El único contrapeso

Como ya todos sabemos, se va a reformar el poder judicial en México. Este cambio, que afectará profundamente a la nación, se llevará a cabo con casi toda certeza antes de que Claudia Sheinbaum se convierta en la Presidenta de México el 1° de octubre de este año; de hecho, dadas las actividades relacionadas que están realizando múltiples actores políticos en este momento, no sería descabellado que se aprobara el mismo día que se instale la nueva legislatura, el 1° de septiembre.

La reforma aún no está escrita, entonces no sabemos exactamente en qué consistirán los cambios, de manera concreta; pero con casi absoluta certeza, los mismos resultarán en que en un futuro cercano la ciudadanía mexicana elija a sus jueces, a todos los niveles en el ámbito tanto local como federal. Incluyendo, específicamente, a los jueces de la Suprema Corte de Justicia.

Por alguna razón, que yo no entiendo, esto tiene preocupadas a algunas personas.

En este momento (y desde hace ya años) el poder judicial está cooptado por intereses muy poderosos en el país; obviamente esos güeyes deben estar preocupados, porque van a perder la inversión que hicieron comprando a múltiples jueces.

Preocupados

Preocupados

No, a los que no entiendo es a los mexicanos comunes y corrientes que les preocupa que los jueces ahora vayan a ser electos.

Todos los argumentos que he oído en contra de que elijamos a nuestros jueces, son medio absurdos porque se preocupan de cosas que pueden pasar, pero que en este momento ya están pasando.

  • “A veces se eligirán jueces corruptos”; ahorita tenemos jueces corruptos…
  • “A veces se eligirán jueces incompetentes”; ahorita tenemos jueces incompetentes…
  • “Los jueces electos tendrán sesgos políticos e ideológicos”; los jueces actuales tienen sesgos políticos e ideológicos…
  • …y así con todos los demás.

Pero además, ¿quiénes eligieron a los jueces actuales? Nuestros poderes ejecutivo y legislativo. ¿Quiénes eligieron a los poderes ejecutivo y legislativo? La ciudadanía mexicana.

¿Por qué carajo es mejor que tengamos intermediarios?

“Porque la ciudadanía no sabe…”

Ahí es cuando me pierden. Si la ciudadanía no sabe, ¿entonces por qué nosotros elegimos a los poderes ejecutivo y legislativo? ¿Qué tiene de especial el poder judicial? No tiene nada de especial; en Estados Unidos se eligen a los jueces (al menos una parte); en otras democracias se eligen a los jueces.

O confiamos en la ciudadanía o no lo hacemos, no hay medias tintas: en una democracia el poder emana del pueblo, de la ciudadanía. Eso implícitamente implica que confiamos en nosotros mismos para gobernarnos.

Si algunos de ustedes no confían en la ciudadanía, si no confían en el pueblo, felicidades: acaban de dar su primer paso hacia el fascismo. Así es justamente como se empieza.

Justo hay algo de clasismo en ese argumento; obviamente no en todo mundo que dice que “la ciudadanía no sabe” (siempre hay excepciones), pero sí en muchos: lo que quieren decir es que algunos no saben… donde “algunos” suele contener, casualmente, a la población más pobre y a los indígenas, por poner dos ejemplos. Y, por supuesto, ellos mismos están dentro de la población que “sí sabe”, obviamente.

Estamos en una democracia; para todos los ciudadanos, por definición, sus votos cuentan exctamente igual al momento de decidir cómo se conforma el gobierno. No importa que no hablen inglés; no importa que no tengan título universitario; no importa que no vayan de vacaciones a Europa. La toma de decisiones tiene que involucrar a quienes barren las banquetas y a quienes sólo hablan una lengua indígena; eso es por diseño y toda persona con dos dedos de frente sabe que es algo bueno.

Si no les gusta, de nuevo, felicidades: así es como surge el fascismo.

“Pero es que los contrapesos…”

Toda la teoría de ver a los tres poderes en contrapesos es medio retrasada mental; o (si quieren ser más generosos) correspondiente a su época a mediados del siglo XVIII. Originalmente de Montesquieu, era realmente una visión profundamente clasista de cómo se debe ejercer el poder: diputados para los plebeyos, senadores para los aristócratas, jueces para los ricos comerciantes, y el primer ministro para ejecutar las resoluciones. Tal cual como fue ideada, se volvió obsoleta desde el momento en que consideramos que no hay aristocracia y que todas las clases sociales tienen exactamente los mismos derechos y obligaciones.

Pero además en este particular caso, viene de la hipocresía de la oposición: después de perder los poderes ejecutivo y legislativo de manera absoluta en 2018, decir que el judicial funcionaba como un contrapeso era sencillamente tratar de evitar el funcionamiento del gobierno por parte de una minoría. O sea, justamente de una manera antidemocrática.

Los gringos están en broncas con eso desde hace varios años; una suprema corte artificialmente conservadora por los chicaneos republicanos es la responsable de que perdieran el derecho al aborto a nivel federal; y el mismo colegio electoral es una muestra horrible de lo antidemocrático que es en algunos casos el sistema político gringo, que permite a un candidato ganar la presidencia aunque pierda el voto popular. De nuevo, todo para que los intereses de una minoría se impongan a los deseos de la mayoría.

(Y no me den cuerda para comenzar a hablar del Gerrymandering, porque lo estudié a fondo mientras trabajaba en el IFE e INE la década pasada, y es lo que dio pie a que comenzara a impartir mi seminario de Heurísticas de Optimización Combinatoria en la Facultad de Ciencias.)

El pueblo, la ciudadanía, es la fuente de todo poder en una democracia. Todo poder, incluyendo el judicial. Si quieren contrapesos, hay que convencer a la ciudadanía de que divida su voto, como hicieron en Jalisco, donde votaron por MC para gobernador, pero por Morena para la mayoría en el congreso.

Los “contrapesos” no pueden surgir nada más como protección para una minoría que, de nuevo por puritita casualidad, incluye a sectores económica y mediáticamente muy poderosos en el país. Quejarse de que quitemos esos “contrapesos” artificiales (como SCOTUS en gringolandia), es realmente chillotear: “no pudimos convencer a suficientes ciudadanos de que votaran por nosotros, pero de todas formas no deben hacerse las cosas que yo no quiero”.

Existe un único contrapeso al gobierno, a los tres poderes de la unión; y es el único poder que no nada más funciona, sino que de hecho siempre hemos tenido y por definición siempre vamos a tener.

El único contrapeso es el pueblo.

La ciudadanía es la única que puede hacer frente a un gobierno que esté haciendo mal las cosas. Como lo hicimos con el PRI; como lo hicimos con el PAN; y como lo haremos con Morena, si comienza a cagarla más de lo que de por sí lo hace.

Y no lo duden, esto será lento e imperfecto; pero sería peor si los jueces del poder judicial fueran elegidos por los otros dos poderes… como queda obviamente claro en estos momentos.

En estos momentos el poder judicial puede hacer lo que se le dé la gana; justo por eso votamos a los niveles que vimos el 2 de junio, para poder cambiarlo, para poder detener los abusos que ha cometido sin que ni el ejecutivo ni el legislativo pudieran hacer nada. Usando su propia terminología fallida, no tienen contrapeso: nadie le puede hacer nada a un juez, a menos se le haga juicio político individualmente a cada juez, uno por uno.

Ahora tendrán que responder a la ciudadanía: si siguen abusando su poder, pues no los volvemos a elegir. Y probablemente podremos hacer algo más rápido que esperar a la próxima elección: con casi toda certeza la reforma constitucional incluirá la posibilidad de hacer revocación de mandato (o el equivalente para el poder judicial) para poder quitar a un juez que esté abusando de su toga. Y que sea el pueblo, la ciudadanía la que lo haga.

Este plan no es perfecto, ningún plan lo puede ser, porque somos humanos y los humanos nos equivocamos. Se cometerán errores con el nuevo esquema, especialmente al inicio; se eligirán para ser jueces a individuos que probablemente no debieran serlo; y no se eligirán candidatos que probablemente sean casi perfectos.

Pero si esto emana directamente del pueblo, de la ciudadanía, entonces se vale equivocarse; tendremos mecanismos para poder corregir dichos errores. Habrá rendición de cuentas, en este momento los jueces no le rinden cuentas a nadie.

Sólo para terminar, y como no quiero escribir una entrada aparte, hay otro caso que es similar: con casi toda certeza, vamos a desaparecer al INAI. De nuevo, hay gente que (incorrectamente) cree que esto es malo porque el gobierno perderá otro “contrapeso”.

Si siguen creyendo eso después de leer todo lo anterior, no están entendiendo.

El INAI puede fungir como un contrapeso del gobierno, sí… pero no reemplaza al único contrapeso real y efectivo que tenemos, que es la ciudadanía en su conjunto. Añádanle a que se puede corromper igual que toda institución (que de hecho es el caso ahorita); añádanle que es carísimo (mil 168 millones de pesos en 2024, según el mismo INA); y añádanle la falacia de decir: “no confío en el gobierno para acceder a información, entonces quiero un instituto independiente que vigile que el gobierno sí lo haga”… ¿por qué demonios vamos a confiar en un instituto cuyos miembros los ciudadanos no eligen? ¿Vamos a necesitar otro instituto que vigile que el INAI sí haga su trabajo? ¿Y qué vigila a ese otro instituto? ¿Un tercer instituto?

Who watches the Watchmen? El pueblo. El pueblo vigila a los vigilantes.

Y es ahí de donde viene el problema de fondo: los que se quejan de eliminar el INAI, en el fondo es que no confían en las decisiones que toma la ciudadanía, como darle mayorías absolutas a la Transformación.

“Porque la ciudadanía no sabe…”

No quieren un “contrapeso”; quieren un mecanismo para que, desde la minoría porque no pueden convencernos de votar por ellos, puedan ponerle trabas a un gobierno democráticamente electo. Eso, o no quieren asumir la responsabilidad que es mantenerse informado y educado de lo que pasa en el país para ayudar a tomar, colectivamente, las decisiones que como ciudadanía nos corresponden: prefieren delegarle eso a un instituto porque se engañan a sí mismos de que si es “independiente” entonces será un “contrapeso”.

Si el gobierno no cumple en ser transparente, lo único que lo puede obligar a cumplir, es la ciudadanía. Un estúpido instituto que cuesta literalmente cientos de millones de pesos al año no es la solución.

¿No lo terminan de entender, verdad? El gobierno de Fox, el gobierno de Calderón, el gobierno de Peña Nieto, el gobierno del Peje; todos eran legalmente (si bien a veces no legítimamente) los detentores del muy real poder que tiene el Presidente de la República y por ende Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas Mexicanas. En teoría podrían ordenar al ejército (en su momento a la Policía Federal Preventiva; ahora a la Guardia Nacional) a tomar la Suprema Corte de Justicia de la Nación y arrestar a los magistrados.

¿Por qué creen que no lo hicieron ninguno? ¿Porque la ley lo prohibe? ¿La ley cuyo árbitro final es la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿Por un sistema de pesos y contrapesos entre los tres poderes de la Unión?

No lo hicieron porque sabían (incluyendo a criminales como Calderón) que no podrían con el único contrapeso que sí importa: el pueblo de México. Que incluye (luego se nos olvida) a las mismas fuerzas armadas; es pueblo uniformado.

Un inútil instituto como lo es el INAI no es la solución a que el gobierno no sea transparente con la información; es sólo una oportunidad para corrupción y obstrucción por parte de una minoría que no logra ganar elecciones. No es un contrapeso real.

El único contrapeso es el pueblo.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Las cámaras

Una de las razones por las cuales estuve escribiendo acerca de varias entidades del país, además de que sí es interesante ver lo que pasó en ellas, fue para dejar pasar un poco el tiempo y que terminaran los cómputos distritales para las elecciones a ambas cámaras del Congreso de la Unión.

Con el 100% de las casillas computadas, y ateniéndonos a impugnaciones y demás maniobras que podrían cambiar los resultados (que se puede anticipar que no cambiarán significativamente, si acaso), la Cámara de Diputados (también llamada cámara baja) quedaría repartida de la siguiente manera para escaños de mayoría relativa (los que la gente de hecho elige): 37 escaños para Morena; 219 para Morena y aliados; 3 para el PAN; 39 para el PAN y aliados; 1 para MC y 1 independiente.

Repartición de diputados por mayoría relativa

Repartición de diputados por mayoría relativa

Los escaños por representación proporcional, aunque ya se pueden calcular teniendo los cómputos distritales, no serán oficiales hasta dentro de unas semanas. Sin embargo, con casi toda certeza serán idénticos o extremadamente similares a una proyección que publicó el Peje hace unos días: Morena tendría 248 escaños; el PT 50; PVEM 75; PAN 68; PRI 33; PRD 1; MC 24 e independientes 1.

Repartición de la cámara de diputados

Repartición de la cámara de diputados

Morena y compañía se quedarían entonces con 373 diputados (o un número muy cercano); con lo que basta y sobra para la mayoría calificada, que requiere 334 escaños.

La Cámara de Senadores (también llamada cámara alta) es más compleja, porque tenemos senadores de mayoría relativa, de primera minoría y de representación proporcional, que es medio estúpido, porque se supone los senadores deberían representar entidades, pero el sistema político mexicano es un desmadre y entonces tenemos 4 senadores por entidad: dos que se eligen por mayoría simple; uno que se elige como primera minoría (básicamente quien quede en segundo lugar); y un cuarto de representación proporcional que nos inventamos.

Como sea, la Cámara de Senadores quedaría como sigue, o algo muy similar.

Repartición de la cámara de senadores

Repartición de la cámara de senadores

De nuevo, esto todavía no es oficial y podría haber algunos cambios, pero podemos suponer que la cámara quedará así, al menos respecto a Morena y sus aliados (me parece que el PRD ya no tendrá senadores, porque perdió el registro).

Morena y compañía se quedarían entonces con 82 senadores, 3 menos de los 85 necesarios para tener mayoría calificada. Obviamente entre los 46 senadores de la oposición habrá muchos más de tres que se pelearán a mordidas entre ellos para ver quién traiciona primero a la coalición del corazón partido (si acaso la misma sobrevive la inauguración de la próxima legislatura). Probablemente esas traiciones no vengan del PAN, que tendrá 22 senadores (aunque uno nunca sabe); pero entre los 24 senadores restantes no duden que habrá voluntarios de sobra.

Nadie que le sepa pone en duda eso.

En otras palabras, queridos lectores, el famoso Plan C que idearon los dirigentes de Morena y sus aliados fue un rotundo éxito. Vamos a poder aprobar reformas constitucionales como se nos dé la regalada gana; tengan por seguro que se reformará el poder judicial y los salarios millonarios de los ministros de la Suprema Corte; tengan por seguro que se eliminarán institutos inútiles como el INAI cuyos empleados usan la tarjeta de débito del instituto para ir a strip clubs; y tengan seguro que el INE se reformará para eliminar los excesos que existen, como consejeros con decenas de asesores cobrando sueldos millonarios.

La reforma electoral será más difícil, porque dependiendo qué versión se proponga, los minipartidos como el Verde y PT podrían literalmente firmar su sentencia de muerte (política) si se eliminan los plurinominales. No será trivial negociar eso con ellos; pero estoy seguro que a algún acuerdo se podrá llegar.

En lo personal los detalles finos de las reformas no me interesan demasiado: gente profesional y con más experiencia que yo se está haciendo cargo de eso. Me interesa más el espíritu de las reformas y las repercusiones que tendrán para la vida política nacional, en particular a lo que se refiere a la participación ciudadana. Pero de eso escribiré después, probablemente en un par de días.

