever.

Se aplica exactamente lo mismo aquí en México: es nuestra chamba, queridos lectores, de todos los mexicanos. No importa por quién votemos o qué programas o políticas prefiramos. Y es para toda la vida.

¿Quieren seguir nada más quejándose en un café de Coyoacán o publicando entraditas en sus redes sociales? Digo, pueden hacerlo, nadie los obliga a otra cosa. Sólo entiendan que no sirve absolutamente para nada.

¿Quieren ver cambio positivo? Dejen de estar de quejumbrosos y movilícense. Y sigan movilizándose; una y otra y otra y otra vez: cada día todos los días.

Para siempre.

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Puro

Tal vez debí escribir esta entrada antes de reseñar The Saint’s Magic Power is Omnipotent, pero sin duda alguna debo de hacerlo antes de que reseñe mi siguiente animé.

Todo lo que sigue es cómo entiendo yo entiendo el asunto; es posible que esté interpretando mal ciertas cosas, en cuyo caso ofrezco una disculpa por adelantado: pero tampoco es como que importe demasiado, me parece.

Lo que quiero discutir en esta entrada es lo que, al menos en los subreddits de animé y manga, pero también en comentarios YouTube y otros rincones de internet, es denominado como contenido wholesome.

El término, cuya traducción literal debería ser entero, porque es literalmente a lo que se refiere uno cuando habla de pan de trigo entero o integral (dícese, no tan procesado como el blanco), en algún momento comenzó a usarse en internet para referirse a contenido “bueno”.

Pongo “bueno” entre comillas porque no me refiero a la calidad; me refiero a las cualidades éticas y (supongo) morales de dicho contenido: simplificando, algo es wholesome cuando deja a básicamente a todo mundo que lo consume sintiéndose bien y contento.

Casi siempre (pero no siempre), el contenido wholesome tiene un fuerte componente romántico; pero a diferencia de otras formas popularizadas de romance, suele no tener drama: esto descarta a la mayoría de las comedias románticas de Hollywood de calificarlas como tales (según yo lo entiendo).

Si uno mete wholesome en Google Translate, la máquina contesta con el término “sano”, que supongo está bien en el contexto de pan Bimbo; pero me parece que queda corto en el contexto de animés, que es donde primordialmente yo quiero usarlo. Yo voy a usar puro, porque se me da la gana; pero creo que también se queda un poco corto.

Un poco como con pornografía, el término puro en este contexto es fácil de reconocer, pero difícil de definir formalmente: a falta de mejor vocabulario de mi parte, daré dos ejemplos. Neon Genesis Evangelion definitivamente no es puro; mientras Cardcaptor Sakura es tal vez el ejemplo por antonomasia.

En general, casi no hay crueldad ni violencia en el contenido puro; la malicia suele no existir, siendo en general reemplazada por malentendidos, si acaso. Esto podría dar la impresión de que el contenido puro es aburridísimo, soso o meloso; pero en mi experiencia justamente los animés que se ganan el adjetivo suelen ser todo lo contrario.

Creo que muchos de los animés que más me han gustado en los últimos años fácilmente se pueden clasificar como puros, que es justo una de las razones por las que decidí tratar de definir el término.

También es importante señalar (me parece) que la pureza de un animé es generalmente ortogonal a su clasificación por edades: es mi impresión que el contenido puro justamente tiene la cualidad de poder encontrarse en series que no sólo son indiscutiblemente adultas, sino incluso en algunas que rayan en la pornografía. Hay todo un subreddit dedicado exclusivamente a hentai puro.

Por último, hay series que tal vez no son 100% puras, pero que tienen al menos una parte que puede clasificarse como pura (generalmente una relación romántica, no necesariamente entre los protagonistas principales).

Voy a comenzar a resañar múltiples series que o bien son puras, o tienen un porcentaje importante de contenido puro; son además, de las series que más he disfrutado en toda mi vida viendo animé, y me parecer importante hacer notar que es en gran medida por su pureza, ya que me he dado cuenta que a estas alturas del partido, disfruto muchísimo más el contenido puro que la acción o los dramas pendejos.

Y no me malentiendan: sigo disfrutando la acción y los dramas pendejos; nada más disfruto más el contenido puro.

Como sea; el último animé que reseñé (The Saint’s Magic Power is Omnipotent) es bastante puro, pero también es demasiado simple, al grado de rayar en aburrido. El siguiente animé que reseñaré es todo menos aburrido; y aunque es bastante arrecho, también es indudablemente puro. Espero que esta definición me ayude a explicar por qué me gustó tanto.

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Shantae and the Pirate’s Curse

El siguiente trofeo que obtuve fue Shantae and the Pirate’s Curse.