Lo que quiero discutir es cómo llegamos aquí. Los motivos fundamentales por los cuales nos encontramos ahora en una situación donde la izquierda mexicana puede modificar nuestra constitución sin necesidad de ni siquiera preguntarle a la oposición.

Hay un diminuto sector que continúa diciendo las mismas estupideces que llevaron a la oposición a ser humillantemente derrotada; que hubo fraude (nadie sensato les hace caso) o que fue por la intervención del Peje en la campaña (que es ridículo; incluso suponiendo que sus mañaneras se pudieran considerar como intervención, es delirante suponer que eso causó que más del doble de los votantes prefirieran a Morena y sus aliados sobre el segundo lugar). Podemos trivialmente ignorar estos puntos de vista y buscar una explicación que de hecho tenga sentido.

Los que hallan estado leyendo mis entradas de política este año tal vez puedan inferir mi conclusión (según yo no es muy difícil).

La culpa es de los adversarios de la Transformación.

Fíjense el término que estoy usando: los adversarios de la Transformación, no nada más la oposición. Me refiero a ciertos sectores del poder judicial y de institutos como el INE e INAI y por supuesto múltiples comentaristas chayoteros; junto con la oposición, especialmente los legisladores y su entorpecimiento legislativo.

El año pasado (y un poco también de éste), la Transformación trató de negociar con estos actores para hacer cambios que obviamente son necesarios en estas instituciones; para evitar que el poder judicial descarrilara investigaciones como la de los 43, que dejara de perdonarle impuestos a multimillonarios como Salinas Pliego, o que protegiera a García Luna y sus asociados. Para evitar que el INE desperdiciara tanto dinero, especialmente en cargos sospechosamente vagos para asesores. Para desaparecer a organismos completamente inútiles como el INAI.

Estos actores se empecinaron: el poder judicial se puso necio escudándose en su “autonomía”; la oposición organizó mamadas como marchas con el eslogan de “el INE no se toca”, que debe ser de las cosas más imbéciles que he oído: el primero en tocar al INE fue el INE mismo; se llamaba IFE, pero la corrupción era tan inmanejable en los institutos estatales, que se centralizó en el INE perdiendo la federalización; y por supuesto el INAI siguió peleando por acceso a la información únicamente en los casos donde no se afectaban a sus dueños. Y sí, dije dueños, porque literalmente son unos vendidos. Y no podemos olvidar a los legisladores de la oposición y su “moratoria legislativa”.

Este empecinamiento fue un acto de soberbia y prepotencia: “es imposible” (pensaron estos tarados) “que la Transformación consiga mayoría calificada en ambas cámaras: vamos a mostrarles entonces quiénes somos los jefes no electos de este país”.

Y los muy imbéciles firmaron su sentencia de muerte (política).

Nos dieron el objetivo; nos dieron la motivación; e incluso nos dieron el eslogan: “plan C“. Nos dieron casus belli (de forma pacífica, como siempre ha sido la Transformación).

En los días pasados han salido estos tarados a decir que están dispuestos a negociar, que están dispuestos a platicar. Ni madre; perdieron esa oportunidad cuando se empecinaron, cuando le apostaron a que la ciudadanía de este país no mostraría que nosotros (la ciudadanía) somos realmente los jefes.

Sí se harán foros y encuestas; se escuchará a todo mundo. Estos actores que se empecinaron antes de las elecciones para aferrarse a su poder mal habido y mal usado, ellos también podrán participar: pero serán una voz más entre muchas otras. No tendrán un peso especial; y de hecho es posible que cualquier cosa que digan, de inmediato desconfiemos de ella.

Y se lo ganaron ellos mismos: si no se hubieran empecinado, si hubieran negociado con la Transformación antes de las elecciones, es posible que la ciudadanía no hubiera estado tan motivada como para salir y masivamente darle su voto a la Transformación para que pueda realizar los cambios que estos actores estaban entorpeciendo.

Pudieron negociar cambios más moderados; pero como se pusieron de necios, ahora la ciudadanía para motivos prácticos le dio a la Transformación la oportunidad de establecer lo que en los hechos será un Congreso Constituyente, como lo fueron los de 1856 y 1917. Y no sólo es una oportunidad: es una orden y mandato; en realidad la Transformación está obligada a llevar a cabo estos cambios en la constitución. Si no nos cumplen, quemamos las calles.

(Metafóricamente; todos los cambios realizados los hemos llevado a cabo sin romper un solo vidrio).

La ciudadanía de este país le dio todo ese poder a la Transformación. Y sí, eso incluye a todos los que no votaron y los que votaron en contra, por que así funciona una democracia: los que votaron en contra demostraron el poco interés que hay en detener estos cambios que para este momento son inevitables. Y los que no votaron, si realmente hubieran estado interesados en evitar este resultado, habrían ido a votar. Recuerden: no tomar una decisión es implícitamente estar tomando una decisión.

(Ya sé que hay un porcentaje de ciudadanos que no pudieron votar aunque lo intentaron; pero al parecer fue ínfimo. La mayor parte de los que no votaron fue porque no salieron a votar.)

Por soberbios y por necios, muchos adversarios de la Transformación se condenaron a sí mismos a sufrir la voluntad férrea de los ciudadanos: pacíficamente y dentro de la ley, salimos a votar y le dimos a la Transformación la orden de mandarlos al basurero de la historia, junto con el poder requerido para poder llevarlo a cabo.

Y se tienen nada más a ellos mismos como principales responsables.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Guerrero

En situaciones normales no mencionaría a Guerrero, porque la izquierda normalmente arrasa ahí. Sin embargo, este año no fue normal por lo que ocurrió el 24 de octubre del año pasado.

El huracán Otis.

Ni siquiera se había disipado el fenómeno metereológico y ya estaban varios medios de comunicación chayoteros y miembros de la oposición arrancándose las vestiduras vociferando que el gobierno local y federal en Guerrero lo estaba haciendo todo, absolutamente todo, mal.

En las semanas y meses que siguieron al paso de Otis hubo una guerra informativa, particularmente en redes sociales, sobre la respuesta del gobierno local y federal a la desgracia. Hubo múltiples casos, documentados plenamente, donde se demostró que medios exageraron y mintieron para poder explotar el dolor de aquellos afectados por el huracán y así ganar puntos políticos contra la Transformación.

Mi mamá fue a vacacionar a Acapulco en abril, y regresó de ahí relatando que todo mundo con el que interactuó, le aseguraron que estaban muy agradecidos de la respuesta del gobierno (en particular el federal) y que no había forma de que votaran por algo distinto de Morena en las elecciones. Si uno lee algunas redes sociales, Acapulco es una distopía post apocalíptica donde el gobierno (en particular el federal) abandonó a su población a los pocos días de que pasara la desgracia.

¿Qué narrativa es la más cercana a la realidad?

Me parece a mí que los resultados electorales son una manera muy objetiva de analizar cómo se siente la población de Guerrero en general y de Acapulco en particular respecto a los gobiernos local y federal. La gente enojada con un partido en el gobierno generalmente no vuelve a votar por ellos, especialmente si la razón de dicho enojo ocurrió pocos meses antes de las elecciones.

En Guerrero, Claudia ganó la elección presidencial (como en todas las entidades del país exceptuando por Aguascalientes); pero mientras que a nivel nacional Claudia ganó con el 59.75% de los votos, en Guerrero ganó con el 71.66%; una diferencia de más de diez puntos porcentuales. En Acapulco (técnicamente el distrito que contiene al puerto), Claudia ganó con el 80.92% de los votos; una diferencia de más de veinte puntos porcentuales comparado con el resultado nacional. En diputaciones locales, Morena y amiguitos ganaron 23 de 28 distritos. Todos los distritos en Acapulco se ganaron con una ventaja de 3 a 1 al menos.

¿De verdad creen que fue mala la respuesta gubernamental al desastre que fue el paso de Otis por Acapulco? ¿Con qué cara pueden hacer un argumento de ese estilo?

Los ciudadanos de Guerrero tuvieron una oportunidad perfecta de mostrar su descontento con el gobierno local y federal en estas elecciones; si realmente estuvieran insatisfechos con la respuesta gubernamental a la tragedia, los resultados electorales lo reflejarían.

Esto no quiere decir que dicha respuesta haya sido perfecta, por supuesto; nadie está sugiriendo eso. Sin duda hubo errores y omisiones, y probablemente existan ciudadanos en Guerrero individualmente descontentos… pero es dolorosamente evidente que no son muchos, y definitivamente no la mayoría.

La respuesta a Otis fue una de las múltiples narrativas falsas que la oposición (y ahí incluyo múltiples medios chayoteros) trataron de impulsar durante la campaña. Evidentemente no existe una métrica perfecta que mida el nivel de satisfacción de los ciudadanos con la respuesta a una tragedia como la del 24 de octubre; pero a mí no me cabe duda que lo más cercano a eso son justamente las elecciones. Esa es la voz más fuerte que tienen los ciudadanos.

Bajo ese marco no queda duda que la respuesta del gobierno federal y local en Guerrero la ciudadanía la consideró, al menos, suficiente; y probablemente buena, si no es que excelente. Y si ustedes prefieren creer a publicaciones aleatorias en redes sociales o a notas de medios que se han dedicado todo el sexenio a atacar a la Pejeadministración como si fuera deporte, bueno, están en libertad de hacerlo.

Pero pues están decidiendo negar la realidad y tapar el sol con un dedo.

La ciudadanía de Guerrero en general y Acapulco en particular habló fuerte y claro el domingo 2 de junio: el gobierno respondió bien al paso del huracán Otis. Si ustedes deciden no escucharlos, es por eso que los candidatos y partidos que tampoco lo hacen pierden elecciones de manera humillante.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Jalisco

Cuando a lo largo del 3 de junio comenzaron a publicarse los primeros resultados en Jalisco, la verdad no me sorprendieron: MC gobierna la entidad, es su bastión (porque Nuevo León como que se les está resbalando), y en principio no sería extraordinario que Pablo Lemus hubiera ganado. Contrastaba con la marea guinda que inundó a la nación y está el hecho de que Claudia ganó la entidad; pero pues en Guanajuato también se ganó la presidencia pero se perdió la gubernatura.

No son descabellados los resultados.

Sin embargo, con el paso de las horas y después de los días, comenzó a fluir información preocupante y para este momento ya contamos con hechos y cifras que, en el mejor de los casos, ciertamente reflejan que algo raro pasó en Jalisco el día de la elección y en los días subsecuentes cuando se realizaron los conteos.

Casi toda la información que sigue me la volé del video de Pedro Mellado en YouTube, que les recomiendo encarecidamente; sin embargo, dicha información la pueden consultar ustedes mismos porque, siendo México una democracia que aspira a ser transparente, la misma está disponible para que todo mundo la revise.

Resumiendo el análisis de Pedro, Morena y compañía ganaron los distritos en Guadalajara para diputaciones locales y federales, así como para senadores, pero perdieron la elección para alcalde de la ciudad, así como la de gobernador. Más grave que eso, la cadena de custodia de múltiples paquetes electorales se rompió, que es de las consideraciones que permiten a los tribunales electorales el anular una elección y forzar a que se repita. Hay casos documentados en Zapopan donde estaban moviendo boletas en bolsas de basura, sin seguir los protocolos establecidos, y con dichas boletas en general favoreciendo a Morena.

Que los ciudadanos tapatíos votaran por la coalición de Morena para legisladores y por MC para los ejecutivos en la ciudad el estado es además raro, por decir lo menos; sí existe el voto cruzado, sin duda, pero cuando existe generalmente ocurre que se vota para el ejecutivo del lado que se percibe como “fuerte” o “inevitable” y para el legislativo por otro partido o coalición, dizque para “compensar”, dar un contrapeso. En Guadalajara y Jalisco ocurrió justo al revés.

Aunado con el rompimiento de la cadena de custodia de los paquetes electorales, esto levanta sospechas. Me parece que Morena y sus aliados están en su derecho de impugnar la elección.

Debe quedar claro que si perdemos, lo aceptamos. Perdimos en Guanajuato; perdimos en la Benito Juárez aquí en la Majestuosa. Se aceptan esos resultados: por las razones que sean, en esas demarcaciones la ciudadanía no prefirió a la abanderada de Morena (en ambos casos eran mujeres) y pues hay que seguirle dando, a ver cómo y cuándo sí los convencemos.

En Jalisco, me parece, se debe impugnar nada más por principio: si hay algo sospechoso, que se presenten pruebas y los tribunales decidan. Sin embargo, aquí yo voy a decir algo que probablemente a muchos (morenistas) no les va a gustar: creo que lo conveniente, políticamente, es que cuando los tribunales fallen en contra de anular y repetir la elección (que me parece es lo que ocurrirá), que Morena y aliados concedan tanto la alcaldía como la gubernatura.

Y no nada más por el hecho de que la óptica del asunto no es la más agradable, de que parece que queremos absolutamente todo (aunque eso al parecer es lo que decidió la ciudadanía en el país, o casi).

Es también pragmatismo: aunque la elección para alcalde ciertamente está en principio en contención (la diferencia de 2.89% está muy por debajo del 5% que normalmente se considera el límite), en este caso esos son 20,911 votos. ¿Es posible que haya habido fraude? Sí; pero no creo que valga la pena litigarlo, sinceramente.

En el caso de la elección para gobernador es todavía más precario: la diferencia es 4.96%, literalmente en la rayita de lo que se considera necesario para impugnar con decencia. Pero en votos es 186,780: es muy difícil que esa diferencia se pueda atribuir con evidencias irrefutables a fraude electoral.

Esto no quiere decir que yo no crea que hubo fraude; pero me parece importante señalar algo: los fraudes electorales no necesariamente causan que cambien los resultados, a veces pueden afectar sólo la magnitud de los mismos. El PRI durante años hizo fraudes incluso cuando no los necesitaba; sólo para aplastar a la oposición y restregarle en la cara quiénes mandaban en el país en ese momento. En 1994 el PRI hizo fraude; pero incluso sin el mismo hubiera ganado Zedillo. En 2018 la campaña de Andrés Manuel sabía que habría fraude, pero hicieron las cuentas y vieron que no podría evitar el triunfo del Peje.

Aún así deben impugnarse esas elecciones; por principio, como ya dije. Morena junto a sus aliados impugnó la elección de Jalisco; pero yo supongo que el tribunal no anulará la elección. Mi opinión es que Morena deberá aceptar la sentencia (si quieren frunciendo la nariz, como si tuvieran un pedacito de caca en la punta de la misma), lo cual permite llamar la atención a cualquier irregularidad que pudiera haber ocurrido, sin necesidad de empantanar más el ambiente. Estamos de fiesta, al fin y al cabo.

Me parece más productivo centrar nuestra atención en dos hechos: la gubernatura de Jalisco nos acercamos a menos de 5%; y la alcaldía a menos de 3%. Además de que, por supuesto, Claudia ganó la elección presidencial en el estado.

Jalisco está en juego. Guadalajara está en juego. Y estamos todos además sobre aviso: los próximos años Morena revisará con lupa todas las elecciones en el estado, con el objetivo concreto de pelear ferozmente toda la entidad durante los próximos seis años.

¿Hubo fraude? No es imposible; hay evidencias circunstanciales que así lo muestran. Mi punto es que, incluso si pudiéramos demostrarlo de forma irrefutable (que, sinceramente, dudo que podamos), no vale la pena hacerlo, porque en mi cálculo (que, por supuesto, puedo equivocarme) si hubo fraude no fue lo suficiente para cambiar los resultados finales, al menos a nivel de la gubernatura.

Yo creo (pero es sólo suposición) que MC, al parecer a nivel local nada más, estaban muy preocupados de que Claudia Delgadillo pudiera ganar la gubernatura y más aún que José María Martínez le ganara a Verónica García en Guadalajara, y en pánico trataron de modificar los resultados de algunos distritos. Hay que señalarlo e impugnarlo; pero no creo que haya que pelearlo a muerte.

Dejémosle Jalisco y Guadalajara a MC, por ahora. Estaremos preparados para la próxima y seguiremos haciendo la labor de calle que ha permitido a Morena ser la indudable segunda fuerza en el estado. Concentremos el esfuerzo ahí, para que eventualmente podamos ganar como hemos hecho en el resto del país: de manera limpia, contundente e irrefutable.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Guanajuato

Este domingo 2 de junio, Morena perdió en Guanajuato. En otras noticias, el cielo es azul y el mar es salado.

¿Por qué escribir de Guanajuato, si el PAN viene gobernando ahí más de treinta años y resulta por ende medio obvio que el domingo 2 de junio Morena perdería en la entidad?

Porque no la perdió al 100%. En la elección presidencial, los ciudadanos guanajuatenses prefirieron a Claudia Sheinbaum; por relativamente poco, 47.21% contra 39.98% de Xóchitl Gálvez, pero prefirieron a la candidata de Morena.

Esta es la primera vez en este siglo que esto ocurre: en 2018 el Peje perdió 30.41% contra 40.43% de Ricardo Anaya; en 2012 Josefina Vázquez Mota le ganó a Peña Nieto 41% contra 40.34% (e hizo pomada a Andrés Manuel que obtuvo nada más el 12.95%); en 2006 el usurpador Calderón ganó 58.92% contra 18.81% de Roberto Madrazo y 15.37% de Andrés Manuel; y en el año 2000 el retrasado mental de Fox ganó su estado con 50.46% de los votos, destruyendo a Labastida que se quedó con 37.46% y todavía más a Cuauhtémoc que se quedó con 6.56%.

Pero entonces es interesante ver los porcentajes correspondientes a la elección de gobernador de manera gráfica.

Elecciones por gobernador en Guanajuato

Elecciones por gobernador en Guanajuato

En el 2018 el PRD traicionó todos los principios bajo los cuales fue fundado y se alió con el PAN; pero como pueden ver en Guanajuato esto no resultó en un mejor resultado para el candidato panista a gobernador: Diego Sinhue Rodríguez Vallejo ganó, pero no aumentó sustancialmente su porcentaje. Podemos suponer que casi todos los que votaron por el PRD en 2012 votaron en el 2018 por Morena; y de hecho probablemente también casi todos los que habían votado por el PRI para gobernador seis años antes, dado el desplome que tuvo el partido “revolucionario” ese año.

En el 2024 la carcasa podrida del PRI se alió con el PAN, y una vez más podemos ver que esto no resultó en un aumento significativo para el candidato del PAN: de hecho, al parecer la alianza PRIAN (el PRD no importa) lo único que consiguió fue desplazar a los pocos votantes priistas que quedaban a que votaran por Morena.

Viéndolo de manera aislada es posible argumentar que éste sea el techo de Morena en elecciones para gobernador en Guanajuato. En principio podríamos suponer que ya no hay más electores que podamos convencer de pasarse a la carpa morenista, y que de ahora en adelante así serán las elecciones en el estado: con el PAN ganando y Morena cerca, pero no lo suficiente.

Sin embargo, las elecciones presidenciales nos abren otra posibilidad.

Elecciones para presidente en Guanajuato

Elecciones para presidente en Guanajuato

La izquierda puede ganar el Guanajuato. Con el candidato y las circunstancias correctas, podemos conquistar Guanajuato. No va a ser fácil y probablemente no sea rápido; pero sí veo un futuro donde un gobernador o gobernadora de Guanajuato sea de Morena.

Lo cual espero ocurra, porque si fuese país, Guanajuato sería de los más violentos del mundo. Y eso es principalmente responsabilidad del gobierno local; también importa el gobierno federal, pero con un fiscal que lleva atrincherado ahí desde 2009 y a quien se ha ligado con la organización fascista El Yunque, desde mi punto de vista no queda duda de que el principal problema de inseguridad en Guanajuato es resultado de que el PAN ha abusado del bastión que gobierna desde hace más de tres décadas.

Porque al PAN nunca le ha interesado el bienestar de la gente; mucho menos de la población más necesitada. Creen que gobernar es como dirigir una empresa, como cuando Fox (famoso ex gobernador de Guanajuato) llenó a su gabinete con gente que se supone encontraron head hunters.

Y ese es el punto de vista generoso; la alternativa es que el panismo atrincherado en su bastión de hace tres décadas está infiltrado si no es que completamente comprado por el crimen organizado.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Yucatán

Todo este siglo estuvieron alternando la gubernatura de Yucatán el PAN y el PRI en distintas alianzas; este sexenio que termina le tocó al PAN. La verdad no sé mucho de la entidad en el aspecto político; pero sí he oído que no estaban haciendo un mal trabajo, en general.

Mientras que uno escucha historias literalmente de terror de lugares como Guanajuato, en Yucatán al parecer Acción Nacional no lo estaba haciendo tan mal. No me consta, sólo es de lo poco que he oído.

Si Yucatán tiene décadas alternando entre PRI y PAN, y al parecer no lo estaba haciendo tan mal, ¿por qué la ciudadanía dio el cambio de timón a Morena este 2 de junio?

Una parte es por supuesto el candidato: Joaquín Díaz Mena es un chapulín que brincó del PAN a Morena. En 2012 fue el candidato a gobernador por parte del PAN, y perdió frente al PRI. En 2018 trató de ir de nuevo por la candidatura, pero el PAN prefirió a Mauricio Vila Dosal, entonces Joaquín Huacho Díaz dio un pequeño brinco a la izquierda y se lanzó como candidato de Morena, pero perdió (de nuevo) ante Vila.

Con la aplastante victoria del Peje, Huacho fue designado como Delegado Estatal de Programas para el Desarrollo en Yucatán, una polémica nueva figura que se inventó el Peje (y aprobó el congreso dominado por Morena) para tratar de minimizar la resistencia por parte de gobiernos locales a la multitud de grandes obras que Andrés Manuel tenía pensadas para toda la República, pero en particular para Yucatán. Una pequeña obra que no sé si hayan oído hablar de ella, le dicen el tren de los mayas o algo por el estilo.

Parte de la política de Estado de AMLO fue destinar un chingo de presupuesto en obras públicas que iniciaron o repararon infraestructura, crearon empleos, fomentaron la derrama económica, mejoraron los servicios públicos y un montón de cosas que varios de los que apoyamos la Transformación consideramos uno de los motivos principales de por qué la apoyamos. Bueno, Huacho fue el Delegado Estatal para un montón de esas obras, lo cual le dio un poder y una promoción similar (si no es que mayor) que el gobernador Vila.

Ahora, en Yucatán el gobernador Vila no metió fricción a los planes del Peje: al contrario, por lo que tengo entendido colaboró de forma casi entusiasta, entendiendo que toda esa inversión levantaría muchísimo la economía del estado. Es en parte por eso (hasta donde entiendo) por qué mucha gente dice que en Yucatán el PAN no hizo tan mal las cosas: cooperó con el Peje y cosecharon un montón de frutos positivos por ello.

El 2 de junio, en su tercer intento, Huacho Díaz por fin se le hizo ganar la gubernatura del estado. Con toda la experiencia que acumuló este sexenio, es casi cien por ciento seguro que cooperará de manera entusiasta con Claudia para terminar el mayatrén o como se llame, y con cualquier otro proyecto que se le pueda ocurrir a la doctora para la entidad.

Y me parece que exactamente eso es lo que causó que los yucatecos votaran masivamente por Huacho y por Morena: durante toda su existencia en la república después de la Revolución, Yucatán había sido gobernado por el PRI y a partir del siglo XXI por el PRI y el PAN. Y durante las últimas décadas, por bien o mal que hicieran las cosas los gobiernos estatales, el gobierno federal tuvo literalmente abandonada a la entidad excepto por un puñado de desarrollos turísticos.

En este sexenio los yucatecos por fin vieron un gobierno federal mostrar un interés sincero en la entidad, y ver cómo invertían en la misma como no lo habían hecho en décadas. ¿Por qué no elegirían para gobernador a alguien con el mismo programa?

Yucatán fue la única entidad que cambió de manos el 2 de junio (aunque no es imposible que también ocurra con Jalisco); y la explicación más sencilla que se puede tener de por qué ocurrió me parece que es la estrategia del Peje en el sureste mexicano en general y Yucatán en particular. Ciertamente es difícil de explicarlo de otra manera: el mismo candidato ya lo había intentado dos veces antes (una de ellas incluso con Morena), y la izquierda nunca había figurado en las elecciones locales antes del 2024 (incluyendo Morena).

Elecciones para gobernador de Yucatán

Elecciones para gobernador de Yucatán

(La gráfica no hace distinción de alianzas y coaliciones, sólo pone al partido principal de cada una).

Una más de las múltiples campañas en contra del Peje que había antes de las elecciones, es que la gente de Yucatán “no quería” el tren de los mayas (o como se llame), que era una obra que se estaba haciendo en contra de sus deseos.

Creo que las elecciones de gobernador (por no decir la presidencial) demuestran justamente lo contrario.

También debo de mencionar, con un poquito de náuseas, que Huacho es de los casos de éxito que tiene Morena con el chapulineo: es de las ocasiones donde, al parecer, valió la pena aceptar en Morena a alguien que aparentemente sólo está interesado en un hueso político. Al menos electoralmente: vamos a ver si es exitoso como gobernador, pero los antecedentes le dan muy buenas probabilidades.

Pragmáticamente me queda claro que hay ocasiones en que se justifica aceptar este tipo de (potenciales) caballos de Troya. Sólo espero que podamos evitarlos cada vez más conforme pase el tiempo y se consolide el control de Morena en todo el país.

Imprimir entrada Imprimir entrada

La Majestuosa

Después de La Grande, la elección presidencial, la que le sigue en importancia sin duda alguna es la elección local en la Majestuosa, la CDMX. Es la entidad más importante en el país, desde un punto de vista político, económico y cultural, y aquí vive, con toda certeza, la ciudadanía más cívica de todo el país. Y ahí cuento (como debe de ser) a todos, incluyendo los que votan en contra de la izquierda.

Desde un punto de vista personal, pero que según yo es ser objetivo para toda la gente no demente, el resultado de la CDMX nunca estuvo en duda. La Ciudad es de izquierda; siempre ha sido de izquierda; y a menos que haya un cambio de magnitud tectónica en mi adorada ciudad, continuará siendo de izquierda en el futuro cercano y probablemente también a mediano plazo.

Pero además, si algún día gana aquí la derecha, les puedo asegurar que será con un candidato que no se parecerá en nada al indiscutible criminal que es Santiago Taboada. Paréntesis, lo que sigue son habladurías, no datos duros, pero me parecen entretenidos: una novia que tuve fue a la prepa con Santiago Taboada, y de junior pendejo no lo bajaba.

Todas las encuestas serias (lamentablemente hay que hacer la distinción) le daban una ventaja de doble dígitos a Clarita Brugada sobre Taboada; según yo ninguna casa encuestadora seria lo puso encima durante toda la campaña. Y pues del dicho al hecho: con el 99.40% de las casillas computadas en el PREP, Clara Brugada le ganó con 51.75% de los votos totales al líder del cártel inmobiliario, que obtuvo 38.97%, 12.78 puntos porcentuales de diferencia. Esos son 2,703,100 votos contra 2,016,910.

Fue una victoria menos avasalladora que la de Claudia, por supuesto; como lo fue la de Claudia en comparación con la del Peje hace seis años. Pero en ese mismo sentido, Clara tuvo una victoria más fuerte que la de Claudia hace seis años (Claudia obtuvo el 47.08% de los votos en 2018).

Dado todo lo anterior, a mí me pareció más allá de bizarra la estrategia que decidió tomar la oposición: comenzar a gritar por los cuatro vientos (sin ningún tipo de evidencia que los respaldara) que ya habían ganado. Ahí estaba Germán Martínez con Ciro Gómez-Leyva, gritando que la Ciudad ya la había perdido Morena; ahí estaba la propaganda del PAN, proclamando que la Ciudad ya era suya; incluso aquí en mi blog llegaron a dejar comentarios donde afirmaban, de nuevo, sin ningún tipo de evidencia, que la Ciudad ya la había perdido Brugada.

Borré de inmediato esos comentarios, por supuesto; ya hay muchas pendejadas falsas flotando en la red. Pero me quedé con la duda de si no serían bots los que los dejaban; me cuesta creer que haya gente tan pendejamente manipulable.

Carlos Alazraki fue de los que se descaró, cuando le aconsejó a Madrazo en una campaña que “[m]ientras más mentiras contra Morena, mejor”; y por supuesto era la estrategia de la Gran Mentira de Goebbels (aunque la cita sea probablemente apócrifa, lo cual la hace todavía más adecuada en este caso):

If you tell a lie big enough and keep repeating it, people will eventually come to believe it.

O sea, es medio suponer que la gente es pendeja; pero además definitivamente no funciona con cosas que con un límite de tiempo cercano se van a revelar a los ojos de todo mundo, como son los resultados de las elecciones en la entidad más importante del país. Pero además, no me cabe en la cabeza cómo podría ayudarles eso a de hecho ganar las elecciones, o sea a obtener más votos. ¿Pensaron que nos íbamos a poner tristes y ya no íbamos a votar, o qué?

Pero además todo el imbécil candidato y su estrategia de campaña fueron absurdos. La alcaldía que más visitó fue Iztapalapa, Iztapalapa, probablemente el más grande bastión de la izquierda en la Ciudad y además una demarcación que ha sido gobernada en tres distintas ocasiones por Brugada. Trataron de impedir que se hablara del cártel inmobiliario en los medios y en los debates, con lo cual por supuesto nada más atrajeron más atención al mismo. Unos días antes de las elecciones salieron con la mamada de cobrar el Metro de acuerdo al uso; si no tenían una propuesta popular para uno de los sistemas de transporte colectivos más masivos (y baratos) en todo el mundo, no debieron decir nada nunca: mucho menos a unos días de las elecciones. Y luego trataron de desdecirse, por supuesto, confirmando ante la ciudadanía lo que ya sabíamos, que no tenían ni puta idea de lo que estaban haciendo.

Pero tal vez lo que más arrastró hacia abajo a Taboada fue el sinsentido de la coalición del corazón partido, el PRIANDR. El PRI colaboró con 401,743 votos, mientras que la carcasa podrida del PRD contribuyó con 156,836; 7.65% y 2.98% respectivamente. Es difícil asegurarlo, pero existe un escenario donde el PAN solo, incluso con un candidato con tanta cola que le pisen, como Taboada, le hubiera ido mejor. El costo político de asociarse con probablemente los dos partidos más desacreditados del país, ¿valió esa magra cantidad de votos?

De todas maneras hubiera perdido, por supuesto; pero tal vez con una diferencia de menos de 10 puntos porcentuales.