Shantae and the Pirate's Curse

Shantae and the Pirate’s Curse

Recién adquirido mi PlayStation 4, en PlayStation Plus se hizo disponible Shantae: Risky’s Revenge – Director’s Cut, un videojuego de plataforma que (sorprendentemente) protagoniza Shantae, una adorable media genio. Genio-tres-deseos, no genio-soy-muy-inteligente; media porque su mamá era genio, pero su papá era humano.

Es un juego de los que yo denomino PSN, porque no tiene platino; por eso no escribí de él nunca (sólo escribo de mis platinos), pero sí lo jugué y pues está divertido. Es de arte en pixeles, que a mí en particular nunca me ha importado mucho, pero que mucha gente se vuelve loca con eso; los controles son bastante precisos y Shantae eventualmente adquiere poderes para transformarse en distintos animales que le permiten acceder a lugares que en su forma normal humana/genio no puede.

Más que eso, la historia es ligera y divertida, con Shantae siendo adorablemente sexy e inocente todo el tiempo; las transformaciones se consiguen haciendo que Shantae baile moviendo la pancita (belly dance); y la villana principal del juego (Risky Boots, una pirata) es más bien su eneamiga (frenemy)… aunque después de jugar Pirate’s Curse me parece que pseudo novia sería el término más apropiado.

Pirate’s Curse también salió para PS+, éste sí con platino, lo reclamé hace años, y ahora que regresé a jugar videojuegos decidí terminarlo; les digo que nunca me queda claro cuándo sí me deja jugar juegos que hubiera instalado antes con mi cuenta vieja, pero con Pirate’s Curse sí me dejó.

No hay mucho qué decir del juego; es bastante divertido y más o menos similar a los juegos de Nintendo de mi infancia. Incluyendo que en algunos casos es bastante difícil; hubo una parte exclusivamente de plataformas (sin combate), que sí pasé legítimamente una vez; pero para un trofeo donde tenía que acabar el juego con un límite de tiempo, de plano usé un glitch para brincármela, porque además de ser muy difícil toma bastante tiempo, y pues si se muere Shantae hay que comenzar de cero.

Otra cosa interesante de los juegos de Shantae es que tienen una historia que se continúa ininterrumpidamente desde el primer juego, que salió hace más de 20 años para el Game Boy Color; y ni siquiera hay un resumen de la historia al inicio ni nada por el estilo: los juegos comienzan y dan por hecho que el jugador sabe más o menos de qué va la historia. En su defensa, no es tampoco como que la historia sea muy complicada.

El juego me tomó menos de un mes terminarlo, jugando sólo unas cuántas horas al día; lo jugué al mismo tiempo que God of War Ragnarök, y a ese sí le dediqué mucho más tiempo.

Está simpático, Shantae y sus amiguitas son adorables, y el juego es sin duda alguna de los mejores de plataformas que he jugado en mucho tiempo. Así que yo sí lo recomiendo ampliamente.

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Nuestra desesperada y triste oposición

En la primera entrada de esta serie no mencioné realmente a la oposición porque creo que podemos evaluar el desempeño de la Pejeadministración por sí misma o nada más comparándola con las administraciones anteriores, sin necesidad de compararla con la alternativa actual. Esto es importante porque, como dije entonces, si admitimos la realidad (el sexenio del Peje es el mejor del siglo XXI), entonces darle continuidad a su programa tiene todo el sentido del mundo, no importa quién sea la alternativa.

Pero si además consideramos la alternativa, entonces tiene todavía más sentido darle continuidad al programa del Peje, porque dicha alternativa (nuestra desesperada y triste oposición, que como ya he dicho me refiero a la dirigencia, gobernadores y legisladores de los partidos no afines a Morena) es tan patética que incluso con peores resultados la mayor parte del país seguiría prefiriendo al lopezobradorismo. Esto además cuadra con las encuestas de opinión, donde algunas le dan una aprobación de más de 70% al Peje, e incluso los agregados (poll of polls) le dan un promedio de alrededor del 69% de aprobación.

¿Por qué es patética, nuestra desesperada y triste oposición? Por una sencilla razón: no representan a casi nadie en el país, como mencionaba al final de mi última entrada en la serie.

Voy a hacer un pequeño resumen de los partidos fuera de la coalición encabezada por Morena para poner algo de contexto en la explicación de por qué no representan a casi nadie.

  • El Partido Revolucionario Institucional.

    El PRI duró, si contamos desde sus inicios como el Partido Nacional Revolucionario, más de 70 años en el poder. Mucha gente cree que eso ocurrió porque era un partido-gobierno autoritario y represivo; y no hay que equivocarnos, definitivamente era un partido-gobierno autoritario y represivo. Pero no fue por eso que duró más de 70 años en el poder.