Antes de las elecciones del domingo, Morena controlaba 7 de las 16 alcaldías de la Majestuosa, consecuencia de las ahora evidentemente atípicas elecciones de 2021. Este domingo, la Transformación a través de Morena conservó esas 7 alcaldías y además recuperó 4 de las 9 controladas por la oposición: Álvaro Obregón, Azcapotzalco, La Magdalena Contreras y Tlalpan, siendo esta última muy importante, entre otras cosas porque Gabriela Osorio ganó con más del 50% de los votos, aplastando a su contrincante panista, y porque además está muy linda.

Gabriela Osorio

Gabriela Osorio

La oposición se aferró a cinco alcaldías, que me parece es importante discutirlas:

  • Cuauhtémoc.

    Una parte de mí se alegra que Eldaa Catalina Monreal Pérez perdiera frente a Alessandra Rojo De La Vega Piccolo; estas muestras de nepotismo no tienen lugar en la Transformación y deben ser abandonadas. La ciudadanía de la Cuauhtémoc, desde mi punto de vista, castigó a Ricardo Monreal negándose a apoyar a su hija, de la misma manera que las bases morenistas se negaron a apoyarlo en su fútil intento de tratar de ser el candidato presidencial de Morena, mandándolo al último lugar en las encuestas.

    Vamos a recuperar la Cuauhtémoc; no sé si en 2027, pero no tengo duda de que eventualmente el corazón de Ciudad votará como lo hace la mayor parte de la misma.

  • Cuajimalpa.

    Algo similar ocurrió en Cuajimalpa; Gustavo Mendoza Figueroa perdió frente a Carlos Orvañanos Rea, en mi opinión, en parte por ser miembro del equipo de Adrián Rubalcava Suárez, que brincó del PRI a Morena cuando Santiago Taboada se quedó con la candidatura a Jefe de Gobierno. Morena, estúpidamente desde mi punto de vista, “premió” el brinco chapulinesco poniendo a Gustavo Mendoza Figueroa como candidato en Cuajimalpa.

    ¿Por qué la gente que apoya a Morena votaría por alguien que no es de Morena, aunque sea el abanderado del partido?

    Yo entiendo que en el pragmatismo político a veces este tipo de quid pro quo es necesario; pero la verdad en general no veo la necesidad de rescatar náufragos moribundos de la carcasa medio podrida del PRI.

    Vamos a recuperar Cuajimalpa en el futuro; aunque aledaña al “corredor azul” de la Ciudad de México, me parece que la mayor parte de los ciudadanos que viven en la alcaldía son miembros naturales de la carpa que tiende Morena. Especialmente si postulamos a una candidata o candidato que valga la pena.

  • Coyoacán.

    Esta sí dolió, no nada más porque Ciudad Universitaria está en Coyoacán, sino porque me parece que Hannah de Lamadrid hizo una campaña bastante buena. Pero pues se quedó corta; por poco, pero corta: 25,070 votos, menos del 7%.

    Va a ser más difícil recuperar Coyoacán que las primeras dos, pero me parece que es posible; la ciudadanía de la alcaldía es mi opinión que es naturalmente de izquierda y consecuentemente en contra de la derecha. La gente de Coyoacán en general (y entusiásticamente) apoya el matrimonio homosexual, la despenalización del aborto, el prohibir las terapias de conversión… todo lo que el PAN detesta en las fibras más centrales de su ser. Es una aberración contra natura que hayan elegido como alcalde a un panista como Giovani Gutiérrez.

    Esa misma ciudadanía, me parece, refleja un sector de la clase media (minoritaria en general, pero no en Coyoacán) que se ha tragado muchas de las mentiras de la guerra sucia contra el Peje y consecuentemente contra Morena y Claudia. También hay un sector que se identifica con los “intelectuales” como Aguilar Camín, que extrañan ser “apapachados”; que recibían ciertos privilegios (no muchos y definitivamente no muy grandes) que desaparecieron con la Transformación.

    O que “les contaron” que quitaron ciertos privilegios; les digo que muchos están mal informados. Y por cierto, en Coyoacán también viven muchos de los que comentaba en marzo en mi entrada de los quejumbrosos; algunos de ellos no votaron (¡espero!) por el candidato panista, pero tampoco salieron a votar por Hannah.

    De todas formas creo que eventualmente recuperaremos Coyoacán; no tan rápido como Cuauhtémoc y Cuajimalpa, pero más pronto que tarde. En este sexenio se hará mucha de la labor para que eso pueda ocurrir.

  • Miguel Hidalgo.

    La Miguel Hidalgo siempre se ha inclinado a la derecha; no es algo raro en la alcaldía que contiene tanto a Polanco como a las Lomas de Chapultepec.

    Paradójicamente, la izquierda sí ha llegado a ganar la Miguel Hidalgo; múltiples veces de hecho. La ha ganado menos veces que el PAN; pero sí la ha llegado a ganar.

    Como sea, no es sorprendente que la hayamos perdido otra vez. Y de la misma manera, me parece que en el futuro la volveremos a ganar otra vez. Y luego la perderemos; y la ganaremos y la perderemos, potencialmente ad infinitum. Es de esas demarcaciones que están literalmente en el filo de la balanza (pero un poco más a la derecha), y así lleva casi treinta años: no veo por qué cambiaría a corto o mediano plazo.

    En resumen: no me sorprende que hayamos perdido la Miguel Hidalgo. Tampoco me preocupa demasiado; la volveremos a ganar. Y luego la volveremos a perder.

  • Benito Juárez.

    Después de vivir más de quince años en la Benito Juárez, yo ya llegué al estado del meme:

    Fuck this shit!

    Fuck this shit!

    Es aparentemente imposible que ganemos aquí. Es el corazón del “corredor azul” del PAN en la Ciudad y sin duda alguna donde más han concentrado su poder (y donde más chingaderas hacen).

    La primera vez que se pudo elegir (entonces) jefe delegacional, fue la única vez que la izquierda “ganó” en Benito Juárez, con Ricardo Pascoe Pierce, que tan de izquierda era que renunció al PeRDeré en 2003 para después colaborar con el usurpador Felipe Calderón.

    Y esa fue la última, si acaso queremos considerarla; después todos los jefes delegacionales y alcaldes de la Benito Juárez han sido del Partido Acción Nacional, no importa qué tan bien le vaya a la izquierda en la Ciudad o en país, el PAN gana mi alcaldía. Me preocupa que si en 2030 Gerardo Fernández Noroña gana las elecciones presidenciales con 70% de los votos, vamos a seguir aquí en Benito Juárez con nuestra batea de babas, perdiéndola una vez más.

    Aparentemente además, mis vecinos (no todos; pero sí un chingo) son true believers; son familias panistas que han sido panistas desde mediados del siglo pasado.

    ¿Es imposible que la izquierda gane la Benito Juárez? Nada es realmente imposible en política, si se invierte suficiente esfuerzo y suficiente tiempo. Pero va a costar un brazo y media pierna, además de años de trabajo a nivel de suelo, literalmente tocando en puertas casa por casa, cuadra por cuadra, todo el tiempo, no nada más en épocas de campaña.

    Otra cosa importante es que sí deben resolverse todos los crímenes que ha hecho el cártel inmobiliario; meter a la cárcel a los que faltan (ya hay varios dentro) y airear toda esa red criminal. Y si salpica a gente de Morena, que los salpique; todos los rateros que han contribuido a eso deben caer.

    Por último, dicen (yo no he visto ninguna evidencia concreta) que hubo compra de votos por parte del PAN en la Benito Juárez. En lo personal no me extrañaría, aunque obviamente estoy sesgado en mi opinión. Pero sinceramente, incluso suponiendo que sí hubo compra de votos, yo creo que el PAN de todas formas hubiera ganado sin recurrir a ellos. Es el cónclave del PAN en la Ciudad y de los pocos lugares en el país donde son indiscutiblemente dominantes.

    ¿Que quiere decir esto para los que apoyamos a la izquierda? Pues que tenemos que echarle todavía más ganas; porque incluso si la seguimos perdiendo, en México todos los votos cuentan: en este ciclo de la Benito Juárez salieron miles de votos para Clara y para Claudia, aunque hayamos perdido la alcaldía. Así que no tenemos de otra; hay que seguirle dando.

Quiero terminar nada más mencionando otra característica de la campaña de la oposición en la CDMX, pero en el contexto de su interacción con la campaña de Xóchitl a nivel nacional. La idea genial que tuvieron estos imbéciles, ante la inevitable derrota, fue abandonar a Xóchitl y “enfocarse” en la campaña de Taboada.

Y es que justo estos tarados no entienden ni siquiera que no entienden: ven a la política electoral mexicana como si fuera un problema de marketing, como si se tratara de vender un producto chatarra. Literalmente esa decisión fue como la de una corporación decidiendo detener el gasto publicitario de un producto y concentrar todo el presupuesto en el de otro, esperando al menos llegar a salvar uno de los dos.

Así no funciona y sinceramente creo que casi nunca ha funcionado así; en las campañas de Fox y Peña Nieto se puede discutir que fue una de las razones de sus triunfos (porque no fue por la apabullante inteligencia de los candidatos, ¿verdad?), pero generalmente el electorado mexicano no elige por quién votar como si fuera elegir marcas de desodorantes en el supermercado. La evidencia más fuerte de ello son las últimas dos elecciones presidenciales.

El abandonar a Xóchitl, me parece, era casi imposible que resultara en voto dividido en favor de Claudia y Taboada; funcionó en Guanajuato, que es bastión panista desde hace treinta años; y tal vez funcionó en Jalisco donde gobierna MC (aunque está en veremos: esa elección está rara y debe ser y será impugnada). ¿Pero en el bastión de la izquierda en el país?

Nuncamente.

Según los cómputos distritales con el 100% de las actas computadas, Claudia tuvo 3,095,413 votos en la Majestuosa. Según el PREP de la CDMX, Clara tuvo 2,717,045 votos. Esto se traduce, si mi calculadora no me engaña, en una diferencia de 378,368, que es el 7.20% de los votos en la Ciudad; todos esos ciudadanos en la capital del país votaron por Claudia y por alguien más para la jefatura de gobierno. Sin duda alguna muchos fueron para Taboada; aunque casi por definición no todos.

¿Bajo qué razonamiento divide su voto un ciudadano? No tengo la menor idea; pero dudo mucho la respuesta radique en que los partidos opositores abandonaron a Xóchitl y se concentraron en Taboada, al menos en la CDMX. Me parece que la explicación es mucho más compleja y que en muchos casos será consecuencia de las circunstancias personales de cada votante: repito, la ciudadanía de la Majestuosa es la más cívica de todo el país.

La Ciudad de México no pudo elegir a sus gobernantes durante décadas: nos costó años de lucha y literalmente sangre y muertos el conseguir ganar el derecho a elegir al jefe de gobierno. Desde el momento en que se pudo, elegimos a un candidato de izquierda, y así ha sido ininterrumpidamente desde 1997 (y sí, estoy incluyendo al tarado de Mancera, porque hizo campaña como candidato de izquierda; que después nos traicionara es otra bronca).

Esto no va a cambiar fácilmente; a lo largo de las décadas se ha convertido en parte fundamental de la identidad de la CDMX. En circunstancias especiales a veces perderemos más alcaldías de las normales; y de la misma manera a veces ganaremos más. Pero la Majestuosa en su conjunto es nuestra, de la izquierda.

Y tendrán que esforzarse muchísimo para arrebatárnosla; ciertamente los torpes balbuceos de un criminal de poca monta como lo es Taboada no fueron, ni de lejos, suficientes.

Imprimir entrada Imprimir entrada

La Grande

Me parece adecuado comenzar el análisis de las elecciones por La Grande, la elección presidencial. A tres días de las elecciones, con 95.23% de las casillas registradas en el PREP, la victoria de Claudia es con el 59.35% de los votos.

Morena ganó todas las entidades del país, excepto por Aguascalientes. Es medio desesperante; en 2018 fueron todas excepto Guanajuato, siempre hay una entidad que se sale del huacal. Claro que Aguascalientes’n es chiquitito; tiene 863,893 habitantes, mientras que Guanajuato (que ahora sí ganó Claudia) tiene 6,166,934.

En Aguascalientes Xóchitl ganó con 46.14% contra 42.36% de Claudia; es, por supuesto, una diferencia que puede ser superada: como ya dije, en 2018 Morena y el Peje ganaron la entidad. Habrá que hacer un análisis cuidadoso para ver qué pasó ahí, porque además de los tres distritos federales con los que cuenta la entidad, Claudia ganó dos; eso sí, con márgenes pequeños, mientras que Xóchitl ganó el tercero con un margen de casi 20%.

Fuera de Aguascalientes, la doctora Sheinbaum ganó en todas las entidades del país; desde 44.04% contra 35.99% en Jalisco, hasta 80.14% contra 11.31% en Tabasco. En ninguna entidad tuvo Claudia un porcentaje menor al 42% y de hecho únicamente en 5 entidades tuvo un porcentaje menor al 50%. En 9 entidades tuvo un porcentaje entre 50% y 60%; en 13 tuvo un porcentaje entre 60% y 70%; en cuatro entidades tuvo uno mayor a 70%; y Tabasco tuvo el mal gusto de darle un asqueroso 80%. Creo que desde las épocas de la supremacía priista no se veía algo así.

Y no sólo es la mayoría aplastante; es la diversidad de dicha mayoría: Claudia ganó en todos los grupos por edad; en todos los niveles socioeconómicos (la clase media votó mayoritariamente por Morena); en todas las profesiones; en todos los géneros; vamos, no he visto el dato cruzado, pero estoy seguro que con casi toda certeza Claudia ganó con todas las aficiones de la Liga Mexicana de Futbol.

Estos números son raros, pero no desconocidos, en los regímenes democráticos; en 1964, Lyndon B. Johnson ganó su primera elección (después de reemplazar a Kennedy en 1963, cuando lo mataron), con 61.1% de los votos contra 38.5% de Barry Goldwater, quien sugería que debían usar armas atómicas en Vietnam. Nixon se reeligió con 60.7% de los votos contra 37.5% de McGovern en 1972 (renunciaría un par de años después, por el escándalo de Watergate). En 1984, Reagan se reeligió con 58.8% de los votos, contra 40.6% de Mondale (con Geraldine Ferraro como candidata a vicepresidenta, la primera vez que los gringos hicieron eso). Todas las demás elecciones presidenciales en el resto del siglo XX y lo que llevamos del XXI, los gringos han estado mucho más polarizados, con ningún candidato ni siquiera acercándose al 55%, y de hecho en dos ocasiones ganó el candidato que perdió el voto popular: George W. Bush y Donald Trump, republicanos los dos, obviamente.

El margen de victoria de Claudia es tan avasallador que hace incluso complicado ponerlo en perspectiva: por supuesto, los llamados al “voto útil” fueron (irónicamente) inútiles, incluso sumando todos los votos de Xóchitl y Máynez, éstos se quedan cortos por más de 11 millones comparados a los de Claudia. O visto en porcentajes, el 10.41% de Máynez sumado al 27.90% de Xóchitl siguen estando más de veinte puntos porcentuales debajo del 59.35% de Claudia.

Comparando los resultados del domingo con los de hace seis años, en el 2018 el PAN tuvo el 22.27% de los votos y el PRI el 16.40%. Usando una calculadora para no regarla, veo que entre los dos tuvieron 38.67% de los votos, quedando a 14.52 puntos porcentuales del 53.19% que obtuvo el Peje. En otras palabras, en seis años, vistos en conjunto, el PAN y el PRI perdieron más de diez puntos porcentuales de los votos presidenciales.