    Eso lo hizo porque trataba (a tropiezos y no siempre de la mejor manera) de proteger a la mayor parte de la población. Eran autoritarios y represivos; pero también ofrecían educación y salud públicas y gratuitas entre muchas otras funciones que evidentemente le corresponden al Estado. Además, en lo general, el país se mantenía estable, mientras que casi todo el resto de Latinoamérica sufría golpes de estado y dictaduras militares. Por último, pero no por ello menos importante, hubo estabilidad económica durante muchísimo tiempo, ejemplificado por la relativamente poca devaluación frente al dólar durante treinta años (hasta 1958), seguido del periodo de estabilidad durante el cual el peso no se devaluó un centavo frente al dólar y el PIB creció enormemente durante casi veinte años (hasta 1976).

    Los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971, aunque sin duda alguna contenían comunistas y similares, algunos de los cuales esperaban que fueran los precursores de una gloriosa revolución, fueron en gran medida para exigir que se abrieran los espacios democráticos en el país: no necesariamente porque las políticas mismas que el PRI implementaba se considerara que iban en contra del beneficio de la población.

    Y aunque el PRI (o, si quieren, una parte de su dirigencia) reprimió de manera criminal estos movimientos, en los hechos cedieron a sus demandas, lo que llevó a la reforma política-electoral de 1977 que permitió el registro de partidos de oposición de izquierda, siendo esto el inicio de lo que culminaría en 2018 con la elección del Peje a la presidencia. La democracia es lenta y aburrida.

    El inicio de la muerte del PRI comenzó en 1982, cuando se inauguró Miguel de la Madrid Hurtado como presidente. Con él se estrenaron las reformas neoliberales que justamente hicieron que los gobiernos priistas rompieran lo que en los hechos los mantuvo en el poder tanto tiempo: comenzaron a desatender las demandas de la población y a implementar un modelo económico que de manera absurda esperaba que el libre mercado resolviera las necesidades de la gente donde obviamente tiene que fungir como actor principal el Estado. Además de la corrupción y otros problemas sistémicos de siempre.

    Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo se han convertido en villanos de la historia política mexicana, con justa razón; pero les concedo que tenían un plan bien claro de a dónde querían llevar el país, a un modelo neoliberal donde el papel del Estado se ve disminuido porque elimina las regulaciones a las empresas privadas y privatiza a las empresas estatales… aprovechando eso además para robarse miles de millones de pesos y enriquecerse ellos mismos y a muchos de sus amiguitos.

    En el 2000 el PRI perdió la presidencia, pero no hubo realmente transición: Vicente Fox y el PAN, que para ese entonces llevaba casi una década negociando en lo oscurito con el PRI, tenían para motivos prácticos el mismo plan para el país, además del mismo gusto de robarse todo lo que pudieran. En los dos sexenios que gobernó el PAN fue donde se disparó la desigualdad, se terminó por destruir la red de seguridad social del Estado, además de que se desató la violencia en una ridícula “guerra” contra el narcotráfico donde resulta que el principal policía del país estaba coludido con el narco.

    Fue tan desastroso el sexenio de Felipe Calderón, deslegitimado desde el inicio de su sexenio cuando se robó la elección presidencial, que de plano le regresaron el botín a los priistas; aunque no se puede poner en duda que lo que pasó entre los años 2000 y 2018 (y se puede discutir que desde la muerte de Maquío), fue que realmente co-gobernaron el PRI y el PAN, juntitos los dos, implementando básicamente las mismas políticas y siendo básicamente igual de corruptos e incompetentes.

    Enrique Peña Nieto será, con casi toda certeza, el último presidente priista que existirá en la historia: a partir de 1988, con la salida de Cuauhtémoc Cárdenas, el PRI ha ido perdiendo cuadros y militancia, lo cual se ha acelerado en los últimos años, siendo la pérdida de la gubernatura del Estado de México lo que probablemente sea el último clavo en el ferétro del viejo dinosaurio. Es posible que el PRI pierda su registro a nivel federal, si no en las próximas elecciones, probablemente en las siguientes intermedias, y en ese caso yo no le veo mucho futuro como partido político: necesitaría limpiar su corrupción, y si se limpia a fondo la corrupción del PRI, ¿qué le queda?

    El PRI durante décadas tuvo una militancia masiva y leal; había obreros priistas; había maestros de todos los niveles priistas; había amas de casa y comerciantes priistas. Y no era nada más porque buscaran un hueso político; el PRI gobernante atendía demandas legítimas de la población, y un porcentaje muy grande de la misma correspondía con una lealtad en muchos casos bien justificada.