En números brutos es, por supuesto, peor: el PAN en 2018 obtuvo 12,610,120 votos y el PRI 9,289,853, para un total de 21,899,973 votos. Con datos preliminares, Xóchitl obtuvo 15,620,726, una pérdida de más de seis millones de votantes. Obviamente hay gente que murió entre 2018 y el domingo; pero evidentemente no fueron seis millones: fueron muchos menos. Esto quiere decir que en seis años el PRIAN perdió millones de votantes: probablemente muchos no salieron a votar (fácilmente puedo imaginar a muchos panistas de abolengo negándose a votar por alguien como Xóchitl y a muchos priistas de la vieja guardia negándose a votar por una panista), pero no es difícil ver que sí debió haber muchos que se brincaron la barda y votaron por Claudia, y me imagino que un par de despistados por Máynez.

(Todas estas cuentas ignoran al PRD; si los consideramos, es peor el resultado para el PRIAN).

Si desmuéganeamos al PRIAN, a la coalición del corazón partido, los resultados son todavía más desgarradores: el PAN pasó de 12,610,120 votos (22.27% en 2018), a 9,130,979 (16.31% en 2024), una pérdida bruta de 3,479,141 votos y de casi seis puntos porcentuales. El PRI, el partido “revolucionario”, pasó de 9,289,853 votos (16.40% en 2018) a 5,399,566 de votos (9.66% en 2024), una pérdida bruta de 3,890,287 votos y de casi siete puntos porcentuales. Es un partido que camina como muerto viviente: en este momento está debajo de lo que recibió Movimiento Ciudadano (5,827,671 de votos), convirtiéndose en la cuarta fuerza política nacional.

(Repito de nuevo que son datos preliminares, faltan unos días para que salgan los definitivos, pero los cambios serán minúsculos. Además, la suma de las diferencias por partido no cuadran porque explícitamente estoy ignorando al PRD, ya que no importa.)

Son resultados apabullantes para nuestra patética y perdedora oposición, y se cumple lo que yo dije en marzo:

El PAN nunca ha representado a mucha gente en el país, de nuevo, porque nunca ha sido un partido de masas. Electoralmente, en su mejor momento con Fox, el PAN obtuvo el 42% de los votos, 16 millones […] Con Calderón el 2006, y haciendo fraude, llegaron apenas a 35.89%, 15 millones. En el 2012, con Josefina Vázquez Mota, tuvieron 26%, 12.7 millones; y en 2018, el 22.28%, 12.6 millones. ¿Ven para dónde va la tendencia?

Esto último me parece importante: después de las elecciones del año 2000 (sin duda alguna el “cénit” del PAN en la vida política nacional), el Partido Acción Nacional siempre ha perdido votos en elecciones presidenciales; nunca ha ganado votos en bruto, ni tampoco en porcentaje. Es un partido, que aunque sigo sosteniendo que no va a desaparecer, lleva décadas en decadencia. Y no es algo que sienta mi corazoncito: ahí están los números.

Votos por el PAN en elecciones presidenciales

Votos por el PAN en elecciones presidenciales

Repito lo que dije el lunes: viendo a las elecciones del domingo como una gran consulta, ganó el Peje, ganó la Transformación, ganaron los programas sociales y ganó un modelo económico que pone en primer lugar a la gente, no a las empresas o al gran capital. Visto desde una perspectiva más visceral, ganó el voto de premiación, que es el contrario al voto de castigo: lo cual es particularmente interesante dada la intensa guerra sucia y el mensaje de odio y miedo que eligieron como estrategia los partidos de la oposición.

Pero por supuesto no fueron nada más los aciertos de la campaña de Claudia y del proyecto al que representa: fue la increíble inutilidad de nuestra patética y perdedora oposición y su candidata. Hace seis años, en 2018, la ciudadanía de este país mandó al PRI y al PAN (el PRD ya era intrascendente) a que por favor fueran a comer camote; cualquier dirigencia política responsable e inteligente hubiera hecho una profunda reflexión y un análisis introspectivo para tratar de entender por qué se había dado ese rechazo y qué estrategias o acciones se podían adoptar o llevar a cabo para contrarrestar esa opinión de los votantes.

El PRI y el PAN (el PRD no importa) no hicieron nada de ese estilo; se dedicaron durante seis años a básicamente atacar al compañero Presidente y a quejarse de sus programas y propuestas, a veces con algo de razón, pero en general de manera visceral y caricaturesca, en muchas ocasiones mintiendo descaradamente y recurriendo a exageraciones ridículas.

La gente, el pueblo mexicano, no se tragó sus mentiras: vieron claramente el intento de engaño y manipulación y, de manera muy decidida y contundente, los mandaron, de nuevo y con más ganas, a comer camote.

¿Ustedes se creyeron esas mentiras, queridos lectores? ¿El “narcopresidente”? ¿Los libros de texto “comunistas”? ¿La “casa gris”? ¿El “desabasto” de medicinas? ¿La “mala” respuesta a Otis? ¿La “militarización”? ¿Y como esas, muchas más? Porque fueron eso: mentiras, en el peor de los casos; y vulgares exageraciones, en el mejor. Por no decir directo sabotaje, en múltiples casos.

Un porcentaje avasallador de votantes no se creyó esas mentiras y de hecho premiaron cómo se ha portado el gobierno federal los últimos seis años, que de manera tangencial resultó en castigar a esta oposición que da pena ajena por su incapacidad de ofrecer un proyecto de nación coherente y postular a un candidato decente que pudiera defenderlo.

Los resultados son tan contundentes, que para motivos prácticos cualquier cuestionamiento que se haga a la elección (incluyendo las campañas) queda automáticamente invalidado. Un puñado de ilusos ha sugerido que hubo fraude: que hagan sus impugnaciones de casillas y que presenten pruebas, si las tienen. Algunos cuantos más han tratado de equiparar al Peje en esta elección con Fox en el 2006: además de que es ridículo (Fox admitió que fue por él que le robaron las elecciones al Peje), no hay punto de comparación.

En 2006, la diferencia entre el usurpador Calderón y el Peje fue de 243,934 votos, 0.57% del total; y eso con un fraude cibernético plenamente demostrado por múltiples investigaciones periodísticas. Con datos preliminares, la diferencia entre Claudia y Xóchitl es de 17,600,912 votos, 31.45% del total. Eso es del orden de más de 70 veces más amplia.

Aún así, están amenazando con impugnar la elección: y están en todo su derecho. Siendo honestos, en cualquier elección donde la diferencia entre el ganador y el segundo lugar sea de más de 5% es medio ridículo impugnar; pero si quieren perder su tiempo y el del INE y el TEPJF, dense. ¿Quieren volver a contar los votos, voto por voto, casilla por casilla? Yo lo apoyo; en una de esas aumenta el margen de victoria de Claudia. De por sí se va a hacer un recuento de más del 60% de las casillas (es un trámite; en el 2018 fue un recuento del 77%): por mí que de una vez lo hagan en el 100%. Voto por voto, casilla por casilla; nosotros sí lo apoyamos, contrario a los ojetes de hace casi 20 años en el 2006 (porque eso hubiera desenmascarado el fraude).

Pero las patadas de ahogado de nuestra patética y perdedora oposición no son sólo señal de lo mezquinos y malos perdedores que son; es justo una muestra más de por qué perdieron. No están dispuestos a admitir que el principal problema es que no tienen un proyecto de nación para ofrecerle a los votantes, dejen ustedes que sea bueno. No están dispuestos a admitir la corrupción, amiguismo, nepotismo y tráfico de influencias que carcome como un cáncer a ambas dirigencias partidistas (el PRD, repito, es intrascendente). No están dispuestos a admitir que eligieron como candidata a alguien que les sugirió su principal adversario político, entre otras razones, porque se han quedado sin cuadros competentes.

Este desastre que fue para ellos las elecciones presidenciales de 2024, según su discurso es únicamente por cuestiones externas y fuera de su control: que el Presidente les dijo cosas feas en la mañanera; que fue una elección de estado; que los programas sociales se usaron como soborno y/o amenaza (de quitarlos); que el “piso no estaba parejo”. Nada desde su punto de vista es culpa de ellos.

Pero además, entre el PRI y el PAN (el PRD, repito, está al borde de la desaparición) gobernaron al país durante casi cien años; ¿se quejaron del “piso disparejo” en las demás elecciones de este siglo? ¿Se quejaron de la intervención presidencial de Fox (que fue mucho más allá de conferencias de prensa) en el 2006? Y bueno, obviamente no se quejaron de programas sociales porque no sólo no los ofrecieron, en muchos casos los quitaron o destruyeron.

Por último, ¿quiénes contaron los votos, quiénes cuidaron las urnas, quiénes checaron que los votantes estuvieran en las listas de electores y que se les entintara el dedo después de ejercer su voto? No fue “el estado”; fue, como lo ha sido desde finales del siglo pasado, la ciudadanía mexicana: llamar el impresionante ejercicio del domingo una “elección de estado” es un insulto a los miles de mexicanos que sudaron la gota gorda en algunos casos hasta por 16 horas seguidas para garantizar que las elecciones se realizaran de manera justa y en paz, como fue el caso en más del 99% de las casillas. Hasta Lorenzo Córdova está de acuerdo con eso.

Pero de nuestra patética y perdedora oposición escribiré en extenso más adelante; porque cuando por fin se les pase el berrinchito, tienen que hacer algo más inteligente que lo que hicieron los últimos seis años. Eso, o continuar perdiendo elecciones; no nada más el PAN ha perdido votos consistentemente desde hace casi un cuarto de siglo: en los últimos seis años la alianza opositora ha perdido 25 gubernaturas 25.

La elección presidencial es por supuesto La Grande y la más importante; pero en este año no fue particularmente interesante (excepto tal vez por la abrumadora magnitud): sabíamos que Claudia iba a ganar básicamente desde que nuestra patética y perdedora oposición decidió hacerle caso al Peje y pusieron a la candidata que él les sugirió.

Son más interesantes varias de las elecciones locales, incluyendo algunas donde perdió Morena; no necesariamente más importantes, pero sí más interesantes. De esas hablaré en mis siguientes entradas.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Histórico

No es que queramos regodearnos al hacerles notar que se los dijimos.

Histórico

Histórico

Pero se los dijimos.

Obviamente son cifras preliminares, pero todo apunta a una madriza de proporciones bíblicas: no sólo ganamos la presidencia de la república (que sólo los más fanáticos ponían en duda); no sólo ganamos la CDMX (que fue de las estrategias más bizarras que he visto, que la oposición se pusiera a vociferar que ya habían ganado la Ciudad cuando iban debajo en todas las encuestas); no sólo conservamos todas las gubernaturas que Morena gobernaba antes de hoy; además ganamos Yucatán (que bajo un análisis cuidadoso ni siquiera es tan inesperado) y encima redujimos el porcentaje de victoria de MC en Jalisco y el del PAN en Guanajuato a su nivel más bajo en 30 años.

En particular en Guanajuato se perdió la gubernatura (que era muy difícil ganarla, ya sabíamos): pero Claudia ganó en la entidad. Esto es importante: en 2018, AMLO ganó todos los estados de la república, excepto Guanajuato. Existe la posibilidad de que en el futuro ganemos en Guanajuato y el resto de las (cada vez menos) entidades que gobierna la oposición, especialmente con la incompetencia sistémica que han mostrado.

Más significativo, incluso, que las elecciones presidenciales y por entidad, se ganó la cámara de diputados con mayoría calificada, y en la cámara de senadores estaremos a un puñado de escaños (menos de cinco) para tener también mayoría calificada. Evidentemente se podrá negociar con MC, pero más sencillo será tirar al piso un billete de tres pesos partido por la mitad y que los senadores de la completamente destruida coalición del corazón partido se peleen como perros por el mismo: los ganadores tendrán la oportunidad de votar por las reformas constitucionales junto con Morena y sus aliados y así tener una (pequeña) oportunidad de continuar su vida política cuando termine su cargo.

Como hace seis años, la victoria de la Transformación no estaba en duda; sólo no sabíamos exactamente la magnitud de dicha victoria. Yo en particular me conformaba con 53%, dado que consideraba fundamental el al menos igualar el resultado de 2018; esperaba un 55%, por los promedios de las encuestas; y soñaba con un 57%.

Claudia ganó las elecciones con más del 58% de los votos; probablemente se quede en 59% pero no es imposible que llegue al 60%. Este resultado hace a estas elecciones la evidencia más contundente de la preferencia que tienen los mexicanos por las políticas de la Transformación, además de que dan una respuesta aplastante a la consulta implícita que suelen ser las elecciones presidenciales: la mayor parte del país (por mucho) aprueba el desempeño del primer sexenio de la Transformación y desean que el país continúe en ese mismo rumbo.

Lo cual confirma lo que venía diciendo desde enero: Andrés Manuel López Obrador es el mejor presidente que hemos tenido en el siglo XXI. El consenso nacional (independientemente de lo que ustedes puedan creer de manera individual) es que esa afirmación es verdadera.

Hay mucho qué escribir; hay mucho qué analizar; hay mucho qué discutir. Tengo varias entradas pensadas, porque lo que pasó hoy, queridos lectores, no puede calificarse con un adjetivo menor a histórico. Y sí, es histórico que México haya elegido a su primera mujer presidenta; es histórico que el proyecto de la izquierda mexicana haya superado su primer sexenio con este nivel de éxito; es histórica esta victoria tan contundente.

Pero no me refiero nada más a eso: también es (y no hay que permitirles que traten de barrerlo debajo de la alfombra) una derrota histórica. Una derrota histórica del modelo neoliberal; una derrota histórica de la derecha mexicana; una derrota histórica de los patéticos partidos de oposición. Del PRD que desaparecerá en los próximos meses; del PRI, que probablemente desaparecerá en el próximo sexenio; y del PAN, que no desaparecerá, pero que no podrá volver a aspirar a la presidencia en varios años, probablemente en décadas.

MC merecerá su propio análisis, pero me parece que es justo decir que, aunque quedara en tercer lugar y tuviera reveses en los estados que gobierna (Claudia Delgadillo le pisó muy de cerca los talones a Pablo Lemus en Jalisco; y la hermosísima Mariana Rodríguez perdió en Monterrey), en los hechos salió ganando en esta elección.

Y es importante, me parece, enfatizar que la derrota es de los partidos. Sí, Xóchitl fue pésima, terrible candidata, pero esta derrota histórica no es nada más su culpa: las terriblemente incompetentes dirigencias del PRI, PAN y PRD (por no mencionar al retrasado mental de Claudio X. González) son igual de o más responsables de la derrota.

Hablando de culpas y méritos, yo sinceramente agradezco que Xóchitl concediera de inmediato; su discurso (con casi toda certeza escrito por Germán Martínez) fue medio mezquino y con destellos de malos perdedores: pero concedieron. Claro, era medio patético no hacerlo cuando perdieron con menos de la mitad de los votos de Claudia, pero no me extrañaría que varios de los animales en la coalición del corazón partido, de ser por ellos, hubieran querido alargar el chilloteo y no admitir la derrota.

Bueno, y después de esta victoria (por no decir madriza) histórica, ¿ahora qué?

Contrario a hace seis años, no estoy cautelosamente optimista; ahora estoy entusiásticamente optimista: el modelo funciona; el proyecto es el correcto. Hace seis años, aunque obviamente lo creíamos, no lo sabíamos con certeza; ahora sí lo sabemos: tenemos evidencia empírica. Mientras se preserve el principio fundamental del obradorismo:

Por el bien de todos, primero los pobres.

Las cosas saldrán bien. Sí, habrá errores y equivocaciones; sí habrá incompetencia y corrupción (cada vez menos, si nos ponemos las pilas); sí, algunas cosas no se les dará la prioridad que necesitan y otras que deberíamos abandonar se seguirán apuntalando. Pero en general seguiremos avanzando en la dirección correcta.

Hoy, como hace seis años, yo voy a celebrar; me hubiera gustado hacerlo ayer, pero los dramáticos del INE retrasaron el anuncio oficial hasta casi la media noche. Mis padres, luchadores de izquierda de toda la vida, alcanzaron a ver cómo terminaba con éxito el primer gobierno federal de izquierda en México, y cómo por primera vez en 200 años una mujer, una mujer orgullosamente de izquierda, académica y lamentablemente egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM (es broma), se sentará en la Silla del Águila.

El análisis detallado de los resultados de las elecciones, tanto federales como locales, lo dejaré para futuras entradas; hoy yo los invito, queridos lectores, a que celebremos la continuación para los próximos seis años (por lo menos) de la Transformación de México, incluyendo la ahora innegable transformación de las conciencias en el país.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Hellblade: Senua’s Sacrifice

Mi siguiente trofeo de platino fue Hellblade: Senua’s Sacrifice, que recomiendo ampliamente.

Hellblade: Senua's Sacrifice

Hellblade: Senua’s Sacrifice

Este juego es famoso, entre otras razones, porque muestra de manera muy realista (dicen) lo que es tener esquizofrenia.

Nuestra protagonista, la titular Senua, es una guerrera picta (ancestros de los escoceses), que llega a la frontera de Helheim para salvar el alma de su ociso novio, Dillion. Senua, como digo arriba, es esquizofrénica, que en el siglo octavo interpretaban no muy sorprendentemente como que estaba maldita. Su mamá sufría la misma enfermedad, pero la aceptaba como una bendición que le permitía “oír espíritus”, ante lo cual el papá de Senua decidió quemarla viva enfrente de su hija de cinco años, lo que hizo empeorar el esquizofrenia de Senua y que ella se sienta acosada por las voces que hablan en su cabeza.

Su vida cambia cuando conoce a Dillion y se enamoran, hasta que lo desmueren, que es lo que desata la historia del juego.

El viaje de Senua consiste entonces en entrar a Helheim y enfrentar a Hela, lo que se traduce en pelear con monstruos y guerreros vikingos (al parecer los responsables de la muerte de Dillion), atravesar escenarios infernales y pasar pruebas de valor y coraje, mientras Senua escucha las voces en su cabeza que en igual medida la alientan y se burlan de ella, todo sin que nosotros, como espectadores, tengamos una puta idea de qué es real y qué se lo está inventando Senua. Porque está loca.

(Ya sé que el término no es políticamente correcto hoy en día, pero ciertamente es el más conciso).

Es un juego espectacular; en gran medida por la actuación de Melina Juergens como Senua. Hay combate, pero realmente no es muy elaborado: Senua tiene una espada y puede bloquear, dar espadazos débiles y fuertes, que se pueden combinar en uno o dos combos. Sin embargo, es más de resolver acertijos para ir avanzando; y más aún de acompañar a Senua en su sicósis, porque su viaje no es para salvar el alma de Dillion (eso es sólo su pretexto): es para que ella misma acepte su muerte (y la de su madre y múltiples otros traumas de su vida), así como a su condición y cómo vivir con ella.

Pero encima de todo eso, Hellblade: Senua’s Sacrifice es una historia trágica de amor, entonces, queridos lectores, me encuentro contractualmente obligado a que me guste.

Yo me eché el juego en dos años, porque lo comencé durante el primer año de la pandemia, saqué un trofeo, y lo abandoné casi tres años hasta el año pasado, cuando saqué el resto de los trofeos en cinco días. Es un juego fascinante una vez que agarra ritmo.

Hace cuatro años salió el avance de la segunda parte, que es por sí mismo espectacular; pero yo estaba preocupado porque al parecer será una exclusiva de XBox, dado que Microsoft compró el estudio que hizo ambas partes. Sin embargo, eso al parecer ya no será un problema.

Les recomiendo encarecidamente que traten Hellblade: Senua’s Sacrifice; es un juego divertido, pero la experiencia narrativa es espectacular, con una historia realmente simple, pero profunda, con en los hechos un único personaje (a menos que quieran contar a las voces en su cabeza).

Imprimir entrada Imprimir entrada

Blue Beetle

Después de Oppie fui a ver al cine Blue Beetle, porque por supuesto que eso hice.

Se aplican las de siempre, que igual e importa, porque es posible que esta encarnación de Jaime Reyes se reintegre al DCEU dirigido por James Gunn.

Blue Beetle

Blue Beetle

Me encantó esta película: y no nada más porque Jaime Reyes (interpretado por un ridículamente guapo y simpático Xolo Maridueña) es de ascendencia mexicana. Además de Xolo, todo el elenco es espectacular: nuestro ex asambleísta de la Ciudad (por Morena, por supuesto), Damián Alcázar, es excelente como el padre de Jaime; Elpidia Carrillo como su mamá es discutiblemente mejor; Adriana Barraza se roba la película en el rescate de Jaime como la abuela ex miembro de la Liga 23 de Septiembre; George Lopez es sorprendentemente no sólo soportable, sino entrañable como el tío de Jaime; y Belissa Escobedo como la hermana es inicialmente medio insoportable, pero hacia el final de la película ya me había caído bien.

Susan Sarandon es fabulosa masticando el escenario y relamiéndose los dedos como villana de telenovela de Telerisa; y Raoul Max Trujillo es espectacular como Carapax/OMAC, especialmente en el tercer acto cuando se muestra su origen.

Bruna Marquezine está muy chula, pero la verdad es más modelo que actriz, y se nota.

Por último, pero no por eso menos importante, Becky G como la voz de Khaji-Da es bastante buena; y no nada más porque yo como hombre estoy contractualmente obligado a pensar en el álbum visual de Mala Santa cada vez que la escucho.

Dicho sea eso, la verdad es una película más bien limitada; en adaptaciones de cómics ni siquiera creo que esté en el tercio mejor. Pero es buena para lo que es: un churrito de superhéroes de acción, entretenido y sin muchas pretenciones.

Lo que toda la crítica tuvo como consenso es que los Reyes son adorables; para mí, me parecieron exactamente como suelen ser un montón de miembros de mi familia (mexicana, si era necesario que lo explicara): divertidos, muy ruidosos y que a veces fácilmente nos avergüenzan, pero que sin pensarlo darían la vida por nosotros y viceversa.

Y no puedo negar lo obvio, como mexicano (que no es lo mismo que chicano): la representación importa. Yo no sabía que necesitaba oír en una película de Hollywood a una mamá mexicana decirle a su hijo, en español, “párteles su pinche madre”, pero resulta que sí lo necesitaba. Es de mis escenas favoritas del año pasado, junto con la mamá de Carapax hablando maya en una película de Hollywood, en la que es probablemente la escena más desgarradora de la película.

La película sufre y se beneficia a la vez de estar desconectada del DCEU en general; es divertido que Rudy diga que Batman es un fascista, pero es como de paso y sin hacer mucho énfasis en que forman parte de un mismo universo. Sin embargo, esta ambigüedad hace que exista la probabilidad de que Jaime y Khaji-Da se puedan incorporar después al universo de James Gunn. Vamos a ver.

Todavía leía cómics cuando Jaime Reyes reemplazó a Ted Kord, después de que Max Lord lo matara en la continuidad de esos días. Aunque el traje y la relación del mismo con Jaime es muy fiel, la verdad yo no renconocí mucho más del cómic en la película; pero dado el estado y el potencial futuro del DeCeEU, sinceramente creo que no podemos verle el dienta al caballo regalado.

A mí me encantó la película, de hecho es de mis favoritas del DCEU; pero tampoco es particularmente buena o importante. Eso sí, es sin duda entretenida.

Imprimir entrada Imprimir entrada

So I’m a Spider, So What?

El siguiente (creo, se me confunden en la mente) animé que vi, fue Kumo desu ga Nani ka, conocida en inglés como So I’m a Spider, So What?, pero que la comunidad normalmente le dice Spider Isekai.

Kumo desu ga Nani ka

Kumo desu ga Nani ka

Esta serie tiene varias cosas interesantes; es un Isekai, entonces es una fantasía de poder como suelen ser casi todos, pero contrario al resto, tiene:

  • Una protagonista mujer, inicialmente anónima.
  • Dicha protagonista es isekaiada al nuevo mundo como una araña, recién nacida como tal.
  • La protagonista es isekaiada con toda su clase de la prepa (aunque originalmente no sabe esto).
  • El método de desmorir a los estudiantes para que reencarnen en el nuevo mundo es a la vez original e hilarante: los hacen volar con una bomba.
  • La araña es representada a los espectadores (y se sospecha a ella misma) de forma adorable, cuando en realidad es un monstruo espeluznante.
    Las formas de la araña

    Las formas de la araña
  • Después de evolucionar, la araña se vuelve sexy.
    Araña sexy

    Araña sexy
  • Y por último adquiere una forma humana.
    White

    White

Eso último es de lo mejor de la serie: el personaje White aparece relativamente temprano en la historia, pero siempre permanece con los ojos cerrados. El nombre y que nunca abra los ojos es para destantear el espectador; la idea es que no tengamos idea de que White es nuestra adorable arañita evolucionada (que tiene unos ojos muy distintivos), pero la verdad yo me di cuenta como a los cinco minutos, y eso es grave porque a mí no es raro que se me vayan esas cosas.

Todos los muchachos reencarnados comienzan su nueva vida desde que nacen, pero la protagonista, siendo una araña, tiene autonomía y capacidad de defenderse a sí misma casi de inmediato, mientras que el resto de sus compañeros necesitan primero literalmente destetarse. Aunque muy débil inicialmente, la araña (que era gamer en nuestro mundo) deduce que el nuevo mundo funciona como un RPG y rápidamente comienza a subir de nivel, adquirir habilidades y hacerse cada vez más fuerte.

El resto de la historia es, en gran medida, las mismas mamadas de Isekais de siempre, pero sí está muy entretenida y preferiría que lo vieran por su cuenta. Yo la disfruté enormemente.

Sin embargo, lo más interesante de la serie lamentablemente no tiene nada que ver con su historia: tiene que ver con la producción de la misma. Al parecer fue tan desastrosa que historias de terror comenzaron a filtrarse fuera del estudio (lo cual es relativamente raro en Japón, tengo entendido), hasta que llegó un punto donde de plano un capítulo fue retrasado una semana.

A mí nunca me había tocado que eso ocurriera durante la transmisión de una serie; después, con la pandemia despedazando los flujos de trabajo de básicamente todas las industrias del mundo, se volvió de hecho común, pero esta serie fue la primera que me tocó verlo.

Lo segundo es que hacia el final de la serie estaba ya tan mal la producción de la misma, que la animación se volvió risiblemente mala, regalándonos escenas como la siguiente, del antepenúltimo episodio:

Fondos de PlayStation 2

Fondos de PlayStation 2

Sí, esos son un puñado de personajes dibujados torpemente encima de un fondo que al parecer lo renderearon utilizando un PlayStation 2: pero eso no es lo peor. Lo peor es que se supone los personajes están en un bosque.

La serie tiene muy buena animación en múltiples puntos, incluyendo varios usos de CGI bastante buenos. Sin embargo los malos ejemplos son de las peores cosas que yo haya visto. Y es una lástima, porque la historia está interesante, la música es espectacular y los personajes son muy entrañables, comenzando con nuestra inicialmente anónima arañita.

La producción fue tan desastrosa al final que no he oído a nadie hablar de una segunda temporada; lo cual es una desgracia, sí me gustaría ver qué pasaba con la araña y sus compañeritos de la escuela.

Aún así la recomiendo: está en Crunchyroll, si les interesa.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Por quien sea, pero voten

En dos semanas exactamente, tendremos las elecciones más importantes en la historia de nuestro país.

Decir que son las elecciones más importantes en la historia es una tradición que se repite durante todas las elecciones, porque paradójicamente siempre es verdad, por definición. Todas las elecciones son las más importantes, pero la que sea en turno es la más importante, que es a su vez igual de importante que todas las demás. Si eso no les hace sentido, yo no seré el que se los explique.

Siendo entonces, como son, las elecciones más importantes en la historia de nuestro país, es de suma importancia que dentro de 14 días salgan y emitan su voto. Por quien sea, pero que voten.

Si apoyan (aunque sea mínimamente) a la Transformación que se ha llevado a cabo bajo Morena, entonces es fundamental que salgan a votar este 2 de junio: sí, Claudia va a ganar, de calle; pero están las elecciones locales y legislativas, y cada una de ellas son, a la vez, igual y más importantes que la presidencial. Existen muchas alternativas para que reformemos a nuestro increíblemente corrupto poder judicial (es inevitable que ocurra), pero la más sencilla es contar con los votos suficientes para poder pasar las reformas constitucionales correspondientes. Además, entre mayor sea la ventaja de Claudia sobre nuestra desesperada y triste oposición, más legítimo y claro su mandato: es indispensable que todos los que apoyemos a la Transformación (por más sutilmente que lo hagamos) salgamos a votar.

Si no apoyan a la Transformación, entonces es fundamental que salgan a votar este 2 de junio: aunque sea inevitable que Xóchitl pierda, entre menor sea la diferencia de votos con Claudia, menos poder y capital político tendrá la nueva presidenta Morenista, y mejor posicionada estará nuestra desesperada y triste oposición para poder tratar de negociar lo que pueda llegar a negociar. Por no decir del poder legislativo: entre mayor sea la cantidad de legisladores opositores, aunque sean minoría, mayores las probabilidades de que detengan, maticen o retrasen las reformas que proponga la Presidenta Sheinbaum. O el mismo Peje, en las semanas que habrá entre que inicie labores la nueva legislatura y la inauguración de nuestra nueva Presidenta. Es indispensable que todos los que no apoyen a la Transformación salgan a votar.

Si no soportan a Morena y sus aliados ni al prianderré, es fundamental que salgan a votar para así manifestarlo. La verdad me ha sorprendido Jorge Álvarez Máynez; no tiene una propuesta factible, pero ha hecho una campaña bastante decente, si no por otra cosa al menos por no cagarla tanto como la Xóchitl. Si de verdad creen que la “vieja” política no tiene salvación y que la “nueva” política que asegún encabeza el abanderado de eMeCe es una alternativa viable, es indispensable que salgan a votar por él este 2 de junio.

Si de plano ustedes dicen que ningún candidato presidencial registrado merece su voto, en primer lugar no les creo: ¿han hecho algo, lo que sea, para que tengamos candidatos diferentes? Porque si la respuesta es no, entonces tienen exactamente a los candidatos que se merecen: pero si aún así no quieren votar por ninguno, al menos pueden ir a votar este 2 de junio y escribir el nombre de un candidato no registrado que según ustedes sí merezca su voto. Es una manera válida de protestar con su voto y definitivamente hace mayor impacto que no votar. Si de verdad consideran inaceptables todas las opciones disponibles, es fundamental que el día de las elecciones lo expresen votando el escribir el nombre de un cadidato no registrado.

Si de manera inverosímil consideran que absolutamente nadie en el universo se merece su voto, lo menos que pueden hacer es salir a votar este 2 de junio y anular sus boletas. Es una opción muy cobarde, si me permiten expresar mi opinión, porque justamente es tratar de lavarse las manos de un proceso donde no pueden lavarse las manos; pero al menos estarían participando en dicho proceso. Al menos están mostrando que su desagrado por los candidatos es real y sincero: si no votaran, bien podría confundirse conque ese domingo les dio flojera levantarse de la cama. Si de verdad ningún ser viviente en el universo los convence, es fundamental que así lo demuestren anulando sus votos este 2 de junio.