    El cambió de políticas por parte del PRI a partir de 1982, causó que desde 1988 comenzara una diáspora de esa militancia. Todavía existe una militancia priista, pero es un pálido reflejo de lo que en algún momento fue. Su dirigencia, al mando de Alejandro Alito Moreno, lleva años perdiendo elecciones y cuadros, y todo apunta a que para estas alturas, lo único que le preocupa es conseguir los cargos legislativos que pueda para que no lo metan a él y a sus asociados a la cárcel.

    ¿Qué ideología tiene el PRI? ¿Cuáles son sus plataformas? ¿Cuál es su proyecto de nación? ¿Qué propuestas concretas ofrece? No hay tal cosa: es el cascarón de un partido, que no representa realmente a nadie, cuya dirigencia está desesperadamente tratando de evitar la cárcel o aferrarse a las últimas migajas de poder que no han perdido.

  • El Partido Acción Nacional.

    El PAN nació como el partido de derecha, mocho, empresarial y contrarrevolucionario de México. Había una parte de su militancia que genuinamente le interesaba fortalecer la democracia; pero realmente era parte del sector empresarial, que quería sacar al Estado de que injiriera en la economía; y muchos mochos católicos, que no querían que las escuelas privadas y católicas se vieran obligadas a usar los libros de texto gratuitos, donde se enseña la evolución en lugar del génesis de la biblia.

    El PAN nunca fue un partido de masas, casi por definición: históricamente han menospreciado a las masas. Desde su punto de vista, las masas son ignorantes y peladas, que deberían saber su lugar y dejar que ellos (la gente “correcta”) manejen las cosas; y perversamente algunos incluso ven eso como algo piadoso: vamos a proteger a los nacos ignorantes de ellos mismos. Nos están haciendo un favor, desde su punto de vista.

    También no lo mencioné arriba, pero el PRI era autoritario y represor; pero nunca fascista (consecuencia de haber surgido como el partido dominante de una Revolución popular). La dirigencia y militancia del PRI jamás hubieran aceptado una ideología fascista, siendo la evidencia más fuerte de ello que uno de los pilares de la democracia mexicana desde Plutarco Elías Calles fue que hubiera sufragio efectivo, no reelección.

    En cambio el PAN ha coqueteado con el fascismo desde sus orígenes. El fascismo, por razones culturales e históricas, nunca ha tenido pegue con las masas en México… pero como ya establecimos, el PAN nunca ha sido un partido de masas. La organización fascistoide más importante que ha existido (y existe) en México es, por supuesto, El Yunque, que ha pesar de que su existencia ha sido corroborada por gente que dejó de pertenecer al mismo y múltiples testimonios, sus miembros nunca han reconocido su existencia, jerarquía de mando o reglas de operación.

    Y todo el secretismo es porque saben que el fascismo es inaceptable para la enorme mayoría de la población en México. Gracias a Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero, Zapata, Cárdenas (entre otros) y la naturaleza de los movimientos masivos que liderearon.

    Sin embargo, y como mencioné arriba, sí había un sector importante dentro del PAN que honestamente peleaba por la apertura democrática. El epítome de esto, desde mi punto de vista, fue cuando Manuel Maquío Clouthier marchó junto con Rosario Ibarra y Cuauhtémoc Cárdenas protestando el fraude electoral de 1988.

    Esto terminó, simbólica y efectivamente, cuando Maquío murió en un accidente automovilístico en 1989, que existen quienes cuestionan qué tan accidental fue. Dos años después, en 1991, se dio la primera “concertacesión” entre el PRI y el PAN, cuando el priista Ramón Aguirre Velázquez “ganó” las elecciones de gobernador de Guanajuato, pero se hizo un arreglo “en lo oscurito” para que fungiera como “gobernador interino” su contrincante del PAN, Carlos Medina Plascencia.

    A partir de ese momento comenzaron a “entenderse” el PRI y el PAN, para en los hechos crear (como desde entonces les dijimos los de la oposición de izquierda en México) el PRIAN: dos caras de la misma moneda neoliberal y corrupta.

    Entre otras cosas es por esto que la hija de Maquío, Tatiana Clouthier, pertenece a Morena.

    El PAN nunca ha representado a mucha gente en el país, de nuevo, porque nunca ha sido un partido de masas. Electoralmente, en su mejor momento con Fox, el PAN obtuvo el 42% de los votos, 16 millones, impulsado por un hartazgo absoluto con el dinosaurio priista y el llamado (desde mi punto de vista muy retrasado mental) al “voto útil”, cuando no había nada más inútil que votar por un modelo económico idéntico y una bola de rateros que encima de todo jamás habían mostrado el menor interés por los problemas de la población más marginada del país. Porque, repito, siempre la han visto con desprecio.

    Con Calderón el 2006, y haciendo fraude, llegaron apenas a 35.89%, 15 millones. En el 2012, con Josefina Vázquez Mota, tuvieron 26%, 12.7 millones; y en 2018, el 22.28%, 12.6 millones. ¿Ven para dónde va la tendencia? Si su porcentage sube en 2024, será únicamente porque ya el PRIAN se descaró y ahora van juntos con pegado. Y aún así es posible que baje de nuevo.

    El PAN me parece que es altamente probable que nunca desaparezca; merecen ser representados los empresarios y la gente mocha que se queja de que se hable de diversidad sexual en los libros de texto gratuitos (que están, por ley, obligados a usar para sus hijos). Pero para continuar existiendo tiene que hacer eso: representar a esta parte de la población mexicana. Porque ahorita no está haciendo eso.

    En estos momentos el PAN, muy similarmente al PRI, existe únicamente para traficar puestos plurinominales (para ni siquiera tener que hacer campaña) y defender como perros callejeros las pocas migajas de poder que no han perdido en los últimos años. No hay muestra más vergonzosa de esto, que el infame acuerdo que firmó el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, negociando hasta notarías públicas en la elección de gobernador en Coahuila.

    Encima de todo, este acuerdo no fue descubierto por una audaz e implacable investigación periodística por parte de nuestros medios de comunicación chayoteros; no, el acuerdo lo hizo público el mismo Marko Cortés, chillando de que Manolo Jiménez, el gobernador de Coahuila, no les estaba cumpliendo con las notarías que habían negociado en lo oscurito. Porque además de corruptos, son muy pendejos.

    El PAN, si regresa a sus principios originales, representaría a una minoría en el país; equivocada, desde mi punto de vista: pero que tiene derecho a estar equivocada y pelear políticamente de buena fé su ideología yunquista, a ver quién quiere comprársela. Pero como está en este momento, no representa a nadie distinto de su corrupta e increíblemente incompetente dirigencia, incluyendo a sus allegados.

    En lo personal, yo siempre consideraré menos pior (y definitivamente menos peligroso) al PRI en sus peores momentos, que al PAN en sus mejores; esos cabrones simpatizan o al menos toleran al ala fascista mexicana, y yo ahí sí voy a tomar la postura del Capitán Gringo: si ves un nazi, dale un puñetazo en la cara.

  • El Partido de la Revolución Democrática.

    Después del fraude electoral de 1988 Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano fundó, junto con una amalgama de ex-priistas desencantados (como lo era Cuauhtémoc mismo) con el abandono de la ideología revolucionaria original del partido, viejos comunistas, luchadores sociales, y uno que otro colado, el Partido de la Revolución Democrática; o, como lo llamábamos con cariño muchos de los que militamos ahí, el PeRDeré.

    Fue una labor titánica e increíblemente complicada, por no decir letal: cientos de militantes del nuevo partido fueron asesinados durante los primeros años de su existencia. Aún así millones militamos ahí, convencidos de que la vía democrática era la única que tenía sentido.

    Yo fui representante del PRD en casilla durante las elecciones de 1997 (que se puede discutir que ganamos) y de 2000 (que definitivamente perdimos). Estoy muy orgulloso de eso, como me parece estamos la mayoría que militamos ahí y que nos tuvimos que salir cuando la dirigencia del PRD, después de corromperse por completo, traicionó todos los principios del partido; mucho antes en múltiples casos. En el 2012, por poner un ejemplo, yo voté por Andrés Manuel; pero tachando el escudo del Partido del Trabajo, porque ya no soportaba a la dirigencia perredista.

    Tal vez el destino del PeRDeré estaba escrito desde que su estructura se formó de arriba hacia abajo; o tal vez hubiera habido la posibilidad de salvación si se hubiera derrotado al fraude electoral en 2006. Como sea, el 2 de diciembre de 2012, cuando Chucho Zambrano, como presidente del partido, firmó el infame Pacto por México junto con el PRI y el PAN, la dirigencia del PRD firmó la sentencia a muerte del partido.

    El Peje había formado Morena como movimiento político en 2011, y se había establecido como asociación civil unas semanas antes del Pacto por México, el 20 de noviembre de ese mismo año. La militancia y muchísimos de los políticos profesionales del PRD buscaron refugio ahí, lo cual se aceleró cuando se estableció como partido político oficial el 1º de agosto de 2014.

    Ni tiempo tuvieron de darse cuenta de lo que habían hecho los idiotas dirigentes que se quedaron con el cascarón podrido del PRD; y cuando todavía Andrés Manuel les ofreció una última vez, en 2017, unirse a la coalición que él lidereaba para las elecciones de 2018, los muy imbéciles prefirieron formar la alianza política más hipócrita en la historia de México, junto con el PAN.