Votar por supuesto es lo que al final del día causa que las elecciones tengan el resultado que vayan a tener; pero yo considero que es igual de (si no es que más) importante el efecto que tiene sobre el mismo votante. Votar, incluso por alguien que va a perder, causa que nos involucremos y que nos comprometamos, aunque sea un poco: créanme, yo voté por candidatos perdedores durante décadas de mi vida. Es la misma razón que existe para movilizarse; incluso aunque no cambie “nada” (que no es cierto, siempre tiene un efecto, aunque sea pequeño o no el que se manifieste quiera), sí causa un cambio dentro del movilizado. Nada más por eso valdría la pena.

Y por todo lo anterior, si en dos semanas, este próximo 2 de junio, no salen a emitir su voto, contrario a su derecho y obligación cívica, yo sólo tengo una cosa que decirles:

Vayan a chingar a su reputísima madre.

Por supuesto, en México no es ilegal el no votar: en ese sentido tienen todo el derecho de no hacerlo. Y de la misma manera, yo tengo todo el derecho de decirles que vayan a chingar a su reputísima madre.

Son unos irresponsables en el mejor de los casos, y unos cobardes en el peor; son unos culeros que no consideran a los miles de mexicanos que literalmente sacrificaron su libertad y su vida para que nuestro voto pudiera valer de algo o (como en el caso de la CDMX) para que pudiéramos elegir a nuestros gobernantes en primer lugar.

Así que, en conclusión, mis queridos lectores: salgan a votar este próximo dos de junio. Por quienes ustedes decidan, estén o no en las boletas, pero voten.

Y si deciden no hacerlo, repito: vayan a chingar a su reputísima madre.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Street Fighter IV

Mi siguiente platino, y uno de los que más orgulloso estoy, fue el de Street Fighter IV.

Street Fighter IV

Street Fighter IV

En secundaria comencé a ir a “maquinitas” (como les llamábamos) junto con mis amigos de la escuela. En esas maquinitas Street Fighter II era mucho de lo que jugábamos, si no me falla la memoria la versión original para gabinetes, The World Warrior; SF:II es famoso por tener unas catorce millones de versiones distintas, siendo una de las más famosas (probablemente) The New Challengers, donde además de poder jugar con Balrog, Vega, Sagat y M. Bison, se agregaban el paisano T. Hawk, Fei Long, Dee Jay y (fundamental, para mi fácilmente excitable mente de adolescente) Cammy.

Han pasado más de treinta años de esas épocas, y puedo decir sin duda alguna que desde ese entonces adoro los juegos de peleas, incluyendo ver a otras personas jugarlos (como muchas veces hice en secundaria).

Esto es medio triste, porque aunque soy un gamer más o menos competente, la excepción sin duda alguna está en los videojuegos de peleas: apesto con la intensidad de mil soles en los mismos.

No sé exactamente cuál sea el problema, pero no se necesita ser un genio para determinar que la gente que es buena en juegos de peleas lo más común es que juegue ese tipo de juegos casi exclusivamente. No ayuda que es de las categorías de juego que domina la formación de videojugadores competitivos.

Detesto jugar videojuegos en línea, porque justamente juego videojuegos para no tener que lidiar con otros seres humanos; y los videojuegos de pelea (en este siglo) están diseñados para ser jugados en línea.

También debo admitir que mi obsesión con trofeos no ha ayudado: los videojuegos de peleas es muy común que obtener el platino de los mismos sea bastante difícil, y por lo tanto yo solía evitarlos.

Cuando regresé a jugar hace un par de años, uno de mis objetivos fue entrarle a videojuegos de peleas, y entonces comencé Street Fighter IV, que lo tenía para el PlayStation 3 desde hacía más de una década, si mal no recuerdo.

No tienen idea de cómo disfruté este juego; resulta que Street Fighter III fue un experimento donde cambiaron a casi todos los peleadores, excepto por Ryu y Ken, y el resultado fue que pasó sin mucha pena ni gloria (no recuerdo haber visto un gabinete con el mismo en mi vida, por ejemplo). Para Street Fighter IV, Capcom regresó a la lista de peleadores original, expandiéndola.

Entonces fue como regresar al videojuego de mi adolescencia, en muchos casos con casi exactamente los mismos movimientos, porque a partir de SF:IV así se ha comportado la franquicia: agregando peleadores y movimientos, pero respetando el legado ya existente.

Siendo mamón como soy, jugué el juego en japonés con subtítulos en inglés, y me entretuve como enano con la delirante historia que además de todo es contada en un animé que tiene estilo de los noventas, a pesar de que el juego es de 2008 originalmente.

Me llevó seis meses obtener el platino de SF:IV, concentrándome mucho al inicio en sacar todos los trofeos en línea, porque uno nunca sabe cuándo van a detener en definitiva los servidores. Como tengo dos PlayStations 3 y además ya muy poca gente juega el modo en línea, saqué esos trofeos con relativa facilidad, si bien lentamente. Incluyendo los trofeos jugando ranking matchs, peleas donde los servidores eligen a los jugadores de manera aleatoria pero tratando de que a cada jugador le corresponda un contrincante con más o menos el mismo nivel (ranking) de habilidad: como ya casi nadie juega, sencillamente ponía a mis dos PlayStations 3 con cuentas distintas a buscar una pelea al mismo tiempo, y normalmente se encontraban mutuamente.

Las veces que sí me tocó otro jugador, creo que no gané ni una sola vez. Por suerte ocurrió en pocos casos.

Luego me centré en el modo arcade, donde uno debe jugar la “historia” del juego con cada uno de los personajes en la dificultad media, lo cual fue medianamente difícil, sorprendentemente. Hay que jugar el modo arcade en la dificultad más perra con un personaje, pero eso de hecho fue relativamente sencillo, porque resulta que el Double Lariat de Zangief está terriblemente mal balanceado y es para motivos prácticos invencible con casi todos los otros peleadores controlados por la computadora, excepto por Cammy, que uno tiene que aprender a ganarle nada más a ella.

Nunca había prestado mucha atención a la historia de Street Fighter; recuerdo que de adolescente sí noté el final de Ken (que regresa con su mujer después de derrotar a M. Bison); el de Blanka (que se reúne con su madre); y el de Zangief (porque se pone a bailar como cosaco con Gorbachev). También, por supuesto, vi la película con JCVD, Kylie Minogue y un espectacular Raúl Julia masticando el escenario como M. Bison; pero me parece que no tiene mucho qué ver con el canon del videojuego, realmente.

Después de ver la historia al terminar el modo arcade con todos los personajes en SF:IV, repito mi estimación de que es demencial, lo cual por supuesto no le quita lo fabulosa. Ver la versión con mis personajes favoritos estuvo padre; pero también la de algunos personajes nuevos (para mí), como El Fuerte, que a pesar de su indudablemente racista representación de un luchador de lucha libre mexicano, a mí me encantó. Sin embargo, el nuevo personaje que más me gustó fue Sakura; yo la verdad apenas estaba consciente de su existencia (Street Fighter Alpha 2, que es donde apareció, ocurrió mucho después de esas sesiones con mis cuates de secundaria), pero sí era medio obvio que una versión femenina de Ryu (o algo que se le asemeja) a mí me gustaría.

Por último están los retos (challenges), que son muchos, pero no terriblemente difíciles porque hay guías donde explican casi con pelos y señales exactamente qué hacer, además de que se puede usar a Zangief para pasar fácilmente muchos de ellos.

En particular, las pruebas (trials) consisten en armar combos relativamente complicados; pero al igual que en Dead or Alive 5: Last Round, pude programarlas para efectuarlas de manera perfecta usando la misma idea que usé para Rock Band y Guitar Hero, entonces sólo me llevó tiempo el poder hacerlas. El video que ligo arriba muestra justamente eso, cómo ejecuto el combo más cabrón de Seth (el villano de la historia), y de hecho lo hago dos veces, porque sin querer le piqué a que volviera a hacer el reto cuando saqué el trofeo.

Me encantó SF:IV, es de mis platinos favoritos del PS3; me hizo sentir nostalgia de mi adolescencia y disfruté como enano la ligeramente demencial historia del juego. Pude volver a hacer (mal) los movimientos que hacían los peleadores hace treinta años en SF:II y volví a conectarme con mi crush de la adolescencia, Cammy, que uno de los títulos que se ganan para ella en los retos es “Buns Out!”

Buns Out!

Buns Out!

Buns out indeed, Cammy. Buns out indeed.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Oppenheimer

Una semana después de ver Barbie, me chuté Oppenheimer. Se aplican ¿alguien de verdad no vio esta película?

Oppenheimer

Oppenheimer

Disfruté mucho esta película en el cine, pero la verdad disfruté más Barbie. Es increíblemente pretenciosa, pero Christopher Nolan es de esos realizadores que me parece se han ganado el ser increíblemente pretenciosos. También es, como suele ser este tipo de obras, medio nauseabunda en omitir las chingaderas que hicieron los gringos por ejemplo con los dueños legítimos de las tierras donde se instaló el Proyecto Manhattan en Los Alamos. Y no entiendo el sinsentido de no usar CGI para representar la explosión nuclear en el clímax de la película; si existía una escena donde se justificara el utilizar efectos por computadora, era justamente esa.

Pero básicamente esas son mis únicas críticas; yo no sentí que fuera muy larga, en todos los aspectos técnicos (excepto esa estúpida explosión que parece de boiler de leña) es perfecta, el elenco es espectacular y esa escena cerca del final donde Emily Blunt como la esposa de Oppie se niega a darle la mano a Edward Teller, me parece de lo más espectacular que ha hecho la británica.

Sólo no me emociona mucho el tema; es una tragedia que la única vez que los gringos (junto con sus aliados más cercanos) volcaron todos los recursos a su alcance, fue para crear un arma que fue utilizada de manera criminal para matar indiscriminadamente a civiles; se puede discutir que también lo hicieron en un inicio para el programa espacial, pero realmente perdieron el interés una vez que le ganaron a los rusos.

Si ese esfuerzo de coordinar y facilitar el avance de la ciencia se hubiera aplicado a buscar la cura del cáncer o del VIH, a desarrollar mejores maneras de producir alimentos, a investigar formas de repartir la enorme riqueza con la que cuentan (sin un interés en ganancias económicas para inversionistas privados), este mundo probablemente sería muy distinto.

Como sea, la película está padre; pero supongo es inútil que se los diga, cuando probablemente ya la vieron múltiples veces.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Hige wo Soru Soshite Joshikousei wo Hirou

Poco después de Nagatoro (o concurrentemente; ya no sé a estas alturas), el siguiente animé que vi fue Hige wo Soru Soshite Joshikousei wo Hirou, que en inglés tiene el título ridículamente largo After Being Rejected, I Shaved and Took in a High School Runaway; pero que todo mundo mejor le dice Higehiro.

Higehiro

Higehiro

(Voy a contar tooooooda la historia, así que si les interesa les recomiendo que la vean antes de leer mi reseña; y definitivamente les recomiendo que la vean).

Yoshida es un joven y relativamente atractivo oficinista que un día se arma de coraje e invita a salir a su jefa, la muy hermosa y ridículamente chichona Gotou. Después de confesarle cómo se siente, su chichona jefa lo manda al carajo, ante lo cual Yoshida decide emborracharse, lo que es entendible.

Encaminándose a su casa propiamente borracho, Yoshida se topa en una calle cercana a su casa con una muy linda adolescente en uniforme escolar, que le pide que le deje pasar la noche con él. Demasiado borracho para ponderar el asunto, Yoshida acepta: cuando llegan a la casa de él, Yoshida se queda inmediatamente dormido.

Al otro día la muchacha, que se llama Ogiwara, le ofrece sexo, que Yoshida rechaza tajantemente por dos razones: una, es un ser humano fundamentalmente decente (si bien a veces medio güey); y dos, a él le gustan las mujeres mayores y ridículamente chichonas, que es la razón por la cual quería andar con su jefa. En círculos aculturados, se le suele denominar como que le gustan las oneesans, y que entonces es más parcial a los ara aras que a los doki dokis.

Ogiwara le explica a Yoshida que se escapó de su casa y que eventualmente comenzó a prostituirse básicamente por habitación y comida, hasta que invariablemente el sugar daddy en turno se hartaba de ella y la corría. Yoshida se apiada de la muchacha y le ofrece que se quede, sin que tenga que acostarse con él, lo cual extraña muchísimo a Ogiwara.

La muchacha comienza a hacerse cargo de las labores del diminuto departamento de Yoshida, y constantemente le ofrece que tengan sexo, que él siempre rechaza.

Arriba digo que Yoshida es un ser humano fundamentalmente decente (lo que sostengo) si bien a veces medio güey (lo cual también sostengo): nadie, jamás, bajo ninguna circunstancia debería hacer lo que Yoshida hace. Por buenas intenciones que se puedan tener (que a ver quién se las cree), que un hombre adulto le dé “asilo” a una adolescente menor de edad es pie para que lo metan a la cárcel por años. Justificadamente.

Pero esto es ficción y es discutible que raya en un cuento de hadas, entonces vamos a continuar bajo ese contexto: es una historia ficticia con personajes que no existen y que es una versión modernizada de lo que denominamos cuentos de hadas.

Eventualmente Ogiwara le cuenta toda su historia a Yoshida: no voy a repetirla, porque me parece de las mejores partes de la serie, pero la niña es en los hechos una niña rica, y la razón por la que escapa está bien justificada; no es nada más un capricho.

Después de un tiempo el hermano de Ogiwara contacta a Yoshida y entre los dos básicamente negocian una reunión entre la muchacha y su madre, donde después de una muy tensa e incómoda conversación consiguen que la mamá y la hija lleguen a un compromiso que le permita a Ogiwara volver a casa.

Yoshida pasa la noche en la mansión de la mamá de Ogiwara, y bajo la cubierta de la oscuridad la muchacha se mete en la cama con él y le pide, una última vez, que tengan sexo (como hizo múltiples veces cuando vivían juntos).

Para este punto en la historia, es discutible que Yoshida no sólo hizo lo correcto, sino que fue mucho más allá de lo que le correspondía para ayudar, de forma altruista, a Ogiwara. La muchacha está sana y salva en casa de su mamá; su deber (si acaso tenía alguno) está cumplido; y Ogiwara está a unos pocos meses de cumplir 18 años. Existe un escenario donde se podría argumentar que el que tuvieran sexo (a petición de ella) no sólo estaba justificado, sino que incluso era lo “correcto”.

Y yo me dije a mí mismo: “mí mismo, si esté cabrón se acuesta con la muchacha, voy a quemar las calles”.

Yo, por la naturaleza de mi trabajo, todos los años convivo con muchachas casi siempre adultas, pero extremadamente jóvenes y dónde además existe una dinámica de poder completamente desequilibrada: soy su profesor. Bajo ninguna circunstancia, de ninguna manera se podría justificar que yo aceptara el avance de ninguna de ellas: es una línea que sencillamente no sólo no quiero cruzar yo, sino que no quiero ver que la crucen personajes ficticios en historias ídem que pasen por situaciones similares.

(Por ¿suerte?, la verdad creo que hoy en día ya no le gusto nunca a mis alumnas, porque me agrade o no la idea ya estoy lejos de mis años de “joven profesor”).