    El PRD va a desaparecer, tan seguro como que sale el sol por el oriente: no va a alcanzar el 3% de los votos a nivel federal, ni tampoco en la mayor parte de las entidades del país; es posible que no lo alcance en ninguna entidad. Y qué bueno: es un partido que definitivamente no representa ya a nadie.

    Los partidos políticos no son equipos de futbol; uno no le “va” a un partido político: las siglas no es lo importante, lo importante es la plataforma y lo que hace la gente que esté en la organización. Mucha gente reclama la bola de ex priistas que estaban en el PRD y los que ahora están en Morena, como si haber pertenecido al PRI equivaliera a contagiarse de roña.

    Durante décadas militar en el PRI fue la única manera de poder participar en la vida política electoral, si a uno le importaba poder ayudar a la gente (porque el PAN nunca sirvió para una chingada con eso). No es “traición” dejar un partido e ir a militar otro, especialmente si justo se puede discutir que los traidores son los dirigentes del partido al que se deja, como los del PRI desde 1982 o los del PRD desde 2012 (o discutiblemente desde antes).

    Militamos en el PRD y votamos por ese partido mientras valió la pena hacerlo; y dejamos de hacerlo cuando dejó de valer la pena. No son camisetas, son ideales.

    (En afán de ser honesto, hay que admitir también que existen un buen de chapulines que evidentemente nada más están buscando su siguiente hueso; y Morena, en su afán de crear la carpa más grande posible, ha caído y sigue cayendo muchas veces en el sinsentido de abrirle espacios a personajes deleznables, como Lilly Téllez, Germán Martínez y Cuauhtémoc Blanco).

    El PRD se ha convertido sin duda alguna en un zombi, un partido muerto viviente. No representa a nadie a estas alturas, ni tampoco tiene un plan o ideología que defender. Casi toda la gente que valía la pena se pasó a Morena u otras actividades; no dudo que haya todavía algunos militantes que siguen ahí por un equivocado sentido de la lealtad, pero son un porcentaje ínfimo.

  • El partido Movimiento Ciudadano.

    Movimiento Ciudadano es tan intrascendente que me parece no vale la pena que entre en mucho detalle con el mismo; sería más interesante (y divertido) si a Samuel García no le hubiera dado miedo perder su cotito de poder y no se hubiera bajado, pero pues qué le vamos a hacer.

    Sólo diré de MC que no tiene un proyecto que a mí me resulte digno ni siquiera de mención, porque lo que desea el partido no está construido con base en propuestas concretas, sino en generar una imagen que logre atraer a un cierto tipo de ciudadanos. El video donde aparecen borrachos varios de sus dirigentes en un palco durante un partido de futbol, aunque han tratado de borrarlo de internet (buena suerte con eso), me parece que representa tanto al tipo de personas que son, como al tipo de juniors que les gustaría atraer. Un partido de influencers de YouTube e Instagram, sorprendentemente más superficiales que los que se dedican profesionalmente a eso. Fosfo fosfo.

    De cualquier manera, si los de MC se deshacen algún día de Dante Delgado (que es indiscutiblemente el dueño de la empresa que es el partido), en una de esas podrían ofrecer una opción distinta al PAN y a Morena. A mí una opción de derecha sin ligas con el fascismo me parece mucho mejor que el PAN.

    Sin embargo, para el 2024 MC sólo está tratando de conservar sus cotitos de poder en Nuevo León y Jalisco; podemos ignorarlos este ciclo electoral sin que tenga esto mucha consecuencia. Y en una de esas dejan de existir a nivel federal, porque al haber cambiado a Samuel con el increíblemente chapulinesco Jorge Álvarez Máynez (que ha militado en el PRD, el PANAL, el PRI y ahora MC, y les puedo asegurar que no cambió nunca de partido por “principios”), es posible que les vaya tan mal que no alcancen el 3%.

Entonces nuestra desesperada y triste oposición (sin tomar en cuenta a MC, porque realmente no están jugando) se encuentra debilitada y desacreditada, enfrentando al presidente probablemente más querido y popular en la historia moderna de México, con una candidata que no le llega a los talones a la sucesora del Peje en la Transformación, y sin proyecto de nación, plataforma o ideología. Peleándose como niños chiquitos por curules plurinominales y negociando como si fueran canicas judicaturas, organizaciones “independientes” y notarías públicas.

Este 2 de junio, una porcentaje significativo (y es posible que mayoritario) de los que voten por la coalición del corazón partido, lo harán realmente porque ven a la Transformación como inadmisible (en muchos casos por dogma o desinformación); no porque de verdad crean que es la mejor opción. En otras palabras, votarán por Xóchitl no porque quieran que gane; sólo esperan que la Transformación pierda.

En ese sentido, no dudo que muchos de estos votantes no les importe que la oposición no los represente realmente; sólo están aterrados de la Transformación (muchos de ellos probablemente por vivir en una burbuja informativa) y están dispuestos a aceptar a básicamente cualquier alternativa con tal de que sea alguien distinto. Sería interesante saber cuántos de ellos de verdad estarán bien informados.

Los que sinceramente creen que la oposición se preocupa por ellos (que me imagino deben existir), la verdad no sé qué pensar de ellos. Están en su derecho, sin duda alguna, ¿pero de dónde sacan esas conclusiones? ¿Qué información o datos tienen para poder creerlo?

Independientemente, en cambio la Transformación representa indudablemente a la gente que la respalda y apoya, que como queda establecido por todas las encuestas de opinión y de intención de voto, es la enorme mayoría del país. Y este respaldo y apoyo no es porque la Transformación sea perfecta y no cometa errores (al contrario, comete un chingo); pero sí porque enarbola un proyecto que pone en primer lugar a la población en general: y a los más necesitados en particular. Y esto es sencillamente mejor que cualquier alternativa actualmente disponible

Por el bien de todos, primero los pobres.

Varios de ustedes, queridos lectores, probablemente crean que me alegra el estado en que se encuentra nuestra desesperada y triste oposición, pero no me alegra en lo más mínimo: me tiene profundamente preocupado.

(Aunque debo admitir que sí me dan muchísima risa los increíblemente pendejos e ineptos errores que cometen.)

Los miembros de todos los poderes del Estado, no importa su partido o afinidades políticas (todos los jueces tienen afinidades políticas, como ha dejado patéticamente claro el poder judicial el último par de años), deben representar a sus constituyentes. Es como que el chiste de la democracia.

Esta representación no es una cuestión moral o ética (o al menos no nada más): es una necesidad pragmática para que la sociedad funcione. Si una parte de la población no es representada, entonces no tiene forma de hacerse oír y pelear por sus demandas. Y no se engañen: todas las movilizaciones que ha habido, supuestamente de la “sociedad civil”, en contra de la Transformación, han sido organizadas, encabezadas y explotadas por la oposición: no dudo que muchos (probablemente la mayoría) de los ciudadanos que han participado en ellas sinceramente creyeran que se estaban movilizando por algo apartidista, “civil”; pero en los hechos la motivación principal de los que las organizaron (las dirigencias de la oposición y sus allegados) era mantener los pocos pero significativos privilegios a los que se aferran.

La minoría de la ciudadanía que se opone a la Transformación merece ser representada de buena fé, no nada más utilizada. Si esto no ocurre, en el peor de los casos esa ciudadanía va a dejar de participar en la vida política del país, y de verdad eso es lo peor que pudiera ocurrir.

Quiero en esto dejar bien clara mi postura: es muchísimo peor (por múltiples órdenes de magnitud) que la gente que se opone a la Transformación deje de votar, a que vote por algún partido de la oposición. Pero a eso la van a orillar si los representantes por los que votan no hacen su trabajo, no los representan, como en los hechos ha ocurrido en los últimos años.

El país necesita una oposición que no esté pensando en sus privilegios, sino elaborando propuestas y plataformas por las que esté dispuesta a luchar de buena fé en el juego político, que le dé espacio y cabida a la gente que no está de acuerdo con cómo está haciendo las cosas la Transformación. Yo podré no estar de acuerdo con las posturas de todos esos ciudadanos mexicanos: pero tienen derecho a tenerlas y poder votar por una oposición sincera que pelee por ellas, no por los intereses individuales de las dirigencias partidistas (y allegados).

Esos ciudadanos mexicanos se merecen algo mucho mejor que nuestra desesperada y triste oposición.

Y los que apoyamos a la Transformación también merecemos una mejor oposición: nos hacen muy difícil tomarlos en serio, y entonces cuando por fin se quejan de algo que vale la pena quejarse, tendemos a ignorarlos porque todo el tiempo se están quejando de cosas exageradas o inventadas (literalmente como Pedro y el lobo); por muchas pendejadas que cometa la Transformación, con una oposición tan jodida no nos dan opciones para tener una alternativa que valga la pena considerar; y porque al fin y al cabo no están llevando a cabo el trabajo de una oposición: elaborar, proponer y defender políticas y plataformas que sean un contrapeso real al partido en el poder; no pretextos para tratar de recuperar sus privilegios perdidos.