Entonces yo estaba literalmente conteniendo el aliento esperando a ver qué respondía Yoshida; y no podría haber estado más contento cuando el oficinista la manda mucho al carajo. Todavía al otro día en el aeropuerto, al despedirse, la muchacha le pide que por favor la espere a que cumpla 18 años, y Yoshida de nuevo la manda al carajo, recordándole que a él lo que le gustan son las mujeres mayores y ridículamente chichonas.

Pero ya que está solo, Yoshida no puede evitar a echarse a llorar. Porque por supuesto que se enamoró de Ogiwara; la muchacha no sólo es lindísima (incluyendo estar chichona, aunque no ridículamente, como Gotou), sino que es adorable y en muchos aspectos admirable. Uno no puede controlar lo que siente; el corazón quiere lo que el corazón quiere: pero sí podemos controlar qué acciones llevamos a cabo a partir o a pesar de nuestros sentimientos.

Y la única acción humanamente decente era rechazar a Ogiwara, por más enamorado que pudiera estar Yoshida de ella.

La serie termina brincando a unos meses más adelante, con Yoshida regresando a su departamento de noche, y descubriendo a Ogiwara esperándolo en el mismo lugar donde la encontró por primera vez, con la única diferencia de que no lleva un uniforme escolar sino un lindo vestido.

Y que ya tiene 18 años.

Me encantó Higehiro; es asquerosamente romántica, apropiadamente dramática, deliciosamente arrecha y en muchas ocasiones honestamente muy divertida. Pero me gustó principalmente porque Yoshida, por güey que pueda llegar a ser, sinceramente intenta hacer lo correcto en las situaciones idiotas en las que se mete sin deberla ni temerla.

La seria está en Crunchyroll, si les interesa; y yo sin duda alguna la recomiendo.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Cuarenta y siete

Ayer cumplí cuarenta y siete años.

El año pasado creo que es el primero donde de verdad sentí que ya no estábamos en pandemia, aunque sin duda alguna se siguieron percibiendo consecuencias de la misma. No todas negativas, por cierto.

No tengo mucho qué reportar: siempre sí volví a escribir de política, pero en un volumen definitivamente menor a otros años electorales. Una explicación de esto, además del hecho de que nuestra desesperada y triste oposición es tan lamentable que realmente hasta da pena ajena hablar de ellos, es que no siento tanta necesidad de explicar cómo veo yo las cosas.

Hace 18 años en 2006, que fue el año que más escribí de política, sí sentía que era necesario explicar (al menos para mí mismo, en el peor de los casos) mi análisis de la situación además de aventurarme a hacer algunas predicciones. No siento eso ahora, porque me parece que (por más que le moleste a algunos) sí ha habido una transformación de las conciencias en el país.

No es muy difícil determinar que un enorme sector de la población está mucho más y mejor informado que hace casi dos décadas; y no nada más enterándose de qué rayos ocurre en el país y en el mundo, sino participando e involucrándose también. Y es mi impresión que un porcentaje significativo (si no es que abrumador) de este sector bien informado apoya, en algunos casos de forma casi fanática, a la Transformación encabezada por el compañero Presidente y el Movimiento de Regeneración Nacional.

Esto no son nada más sentimientos cálidos que siento en mi corazoncito; hay evidencia básicamente irrefutable al respecto, como el hecho de que la inclemente guerra sucia en contra de Andrés Manuel y de Claudia no está funcionando. En algunos casos (como la aprobación del Presidente aparentemente muestra), al parecer dicha guerra sucia está terminando por favorecer a la Transformación.

Me acerco precipitosamente a los cincuenta años, y sinceramente no veo cambios muy grandes en mi pensamiento e ideología política a como era cuando tenía dieciocho. Tal vez algo de idealismo romántico ha sido reemplazado por pragmatismo cínico, pero ni siquiera creo que sea mucho: en 1995, cuando tenía dieciocho años, aún con la novedad del zapatismo yo creía (como creo ahora) en el cambio pacífico a través de la vía electoral; y las convicciones que tenía entonces permanecen para motivos prácticos idénticas.

Sigo creyendo que la salud y la educación deben ser públicas y gratuitas, provistas por el Estado (pero permitiendo opciones privadas, si alguien así lo desea); sigo creyendo que teníamos razón en estallar la huelga en 1999, y por más errores que cometimos sigo creyendo que somos la razón de que la UNAM sea lo que es hoy en día; y sigo creyendo que una intervención firme y decidida por parte del Estado puede y debe contener los peores excesos del capitalismo y del libre mercado. Sigo creyendo, como siempre creí, que el enfocarnos en ayudar en los que menos tienen resultará, medio inevitablemente, en que nos vaya mejor a todos.

Y dado el espectacular éxito del Peje en su sexenio, me parece que ha quedado comprobado que tenía(mos) razón.

Por el bien de todos, primero los pobres.

Como sea, por eso no siento que deba andar yo escribiendo de política; no hay necesidad (si es que alguna vez la hubo) de que yo explique nada, la banda (incluyendo a un buen de la chaviza) está informada e involucrada en la vida política nacional, que es la más sencilla explicación de por qué las encuestas (serias, no como Massive Caller) arrojan los resultados que están arrojando.

Así que este blog seguirá siendo lo que realmente ha sido durante los últimos casi veinte años; un espacio para que yo practique mi amor por la escritura bajo el pretexto de reseñar películas, animé y videojuegos, con las ocasionales desviaciones para escribir de mi vida o de política.

Sin embargo sí tengo preparadas unas cuantas entradas más de política este año, una más antes de las elecciones; y algunas más después, si se cumple lo que al parecer será el resultado inevitable de las mismas.

Imprimir entrada Imprimir entrada

Claudia Sheinbaum Pardo

Hace casi seis años, a unos días de las elecciones, escribí:

El Peje no es el candidato que quiero; el candidato que quiero además de haber hecho labor de calle en movilizaciones sociales y favorecer el fortalecer la red de seguridad social del Estado de bienestar, tiene posgrado, ha trabajado como académico, es demoledoramente inteligente y culto, es defensor de la equidad de género, el derecho al aborto y los derechos de los homosexuales, y se expresa de forma ágil e impecable todo el tiempo. Además probablemente sea mujer, por cierto.

De manera consciente o inconsciente, estaba describiendo a Claudia Sheinbaum Pardo; algunos sin duda dirán que me estoy haciendo güey y que yo ya sabía que sería la candidata presidencial este año, pero eso obviamente no es posible. Sí, que Claudia estuviera encaminada a ganar (de calle también) la jefatura de gobierno de la Majestuosa inmediatamente la ponía en la ruta de los presidenciables; pero era imposible predecir que sí sería ella (como lo es hoy predecir quién será la candidata para el 2030).

Como sea, les aseguro que no estaba pensando en Claudia cuando escribí eso; sólo era justamente una contrapuesta puntual a las críticas que tenía (y algunas de las cuales todavía tengo) para Andrés Manuel. Pero si no quieren creerme están en su derecho.

¿Es Claudia entonces mi candidata ideal a la Silla del Águila? No, lamentablemente; aunque se acerca mucho, especialmente comparada contra el Peje.

Las desventajas que le veo a Claudia son, consecuentemente, mucho menos (y menores) que las que le veía al compañero Presidente: no es muy carismática que digamos, que principalmente se refleja en su oratoria, que dista mucho de ser inspiradora o brillante. Al contrario: la doctora suele sonar justamente como una profesora universitaria ligeramente harta de que sus tarados alumnos no la entienden, porque no han ni siquiera leído la tarea (que es un escenario con el que puedo identificarme dolorosamente).

De hecho es muy común que Claudia suene y actúe como si estuviera rodeada de tarados que no la entienden, lo cual no dudo sea verdad en muchos casos: probablemente en muchísimas ocasiones en su vida haya sido ella la persona más inteligente en la habitación, teniendo la lamentable tarea de explicarle a los demás lo que posiblemente para ella fuera obvio. En el primer debate (que fue el único que tuve estómago para empezar), me parece que esto fue bastante obvio, así como cuando la “retuvieron” en el montaje de Latinus.

Además del carisma y la oratoria, la principal desventaja que le veo a Claudia es que es egresada de la Facultad de Ciencias de la UNAM: que no sé si ustedes conozcan a esos cabrones, pero todos y cada uno de ellos son insoportables.

(Por si era necesario aclararlo: eso fue un chiste, yo mismo soy egresado de la Facultad de Ciencias).

Hay otras cosas que podrían interpretarse como desventajas, si la comparamos con el Peje, pero que bajo un análisis más cuidadoso no necesariamente sea el caso. Por ejemplo, Claudia será sin duda alguna menos confrontacional y más cuidadosa que Andrés Manuel; esto podría verse como una desventaja en el sentido de contar con una respuesta inmediata y decidida, como fueron las ridículas acusaciones de #narcopresidente; o el extraordinario papel que jugó el Presidente en la crisis de la embajada mexicana en Ecuador. Pero también es posible que una estrategia más cuidadosa y mesurada resulte a la larga en decisiones más beneficiosas para México. No lo sé; supongo que sabremos dentro de poco.

Independientemente, la doctora se enfrentará a un escenario muy distinto al que se enfrentó el Peje; es indiscutible que en algunas cosas la tendrá más fácil y que en otras la tendrá más difícil, pero no sabemos exactamente cuáles serán cuáles. Yo particularmente creo que, globalmente, nadie espera que haga un mejor papel que Andrés Manuel, dado el espectacular éxito del tabasqueño.

(Si no están de acuerdo con eso último, no entienden qué está pasando en el país y por lo tanto no van a entender por qué Claudia ganará de forma tan abrumadora).

Siempre y cuando la dirección del movimiento de Transformación siga fundamentalmente igual (por el bien de todos, primero los pobres), yo creo que la ciudadanía le perdonará casi cualquier error que llegue a cometer: y nos debe quedar claro que es inevitable que cometa errores. Su condición de primera Presidenta mujer y continuadora de la Transformación le darán al menos algo de margen de error y capital político.

Y sin embargo sí espero que en algunos temas muy específicos Claudia consiga mejores resultados; si no por otra cosa nada más por el hecho de al menos intentar entablar una conversación con ciertos sectores. Los más obvios, dada la condición de académica investigadora y mujer de la doctora, sería el tratar de formar una mejor relación con grupos de académicos investigadores y mujeres; pero como esos puede haber varios otros más.

El comparar a Claudia con el Peje no es únicamente inevitable; es lo único que tiene sentido: las dos alternativas que ofrece la oposición son tan lamentables que es incluso algo cruel hacer la comparación. Como ya he mencionado en múltiples ocasiones, casi nadie va a votar por esas alternativas dadas esas alternativas; votarán por ellas sólo como opción contraria a la Transformación, como están en su derecho de hacerlo, por más que sea votar por los perdedores.

En lo personal, me resulta incluso cansado el argumentar por qué voy a votar por Claudia, dado que a estas alturas desde mi punto de vista es equivalente a argumentar que el cielo es azul o que el agua está mojada; ¿de verdad no es obvio? ¿De verdad creen, después de lo que ha pasado en los últimos 42 años en el país, que hay que discutirlo?

Así que mejor terminaré con una observación de todo lo que he llegado a escribir de política en este blog en casi veinte años: no es difícil encontrar entradas donde digo que Andrés Manuel es un tarado… porque sinceramente creo que ha sido un tarado en muchísimas cosas. Eso no disminuye sus éxitos y logros, y mantengo de cualquier manera que ha sido el mejor presidente de México en el siglo XXI (al menos; probablamente incluso desde 1982, si no es que más atrás); nada de eso le quita lo tarado.

A Claudia jamás le he dicho tarada. Obviamente el perfil de la doctora ha sido menor que el del Peje y eso tiene que ver; pero objetivamente me parece que, en general, Claudia Sheinbaum Pardo se porta menos tarada que el Peje. Estoy 100% seguro de que en su sexenio se ganará que en algún momento le diga tarada; pero eso no ha ocurrido todavía.

Y la posibilidad de que en exactamente un mes no sólo vuelva a votar por una candidata a la presidencia que va a ganar, sino que esta vez no considero a dicha candidata una tarada, la verdad sí me emociona. Y sí, al mismo tiempo sostengo que dudo que pueda hacer un mejor trabajo (globalmente) que el Peje.

¿A poco no es fascinante la política?

Imprimir entrada Imprimir entrada

Bridge Constructor

Mi siguiente platino, Bridge Constructor, es algo vergonzoso.

Bridge Constructor

Bridge Constructor

A finales de diciembre de 2022, estaba avanzando a muy buena velocidad en mis trofeos de Street Fighter IV. Yo estaba seguro de que obtendría el platino antes del 1º de enero; me faltaba terminar los desafíos con medallas de oro, lo cual a su vez desencadenaría que salieran otros cinco trofeos, incluido el platino.

Si no me hubiera dado Covid, a lo mejor hubiera podido; pero para el 31 de diciembre era dolorosamente obvio que no podría terminar SFIV. He aquí que viene la parte vergonzosa.

Yo nunca he comprado juegos para mis PlayStations con el único objetivo de obtener trofeos; hoy en día de hecho es trivial hacerlo, porque durante un par de años Sony casi no hizo ningún tipo de trabajo de curación de los juegos disponibles en la PlayStation Store, así que no era raro que aparecieran juegos terriblemente malos y baratos (alrededor de un dólar), cuyo único chiste es que se podía obtener el platino en horas, minutos, o (en casos extremos) segundos.

Aunque ahora Sony pone un poco más de atención en qué juegos acepta, además de que ese tipo de juegos generalmente no los publicita mucho, pues esos juegos basura siguen muchos de ellos en la PlayStation Store. Lo que es más, algunos están en el catálogo de juegos para los que tenemos PlayStation+.

El chiste de acabar con SFIV era que con esos trofeos obtendría, durante el año 2022, más trofeos que ningún año anterior en mi vida de jugador en PlayStation. Cuando vi que Street Fighter IV no lo iba a acabar, revisé en el catálogo de juegos disponibles cuál podía sacarle el platino lo más rápidamente posible, y lo jugué hasta obtener los trofeos para romper mi récord anual.

Aún así me llevó casi dos semanas obtener el platino.

En defensa de Bridge Constructor, la verdad es que no es un juego basura únicamente creado para sacar un platino rápido; pero tampoco es muy buen juego que digamos. Es un juego de puzzles, donde uno (sorprendentemente) construye puentes; y es dolorosamente obvio que es un juevo móvil (para celulares) que alguien agarró y portó para el PS4.

Aún así está entretenido… excepto que para sacar tres estrellas en todos los niveles hay a veces que construir puentes que son esperpentos espantosos, siendo el peor ejemplo un nivel donde básicamente uno construye un columpio que obviamente sólo sirve para que pasen los dos camiones que cada nivel requiere. Más aún, que un juego de este estilo no tenga un editor de niveles para que la banda pueda diseñarlos y compartirlos debería considerarse un crimen de lesa humanidad.

De todas formas es al menos entretenido un tiempo y no me arrepiento de haberlo jugado; entre otras cosas porque sólo lo hice dos semanas. Y además sí rompí mi récord de trofeos anuales… hasta que tuve que ocultar unos juegos el año pasado por pendejadas que hice.

No recomiendo Bridge Constructor, pero mayormente porque es más que nada intrascendente. Si la dificultad de los niveles requiriera ingenuidad e imaginación, más que muchas veces fuerza bruta; y sí además incluyera un editor de niveles, creo que sí lo recomendaría. Como está, unas cuantas horas de entretenimiento es lo más que se le puede exprimir.

Imprimir entrada Imprimir entrada