Antes de acabar, quiero mencionar algo que me parece es importante: sí considero a la oposición (y les recuerdo que me refiero a las dirigencias de partidos y sus gobernadores y legisladores, no a sus militantes), como una bola de rateros y corruptos (o al menos muchos de ellos), que además nunca se han preocupado realmente por solucionar los problemas de los mexicanos, en particular los de los más pobres.

Pero aún así varios hacen al menos parte de su trabajo: varios de los gobernadores de oposición trabajaron con el Peje durante este sexenio para sacar adelante muchas obras y programas. Y el Peje a su vez ha jugado el juego político alabándolos cuando lo ha considerado necesario, siendo el caso reciente más importante que asistiera al último informe de gobierno de Alfredo del Mazo, ex gobernador del Estado de México.

Y aunque en los últimos meses los legisladores (federales) de oposición se han ensimismado en una estrategia de obstrucción para entorpecer el paso de reformas constitucionales, sí apoyaron en varias y en general participaron en los debates y negociaciones en el congreso. Estamos lejos de la situación en Gringolandia, donde es casi imposible pasar incluso leyes normales porque las matan en el senado los senadores republicanos con la maniobra de amenazar con el filibuster.

La oposición no está llamando ni abogando por la violencia; no se han tapado los ojos y los oídos negándose a participar en el juego político. A veces sube el tono de la discusión e incluso a veces se lanzan gritos; pero somos adversarios, no enemigos. Como lo dije en mi anterior entrada en la serie: nadie está llamando por la erradicación del otro bando.

Hay que reconocerle eso, a nuestra desesperada y triste oposición: soltaron la presidencia y las mayorías en el Congreso de la Unión; han soltado (en general), sin violencia y sin demasiadas quejas, las gubernaturas y congresos locales que han ido perdiendo (y que en cada elección pierden más y más). Se juega el juego político; la violencia viene del crimen organizado, no de los actores políticos (o al menos no de los actores políticos que no están involucrados con el narco), incluyendo al menos parte de nuestra desesperada y triste oposición.

Podremos no estar de acuerdo, pero estamos todos en esto juntos. Y al menos eso hay que concedérselos.

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The Flash

Después de Spiderverse 2: More Spiderversing, fui en junio del año pasado al cine a ver The Flash; el día de su estreno, si mal no recuerdo.

Se aplican las ya saben.

The Flash

The Flash

Disfruté mucho esta película, que es por supuesto casi la última patada de ahogado del Snyderverse. La disfruté porque Ezra Miller estará certificadamente demente, pero es extraordinario actor; la disfruté porque Batman, con Michael Keaton, fue la primera película que fui a ver al cine nada más yo con mis amigos de la secundaria, sin papás o hermanos involucrados; la disfruté porque Sasha Calle es imposiblemente hermosa y de las mejores versiones que yo jamás haya visto de Superwoman; y la disfruté porque es una película altamente disfrutable, si uno le perdona el crimen imperdonable, de pertenecer al (en estos momentos en febrero de 2024) morido Snyderverse.

La escena al final con la colisión de los universos infinitos de DC cómics casi me hizo llorar; y no nada más por lo terrible del CGI, sino porque me encantó ver a Christopher Reeve junto a Helen Slater; y al Caballero Luminoso encarnado por Adam West; y a Jay Garrick por primera vez en la pantalla grande. Venga, décadas después de que por primera vez nos enteráramos de la idea, por fin vimos a Nicholas Cage como Superman peleando con la pinche araña gigante con la que John Peters chingó incesantemente a Kevin Smith.

(Warner Bros., por supuesto, lo hizo todo mal al no explicarle a Cage exactamente qué estaba filmando y al no garantizar que los herederos de los estados de los actores occisos estuvieran de acuerdo con el uso de sus imágenes.)

No es mala película, The Flash; es algo inocente (especialmente al inicio) y las dos versiones de Barry Allen que Ezra Miller interpreta (que realmente son Wally West, pero bueno) pueden resultar algo desesperantes, especialmente la de la realidad alternativa. Pero es una buena película de superhéroes; no la mejor, sin duda alguna, pero buena si somos justos.

Y he ahí el problema; la audencia y la crítica no están dispuestas a ser justas con los remanentes ligeramente malolientes del Snyderverse. Lo cual, siendo justos, está algo justificado; pero también se ha ido exagerando durante la última década.

Pero no tiene mucho sentido hacer olas sobre lo que es, en la práctica, actualmente un cadáver (el Snyderverse, no The Flash); sólo a mí sí me emocionó mucho volver a ver Batkeaton y oírlo decir “You wanna get nuts?”.

La pueden ver bara bara en HBO Max, o Max, o como se llame ahora; y a mí la verdad sí me parece muy entretenida. Pero al parecer estoy en la minoría.

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